Lowen Hayes

—Te gusta.

Sonrío ante la afirmación de Roderick porque solo con esas dos palabras los recuerdos de esta noche llegan a mi mente y mi corazón se acelera de una forma absurda. No esperaba que algo así pasara hoy. Yo solo obligué a mi mejor amigo a traerme a ese bar porque estaba harto de estar en casa. Fue una sorpresa encontrarla, pero creo que podría acostumbrarme a esta clase de sorpresas.

—Sí, Rod. Ella me gusta.

—Cuando me dijiste que buscarías una historia de amor, no creí que en serio te enamorarías —me confiesa, mirando el camino —. No te ofendas, amigo, pero tú no eras de los que se sentían a gusto con las relaciones. A ti siempre te gustó lo de una noche y adiós en la mañana, pero ahora estás robándole besos de pico a esta chica e intentando enamorarla. Es...

—¿Una locura? —cuestiono, mirándolo.

—No, no. Solo es impresionante.

Sí, lo es. Quería una historia de amor, quería la experiencia, pero ahora estoy en algo muy distinto. Ya no me importa seguir un libreto, ni obtener la clase de finales que he leído. Ahora solo la quiero a ella.

Eso resulta impresionante considerando que fui muy selectivo en cuanto a relaciones durante toda mi vida. Ahora me estoy lanzando a algo que cada vez se ve más serio. Entiendo porque le sorprende a Roderick, pues me siento igual. Me estoy sorprendiendo a mi mismo.

—¿Así son las historias de amor? —me pregunta él.

—Amigo, ya ni sé —digo, dejando caer mi espalda en el respaldar del asiento —. No sé si un libro le hace comparación a esto y no sé si quiero saberlo; no quiero leer algo mejor que esto. Ella, con toda la realidad que resguarda, me hace sentir tan vivo que me asusta y me encanta al mismo tiempo.

—Y es solo el inicio.

—Y es solo el inicio...

Mierda, ¿cómo será en unos meses si esto sigue así? Yo podría caer fuerte y profundo por Evelyn Rose. Es más, quizá ya lo estoy haciendo y desconozco la forma de dejar de caer. Nadie me dijo que la bibliotecaria a la que le quité ese libro de Charlotte Brontë hace casi un mes seria alguien tan interesante, tan cautivante, tan asombrosa. Lo peor de todo es que ella no lo sabe, no tiene idea de que es todas esas cosas y, por alguna razón, yo quiero demostrárselo.

Quiero que sepa todo lo que es, que vea las razones por las que me estoy enamorando de ella de formas que no esperé.

Noto que Roderick me observa por la esquina de su ojo. Frunce su labio de la forma en la que lo hace cuando está preocupado. Me enderezo y lo observo, sabiendo que en su cabeza debe de haber algo que se está debatiendo entre decir o no.

—¿Qué pasa? —le pregunto.

—Ella en serio me agradó —dice —. Es una buena chica, interesante, linda, lista...Se ve inteligente y quiero creer que sabe en lo que se está metiendo, porque se nota que ella también se está enamorando, pero me preocupa que ninguno de los dos vea más allá de lo que están sintiendo ahora.

—¿Cómo así?

Él suspira y me da una sonrisa triste. Esta es una de las pocas veces en las que veo que a Rod le cuesta decirme algo. No está siendo directo, es como si no pudiese serlo. Me cuesta entender lo que quiere decirme, o quizá solo no quiero entenderlo del todo.

—Solo no se hagan daño entre ustedes, ¿si? —me pide —. No sé nada sobre historias, pero sé cosas sobre el amor y te digo que no siempre es lindo.

—¿Lo dices porque Sienna te llama idiota insensible, o porque te golpea de vez en cuando? —cuestiono, a lo que él ríe. Volvió el Roderick de siempre.

—Algo así —carcajea —. Y mejor no le digas que yo te dí la idea de buscar una historia de amor. Si se entera, me matará.

—Si te hace sentir mejor, te guardaré un lugar en el infierno.

—Oh, vamos Lowen. Ambos sabemos que eres demasiado bueno para ir al infierno.

—Y demasiado humano para ir en el cielo.

—Te quedarás en el limbo por cabrón.

Ambos reímos, pero luego caemos en cuenta del tema que estamos tocando y se hace un silencio al que no estoy acostumbrado a aguantar junto a mi mejor amigo. De repente, tengo un nudo en la garganta. Ladeo mi cabeza para ver a Rod y noto que sus ojos están cristalizados, reflejando las luces del camino. Creo que ya entiendo a qué se refería cuando me pidió no hacerle daño a Evelyn Rose. Por más que el principio está resultando algo hermoso, el final ya está escrito y es un final que le causará las lágrimas que él ahora está aguantando.

Suspiro ¿Debí pensar mejor todo esto? ¿Y si estoy causando un daño irreparable en alguien que no lo merece? Quizá metí la pata, quizá esto no fue lo correcto, pero ahora su corazón y el mío están demasiado involucrados.

Incluso aunque quisiera detener esto, no podría hacerlo. Una historia ya comenzó a escribirse y yo no soy el autor.

Yo no decido cuando llegar al final.

—Soy un demente —digo, analizando bien todo esto.

—No —niega Roderick —. Solo eres un soñador.

Pero a este punto, ambos sabemos que ambas cosas son lo mismo.

335 días, 8018 horas, 481080 minutos.