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III

Capítulo III : ¿merece la pena intentarlo?

Esa noche le pedí a Eric que me llevase a casa, no tuve que decirle demasiado para que averiguase lo que había pasado, supo que el silencio sería lo mejor para tranquilizarme, supongo que lo aprendió cuando estuve en Manchester y es que odio hablar cuando me siento débil, seas quien seas, la única persona con quien hablaría a pesar de todo sería mi hermano.

Al llegar a casa, Pablo me estaba esperando despierto, lo regaño por estar despierto tan tarde a lo que me responde que Pedri casi se le echa a llorar de vuelta a casa, pero como siempre su amigo no le contó nada y como no su instinto de hermano le dijo que yo tenía algo que ver. Le miro y no hace falta que le diga nada para que entienda lo que ha pasado.

— Tengo miedo de enamorarme.

— ¿Miedo? ¿Tú? Tu no tienes miedo de enamorarte, tienes miedo de enamorarte de Pedri.

— Pero, no sé porque tengo tanto miedo si yo siento que también me siento atraida por él. - digo esto y me tiro en el sofa.

— El problema no sois ni él ni tú, que reaccionaras como lo has hecho es sinónimo de que tienes miedo de que Pedri no sepa como quererte y que te abandone, porque el lazo que por extraña razón has formado con el te impide perderlo, de todos modos deberías hablarlo con él.

Siento las mismas ganas de llorar de nuevo, mi hermano me mira y se acerca para darme uno de sus abrazos curativos, quizás no es para tanto y solo estoy exagerando las cosas, pero es inevitable sentir esas sensación de que algo malo va a pasar.

— Escúchame Amaia, hagas lo que hagas estará bien, tanto si decides que si como si le dices que no, él lo comprenderá todo.

— Es tan bueno que me da miedo hacerle daño, que se pierda a sí mismo.

— ¿A Pedri? Ten por seguro que es el chico más risueño del mundo, jamás lo verás borracho sentado a tu lado contándote sus penas.

Río y asiento, si, Pedri no es de esos, no es de lo que normalmente se siente perdido o busca una razón contante para darle sentido a su día a día. No, Pedri es de los que te recoge salvandote como si fueses un pájaro mal herido que necesita ayuda urgentemente, Pedri es más de sanar que de ser curado. Mi hermano me da un último achuchon antes de irse a la cama y yo le digo que descansar se mucho, mañana

Y mi hermano tenia razón, Pedri es de sanar que de ser curado. Pedri era felicidad y luz, alguien que es capaz de llegar a tu vida y darle el sentido que necesitabas para seguir. Pedri es el ángel que todo el mundo desea, ese que está siempre.

Río y asiento, si, Pedri no es de esos, no es de lo que normalmente se siente perdido o busca una razón constante para darle sentido a su día a día. No, Pedri es de los que te recoge, salvandote como si fueses un pájaro mal herido que necesita ayuda urgentemente, Pedri es más de sanar que de ser curado. Mi hermano me da un último achuchon antes de irse a la cama y yo le digo que descanse mucho.

Y Pablo tenia razón, Pedri era felicidad y luz, alguien que es capaz de llegar a tu vida y darle el sentido que necesitabas para seguir. Pedri es el ángel que todo el mundo desea, ese que está siempre. Nunca había conocido a alguien como el, tan...cálido y familiar.

Me tumbo en la cama, me doy cuenta de lo difícil que es enamorarse siendo yo, bueno más bien confiar siendo yo. El día que decidí marcharme a Inglaterra no fue fácil, el factor dejar a tu hermano solo en otro país nunca fue fácil, pero supongo que uno no se queda donde nadie lo quiere. Aunque ahora no me arrepiento por nada del mundo, esos años en Manchester he sido la chica más feliz del mundo, y todo eso gracias a que he tenido a alguien que ha estado conmigo todo ese tiempo.

Sino fuese por Eric no tengo ni idea de que hubiese sido de mi.

Cierro los ojos sintiendo calma, mañana lo solucionaré todo con Pedri, se lo merece. Mis pensamientos cesan cuando siento que todo empieza a ser de color negro.

Me despierto poco después, pero lo único que veo es el mar a miles de metros debajo de mi, camino hacia atrás dando pasos corto, pero ese esfuerzo es en vanoporque mi cuerpo no se mueve ni un centimentro. A lo lejos puedo ver como dos personas vienen corriendo, cuando están lo suficientemente cerca me doy cuenta de que son Pablo y Pedri.

"Maricón el que salte el ultimo" mi hermano como siempre es el encargado de picar a su mejor amigo.

Pedri se ríe y deja su toalla en el suelo mientras se acerca al acantilado, intento gritar que no salte, que la altura los matará según toquen el agua, que su cuerpo se romperá en dos, pero parece que mis gritos son como la brisa que se encuentra en la mismísima playa. Pedri le saca la lengua a Gavi y después salta a lo que mi hermano le sigue después. Grito y me asomo al borde viendo como mi hermano y su mejor amigo se pierden entre el espesor de la niebla.

Abro los ojos alterada, me deshago de las sábanas y voy corriendo a buscar a Pablo a su habitación, no está, sigo buscando hasta llegar a la cocina donde me mira con cara preocupada.

— ¿Maia? ¿Qué pasó?

Mi hermano me mira sin entender absolutamente nada.

— Yo...soñé que os perdía, a los dos, a Pedri y a ti.

Y con eso mis ojos comienzan a escocer, las lágrimas bajan por mis mejillas, Pablo se acerca y me rodea con sus brazos mientras me repite que ni él ni Pedri se irán a ningún lado. Noto que mi respiración se calma poco a poco y mi cuerpo deja de temblar. Gavi pasa sus pulgares por mis mejillas secandome las lágrimas mientras me sonríe.

— Ya está, ahora vete a descansar, puedo sobornar a Eric para que venga a buscarme con tal de prometerle que después de entrenar viene a comer a casa, tiene muchas ganas de hablar contigo, de contarte que tal le ha ido y de que le cuentes tu también.

Sonrío asintiendo. Mi hermano me deja un besito en la frente yme revuelve el pelo para coger su bolsa y marcharse a entrenar.

Mientras tanto yo me paso toda la mañana editando fotos y vídeos para el canal de YouTube y la cuenta de Instagram del Barça o fotos de algún futbolista para que pueda subirlas a sus redes sociales. No voy a mentir que según como me caiga el jugador depende de como edite la foto. Por ejemplo, no es lo mismo que en la foto salga Dani Alves que es un jugador que como persona nome da buenas vibras, a que sea el mismísimo Sergio Busquets que a mis ojos es el mejor pivote de la historia de estas últimas décadas y que como ser humano es un ser maravilloso.

Tengo mis prejuicios, si, pero a nadie le hace daño y ningun jugador se da cuenta.

Al llegar la tarde efectivamente, Eric está e la puerta de mi casa con una botella de vino, la cual estoy segurisima de que ha parado a comprar antes de venir.

Pasamos la comida entre risas y bromas, nada muy diferente a cuando estábamos en Inglaterra. Una de mis cosas favoritas de Eric siempre será que cuando o hablas con él no busca juzgarte sino que siempre lintenta comprenderte. Luego esta su sonrisa, esa maldita sonrisa que volvería loco a cualquiera.

Por eso estuvimos saliendo un año.ha

Uno de los mejores de mi vida, pero yo quería volver a casa y el se quería quedar allí un poco más por lo que nuestros caminos vieron una brecha.

A día de hoy seguimos siendo os mejores amigos del mundo.

Cojo mi móvil y le envío un mensaje a Pedri.

"Estate preparado, a las siete paso a por ti."

Apago la pantalla y sigo prestando atención a la gran conversación que están teniendo mi hermano y Eric.

— Oh, venga ya tío, yo odio más al Madrid que él.

— ¿Qué Piqué? No, no, si fuese Arnau Tenas te lo podría pasar por los pelos, pero me vas a decir que el fundador del odio al madridismo esta por debajo de ti, sigue soñando chaval.

Vale, paso de eso. Me levanto y digo que me voy a duchar, el agua tibia me viene de lujo antes de encontrarme con Pedri. ¿Qué le voy a decir? Que me asusta quererlo porque tengo miedo de acerté daño?

"Mentirosa" "Tienes miedo de que no te quiera porque llevas roda la vida rogando el amor que ts padres solo tenian para el guapito de tu hermano."

Odio cuando mi conciencia tiene razón.

Termino de prepararme y volver a bajar donde mi hermano y Eric parecen estar muy concentrados en algo.

— ¿Le estás enseñando a jugar al poker a un chaval de 18 años?

— Me lo ha pedido él.

— Si gano, me compra un coche cuando me saque el carnet.

Enarco mis cejas y niego con la cabeza, vaya par de descerebrados.

— ¿A dónde vas? - Pablo levanta la vista de sus carta para mirarme fijamente.

— He quedado...con alguien.

Ambos me miran.

— Ya sabemos que has quedado con Pedri, que te lo pases bien, apuesto 100 más. - Eric mueve un montón de fichas al centro de la mesa.

Me quedo de pie mirándolos, tremendo par, me despido sin hacer mucho caso a lo que me puedan contestar, me subo al coche y me arrepiento de haberme puesto este vestido, al sentarme se me sube demasiado y la tarea de conducir cómodamente se complica bastante. A pesar de eso decido ir igualmente así a buscar a Pedri. Hemos quedado en una parada de bus que está a pocas calles de su casa, lo que menos quiero es que la gente siga mi coche hasta su casa así que así será de manera más fácil.

