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Lowen Hayes (Prólogo)

"Te queda un año de vida"

Mierda. Como me gustaría poder quitar esas palabras de mi mente, pero desde que el doctor me las dijo me es imposible no pensar en ellas. Siempre creí que los que están cerca de la muerte no hacen más que agonizar y sentir dolor. Pues, resulta que no hay malestar físico en mí. Estoy normal...deprimido, pero normal.

Estar muriendo es muy diferente a lo que imaginé.

-Ese café se enfrió hace como una hora -señala mi mejor amigo. Lleva un tiempo aquí, en mi apartamento, pero yo estoy tan concentrado en mis tristes pensamientos que a penas si he notado su compañía -. Vaya malgasto de cafeína, debería darte vergüenza.

-No tengo apetito, Roderick.

-Es un café, no un jodido buffet, Lowen.

-No lo quiero.

Lo escucho suspirar y a penas si levanto la mirada para observarlo. Se le ve preocupado, no lo culpo. Cualquiera que me conoce bien sabe que la única forma en la que yo rechazaría un buen café es que me encuentre realmente mal. Resulta que lo estoy, en verdad lo estoy. Aparto la taza y la dejo lejos de mí, no existe forma en la que algo me pueda animar ahora.

Un año, solo un año de vida. Solo 365 días, 8.760 horas y 525.600 minutos me separan de una tumba. Y sí, los conté. Ayer, tras recibir la noticia más fatídica de mi existencia, salí del consultorio del doctor y caminé sin rumbo. Fue en ese momento en el que hice las matemáticas necesarias para calcular el tiempo exacto que me queda. Por alguna razón, llegué a la biblioteca pública. Estaba en el pasillo de clásicos cuando terminé de sumar los minutos.

365 días, 8.760 horas, 525.600 minutos...Solo eso.

Siento mis ojos cristalizarse de nuevo, y yo que creí que ya había llorado suficiente. Al parecer, mi reserva de lágrimas no tiene fin. Lo cierto es que ayer estaba desesperado y asustado ¡Tanto así que terminé por decirle a la bibliotecaria que moriría! Creo que asuste a la pobre, pero necesitaba desahogarme con alguien porque no sabía que hacer.

Hoy, me siento diferente. Ya no tengo tanto miedo, solo estoy triste. Veinticinco años es una vida muy corta, demasiado corta. No me arrepiento de ella en lo absoluto, solo creo que un año es muy poco tiempo para seguir disfrutando de ella.

-Y yo que creí que sería de esos hombres que hacen de su vida una historia interesante solo para llegar a ancianos y poder contársela a sus nietos -suelto una risa seca, sin emoción -. No me dió tiempo.

-Eh, tu vida no está mal -me asegura Rod, sentándose en la silla libre frente a mi -. Tienes una familia que te ama, un techo donde vivir, un trabajo que te encanta y el mejor amigo que ha existido en el mundo. Nada mal para un cabrón de veinticinco años con una preocupante obsesión por los libros.

-No está mal, pero creí que habría más.

-Lo sé, Lowen. Es lo que creímos todos.

No quiero verlo a los ojos, no puedo. No quiero encontrarme con la mirada de Roderick y ver que también está aguantando las ganas de llorar. Conozco a este imbécil desde hace cinco años y solo lo vi llorar una vez, que fue el día de su boda. Él es alegre y bromista por naturaleza, el sentimentalismo no va con él. Si me encuentro con lágrimas en los ojos verdes de mi mejor amigo notaré que a él le afecta, que ya me extraña aunque no estoy muerto, y eso me dolerá.

Joder, me dolerá incluso más que estar muriendo.

Tomo el libro que está frente a mi, en la mesa del comedor. Ayer lo tomé prestado de la biblioteca, aunque no sé porqué lo hice. Solo lo agarré de las manos de la bibliotecaria y me lo traje a casa. Al menos me distrajo durante toda la noche porque, por supuesto, no pude dormir.

-Los libros hacen que la vida parezca un poco más larga de lo que es -le digo, mirando la carátula del libro -. Es decir, los protagonistas viven tantas experiencias que hacen que pienses, "sí, yo puedo hacer todo eso". Pero luego te das cuenta de que no hay suficiente tiempo.

-Suenas igual que esos hombres en las películas que descubren que les quedan pocos días de vida. Sí, ellos suelen decir cosas como esas antes de irse a Las Vegas y hacer todas las locuras que no han hecho aún ¿Irás? Porque si lo haces, no te olvides de llevarme.

-No, no. Además, ya hemos ido a Las Vegas.

- ¡Ah, si! Mi despedida de soltero...Bueno, al menos ahora sé que es en serio eso de que te llevarás a la tumba todo lo que hice esa noche.

Suelto una risa auténtica, creo que Roderick es la única persona capaz de hacerme reír por mi muerte. Él también ríe y casi olvido por completo lo triste que resulta mi situación. Claro que, para cuando terminamos de reír, devuelvo mi mirada al libro y recuerdo que mis segundos ahora están contados.

-No lamento no haber hecho cosas alocadas porque sabes que no es el caso -digo. No soy lo que se dice un "hombre de acción" pero Rod me ha arrastrado a muchas locuras, así que eso no me falta -. Solo es un poco triste saber lo vacía que está mi vida ahora. Sí, tengo a mi hermana, a mi sobrino, a ti, pero...

-Pero, a parte de eso, te sientes solo -completa y yo asiento. Él solo suspira -. Si, nadie quiere morir sintiendo eso.

- ¿Puedes creer que he leído cientos de libros, de los cuales al menos una cuarta parte es sobre romance, y aún así nunca me he enamorado? Imaginé que en algún momento de mi vida encontraría eso que tu tienes con Sienna, pero al parecer me equivoqué...

-Ah, no. No te rindas cuando aún tienes tiempo para cambiar el rumbo de tu historia -me reclama -. Te queda un año, ¡úsalo para encontrar eso que sientes que te falta en tu vida! ¿Quieres enamorarte? ¡Mueve tu trasero de esa silla y busca una mujer que valga la pena! No pidas una historia de amor, ¡búscala y vívela!

-Un año es muy poco tiempo para encontrar una historia de amor.

-Pues, es lo que tienes. Solo aprovecha el tiempo que te queda, amigo, porque no me gustaría despedirme de ti sabiendo que no viviste todo lo que deseabas vivir. Y si lo que te preocupa es que no podrás contarle tu épica historia a tus nietos, tranquilo que yo se la contaré a los míos. Solo asegúrate de que en verdad sea buena, no quiero que me recuerden como el abuelo que contaba historias aburridas.

Sonrío por sus palabras, es bueno saber que alguien está dispuesto a mantener viva mi historia incluso cuando yo muera. Por eso, y por muchas cosas más, sé que le estaré eternamente agradecido a Roderick. Y sí, sé que mi eternidad es bastante corta, pero es todo lo que tengo.

Vuelvo a pasar mi mano por la carátula del libro. Si el amor fuera como en los libros, vivir una historia llena de romance seria sencillo con el poco tiempo que me queda. No lo voy a negar, si que me hace falta vivir lo que los protagonistas de muchas historias sienten al enamorarse. He salido con muchas chicas pero estoy seguro de que jamás he amado a alguna; no quiero morir sin haberlo hecho, o al menos no quiero dejar de respirar sin haber intentado buscar a la indicada. Ahora bien, ¿quién podría enamorarse en tan poco tiempo y de un tipo que morirá?

Solo pensar en la posibilidad, me parece una locura...Y justo por eso siento que debo intentarlo.

Aumento mi agarre sobre el libro y me pongo de pie. Rod me ha dado una idea, una loca idea, y este libro me recuerda que existe alguien con la que puedo ponerla en práctica. Rio, creo que mi subconsciente salió de la tristeza y recordó que soy un soñador de primera, porque ahora me entusiasma esta locura y hasta creo que podría llegar a funcionar. Es decir, si el amor surge así en las historias que he leído, ¿por qué no en la vida real? Sé que debo esforzarme más que los protagonistas enamorados de los clásicos que tanto me gustan, la vida es más complicada que un libro. Pero yo no tengo nada que perder...

A la mierda, ¡lo voy a intentar!

-¿Sufres de bipolaridad y no lo sabía? -pregunta Rod, frunciendo el entrecejo -. Porque si no es así, entonces me temo que enloqueciste.

-Quizá sí -me encojo de hombros y salgo del comedor en busca de mis llaves. No tardo en notar que él me sigue -. Nos vemos luego.

-¿Y a dónde vas?

-A buscar una historia de amor que tus nietos no se cansarán de escuchar.

Él me sonríe y ese es el último gesto que me da antes de que yo salga de mi apartamento. No pierdo el tiempo y dirijo mis pies hacia la biblioteca. Bien, me quedan 365 días para encontrar ese algo que siento que me falta, 8.760 horas para vivir una historia de amor digna de ser recordada y 525.600 minutos para enamorarme de ella y para que ella se enamore de mi...

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