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10

Capítulo 10:

*♡*

Amo el olor a libros, me trae cierta paz. Quizá se deba a que los momentos más tranquilos de mi vida los he pasado con un libro en mis manos, leyendo para escapar de una realidad demasiado...fuerte. Los mundos hechos de letras siempre han sido más fáciles, más interesantes y llevaderos. Eso sin mencionar que el olor a un libro nuevo es mucho mejor que la mezcla de olores en las calles de Nueva York.

Un libro huele a seguridad, las calles huelen a basura y a otros aromas que jamás me molesto en descifrar.

Así que aquí estoy, sentada frente a la puerta de mi departamento con el libro de Pablo Neruda en mi pecho, donde su aroma puede escalar fácilmente a mis fosas nasales. Luego de mi...digase cita con Lowen Hayes, tuve que volver a la biblioteca y fingir que nada de lo que ocurrió en esas dos horas me afectó; fingir que no le confesé secretos que ni mi mejor amiga sabe, fingir que no conocí una parte de él que no le pedí que me mostrara, fingir que no nos expusimos el uno frente al otro como jamás lo habíamos hecho, fingir que no lo besé...

Eso último fue lo más complicado, sobre todo con el recuerdo de sus labios tan fresco y mi estúpida huida convirtiéndose en un hecho más y más vergonzoso con el tiempo. La verdad, ni siquiera sé porque lo hice. Supongo que estaba desesperada por sentir algo más que dolor. Pero, ¿por qué un beso? ¿Por qué Evelyn Rose?

Y lo más importante de todo, ¿por qué huí después?

En las películas, besar a alguien y decir una frase épica mientras te largas se ve bien, hasta le añade sabor a la trama. En los libros también tiene cierto sentido, le agrega drama a un amor incipido. Pero, ¿en la vida real? Solo se ve estupido. Revovino al momento en el que le dije que estaba en otro capítulo de la historia por la ventana del taxi y luego me largué. Sí, sin duda se ve cada vez más vergonzoso en mi mente. Golpeo mi cabeza con el libro en mis manos, reprochándome por ser tan idiota, claro que mi castigo solo me recuerda que robé otra historia de la biblioteca.

No aciertas ni una el día de hoy, Evelyn.

Suspiro e intento concentrarme que estoy aquí por otra razón. Veo las escaleras, esperando encontrarme con el rostro de mi mejor amiga tarde o temprano. Le dije a Lowen que hablaría con ella, que me disculparía, y eso haré. He perdido mucho en mi vida, no puedo perder a Andie también. No permitiré que peleas que involucran a mi familia me separen de la única persona en la que puedo confiar ahora.

Siento que está tardando mucho, pero sin un reloj no puedo estar segura y la verdad no quiero ver mi teléfono. Prefiero que los segundos pasen por sobre mi, aunque eso significa que me este ahogando en la culpa por pelear con Andie, en los recuerdos de mi hermano en la llamada que me hizo, en  la sensación de los labios de Lowen sobre los míos...Cierro mis ojos y apoyo mi espalda entera en la puerta, creo que se me escapa un suspiro.

¡Como me gustaría poder silenciar a mi mente! Pero no, la condenada es terca y decide recordar y recordar solo para hacerme sentir peor de lo que ya me siento ¡Mi propio subconsciente me traiciona!

—¿Olvidaste tus llaves? —escuchar esa voz me hace abrir los ojos. No me sonríe, solo me mira con cierta culpa en su mirada.

Si ella se ve así, no quiero imaginar como me veo yo.

—No —miento. Si las olvidé, pero eso no es importante ahora —. Te estaba esperando...

—Oh.

Eso es todo lo que dice y me duele un poco ver como se remueve en su lugar, incómoda e insegura ante lo que quiere hacer. Andie no es así, ella jamás duda de sus acciones, pero supongo que como actué la tiene tan alerta. No esperó que me enojara como lo hice, que me arrojara sobre ella a golpearla ni que le dijera lo que le dije. Ni siquiera mi mejor amiga pudo predecir mi reacción y eso me preocupa.

