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Capítulo uno:
*♡*
Amo las historias de amor, por más redundante que eso suene.
Amo leer sobre caballeros valientes, sobre personas problemáticas que encuentran un rumbo gracias al amor y sobre amores tan imposibles que se vuelven posibles. Esos personajes que provocan suspiros con diálogos inolvidables son mi delirio y los besos puestos en oraciones llenas de metáforas deleitan mi alma.
Amo esos cuentos que inician con un Érase una vez y terminan con un Y vivieron felices para siempre. Amo todo eso...Siempre y cuando este en un libro.
Mi historia no inicio con un Érase una vez, inicio como la de todos: en un hospital, llena de sangre y con los pulmones desgastados de tanto llorar porque eso es lo que los recién nacidos hacen. No conseguí al amor de mi vida mediante algún acto de magia, ni por casualidad, ni porque me rechazó al inicio en algún baile y luego se dio cuenta de que era la indicada. De hecho, no lo he conseguido y dudo que exista. Amo el amor en los libros, pero la verdad es que la realidad es muy distinta a eso.
Amar en la vida real significa abandonar algo que he estado buscando por aproximadamente un año y medio: tranquilidad. Sentir algo por alguien que esta hecho de carne y hueso y no de letras implica mezclar la intensidad de un sentimiento tan complejo como el amor con la intensidad de la vida real. Esa suma de intensidades te lleva a resultados tan terribles como infidelidad, desamor o peor, un corazón roto.
Así como mi historia y la de todos no inicio con un Érase una vez, sé que las probabilidades de que termine con un Y vivieron felices para siempre son casi nulas. Para empezar, en la vida real no puedes usar la palabra "fin" con la palabra "siempre" en una misma oración. Esa contradicción es obra de la literatura, pero aqui los finales son finales y ya.
No hay un siempre, ni siquiera está la palabra "fin" al final. Solo hay nada, un punto invisible marcando lo que todos prefieren ignorar.
Amar significa arriesgarse a que ese punto invicible llegue aún más pronto y con mucho más dolor de por medio. Aquí querer no se trata de ser los protagonistas de una linda historia con tiernas miradas y propuestas cursis. En la realidad, querer no es más que convertirte en un personaje igual que los otros cientos que hay en el mundo, pero con la inquietud de tener a tu corazón pendiendo de un hilo al que pueden cortar en cualquier momento.
Es por eso que yo, Evelyn Rose Lancaster, prefiero la tranquilidad de la sencilla vida que me he esforzado en construir: levantarse cada mañana a las 7:00am, ir al trabajo, volver a casa, comer, dormir, todo eso mientras inhalo oxígeno y exhalo dióxido de carbono. La única dosis de amor que necesito esta en los libros y en películas; la única ración de excepcionalidad la dejé atrás porque me estaba matando.
Me convertí en el extra de mi propia vida y estoy bien con eso ¡Estoy más que bien! Pero, al parecer, sus ojos oscuros y profundos piensan arruinar la sencillez por la que tanto he peleado. Como me gustaría alejarme de lo que parece ser una trampa disfrazada en una mirada pero, ¡Dios! No puedo hacerlo.
Tengo la sensación de que he quedado atrapada en una historia que solo me gustaría leer, pero no protagonizar.
— Por favor, Evelyn Rose —me ruega —, enamórate de mí.
No, no me quedo sin aire como dirían en alguna novela romántica. Tampoco tengo mariposas revoloteando en el estómago y si mi corazón palpita rápido es solo porque estoy demasiado sorprendida. Quizá debería ponerlos en contexto, explicar un poco esta situación. Verán, tengo ante mi a Lowen Hayes Regnault, un hombre al que solo he visto tres veces en mi vida...
Está pidiendo que me enamore de él.
Está rogando porque escriba una historia de amor en el que los protagonistas seamos los dos.
Y yo solo soy un extra...
—¿Q...Qué? —me escucho tartamudear. Como me habría gustado fingir que no me descolocó su petición, pero creo que ni la más grande actriz habría podido cumplir un papel así.