Pero, en el momento que le veo tengo que frenar el coche. Está apoyado en la parada mirando el móvil, lleva unos vaqueros anchos de color beige además de una camisa negra con los dos primeros botones desabrochados, del brazo le cuelga lo que parece ser una chaqueta vaquera del mismo color que la camisa, su expresión es neutra dándole un aspecto más enigmático y sobre todo más atractivo. Le dije que viniese un poco arreglado, pero no me esperaba que se fuese a ver tan jodidamente bueno. Pito el claxon y Pedri se apresura para subir al coche. Yo le sonrío y el me acaricia el brazo.

Ambos estamos en silencio, sino fuese por la música que sale de la radio el silencio sería incómodo.

— ¿A dónde me llevas?

— Lo de las sorpresas no es tu fuerte, ¿Eh, Pedri?

Pedri suelta una carcajada que parece que me da mil años de vida más. Sino estuviese conduciendo pagaría por haber visto esa risa.

— Vamos a un lugar bastante chulo.

— Lo que usted diga, señorita.

El lugar al que vamos no está muy lejos de donde vivo, es una de las pocas cosas que mi hermano y yo teníamos claro, si nuestra casa no estaba cerca de este lugar no queríamos nada.

Una vez hemos llegado, aparco donde siempre, Pedri me mira con una sonrisa y se baja del coche, yo voy hasta el maletero para coger una manta. El sol está casi poniéndose, el momento perfecto.

Una vez en la orilla me quito mis zapatos y Pedri hace lo mismo, extiendo la manta en el suelo y acto seguido me siento, puto vestido. Él me dedica una mirada divertida y hace lo mismo que yo.

— Cuando nos mudamos a Barcelona esta es la primera playa a la que vinimos, aquí venia con mi hermano cada vez que las cosas en casa estaban mal, es...mi lugar seguro.

— Para mi la playa es un mundo entero, las de Barcelona no están mal, pero como las de mi tierra hay pocas, tendrías que venir alguna vez, mi madre me pregunta todos los días si vas a venir algun día.

— Iré no te preocupes.

El cielo se cubre de un manto de colores cálidos, está atardeciendo. El sol casi está desapareciendo en el horizonte, a estas horas comienza a hacer un poco de frío, me arrepiento al instante de no haber cogido mi chaqueta. Noto como algo me rodea los hombros, Pedri me pone su chaqueta y me acerca más hacia él.

Le miro, tiene la mirada fija en el horizonte, la poca luz del sol se queda reflejada en su tez morena. Pero, lo que más me llama la atención son sus ojos reflejando el brillo de la pura admiración, esos ojos marrones  que podrían transmitirme mil cosas, esos que en este instante solo me miran a mi.

— Pedri, yo...

— Shh...solo dame un minuto más, quiero disfruta esto.

Veo como cierra los ojos y toma una bocanada de aire además de toquetearse el cuello, eso lo hace cuando está nervioso. Yo simplemente me limito a apoyar mi cabeza en su hombro y disfrutar, justo como él me ha pedido.

No se cuánto tiempo pasa, pero se que el suficiente como para que la noche caiga, pero ahí seguimos los dos, sentados en la oscuridad bajo el brillo de miles de estrellas.

— Tengo miedo de que pienses que te voy a hacer daño, ayer tuve ese miedo.

Me pilla de sorpresa.

— ¿Porqué iba a tener miedo de que me hagas daño?

— Ayer cuando te separaste no tenías cara de sorpresa, estabas aterrada, me sentí...un monstruo por haberte besado.

— Escucha Pedri, amarme no va a ser fácil, lo sé por experiencia propia, digamos que nunca he tenido a alguien que me demostrase lo que significa un "te quiero", y no es tu culpa, créeme.

— ¿Y que quieres que saque de eso?

— ¿Estás seguro de que me quieres?

— Cuando te vi por primera vez en ese entrenamiento donde viniste a ver a tu hermano fue solo atracción, pero cuando pasan las semanas y ves que esa persona no se va de tu cabeza, de tus pensamientos, es ahí cuando ha dejado de ser un simple gusto físico, va más allá de eso, y cuando te vi con mi camiseta puesta supe que quería que solo tú la llevases, que llevases la mía.

Pedri agarra una de mis manos mientras no deja de mirarme.

— Y si tengo que esperar toda una vida lo haré.

— No te voy a pedir que esperes toda una vida, Pedri, quien sabe si el día de mañana algo hace que no nos volvamos a ver, prefiero cometer errores que quedarme con el amargor de las cosas a medias.

Respiro hondo y le miro a los ojos.

— Solo prométeme que si te pido que te alejes lo harás.

— ¿Aunque me queme por dentro?

— Aunque arda.

— Lo prometo. - Pedri me abraza y yo escondo mi cabeza en su cuello.

Al fin y al cabo somos jóvenes y tenemos toda una vida por delante, tenemos sueños y ambiciones que aunque cueste aceptar no siempre se va a cumplir.

Pero, de momento me quedo con esto, con la sensación de calidez que me da estar rodeada por sus brazos y como siento que sus latidos se complementan con el ritmo de los míos. De momento me quedo en esta playa, mi playa especial.

Y está claro que me quedo con él, con mi chico de ojos marrones.

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