Lowen dijo que a los que huyen siempre los encuentran ¿Cómo actuaré cuando mi familia de conmigo?

—Esto es absurdo, Lyn —dice ella, finalmente —. No quiero que nos tratemos como dos extrañas por una jodida pelea.

—Yo tampoco quiero —digo, y me muevo un poco dejándo un espacio libre a mi lado —. ¿Quieres sentarte a mi lado?

—Pareces una vagabunda.

—Seamos vagabundas juntas.

—Yo soy la cursi, Evelyn Rose Lancaster. No me quites mi papel.

Rio un poco y la observo sentarse a mi lado. Estamos hombro a hombro y, a esta distancia, puedo oler su perfume sencillo. Es una fragancia que a penas se percibe, pero es dulce y agradable. Hoy tiene su cabello recogido en un moño y eso solo hace que su rostro resalte aún más. En serio no entiendo como es que ella no se consigue un novio descente. Merece que alguien aprecie la belleza que es por más que solo una noche.

Desvio mi mirada hacia el frente, justo a la puerta del apartamento que encara al nuestro. Sé que nadie vive ahí desde hace meses y no sé porque pienso en eso justo ahora, quizá es solo mi mente dándome un recordatorio de que es imposible que mis pensamientos lleven un orden lógico. Sacudo mi cabeza para intentar ordenar mis ideas. Las disculpas, Evelyn, no las olvides.

Y me hago caso, porque no esta vez un pensamiento estúpido. Abrazo mas el libro contra mi pecho y respiro para armarme de valor.

—Lamento haberte gritado —digo en voz alta, aunque escucho el eco de mis pensamientos rebotando en mi cabeza —. Y también lamento haberte golpeado.

—Yo lamento haberte halado el cabello —dice, y porque la conozco sé que sus mejillas han de estar muy rojas. Ella es muy orgullosa, las disculpas le cuestan —. Y lamento haberle dado tu número a Rowan...Y recomendarle llamar por un número privado. Debí respetar el hecho de que me confiaste un secreto.

—Si lo hiciste, fue porque te preocupas por mi. Lamento que en medio de mi enojo no pude verlo —suspiro —. No debí decirte que lo hiciste para llamar la atención de mi hermano, ni decir que eras una traidora. Lo siento tanto, Andie. Estuve mal y espero que me perdones porque...extraño a mi gata.

—¡Y yo te extraño a ti, mi aburrida preferida!

Me sorprende tener sus brazos rodeandome de repente, pero no me molesta en lo absoluto. De inmediato, siento el calor del abrazo de mi mejor amiga y me alivio. No sé que habría sido de mí si Andie rechazaba mis disculpas. Estoy empezando a construir mi vida, mi historia, y quiero que mi gata sea parte de ella.

—Dejémos esta absurda pelea en el pasado, ¿está bien? —me dice, fortaleciendo su agarre —. Eres mi mejor amiga en el mundo, Lyn. Odio pelear contigo.

—Yo también lo odio —admito —. Y acepto dejar esta pelea en el pasado.

—Bien —ella se separa de mi y veo que limpia sus lágrimas. Ahí está el lado romanticón de Andie, ese sensible que no puede esconder —. Uf, que alivio saber que ya estamos bien. Estaba enloqueciendo por la culpa y Grayson estaba al borde de ingresarme a un manicomio solo para librarse de mi.

—Yo creo que él piensa que ahora soy muda luego tanto tiempo sin dirigirle la palabra —rio. Luego, me pongo seria y miro hacia el suelo. Hay algo que me preocupa de todo esto —. Oye, gata.

—¿Si?

—¿Crees que Rowan venga a buscarme?

El suspiro que escapa de Andie me dice mucho, pero a la vez no me dice nada. Es de la clase de suspiros que sueltas cuando algo te molesta, o te da miedo, pero se ve tan tranquila en este momento. Sus asombrosos ojos verdes se fijan en la puerta frente a nosotras, yo decido buscar el mismo punto invisible que parece que ella encontró. No lo logro, solo veo madera.

