Lowen Hayes
Lowen Hayes
Roderick es un fotógrafo excelente, y no lo digo solo porque el cabrón sea mi mejor amigo. Él en serio es bueno en su trabajo. Sin embargo, si su carrera con la cámara hubiese fracasado, estoy seguro de que habría sido un excelente psicologo. Tiene una especie de don para escuchar y aconsejar.
Y quizá me estoy aprovechando de su don, pero no es la primera vez que lo hago.
—Entonces...—me dice, sentado desee el sillón individual de su sala. Yo estoy acostado en el más grande, esto parece una sesión con mi terapeuta personal —. ¿Me estás diciendo que la misma chica que te dijo que quería ir lento hace días, hoy te besó?
—Fue un simple roce de labios.
—¿Y un simple roce de labios te tiene como un adolescente enamorado? —lo veo sonreír con diversión —. Vaya efecto el que tiene la bibliotecaria.
Pues sí, hasta a mi me sorprende el efecto que tiene en mi.
El beso de esta tarde...no hubo forma en la que yo lo esperara. Simplemente pasó, me tomó por sorpresa y a duras penas si pude reaccionar. La vi alejándose en su taxi, queriendo que regresara para que me explicara ese repentino cambio de parecer...queriendo besarla de una forma más adecuada. Una que llevo imaginando desde que puso sus labios sobre los míos y a penas si me dejó probarlos.
Me dijo que estaba en un nuevo capítulo y eso me emociona, pero me emociona mucho más de lo que esperaba. Evelyn Rose está causando un efecto en mi que no puedo explicar, y quizá eso se debe a que no solo es la protagonista perfecta para mi historia. Ahora que la conozco mejor, creo que es la clase de persona con la que siempre debí cruzarme.
Y no necesariamente para algo romántico, lo digo en general...pero en el punto en el que voy en nuestra historia, creo que pensar en cosas románticas es inevitable.
—Tu sonrojo combina con tu pijama —suelta Roderick, lo que me hace bajar la vista a mis pantalones holgados con estampado de Minnie Mouse. Esto es culpa de mi hermana, ella tiene la costumbre de regalarme estos pijamas de comiquita y yo los uso porque bueno...son cómodos.
Veo a Roderick y le devuelvo la sonrisa burlona.
—Los míos son más adorables que los tuyos —le digo —. ¿Hello Kitty? ¿En serio, Roderick?
—Oye, si los uso hago feliz a mi esposa —me señala, y le creo. Mi hermana ama estas pijamas y por supuesto que le regala cientos a su esposo por más ridículos que sean —. Además, son malditamente cómodos. Todavía no me explico como.
—Eso es cierto —digo escogiendome de hombros.
Cierro un poco los ojos, desde esta tarde me siento un poco mal, pero nada que no pueda aguantar. Tengo un leve dolor en el pecho cada vez que respiro. Esa parte estúpida e idealista de mi quiere creer que es porque mi corazón ha estado latiendo como loco desde que Evelyn Rose me besó contra todo pronóstico, pero no soy estúpido y sé que ese molesto pinchazo cada vez que exhalo se debe a que mis pulmones empeoran con el frío. Hoy en particulae hace un frío de porquería, y siento que la temperatura disminuye a cada instante.
—Entonces, volvamos a tu chica de cuento.
—Es impresionante —suelto, abriendo a los ojos. Ladeo la cabeza para observar a Rod —. Jamás había conocido a alguien tan impresionante como ella. Cuando me besó hoy yo...¡Dios, ni siquiera supe como reaccionar! Y tu sabes que yo no soy así.
Yo soy decidido, voy por lo que quiero siempre y no me dan miedo las consecuencias que debo afrontar para conseguir lo que anhelo. Desde nuestra primera cita—cuando cumplimos el primer punto en su lista y estoy muy seguro de ello— quiero besar a Evelyn Rose ¿Por qué? ¡Porque no hay forma en que su personalidad no me encante! Porque creo que disfruto sacarla de quicio rayando libros, porque me gusta verla sonreír y porque todo en ella me da curiosidad, me emociona. Pero hoy que ocurrió, porque al parecer avanzó unos cuantos capítulos en nuestra historia, me quede en blanco.
