14
Capítulo 14:
*♡*
Cuando Roderick y Lowen dijeron que eran buenos lidiando con gente ebria creí que solo lo decían para que no me fuera, pero ahora confirmo que este par de amigos no miente. Ambos en serio aguantan a una Andie risueña y habladora, incluso consiguen que coma y tome agua para evitar que su estado empeore. Estoy impresionada y al mismo tiempo agradecida. He lidiado con mi gata así antes, a mi no me sale tan bien como a ellos.
Ahora bien, me gustaría decir que cierto pelirrojo se siente igual de agradecido que yo, pero no puedo. Grayson lleva toda la noche con una cara de amargado que no estoy aguantando. Eso sin mencionar que resopla y se queja de vez en cuando como todo un niñito berrinchudo. Me está sacando de quicio y, si pudiera, lo enviaría a una esquina a pensar como regaño ¿Quiere comportarse como un niño? Pues, ¡que reciba castigos de bebé!
En este momento estamos los cinco sentados en una mesa no tan lejos de la barra y parece que mi amigo está intentando asesinar a Lowen Hayes con la mirada. Lo bueno es que él no lo ha notado y, si lo ha hecho, lo disimula bastante bien. Yo, por otro lado, estoy intentando golpear a Gray bajo la mesa cuando descubro un dato curioso:
Eso de golpear a gente bajo la mesa solo es fácil en películas.
—¡Auch! —exclama Andie, mirándome con sorpresa —. ¿Me pateaste?
Mierda, otro intento fallido.
Finjo demensia y tomo del vodka con soda que ordené porque estoy aquí para cuidar a mi amiga, pero no iba a aguantar a Grayson si no tomaba aunque fuera un solo trago. Sigo lo suficiente consciente como para velar por la seguridad de Andie, así como para notar a un par de ojos oscuros que se fijan de vez en cuando en mi.
Han sido semanas sin ver a Lowen, pero muchas cosas han cambiado entre nosotros desde entonces. Un beso robado, una huida patética, cientos de llamadas y mensajes, una promesa que está despertando cosas en mi que no creí que podrían ser reales...Es increíble que en tan poco tiempo, todo lo que fuimos cuando nos conocimos haya cambiado de tantas maneras.
Hace días, yo solo era la que quería huir de lo complicado. Hoy, soy la chica que ya no quiere huir más, pero no sé si esta noche mi valentía sirva de algo.
—Bien, Andie, una ronda de shots más —habla Roderick, sirviéndole un vaso de agua a mi amiga. Ha hecho esto unas dos veces ya, junto a Lowen. El que gata beba agua en lugar de alcohol la tiene más calmada. Eso, y que vomitó en un florero los nachos que la obligamos a comer —. Veamos si nos ganas a Lo y a mi otra vez.
—Mentiroso, esto es agua —se queja mi amiga, arrastrando las palabras. Entrecierra sus ojos mientras ve a Roderick y lo señala tratando de verse amenazante —. Me estás engañando. Yo no quiero esto, quiero alcohol ¡Denme alcohol!
—Esto es alcohol —le asegura Lowen, aunque miente —. Es vodka ¿Verdad, Rod?
—Sí, sí, y está super fuerte. Creo que es vodka mezclada con otra cosa ¿Quieres, Andie?
—Ustedes no se ven ebrios —analiza mi amiga.
—Oh, estamos ebrios.
—Muy ebrios ¿Acaso no viste como derramé toda mi bebida en tu amiga? Estoy tan borracho que creo que el whiskey va en una blusa y no en un vaso. Una tragedia.
Rio ante su extraña tactica para que mi amiga beba agua. Por sorprendente que parezca, Andie acepta competir contra ellos en esa competencia de "shots", lo que confirma una vez más que el metodo de Roderick y Lowen funciona. Ellos sonríen, complacidos. Mi amiga los observa de mala manera, viéndose ofendida.
—¡Es agua! ¡Mentirosos! —exclama, haciendo un drama por la bebida.
—Lo siento, Andie. Mentimos por tu bien —asegura Roderick, bebiendo de su propia agua —. Nos agradecerás cuando estés cuerda...si es que nos recuerdas para ese momento.