Su brazo se entrelaza al mio y, por instantes, creo que intenta buscar la fuerza que necesita en mi. Andie siempre actua extraño cuando menciono a mi hermano y me sorprende aún no saber por qué. Busco y busco en mi subconsciente, pero no encuentro algo por lo que debería guardarle rencór a Row. Es decir, su relación no terminó bien, ¿pero cuantas relaciones horribles ha tenido Andie desde entonces y aún así no parecen afectarle?

¿Qué pasó entre ella y Rowan para que se ponga así con tan solo mencionarlo?

—Tu hermano no sabe en donde vivo, así que dudo que llegue hasta acá —dice, tras meditarlo por un tiempo —. De todos modos, le advertí que se quedara lejos, que no te buscara. Y si eso no lo detiene, lo amenacé hace años con arrancarle los ojos si volvía a aparecer en mi vida.

—Vaya, que agresiva —digo, y ella gira su cabeza para verme. No sé porque esperé que se riera, que me dijera que era una broma, pero lo cierto es que está muy seria.

Hay odio y dolor en su mirada. Rowan causa esto en ella.

—Créeme, lo último que quiero es a tu hermano cerca, Lyn —me dice, su voz suena más apagada de lo usual —. Cometí el error de dejarlo entrar demasiado en mi vida en el pasado, pero crecí y ya no soy ingenua. Rowan Everick Lancaster no volverá a joderme las cosas.

—¿Qué pasó entre ustedes? ¿Qué te hizo Row?

Conozco a Rowan y sé que es de las personas más nobles y entregadas que deben existir en el planeta tierra. Mi hermano es bueno, es amable, es cariñoso...O al menos así es conmigo, no sé como fue con Andie.

Me parte el corazón ver a mi amiga de esta forma, intentando ocultar una tristeza y arrepentimiento que yo no paso por alto porque la conozco demasiado bien. Conozco a mi hermano, pero quizá no conozco a Rowan Everick Lancaster, ese que fue el novio de mi mejor amiga y la dejó así.

Ella respira profundo y luego me ve. Me dedica un intento de sonrisa, se ve demasiado forzada en sus labios pintados. Aún así, se la devuelvo por simpatía, no porque se la creí.

—Amo contarte mis historias de amor, Lyn —me dice —, pero creo que no debes escuchar la historia que nos une a tu hermano y a mi.

—Pero...

—Tu ves a Row como alguien bueno, incapaz de causar daño ¡Y lo es! ¡Es así con muchos! El Rowan que me enamoró era así...pero si escuchas lo que vivimos, todo lo que me prometió y al final rompió, ya no lo verás como tu dulce y buen hermanito.

》Las personas tenemos dos lados, tu no conoces el lado que yo conozco de Rowan y mejor que sea así. No es un lado que quieras conocer porque te prometo que jamás lo vas a poder olvidar, así sé que él no va a poder olvidar el lado de mí que yo le mostré.

Dios, ahora tengo curiosidad. La historia de Andie y mi hermano tiene demasiados espacios en blanco, o al menos desde mi punto de vida. Sé pedazos, pero creo que solo conozco los pedazos equivocados. Este lado de mi que ama las historias de amor quiere saberlo todo, hasta el más minimo detalle. Pero luego está el lado racional en mi misma (que sorprendentemente si existe), que me dice que debo respetar el silencio de mi amiga.

Es su historia, ella decidirá si contarmela algún día o no.

Eso sí, si me llego a enterar que Rowan le hizo algo imperdonable, golpearé muy fuerte a ese imbécil. A mi gata no la tocan.

Le toma unos segundos recuperar su actitud segura. Alza su barbilla y finge otra sonrisa, fingiré que le creo. Es entonces cuando nota el libro en mis manos y, sin preguntar, lo toma. Ahora, su risa fingida pasa a ser auténtica y parece divertida.

—¿Así que leías mientras me esperabas? —pregunta —. Extrañé poder molestarte con las muertes literarias en tus historias estos últimos días ¿Algún otro personaje ficticio subió al cielo imaginario en mi ausencia?

—Primero que nada, me duele que te burles de muertes que se sienten tan reales. Es cruel de tu parte y solo quiero recordarte que el infierno esta lleno de gente mala, como tu.

—El infierno no me asusta, ¿sabes por qué?

—¿Por...?

—Porque no hay nada mas caliente y perverso que yo.

Rio mientras ella mueve sus cejas de arriba a abajo. Andie puede ser muy romántica e idealista, pero tiene cierta perverción escondida que hace contraste con todo el azúcar que suele mostrar.

—Bueno, gata caliente, no estaba leyendo este libro —le digo, tomándolo de sus manos —. De hecho, lo leyó Lowen.

Sus ojos se abren mucho, al igual que su boca. Que extraño es causar sorpresa en ella, pero parece que comienza a hacerse una costumbre. Quizá estoy evolucionando de aburrida a ligeramente interesante.

Bien por mi.

—Quieres decir que...¿tu príncipe nerd te dejó otra nota? —pregunta, yo ruedo mis ojos.

—No es mi príncipe nerd —digo —. Pero sí, Lowen Hayes volvió a dañar propiedad publica...E hizo otras cosas...

—¿Qué cosas?

—Pues, me encontró llorando en la biblioteca y me sacó de ahí. Comimos galletas y tomamos chocolate caliente.

—¿Una cita?

—Me llevó a Central Park, hacia frío pero era lindo —ignoro su pregunta y sonrío ante el recuerdo —. Me hizo reír con anécdotas suyas de cuando era un niño. Fue muy dulce...

—Sip, fue una cita —rie Andie —. Mi amiga tuvo su segunda cita con su príncipe de los...

—Le conté sobre mi familia.

—¡¿Tú hiciste qué?!

Sus ojos se abren aún más, no sabe como reaccionar. Creo que he evolucionado otra vez: de ligeramente interesante pasé a interesante. Parece que estoy de suerte.

Me planteo por instantes contarle a Andie sobre mis padres y sus castigos, y son segundos de duelo conmigo misma en el que muerdo el interior de mi mejilla y juego con un mechón de mi cabello. El olor del libro llega a mi, pero ya no me tranquiliza. Ahora que tengo mi historia en mente, no hay historia ficticia que me calme.

Decido que no puedo lidiar con la historia dos veces en un mismo día. Estoy agotada de lidiar con mis pensamientos.

—¿Le contaste a Lowen sobre el matrimonio forzado? —pregunta Andie, eso es lo único que ella sabe. Yo suspiro.

Lo siento, amiga, pero hoy no te contaré lo que no sabes.

—Sip. Me desahogue con él —digo, sin mirarla a los ojos —. No me juzgó.

—Menos mal, porque si te juzgaba le iba a mostrar de que esta hecha esta gata —la eschucho decir. Eso me hace sonreír —. Me sorprende que le dijeras, Lyn. Eso es algo muy personal.

—Él también me dijo cosas muy personales.

—Veo que fue una cita intensa...

—Lo besé.

—¡¿Tú...?! ¡¿Qué?!

—Lo besé y luego huí en un taxi.

—¡Oh, maldita mierda!

Merezco un premio por evolucionar tan rápido, en serio. La mandíbula de Andie parece que se quebrará en cualquier momento ante lo abierta que está y ella me mira como si no me reconociera. No la culpo, yo jamás habría hecho algo así. Es decir, huir sí, en eso soy experta ¿Pero besar a Lowen? Solo hay que recordar que hace unos días lo quería lejos para saber la respuesta.

Miro el libro por instantes, me gusta la portada aunque el título es un tanto extraño. Acaricio el lomo pensando en el roce de labios que compartí con Lowen, fue tan corto y mediocre que comienza a distorcionarse en mi memoria. Lo que no cambia son las ganas de repetirlo, de hacerlo más largo, más profundo. Quiero más.

Joder, joder, joder, ¡yo quiero muchísimo más!

—Lo besaste y huiste en un taxi —repite ella, analizando mis palabras. Para mi sorpresa, rie al final —. ¿Lo besaste luego de decirle hace unos días que querías ir lento?

—¡Tú me dijiste que besarlo no estaba mal! —la señalo, ella rie aún más.

—Y no lo está, pero piensa en lo contradictorio que es que alguien te pida distancia y luego te robe un beso ¡Y encima huiste! El pobre debe estar confundido ahora.

Oh, mierda. Andie tiene razón.

En nuestra primera cita, le advertí que estaba yendo demasiado rápido. En nuestra segunda cita, le robé un beso...¡¿Pero que rayos me pasa?! Debe creer que estoy loca, quizá lo estoy. Resoplo y apoyo mi frente en mis rodillas.

No, no soy loca, solo soy una grandísima estúpida.

—Mierda, seguro lo asusté —digo —. Pero quería tanto hacerlo. En un momento, estabamos hablando de lo más normal y, al otro, solo podía concentrarme en su boca y en lo mucho que quería besarlo...

—Tus hormonas deben de estar agradecidas ahora que por fin les permites alborotarse por alguien de carne y hueso y no por un personaje hecho de letras.

—Oh, callate —le digo, ella ríe más fuerte —. Soy una estúpida, seguro lo asuste.

—Lo dudo mucho —levanto la mirada para verla encogerse de hombros. Ya no sé si creerle —. El hombre estaba loco por besarte hace días, no creo que le asuste tu cambio de parecer. Lo confundirá, pero mo creo que lo asustará.

—Ni siquiera fue un buen beso, fue un torpe roce de labios.

—Bueno, esa fue falta tuya. No aprovechaste bien la situación. Si vas a besar a alguien que te gusta, debes hacerlo inolvidable, incluir labios y lengua y, sobre todo, no huir como una cobarde.

—Lowen no me gusta...

—Ajá, y yo no soy ardiente.

—A veces me preocupa tu autoestima, amiga.

—Y a mí a veces me preocupa tu sentido común —ella me sonríe con diversión —. Un chico al que le gustas no se aterra cuando recibe un beso, por más mediocre que este fuera. Quizá pudo intimidarlo un poco tu huida, pero estamos hablando de un príncipe nerd, a los príncipes no les da miedo nada.

—Yo no le gusto...

—Ajá, y yo no soy sexy.

—¡Basta! ¡Regálame un poco de tu confianza!

—No, nena. Consigue la tuya, eso es mil veces mejor.

Fácil de decir, pero difícil de hacer. No sé como reaccionará Lowen después de este "beso", ni mucho menos después de que le confesara que ya estoy en otro capítulo de la historia tras haberle pedido que fueramos despacio. Podría verme como una loca confundida y ya ni siquiera sé porque me importa tanto.

¡Claro que lo sabes, Evelyn! Te importa porque quieres verlo de nuevo, quieres besarlo como se debe y corregir ese patético roce de labios. Es decir, ¿en qué estabas pensando? Debiste hacer de ese beso digno de una historia romántica.

Oh, Dios. Que alguien calle a mi mente.

Por suerte, escucho unos pasos en la escalera y fijo mi atención en ellos, no en mis pensamientos que cada vez se estan volviendo más pasados. Veo una cabellera pelirroja que se me hace familiar y no puedo evitar sonreír cuando Grayson nos observa con cautela. Tiene bolsas de mercado en sus manos y parece un tanto cansado por subir las escaleras, pero está mas concentrado en verificar que no vayamos a matarnos entre nosotras que en recuperar el aire perdido.

Malditos escalones, terminarán matandonos a todos tarde o temprano.

—Calma, bebé Gray —dice Andie, casi riendo al verlo de esa forma —. Las fieras ya solucionaron sus problemas. Somos amigas una vez más.

—Oh, gracias a Dios —suelta él, genuinamente aliviado —. Temía que una matara a la otra mientras dormía.

—Seria poco inteligente, tu habrías delatado a la culpable —digo, encogiéndome de hombros —. En todo caso, te habríamos matado a ti y luego nos habriamos matado entre nosotras.

—Es lindo saber que hablas de nuevo, Ev —su tierna carita de niñito se ve más tierna aún cuando sonríe. Adorable —. Inclusive si las primeras palabras que escucho de ti en días son sobre como matarme, es agradable escucharte.

—Es lindo hablarte, Gray —le sonrío con amabilidad —. Lamento haberte metido en este lío.

—Ustedes son mis amigas, no me gusta verlas pelear, pero entiendo que es algo que sucede a menudo. No me molesta lidiar con sus líos si al final del día vuelven a ser las mismas Ev y Andie que se aman.

—Aw, ternurita —suelta Andie, poniéndose de pie. Palmea la mejilla de Grayson y él se queja —. Provoca encerrarte en una guarderia para garantizar que no crezcas, bebé Gray.

—Así no funcionan las cosas ¡Y no soy un bebé, Andie!

—Cosita linda, eres tierno hasta cuando me gritas.

Me pongo de pie mientras rio al comentario de Andie. Ellos dos tienen una excelente relación, el vivir juntos desde hace tiempo los ha hecho muy amigos. Recuerdo que cuando me mudé le pregunté a Andie si llegó a tener algo con Grayson. Ella se espantó al instante y me dijo: asco, eso seria como enrollarme con mi hermano; soy descarada, pero no estoy a favor del incesto.

Y aunque dijo en broma lo del incesto porque es obvio que no son hermanos de sangre, facilmente podrían pasar como unos a pesar de las diferencias físicas. Se aman como un par de hermanos, y se molestan entre ellos como si compartieran ese lazo. Creo que Gray era la compañia que necesitaba Andie, sobre todo después de lo ocurrido con su hermana. En cuanto a Grayson, se nota que necesita a mi gata, pero no lo conozco lo suficiente para saber porqué.

—Bueno, chicas —dice él, dejando las bolsas en el suelo —. Les confiezo que estoy agotado por esas escaleras infernales ¡Maldición, son espantosas! Y eso que yo hago ejercicio...

—Quizá te hace falta otra clase de ejercicio, Grayson —suelta Andie, moviendo sus cejas de forma picara de nuevo.

—¿Sabes, Andie Kat? Una parte de ti es romántica y cursi, mientras que la otra es sucia y pervertida. Lo sorprendente es que no sé cual me asusta más.

—Ah, eso lo descubrirás con el tiempo, bebé Gray —ella le guiña un ojo y él rueda los suyos —. Dime que esas bolsas de mercado son para que nos prepares algo delicioso, porque muero de hambre.

—Les prepararé algo especial por su reconciliación.

—¡Si! —exclamo, con genuina emoción. Grayson tiene un don en la cocina —. Como amo tu comida.

—Es bueno saber que por algo soy apreciado —me da una leve sonrisa y se hace a un lado para poder abrir la puerta.

Agradezco que él haya abierto, o de lo contrario se habrían enterado que olvidé mis llaves...otra vez.

Tomo mi bolso y el libro y entro después de que entran ellos. Para cuando estoy cerrando la puerta, los escucho hablar sobre unos posibles vecinos mudándose al apartamento de enfrente. La verdad es que no puedo concentrarme del todo en ellos, no cuando estoy pensando en Lowen Hayes y en lo estúpida que fui al dejarlo así como así. Solo espero que no me odie, o que no me vea como una loca...

Es más, ¿quién me garantiza que no lo estoy?

Camino hasta el sillón y me dejo caer en él aún con el libro en mis manos. Otro más a la colección de libros robados, quizá yo iré al infierno y no gata; eso si que me da miedo, porque yo no soy tan ardiente y perversa como ella...

El beso se va haciendo más y más borroso, consecuencia de haber sido tan solo un roce de labios. No debería importarme, pero me importa; y no debería pensar en él, pero lo hago. Abro el libro, sé que no leeré Aleph de Paulo Coehlo porque no es mi estilo, pero podría leer la frase que subrayó y la nota que me dejó unas miles de veces:

"Las lágrimas son palabras que necesitan ser escritas"

Dicen que las chicas lindas no lloran, pero es mentira. Tú no te ves fea cuando lloras, te ves hermosa...Hermosa porque sientes, porque hay tormentas en ti que no puedes esconder. Eres real, Evelyn Rose, no de papel. Puedes llorar y te aseguro que no te vas a romper.

Y esas lágrimas que se corren por tu lindo rostro, cuentan una historia que desconozco ¿Y si la escribes? Creo que veo en ti a una posible escritora, solo traela de vuelta a ti.

Muerdo mi labio mientras mis ojos pasean por las letras. La frase es tan hermosa, su nota se ve tan sincera...y quizá no lo sean, pero me gusta creer que si. Paso mis dedos por sobre las letras con una delicadeza que me impresiona, siento que intento acariciar lo que transmiten sus palabras.

Las lágrimas son palabras que necesitan ser escritas. Me encanta. La gente suele ver a las lágrimas como un rastro de tristeza que se debe limpiar y ya, pero lo cierto es que dejan huella. Los mejores escritores tuvieron vidas trágicas, llenas de lágrimas. Ellos no las limpiaron, solo las volvieron arte en forma de letras.

Eso me lleva a pensar en la historia que inicie, esa locura que me lleva a pasatiempos que en el pasado me trajeron tantos problemas. Tragó saliva, esperando deshacerme del nudo en mi garganta pero es obvio que no funciona. Escribir se sintió tan increíble, como algo que me pertenecía más allá de mi cuerpo. Se sintió parte de mi alma. Pero, al mismo tiempo, tengo estas dudas que me vienen persiguiendo desde hace años.

Mamá y papá decían que escribir era un error, que no me llevaría a nada ¿Y si tenían razón? ¿Y si mis lágrimas no sirven para contar una historia? Pero leo la nota de Lowen una vez más, lo hago hasta que siento las esquinas de mis labios elevarse.

Creo que veo en ti a una posible escritora, traéla de vuelta a ti.

Eso dijo, y parece que mi obstinada mente hoy decide hacerle caso a Lowen Hayes.

—Llámenme cuando la comida este lista —digo, poniéndome de pie. Andie y Gray me miran desde nuestra cocina —. Estaré en mi habitación.

—¿Qué vas a hacer? —me pregunta Grayson, sacando cosas de las bolsas que trajo.

—Tengo que escribir algo...

Dios, no puedo creer que vaya a hacer esto.

La última vez que escribí una historia, esta terminó rota en el suelo de mi habitación. Dolió, quebró mi corazón en pedazos. Pero ya no estoy en la mansión de mi familia, ya no estoy encerrada en los limites de los Lancaster. Puedo escribir mi propia historia.

Puedo ser libre.

Con mi laptop en mis manos, abro el documento que empecé el otro día. Tan pronto como mis dedos tocan el teclado, siento como todo se aleja de mi. No pienso en los libros robados, ni en mi familia buscandome, ni en la comida de Gray...

Pienso en un beso y en lágrimas que podrían ser una excelente historia.

—Muy bien, Evelyn Rose —digo. Y sí, estoy hablando sola —. Escribamos esta novela, ¿te parece?

Y es como si mi mente me respondiera, porque automáticamente me desconecta del mundo real. El beso se transforma en letras, mis lágrimas en emociones plasmadas en palabras, y el olor a libros en un desenlace que me indica que la tranquilidad esta al borde de irse...

Pero creo que no la extrañaré.

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