(VI) Tienda de regalos
Aurora
Mi sonrisa se borra al ver que Noah Flutygerl está entrenando al lado mío.
Ruedo mis ojos con cierta molestia por entender que no me dejaría en paz.
Ya había probado otros gimnasios por la zona, y este era el único accesible en el que me gustaba el trato, las rutinas, los entrenadores y las condiciones del lugar.
Lastima que quien peor me caía también iba allí.
Lo cual era ciertamente raro, si te lo ponías a pensar.
¿Qué hace un famoso cantante en un gimnasio no de Élite?
Pero bueno, no soy quien para meterme en aquello.
—¿No piensas dejarme en paz, no?— aquel estúpido chico era insoportable.
Una sonrisa angelical cubría sus labios, pero sabía que su respuesta no sería tan inocente como su boca intuía.
—¿Y yo qué hice? Solo estoy entrenando.
—¿Ah, sí?— levantando las cejas, pregunto. Al ver cómo asiente con la cabeza, me alejo, poniendo una máquina de distancia entre nosotros. Noah se mueve para quedar al lado mío nuevamente —. ¿Y siempre que entrenas acosas a otras chicas?
—No, solo a ti— decía felizmente.
—Qué amoroso— irritada, volteo los ojos.
—Pero no te ilusiones— levantando las cejas, con un toque de picardía, comenta —, yo ya tengo dueña.
Me reí de lo estúpido que había sonado eso.
Primero: ¿"No te ilusiones"? Ja, como si el pudiera llegar a gustarme.
Y segundo: ¿"Dueña"? Ni que fuera un perro.
—Pues bien por ti; yo no pensaba ilusionarme, de todas maneras.
—No te creo— decía el bien imbécil —, todas caen ante mis encantos.
—Okey, señorito, creo que deberías empezar a bajar un poco de las nubes.
Soltó una risa, como si estuviera bromeando.
—¿Señorito? ¿Qué eres?, ¿una señora de 1840?
—No eres gracioso— respondí, por más que internamente sí que quería reírme, pero como se trataba de él, decidí aguantarme la risa.
—Tu sonrisa no dice lo mismo— señaló —; se nota que una carcajada quiere escapar de allí.
—¡No es cierto!— contradije.
—¿Por qué te contienes, Aurora?
Escucharlo decir mi nombre era extraño, tardaría en acostumbrarme a que tal idiota lo pronuciara.
—¿Por qué me hablas, Noah?
—Oh, vamos, respóndeme, no preguntes para escapar de mi cuestionamiento.
—Suenas muy culto, "cuestionamiento", ¿por qué no dices pregunta como un ser humano común?— digo —. Ah, y por cierto, no estoy evitando responderte, simplemente no me gusta tu "cuestionamiento".
—Primero: no soy una persona común. Y, segundo: si no respondes porque no te gusta el cuestionamiento, lo que estarías haciendo es evitarlo.
—Mhe, entonces, acostumbrate a que te evite si haces preguntas tan estúpidas.
—Mira tú, nunca me habían dicho algo tan hiriente— ironizó.
—Gracias— orgullosa digo —. Ahora, si no te molesta, te pediré que dejes de meterme en mis asuntos y me dejes continuar con mi entrenamiento.
—De hecho, sí que me molesta— dijo, por algún motivo, guiñando un ojo —, pero te dejaré continuar igual.
Diciendo eso, se volteó a la máquina caminadora y la programó a su gusto. Hice lo mismo.
***
—¿Oye, vas a la fiesta el viernes?— Cora, la chica que se sentaba detrás mío en clase, pregunta.
Estábamos en una hora libre porque mi profesor había faltado. Yo había estado hablando con ella ya que era con quien mejor vínculo llevaba.
—Oh, eh, sí, eso creo— respondo, después de que me mostrara dónde sería y a qué hora.
No me haría nada mal una fiesta.
Hace mucho que no salía a bailar. Entre el trabajo, los estudios y el estrés, ni siquiera me apetecía hacerlo, pero mi mamá me había recomendado empezar a ir a fiestas.
—¿Te veo allí, entonces?
—Sí— respondió Cora, con una sonrisa encantadora.
Me empecé a girar para tomar mi celular y escribir a Danisha, quería comentarle sobre la fiesta, no solo para pedirle que me acompañe, sino también porque sabía que estaría orgullosa de que vaya.
Aurora: Este viernes, a las 22:00 hs hay una fiesta a la que acepte ir. ¿Vienes conmigo?
Danisha: OBVIO. Escucha, nena, ¿en serio irás de fiesta? ¡Esa es mi chica!
Luego de afirmarle a Danisha que iríamos juntas, iba a voltear a Cora nuevamente, pero me llegó una notificación.