—Eres lindo —suelta la descarada de mi mejor amiga que, cuando se le suben los grados de alcohol a la cabeza, saca a la luz ese lado pícaro y pervertido que esconde terriblemente mal ya estando sobria.
—Gracias, dulzura. Tú también eres linda, pero yo soy un lindo casado que está muy feliz con su linda esposa. Mejor sigamos tomando agua, ¿quieres?
—No, quiero alcohol.
—Mierda, eso justo se acabo. El bar se quedó sin licor.
—¡Eso no es posible!
—Claro que lo es. En este bar a duras penas tienen luz, ¿acaso te sorprende que tampoco tengan alcohol?
Rio ante la cara de confusión que pone Andie, ella en serio se está pensando la lógica sin sentido que Roderick está soltando al aire. Lowen también ríe, provocando en mi una sensación que me aterra describir como "mariposas en el estómago". Es más, aunque quisiera, no podría llamarla de tal manera. No siento mariposas, siento...como si alguien estuviera abrazando con fuerza la parte baja de mi estómago ¿Tiene sentido? No por supuesto que no, ¿pero qué cosa tendría sentido con ese par de ojos profundos observándome?
Definitivamente estoy perdida. Solo ruego salir ilesa de todo esto.
—Entonces, Evelyn —suelta Roderick, cruzando sus brazos sobre la mesa. Me observa con una amplia sonrisa en su rostro. Él me agrada, aunque la verdad no sé si yo le agrado a él —. Es bueno conocerte. Finalmente comprobé que la bibliotecaria que mi amigo decidió enamorar es real y no un producto de su imaginación.
—¿Qué? ¿Pensaste que era su amiga imaginaria? —le pregunto, alzando una de mis cejas.
—Oye, el hombre llegó una noche diciendo: le pedí a la bibliotecaria que se enamorara de mi aún cuando ella no me conoce de nada. De verdad dudé de su cordura y me habría sorprendido menos que fueras imaginaria. Tienes que admitir que él está demente.
—No estoy demente —se defiende Lowen, encogiéndose de hombros —. Solo soy soñador.
—¿Cuándo vas a entender que es lo mismo?
—No lo es.
—De hecho, sí lo es —digo, tras tomar otro poco de mi trago —. Un sueño resulta involuntario, una expresión de la mente que no controlas. La demencia hace referencia a la pérdida del control sobre tu propia mente. Así que, en teoría, si sueñas demasiado, no tienes el control sobre lo que piensas ya que los sueños surgen sin explicación. En otras palabras, si eres soñador no controlas tu mente y, por ende, estás demente.
Roderick me observa con impresión, parece que no esperaba mi respuesta. Lowen, por su parte, niega con la cabeza y sonríe. Claro, después de tantos mensajes y llamadas ya ha descubierto que puedo responder así, con bases y fundamentos que ni yo misma sé que tengo hasta que las suelto. Veo a Grayson por la esquina de mi ojo, él vuelve a resoplar.
En serio está siendo todo un molesto ¿No puede relajarse y ya?
—¿Tú también hablas complicado para que me confunda, Lyn? —me pregunta Andie, haciendo un puchero. Yo rio.
—No, gata. Solo pruebo un punto.
—Y me agradas porque es el punto que yo defiendo. Amo que me den la razón —suelta Roderick, consiguiendo que Lowen resople —. Bueno, cuéntame más sobre ti, bibliotecaria.
—¿Qué quieres saber?
Noto su sonrisa aún con esta mala iluminación. No lo voy a negar, el que el mejor amigo de Lowen quiera saber más sobre mi me pone nerviosa ¿Por qué? No lo sé. Es por eso que intento recolectar todos los datos que Lowen me ha contado sobre él hasta ahora, así no me siento en desventaja.
¿Qué sé sobre Roderick Hudson? Que tiene veinticinco años, que es fotógrafo para el periódico Empire y se encarga de documentar eventos controversiales, por lo que viaja seguido a distintos lugares del mundo en los que abundan los conflictos. Está casado con la hermana de Lowen, tiene un hijo de tres años. Es carismático y bromista, además de ser muy bueno lidiando con gente ebria.
Bien, eso es todo lo que sé...aún estoy nerviosa.
—¿Haces algo además de ser bibliotecaria? —me pregunta, observándome con interés —. Digo, no estoy menospreciando tu trabajo, pero eres joven y lista. Seguro debes estudiar alguna carrera.
—No, no lo hago —una mueca sale de mi de inmediato. Podría estar en la universidad, pero por razones que no pienso contarle estoy muy lejos de obtener un título. Aún así, termino por sonreírle de lado —. No estudio, solo soy bibliotecaria.
—Y escritora —completa Lowen Hayes —. Evelyn Rose está escribiendo un libro y es muy cruel al no querer mostrármelo.
Lo observo sin poder creer que él realmente dijo eso. Creo que mi rostro muestra sorpresa porque él alza la esquina derecha de su boca y me sonríe con satisfacción. No soy escritora, solo estoy descubriendo que me gusta escribir. El que lo diga en voz alta suena serio, real, y causa en mi pecho una sensación que se balancea entre el miedo y la emoción ¿Puedo ser una escritora real en algún momento? ¿Puedo alcanzar esa meta por mi cuenta?
Sacudo ese pensamiento de mi cabeza porque no tiene sentido hacerme falsas ilusiones. Solo estoy probando, escribiendo una historia porque se siente como terapia; como ser libre por primera vez en mucho tiempo. Es entonces cuando encuentro la mirada de Grayson, observándome con incredulidad. Recuerdo lo que me dijo antes de venir, eso de que las personas que siguen sus pasiones no llegan a ningún lado. Todavía me duele pensar que esa es su idea sobre el mundo, pero no puedo juzgarlo cuando crecí en una familia que intentó convencerme de eso toda la vida.
Ahora él me ve como si lo hubiese decepcionado.
—¿De verdad? —cuestiona mi amigo —. ¿Estás escribiendo un libro?
—Sipi-dipi —suelta Andie, quien aún está bastante atontada, pero sabe de lo que habla —. Y es muy, muy, bueno. Yo lo leí y me gustó ¡Y yo no leo! —luego, la muy descarada me señala —. Si matas a alguien te asesinaré. Sé donde vives y también sé esconder un cuerpo.
—No, Andie, no sabes esconder un cuerpo —ruedo mis ojos —. Ver series sobre crímenes no te convierte en una criminal potencial.
—¿Desde cuando escribes? —me pregunta Grayson, ignorando por completo a nuestra amiga y a los otros dos hombres en la mesa.
—Desde hace semanas, no es nada del otro mundo —digo, llevando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja —. Ni siquiera creo que lo que escribo sea bueno, Gray. Andie está ebria, no sabe lo que dice.
—Los borrachos no mienten —señala Roderick.
—Y no me creo el hecho de que algo escrito por ti sea malo —suelta Lowen —. Ya te lo dije: las personas interesantes cuentan historias aún más interesantes.
—Eres la única persona que dice que soy interesante, Lowen Hayes. El que tú lo creas no me convierte en una y por supuesto que no convierte a mi historia en una buena. Solo lo hago porque me gusta, ¿bien? Pero no soy escritora, soy una bibliotecaria probando cosas nuevas...intentando crear algo propio por primera vez en mi vida.
Lo digo sin pensarlo, sin notar que les estoy diciendo lo importante que esto resulta para mi. Supongo que a veces somos las palabras que se escapan de nuestra garganta sin permiso, somos esas oraciones que se liberan de ti mucho antes de que puedas pensarlas. En este momento, soy todo lo que intento crear al escribir.
Soy la chica asustada que fui consiguiendo su propio trozo de libertad y esto me gusta.
—Admiro a la gente que decide arriesgarse por lo que le gusta, aún cuando tiene cierto miedo de hacerlo —suelta Roderick asintiendo hacia mi. Aumenta el tamaño de su sonrisa —. Dejé la universidad hace unos años para ser fotógrafo. De no haber hecho eso, no habría conocido a mi mejor amigo, ni a mi esposa y, entonces, no tendría a mi hijo conmigo.
>> Siempre le digo a Lowen que los soñadores son dementes, pero quizá es esa demencia la que nos acerca a la felicidad. Si te dejas guiar por tus sueños, puedes perder la cordura, ¿pero quién dijo que esa cosa era necesaria en primer lugar?
—¿Así que todos estamos condenados a la demencia? —pregunto, sonriendo por alguna razón —. ¿A seguir sueños?
—A no ser que todos fuésemos parte de un mismo sueño —suelta Lowen y, de inmediato, sé porqué lo hace.
—Alicia a través del espejo. Lewis Caroll, 1872 —digo, reconociendo esa frase —. Te dije que tengo buena memoria para las buenas frases.
—Y veo que no solo para libros de romance. Impresionante, Evelyn Rose.
Le devuelvo la sonrisa que me dedica, sintiéndo una vez más la sensación en la parte baja de mi estómago que no se va. Pienso en varias cosas al mismo tiempo: en sueños, en promesas, en historias, en lo que fui y lo que soy ahora. Es como si mi cabeza diera vueltas, pero no me estoy mareando. En cierta medida, y aún con esta luz de mierda, creo que jamás he visto todo tan claro.
Observo a Grayson, quien sigue viéndome como si no me conociera. Sé que en el fondo no cree nada de lo que dice creer, lo sé porque a mi también me cuesta creer que arriesgarse por lo que quieres te llevará a algún lado. Pero, honestamente, yo no tengo nada que perder.
Quiero seguir soñando porque, hasta ahora, se siente increíblemente bien.
Sigo charlando con Lowen y Roderick. Este último decide que le agrado y yo decido que me agrada en la misma medida, aún cuando le parece divertido llamarnos a Lowen y a mi "nerds" de vez en cuando. Me gusta la amistad entre ellos dos, parecen ser muy unidos y siempre están bromeando entre ellos.
Andie se ve cada vez más apagada, lo que significa que tendré que llevarla a casa pronto o se quedará dormida en esa silla. Debo admitirlo, se me me está haciendo difícil la sola idea de irme. No solo la estoy pasando muy bien, sino que de verdad me gusta estar en compañía de Lowen Hayes. Me agrada la sensación que provoca en mi cada vez que me observa, casi parece que le cuesta dejar de mirarme y eso jamás me había ocurrido. No olvido que este hombre es el mismo demente que creyó que podría enamorar a una extraña, pero tampoco olvido que es el soñador que está dispuesto a vivir al límite.
Tantas llamadas, tantas semanas, tantas confesiones, me han hecho entender su alocada desición de buscarme. No solo se trató de crear una historia de amor, sino de aprovechar la vida y experimentar lo más posible. Lo que creí una absurda propuesta hace casi un mes ahora tiene mucho más sentido para mi.
Lowen no conseguirá una historia de novela conmigo, pero sin duda está consiguiendo algo y me pregunto si se conformará con eso.
—Fue entonces cuando fui a Libia para reportar unas protestas que estaban realizando por unas elecciones ilegitimas —cuenta Roderick —. Un guardia me golpeó al verme con la cámara, regresé a casa con moretones y cortes. Intenté bromear con mi esposa y diciendo que esa es la clase de recuerdos que reciben los periodistas cuando van a países con gobiernos corruptos. Recuerdo que dije algo como: nos dan golpes y un pastel, cariño.
—A Sienna casi le da un infarto —suelta Lowen, mencionando a su hermana —. Estaba embarazada entonces, así que Rod y yo nos asustamos al verla tan pálida. Creímos que su presión había bajado más de lo normal y que tendríamos que llevarla al hospital.
—Pero no, ella solo me golpeó el triple de fuerte y me llamó idiota insensible por una semana.
—Es que fuiste un idiota insensible. Hasta yo quise golpearte, cabrón.
Rio ante esa interesante anécdota, tal parece que el trabajo de Rod no es fácil porque ya ha contado varias historias como esa. Hay muchas cosas injustas sucediendo en el mundo de las que no tenemos ni la remota idea. Las personas que se encargan de que esos hechos no se queden en la oscuridad a veces arriesgan su vida por ello.
Ellos también ríen ante el recuerdo, pero nuestras carcajadas se ven interrumpidas por un llanto. Volteo y veo a Andie sollozar, ¿ahora qué sucede?
—¿Qué ocurre, Andie Kat? —pregunta Grayson. Ella llora con más fuerzas.
—¿Sabes quién es un idiota insensible también? —pregunta y es obvio que ninguno tiene la respuesta, así que la suelta mientras golpea la mesa —. ¡Rowan!
—¿Mi hermano? —cuestiono.
—¡Si! Es un maldito insensible, un quebrantador de promesas, un grandísimo patán ¡Lo odio!
Grayson y yo intercambiamos miradas al instante. No olvido que Row fue quien me llamó para buscarla, ni que la historia entre mi mejor amiga y hermano parece ser mucho más complicada de lo que creí al inicio. Tomo las manos de Andie y le doy una sonrisa comprensiva mientras ella sorbe su nariz como puede.
Es la primera vez que veo a alguien llorar por culpa de Rowan. A mi hermano siempre lo asocian con la imagen del típico chico bueno, pero los chicos buenos no hacen llorar a chicas increíbles como Andie.
—Gata, ¿qué te hizo Row? —le pregunto —. ¿Y qué fue lo que le dijiste cuando lo llamaste? ¿Qué está pasando entre ustedes?
Ella me observa por un buen tiempo. Suelta mis manos y luego suspira.
—Jamás estaré tan ebria como para contarte eso —dice. Grayson y yo resoplamos al mismo tiempo.
—¿Por cuánto tiempo esto seguirá siendo un misterio? —pregunto, ella se encoje de hombros.
—Por el tiempo que pueda ¿Podemos irnos a casa? Tengo sueño.
Quiero saber lo que pasa entre ella y Rowan, quiero seguir hablando con Roderick y Lowen, pero mi mejor amiga va primero y eso jamás va a cambiar. Les digo a los dos hombres que nos han estado acompañando toda la noche que nosotros nos iremos, ellos dicen que también deberían irse así que en cuestión de minutos todos estamos dejando el dinero de nuestros tragos en la barra para pagar lo que bebimos. Descubro que Lowen no tomó alcohol en toda la noche, el whiskey nunca fue para él sino para Roderick.
Andie se tambalea en sus tacones mientras camina, así que se apoya de Grayson y Roderick al caminar hacia la salida. Lowen y yo quedamos atrás. Caminamos juntos, nuestros brazos están rozándose mientras escuchamos lo que mi amiga dice entre murmullos agotados. Llegamos al auto de Gray y resulta toda una odisea que Andie entre al auto porque tarda una eternidad en despedirse de todos.
—Andie Kat, no te despidas de mi —dice Grayson, al escucharla decirle adiós por enésima vez —. Yo me voy contigo.
—¿En serio? ¡Yay!
—Sí, yay —suelta Gray sin entusiasmo.
Logra que Andie entre en los asientos traseros y va hacia el suyo como conductor. No se despide, pero yo si pienso hacerlo.
—Bueno, Evelyn, fue un placer conocerte —me dice Roderick, sorprendiéndome con un breve abrazo y un beso en la mejilla —. Hágamos un trato: te dejaré salir con Lowen si le prohibes las citas en la nieve a partir de ahora. El imbécil me dio un susto de muerte con esa neumonía.
—No necesito tu permiso para salir con alguien —suelta Lowen, frunciendo su entrecejo.
—Trato hecho, Roderick —suelto sin pensar. Él me sonríe.
—Por favor, llámame Rod —dice a lo que yo asiento —. Espero verte pronto, Evelyn.
—Igualmente, Rod.
Y no miento. Más allá de que sea el amigo de Lowen, él en serio me agradó. Se retira con una sonrisa y va por el estacionamiento hasta el que creo es su auto. Entonces, siento una mano entrelazarse con la mía y de inmediato todo en mi se alborota. Volteo y me encuentro esos ojos oscuros que me han estado viendo toda la noche. Nunca pensé que una mirada de ese color pudiese ser tan...impresionante.
—Me gustó verte hoy —dice, viendo nuestras manos entrelazadas —. Es lindo encontrarte fuera de la biblioteca.
—Sí, aunque estas no fueron las condiciones en las que esperaba verte de nuevo —digo al tiempo en el que vuelve a alzar su mirada hasta la mia.
—¿Si sabes que le gustas a tu amigo, no? —me pregunta, alzando una de sus cejas —. Si las miradas mataran, la suya habría acelerado mi muerte.
Yo cubro mi rostro con mi mano libre por instinto. Así que sí se dio cuenta.
—Lo siento, lo siento —digo, apenada por el comportamiento de Gray —. Yo creí que me había superado.
—Eres un tanto ingenua al pensar que eres alguien fácil de superar, Evelyn Rose —dice y esboza una sonrisa ladeada —. Pero entiendo a Grayson.
—¿Sí?
—Claro. Después de todo, él no es el único al que le gustas.
Mis labios se transforman en una sonrisa instantánea, mi corazón se acelera a ese ritmo que solo surge cuando escucho su voz. De repente, toda la noche se resume a este momento, a nosotros y nuestras manos entrelazadas. Recuerdo su promesa y eso es peligroso, sobre todo cuando acorta aún más la distancia y con su otra mano juega con uno de los mechones de mi cabello. Siento esa sensación en el vientre y, aunque la noche está fría, siento que yo podría estar derritiéndome justo frente a él.
—Te hice una promesa, ¿la recuerdas? —es casi vergonzosa la forma en la que asiento atontada. Parezco hipnotizada, quizá lo estoy —. Te dije que te daría un beso digno de ser recordado...
No puedo creer lo mucho que deseo ese beso, lo mucho que lo deseo a él en este momento. Sus dedos dejan mi cabello y sujetan mi mejilla, acercándome más a su rostro. Cuando siento su aliento sobre mi boca, cierro los ojos.
Supongo que así se sienten las protagonistas en los libros cuando dicen que necesitan ser besadas. Yo jodidamente necesito que él me bese ahora.
—Te daré ese beso —dice y siento mis piernas flaquear, pero se mantienen justo donde están —. Pero yo jamás especifiqué cuando y, en este momento, me quiero vengar.
Antes de que pueda procesar sus palabras, sus labios van a los míos y deja una presión sobre ellos un poco más larga y húmeda que mi beso robado de hace tiempo. Espero por más, pero su boca se separa y quedo en el aire. Siento que suelta mi mano y entonces abro los ojos. Veo que él sonríe con diversión mientras que yo seguro he de tener una expresión de indignación que no pienso ocultar.
¿Así que esta es su venganza? Pero que cruel.
—Idiota —digo, causando que ría. Se acerca y deja un beso rápido en la comisura de mi labio antes de comenzar a alejarse hacia el auto en el que está Rod.
—Comprobé que la venganza es dulce, Evelyn Rose —dice y me cruzo de brazos. Ahora yo también sonrío con diversión. Quería mi beso, pero supongo que debo esperar —. Y, para que sepas, seguiré pidiendo leer tu libro.
—Y yo seguiré impidiendo que lo hagas.
—Ya veremos —sonríe una última vez antes de abrir la puerta de copiloto de su auto —. Que tengas lindos sueños, Evelyn Rose.
—Lo que digas, tramposo.
Él vuelve a reír y entra a su auto justo antes de que yo entre al de Grayson. Una vez dentro, me permito suspirar. No fue el beso prometido, pero fue mucho más que lo que yo le dí y no me sorprende que me tenga sonriendo como una estúpida. No sé cuando caí por Lowen, pero lo hice.
—Te besó —escucho la voz de Grayson, quien me observa desde el asiento del conductor. Andie ya duerme atrás.
—Sí —digo casi entre un suspiro —. Me besó.
—Te gusta.
—Sí, Gray. Me gusta.
No lo quiero ni puedo negar. Grayson asiente con lentitud y pone en marcha el auto mientras yo intento recolectar todas las miradas y momentos de esta noche en mi mente. No esperaba nada de esto, pero supongo que cosas impredecibles suceden cuando te arriesgas por cosas sin sentido.
Lo que siento no tiene sentido alguno, pero vale la pena arriesgarse por ello.
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