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Capítulo 4:
*♡*
No puedo parar de llorar, mis ojos no me dejan. Me duele el pecho, siento que estoy de luto, y todo porque le hice caso al imbécil de Lowen Hayes: Leí "Historia de amor", de Erich Segal.
La historia entre Oliver y Jennifer es una muestra perfecta de un amor prohibido con un final trágico... ¡Un jodido final trágico que me está matando en este momento! Siento más lágrimas caer por mis mejillas y releo la última frase porque soy demasiado masoquista. Ella no se lo merecía, ¡era tan joven! Y él... ¡Oh, pobre Oliver! ¡Perdió al amor de su vida! Al menos se reconcilió con su papá... ¡Pero perdió a Jenny!
Creo que jamás superaré esto...
—¿Sigues llorando? —me pregunta Andie, apareciendo en la sala de estar con un hermoso vestido verde ajustado. Hoy saldrá con el idiota de esta semana.
—¡Es tan triste! —sollozo, abrazando el cojín una vez más —. ¡Duele tanto, gata!
—Lo sé, nena. Pero, si te hace sentir mejor, debe haber un cielo literario en donde todos los personajes de libros por los que has llorado estén descansando en paz.
—Si te gustara leer, podrías llorarlos conmigo.
—¿Y arruinar este maquillaje que me quedó de maravilla? Lo siento, Lyn, pero esa no es una opción.
La observo con mis ojos llorosos y, a pesar de que tengo la vista nublada, logro distinguir que su maquillaje si le quedó de maravilla ¿Cómo carajo el delineador le queda tan perfecto? ¡Yo una vez casi me saco el ojo con tan solo ponerme máscara! Sé arreglarme, me visto bien y siempre me maquillo lo básico (un poco de polvo y labial), pero Andie, al contrario de mí, es experta en retocarse para deslumbrar. Mi amiga es hermosa.
¿Saben quien más era hermosa? Jennifer, o al menos eso decía Oliver.
Bien, ya estoy llorando otra vez.
Algo que me sorprendió de este libro es que, a pesar de tener una trama bastante predecible y común, no me pareció cliché. La personalidad de la protagonista es tan especial que hizo de la historia algo único. Me la leí en dos días solo porque alargué la lectura. Pude terminarla en unas horas si me lo hubiera propuesto, pero decidí disfrutarlo.
Y, aunque tengo el corazón hecho trizas, valió completamente la pena.
Andie ríe al verme llorar una vez más y se lanza al sofá para abrazarme. Ha lidiado con mis lágrimas por los libros durante años, así como yo he lidiado con sus lágrimas por chicos en la misma cantidad de tiempo. Esto, señoras y señores, es amistad: aguantar los mocos de tu mejor amiga por más que no entiendas sus razones en lo absoluto.
—Tranquila, Lyn. Seguro que Johanna está en un mejor lugar —me dice, palmeando mi espalda.
—¡Era Jennifer!
—Ah...Ups —dice, y ríe un poco —. Entonces, ¿te gustó el libro?
—¿Bromeas? ¡Me encanto!
—Pues, deberías agradecerle a cierta personita por recomendártelo.
Yo me libero de su abrazo y la miro con mis ojos entrecerrados. Tiene una sonrisa inocente pintada en sus labios colorados, sé a quien se refiere y no me causa mucha gracia su idea. No he visto a Lowen en dos gloriosos días, ¿por qué habría de interrumpir mi paz para agradecerle por recomendarme un libro?
—Aunque quisiera agradecerle, que no quiero, no tengo como comunicarme con él —me excuso.
—Claro que sí, él dejó su número en el otro libro —me recuerda, tomando el libro que ahora está en mis manos —, que, por cierto, aún no has devuelto a la biblioteca. Tanto que te quejas de los que no regresan los libros a tiempo y mira, te has convertido en tu peor pesadilla.
—Lo devolveré.
—¿Cuándo?
—Cuando decida hacerlo.
—¿Y cuándo será eso?
—Cuando mi corazón se recupere de esta terrible pérdida —me lanzó hacia ella y caigo acostada en sus piernas. Llevo mi mano de forma dramática hasta mi frente y finjo más dolor del que siento —. Esto podría llevar un rato...