Y no cualquier notificación, puesto que se trataba de mi cita a ciegas.
Cejilla: ¿Qué hace mi señorita?
¿Mi señorita? Normalmente me enojaría, no soy de nadie, lo sé, pero es que no podría enojarme con Cejilla, menos después de sonar tan tierno...
Eso rechaza todos nuestros principios feministas.
En lugar de enojarme, debo admitirlo, sonreí y me sonrojé un poco.
"Un poco".
Bueno, quizás sí me sonrojé bastante.
Y por encima tiene el descaro de decir "quizás".
Amanecer: Disfrutar de mi hora libre.
Amanecer: ¿Y usted? ¿Qué hace mi señorito?
¡Eso me gusta! ¡Devuelve aquello!
Cejilla: Tu señorito se está abrumando. Tengo los peores profesores del universo.
Me derritiré.
Amanecer: No creo que sea para tanto.
Cejilla: Creeme, sí que lo es. Además no hay muchos compañeros que me caigan bien.
Amanecer: Ay, perdón, a él nadie le cae bien.
Ironizo.
Amanecer: Seguro debe haber alguien un poco más decente.
Amanecer: Agradece igual, a mí el chico que me cae mal no para de molestarme, parece un acosador.
Muy personal. Etiqueten a Noah Flutygerl para que se entere.
¿Etiqueten?
Ay, dios, no entiendes nada.
¿Okey?
Cejilla: Seguro es porque a él tú tan mal no le caes.
Cejilla: Y, sino, ¿por qué no lo alejas y ya?
Amanecer: Como si fuera tan fácil, cada que le digo que me deje en paz solo sonríe haciéndose el angelito y sigue molestando.
Amanecer: Como sea, te tengo que dejar. Te escribo luego.
Cejilla: Hasta luego entonces, señorita.
Amanecer: Hasta luego, señorito.
***
La odio. Dahlia, ¿cuándo dejaras de despreciarme?
—Nunca — responde ella.
¿Lo pensamos en voz alta otra vez?
No, sino que le había preguntado, desgastandome, que cuándo dejarían de entrar adolescentes a jugar a la tienda.
Ya era incómodo.
Y lo peor era que mi querida compañera —noten el sarcasmo— siempre me hacía atender a mí a aquellos clientes que no eran de su agrado.
Maldita bastarda.
—¿Por qué no vas a atenderlos? — y ahí estaba la Dahlia que todos conocíamos.
—Claro— contesto, rodando mis ojos con desagrado e irritación.
De pronto, mientras me acercaba al cliente, que estaba de espaldas junto a su acompañante, noté que su amigo estaba totalmente vestido de negro, como con un traje, y con un objeto que parecía un micrófono en la boca.
Pero eso no es lo que me pareció raro, sino lo fue todo el ruido que provenía de la calle y ver cómo un tercer chico - o mejor dicho hombre -, también vestido de negro, sostenía la puerta intentando que la avalancha de gente no tirara la puerta.
¿Qué caraj...?
—Bienvenidos a— mientras atendía a los sujetos en cuestión, mi voz se detuvo abruptamente y ahogué un grito al ver a los clientes girarse. O más bien al ver que uno de ellos era un guardaespaldas, mientras que el otro...
Resulta que no se trataba de un adolescente, sino de alguien de mi edad o hasta quizás más grande.
Resulta que era Noah Flutygerl de quien se trataba.
—En serio, esto ya me da miedo, ¿me estás acosando? — digo, al ver su cara igual de sorprendida que la mía.
—¿Por qué hay tanto escándalo?— preguntaba Dahlia, mientras se acercaba, rascando su anaranjada cabeza, al escuchar todo el ruido de las fans.
De pronto, dejó de caminar y ahogó un grito, al igual que yo cuando lo ví, al notar la presencia de Noah.
—Dahlia, ¿podrías atenderlo?
Sus mejillas se sonrojaron al instante y asintió con fuerza.
—Sí. ¿Qué estabas buscando?— al escuchar sus palabras comencé a marcharme al mostrador.
—Sí, eh, tengo una cita y quiero llevar algo a la chica en cuestión, pero no conozco mucho sus gustos…— llegué a escuchar, volteando los ojos, ¿no se supone que debes conocer a tu cita?
Amanecer: ¿Qué haces?
Tenía cierta esperanza de que Cejilla respondiera rápidamente, pero no fue así.
Cejilla: Es una sorpresa.
Después de un tiempo respondió, aunque, con la mala leche que tengo, justo Noah apareció frente a mí, para pagar lo comprado, y no pude entablar conversación con Cejilla.
El cantante tenía una bolsa azul, de las que dábamos en el local, en la mano, con algo adentro, y una factura que le había entregado Dahlia para que yo supiera cuánto debía de pagar.
