El poeta
Que tristes fueron los versos
que había plasmado el poeta,
escribiendo con su pluma
la causa de su gran pena.
El siempre había cantado
con una sonrisa a cuestas,
bailando bajo la luna
o cuando la lluvia era intensa.
Sus versos eran tan dulces
y tan bellos sus poemas,
sus risas eran hechizos
y su voz era de seda.
El siempre hablaba de flores;
un clavel eran sus letras,
enamorando azaleas;
amapolas y azucenas.
El mar era su canción,
las olas sus guitarreras,
la luna su enamorada
y sus musas las estrellas.
Inspirado por su amada
pasaba noches enteras,
escribiendo sus pasiones
en sus hermosos poemas.
De pronto ya no reía;
había apagado las velas,
ya no cantó con la lluvia
ni bailó en la luna llena.
Escribió el último verso
cuándo ya no estaba ella,
la musa de sus palabras
la que fue su compañera.
Ella se había marchado
al mundo de las estrellas,
dejando solo al poeta
con su dolor y su pena.
Cuando acabó su oración
en una noche muy bella,
también decidió partir;
para encontrarse con ella.
La pluma blanca y su tinta
quedaron sobre la mesa,
después de marcar un punto
detrás de la última letra.
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