Bien, Lowen tiene buen gusto a lo que libros refiere, pero no pienso agradecerle por recomendarme este en particular. En realidad, no sé porque no he devuelto los libros a la biblioteca, o porque no he marcado en el registro que los tengo, pero no quiero devolverlos pronto ¿Esto me convierte en una ladrona de libros? ¿Acaso estoy infringiendo la ley que, de hecho, yo debería proteger?
Oh, Cielos...quizá Andie tenga razón y me convertí en mi peor pesadilla: soy la chica que no devuelve los libros a la biblioteca...Bueno, supongo que tendré que aprender a vivir con ese pecado.
Escucho el sonido de mi teléfono celular y suelto un quejido, incluso cierro los ojos deseando desaparecer ¿Quién será está vez? ¿Mamá, papá, o Rowan? Sea quien sea, no lo quiero ni lo voy a saber. Abro los ojos y veo que Andie tiene su mirada fija en el teléfono, que está en la mesita frente al sofá. Cuando ese aparato inservible deja de sonar, ella me mira y me dedica una mueca triste.
—¿Sigues evitándolos? —me pregunta mientras me reincorporo para verla mejor.
—Sí...—digo, y cubro mi rostro entre mis manos, avergonzada —. Sé que estoy siendo una cobarde, gata, pero ellos me matarán si descubren lo que hice...
—Hey, no eres una cobarde —me dice, quitando mis manos de mi rostro —. Bueno, quizá un poquito... ¡Pero es comprensible que le temas a tus padres! Más en esta situación, Lyn. Sabes que te amo, pero tu familia...
—A mi familia solo le importa el dinero —ruedo mis ojos y suspiro —. Bueno, no a todos. Solo a mamá y a papá, pero Rowan si comprendería...
Veo a mi gata soltar un suspiro molesto al escuchar el nombre de mi hermano. Ellos dos se llevan fatal, podría decir que casi hasta se odian a muerte ¿Por qué? Sé que algo tiene que ver su fugaz relación cuando ambos estaban en secundaria, pero lo cierto es que ninguno me ha aclarado bien esa historia.
Es la única historia de amor que Andie nunca me ha contado.
Así que supongo que la razón de su odio por mi hermano mayor surgió por esos años. Aún así, ella no puede negar que tengo razón: de toda mi familia, Rowan es el único que entendería mi decisión. Mientras que mis padres buscarían un castigo severo y la forma de arruinarme la vida, él me protegería...El problema es que ya me ha protegido varias veces y ha salido perjudicado por eso. No quiero causarle más problemas a mi hermano.
—Me siento como una idiota por ocultarle todo esto a Row —le confieso a mi amiga entre un suspiro.
—¿Y por qué no se lo dices? —me pregunta ella, ignorando su odio hacia mi hermano para concentrarse en esta situación.
—No quiero que intente defenderme frente a mamá y a papá. Él saldría perjudicado.
—Ya, pero no puedes huir de tu familia por siempre. Si se lo dices a él, al menos tendrás a alguien cercano que te apoye cuando la bomba explote.
—Para eso te tengo a ti, gata.
—Y siempre me tendrás, mi aburrida preferida —ella me abraza, pero luego suelta una verdad que me altera —. Solo recuerda que mi apellido no es Lancaster, Lyn. Sabes que, aunque quiera, no puedo interferir en los asuntos de tu familia.
Y es cierto. Mis padres siempre han sido demasiado recelosos con respecto a ese tema ¡Le dan demasiada importancia al legado familiar! Y es justo por eso que estoy huyendo de ellos ahora. Si se enteran que arruiné los planes que ellos tenían diseñados para mí...¡No sé que pasaría!
No quiero dramas familiares, pero tampoco quiero ser la mujer que ellos me obligan a ser. Tuve que escoger entre ellos y yo, y me escogí a mí. Todavía no sé si hice lo correcto, pero no hay vuelta atrás. No cuando estoy cortando de a poco los lazos que me unen a ellos.
—Detesto que esto te esté afectando tanto, Lyn —me dice gata, separándose del abrazo para verme—. Pero eres fuerte, podrás superarlo.
—Lo sé, lo sé —suspiro y decido cambiar de tema porque en serio detesto hablar de mi familia —. ¿Y a dónde irás esta noche?
—A un restaurante que Noah escogió —me responde, como si supiera quien es Noah.
—¿Así se llama el idiota de la semana? ¿Noah?
—¡Hey! ¡No lo llames idiota! —me golpea un poco en el brazo, pero no me duele. Luego, la veo ponerse de pie para colocarse los tacones que dejó cerca de la entrada que da a la cocina —. Él es lindo, amable, tierno...
—Para ti, todos lo son —le recuerdo, lo que hace que ruede sus ojos.
Sabe que tengo la razón, pero jamás lo va a admitir.
—¿Y tú? ¿Piensas seguir llorando toda tu noche del sábado, o buscarás algo interesante que hacer?
—Todavía me duele este libro —digo, soltando un quejido de dolor —. Quizá si llore lo que queda de la noche.
—Evelyn...
—Ya, ya, es broma —sé que a ella le preocupa que no haga nada interesante con mi vida, así que me pongo de pie y le demuestro que puedo hacer algo más que llorar por personajes —. Esperaré a que Grayson llegue y capaz le diga para ver una película.
—Espero que no se repitan viejos hábitos... —dice, mientras retoca su pintalabios.
—Yo no soy de tropezar dos veces con la misma piedra, gata.
—Lo sé, hablo por Gray, no por ti —cuando por fin está lista, se endereza y me lanza un beso en el aire —. Bueno, nena, nos vemos. Iré a buscar otra historia de amor.
—Esperaré a escucharla.
Ella me sonríe y toma sus llaves y bolso de la isla de la cocina. Yo la sigo, pensando que podría tomar algo del refrigerador porque tengo hambre. Mientras repaso todos los alimentos que podríamos tener guardados en mi mente, también pienso que es triste que Andie haga esto: Buscar historias de amor que siempre fracasan ¿Qué es lo que le pasa a mi amiga? ¿Por qué no puede conseguir una relación que funcione?
Ahora que lo pienso, el último novio oficial de mi gata fue...
—¡Oh! ¡Y no olvides llamar a Lowen para agradecerle! —sus gritos interrumpen mis pensamientos. Debe estar justo en la puerta, al borde de salir.
—¡Sabes que no lo haré! —le respondo, abriendo el refrigerador.
—¡Hazlo por respeto a la pobre Johanna!
—¡Es Jennifer!
Pero claro que no me escucha, porque la puerta se cierra justo en ese instante y sé que Andie ya se fue a su cita con el tal Noah. Suspiro, ¿de verdad espera que le dé las gracias a Lowen? Es decir, ¿por qué lo haría? Es un buen libro, uno de los mejores que he leído, pero eso no se lo debo a él... ¿O sí?
Tomo un yogurt del refrigerador mientras este dilema moral se sigue desarrollando en mi cabeza ¿Debería llamarlo? ¡No! ...O quizá sí. Ese hombre me molesta, solo pensar en él me da jaqueca, pero ahora tengo la voz de Andie en mi taladrando mi conciencia, diciendo que debería agradecerle. Una vez llego a la sala de estar, me siento de golpe en el sillón. Decidido, no le agradeceré...
Pero quizá debería...
Mi teléfono vuelve a sonar y ver que el nombre en la pantalla es el de mi hermano hace que me duela el pecho. Rowan no se merece que le oculte lo que está pasando, no cuando él ha sido mi apoyo incondicional por años. Él comprendería... ¿Lo haría? Supongo que una pequeña parte de mi tiene miedo de que mis suposiciones no sean ciertas, de que él no comprenda mi decisión.
Tengo un poco de miedo a que Row sea igual que el resto de mi familia.
Espero que deje de sonar y, aún con el corazón en la garganta, decido hacer algo muy loco. Tomo el celular, el libro, y me dirijo hasta mi cuarto diciéndome que soy muy estúpida por lo que voy a hacer. Me siento en la cama, todavía insultándome mentalmente ¿Por qué haces esto, Evelyn Rose? ¿Por qué siempre haces justo lo que dices que no harás?
—¿Hola? —escucho su voz al otro lado de mi teléfono, lo que indica que copie bien el número del libro.
Sí, definitivamente soy una estúpida.
—Hola —digo, con a penas un hilo de voz —. Soy Evelyn, Lowen.
—Oh, Evelyn Rose —casi puedo sentir su sonrisa en este instante. He notado que le gusta llamarme por mi nombre completo, lo cual es extraño. Nadie, excepto mi madre cuando se molesta, me llama así —. Así que la nota si sirvió de algo...
—Que no se te suba a la cabeza, por favor —le digo, acostándome por completo en mi cama.
—Tarde, Evelyn Rose. Ya se me subió a la cabeza.
Ruedo los ojos de inmediato, sin duda fue una mala idea llamarlo. Pero, si no lo llamaba a él, sé que habría cedido ante la tentación de llamar a mi hermano. Era una cosa u otra, y yo preferí aguantar a Lowen antes que decirle la verdad a Rowan. No sé si eso me hace una mala hermana, o una buena persona porque le agradeceré al imbécil que me saca de quicio por haberme recomendado uno de los mejores libros que he leído hasta ahora. Quizá soy las dos cosas...Además de ser una ladrona de libros.
Sí, acabo de recordar mi terrible pecado ahora que ambos libros de la biblioteca reposan junto a mi en el colchón de mi cama.
—Y bien...—lo escucho decir —. ¿A qué debo esta inesperada llamada?
—Leí el libro —le digo, mientras juego con las cintas de mi pantalón con cierto nerviosismo —. Ya sabes, "Historia de amor".
—¿Y qué tal?
—Lloré tanto que siento que, de haber recolectado mis lágrimas, habría acabado con la sequía global.
Lo escucho reír y me sorprende que su voz se escuche incluso más ronca por teléfono que en persona. Aún así, sigue siendo su risa; de alguna forma, es única. Noto que sus respiraciones son un tanto alteradas, como si le costara respirar... ¿Estará bien? ¿Tendrá algo que ver con su enfermedad?
Ahora que lo pienso, ni siquiera sé cual es la enfermedad que lo está matando.
—¿Y te gustó el libro? —me pregunta, devolviéndome a la realidad.
—Lo amé —admito y dejo escapar un suspiro —. A pesar de las lágrimas, siento que fue uno de los mejores libros que he leído y que leeré.
—Fue lo mismo que pensé al leerlo por primera vez. He leído muchos libros desde entonces, pero ese sigue estando entre mis favoritos.
—¿Lees mucho romance? —me escucho preguntar.
Ni siquiera me importa, pero pregunté sin pensar.
—Demasiado —me dice —. No es mi género favorito, me gusta más la ficción general, pero me acostumbré a leer romance por mi trabajo. Con el tiempo le agarré cariño, y hasta envidia...
—¿Envidia?
—Sí, así es. Eres bibliotecaria, estás rodeada de libros, así que debes hacerte una idea de lo que autores como Edgar Allan Poe, Emily Brontë, o Margaret Mitchell lograron mostrar a través de sus obras.
Todos son escritores de romance, quizá los más famosos en la historia, así que sé a lo que se refiere Lowen. Ellos hablaron del amor en su máxima expresión, y lograron, a través de sus escritos, hacer algo que es casi imposible en la vida real: desnudar un corazón.
—Sí, sé de que hablas —le digo.
—Esos escritores, junto con otros miles, empujaron a sus personajes a vivir experiencias hermosas llenas de romance, de sentimientos. Siento envidia, ¿tu no?
—La verdad es que no —admito, y me encojo de hombros, aunque sé que él no me ve —. Eso que tanto envidias no es real, Lowen Hayes. El amor existe, no te lo voy a negar, pero escritores como esos cometieron el error de volverlo el centro de sus novelas, o poemas. Gracias a ellos, ahora todos creen que ese sentimiento debe ser el centro del mundo también.
—¿Y eso qué tiene de malo? —me pregunta, y me sorprende que no lo sepa.
—Pues, que el amor literario es muy diferente al real. El primero está hecho para ser hermoso y atraer lectores, mientras que el segundo está apegado a los límites de la realidad. Fuera de un libro, querer va más allá de unas palabras bonitas y una ilusión bien narrada.
Observo el techo y me sumerjo en lo cruda que es la realidad. Es tan triste pensar que el amor al que todos estamos destinados jamás será ni la mitad de bueno que el que leemos, o vemos en películas. En la vida no hay libreto escrito, o trama planeada, así que estamos condenados a un final que carece de perfección, y que llega de forma sorpresiva para todos.
Es triste, desilusionante, pero así es la vida.
—Me atrevo a decir que el romance no es tu género favorito —lo escucho decir, y una pequeña sonrisa se apodera de mi boca.
—De hecho, si lo es. Amo leer novelas románticas.
Porque la vida es una ironía muy grande que disfruta reírse de mi. Soy como su chiste personal: la chica que odia el amor pero ama llorar por historias en las que hay mucho amor ¡Ja! Si fuera la vida, también me reiría.
—Wow, jamás lo habría adivinado —dice, genuinamente sorprendido —. Tienes una idea del amor tan...
—¿Pesimista? —cuestiono, él dice que sí —. Sí, eso dice mi mejor amiga. Pero no soy pesimista, Lowen Hayes. Me gusta creer que hay dos clases de personas: los que leen romance, pero saben apegarse a la realidad, y los que leen romance y creen que conseguirán una historia tan perfecta como una novela al pedirle a una bibliotecaria ser su novia. Adivina en que clase estoy.
Él suelta una leve y profunda carcajada. De nuevo, sus respiraciones están raras... ¿Debería preguntar?
—¿Crees que te busqué para encontrar una historia perfecta? —me pregunta.
—Eh, ¿no es así? —pregunto de regreso.
—Evelyn Rose, el que quiera una experiencia romántica como la que hay en los libros no significa que estoy buscando algo perfecto.
—Pero...
—Dime algo, ¿el final de "Historia de amor" te pareció perfecto?
—Pues, no es el final más bonito del mundo...
No es un "felices para siempre", pues hay una pérdida demasiado grande. Sin duda, no es un final perfecto, pero no sé a dónde quiere llegar Lowen con esto.
—¿Ves? El amor en las novelas no es ideal, porque puede tener tanto finales tristes, como felices. Un libro puede terminar muy bien, o muy mal, pero siempre tiene un final. En eso, se parece a la vida real.
—Ajá, ¿y?
—Y un libro puede ser bueno, aunque su final sea triste —continua —. La calidad de una historia no se mide por la perfección del amor que se narra, sino por los sentimientos que te deja. Cuando sabes que no olvidarás una novela porque lloraste gracias a ella, entonces encontraste un muy buen libro.
》Esa es la razón por la cual te busqué, la razón por la que pertenezco al segundo grupo de personas que nombraste. Yo no quiero un romance perfecto, quiero uno inolvidable; uno que, sin importar si el final sea bueno o malo, o si su historia es tan efímera que tarda dos segundos en ser contada, dejará una huella en quien lo escuche, pero sobre todo en quienes lo vivan.
—¿Quieres un amor que te haga llorar de la forma en la que yo lloré por la muerte de Jennifer? —pregunto.
—Quiero un amor lleno de emoción, no solo de lágrimas. Quiero risas, llantos, sonrisas. Eso es lo que busco, Evelyn Rose.
Y él está buscando eso conmigo... ¿Quién dijo presión?
Respiro profundo y cierro mis ojos, no sé porque todavía creo que así podré desaparecer cuando, de niña, descubrí que no es así. No me siento obligada a darle a Lowen todo lo que busca, o a ser parte de la historia inolvidable, pero mentiría si dijera que no me afectaron sus palabras. Él quiere tanto, y lo está jugando contra el tiempo para encontrarlo. Dudo que lo logre...
Su final será triste, haga lo que haga.
Abro mis ojos en el momento en el que me doy cuenta de que él está perdiendo tiempo al intentar buscar todo eso conmigo. Es decir, es algo que siempre supe, pero ahora que sé que él quiere sentir todo eso y lo difícil que le será conseguirlo, me siento mal por permitir que se quede estancado en su búsqueda por alguien como yo. Dejó escapar el aire que tomé en forma de un suspiro. Yo quiero una vida normal, él quiere una historia inolvidable. No hay forma en que esto funcione.
—Yo...Yo no sé si pueda darte lo que quieres, Lowen Hayes —admito, con lentitud.
—Ni yo, Evelyn Rose —me dice —. Pero parte de la historia será averiguarlo.
—Siento que estás perdiendo el tiempo conmigo.
—¿Sabes qué? Yo opino todo lo contrario, sobre todo después de esta llamada.
—¿Por qué?
—Por lo poco que he conocido sobre ti, puedo decir que tienes muy buen gusto en libros, que eres inteligente e impredecible. Esas cosas, y la sonrisa que vi el otro día en tus labios, son buenos motivos para intentar enamorarme de ti.
No digo nada porque no sé que decir. Tan solo dejo que el silencio reine entre los dos mientras analizo el hecho de que él está buscando motivos para enamorarse de mí...Está intentando convertirse en el protagonista de una historia que ni siquiera sé si quiero escribir ¿Y qué hay de mí? ¿Terminaré buscando motivos para enamorarme de él?
¿Estaré haciéndolo ahora?
Vuelvo a escuchar las respiraciones anormales y, luego, una que otra tos. Escucho voces a lo lejos, ¿acaso no está solo?
—¿Evelyn Rose? —me llama.
—¿Sí?
—Escucha, tengo que colgar. Estoy en terapia y...
—¡Oh, Dios! —me siento de golpe, entre impactada y apenada por su confesión ¡Con razón su respiración estaba tan extraña! Seguro estaba haciendo ejercicios y yo solo le estorbé —. ¿Estuviste en terapia todo este tiempo que hablamos? ¡¿Por qué no me dijiste?! Seguro fui una molestia, pude colgar.
—No, no fuiste una molestia —me asegura —. De hecho, me distrajiste. Debo agradecerte por la conversación. Suelo odiar estas sesiones, pero...Esta no estuvo tan mal.
—Pues, si lo que necesitas es conversación, llámame a la próxima. Puedo distraerte.
¿Qué? ¿De verdad acabo de ofrecerle eso? ¡¿Por qué?!
—Te tomaré la palabra, Evelyn Rose. Buenas noches.
—Buenas noches, Lowen Hayes. Y...eh...gracias por recomendarme el libro.
—Gracias por llamarme...Y por darme motivos.
Ni siquiera me deja procesar la última frase para cuando tranca la llamada. No sé si fue una buena idea llamarlo, o si fue pésima, pero lo cierto es que ahora me siento rara. Ahora sé que Lowen Hayes no busca una historia perfecta, busca algo inolvidable; y que no solo está intentando enamorarme, sino que está buscando motivos para enamorarse de mi...Y creo que los está encontrando.
No quiero que los encuentre, pero siento que no tiene caso detenerlo.
—¿Ev? —escucho la voz de Grayson al otro lado de la puerta —. Ya llegué, ¿quieres ver una película conmigo? Puedes escogerla tú, yo hago las palomitas y...
—Hoy no, Gray —digo, abrazando una de mis almohadas y volviendo a acostarme en la cama —. Lo siento, pero no estoy de humor.
—¿Qué tienes? ¿Te sientes bien?
Suspiro y mi vista se desvía al libro de Erich Segal. Que triste saber que el final de Lowen será como el de Jennifer, y que triste saber que no tendrá a alguien como Oliver que llore su muerte porque sé que hay más motivos para odiarme que para amarme. Que triste es todo esto. Que triste y deprimente.
—Estoy bien, Gray —le digo —. Solo murió un personaje literario y...y lo lloraré toda la noche.
Haré eso e ignoraré las llamadas de mi hermano. Lindo sábado por la noche, Evelyn Rose. Muy divertido.
*♡*
¡¡Holaaaa!! Paso por aqui para agradecerles por ese 1k en la historia ¡Son increíbles! Sé que Efímero esta recién comenzando, pero le he puesto mucho cariño y espero que les guste ♡
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