2.30| Presentación
Amy salió de su hogar desde temprano, quería aprovechar su tiempo al 100%, así que después de caminar por más de 40 minutos, llegó al puerto, la ubicación que el saucier le había indicado.
En el camino se había topado con nuevas noticias, una pequeña tienda de autoservicio también había perdido cosas de sus bodegas y estanterías, específicamente: paquetes de pan para hot dogs y lotes de Chaos Cola.
Asimismo, más de una persona afirmó haber visto un biplano rojo cruzar la ciudad y perderse en el mar, especulando que probablemente se dirigiera a una isla aledaña.
—¡Hola! —Llamó desde el muelle— Disculpe, ¿podría hacerme un favor? —Inquirió al hombre montado en una lancha pesquera— ¿sabe llegar a la isla?
[...]
Tails abrió la puerta del refrigerador, topándose con la lata de Chaos Cola que había guardado ayer, descubriendo que su soda había desaparecido misteriosamente.
—Qué raro, la lata está vacía.
—Quizás se evaporó.
—¿En el refrigerador? —Preguntó sarcasticamente— ¿Crees que nací ayer?
—Pues tampoco tiene tanto tiempo.
El zorro enserió el semblante, mostrándose molesto. Sonic soltó una risa burlona y se dirigió a la puerta.
—Anda, vamos a la ciudad por algo de comer.
—Estamos siendo muy descuidados con nuestras salidas, ¿no crees?
—Nadie viene a esta isla, no hay peligro.
La garganta de Sonic dejó escapar un repentino chillido al notar que en la puerta del avión se hallaba una eriza rosada con una sonrisa ensanchada.
—¡Hola! —Exclamó pasando al fuselaje— ¡No puedo creerlo, los encontré! ¿Me recuerdas?
—¿Debería?
—¡Soy Amy Rose! La que te estrechó la mano en Speed Highway después de que pelearan contra todos esos badniks, ¿dónde está el otro? El rojizo.
—Eh, digamos que volvió a su pueblo natal, ¿cómo diste con nosotros?
—Ah, eso. No fue muy difícil realmente, su avión es muy reconocible y además, hay todo un rastro de vendedores quejándose de que desaparece parte de su inventario a manos de una mancha azul.
—¡Lo robaste? —Interrogó un sorprendido Tails, alejándose del erizo con un salto. Sonic rio con nerviosismo.
—Solo tomé prestadas un par de cosas, además, eran restaurantes de ricachones, apenas y lo notaron.
—¡No venden Chaos Cola en un restaurante de ricachones!
—Claro que no, las latas de Chaos Cola fueron de una tienda de abastecimiento —aclaró la eriza.
—¿Y tú cómo sabes eso? —Sonic llevó su vista a la rosada, apretando los dientes.
—Es que soy fan.
El erizo suspiró, aún no se había acostumbrado a toparse con personas que lo admiraran, mucho menos con alguien que se obsesionara a tal punto de llegar hasta su casa.
—Disculpen si llegar así es un poco raro —admitió jugando con sus manos.
—¿Un poco? —Intervino Sonic con sarcasmo.
—Eh —balbuceó la eriza, sintiéndose aún más nerviosa al ser confrontada.
—Solo no le digas de esto a nadie —aceptó dando la vuelta—, si esto se hace muy conocido, nos vamos a quedar sin casa.
—¡Oh! No, no, no diré nada —Sonic caminó hasta un sofá mal trecho y tomó asiento, dándole la espalda a la chica—. Es increíble poder hablar con ustedes —pronunció con entusiasmo.
—¿Sí? —Cuestionó Sonic sin prestarle mucha atención.
—¡Sí! ¡Han logrado muchísimo! Mi familia y yo los admiramos mucho.
—Ya —asintió ignorándola.
Amy observó al erizo actuar con indiferencia, juntó sus manos y se encorvó un poco. Sentía un dejo de tristeza en su pecho, sabía que el presentarse así podría ser intrusivo, pero tenía la esperanza de que la personalidad de sus héroes fuera igual a sus idealizaciones.
—Muchas gracias, Amy Rose, soy Miles Prower, pero puedes decirme Tails —intervino el zorro al notar la actitud arisca de su amigo—. Discúlpanos, no estamos muy acostumbrados a este tipo de trato.
—Dime solo Amy —pidió con una sonrisa.
El erizo rodó los ojos, no tenía problema con socializar... Siempre y cuando él pudiera elegir cuándo y dónde. Convivir con alguien que lo había investigado tanto a él como a Tails le transmitía desconfianza.
Un sonido proveniente del estómago del zorro lo sacó de sus pensamientos, volviendo a prestarle atención a la conversación entre los dos sujetos.
—Aw, parece que tienes un poco de hambre —evidenció Amy. Tails rio avergonzado.
—Es solo que Sonic y yo estábamos por salir a comer algo —admitió.
Amy observó al cobalto entreabriendo sus labios con una sonrisa, había descubierto el nombre de su héroe. Le pareció extraordinario, encajaba totalmente con él y su labor.
—¿Ya tienen opciones? —Cuestionó hacia el par.
Sonic se levantó de su asiento y caminó a paso lento hasta quedar al lado del zorro.
—Sí, ya lo tenemos —entonó de manera cortante.
—Solo preguntaba, pero si me permiten una recomendación-.
—No —interrumpió el erizo.
—Por favor, continúa —pidió Tails, mirando de reojo a Sonic.
—La señora Vanilla tiene un pequeño restaurante, o bueno, aún no sabemos si llamarlo así, solo hay una mesa —admitió con timidez.
—Suena bien —admitió el zorro—. Ya me cansé de comer solo chilli dogs y sándwiches.
Amy dirigió su vista a Sonic, esperando su aprobación. El erizo bajó la mirada y pensó en las últimas palabras salidas de la boca del menor. Él sabía que su menú no era para nada extenso, mucho menos nutritivo, pero era lo único que sabía hacer. Quizás, solo en esta ocasión, podría intentar algo diferente.
—Vamos entonces —aceptó el ojiverde.
—¡Perfecto! Les encantará, denlo por hecho.
Sonic extendió la mano hacia adelante, dando a entender a la eriza que avanzará. Amy apretó los labios buscando ocultar su entusiasmo que, cual mar embravecido, azotaba su cuerpo.
La eriza salió de la morada de los héroes, Tails se posicionó a su lado y caminaron juntos por el sendero, siendo seguidos por Sonic, quien permanecía en alerta.
—Es por aquí —indicó el zorro, dirigiéndose a lo que parecía ser una zanja cubierta por vegetación.
Tails apartó las ramas y se abrió camino a un ancho claro donde yacía El Tornado, la respiración de Amy dio un vuelco y saltó de la emoción.
—¡El avión! ¡Lo había visto en tantas fotos! ¿En serio es de ustedes? —Inquirió Amy desplazando su mano sobre el metálico fuselaje.
—Es de Sonic —respondió Tails subiendo a la cabina.
—¡Increíble! ¿Cómo conseguiste esto? —Cuestionó girándose hacia el erizo.
—En un chatarral —respondió evadiendo la pregunta— ¿Podemos solo ir a comer y ya? —Subió a las alas de un salto.
La eriza lo meditó durante algunos segundos, tomó vuelo e intentó saltar hasta el asiento detrás de Tails, sin éxito. Sonic giró los ojos hacia su compañero, quién enserió la mirada y bajó su mentón como reclamo. El cobalto bufó tras comprender el mensaje.
Sonic bajó a la altura del suelo, dio la espalda al biplano y entrelazó ambas manos a la altura de su muslo.
—Te impulso.
Una ancha sonrisa se formó en el rostro de la rosada. Colocó su zapato en las palmas del chico e intentó subir; lamentablemente, dentro de todas las cualidades de Amy, el equilibrio no era una de ellas.
Las piernas de la eriza temblaban, balanceando su cuerpo hacia atrás y adelante, volviendo a Sonic un malabarista cirquero que se estaba llevando un par de golpes en el rostro con cada descuido de Amy, cuestionando los límites del autocontrol del cobalto.
—Sube ya —entonó con su respiración entrecortada a causa del esfuerzo. Amy finalmente, llegó al asiento.
—¡Oye es mucho más grande de lo que pensé! Siempre creí que viajaban apretadísimos aquí adentro —mencionó Amy deslumbrada con las comodidades del avión.
—Gracias, estoy pensando en hacerle unas modificaciones —compartió Tails, fidedignamente emocionado. Nadie jamás le había dado un cumplido a su biplano.
—¿En serio? ¿Qué cosa? —insistió con intriga, provocando que Tails ahogara un grito.
—¡Adoro esa pregunta! No sabes cuántas veces la he ensayado conmigo mismo frente al espejo.
—¿Podemos irnos? —Interrumpió Sonic, sentado en el borde de las alas.
Tails rodó los ojos, se giró levemente hacia el asiento de Amy y, cubriendo su boca con su mano, susurró para la eriza, evitando que Sonic los escuchara o pudiese leer sus labios.
—Siempre es así de gruñón cuando no te conoce, es como un perro. Después de que te olfatea, entra en confianza y hace trucos por comida —bromeó sacándole una carcajada a la chica. Tails viró su cuerpo hacia el frente del avión.
—¿Qué fue eso? —Cuestionó un muy dramático Sonic.
—¡Vámonos! —Deslizó la palanca, provocando que el biplano comenzara a avanzar rápidamente y, a su vez, evitando darle explicaciones a Sonic.
El Tornado se desplazó con velocidad sobre un suelo que, aunque no estaba pavimentado, había sido acondicionado para el despegue y aterrizaje de la aeronave.
Tails esbozó una sonrisa recordando cuando, a la hora de la cena, comenzó a quejarse sobre lo mucho que le desesperaba arreglar los daños del tren de aterrizaje después de cada vuelo. Al día siguiente, se despertó por el sonido de palas y metales chocando entre sí, se asomó por la ventana, topándose con un Sonic desmañanado, montones de tierra y una pista aplanada.
A veces, los comentarios de Sonic podían confundirse con los de un auténtico cretino, y sí, lo era hasta cierto punto; esa actitud retadora y cómicamente grosera era parte de su personalidad. Pero con el tiempo, el zorro había comprendido que Sonic expresaba su cariño de una manera bastante diferente, aunque no por ello menos valiosa.
Sobrevolaron la isla, las cristalinas aguas de la playa y posteriormente la ciudad, Amy permanecía con una sonrisa ensanchada y deslumbrante... Y claro, con sus púas totalmente despeinadas a causa del viento.
—¿Dónde está el lugar del que hablas, Amy? —Inquirió el rubicundo.
—Cerca de la estación central del metro —respondió ella.
—Es muy céntrico, Tails —interrumpió Sonic—, aléjate un poco y caminaremos el resto.
Sonic tenía sus motivos para querer mantenerlos distantes de sitios demasiado públicos, comprendía que, desde un tiempo hacia acá, se habían convertido en figuras recurrentes en las noticias. El zorro asintió con la cabeza, le gustaba bromear atacando al cobalto de manera sarcástica o burlona, sin embargo, el erizo se había encargado de cuidarlo y ver por él desde hacía años. Tails no podía no verlo como una figura de autoridad en la que confiar. Obedeció sin rechistar.
Aterrizó en un baldío, un terreno conformado únicamente por tierra árida que se vio elevada por la ventisca generada por El Tornado. Cercano al biplano, yacía un letrero blanco con rótulos rojos y la frase "Se vende" en mayúsculas.
El grupo bajó del avión, Amy caminó rápidamente con notable entusiasmo, Tails corrió tras ella compartiendo su excitación. Sonic permaneció estático observando al par alejarse, la actitud que el zorro estaba teniendo con la chica era distinta a la que mantiene con él.
Contrario a lo que la mayoría pudiera pensar, ello no generaba descontento alguno en el erizo. Quizá podría llegar a decirse que, ver a su ser querido relacionarse con alguien ajeno y totalmente nuevo, le generaba felicidad.
[...]
El trío se encontraba merendando en el pequeño y primitivo restaurante de Vanilla. Sonic recargó su brazo en el respaldo de la silla del zorro, al margen de la conversación que Tails y Amy mantenían amenamente. Para el ojiazul, era una experiencia fuera de rutina, dónde podía intercambiar puntos de vista con alguien distinto a Sonic y Knuckles. Mientras que para Amy, visitar el restaurante de su figura materna acompañada por sus héroes, era el equivalente a cumplir un sueño.
—¿Y ustedes qué son? ¿Amigos? ¿Familia? —Cuestionó la rosada.
—Un poco de ambos —respondió Tails.
La eriza se giró hacia Sonic, esperando su opinión respecto al tema. El chico ladeó la cabeza y se acomodó en la silla con un atisbo de incomodidad.
—Yo cuido de él y él de mí —respondió con ambigüedad.
La señora Vanilla, quién se encontraba en la cocina jugando con Cream, se interesó por la plática de los infantes al escuchar esa última parte. ¿Un niño a cargo de otro? Parecía una irresponsabilidad de los padres, sin embargo, conociendo de manera superficial el pasado de, aquel viejamente apodado "Blue Demon", no descartaba la no existencia de algún adulto en sus vidas.
—¿Ustedes viven solos? —Intervino Vanilla, caminando hasta quedar detrás de la barra, el muro divisorio entre los comensales y la cocina.
—Síp, pero Sonic y yo lo tenemos bajo control —replicó un confiado zorro— ¿O no? —Le proporcionó un codazo amistoso al erizo, el cual, en silencio, chocó su puño con el del contrario.
Vanilla asintió con una sonrisa. Tails parecía no ser consciente de su situación, pero había observado algo diferente en Sonic.
El chico le había dado la razón al zorrito, pero no fue capaz de hacerlo de manera verbal. Podías descubrir mucho de alguien con su mero lenguaje corporal. Para Vanilla, el no reforzamiento verbal por parte de Sonic fue entendido como falta de convencimiento.
El grupo acabó sus alimentos al cabo de un rato, se levantaron de sus asientos y Vanilla llamó a Amy a la privacidad para hacerle un requerimiento: pedirle un minuto a solas a Sonic. La eriza, sin entenderlo al cien porciento, caminó hasta el erizo y le comentó el pedido.
—La señora Vanilla quiere hablar contigo.
—¿O sea, tu mamá? —Intentó aclararse, topándose con una Amy balbuceante.
—Sí —finalmente respondió. Sonic ladeó los labios y se viró hacia Tails.
—Espérame aquí.
Sonic caminó hacia detrás de la única mesa del recinto, entró a la cocina cruzando la puertecilla para empleados, escaneó el sitio en busca de amenazas, a pesar del afable trato, era incapaz de relajarse totalmente.
—Hola, querido —entonó maternal.
—¿Todo bien?
—Es justo eso lo que quería preguntarte.
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—No me lo imaginaba tan serio —compartió Amy.
—No es serio, solo un poco desconfiado —aclaró Tails colocando sus brazos en jarras.
—¿A ti te pasó lo mismo cuando lo conociste?
—Cuando lo conocí, él ya era un héroe. Yo era su fan y, si te soy sincero, al principio creí que era un bruto —Amy soltó una risa—. A veces respondía de una manera grosera pero graciosa, tanto así que resultaba extrañamente reconfortante. Sé que es difícil de tratar al inicio, pero es un tipo con un gran corazón.
Las puertas de la cocina sonaron, Sonic fue el primero en salir, siendo seguido por la señora Vanilla llevando a su hija en brazos.
—¿Listo para irnos? —Cuestionó al zorro. La gesticulación de Tails pasó a ser una notoriamente entristecida—. Quita esa cara, volveremos mañana.
Tanto la postura de Amy como la de Tails presentó un abrupto cambio, cuerpos erguidos, tensos y con una sonrisa acrecentada. Sonic soltó una risa, tomando al zorro por el cuello y raspando su cabeza con el nudillo de su mano izquierda de forma moderada.
—Vámonos, enano —piso fuera del establecimiento, dirigió su vista a Amy y su familia, brindándole, por fin, un mensaje totalmente directo, uno en el que, después de todo aquel rato, pudo darle una primer sonrisa a su escucha—. Nos vemos mañana.
—¡Adiós! —Exclamó Tails, caminando detrás de su mayor.
Tails se posicionó al lado de Sonic, con una sonrisa en el rostro y una punzante confusión, se encontraba extrañado del cambio de actitud que presentó el erizo de un momento a otro.
—¿Ves? Te cayeron bien. ¿Por qué eres tan desconfiado?
—Literalmente nos investigó e irrumpió en nuestra casa —justificó.
—Solo le hacía ilusión vernos.
—Creo que el problema es que eres demasiado joven. Verás, antes de que nacieras existía John Lennon y uno de sus fans... Y ahora solo existe su fan —Tails ahogó una risa.
—Bueno —cedió—... Quizás no fue la manera más orgánica de conocernos. Pero es bonito tener una nueva amiga aquí —sinceró Tails.
Sonic caminó en la acera, reflexionando lo acabado de vivir. Sus últimas amistades lo habían dejado agotado de relacionarse, creía no necesitar añadir a alguien más a su vida.
Pero para Tails parecía no ser igual, él no había pasado por el sentimiento amargo que le causó el abandono y traición de sus amigos; el zorro era inexperto —al menos en menor medida—, debía de convivir con personas nuevas, conocer más maneras de pensar y relacionarse. Y ahora, Sonic lo entendía.
En un mundo donde el erizo había elegido alejarse de todo, la Señora Vanilla consiguió transmitirle una confianza desconocida para él.
La coneja sabía algo de lo que ni Knuckles, ni Tails, ni Amy tomaban en cuenta: lo difícil que era cuidar de alguien más, una tarea demandante y a la que no se podía renunciar.
Vanilla se percató de lo que el resto del mundo normalizó, Sonic fue privado de su identidad desde una muy temprana edad, atribuyéndole responsabilidades que serían tormentosas hasta para un adulto.
El erizo suspiró alegre al escuchar las palabras de la coneja, la mayor le ofreció una solución a aquello que lo estresaba día con día. Sonic era consciente de que no podría alimentar a Tails con perritos calientes, sandwiches, sopas instantáneas y sodas para toda la vida, pero el erizo nunca había sido diestro en la cocina.
Vanilla le propuso brindarle deliciosas comidas gratuitas en su establecimiento. Sonic aceptó sin comunicar más al respecto, pero se hallaba profundamente aliviado de quitarse una carga de encima.
—¿Una carrera al Tornado? —Sugirió el cobalto, Tails sonrió retador y aceleró usando sus colas. Sonic comenzó a correr moderando su velocidad.
La chica no le parecía alguien demasiado especial, pero por el momento le resultaba conveniente no perder contacto con ella. Era el factor social que Tails necesitaba y su familia ahora representaría un peldaño importante en su vida, era amigable, la idea de darle una oportunidad en un futuro ya no le parecía tan mala.
Escrito: 10/10/2023.
Publicado: 14/02/2025.
Imaginen que sí llegué a tiempo y alcancé a publicarlo en San Valentín JAJAJA.
Por cierto, ¿ya notaron cómo cambia el banner en función a Sonic y Amy? Empiecen a hacer sus teorías:). Besos en su enese <3
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