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Capítulo 5:

*♡*

Las palabras que Lowen me dijo la otra noche me dejaron pensando durante varias semanas, y detesto eso. Odio saber que él esta ocupando una parte importante de mis pensamientos, mis neuronas merecen ser agotadas en algo mejor que él...Pero, ¿qué hago? No puedo detenerme.

Él dijo que quería una historia de amor inolvidable, una que perdurara a pesar de ser efímera. En pocas palabras, quiere lo que hay en los libros que ha arruinado con sus rayones y notas. Quiere amar como esos personajes que son más fuertes que la frase "el fin" al final de la última página.

Pretende ser como ellos, cuando su final es mucho más fuerte que unas palabras. Su final es una enfermedad, una muerte asegurada...Ya eso le dificulta alcanzar su meta; su eternidad es limitada.

Todo esto me tiene pensando que, aunque siempre me he preguntado porqué Lowen Hayes querría encontrar una historia de amor, nunca me he cuestionado qué es lo que hace de una historia de amor...una historia de amor. Ya sé que él quiere esa seguridad de perdurar a pesar de su muerte, pero no sé como pretende llegar a ella ¿Qué tienen estas novelas que las hace tan...únicas?

Así que aquí estoy, en la sección de romance de la biblioteca, ojeando uno que otro libro, intentando encontrar arquetipos, coincidencias, cualquier cosa que me ayude a entender el comportamiento de Lowen conmigo. Hasta ahora, han pasado por mis manos historias de Jane Austen, de dos de las hermanas Brontë, y de Shakespeare, todos unos expertos en el tema. Es más, creo que comienzo a ver las similitudes.

Creo que comienzo a entender.

He leído novelas románticas desde que dejaron de gustarme los libros con dibujos, que fue una edad mucho más corta de lo que se esperaría. Conozco los tres libros que tengo ahora en mis manos, sé la forma en la que escriben sus autores. Es cierto que cada escritor tiene un estilo propio, jamás compararía a Charlotte Brontë con William Shakespeare. Sin embargo, al hablar de amor, hay unos patrones que noto ahora más que nunca.

Parece que cada historia de amor escrita es única porque queremos que lo sea, deseamos que lo sea, pero, en realidad, todas tienen el mismo esqueleto. Están hechas de los mismos cuatro elementos: una mirada delatora, un momento ideal, un conflicto desgarrador, y un gran final. Las historias de amor son lo que son porque tienen todo eso.

Si no, solo serían historias sin sentido.

La mirada delatora es lo primero que siempre aparece en una novela romántica, o al menos suele serlo. Les explico, estos libros suelen tener dos personajes que, al inicio, carecen de pasión. Por una u otra razón, sus vidas no tienen mucho sentido, o están apagadas. Claro que eso cambia cuando se conocen, ahí se enciende una llama que no se puede apagar.

Encontrarse hace que los dos protagonistas pasen de ser personajes sin emoción, a ser un par de corazones descontrolados, apasionados, y sedientos el uno por el otro. Entre los dos, surge una chispa que solo ellos pueden encender. Es ahí cuando los lectores comienzan a notar una tensión evidente en cada palabra, cada diálogo, cada instante.

Cuando el fuego llega a su tope y la pasión se convierte en algo más fuerte que solo deseo, entonces ocurre: se cruzan miradas que son más que miradas. Es el primer paso para llegar al amor, el inicio de un enamoramiento que era inevitable desde el principio. Y, por supuesto, se representa con algo tan íntimo como los ojos.

A mi parecer, una mirada tiene más poder que cualquier otra cosa. Dice tanto, y a la ves tan poco...

Luego de eso, las frases cursis empiezan a aparecer, los anhelos de los dos se vuelven más evidentes con cada encuentro. Pero, entre las decenas de momentos románticos, hay uno que es mucho más importante que el resto.

Es el momento ideal, ese que cambia el rumbo de la historia.

El ambiente es perfecto, tanto que parece favorecer las intenciones de los personajes, quienes comienzan a confesar todo lo que el lector ha deseado leer hasta el momento. Todo se presta para generar la clase de suspiros profundos que podrían dejarte sin un pulmón sin problema. Es ideal.

Por lo general, este es el momento del primer beso, o de una confesión amorosa. Darcy, por ejemplo, se lució en su momento ideal...claro que Elizabeth Bennett no se lo hizo tan fácil, lo que me lleva al siguiente punto.

El conflicto desgarrador.

Ah...¿Qué sería una historia sin un conflicto? Pues, no sería una historia porque, ¿quién querría contar algo que salió bien desde el inicio? Los libros necesitan su toque dramático, su dilema para resolver y, en el caso del romance, sus conflictos suelen ser desgarradores.

Esta es la parte del libro que todos los lectores odiamos porque, tras ilusionarnos con tanto romanticismo, la trama de la historia nos sumerje en un problema mucho más grande que los personajes y, a veces, mucho más grande que nosotros.

No importa cual es el problema, este siempre logra separar de una u otra manera a los protagonistas. Shakespeare, por ejemplo, separó a Romeo y Julieta, y luego los mató de la forma trágica que todos conocemos. Ahí está, un conflicto que surge de la nada y pone a prueba el amor de los personajes.

Es el climax que nos jode el corazón a los lectores.

Y, por último, está el gran final. Aquí se acumulan las sensaciones que experimentan los personajes desde el inicio, y todo se resume a una conclusión que no siempre te aclara dudas; a veces, te deja con más de las que tenías al inicio. Todas las historias de amor que he leído tienen finales que empujan el corazón hacia la garganta, que te dejan pensando y te obligan a que los recuerdes durante años.

Eso es lo que busca Lowen Hayes...Pero necesita los otros tres elementos si quiere un final que trascienda los límites de su "el fin".

Mi mirada se posa en los tres libros que puse sobre mi escritorio. Todos diferentes, pero tienen tantas similitudes en estructura que podrían ser los mismos sin problema. Si Lowen quiere alcanzar su meta, debe conseguir que lo mire con algo más que odio, o si acaso, amitad.

Tendría que construir un momento ideal, uno en el que besarnos se sienta como lo único correcto en el universo, pero el mundo real no se presta para esos instantes. En la realidad, no llueve justo cuando debe llover, y las palabras no salen con la fluidez con la que deberían. No conseguirá un momento que cambie el rumbo de la historia, pues no hay rumbo siquiera.

Tampoco habrá un conflicto que nos separe, pues ni siquiera nos vamos a juntar. Así pues, Lowen Hayes no tendrá su final inolvidable. A su historia le hace falta todo lo que hace a una historia de amor...una historia de amor.

—Ustedes debieron haber escrito su vida —y soy consciente de que les hablo a los autores de los libros frente a mí, aunque todos están muertos —. Habrían ideado a una mejor protagonista, yo ni siquiera tengo madera de personaje secundario.

Y, como era de esperarse, nadie me responde. Esa es una de las principales consecuencias de hablar sola, estás acostumbrada a que el silencio te susurre respuestas. Tomo papel y lápiz y anoto los elementos que considero esqueleto de una historia de amor porque me parece una buena idea.

También debería anotar que necesito dejar de hablar sola, en serio comienzo a odiar las respuestas que me da el silencio.

—Buenas tardes, Evelyn Rose.

Reconozco su voz, y mi mirada se levanta para encontrarse con el hombre que lleva ocupando mis pensamientos todo el día. Tiene una sonrisa cansada en su rostro y, por las bolsas bajo sus ojos, deduzco que no durmió muy bien. Aquí está de nuevo la lástima que sentí anoche, seguro no durmió por culpa de la enfermedad que todavía no conozco.

—Comienza a preocuparme el hecho de que ya no me sorprende verte aquí —le digo y extiende su sonrisa.

Por alguna razón, me siento bien por haber provocado ese gesto.

—A mi me alegra haber adquirido esta rutina —me dice. Luego, dirije su vista a los libros en el escritorio —. Son buenas novelas las que tienes ahí.

—Lo son...

Una idea absurda cruza mi mente, y quiero maldecir al silencio por dármela. Solo por considerarla me siento estúpida, pero me siento más estúpida aún cuando voy en contra de mi razón, mi lógica y todo lo que soy, y le entrego a Lowen Hayes el papel en el que escribí los cuatro elementos de una historia de amor. Definitivamente, es una de las cosas más impulsivas que he hecho ¿Cómo se me ocurre darle los pasos para quitarme mi tranquilidad?

¿Por qué le di la oportunidad de escribir su propia historia de amor?

Él enarca una ceja en mi dirección y detesto que la parte insensata de mi cerebro me atormente con la idea de que se ve demasiado atractivo de esa manera. Si Lowen fuera feo, maleducado, y...feo, solo tendría que enfocarme en extinguir la admiración que tengo por su trabajo. Eso ya es difícil, pero si le sumas que tiene el atractivo de un modelo de ropa interior, odiarlo se hace aún más complicado.

—¿Y esto qué es? —me pregunta, con el papel en sus manos.

—Los cuatro elementos que cada historia de amor debe tener —le digo, mientras finjo desinteres al arreglar los libros —. ¿Quieres una historia de amor? Necesitas vivir esos momentos. De lo contrario, tu historia solo será una historia y no tendrás el final que deseas.

—Ya veo...

Cuando lee el papel, yo dejo de observar los libros y lo miro a él. Busco una reacción, aunque no tengo ni idea de como podría reaccionar a mi versión de una historia de amor. Tampoco sé porque esto me pone nerviosa, en serio odio estar mordiendo mi labio de la manera en que lo hago; como si el frío de Nueva York no me los quebrara lo suficiente, ahora yo también los estoy torturando.

Se ve concentrado, y noto que frunce su entrecejo por estar tan enfocado en su lectura. Tras unos segundos, su mirada avellana deja el papel y me observa, luego vuelve a la nota y sonríe. El olor a su perfume llega a mi nariz a pesar de que nos separan unos cuantos centímetros; me gusta como huele, es de la clase de fragancias caras que Andie llama "droga para mujeres".

—No lo sé, Evelyn Rose —me dice, aún con los ojos en el papel —. Tengo una percepción distinta de lo que debería ser una historia de amor.

—Sé que la tienes, Lowen —le digo —. He leído tus reseñas, tus opiniones y las mías son opuestas en muchos sentidos. Pero esos cuatro factores se repiten en cada novela romántica que he leído ¿O acaso vas a decirme que jamás las has notado?

—Pues, sí las he notado pero....

—Muchos dementes aprovechan el último año de sus vidas para lanzarse de un avión con paracaídas, otros escalan el Everest, pero tú decidiste enamorarte como un personaje de estas novelas —lo interrumpo. Rodeo el escritorio y me acerco a él —. Para conseguirlo, necesitas seguir la misma estructura que siguieron Shakespeare, Austen, las Brontë y muchos más. Ese es el esqueleto de tu historia.

—Mirada, momento, conflicto y final —él lee y luego me ve, me sonríe —. Se supone que tengo que vivir todo eso contigo...

—Dudo que lo logres, Lowen Hayes.

—Y yo dudo que así se vea la historia de amor que deseo, Evelyn Rose—me dice, y guarda la nota en su bolsillo.

—¿Cómo se ve la historia de amor que deseas?

Él tiene la osadía de dar un paso más hacia mi, lo que acorta la distancia a un punto en el que siento que inhalo el aire que el exhala. Quiero alejarme, pero mi cuerpo no responde. Lo único que hago es levantar mi vista para poder observarlo bien. Desde aquí, sus ojeras se notan mucho más.

¿Cuántas noches con insomnio habrá aguantado este hombre?

—La historia de amor que deseo no tiene tanta estructura —asegura él —. Se ve como las palabras en los libros, como las letras que, unidas, forman oraciones repletas de sentimiento, pero solas carecen de sentido. Sí, esas palabras narran los sucesos escritos en este papel, pero la historia de amor que deseo va mucho más allá de las acciones...

》Quiero una historia narrada en emociones, sin importar si estos factores que tú dices esten o no.

No entiendo como puede hablar así, con tanta pasión y anhelo. Quiere tanto esto, y parece que Lowen Hayes es de los que consiguen lo que quieren. Yo suspiro y me alejo un poco, Charlotte Brontë habría escrito el mejor libro de la historia con un hombre como Lowen de protagonista.

—A veces siento que vives en un mundo paralelo al real, Lowen Hayes —le digo, cruzandome de brazos —. Hablas un idioma que solo he leído en cuentos.

—No solo lo hablo, lo siento —dice, llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón —. Aun así, gracias por darme esta nota, Evelyn Rose.

—¿Por qué, si dices que no quieres una historia así?

—Porque acabas de confesarme que esta es la historia que tú estás esperando —señala —. Ya veremos si logro escribirla a tu manera, a la mía, o si será una mezcla nunca antes vista.

—Lowen...

—¿Necesitas ayuda para poner esos libros en su lugar?

Y entiendo que esa es su manera de dar por muerta esta conversación, así que decido sepultarla junto a él. Asiento con la cabeza y Lowen toma los libros del escritorio para luego seguirme a la sección de romance una vez más. Ahí, sé que cada libro que nos rodea tiene los cuatro elementos que yo anoté:

Mirada delatora,

Momento ideal,

Conflicto desgarrador,

Y gran final.

No entiendo del todo a Lowen. Es decir, ¿quiere vivir una historia de amor, pero no de la forma en la que cada clásico del romance ha sido contada? Es extraño, creo que todavía no está muy claro de cómo piensa conseguir lo que tanto desea. Mientras caminamos, me pregunto si ha pensado bien esto de lanzarse a encontrar amor en tan poco tiempo.

Y algo me dice que no, que fue solo un impulso de su parte.

Pero también fue un impulso haberle dado ese papel y estoy consciente de ello. Ahora debe creer que estoy esperando una historia de amor así, cuando no sé que estoy esperando de él. Por eso, a veces odio las ideas que me da el silencio. Esta, en particular, ha sido la más terrible de todas.

*♡*

Por alguna razón, viene a mi mente el recuerdo de cuando intenté escribir mis propias historias en mi adolescencia. Se siente bien traer de vuelta a mi memoria esa sensación de satisfacción que sentí en el momento en el que yo fui la creadora, yo me sumergí en palabras e hice de mis ideas algo...real.

Fue tan emocionante que el solo pensarlo me causa cosquillas en el estómago y provoca una sonrisa en el rostro. Amé ser escritora el tiempo que duró. No obstante, esa sensación solo dura segundos porque, con ese recuerdo, viene atado otro. Mamá me gritó tan fuerte aquella vez, me dijo tantas veces que escribir no me llevaría a ningún lado que...que le creí.

Casi puedo recordar el sabor de mis lágrimas cuando rompió mis pequeñas historias en papel justo frente a mis ojos.

"Y que tu padre no se entere de esto" me dijo, "si crees que yo estoy siendo cruel, no te imaginas lo que haría él si llega a descubrir que quieres malgastar tu tiempo en este absurdo hobbie".

La cosa es que no era un hobbie, o al menos yo no lo sentía así. Fueron tan solo meses haciendo historias cortas, pero llegué a creer que tenia talento. Me gustaba tanto que veía un futuro para mi entre historias creadas por mi, pero el sueño acabó en gritos y llantos de mi parte.

En fin, es mejor de lado ese recuerdo.

—Ev —Grayson llama mi atención y me devuelve al mundo real.

Antes de perderme en mis recuerdos, estaba sentada en la cocina acompañando al chef Gray en su labor asignada de preparar los alimentos que nos mantienen a Andie y a mi con vida. También estaba haciendo una sopa de letras, Andie no mintió cuando dijo que las hacia. Genial, por andar distraída perdí la palabra que creí que tenía.

Suelto un resoplido a lo bajo y le doy mi atención a Grayson.

—Dime, Gray.

—Ten, prueba esto —él extiende un cubierto con algo que parece ser pollo hacia mi y yo acerco a mi boca para morderlo. En el instante en que lo hago, no puedo evitar sentir que entré en el paraíso de los alimentos —. Te dije pruébalo, no que tuvieras un orgásmo con él.

—¿Cómo quieres que no los tenga cuando tu comida sabe a pedacitos de cielo condimentados? ¡Joder! ¡Podría casarme con tus platillos!

—Eres una exagerada —rie.

—No, no lo soy. Cocinas increíble, Gray ¿Por qué no estás en algún restaurante, compartiendo tu don con el mundo?

—Porque tengo un trabajo real que mantener, Ev. Ser publicista me da dinero, un hobbie no.

Quisiera decirle algo, pero lo cierto es que lo entiendo. Mamá y papá me dijeron tantas veces eso que terminé por creerles ¿Yo? ¿Escritora? No conseguiría llegar a algún lado, me quedaría barada en mi sueño. Veo como Gray baja la mirada y no tarda en darse la vuelta para volver hacia lo que cocina. Me pregunto si alguien también le gritó lo mismo que a mi me gritaron cuando confesé que queria vivir de mi hobbie.

¿Habrán arrojado alguno de sus platillos de la forma en la que mamá rompió mis historias?

—¿Cómo vas con el desconocido que quiere empujarte a una historia de amor? —me pregunta. Noto la urgencia que tiene por cambiar el tema y no me opongo porque admito que yo también quiero cambiarlo.

—He intentado dejarle claro que no soy la indicada —digo, devolviendo mi vista a la sopa de letras —. Claro que él no me escucha. Sigue insistiendo, e insistiendo...Creo que es de las personas que no acepta un no por respuesta.

—Es decir, tu clase de persona menos preferida.

—Exacto, Gray.

Soy directa, tan directa como una patada en la entrepierna. Si le digo que no a algo, espero que mi decisión se respete. Es sencillo, ni siquiera requiere de lógica para entenderlo, pero existen personas que se niegan a aceptar decisiones que no encajan con las suyas. Esos seres tercos son los primeros en decir que negar no es responder. Yo digo que deberían agradecer que les respondo con negación y no con maldiciones...

Aunque, a veces, se me pasan.

Como sea, ambas son formas de responder. Las personas como Lowen Hayes deben comprender que un "no" en mis labios tiene más valor que un "sí" en los labios de cualquiera. Es mi decisión, y la defenderé hasta que yo decida que quiero cambiarla.

—Oye, Ev —él vuelve a llamar mi atención cuando encuentro la tercera palabra de la sopa de letras —. ¿Y estás segura de que nada pasará entre él y tú?

—Si te soy honesta, no lo sé —le digo, encogiéndome de hombros —. Sé que no pasará lo que él desea que pase. Pero, hoy hablamos y...

—¿Y?

—Lowen Hayes no es de los que se dan por vencidos.

—Y tú no eres de las que se enamoran.

—Yo no dije que me enamoraría, Gray.

—¿Entonces?

—Solo admití que este hombre ahora será parte de mi vida, un desconocido ha entrado en mi existencia y ahora debo equilibrar mi mundo. Debo seguir siendo la misma extra de siempre pero con Lowen Hayes cerca.

Sé que él está buscando motivos para enamorarse de mí, sé que quiere una historia de amor en la que exista pasión, un momento ideal, conflictos por resolver y un gran final, por más que él asegura que quiere más algo espontáneo...Y sé que a mi me atrae un poco el físico de ese hombre, su inteligencia, su amor por la literatura y lo bien que escribe. Estoy consciente de que tengo razones para enamorarme de él.

Pero también estoy consciente de que lo que dijo Grayson es verdad: yo no soy de las que se enamoran.

Yo no puedo pasar por los cuatro factores que noté hoy en los libros de romance, no puedo. No cuando solo quiero tranquilidad y una relación no me la daría. Enamorarme de Lowen sería caer en una historia con un final escrito, sería romperme el corazón y no soy masoquista. No soy una protagonista dispuesta a sufrir, soy un personaje secundario que solo quiere que terminen de hablar de él para que puedan enfocarse en lo interesante de la trama.

O eso es lo que estoy intentando ser desde que me alejé de la vida que tenía antes.

—Aún no devuelves los libros...—dice Gray, con su tono de voz más bajo. A penas si lo escucho.

—¿Perdona?

—Que aún no has devuelto los libros a la biblioteca, los que él rayó. Tampoco has borrados su notas.

—Pues, no. No quiero hacerlo.

—¿Sientes algo por ese desconocido?

Yo me quedo muda ante su pregunta. Levanto la mirada hacia Grayson, quien me observa un tanto enojado. No es que sienta algo por Lowen, pero su pregunta me alerta porque podría significar que Gray todavía siente algo por mi. Me enderezo en el sillón y lo observo con fijeza.

—¿Tú sientes algo por tu compañera de piso, Gray? —la pregunta se escapa de mis labios con una frialdad que asusta.

—No. Ya no más, Ev —dice, y busco algún sonrojo en su rostro. No lo encuentro —. Solo me preocupo, no quiero que te haga daño un chico que a penas conoces. Dices que lo estás dejando entrar a tu vida, pero no sé si estás midiendo las consecuencias de eso...

—Lo estoy —le respondo, colocándome de pie con mi libro de sopas de letras en las manos —. En cuanto a tu pregunta, mis sentimientos por Lowen son confusos. No sé si odiarlo, o admirarlo. Mejor deja que se adentre un poco más a mi vida, quizá así me aclare un poco.

Camino por su lado y le sonrio. Me alegra saber que no siente nada por mí, que el flechazo acabo. Soy feliz con nuestra amistad, muy feliz. No tiene sentido arruinarla solo por una atracción que no iba a funcionar.

—Tú tranquilo, Gray. Nada malo pasará —le digo —. Llámame cuando la cena este lista, yo pondré la mesa.

Y, sin más, me alejo hasta mi habitación. Al entrar, solo escucho mi teléfono sonar y sonar ¿Cuándo será el día que mi familia se rinda de una vez por todas? Tengo miedo por lo que me espera en el futuro, no quiero que a alguno de ellos se les ocurra venir hasta acá porque no estoy lista para afrontarlo. Mejor que se queden lejos, así no tendré que oler el aroma a café que me recuerda a casa.

Aunque odio ese aparato, tomo el teléfono entre mis manos y reviso las notificaciones. Mamá, papá y Rowan han llamado, pero lo que me sorprende es tener un mensaje de alguien que no es mi familia. Lo selecciono y caigo en el impulso de leerlo:

¿A qué te refieres con mirada delatora, Evelyn Rose?

Y me sorprende que pregunte, porque creí que él no concordaba con mi opinión sobre las historias de amor. Aún así, decido responder:

Es ese momento en el que las miradas de los protagonistas cambian ¿Sabes? Cuando sus ojos se juntan y no pueden ocultar que, tarde o temprano, se enamorarán

Su respuesta llega casi al instante:

Entiendo, entiendo. Son como miradas accidentales, que terminan por delatar más que palabras.

Captas rápido, Lowen Hayes《

Es que la situación se me hace muy familiar.

Soy conciente de que arrugo mi frente tras leer eso ¿Cómo que se le hace familiar? Quizá solo se refiere a que ha leído muchas novelas...

Hice una reseña de "Historia de amor". Quiero que la leas.

Eso me hace olvidar la posibilidad de que pueda estar sintiendo atracción de la que habló por mi. Adoro como escribe este sujeto y, aunque nuestras opiniones son distintas, no me canso de escuchar las suyas. No sé como lo hace, pero estoy segura de que él habla un idioma que no debería existir en la realidad y eso...eso es interesante.

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