—Te pido que te enamores de mi, Evelyn —repite y yo odio haber escuchado bien desde el primer momento.
¿Por qué está ocurriendo esto? ¡¿Qué está pasando?!
A ver, a ver, lo primero que debes hacer es respirar, Evelyn Rose. No pierdas la calma y aclara tus ideas. Conociste a este sujeto el lunes, ¿o fue el martes? Dado a que hoy es jueves, tuvo que haber sido el lunes...Sí, sí, ese día fue en el que él entró a la biblioteca, te vio en el escritorio y quedó sorprendido al darse cuenta de que la bibliotecaria no era una mujer en sus años dorados con olor a perfume viejo. Tu también quedaste sorprendida, ya no hay casi clientes nuevos por aqui, menos como él. Pediste su nombre para el registro, te pareció lindo.
Se llevó un libro de Charles Dickens.
Luego, lo viste el martes. Notaste que iba vestido con unos jeans gruesos y un abrigo que te parecio lógico debido al frío de estos días y, aunque traía un gorro de lana, sus rizos castaños no pasaron desapercibidos. Descubriste la intensidad de su mirada, y que sus ojos son de un marrón tan intenso que podría hacerse pasar por negro sin problema. Ese día hablaste con él sobre los libros en la sección de romance clásico. Le gusta la literatura, igual que a ti. Hablaron por horas hasta que te preguntó tu nombre.
Te dijo que era el nombre más bonito que había escuchado, tu le dijiste que tu mamá se lo robó a tu abuela paterna. Nunca fuiste buena para los cumplidos, Evelyn.
Ese día, te dedicó una linda sonrisa y se llevó un libro de Victor Hugo.
El miércoles también lo viste y, como la estúpida que puedes llegar a ser, te emocionaste. No fue porque sintieras algo por él, aunque admitiste que era bastante atractivo. Más bien fue por el hecho de que se podría repitir la charla del día anterior, y tu amas hablar sobre libros. Te adentraste al mismo pasillo de él, no porque querías, sino porque debías llevar una pila de ejemplares a sus lugares (pero en el fondo sabes que si querías chocarte con él). Lo saludaste con demasiado entusiasmo para tu gusto, él volteó y no se vió como los otros dos días.
Su cabello iba despeinado, sus ojos oscuros hinchados y llorosos, sus mejillas sonrojadas y su linda sonrisa ausente. Pensaste en preguntar, no lo hiciste. De igual manera, él te lo dijo:
"Me voy a morir, Evelyn Rose"
Y tu te quedaste en shock. Él te explico que tenía una enfermedad que le redujo su tiempo de vida a tan solo un año. No te dio especificaciones, tampoco fue que habló con mucha claridad. En poco tiempo, soltó maldiciones, lloró un poco, rio ante la impotencia y se desahogo ¿Tú que hiciste? Nada.
¿Y qué ibas a hacer? Eran y son dos extraños. No puedes consolar a alguien que no ha muerto aún, y tampoco sentir mucha lástima por él cuando a penas lo conoces. Te quedaste con una sensación extraña, horrible. Fue una sensación de estar presente y ausente al mismo tiempo, hasta que él fijó sus ojos llorosos en los tuyos. En ese momento, te diste cuenta de que él esperaba que dijeras algo, lo que sea. Tú no hablaste.
Esa vez, se llevó un libro de Charlotte Brontë.
Bien, ahora es momento de que vuelvas a la realidad y dejes de hablar contigo misma, Evelyn Rose. Lo tienes frente a ti, con el mismo libro en sus manos y una mirada suplicante que intenta alejarte de tu papel de extra...Lo tengo frente a mi, pidiendo que me enamore ¿Soy yo, o aquí hay algo que no tiene sentido alguno? Se siente como una historia absurda, con cabos sueltos y confusa. Entiendo como ocurrió lo anterior, pero no entiendo como llegamos a este momento.
La trama de esta jodida historia no tiene sentido.
—¿Evelyn Rose? —cuestiona. Hoy tiene un rastro de barba que no tenia los días anteriores y unas ojeras que no estaban antes —. ¿Me estás escuchando?
Parpadeo un par de veces. Escucho, pero no entiendo.
—Siento que esta es una especie de broma —suelto, evitando lo más posible su mirada —. ¿Es acaso este uno de esos programas en los que hacen bromas a personas corrientes como yo? Si es así, dejame decirte que los odio. Saca tus cámaras escondidas y vete, tu chistesito no da risa.
—No hay cámaras.
—¿Y chiste?
—Yo no veo a alguien riéndose, ¿o sí?
Él alza una de las esquinas de sus labios intentando aligerar el ambiente con su nada divertido comentario. No lo hace. Carraspea un poco, se le ve ligeramente nervioso. Aún así, no se le nota apenado, o arrepentido ante su propuesta. Él habla muy en serio.
—No hay chiste, tampoco cámara y mucho menos bromas —dice con lentitud, como si me estuviera explicando algo muy complicado para mi entendimiento —. Mi propuesta va en serio, Evelyn Rose: Enamórate de mi.
—Yo...Es que...—respiro en medio de mi tartamudeo, odio no tener idea de qué responder —. ¿Por qué? ¿Por qué me pides que lo haga?
Él toma una larga respiración, como si necesitara aire para expulsar la respuesta a mis preguntas. Lleva momentáneamente sus ojos hasta la carátula del libro, luego los vuelve a subir a mi. Juro que he visto noches menos oscuras que esa mirada.
— Te dije que me queda poco tiempo, un año con suerte —dice. Me sorprende su calma al hablar de algo tan fuerte como su propia muerte.
— Si, lo hiciste —respondo, aunque no fue una pregunta —. ¿Explícame, qué tiene que ver eso con enamorarme de ti?
— Evelyn, he leído cada libro de romance clásico que existe. Desde Elizabeth Bennet y Darcy, hasta Romeo y Julieta. Los conozco todos. Sin embargo, nunca he tenido la oportunidad de vivirlo y, ahora que sé que moriré, quiero tener esa experiencia...
—¿Sabes que el final de Romeo y Julieta es la muerte, verdad?
—¿Acaso ese no es el final de todos?
—No es a lo que me refiero...
—Lo sé, sé a lo que te refieres. Ellos mueren por amor, yo no te estoy pidiendo eso. Lo que te pido es lo contrario, que vivas los instantes que me quedan junto a mi y que lo hagas por amor. No quiero que seas Julieta porque yo no quiero ser Romeo. Solo quiero saber qué se siente eso de tener...a alguien.
Joder, suena tan solo...Y, aunque noto cierta tristeza en su tono de voz, no la expresa en su rostro. Su semblante es calmado, cosa que me está frustrando. Se supone que el que debería estar incómodo con esta petición es él, no yo, pero resulta que está pasando todo lo contrario. Mientras que a mi me sudan las manos y quiero que me trague la tierra, él parece inspeccionarme con dedicación. Resulta tan extraño ser el centro de atención.
—¿Tienes idea de lo loco que suena todo esto? —la pregunta sale de mis labios porque en serio siento que me estoy perdiendo de algo —. Lowen, tú y yo no nos conocemos ¡Solo nos hemos visto otras tres veces en la vida! ¿Y me pides esto? No es tan fácil como esas historias que has leído, ¿sabes?
—Lo sé, y sé que suena loco —asegura él y es la única señal que me demuestra que esta aunque sea un poco cuerdo —. Pero, ¿qué no suena loco e imposible cuando tienes poco tiempo?
—¿Por qué yo? —suelto, y sé que sueno indignada porque jodidamente lo estoy —. ¿Por qué quieres que yo sea la protagonista de esta locura?
Él no responde, sus labios se vuelven una línea perfecta que resulta ser la carcel de las respuestas que quiero escuchar. No lo entiendo, juro que intento pero no lo hago. Estoy aturdida y me encuentro luchando contra la intensidad de sus ojos, su suplica silenciosa que intenta arrastrarme a lo que sea que sea esto. Veo que el no piensa responder mi duda, así que hago algo sensato: respirar hondo y pedirle a la Evelyn ligeramente inteligente que aparezca.
No es sensato pedirle a una extraña que se enamore de ti de la nada solo por tener poco tiempo de vida, tampoco lo es enamorarse de un extraño solo porque él te lo pida. No es sensato creer que una persona es la indicada para enamorarse tras solo verla tres veces en las que a penas intercambiamos palabras, y definitivamente no es sensato que Lowen Hayes quiera vivir una historia de amor como en los cuentos cuando en la realidad no existen finales hermosos.
Existen finales que duelen, que yo no quiero vivir.
Así que llego a la conclusión de que Lowen Hayes es menos sensato que yo, que tengo razón y que es absurdo esto que me pide ¿Quién es él para decirme que debo enamorarme? ¿Acaso se cree que tiene control sobre mis sentimientos? Admito que me da cierta lastima su situación, pero yo jamás he sido de las chicas que se sienten cómodas permitiendo que otros tomen sus decisiones. Lo lamento mucho por Lowen, pero eligio a la mujer equivocada para esto.
Debió buscar a alguna mujer que cumpliera con los estereotipos de las protagonistas: la chica perfecta, la chica rebelde, la chica demasiado buena...Hay tantos, pero yo no encajo en ninguno. Soy mucho de todo, poco de mucho. Soy una mezcla que no sirve como estrella.
Así que lo observo e intento no sentirme mal por esa mirada. No sé de que está muriendo, pero me obligo a no pensar en eso cuando me animo a decirle lo que opino.
—De verdad quiero intentar lo de el rechazo suave contigo, decir algo como: "sé que eres un buen chico, pero...". Pareces de la clase de persona que merece esa clase de rechazo —le digo —. Sin embargo, estoy tan confundida y molesta por tus palabras que sé que no conseguiré lo que quiero. Tengo unas ganas inmensas de mandarte a ti y a tu propuesta a la mismisima mierda, Lowen Hayes.
—Evelyn Rose...
—No sé lo que viste en mi para creer que aceptaría, tampoco quiero saberlo. Escogiste a la extraña equivocada para pedirle que sea tu novia, y lamento informarte que tambien elegiste la realidad erronea para querer vivir una historia de amor como las que has leido. Nada de eso existe, son solo malditas letras hechas ilusiones para atraer a lectores ¡Solo eso!
》Ahora, si me disculpas, estoy en el trabajo ¡Hazme un favor y lárgarte de aquí con tu absurda idea! Pídele a otra que sea tu protagonista y a mí déjame trabajar.
Soy consciente de que alzo mi voz y por eso algunas personas me "shushean", pero no me importa. Siento la necesidad de que este tipo se largue, que me deje con mi vida tranquila y en paz. Sus ojos siguen fijos en los mios, parecen examinarme. Lucho contra un escalofrío, resulta extraño sentirme tan vulnerable frente a alguien y al mismo tiempo tan decidida. Le dije que se fuera a la mierda, le dije a la cara todo lo que pensaba sobre su absurda idea; eso me da cierto poder.
Es su jodida mirada la qhe me quita toda la fuerza, la que me hace sentir expuesta en todo sentido. Acabo de descubrir que sus ojos no solo son profundos y oscuros, pueden ser bastante fríos. Lo quiero lejos.
Sonríe de lado y corta el contacto visual, siento que respiro de nuevo. Ahora, su mirada esta fija en el libro. Yo lo bajo hasta el mismo punto: Jane Eyre de Charlotte Brontë. Si no estuviera tan molesta con este hombre, no me costaría admitir que tiene buen gusto en cuanto a literatura refiere. Leí ese libro hace años, fue uno de los primeros clásicos que llegó a mis manos y una de las razones por las que empecé a interesarme en el romance como género.
Todavía recuerdo que amé descubrir la trágica vida de Jane, la protagonista, a través de las palabras de la autora. Fue descubrir un alma diferente en una sociedad con estándares muy fuertes e ideas demasiado clasistas. Además, cuando se fueron añadiendo esos detalles clásicos de un amor imposible, pero puro y poderoso, quedé enamorada. Me pareció una joya hecha libro, todavía me lo parece.
—Entiendo tus preocupaciones, Evelyn Rose. Solo te advierto que no me rindo con facilidad —dice él, regresandome de nuevo a esta realidad que no me gusta en lo absoluto. Luego, señala el libro —. Las hermanas Brontë son increíbles, están entre mis autoras favoritas. Jane Eyre es un tesoro de la literatura, no tardé demasiado en leerlo.
Lo arrastra hacia mi y extiende su sonrisa. No me gusta que tenga esa confianza en su voz luego de que lo rechacé, es como si no creyera que este es el final de la historia.
—Llámame si cambias de opinión. Hasta luego, Evelyn Rose.
Lo veo alejarse y debería sentir alivio, pero la verdad es que mi corazón palpita a una velocidad que no considero sana. Bien, me libre de él ¡He recuperado la normalidad en mi vida! ¡Es una victoria personal!...¿no?
Suspiro, pues sé perfectamente bien que no mintió al decir que no se rindiría. No importa si vuelve, yo seguiré negándome. Tras años de personas sofocándome en una vida demasiado extravagante e intranquila, lo que menos quiero es que un sujeto me adentre en una vida más intranquila todavía. Que insista, no cambiaré de opinión.
El breve pensamiento de que no hubiera podido llamarlo, aunque quisiera, porque no tengo su teléfono llega a mi mente. Como sea, eso se esfuma en el instante en el que tomo el libro y veo que tiene la esquina de una hoja doblada ¿Por qué maltratan a los libros de esta forma? Esto es propiedad pública, ¡no puede dañarlo como si fuera suyo! Eso solo hace que mi enojo hacia Lowen aumente. En serio detesto que dañen una buena historia.
Abro el libro en la página que está doblada con la única intención de arreglarlo. Para mi sorpresa, eso es lo último que termino haciendo. Lo primero que noto es que uno de los diálogos está subrayado a lápiz (¡gracias al cielo no es resaltador o algo permanente porque ahí si que haría sufrir al miserable!). Y, aunque lo evito, termino por leerlo:
"A tí, ser extraño, casi ajeno a este mundo, te amo más que a mi mismo."[1]
Luego, más abajo de ese diálogo, consigo una nota al borde de la página, también escrita en lápiz. Sin darme cuenta, comienzo a leer:
"No estoy diciendo que te amo, porque no lo hago. Solo digo que es fácil sentir algo por alguien al que no conoces del todo. Hay cierto encanto en una persona que solo te ha permitido conocer lo mas mínimo de ella, cierto magnetismo en la forma en la que sus miedos, errores e incluso alegrías se mantienen en secreto ¿Y cómo crece ese encanto? En los personajes de historias como esta es a medida que se van conociendo, y aún así siempre recuerdan que iniciaron como desconocidos.
¿No sería lindo que tu y yo vivamos algo así? ¿Iniciar como extraños y terminar como algo más?
Sé que puedes tener dudas, que lo que te propongo suena loco e imposible. Hoy somos extraños y me agrada la idea de que mañana seamos algo más.Yo no tengo nada que perder y, amablemente te quiero preguntar: ¿tú tienes algo que perder, Evelyn Rose?"
Al final de la nota está su número de teléfono pero no le puedo dar importancia a eso cuando mi mente se está repitiendo esa pregunta una y otra vez:
"¿Tú tienes algo que perder, Evelyn Rose?"
Y lo que más me da miedo es que la respuesta es no...no tengo nada que perder desde hace tiempo.
*♡*
[1] Fragmento de Jane Eyre de Charlotte Brontë escrito en 1847
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