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Capítulo 9:
*♡*
Central Park nevado es un espectáculo. Me encanta ver la escarcha acumulada en las hojas de los árboles, los témpanos de hielo colgando en los troncos, la fría capa blanca cubriendo lo que en verano se ve verde. Es hermoso.
Debo admitir que necesitaba el chocolate caliente y las galletas que Lowen Hayes compró. No habia desayunado por evitar a Andie, así que estos deliciosos postres de chispas de chocolate calman mi hambre y endulzan un poco este día tan terrible. Él también ayuda en eso último, creo que es la primera vez que lo veo dejar a un lado su actitud insistente para mostrarse atento y tierno. Intenta animarme, cosa que aprecio. Y, aunque le cuesta conseguirlo, finalmente me hace reír con una de sus anécdotas.
—¿Te dice achu? —pregunto, sin poder creerle. Él asiente mientras lleva su café hasta sus labios. No me imagino a su hermana, o a alguien más, llamándolo de esa manera —. ¿Por qué?
—Bueno, cuando era niño me encantaba Pokemon —me cuenta. Ambos estamos sentados en un banco, las galletas en el medio y el paisaje observandonos —. Me gustaba tanto que queria un Pikachu de mascota.
—¿No podías querer un perro como un niño normal?
—Evelyn Rose, yo no soy normal. Creí que eso ya lo habías notado.
Y sí, tiene razón. Lowen Hayes no es normal, él es...más.
—En fin, yo en serio quería un Pikachu —continua —. Así que, un día, se lo pedí a mamá.
》Claro que ella no entendió bien y, cuando dije Pikachu ella solo escuchó el achu. No obtuve la mascota que quería, pero si que mi madre me respondiera salud, que yo llorara porque no me entendiera, y que mi hermanita se riera por eso durante una hora seguida. Desde entonces, la muy graciosita me llama asi.
Yo rio, rio con fuerza. No, no es la anécdota más graciosa del universo, pero no me la esperaba viniendo de él. Cuando ves a Lowen, te encuentras a este hombre que de lejos se ve inteligente, inteligente a un punto en el que luce intimidante. Ya que lo conozco mejor sé que, lejos de ser lo que se espera de él, es gracioso y atento. Aún así, es difícil y hasta divertido imaginar que alguien lo llama achu.
Es un sobrenombre demasiado absurdo para alguien como él, pero resulta tierno que él cuente la historia con una sonrisa amplia en su rostro ¿O la sonrisa se debe a mi risa? Noto que quizá es así, porque suelta una pequeña carcajada cuando yo me calmo. Luego, se inclina un poco hacia mi, hasta quedar cerca se mi oreja.
—No te imaginas lo victorioso que me siento en este momento —dice, y el contraste entre su aliento cálido y el frío del ambiente hace que sienta un escalofrío —. Acabo de recuperar tu sonrisa. Te queda bonita, Evelyn Rose.
Se aleja de mi y, en su viaje a enderezarse, toma una de las galletas en el empaque entre nosotros. Me quedo atónita ante sus palabras, lo observo como si intentara adivinar qué es lo que hace de este hombre tan...no lo sé. Creo que querías decir irresistible, pero te retractaste. Y sí, me retracte porque sí es resistible...¿verdad?
Yo no soy de las que se enamoran, yo no soy de las que cae en abismos. Pero, si no puedo controlar absolutamente nada en mi vida, ¿cómo espero controlar esto?
¿Cómo espero controlar una historia que Lowen me está empujando a vivir cuando ni siquiera pude escribir la mia?
Él lame sus labios al terminar la galleta y siento que lo hace a propósito. Ese simple gesto acciona la extraña sensación en mi vientre a la que todavía no quiero ponerle nombre. Sacude sus manos a su pantalón y luego fija sus ojos en los míos. Dios, ¿quién le permitió tener unos ojos tan profundos? Debería ser ilegal que tenga la capacidad de sumergirme en ellos con tanta facilidad.
—Ahora —dice, ladeando un poco su sonrisa —, ¿quieres contarme por qué perdiste tu sonrisa en primer lugar?
Soy capaz de ver el aliento que dejo escapar tras mi suspiro, pues se vuelve vapor en el frío aire de invierno. Me fijo en la nieve, intentando pensar en si quiero contarle todo, o no. Me doy cuenta de que me pesa el pecho con tan solo recordar las razones por las que no termino de ser feliz.
Hay tantas cosas que me han impedido sonreír como me gustaría...
—Es una larga historia...—digo, sin dejar de ver la nieve. Se ve tan bonita, pero es difícil apreciar la belleza cuando estás así de triste.
—Pues, nos quedan una hora y cuatro galletas —señala él —. Empieza a hablar, Evelyn Rose. No importa que tan larga sea tu historia, no pienso abandonar Central Park sin antes saber lo que te hizo llorar.
¿Por qué le importa tanto? ¿Acaso es algún truco para que caiga en su juego? Quizá solo esta mostrando interés porque quiere que me enamore de él, porque está intentando que caiga en sus...¿encantos? No lo sé, solo me parece irreal que alguien pueda mostrarse tan preocupado por alguien que conocío no hace mucho ¡Es que ni los protagonista de mis historias preferidas se han mostrado tan interesados al inicio! Ni siquiera Darcy lo hizo...Y es Darcy.
Entonces, ¿por qué lo hace Lowen?
Creo que la única explicación que tiene esa duda es que...Es Lowen, lo hace porque así es él. No es como ningún protagonista que haya leído antes, es más obstinado y soñador que cualquier personaje literario. Dirijo mi mirada a la suya, me siento inquieta con sus ojos sobre los míos, y al mismo tiempo segura. Sí, podría mostrarse interesado para intentar conquistarme, pero decido que lo que veo en sus ojos es sinceridad y caigo.
Caigo tan profundo en su mirada que, sin darme cuenta, le estoy contando todo desde el inicio:
—¿Conoces la franquicia de cafés Lancaster? —le pregunto. Él parece sorprendido ante ese inicio, pero no tarda en responder.
—Si, claro —alega —. Hay una tienda de esas en cada esquina de Manhattan.
Lo sé, es enfermo saber que hay tantas de esas tiendas y en todos lados. Suspiro.
—Pues, no es coincidencia que el nombre de la franquicia y mi apellido coincidan —digo, encogiéndome de hombros —. Los millonarios no son muy creativos para los nombres y mis padres no se quedaron atrás con el de su negocio.
Más que una simple franquicia de café, el negocio de mis padres se ha convertido en un imperio multimillonario. Manejan mercancia que se centra mayormente en el café, pero tienen artefactos como ropa promocional, libretas, y cosas absurdas que la gente compra más por el nombre que porque sean bonitas. Son dueños de numerosas haciendas cafetaleras, tienen convenios con gente con poder, y son conocidos en países en los que ni siquiera pueden pronunciar bien su apellido. Sus tiendas siempre estan llenas de personas haciendo filas por bebidas que tienen mejores nombres que sabores, y eso los ha convertido en dos de las personas más poderosas de Estados Unidos.
Y sé que piensan: ¿Tanto poder por unas tienditas de café? Lo sé, suena absurdo. Pero, cuando en tu infancia tenías un mayordomo diferente cada semana y visitabas haciendas en distintos lados de América todos los sábados, te das cuenta de que no es absurdo. Cualquier negocio es fuente de poder si sabes exprimirlo bien, o eso decía papá.
—Así que no te gusta el café, pero tus papás son dueños de una franquicia de café —dice él —. Notas la ironía, ¿cierto?
—No es ironía, es trauma familiar —suelto, sin importar lo duro que suena en mis labios —. Mis padres son muy buenos en dos cosas: haciendo dinero y alejando a sus hijos. Si me encontraste llorando esta mañana fue porque pelée con mi mejor amiga, ella consiguió que alguien de mi familia me contactara luego de meses sin tener contacto con ellos.
—¿Huiste? —cuestionó él. Cierro fuerte mis ojos, escucharlo decirlo en voz alta me hace sentir más cobarde de lo que soy.
—Vivir con ellos era horrible, Lowen —y sí, soy consciente de la desesperación que se nota en mi voz. Escondo mi rostro en mis manos, quiero desaparecer —. Querian controlar cada pequeño fragmento de mi vida. Mi atuendo, mis reuniones, mis gustos, mi...
Mi voz se quiebra. Se supone que tu familia debería darte alas, no que te las corte. Se supone que tus padres te enseñen amor, no que te obliguen a sentir cosas que no sientes.
—No quiero que pienses que huí porque soy una cobarde —aunque quizá lo soy un poco —. Es solo que en verdad no podía. Cuando mi hermano se fue de casa a estudiar, las cosas comenzaron a ponerse más tensas entre mis papás y yo. De repente, todas las conversaciones comenzaron a centrarse en como debía mantener el legado familiar ¡Yo no quería hacerlo!
—Y escapaste para evitar hacerlo, ¿no? —preguntó. Ojalá terminara ahí la historia.
—Mamá y papá son más insistentes de lo que puedo poner en palabras, Lowen. Si crees que lo único que hicieron fue decir Evelyn, tienes que vender café es porque subestimas a mi familia. Los Lancaster piensan en grande, me empujaron a eso.
》Si te digo todo lo que me obligaron a hacer, no me creerías.
—Pruébame.
—¿Eh?
—Pruébame. Dímelo todo y te demostraré que, aunque suene como una locura, te creeré.
Primero me prohibieron estudiar lo que queria. Apliqué por una beca en una universidad afuera, en Londres; quería estudiar literatura. Encontraron la forma de que la Universidad anulara mi beca por "razones clasificadas", y fui condenada a seguir en su casa.
Lo segundo fue incluirme en las reuniones elitescas que suelen tener, de esas que parecen más una caceria de oportunidades que cenas agradables. Me aburrían demasiado, nadie ahí parecía ser quien era realmente. Para pasar el rato en ellas, solía llevarme un libro...Hasta que mamá me reclamó que leer tanto me volvía antisocial y maleducada. Me gritó y donó mis libros a alguna caridad. Perdí todos y cada uno de ellos.
Claro que sus castigos siempre fueron menos dolorosos que los de papá. Unos libros perdidos arden en el corazón, pero hay recuerdos que duelen más...
Viví lo que considero mi propio infierno durante tres años. Todavía no sé si exagero porque, aunque estaba sufriendo, la estaba pasando mejor que Andie. Mi mejor amiga sufrio más, pero no puedo evitar pensar que sí sentí dolor. Me estaba perdiendo a mi misma...
Decido ahorrarle todo esto a Lowen y contarle lo que me hizo perder la paciencia al final; la gota que derramó el vaso y me apartó por completo de mi familia.
—Un día, me presentaron al hijo de un importante socio —le cuento —. Era un hijo de papi, todo elegante y presumido. No lo juzgué, yo también era una hijita de papi a los ojos de los demás. Odié cada segundo de su compañia, todo lo que haciamos era hablar del negocio de nuestros padres. Cuatro horas de conversación, cuatro horas perdidas en mi vida.
Lo observo, ahora viene la parte que yo todavía no me creo ¿Por qué mi familia se quedó atascada en el siglo pasado?
—Creí que no lo vería más nunca, hasta que mi padre me preguntó esa noche: ¿Pasaste una linda tarde con tu prometido, lindura?
—Espera...¡¿Qué?! —abre mucho sus ojos y casi quiero reír, pero no lo hago.
—¿Ves? Te dije que no te lo creerías —suelto —. Tranquilo, no estoy secretamente casada, o algo por el estilo. Si apenas puedo conmigo misma, supe que no podría con un esposo como ese. Además, puede que mi relación con el amor sea complicada, pero sé que existe. Si voy a casarme, que sea al menos con alguien que quiero, no con un niñito mimado.
》Hasta el momento, mis negaciones habían sido leves con respecto a los deseos de mis padres. Tenía miedo de que me dejaran, eran lo único que tenía, así que los dejé manejarme. Sin embargo, cuando apareció lo del matrimonio a cambio de unas acciones importantes, conocí a la Evelyn más insistente y decidida que he conocido hasta ahora. Me negué como si de eso hubiera dependido mi vida.
Y quizá lo hizo.
Tomo una galleta, necesito endulzar este momento antes de contar lo que Andie no sabe. Le conté a mi mejor amiga que huí justo después de negarme, pero no fue así. Me negué por meses, escuché gritos y protagonicé peleas. Yo...yo aguanté castigos. Los Lancaster si que saben castigar.
—¿Un matrimonio por conveniencia? —suelta Lowen, frunciendo su entrecejo —. Te creo, Evelyn Rose. No tendría sentido que me mintieras, solo me parece absurdo que todavía se haga eso ¡Es el siglo XXI! Hay muchas maneras de hacer negocios, pero vender el amor de una persona no es una y nunca lo será.
—Sí, algo parecido le dije a papá —recuerdo —. Se lo dije por meses y, al principio, o me gritaban, o me ignoraban. Un día hice un gran berrinche, el berrinche más grande que hice alguna vez en mi vida. Yo no me iba a casar.
—Me alegra que te mantuvieras fuerte. Pueden ser tus padres, pero no deberían tener el control de tu vida.
—Pero si tenían las llaves de mi cuarto —suelto —. Me encerraron once días en él, sin beber ni comer ¿Sabes que una persona sobrevive doce días sin tomar agua, Lowen? Lo supe cuando salí...lo busqué en internet incluso antes de que me ofrecieran algo de beber.
Recuerdo como fueron esos días. Era desesperante despertar en la mañana cada vez más débil, con menos fuerza para gritar los nombres de mis padres y que me dieran algo de comer, o de beber. Fue una tortura ver mi propia habitación como una cárcel, pero fue peor pensar que eso lo habían hecho mis propios padres.
Esos once días a penas si pensé, pero cuando papá abrió la puerta fue como si mis neuronas se reactivaran. Lo primero que dijo al verme fue: espero que ya estes más segura con respecto a lo de la boda, cariño. Pero yo seguía estando insegura, incluso más que antes. Me culpe, ¿y si todo eso me estaba ocurriendo porque me negaba a ser lo que mi familia deseaba que fuera? ¿Y si hubieran pasado los doce días y me dejaban ahí? ¿Me lo habría merecido?
La culpa me carcomía, me dolía incluso más que el estómago y la cabeza por la falta de alimento y bebida. Me tomó una semana poder caminar sin temblar, ahí fue cuando huí. Y sí, huí porque solo sé hacer eso, porque soy una cobarde. Pero, ¿qué podía hacer? Me perdí en esos once días, ya no era Evelyn, ni la chica que querían mis papás.
Solo era...nadie.
—Evelyn Rose...
Me abraza cuando comienzo a llorar y lo dejo hacerlo. Mis sollozos comienzan a desgarrar mi garganta, me siento tan desamparada como esos días en mi habitación ¿Y si llegué a merecerme eso? ¿Y si todo fue mi culpa? Una parte de mi me dice que no, que solo tuve la mala suerte de nacer en una familia que no me entiende. Pero, la otra parte, escucha los castigos de mis padres y a ellos diciendo que me dieron todo y yo lo heche a perder; esa parte suele ganar la batalla entre las dos voces en mi cabeza.
Lo cierto es que me siento culpable de que esa haya sido mi reacción, que mi vida se base en ese desastre de pasado. Quizá por eso queria normalidad, porque todo lo que he vivido se siente como la imitación de una película antigua; como si alguien hubiera escrito un guión que yo seguía sin darme cuenta. Era una muñeca en una gran casa de juguete, donde me destruyeron como si estuviera hecha de porcelana.
Mis sollozos se hacen más fuertes, pero siento los brazos de Lowen sostenerme con firmeza. Acaricia mi espalda, intentando darme apoyo. Todo lo que hago es aferrarme a él; en esos once días no tuve a nadie para abrazar, y ahora lo siento tan necesario que podría asfixiarlo contad de no quedarme sola. No quiero quedarme sola.
—Huí porque ya no podía...—confieso, entre mi llanto —. No podía, Lowen...No podía...
—Mierda, y lo entiendo —suspira, haciendo más fuerte su abrazo —. Yo habría huido incluso antes, Evelyn Rose. Lo que te hicieron no tiene nombre...
—Si lo tiene: negocios —razono —. Comida a cambio de boda, boda a cambio de acciones, acciones a cambio de dinero...Arruine su negocio.
—¡Pudo pasarte algo!
—Fueron once días...
Pero pudieron haber sido doce. Lowen tiene razón, pudo pasarme algo peor. No creo que habría dejado de respirar justamente el doceavo día, pero recuerdo que habían horas en las que agonizaba y creía que esos eran mis últimos instantes de vida. Me aferro más a él, como si quisiera refugiarme en el cuerpo de alguien más. Es que el mio me recuerda lo mucho que sufrí en esa casa, todo lo que he sufrido hasta ahora.
—Dejé mi casa y busqué a mi mejor amiga; no la había visto en tres años porque mis papás me lo prohibieron. Andie pudo haberme cerrado la puerta en la cara, pero no lo hizo —digo —. Por ella no estoy en la calle.
》Pero, gracias a ella, mi hermano está más decidido a buscarme. Peleamos, y Andie me dijo cosas que quizá son verdad. Soy dramática e inmadura, y ahora temo perder a la única persona que ha estado ahi para mi, pero tambien temo que mi familia me encuentre. No quiero volver, no quiero, no puedo...
Niego con la cabeza varias veces, no puedo volver a donde no me reconozco. No puedo perderme. Creo que Lowen nota mi desesperación porque toma mi rostro, sus guantes calientes haciendo contraste con la fría piel de mis mejillas. Su rostro se ve borroso por mis lágrimas, pero noto que me observa con impresión. Quizá le dije más de lo que esperaba, quizá debi callarme...
¿Por qué creí que podía decirlo todo frente a él?
—No eres dramática, ni inmadura —me dice, para mi sorpresa. Limpia mis lágrimas y me observa con fijeza —. Y si lo eres, te aseguro que no es por esto. Evelyn Rose, lo que tu aguantaste es una familia abusiva. Se supone que los padres son una fuente de amor, pero los tuyos no te dieron eso ¿Sabes lo fuerte que hay que ser para aguantar lo que tú has aguantado?
—No me siento fuerte...
—Pues te lo digo: lo eres. Si tu amiga te dijo esas cosas, seguro fue por el calor del momento y porque no conoce toda la historia. Es imposible que alguien piense que eres dramática al ver lo real que es el dolor en tus ojos...
Tomo sus muñecas, casi desesperada porque no quite sus manos de mi rostro. Continuo llorando y me siento estúpida; estúpida por llorar frente a él, estúpida por necesitar soltar cada lágrima como si me dolieran.
—Perdón...Esto fue demasiado...Lo siento, no querias escucharme llorar...Perdón, perdón...
—Evelyn Rose, si quiero conservar tu sonrisa, también debo saber la razón de tus lágrimas —me dice —. No me pidas perdón, yo debo darte las gracias por haber sido honesta conmigo. Ahora que sé el porque de tu tristeza, voy a asegurarme de hacer que seas un poco más feliz.
Podría estar diciendo esto para conquistarme, podría estar engañándome para que yo crea que es un ángel hecho persona y caiga en sus brazos, pero no me importa. En este momento, veo a Lowen como lo más cercano a seguridad que tengo a mi lado. Si está mintiendo, no me interesa. Voy a creer que llevamos conociéndonos toda una vida, que esta bien dejar que me consuele, que no soy débil por querer que alguien me sostenga.
Me lanzo a sus brazos una vez más, las galletas caen al suelo y ya ni siquiera sé donde quedó mi chocolate. Sus brazos se sienten como un refugio y le agradezco en silencio que me deje llorar y llenar de lágrimas su camisa. Yo queria a este hombre lejos cuando lo conocí y ahora lo estoy usando de pilar para no caerme. Lo usé de confidente, le conté lo que me preocupaba e incluso le confesé cosas que ni siquiera Andie sabe. De repente, me siento expuesta. En este momento, usando a Lowen de refugio, me estoy dando cuenta de que me desnudé ante él...en el sentido figurado.
Le mostré tanto que ahora esconderme de él será imposible.
Mis músculos se tensan, mis alertas suenan y mis sollozos se calman, pero mis lágrimas no se detienen. Intento soltarme, ahora me siento descubierta. Sin embargo, me sorprendo ante la fortaleza de su agarre; ahora es él el que no me deja ir. Por instantes, no sé que hacer: quiero alejarme para sentirme segura de nuevo, pero quiero quedarme en sus brazos porque se siente bien que alguien me sostenga.
Decido no luchar más, me quedo aferrada a él. El miedo a estar expuesta sigue ahí, ¿pero qué puedo hacer? Ya hablé, ya conté todo. Si soy honesta, se siente bien poder sacar eso de mi. El problema es pensar que lo saqué frente a él. Ahora, él sabe tanto de mi que...asusta.
—Tengo una infección en el pulmón —suelta, a mi sorpresa. Lo dice bajo, con cierto pesar y dolor —. Mis padres murieron cuando cumplí dieciocho, fue una pérdida horrible. Podía fingir que sabia que hacer por mi hermana, pero lo cierto es que estaba perdido...muy perdido sin ellos...
¿Qué está haciendo? Me suelto del abrazo y lo veo directo a los ojos. Me toma unos segundos entenderlo: esta emparejando el juego; se está exponiendo tanto como tú.
Y al final, seremos dos almas desnudas frente a la otra ¿Estámos conscientes de lo peligroso que es eso?
—Empecé a fumar por el estrés —continua —. Y no fumar un cigarrillo, o dos. No, eran como diez al día. Podía acabarme más de cinco cajas por semana. Mi hermana me pidió que parara muchas veces, igual que mi nana, incluso mi mejor amigo me rogó dejarlo; no les hice caso.
》Hace un año, en una fiesta sorpresa que le hicimos a una amiga, perdí el conocimiento. Así, de la nada. Yo simplemente me desvanecí.
Él traga con fuerza. Noto, por la forma en la que evita mis ojos, que contar esto le da muchísma verguenza. Por alguna razón, tomo su mano y la entrelazo con la mía. Yo no sentí verguenza mientras lloraba y me desahogaba con él, quiero que él no la sienta conmigo.
Observa nuestras manos entrelazadas y, tras un suspiro, continua:
—En el hospital me dijeron que siempre tuve esa infección en el pulmón, pero yo lo empeoré al fumar tanto. Dejé de hacerlo al instante y, aunque costó un poco, lo hice porque no queria morir. Intenté cada método para mejorar, vi opciones como transplantes, o aparatos, pero los doctores dijeron que no habia manera. Nada funcionaría conmigo.
》Y, entonces, me lo dijeron. Un año es muy poco tiempo, por mi culpa es todo lo que me queda. Lo arruiné todo, y ahora añoro tanto vivir que duele...duele saber que el culpable de que no lo haré soy yo mismo.
Y noto el dolor en su voz, la culpa y la rabia que siente también las percibo. Cuando te dicen fumar mata sabes que es así, pero nunca imaginas que la advertencia es para ti. Supongo que eso fue lo que le pasó a Lowen: puso un cigarro en su boca sabiendo lo dañino que era, pero no esperó que le hiciera daño porque las personas nunca esperamos que lo trágico nos ocurra a nosotros. Estamos acostumbrados a ver que otros sufran, pero no somos capaces de pensar que podemos estar en su lugar.
Es así como el sufrimiento se transforma en una gran sorpresa; una que sabes que existe, pero no imaginas que puedes llegarla a vivir.
Los ojos de Lowen, que aún no consiguen mirarme, están repletos de lágrimas contenidas; no sé definir si es por tristeza, o por frustración. Esta es su confesión más profunda, la soltó del mismo modo en el que yo solté la mía. Ahora estamos parejos, hemos visto lo más oscuro del otro en menos de una hora.
Los dos estamos expuestos.
Quedamos en un silencio que no se siente del todo incómodo, ahora ambos vemos la nieve que se distribuye a lo largo de lo que alguna vez fue verde. Mis ojos se sienten hinchados, mis mejillas arden, por lo que debo seguir sonrojada. Seguro me veo patética, pero él se ve igual: sus ojos hinchados por aguantar las lágrimas, su mandíbula tensa ante la culpa y el miedo de poder morir. Somos dos patéticos.
Y se siente bien saber que alguien puede sentirse igual que yo, al mismo tiempo. Se siente bien saber que alguien puede aguantar mi sufrimiento y que yo puedo aguantar el de alguien más...
—Creí que me contarías sobre tu enfermedad en nuestra segunda cita —suelto, para mi sorpresa.
Su mandíbula tensa pasa a estar relajada. Deja de ver la nieve y me observa, también me siento victoriosa al recuperar su sonrisa. Es una sonrisa muy bonita, debo decir.
—Supongo que esto cuenta como una cita —me dice —. Muy mala, por cierto. Lo lamento, prometo darte otra pronto sin lágrimas y sin tanta tristeza.
—No estuvo mal —digo, y ni siquiera sé porque no estoy negando el hecho de que esto sea una cita —. Central Park es un espectáculo nevado.
—Lo es. Lo es...
No lo pienso cuando me apoyo en su hombro, él no suelta mi mano. No soy de las que se enamora, ni de las que cae en abismos; pero tampoco soy de las que puede manejar estas situaciones. De nuevo, esta esa sensación en mi vientre que no entiendo, no quiero entenderla.
Solo veo la nieve frente a nosotros, este espectáculo hecho para dos patéticos que acaban de exponerse como nunca...
***
—Entonces, ¿qué piensas hacer con tu mejor amiga? —pregunta Lowen, moviendo uno de los mechones que suele cubrir su frente. Su cabello está un poco largo, pero le queda bien.
Mi descanso terminará en unos minutos, así que ambos estamos en la acera en busca de un taxi que me lleve de vuelta a la biblioteca. Pienso en Andie, suspiro con solo pensar que seguimos peleadas. Él me observa con atención mientras pienso mi respuesta.
—Me disculparé con ella —termino por decir, mordiendo mi labio —. Le dije cosas horribles que no eran ciertas, y sé que solo llamó a mi hermano porque creyó que era lo mejor para mi. Además, tienes razón, quizá me insultó por el calor del momento y no puedo dejar que eso arruine nuestra amistad.
—Me parece una decisión inteligente —asegura él, mientras intenta llamar a un taxi —. Y, Evelyn Rose...
—¿Si?
—Deberías contarle lo que me contaste hoy —dice, con una seriedad que me toma por sorpresa —. Incluso pienso que deberías contarle a la policia. Tu sufriste abusos horribles, mereces justicia.
—La justicia se compra con dinero, cosa que los Lancaster tienen de sobra —suelto, ahora yo intento llamar al taxi —. Mejor no meterme con ellos. Además, son mis padres, Lowen. No quiero verlos tras las rejas.
—Es tu decisión, no soy quien para decirte que hacer. Pero, si algo me han enseñado los libros es que, a los que huyen siempre los encuentran al final.
Y tiene razón, el destino de cualquier escapista es que lo encuentren al final de la historia; que lo atrapen en plena huida. Lo he sabido desde que escapé de casa, y sé que él me lo dice porque quiere que recuerde que me debo preparar. No sé que harán mis padres si me consiguen, no sé que le diré a Rowan cuando lo vea de nuevo, pero sé que es algo que no podré evitar y sucederá. Algún día tendré que encarar a los Lancaster y no estoy lista.
—Algo se me ocurrirá —digo, más para convencerme a mi que a él.
—Claro que sí —me dice, dándome una sonrisa de apoyo. No sé si creerme esas palabras; no sé si él se las cree, para ser honesta. Pero aprecio el hecho de que intente animarme.
Finalmente, un taxi ve nuestras señas y se detiene justo frente a nosotros. Tengo unos minutos para llegar al trabajo, mi descanso está al borde de terminar. Lowen abre la puerta para mí, sé que él se irá a pie a la casa de su hermana por lo que me dijo mientras veniamos para acá.
Nos encontramos cara a cara antes de que suba al taxi. Todavía me queda la duda de si su actitud atenta e interesada solo es un método para enamorarme, pero no puedo hacerle mucho caso cuando me siento tan agradecida con él por haberme escuchado. Hoy, secó mis lágrimas y me permitió soltar monstruos que no sabía que guardaba. Quizá haya sido todo un engaño, pero decido creer que es verdad.
Que el Lowen que estoy conociendo es real y no ficción.
—Gracias —le digo, y una sonrisa se escapa de mi —. Gracias por el chocolate, las galletas, y por todo lo demás.
—Gracias a ti por permitirme recuperar tu sonrisa —suelta, extendiendo la suya a un punto en el que me parece encantadora —, y gracias por recuperar la mía cuando la perdí. Creo que me está gustando conocerte.
—¿Crees?
—Bien, no lo creo. Me está encantando conocerte, Evelyn Rose.
No respondo, pero lo cierto es que me siento igual. Lowen Hayes es mucho más de lo que esperé que seria, y al mismo tiempo es lo suficientemente humano como para cometer los errores que me contó hoy. Es tan humano como yo, incluso cuando está intentando protagonizar una historia de amor irreal. Sufre y siente como una persona, sueña como un personaje hecho de lindas metáforas.
Es tan interesante que ya no puedo negarlo: me está encantando conocerlo.
Cuando se acerca a mi mejilla para dejar un beso en ella, la sensación en mi vientre se vuelve más fuerte que nunca. Yo no me enamoro, yo no caigo en abismos, pero no puedo evitar pensar que él me dijo hace poco que está un capítulo más adelante que yo en nuestra historia. Su mirada cerca de la mía me hacen notar que quizá...estoy pasando a una página nueva.
A un capítulo diferente.
Él se aleja para que yo entre al taxi, pero no lo hago. La conversación que tuve con Andie antes de nuestra pelea llega a mi mente. Tenía razón, lo que estoy buscando es una vida propia, no normalidad. Veo sus ojos oscuros, sus labios ladeados en una sonrisa cautivadora. Mi vida fue controlada por mucho tiempo, ahora quiero escribir mi propia historia.
Quiero ver a donde llega esto.
—Lowen Hayes —le digo, tomándolo por sorpresa. Creyó que me iba —. Quedamos en que esto era una cita, ¿cierto?
—Lo fue —dice. Sus manos están en sus bolsillos, sus ojos profundos sumergiendome en algo que no entiendo.
Y sus labios...sus labios me tienen pensando en otros capítulos de este cuento.
—¿Pasa algo, Evelyn Rose? —pregunta, confundido ante mi pregunta.
—Si fue una cita, puedo hacer esto...
Y sé que lo tomo por sorpresa, lo sé porque yo jamás me habria esperado algo así viniendo de mi. No sé si se debe a que soy un desastre de emociones hoy, o a que soy experta siguiendo impulsos, pero no pude contenerme cuando me acerqué hasta él, me puse de puntillas, y junte mis labios con los suyos.
Fue tan corto que a penas si le doy tiempo para reaccionar. Corro al taxi y prácticamente huyo de él mientras mi corazón late con fuerza y la sensación en mi vientre se convierte en chispas que no entiendo. Es una sensación extraña, pero que me encanta. Cielos, esto solo significa que quiero más.
Quiero más que un simple beso de pico con él.
Observo por la ventana la forma en la que él se quedó prácticamente en blanco, inmovil luego de mi inocente beso y mi épico escape. Me ve sorprendido, con los ojos muy abiertos y las mejillas ligeramente sonrojadas. Yo tengo tanto calor en este momento que ni siquiera debo verme al espejo para saber que mis pómulos también estan rojos. Le doy la dirección de la biblioteca al conductor y abro la ventana antes de que avance.
Es una locura lo que estoy haciendo, pero creo que jamás me había sentido tan...viva.
—Creo que estoy en un capítulo nuevo de esta historia, Lowen Hayes.
No escucho si responde, o no. El taxi arranca y yo me quedo con el cosquilleo en mis labios que es la consecuencia de ese pequeño roce que yo provoqué. Me dejo caer en el asiento del auto, tengo una sonrisa boba que no puedo borrar.
Bien, esto no es normalidad...pero se siente bien. Se siente como una vida propia, una historia que puedo vivir sin sentir que alguien me controla. Y, ¡por amor al cielo! ¡Besé a Lowen Hayes!
Y quiero tanto que se repita...
*♡*
Holaaa, holaaa...
Lamento haber tardado tanto en actualizar pero, si les soy honesta, Efímero es una historia que me intimida demasiado como escritora y tardo mucho en decidir como quiero que se desarrolle la trama. Como verán, Evelyn Rose es un personaje con un pasado dramático y trágico (algo clásico en las novelas de amor, y claro que lo iba a incluir). Además es super indecisa y sé que sus acciones pueden ser confusas, pero espero que en el fondo entiendan que es parte de su personalidad actuar por impulsos.
Y bueno Lowen...Lowen es Lowen, creo que ya están descubriendo poco a poco su personalidad jajajajaja
En fin, agradezco a todos los que estan leyendo esta historia. Espero les este gustando ❤
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