—Gracias— al tomar la factura, con una sonrisa más falsa que rosa de plástico, dije.
Sin siquiera interesarme en comprobar si el precio que puso Dahlia estaba bien — lo cual debía de hacer, pero como se trataba de Noah Flutygerl decidí hacerme la distraída —, le hice pagar rápidamente y se fue.
Libertad.
Sí, conciencia, libertad.
Pues parece que odio más a Noah Flutygerl de lo que creí que se pudiera
¿Nos estará acosando?
A decir verdad, la idea de que me esté acosando no era tan incierta, pues podría ser verdadera, hace ya un tiempo que me cruzo con el idiota en donde sea.
Amanecer: Ought, no me gusta quedarme con la intriga.
Amanecer: No me molestaría si tu sorpresita se te escapara...
Cejilla: Sigue soñando, Amanecer. Esta vez te tendrás que quedar con la odiosa intriga.
Amanecer: BUUUU.
Cejilla: Lo lamento, señorita, así es la vida.
Amanecer: Pues la vida es una porquería.
Cejilla: No exageres. Si la vida fuera una porquería no me tendrías a mí.
Amanecer: Sí claro, si tú eres la parte porquería.
Cejilla: Qué amorosa, nunca había recibido tantos halagos.
Amanecer: Siendo honesta, te trato bastante bien para tratarse de mí.
***
La última vez que decidí bailar… había salido mal.
Encontrarme con Noah Flutygerl y pegarle una cachetada no era algo muy favorecente en mi fachada pacífica.
Pero esta vez pensaba pasarla bien, y si llegaba a cruzarme con alguien que me cayera mal, no haría un escándalo, a diferencia de la anterior vez.
—¿Se nota mucho?— preguntaba Danisha acerca del maquillaje que se estaba haciendo.
—Solo…— comienzo a difuminar mejor un poco de su rubor que había quedado acumulado en su mejilla —. Lista. Estás perfecta.
—Y tú también, amiga. A Atlas se le caerá la baba cuando te vea.
—¡Danisha! ¡Estoy hablando con alguien! ¿No recuerdas que es por ti que hablo con alguien? ¿Alguien así como Cejilla? ¿Te suena?
—Off, me hubiera gustado que tú y Atlas salieran, pero está bien, Cejilla lo vale.
—Gracias. ¿Me ayudas con el delineador? Sabes que soy desprolija.
Así que Danisha empezó a hacer lo que le pedí mientras comentaba lo práctico que sería que Atlas y yo seamos pareja.
—O sea, podría venir el amigo de mi hermano a verlo, tú me vienes a visitar a mí, y se encuentran en mi casa…
—Te recuerdo que si es por eso, me encontraré en tu casa con Cejilla.
—Sí, pero no sé si es amigo de mi hermano, como que no creo que venga a mi casa muy seguido si no es por ti, y tú, que ya te conozco, le negarás venir a mi casa por pena.
Reí suavemente y me vestí rápidamente cuando Nortemis tocó la puerta para apresurarnos.
Llevaba un vestido hasta las rodillas con mangas abullonadas blanco con un estampado floral azul. Me encantaba ese vestido.
—¿Lista, preciosa?— preguntó mi amiga.
—Lista.
***
—Wooow— parecía que a Nortemis y Atlas les había gustado mi atuendo, desde que Danisha y yo nos acercamos, no paran de halagar lo bonitas que vamos.
—¿Una vueltita?— dijo Atlas con una sonrisa que me hacía dudar de si se estaban burlando o realmente les había gustado nuestro ropaje.
Después de tantos halagos y risas, fuimos al auto, donde hablamos y escuchamos música.
—¿De dónde conoces a Soda Stereo?— me preguntó Nortemis cuando la puse.
—¿Quién no conoce a Soda Stereo? Conocimiento básico, amigo— respondió por mí Atlas.
Touché.
En la fiesta, saludé a Cora, quien parecía apurada y asustada mientras veía como una chica de nuestra edad se iba, arrastrada por un chico que lucía furioso, y fui a beber algo.
Pero, a veces me pasa que siento que estoy moderado y no es así.
-----------------------------★----------------------------
NOTA DE LA AUTORA: Lo que se viene…
¿Cómo están? Me costó un poco publicar este capítulo, como que siento que estuve muy distante últimamente de la cuenta, tanto en Wattpad como en redes sociales, pero acá les traigo nuevo cap.
Amo con mi ser la relación entre Aurora y Noah, lo mal que se llevan es mi obsesión.
¡Besitos!,
Ratita 🐀🐭.
Pd: en redes soy Ratita_Ratatouille (igual que aquí :).
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro