12
Capítulo 12:
*♡*
Bueno, si hace unas semanas me hubiesen dicho que estaría hablando con tanta soltura con alguien a quien veía como un extraño, me habría reído tan fuerte que capaz mi carcajada se hubiera escuchado en China. Sin embargo, aquí estoy, hablando como si conociera a Lowen de toda la vida y puedo asegurar que no me estoy riendo.
O al menos no de la forma en la que esperaba.
A pesar de que ya le dieron de alta de la clínica, no ha salido de su casa por reposo y, por ende, no ha vuelto a la biblioteca. Sin embargo, desde entonces, hemos estado hablando por teléfono y siento que cada vez nos volvemos más unidos. Termino de anotar lo que tenia pensado en la nota adesiva mientras lo escucho. Sonrío con cada palabra, es sorprendente sentirme tan cómoda con alguien.
—¿Cuál es tu libro favorito? —me pregunta. Aún nos queda mucho que conocer del otro, así que estamos en una especie de ronda de preguntas.
—Orgullo y prejuicio —respondo sin titubear. Estoy acostada boca abajo en mi cama, con mi cuaderno y mis notas adesivas frente a mi. Entré para anotar algunas ideas que tenía sobre mi novela, pero su llamada me sorprendió y aquí estoy; creo que ya llevo dos horas hablando con él —. Jane Austen es la mejor escritora de todos los tiempos y nadie me hará cambiar de opinión sobre eso.
—Es un buen libro y una excelente escritora —me dice —. Aún me sorprende que te gusten tanto las historias de amor, cuando dices no creer en él.
—Te lo repito, creo en el amor, pero no en el amor de libro. Dudo que un amor real pueda hacerme suspirar tanto como los que he leído.
—Tomaré eso como un reto, Evelyn Rose.
Ruedo mis ojos, porque en realidad no me sorprende que se lo tome de esa forma. Lowen ya me demostró ser obstinado y determinado, es algo que ya no me impresiona. Además, estoy en un punto en el que no quiero detenerlo. Lo estoy incluyendo en mi historia, así que él puede elegir la forma en la que se está adentrando en mi vida.
—¿Y cuál es tu libro favorito? —le pregunto.
—El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald —su respuesta me hace sonreír. Es un buen libro, de los que he dicho que leeré una segunda vez, pero aún no lo he hecho.
—"No podíamos vernos. Sin embargo, nos hemos estado queriendo todo este tiempo" —cito.
—Veo que lo leíste —es lo que dice. Siento mi sonrisa extenderse —. ¿Qué opinas sobre Jay Gatsby y Daisy Buchanan?
—Él espero por ella, cada noche viendo el faro justo al otro lado del río de su casa. La tenía tan cerca, y al mismo tiempo tan lejos...Ella se casó con otro amándolo a él, ¿o amaba lo que le hacia sentir? Solo que los sentimientos en ese entonces no eran nada comparados con el dinero, el derroche. Y aún así, decide acercarse a él una última vez ¿Pero a qué precio? Gatsby y Daisy son la prueba de que el amor puede ser eterno, o estúpido...o ambos.
—El libro en sí es una crítica asombrosa a la sociedad americana en los años veinte. El consumo, la abaricia, un sueño que se ve tangible, pero termina por resvalarseles de las manos...Todo se ve reflejado en esa pareja. Es una joya.
—"Le parecía tan cercana como una estrella lo está de la luna. Ahora había vuelto a ser tan sólo una luz verde en un muelle."
—¿Acaso tienes el libro ahí?
—No, solo tengo buena memoria para las frases.
Claro, para eso sí, pero pregúntenme si me acuerdo en donde dejé mis llaves ¡Para eso mi cerebro si que no funciona!
Hay un pequeño silencio que con cualquier otra persona me daría pánico, pero con Lowen no. Creo que he aprendido a acostumbrarme a estos momentos en los que solo escucho su respiración e intento descifrar en lo que está pensando. Sé que jamás lograré entender su mente, de lejos se nota que es muy compleja, pero son estos instantes en los que lo escucho respirar con profundidad que me imagino lo que podría estar pensando.
Y nunca lo tengo muy claro, supongo que todavía no lo conozco lo suficiente como para saber.
—Quisiera poder verte en este momento —habla de nuevo —. Me da curiosidad saber que cara pones al citar esas frases, porque apuesto a que sonríes al hacerlo.
—Pues, tendrás que pedirme que cite algún libro cuando nos veamos —digo, encogiéndome de hombros —. Te aconsejo que sea de Orgullo y Prejuicio, porque ahí podría decirte todo el libro de memoria.
—Lo tomaré en cuenta.
No mentiré, me da mucho miedo esto de lanzarme a lo desconocido. Abandonar mi tranquilidad se siente como entrar en una zona de riesgo y, aunque me emociona, también me aterra. Me siento a la defensiva, dejándome llevar poco a poco, pero siempre atenta. Quiero vivir, quiero sentir, pero mentiría si no dijera que estoy avanzando lento.
No puedo abandonar mis miedos en pocos días, esto será un proceso que tome su tiempo. Por ahora, el hecho de estarle regalando sonrisas a quien creí un extraño es demasiado. Me estoy dejando llevar por él, sin olvidar que ahora soy yo quien escribe mi historia y que me debo cuidar. Es como tomar la mano de alguien, pero estar dispuesta a soltarla al más mínimo cambio. Sigo siendo cautelosa y no me puedo culpar por ello.
—Escucha, Evelyn Rose —me dice —. Mi hermana llegará con mi sobrino en unos minutos, ya debería colgar...
—Esta bien, entiendo —digo, acomodandome mejor en la cama —. ¿Hablamos otro día?
—Si fuera por mi, hablaríamos todos los días y lo sabes.
—Lo sé, he notado que te gusta hablar.
—Y me gusta escucharte.
—¿Qué puedo decir? Tengo una voz angelical.
Él rie y eso despierta la sensación en mi vientre que ha estado presente estos últimos días. Es un cosquilleo leve, que causa que muerda mi labio inferior siempre que lo siento. Me gusta sentirme así, y es más que evidente que Lowen Hayes me gusta.
Mi yo de hace dos semanas seguro me golpearía por esa declaración, pero incluso esa versión de mí sabía que soy un desastre que cambia de opinión cada dos segundos ¡Debí ver esto venir!
—Palabra de ocho letras, antónimo de pasado...¿la conoces, Evelyn Rose?
Oh, eso es otra cosa. Él suele hacer crusigramas seguido y pide mi ayuda. A veces creo que me deja las sencillas, y que lo hace solo para alargar las llamadas. Sonrío.
—Presente, Lowen Hayes.
—Perfecto, Evelyn Rose.
—Escucha, voy a colgar, porque comienzo a ver que tu no lo harás.
—¿Palabra de cinco letras que hace referencia a un estado de ánimo...?
—Feliz.
—Correcto ¿Y qué hay de una palabra de...?
—Adiós, Lowen —digo riendo. Él en serio podría seguir con esto por horas.
—Está bien —y creo que suelta un resoplido. Todo un hombre maduro —. Adiós, Evelyn Rose.
Cuelgo, aún sonriendo. Yo de verdad podría acostumbrarme a esto.
Dejo el teléfono a un lado y tomo las notas adesivas en las que escribí ideas para mi historia. Voy bien, ya escribí otros dos capítulos de los cuales Andie leyó uno y, según sus palabras, le encantó. Me esta gustando mucho escribir y cada vez le veo más forma a la trama de la novela. Siento que se está escribiendo sola, pero no es así.
La escribo yo. Yo le estoy dando vida a algo.
Las notas adhesivas las pego en la pared frente a la cama. Ya hay unas cuarenta ahi, en las que anoto ideas sueltas que podría o no usar. A su lado, en un pequeño librero, están los libros que aún no devuelvo a la biblioteca. Un pequeño pinchazo en mi pecho me recuerda la culpa que cargo por ser una ladrona de libros, pero no puedo devolverlos. Algo en mi se revuelve al pensar que debo perder las palabras escritas en lapiz que se encuentran en cada uno de ellos. Patético, lo sé. Por eso prefiero no pensar en ello.
Decido atar mi cabello en un moño al mismo tiempo en el que me digo que quiero prepararme un té. Descalza, con unos shorts y camisa desgastada, salgo de mi cuarto hacia la cocina, sabiendo que estoy sola en el departamento. No puedo evitar sentir un poco de nervios con respecto a eso, yo en serio odio la soledad.
Algo que aprendí de los días en los que mis padres me encerraron en mi habitación, esos días que en serio me marcaron, es que la soledad te empuja a hacerte compañía a ti mismo. Cuando estás solo, lo único que puedes hacer es valerte por ti, escuchar tus pensamientos. Jamás me ha gustado el desorden de mi mente, principalmente porque aún no logro definir quien soy. Es por ello que la soledad solo me recuerda que aún no soy alguien, que no me siento del todo completa, y que, tal y como en esos días de encierro, todavía me tengo miedo.
Me tengo miedo por no saber exactamente a quien me enfrento cuando me veo al espejo.
Así que odio los domingos por la tarde, hora en la que me encuentro, porque Grayson va a entrenar y Andie visita a su hermana. Me quedo sola, conmigo misma, y es tan desalentador y frustrante escuchar solo dudas y miedos. Suspiro, mientras tomo la tetera; al menos sé preparar té y, después del desastre de la pasta hace tres días, creo que es lo único que Gray me dejará hacer en su cocina.
Porque ya lo admití, este lugar es suyo aún cuando tres pagamos por él.
El saber que el sonido agudo del té preparándose llenará el silencio me tranquiliza un poco, y quizá es por eso que hago todo rápido. Toma la tetera, busca la bolsa de té rojo, hierbe el agua...estoy como en modo automático, estaré de esa forma hasta que el más pequeño ruido me indique que no estoy sola; que no estoy encerrada.
Escucho unos golpes en la puerta de entrada, cosa que me emociona mucho más que el té. Sé que no espero a nadie, no tengo idea de quien podría ser el que está tras la puerta ¡Pero es alguien! Sea quien sea, me hará sentir que no estoy completamente sola conmigo misma. Dejo el té sin preparar y me apresuro a abrir, tan desesperada que ni siquiera miro por la rendija para comprobar que conozco al sujeto al otro lado.
Y, como siempre, mi impulsividad me lleva a tomar malas decisiones. Ahora que la puerta esta abierta, me doy cuenta de que debí haber mirado.
—Hola, Evelyn —dice Tessa, pero lo cierto es que no puedo ver a mi nueva vecina. Tengo mis ojos fijos en su mirada azul, así como él tiene los suyos fijos en los míos. No puede ser —. Mira, este hombre tocó a mi puerta diciendo que te busca y que te conoce ¿Es cierto? Porque si no es así, llamo a la policia y...
—Rowan...—su nombre escapa de mis labios y, de inmediato, los siento temblorosos.
Me encontró. Lo que tanto temía, ocurrió: la que huyó fue encontrada, y ahora la mirada de mi hermano pesa en mis hombros como la peor de las cargas.
—Hola, hermanita —su sonrisa es triste, está llena de decepción.
Lo entiendo. Él está viendo a los ojos a una cobarde que huyó, que no tuvo el valor de comunicarse con él. Rowan está buscando a su hermanita, pero solo está esta mujer que lo alejó tanto que ahora no puede reconocerla del todo.
—Evelyn, ¿si es tu hermano? —me pregunta Tessa, viendo con desconfianza hacia Rowan. Creo que ninguno de los dos podemos dejar de vernos.
—Sí, sí —asiento con la cabeza y me ordeno mirar hacia ella —. Gracias por preocuparte, Tessa. Yo me encargo ahora.
—No hay de que, solo queria asegurarme que no fuera un maniaco buscándote —suelta ella, y luego ve a mi hermano —. Sin ofender.
—No me ofendes —se limita a responder Rowan. Dios, su voz no ha cambiado nada; sigue igual de profunda, igual de familiar y cálida.
—Estaré en mi departamento por si me necesitas, Evelyn —y creo que dice eso porque nota la tensión entre ambos. A pesar de que estoy muerta del miedo por lo que ocurrirá entre Rowan y yo, la forma en la que Tessa actúa solo me hace pensar que en serio me agrada. Recién nos conocemos y quiere ayudarme, eso dice mucho de ella como persona —. Hasta luego.
Ella se da la vuelta y la observo desaparecer en su departamento. Cuando cierra su puerta, mi corazón da un brinco. Eso significa que ahora somos Rowan y yo.
Ya no puedo huir.
Observo a mi hermano, que es unos buenos centímetros más alto que yo, así que debo levantar la mirada. Rowan Everick Lancaster era el nombre de mi abuelo; mi hermano se llama Rowan Everick Lancaster II, prueba de que mis padres son expertos en robar nombres.
A pesar de que es dos años mayor que yo, la diferencia en nuestras edades podría fácilmente pasar desapercibida. No puedo dejar de mirarlo, aunque me duele y me pesa en la consciencia tan solo tenerlo en esta distancia. Mi hermano es de las mejores cosas que tengo en la vida, ¿cuándo lo alejé tanto?
Él pasa una mano por su cabello rubio que, al igual que la última vez que lo vi, va peinado hacia atrás. Baja sus ojos por instantes y luego los regresa de nuevo a mí, dándome esa mirada tan característica en él que suele acompañar mordiendo su labio inferior. Seguro muchas chicas deben pensar que esa es una mirada seductora, pero yo conozco a Rowan y sé lo que es en verdad.
Esa es solo la mirada que pone cuando está nervioso, cuando no sabe que esperar ¿Tan extraña me he vuelto para él que no sabe que esperar de mi?
—¿Me dejas pasar, Evelyn? —pregunta, colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón de marca —. Creo que me debes una charla.
Tomo una larga respiración, un vago intento de llenarme de fuerzas ¿Lo logro? Claro que no, pero aún así me hago a un lado y lo dejo pasar. Hace unos segundos queria compañia, pero creo que ahora prefiero la soledad. No sé que esperar de esto y, aunque extrañé a Row y tengo unas inmensas ganas de abrazarlo, siento que esta situación solo me hará retroceder los pasos que he avanzado.
Me arrastrará de nuevo a mis miedos. No quiero eso.
Para cuando cierro la puerta y me doy la vuelta, mi hermano está muy entretenido observando mi hogar, evaluándolo. En consecuencia, yo lo evalúo a él. Físicamente, somos muy parecidos. Mismos ojos azules, misma nariz recta, mismo cabello dorado, mismos labios finos y rosados. Recuerdo que siempre señalaban que él era una versión masculina de mi, y yo una versión femenina de él. Aunque, en secundaria, decían que él era mucho más atractivo que yo...
¿Por qué hablo en plural? Andie era la única que decía eso.
Como ven, Rowan y yo somos parecidos en lo físico, pero en personalidad somos como polos opuestos. Él es más seguro, más centrado, más noble, más valiente. En fin, es muchas más cosas que yo. Es un genio para todo lo que tenga que ver con ciencias o números, mientras que yo aún sumo con los dedos en muchas ocaciones. A diferencia de mi, es optimista, agradable, social.
El favorito de la familia. Row siempre estuvo destinado a continuar con el impecable legado de los Lancaster.
¿Yo? Yo siempre fui el caso perdido.
—Al menos ahora sé que mi hermanita tiene un techo en el cual dormir y no está de vagabunda por las calles, hambrienta y helada —dice, mientras se da la vuelta. Andie tiene razón al decir que el tono de mis ojos puede ser frío e intimidante, porque lo compruebo en los de mi hermano —. Claro que yo habría sabido todo eso si hubieras llamado, Evelyn.
—Row, yo...
—Mamá y papá están preocupados ¡Yo ni siquiera aguantaba los nervios por no saber en donde estabas! Fue como si la tierra te hubiera tragado.
—Ojalá lo hubiera hecho —lo digo en un susurro a penas audible. Sé que él me escucha, pero también sé que preferirá ignorar ese comentario.
Él se acerca a mi, es cuando noto que sus ojos están brillosos y resguardando lágrimas. Creo que empezamos a separarnos cuando él se fue a estudiar negocios a Harvard, hace más de cinco años, y luego lo pusieron a cargo de las franquicias familiares en Nueva Jersey. Dejamos de hablar como antes, de buscarnos como lo hacíamos, de apoyarnos. Rowan y yo nos alejamos a un punto en el que ya ni siquiera sé si nuestra relación podrá salvarse y eso me duele.
Me duele saber que él es otra cosa que quizá arruinaron los Lancaster.
—Ni siquiera diste señales de vida, Ev —él pasa una mano por su rostro, creo que intenta contener sus emociones. Yo no soy tan buena en eso, mis ojos ya comienzan a desbordarse en un río de lágrimas —. ¿Qué está pasando contigo? ¿Por qué me estás dejando de lado?
Suelto un suspiro que mi llanto pronto transforma en hipido. Quizá jamás debí alejarlo a él, quizá debí comunicarme y ser sincera con lo que ocurría. Duele ver que él no me odia por mi desaparición, solo estuvo angustiado y asustado. Le he hecho tanto daño a mi hermano...
—¿No se suponía que seriamos Ev y Row hasta el final? —me pregunta, tomando mi barbilla para alzar mi mirada hasta la suya. Ni siquiera noté cuando adherí mis ojos al suelo.
—Así debía ser —digo, tras suspirar —, pero mamá y papá han encontrado mil maneras de separarnos.
—Sabes que, aunque vivo lejos, yo siempre estaré aquí para ti. Eres mi hermanita.
—No me refiero a la distancia física, Rowan. Me refiero a algo más.
Él me mira con fijeza, intentando comprender lo que digo. Se ve como todo un ejecutivo, con su traje hecho a la medida y su cabello bien arreglado. Extraño al Row de rizos alborotados, cuya única preocupación eran los partidos en la escuela y montar caballo con su hermanita. Es doloroso saber que ahora él carga el peso de una empresa tan grande como lo es Lancaster's Coffee. Él es justo lo que mis padres desearon que fuera.
Es exactamente lo que debe ser un Lancaster.
Es por eso que tengo atorada en la garganta toda la verdad. Ya ni siquiera sé si Rowan me comprenderá cuando le diga la razón por la que huí ¿Y si mi hermano ya no está? ¿Y si solo queda este hombre que se parece más a papá que al Row que recuerdo?
—Claro que sé a lo que te refieres —él suspira, sin alejarse de mi. Su mirada de pronto se pierde en un punto más allá de mi, como si intentara contenerse una vez más —. Es mi culpa por dejar que el trabajo fuera más importante que tú. La empresa, las exigencias de papá, las expectativas de mamá...deje que todo eso cortara nuestro lazo.