No reaccioné, solo dejé que ella adhiriera sus labios a los míos y a penas si sentí el calor de su boca contra la mía. No había tenido un beso tan inocente desde la secundaria, y aún así creo que jamás me habia emocionado tanto por ello. Es la primera vez que siento esta sensación de vacio en mi estómago y no se parece en nada como la describen en los libros. Evelyn Rose no me provoca mariposas, ella crea en mi un abismo en el que no me da miedo caer.
—Debí haberle correspondido el beso —digo, más para mi que para Roderick —. Debí acercarla a mi, tomarla por la cintura y darle un beso digno de una novela de amor. Debí hacerlo.
—Pero te quedaste como un idiota mientras ella escapaba en su taxi y a ti se te congelaba el culo en las calles de Manhattan.
—Pues sí.
—¿Y cómo te sientes al respecto?
—Como un idiota al que se le congelo el culo y no recibió un buen beso.
—Debí ser psicólogo. No sé que coño hago en un periodico cuando soy increíble en esto —presume el muy imbécil. El frío está aumentando, igual que el dolor en mi pecho, pero no les hago caso —. Hay algo que no entiendo.
—Y por eso no eres psicologo.
Él rueda sus ojos antes de tomar el vaso de agua que dejó en la mesita frente a mi hace rato. La casa que Rod comparte con mi hermana es absurdamente grande. Es más, califica como una mansión mediana, y una muy hermosa. Ahora estamos en el estudio de Rod, un lugar que está lleno de fotografías y pruebas que él ha hecho. Tiene una chimenea eléctrica cerca de los muebles en los que estamos. Por eso me sorprende que haga tanto frío, se supone que esta es la habitación más calida de la casa.
Quizá este invierno es más rudo de lo que creí.
—Lo que no entiendo es como es posible que no estés pensando en lo extraño que es la misma chica que te pidio ir despacio días ahora te roba un beso —señala él —. Y tampoco entiendo como no estás cabreado o confundido luego de que ella huyera sin razón ¿No te parece que la bibliotecaria es alguien demasiado complicada de entender?
—Es absurdamente complicada, increíblemente confusa y asombrosamente contradictoria —respondo, consciente de que estoy sonriendo —. Creo que eso hace que me guste más.
—Oh, joder. Te gusta.
—Sí, me gusta —digo, y tomo impulso para sentarme en el sillón. Me mareo un poco en el proceso, lo ignoro de nuevo —. ¿Sabes que tienen en común muchísimas protagonistas de historias de amor?
—Por supuesto que no, pero tú sí lo sabes.
—No puedes definirlas —suelto —. Hay diferencias según el escritor, claro, pero muchos deciden hacer protagonistas confusas e indescifrables. La gran mayoría de ellas comparte historias trágicas, y mientras más complicado es su pasado, más difícil es para el coprotagonista enamorarla...pero eso solo significa que él cae más profundo.
—Okey...—dice él, asintiendo levemente con la cabeza —. Así que los libros tienen protagonistas confusas y contradictorias. Comprendo.
—Exacto. Y la confusión, la contradicción, la indecisión en una personalidad... Yo no creí que podría llegar a gustarme en la vida real. Lo leí en novelas actuales, lo leí en novelas más viejas, en distintas protagonistas, y siempre me pregunté cual era el encanto de ese aspecto en particular. Hoy, con Evelyn Rose, lo entendí.
》Lo que ha vivido la ha empujado a ser indecisa y a desear una vida tranquila, pero lo cierto es que ella aún no se conoce. Tiene unas ganas tan fuertes de vivir a su manera, y esas ganas están retenidas por todos esos problemas que dejó atrás, pero que todavía no son pasado ¿Y sabes que es hermoso? ¿Sabes que me gusta en verdad? Que cada vez que la veo, consigo más trocitos de la Evelyn Rose que está construyendo. Por eso a los coprotagonistas les gustan tanto las chicas así, porque su indesición, su contradictoria y confusa actitud no las define ¡No hay palabra que las defina porque se están conociendo a sí mismas! Y todo lo que quieren ellos... todo lo que yo quiero, es conocer a la Evelyn que surgirá de las cenizas de su pasado, porque siento que será incluso mejor que la que conozco ahora.
Por instantes, Rod me mira como si no me reconociera. Creo que he espantado a mi psicólogo ¿Y ahora qué?
—Comienzas a asustarme, Lo —admite —. Ya no sé si estás metiendote en personaje para tu loca idea, o si de verdad la bibliotecaria está consiguiendo enamorarte.
—Ella es como una protagonista, pero al mismo tiempo es la persona más real que conozco —suelto, apoyándome en mis rodillas —. Es más que una chica de historia. Evelyn Rose simplemente es más que cualquier cosa que esperé.
—Entonces, a la próxima no seas un idiota y dale un beso digno de una de esas novelas que tanto lees —y casi parece que me regaña, pero sonríe al final —. El primer punto de su lista lo cumplieron en su primera cita ¿Ese beso y escape cuenta como el segundo punto? ¿El momento ideal?
—No, para nada. No pienso dejar que un beso tan corto sea el momento. Voy a darle algo mejor.
—Y ese es el Lowen que conozco y del que estoy orgulloso.
Río, pero no puedo evitar dejar escapar la toz seca que sale de mi. Me arde el pecho y creo que el frío aumenta. Veo que Roderick se alerta y que va a preguntarme si estoy bien, pero una risa infantil nos interrumpe. Logro calmarme para cuando mi sobrino entra en el estudio, aunque aún siento que está helando.
—¡Tío Lo! ¡Tío Lo! —exclama el pequeño de tres años antes de lanzarse a mis brazos.
Lo atajo sin problema, aunque tengo que apretar los labios para no quejarme cuando él salta sobre mi y mis pecho siente ese impacto. Sebastian Nash está creciendo a una velocidad que me sorprende. Parece que fue ayer cuando este pequeño hiperactivo llegó por sorpresa a la vida de mi hermana y a la de mejor amigo. Ese día, este niño cambió mi existencia para siempre.
—¡Hola, desastre! —le digo, alborotando su cabello rubio oscuro que, por cierto, ya está un tanto largo y se encuentra húmedo por el baño —. ¿Estás haciendo miserable la vida de tu mami?
—No digas eso —escucho a mi hermana mucho antes de sentir el golpe en mi nuca. Ni siquiera me quejo, ella no sabe golpear —. Mi hijo no hace mi vida miserable, solo hace difícil la hora del baño. Parece que a alguien le gusta correr desnudo por la casa, pero mami ganó esta batalla ¿Cierto, Sebastian?
El niño en mis brazos rie y vuelve a saltar. Tengo que recordarme que amo a mi sobrino para no maldecir cuando siento dolor...Eso y que si maldigo en voz alta, mi hermana me golpeará otra vez.
Observo a Sienna sentarse junto a Rod, quien deja un beso en su mejilla tan pronto como puede. Jamás en la vida se me habría ocurrido que Roderick Hudson y Sienna Mae Regnault pudieran enamorarse. De haberlo sabido, probablemente no los habría presentado, pero supongo que las cosas se dan por una razón. La verdad, hacen una pareja muy bonita, sus personalidades encajan de una forma extraña que, de alguna manera, funciona. No lo diré en voz alta, pero estoy orgulloso de lo que han logrado.
Tienen una familia hermosa, se aman y cuidan a Nash como los padres responsables que jamás esperé que serían. Es cierto que su relación no empezó como a mí me habría gustado, y que quise matar a Roderick cuando embarazó a mi hermanita, pero ahora me gusta verlos juntos... Bueno, no tan juntos. Sienna sigue siendo mi nenita, por eso carraspeo cuando noto que la mano de Rod no está precisamente en la espalda de mi hermana. Él ríe.
Por supuesto que el muy cabrón lo hace a propósito.
—Me encanta ser tu cuñado, Lo —suelta él, genuinamente divertido.
—¿Así que te gusta estar casado conmigo solo para molestar a mi hermano, Roderick? —pregunta mi hermana, fijando sus ojos oscuros sobre él. Ahora yo podría reír, pero estoy más concentrado en no dejar a Nash caer y en el frío que siento.
—Me gusta estar casado contigo porque te amo...Y por las otras varias razones que no puedo decir frente a tu hermano porque me mandará al infierno.
—¡Roderick! —ella lo golpea en el hombro, pero se está riendo ¿Cuántos años creen que tengo? Estoy entendiendo perfectamente esta conversación y claramente me incomoda, así que los miro con mi ceño fruncido hasta que cambian de tema. Gracias al Cielo —. Me alegra que te quedes a dormir, achu ¿Y eso que lo decidiste a último momento?
—Queria presumirle a Roderick mis asombrosos pijamas de Minnie. Por cierto, eres una hipócrita de pijamas —la señalo —. ¿Cómo es que incluso Nash tiene pijamas ridiculos y tu duermes con esos shorts de seda?
Y no miento. Mientras que Roderick, Nash y yo tenemos pijamas de comiquitas, mi hermana trae puesto un pijama de seda morado que parece costoso y hasta elegante. Ella se encoge de hombros, su cabello tan oscuro como el mío va atado en una coleta, lo que deja básicamente al desnudo sus brazos. Mierda, esos pijamas son tan cortos que tengo frío solo con verla.
Miento, la verdad es que tengo un frío de porquería desde hace tiempo, pero ya resulta demasiado.
—Ya, en serio ¿Por qué viniste? —sigue indagando Sienna —. Te amo, amo tenerte aquí, pero los conozco a Roderick y a ti. Sé que algo están tramando.
—No es nada, amor —dice Roderick, volviendo a colocar su mano demasiado abajo, pero esta vez es manipulación. Le da su mejor sonrisa y creo que, por un segundo, ella en serio se olvida de que me esta interrogando.
Mi hermana es la persona más centrada y madura que conozco. Es una chica trabajadora, que siempre fue ambisiosa con respecto a sus sueños y logros. Deseaba convertirse en una buena abogada y lo logró. Claro que no contó con el hecho de que Roderick Hudson, mi descontrolado mejor amigo, llegara a su mundo para hacerla bajar la guardia de vez en cuando.
Sienna y yo somos increíblemente sobreprotectores el uno con el otro. Si se entera que estoy lanzandome a una historia de amor con una extraña, me gritará y probablemente golpeará por exponer a mi corazón a una posible ruptura. Sobre todo ahora, pues ella está toda sensible con respecto a mi...bueno, ya saben, "situación". Es por esto que agradezco que Roderick tenga este efecto en ella, que en serio pueda distraer a la Sie centrada solo para cubrirme.
Y para cubrirse a sí mismo, porque ella lo matará si se entera que fue él el que me dio la idea.
—En realidad, tu hermano vino para charlar conmigo —le dice él. Mierda, pero que frío tan terrible tengo —. Nada importante, pero sabes que cuando tú y yo nos casamos prometiste compartirme con él. Debemos aguantarlo.
—Sabes que no te creo, Roderick Hudson —suelta ella, alejando la mano de Rod. Nash sigue saltando sobre mi. Duele —. Lo que sea que me escondan, más les vale decirlo ahora antes de que en serio lo lamenten.
—¿Tienen apagada la calefacción? —pregunto finalmente. Cuando hablo, siento que me falta el aliento —. Hace...Hace demasiado frío. Enciendan esa cosa.