》Antes éramos tan unidos Ev...No hay un día en el que no te extrañe, y fue mi culpa por conformarme con ese sentimiento en lugar de buscarte. Es mi culpa ocultarle mis sentimientos a todos, cuando a ti no debería ocultarte nada. Contigo no debería ser fuerte, y tu tampoco deberías serlo conmigo. Deberíamos estar unidos y por mi no lo estamos...
Ahora me ve, vuelve sus ojos a mi. Ya no están fríos, solo se ven tan arrepentidos como yo lo estoy. Olvidé cuando fue la última vez que Rowan fue tan sincero con sus sentimientos, pero ahora siento que mi hermano está dejando caer unas barreras que ha venido construyendo desde hace años. Se está mostrando vulnerable ante mi, aunque frente al mundo solo sea un hombre de negocios, frío e impenetrable.
Tomo su mano entre la mía; quizá fue mi error no decirle antes que podía derribar sus muros frente a mi. Quizá todo esto es error de ambos.
—Perdí a mi hermanita —dice, su voz ligeramente entrecortada —. ¿Es muy tarde para recuperarla?
—Nunca será muy tarde para eso, Rowan —le digo, entre lágrimas —. ¿Y es acaso muy tarde para un abrazo?
—Jamás será tarde para eso, tonta.
Él extiende sus brazos y yo ni siquiera lo pienso cuando me lanzo hacia él. Huele a café molido y, aunque yo suelo odiar ese aroma, en él es diferente; aquí, escondida entre su cuello, este olor se siente familiar, el olor que me recuerda a ese lado feliz de mi hogar. Escucho a Rowan suspirar, lo que me indica que debe estar llorando ¿Qué tan destruidos estamos? ¿Qué tan rotos nos han dejado?
El miedo a que Rowan sea igual que mis padres desaparece. De alguna manera, él y yo hemos aprendido a mantener algunas partes de nosotros intactas. No somos lo que nos exigieron ser.
En sus brazos, siento una paz que debí haber sentido hace mucho. Me aferro a él con fuerza y dejo mis lágrimas en su estúpidamente costoso traje. Quiero creer que él me entenderá, que aceptará mis razones para haber huido y que no me juzgará. Tengo miedo de que me rechace, que me juzgue, pero ese miedo no vence a la paz que me trae estar en los brazos de alguien a quien amo tanto.
Tomo un fuerte respiro, Rowan tiene que saber la verdad. Se acabaron las barreras entre mi hermano y yo.
—Huí porque me querían obligar a un matrimonio forzado —digo, e inmediatamente siento que él se tensa.
Poco a poco, va alejándose del abrazo para poder verme a la cara. Su mirada cambió, ahora me mira a los ojos con alerta. Hay sorpresa por instantes, pero se desvanece para convertirse en algo que reconozco como enojo. Su frente se frunce, sus labios se vuelven una línea recta y de su nariz salen respiraciones calmadas que solo indican que está intentando mantenerse al margen.
No esperaba esta reacción, aunque no sé muy bien que significa.
—Dijeron que no lo harían —suelta, entredientes. Creo que eso lo dice más para sí mismo que para mi —. Se supone que tú no tendrías que haber pasado por eso.
Abro mi boca, pero la cierro de inmediato al no saber que decir ¿Así que Rowan estaba al tanto del matrimonio arreglado que planeó mi familia? Por lo que veo, creyó que no ocurriría, pero ocurrió ¿Qué tanto esconde mi familia?
—Evelyn, necesito que me respondas algo —él toma mis mejillas entre sus manos y suaviza su expresión. Ahora se ve genuinamente preocupado —, debes ser sincera con tu respuesta ¿Está bien?
Asiento con la cabeza. Sinceridad es lo único que quiero ahora con mi hermano.
—¿Huiste tan pronto como te enteraste del arreglo o...? —se detiene unos segundos, como si intentara buscar las palabras correctas. Juro que mi corazón podría dejarme sorda ante lo fuerte que suena ahora —. ¿O recibiste algún castigo antes de poder escapar?
De mi boca sale lo que creo que un intento de sollozo que queda ahogado en la impresión. Me hecho hacia atrás, provocando que Rowan me suelte y que mi espalda choque con la puerta. Lo veo, incrédula, pero mi campo de visión se va tornando más y más borroso ante las lágrimas ¿Cómo es que Row sabe esto?
¿Pero qué nos hicieron?
Recuerdo los días de encierro, de inmediato siento que me falta el aire. Me escucho a mi misma gritar, incluso cuando no abro la boca, y sé que son mis recuerdos. Ayuda, auxilio, quiero salir...Estaba desesperada, asustada, sola. Mis piernas me fallan, tal y como aquella vez, y termino en el suelo aún con la espalda pegada a la pared. Rowan se agacha a mi altura justo cuando comienzo a llorar tan fuerte que cada sollozo simula un espasmo.
Me encerraron. Querían moldearme, querían esculpirme a su gusto y solo consiguieron romperme...
Los brazos de Rowan me vuelven a rodear y yo me aferro con fuerza a él. Más dolor se apodera de mi al pensar que a él también debieron lloverle castigos de los que yo no estoy enterada. Es decir, yo solo era la niñita de la familia, el regalo a otros para unir negocios, pero Row se convirtió en el protector del legado familiar ¿Cuántos castigos se necesitan para moldear a alguien así?
Sollozo aún más, tanto que siento que me voy a quedar sin aire. Esos días de soledad me llevaron a escucharme a mi misma, a culparme por todo lo sucedido. Pero hoy, hoy que ya he probado lo que se siente vivir sin estar atada a una vida que no deseas, me doy cuenta de que yo no tengo la culpa de nada; Rowan tampoco. Nuestros padres nos debieron de haber dado amor, pero solo nos dieron exigencias y nos han causado traumas, o al menos a mi.
No sé si algún día pueda perdonarles el hecho de que, si ahora me siento rota, es por ellos. No los odio, pero tampoco puedo decir que amo a mis padres. Yo solo no quiero volver a verlos en mi vida.
—Tranquila, yo sé que duele —me susurra mi hermano, mientras grito lo adolorida que estoy. Él acaricia mi cabello e intenta calmarme con sus palabras. No quiero que me suelte —. Tú no debías vivir esto, Ev. Lo lamento mucho.
Tú tampoco debiste vivir lo que sea que aún no me has dicho, Row.
Y, aunque tengo las palabras muy claras en mi mente, no salen de mi garganta. No puedo consolar a mi hermano cuando yo estoy hecha pedazos.
—Escucha, esto es lo que harémos —él vuelve a tomar mis mejillas, ahora húmedas. Retira algunos mechones de mi cabello antes de dedicarme una sonrisa cálida y comprensiva —, me aseguraré de que mamá y papá no te encuentren por un buen tiempo, ¿está bien? Haré lo posible por protegerte, pero debes saber que tarde o temprano mi ayuda no será suficiente para alejar a nuestros padres. Ellos tienen más poder, y sabes que el poder puede conseguir lo que sea.
》Para entonces, necesito que te mantengas fuerte, Evelyn, porque su castigo será mucho peor que lo que sea que te hayan hecho. Estaré a tu lado en todo momento, hermanita. Ya no me alejes más, no me apartes. Incluso en ese momento, cuando lo único que importe será tu voz y lo que deseas, yo estaré junto a ti apoyándote. Solo permíteme estar a tu lado.
No quería meter a Rowan en esto, no quería darle más problemas, pero Andie tuvo razón una vez en decir que no puedo enfrentar a mis padres completamente sola. Necesito a mi hermano porque sé que él es el único que puede garantizar que los Lancaster no me encuentren pronto y, cuando lo hagan, sé que tendré su apoyo. Él no me dejará caer.
—E...Está bien —digo, temblando —. Está bien, Row. No te quiero lejos...
Asiento con la cabeza y lo dejo seguir con las caricias en mi cabello. Me sostiene con fuerza, pero con cariño. No sé que ocurrirá el día en el que encuentre a mis padres, pero me aterra mi reacción. Es decir, si ahora estoy buscando aire con desesperación entre mis lágrimas, ¿cómo haré cuando vea los turbios y severos ojos de papá?
Me toma unos diez minutos calmarme, en los cuales no me separo de Rowan. Vuelvo a aspirar su aroma, a sentirme segura. Entonces, decido separarme un poco para verlo mejor. Él me sonríe cuando encuentra mi mirada y, aunque mis labios tiemblan un poco al hacerlo, le sonrío de vuelta.
—Entonces...—digo, sorbiendo un poco mi nariz —. ¿A cuántas secretarias has enamorado, hermanito? Porque parece que evolucionaste de putito de secundaria a puto de primera clase.
Él ríe y niega con su cabeza. Sus ojos se achican tal y como recuerdo que hacía cada vez que reía.
—Y ahí está la Evelyn que recuerdo —me dice, limpiando mis mejillas llenas de lágrimas —. Te extrañe.
—Y yo a tí, Row. Como no tienes idea.
Lo abrazo por un tiempo más y se siente tan correcto tener esta cercanía con alguien de mi familia. No importa que tanto intente hacerme la fuerte, sé que aún no lo soy y que parte de mi debilidad se debe a personas con las que comparto lazos de sangre. A pesar de eso, tengo a Rowan, y elijo creer que es la excepción entre mis familiares.
Sin importar que tan dañada esté la palabra familia para mi, no pienso dejar que la palabra hermano pierda su valor.
Aún abrazados, escucho el sónido de la cerradura justo detrás de nosotros. Antes de que podamos reaccionar, la puerta se abre y, por estar apoyados en ella, caemos de espaldas al suelo. Lo próximo que sé es que miro todo desde abajo; y por todo, me refiero a las miradas sorprendidas de mis dos compañeros de piso.
—Hola —digo, con una ligera sonrisa. Mis ojos deben estar hinchados por llorar, seguro que me veo como un desastre, pero aún así actuo natural...como si estar en el suelo junto a mi hermano fuera lo más normal del mundo —. Llegaron rápido.
—¡¿Rowan?!
Mierda, olvide el importante detalle de mi amiga odiando a mi hermano.
—Andie...—los ojos de mi hermano se abren más de lo normal ante la sorpresa. Él parece anonado.
Bien, esto podría ponerse interesante.
Rowan se pone de pie a toda velocidad y, aún desde el suelo, no me pierdo la manera en la que examina a Andie con sus ojos azules. Claro, mi mejor amiga ha cambiado mucho desde la secundaria. Es decir, antes era hermosa, pero ahora es simplemente deslumbrante. Tiene unos jeans oscuros que esculpen sus piernas y esa camisa de mangas largas con un escote que deja poco a la imaginación. Finjo ignorar la forma en la que la mirada de mi hermano se pierde en las curvas sutiles de mi amiga y me enfoco en su reacción. Su boca está entreabierta, creo que no puede dar crédito a lo que ve.
Para ser alguien que oculta sus sentimientos al mundo, parece que los muros de Rowan Everick Lancaster se derriban al tener frente a él a Andie Kat Montgomery.
—¡¿Se puede saber que mierdas haces aquí?! —exclama Andie, acercándose a él. Coloca un dedo en su pecho y lo echa hacia atrás. Él está tan sorprendido que de hecho ella consigue empujarlo.
Parece que mi mejor amiga decide saltarse la sorpresa e ir directo a la parte en la que quiere arrancarle los ojos. Bien, este es mi momento para intervenir.
—Me encontró —digo, colocándome de pie. En un breve instante, consigo la mirada de Grayson, quien no tiene idea de lo que ocurre. Luego, vuelvo a Andie —. Pero estamos bien, lo arreglamos. Él vino por mi, solo por eso.
Los ojos de Andie se fijan en los míos y veo que está teniendo un mal rato intentando calmarse. Sus mejillas están muy rojas, casi del color del cabello de Grayson y eso es decir demasiado. Me esfuerzo por descifrar si lo que hay en su mirada es enojo, miedo o...dolor.
Pero no logro descifrarlo, mucho menos cuando ella aparta su mirada y la dirige a mi hermano.
—Creí que estabas en Nueva Jersey —le dice, cruzándose de brazos.
Veo que mi hermano sigue ese movimiento, pero sacude la cabeza para concentrarse. Toma un respiro y su rostro pasa de verse sorprendido a estar increíblemente serio. Con sus manos en los bolsillos de su pantalón parece un hombre indescifrable, inaccesible...No parece Rowan.
Es entonces cuando descubro que mi hermano elige con quien puede ser él mismo, y Andie no entra en esa selección. Algo me dice que la aleja por orgullo. Pero, ¿por qué? Desconozco qué los llevó a este odio, a esta situación tan incómoda en la que Grayson y yo hacemos un mal tercio. No conozco su historia, solo pequeñas partes que me dan muy pocas pistas sobre lo que pudo ocurrir.
—Veo que todavía no quieres saber de mi, Montgomery —habla Rowan, con un tono serio y pausado. Andie se endereza, dispuesta a no mostrarse menos ante él. No puedo evitar notar que ambos lucen a la defensiva.
—Te dejé eso muy claro la última vez que nos vimos, Rowan. Debiste mudarte a la luna, Nueva Jersey está demasiado cerca.
Rowan traga saliva al tiempo en el que Grayson camina hasta llegar a mi lado. Ambos nos vemos perdidos, ajenos a todo lo que está sucediendo. Ellos están en su momento, su pelea de miradas que facilmente podrían ser cuchillos. Tras unos segundos de silencio, mi hermano me mira a mi.
—Me mudaré a Manhattan —suelta, logrando que los ojos de mi amiga se abran mucho más; y eso que ella tiene los ojos grandes. Incluso yo siento sorpresa —. Quieren que maneje las franquicias aquí, así que regreso. Planeaba decírtelo, Ev. Quizá esto también sea de ayuda para alejar a mamá y a papá de ti.
—A mi solo me alegra tenerte cerca —le sonrío, aunque sé que Andie piensa diferente —. ¿Cuándo te mudas?
—Hoy mismo.
Él me sonríe, pero luego voltea a ver a mi gata de una forma retadora. Me asusta un poco ver a mi hermano ser así, pero no encuentro las fuerzas para detenerlo. Así que él habla y siento que al hablar dispara balas hacia Andie, pero no sé porque sus palabras podrían resultar dolorosas para mi amiga.
—Y, en una semana, Hillary se mudará conmigo.
Hillary Emilia Morris es hija de uno de los socios más importantes de papá, además de ser la novia de mi hermano desde que ambos se graduaron de secundaria. Es agradable, un tanto pomposa, pero soportable.
Noto que Andie aprieta sus dientes y aparta la mirada al escuchar ese nombre. El conflicto entre ellos es mucho más grande de lo que imaginé.
—Veo que sigues siendo el perrito faldero de Hill —refunfuña mi amiga —. ¿O te ha aflojado un poco la correa por ser un chico bueno que siempre sigue sus ordenes?
—Y yo supongo que no has cambiado tus viejos hábitos —mi hermano se acerca a ella y le da una sonrisa retadora —. Dime, ¿cuántos idiotas ves a la semana?
—Grandísimo hijo de...
—¡Mi madre! ¡Es hijo de mi madre y de mi padre también! —intervengo, colocándome entre ambos. Los miro, primero a mi hermano, luego a mi amiga ¿Por qué se comportan como niños cuando están juntos? —. Gata, recuerda que él es mi hermano. Y Row, recuerda que ella es mi mejor amiga. Veo que se odian, no sé porqué, pero al menos intenten no insultarse de esa manera; no frente a mi.
Andie suspira. Me observa y, definitivamente, es dolor lo que hay en su mirada.
—No lo malinterpretes, Lyn. Me alegra que tú y él se hayan arreglado —me dice, con una sonrisa triste —. Pero yo no puedo perdonarlo. No creo que alguna vez pueda hacerlo.
—Por favor, Montgomery. Han pasado años —mi hermano parece rodar los ojos.
—Pero tú sigues siendo el mismo imbécil. Cuida de tu hermana, dale el amor que ella merece, pero a mi no me busques. Tienes suerte de que no te haya arrancado los ojos, pero la suerte no te va a durar por siempre. Tú me heriste, pero ya no soy la niña que dejaste atrás.
》Ahora si me hieren, yo hiero devuelta y con más fuerza. No quieres conocer a la Andie que soy hoy, y yo no quiero conocerte otra vez, Rowan Everick Lancaster.
Sin añadir algo más, y dejándome completamente sorprendida, ella se da la vuelta y vuelve a salir del departamento. Miro a Grayson, quien está igual de perdido y anonado que yo. Bastan unos segundos en los que intercambiamos miradas para que Gray decida seguir a Andie, dejándome a solas con mi hermano.
Rowan suspira, y es un suspiro que reconozco como uno adolorido ¿Le dolió encontrarse a Andie, o sus palabras? Lo observo con fijeza, intentando comprender algo que parece imposible de entender. La tensión aún se percibe en el ambiente, pero me acerco a Row y coloco una mano en su hombro, logrando que me vea en lugar de ver el lugar en el que gata desapareció.
—¿Pero qué fue lo que pasó entre ustedes, Row? —le pregunto, porque no me creo el hecho de que dos de las personas que más amo se hagan sufrir de esta forma y yo no sepa la razón.
—Es una larga historia —él vuelve a suspirar —, una que es mejor que no sepas.
Él cambia de tema, intentando hablar de su mudanza aún cuando sé que sigue pensando en Andie ¿Algún día conoceré la historia que une y al mismo tiempo separa a mi hermano y a mi mejor amiga? No creo que sea pronto, por más que me da muchísima curiosidad saber qué los llevó a este momento. Aún así, la forma en la que Row actuó y como ahora desvía su vista a la puerta de vez en cuando, como si esperara verla volver por donde se fue, me hace pensar que quizá Rowan no volvió únicamente por mi.
Quizá hay una historia de amor que tiene pendiente...
*♡*
En cursiva y paréntesis frases del libro El Gran Gatsby escrito por F. Scott Fitzgerald y publicado en 1925. Es una novela trágica, se circunscribe dentro del género de ficción histórica, pero contiene elementos de romance debido a la historia de amor de Jay Gatsby y Daisy Buchanan.
...
Y con este capítulo les presento a Rowan Everick Lancaster, el hermano de Ev y ex novio de Andie. En el anterior conocieron a Tessa y, como ven, cada vez hay más y más personas involucrados en esta historia ¿Qué les parece hasta ahora?
Una vez más, muchísimas gracias por leer ♡
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