Rod y Sienna dejan de verse para verme a mi. De repente, sus miradas pasan a ser las de siempre para mostrarse más preocupados. Creo que incluso Nash me nota un tanto extraño, porque deja de saltar y me observa con sus ojos grandes y oscuros. A este punto, ya me cuesta demasiado respirar y soy consciente de que puedo estar asustando a mi sobrinito por la forma exagerada en la que busco aire.
—Achu, la calefacción está encendida —me dice Sienna, con un tono lento que solo me dice que está preocupada.
Cada vez cuesta más respirar ¡Y hace demasiado frío!
—¿Tío Lo? —cuestiona mi sobrino, y soy capaz de ver como su labio inferior comienza a temblar.
Lo siento mucho, Nash. Yo en serio no controlo esto.
Soy vagamente consciente de que Rod se pone de pie y se acerca a mi. Mierda, respirar duele cada vez más. Es entonces cuando siento el dolor intensificarse y convertirse en una tos de la que en serio no tengo el control. Cubro en vano mi boca, esta mierda arde como si fuera fuego en mi interior. Siento que comienzo a sudar, pero todavía tengo frío. Joder, tengo demasiado frío.
—Mierda, estás hirviendo —suelta Roderick, colocando una mano en mi frente. Debe de estar angustiado, porque suele evitar las malas palabras frente a Nash.
—Bebé, ven con mami —escucho a Sienna, quien toma a mi sobrino en sus brazos. Ella me ve con preocupación, una preocupación que ya he visto antes.
—¿Tío Lo? —la voz de mi sobrino es temblorosa. Lo estoy asustando.
—El tío Lo estará bien, Nash —es lo que dice Roderick mientras me ayuda a acostarme. Mierda, en serio no puedo parar de toser.
Arde, duele. Mis pulmones me están jugando una mala pasada que reconozco muy bien. Veo en los ojos de mi mejor amigo que está angustiado, está muerto del miedo ¿Y para qué negarlo? Yo también lo estoy.
—Creo que es neumonía otra vez —dice lo que pienso. En medio de jadeos busco el aire que necesito. Duele, duele —. Sie, llama a emergencias y saca a Nash de aquí.
Sienna lo hace y, aún cuando no la veo, soy consciente de la rapidez y los nervios en sus acciones. Mientras tanto, Rod intenta proporcionar el aire que pierdo sacudiendo una carpeta frente a mi. Sé que debo mantenerme despierto y sé que eso es lo que él está intentando, pero comienzo a sentir una fatiga que no tiene sentido.
—Ya decía yo que una jodida cita en Central Park nevado sonaba malditamente perfecta —escucho a Rod entre mis jadeos, parece estar regañándome pero sé que solo está asustado. El que use tantas malas palabras lo comprueba —. A la próxima, lleva a tu chica de cuento a un lugar con una jodida calefacción ¡Mierda, Lowen! Si es neumonía otra vez...¡Es que te mato, cabrón! Espero que la bibliotecaria y su estúpido beso robado lo valieran, maldito imbécil.
—Lo...—intento hablar, pero mi tos no me deja. Tomo aire a bocanadas y, sin darme cuenta, me aferro con fuerza a la camisa de Roderick. Es como si necesitara sostenerme de algo. Trago fuerte y hablo —. Lo valió. Valió cada instante...
—¡Jodido cabrón!
No importa que me insulte, no importa que me regañe, sé que valió la pena la cita de hoy porque conocí un lado de Evelyn que me encantó; un lado indescriptible, uno que está lleno de fuerza y que me atrae muchísimo. Fue mi culpa no pensar que mis pulmones no están habilitados para aguantar tanto frío, y estoy pagando las consecuencias ahora que todo en mí arde. Incluso cuando mis ojos comienzan a cerrarse no paro de toser. No mentiré, tengo muchísimo miedo.
No me arrepiento de hoy, pero me gustaría estar seguro de que podré conseguir un mejor beso del que obtuve. En este preciso momento, nada es seguro.
348 días, 8352 horas, 501120 minutos
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro