2.29.1 | Fanatismo
Amy.
Corrí agitada hasta el puesto de periódicos. Según las noticias de la radio, ayer había acontecido un tercer ataque de badniks en Emerald Coast, el cual fue frenado por un grupo de aparentes civiles.
Emerald Coast está relativamente cerca del centro de Station Square, está mucho más urbanizada que el pueblo aledaño a Sunset City en el que se presentaron anteriormente, la nota del periódico tendría que contener algunas fotos, era imposible que no las hubiera.
—¡Señorita Viviane!
—Amy, hola —saludó girándose hacia la eriza—. ¿Qué necesitas, pequeña?
—El periódico de hoy.
—Últimamente tu familia anda muy interesada en noticias —tomó un ejemplar del estante de exhibición y dirigió su mano hacia la infante—, aquí tienes.
Amy sostuvo el papel en sus manos, dibujó una ancha sonrisa al percatarse de las imágenes que acompañaban la noticia que tanto esperaba. La publicación contaba con dos fotografías: la primera tenía como protagonista a un equidna deteniendo un badnik utilizando únicamente sus manos; mientras que la segunda consistía en una imagen trepidada en la que apenas se alcanzaba a distinguir una especie de figura que, pese a que su carácter amorfo lo tratara de impedir, ella ya había aprendido a reconocer.
Tenía la esperanza de algún día conseguir una imagen nítida de su héroe.
—¡Gracias! —Exclamó dejando el dinero en el mostrador para prontamente emprender carrera a su hogar.
Las pisadas de Amy causaban livianas salpicaduras, un chubasco se había presentado el día anterior, las calles aún yacían mojadas, plagadas de charcos y perfumadas a petricor.
Pese a que el clima sugería quedarse en casa, el ambiente de Station Square seguía siendo tan ajetreado como lo sería un lunes soleado, las calles se hallaban atiborradas de automóviles y las aceras invadidas por seres absortos en sus preocupaciones.
Frenó en la esquina, esperó a que el semáforo de peatones cambiara su color a verde y avanzó por el cruce de cebra.
Trotó por la banqueta, pasando frente a la multitud de locales que componían la cuadra, propietarios y empleados miraron a la infante con diversión, la familia de la señora Vanilla era muy querida en los alrededores.
Amy entró al edificio, corrió por las escaleras, subiendo dos escalones a cada paso que daba. Empujó la puerta entreabierta que daba la bienvenida a su morada, cerró de un portazo y se movió apresurada a su habitación.
Una vez adentro, asió las mismas tijeras con las que hacía los vestidos de sus muñecas y empezó a recortar las imágenes, apilándolas con las demás de su colección.
—¿Encontraste algo? —Inquirió Vanilla, entrando al cuarto de la eriza con Cream en brazos.
—¡Sí! Lo que decían era verdad, mira —tomó en sus manos la fotografía del guardián de Angel Island—, éste es el equidna, ¡frenó un robot él solo! Debe de ser súper fuerte. De Blue no he conseguido ninguna foto decente y el zorro del que hablan no ha aparecido en periódicos —pausó, cambiando la foto del rojizo por una de su colección, una imagen del biplano—, ¡pero descubrí que tienen un avión!
[...]
Sonic.
—Empezamos descenso —avisó Tails.
Me puse de pie y caminé por el ala hasta el borde, escuché un bufido del zorro, reí para mis adentros y oteé la ciudad.
En el pasado, Miles me pedía quedarme quieto en mi lugar, aún con un dejo de timidez en su habla. Con el paso del tiempo, comencé a temerle menos a las alturas y acostumbrarme a las fuertes corrientes de aire, lo que trajo como consecuencia que comenzara a juguetear en las alas y asientos, Tails me regañaba y solicitaba que tuviera cuidado.
Me caí un par de veces, pero fue el zorro quien se encargó de rescatarme y sermonearme. A día de hoy, sigo paseándome por todo el biplano cada vez que emprendemos vuelo, Miles ya ni se molesta en llamarme la atención, supongo que se ha dado por vencido en vista de mi terquedad.
Las nubes opacaron nuestra visión, prontamente las atravesamos, las luces de la ciudad me dejaron embelesado, era como ver el cielo estrellado bajo mis pies, cientos de vidas diferentes que, sin querer, convergían en un mismo paisaje onírico.
Speed Highway, se ubicaba dentro de la aclamada Station Square y relativamente cerca de Emerald Coast, estaba atiborrada por altos edificios, anchas carreteras y avenidas, y ambiciosos letreros neones.
—¿Lindo, no? —Cuestioné sin apartarme del borde del ala.
—Demasiada luz para mi gusto —el equidna se postuló en mi contra—. Es de noche, se supone que la luz de la Luna debería de ser suficiente.
Tan hippie como siempre.
—Speed Highway está pensada para ser mucho más amplia y tecnológica, aún quedan algunos años para verla terminada al cien por ciento —enunció Tails con notoria curiosidad.
La convivencia con Tails era algo que me hacía sentir más que cómodo, nos habíamos vuelto tan íntimos que me resultaba imposible idear mi futuro sin incluirle en él. Pero la llegada de Knuckles a nuestro grupo se sintió como algo necesario.
El equidna era el sujeto que, sin quererlo, Tails y yo pedimos. Una ayuda extra capaz de seguirnos el ritmo a ambos y que pudiéramos catalogar como amigo. Mi relación con él era muy diferente a la que tenía con Miles, Knuckles era un tipo al que podía responder con bromas crueles y aprender de él con admiración.
—¿Alguna idea para dar con Eggman? —Cuestioné.
—Lo tengo cubierto —respondió el zorro.
Tails me entregó un pequeño dispositivo, de apariencia gruesa, con botones y con una primitiva pantalla. Las imágenes proyectadas asimilaban un radar con múltiples píxeles luminosos.
—No tengo nada de información sobre las esmeraldas, al menos nada que sea medible, esto fue lo más cercano que puedo hacer hasta el momento.
—¿Qué son estos puntos?
—Por lo que me describió Knuckles, las esmeraldas contienen energía en demasía, así que con eso podemos encontrar fuentes de energía que resulten ser más grandes que el promedio.
—¿Y cómo sabemos cuál de todos esos puntos es la esmeralda? —Interrogó el equidna.
—Ese es el problema —admitió Tails avergonzado—, aún no tengo la información suficiente para calibrar alguna medición así que tendremos que probar suerte.
[...]
—Me comprometo a lavar los trastes esta semana —ofreció la eriza.
—No —negó Vanilla, enjabonando los trastes por ella misma.
—Me comprometo a lavar los trastes por dos semanas —se posicionó a su lado.
—No vamos a ir hasta allá, Amy, ni siquiera sabes si ellos siguen allí o ya se fueron.
—¿Y si me comprometo a barrer y trapear cada miércoles durante un mes?
—Mira la hora que es, no hay modo de que vayamos, tienes que aprender a respetar un "no". Todos mis cursos de maternidad hablan sobre la importancia de poner límites a los niños, soy permisiva contigo, pero también debo ser autoritaria para que puedas desarrollar una tolerancia a la frustración y de ese modo ser más segura en tu vida adulta —explicó atropellando sus palabras.
El llanto de la pequeña Cream se hizo presente desde la habitación adyacente a la sala, Vanilla cerró los ojos con fuerza y encorvó la espalda con cansancio.
—Cuido a Cream durante una semana —negoció su última carta. Una extensa sonrisa conquistó el rostro de la coneja.
—¡Vámonos a Emerald Coast!
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Knuckles bufó con aburrimiento, se acercó al borde del avión y oteó las azoteas de los edificios. Tails leyó una vez más la pantalla de su dispositivo localizador, los píxeles de éste parpadeaban con frenesí, indicando que se encontraban en la ubicación señalada; el zorro ladeó el biplano, intentando despejar su vista y buscar su objetivo en el suelo.
—Al fin —pronunció Sonic aliviado—, algo me dice que ésta ya no es una central eléctrica.
Los ojos de ambos escuchas se posicionaron en el erizo, quién apuntaba a las alturas con sus iris. Arriba de ellos, una silueta enorme cubrió el cielo nocturno, escondiéndolos de la luz de la luna.
Tails analizó con asombro la estructura elevada en el cielo, era gigantesca e increíblemente silenciosa, no contaba con luces en su exterior que delataran su presencia. Eggman había conseguido ser discreto con una invención de esa calaña.
—¿Listo Knuckles? —inquirió el cobalto, el equidna rápidamente se irguió preparado mentalmente—, Tails, acercanos.
El biplano acrecentó su altura, Miles sujetó el timón con fuerza a causa de los intensos vientos, se colocó en paralelo a la aeronave de Robotnik y disminuyó la distancia entre las alas y el cuerpo del vehículo.
Knuckles cruzó el fuselaje, extendió ambos brazos hacia los lados y caminó encima de las alas, buscando mantener el equilibrio. Finalmente, pegó un salto y escaló hasta un voladizo.
—Espéranos por aquí, intentaremos no tardar mucho, sé discreto —pidió Sonic.
—Suerte —deseó asintiendo con la cabeza.
El erizo se desplazó por las alas del biplano con total comodidad, a diferencia de Knuckles, él estaba acostumbrado a batallar con el viento y las grandes alturas. No necesitaba mirar la estructura para saber en dónde empezaban y en dónde acababan las alas, conocía sus dimensiones, después de todo era su avión.
Observó la ruta que había hecho el equidna, Sonic era mucho más ágil que un mobiano promedio, pero era consciente de sus puntos débiles. Su espalda y brazos no eran tan fuertes como los de Knuckles, por lo que sujetarse de pequeños bordecillos e ir en contra del viento no era la mejor opción.
Dio un par de pasos hacia atrás para tomar impulso, sintió la explosividad de sus cuádriceps llegar hasta las puntas de sus pies, se elevó en paralelo a la nave de Eggman y, una vez estando lo más cerca que pudo, extendió sus manos y se sujetó del voladizo, subiendo con una corta dominada.
—Bien hecho —festejó Knuckles, sarcástico.
—¿Por.- —calló al girarse y notar al zorro intentando maniobrar para recobrar el control del biplano, ese pisotón había provocado que las alas se inclinaran hacia uno de los extremos— ¡Perdón! —Exclamó, a lo lejos observó a Tails, concentrado en los instrumentos de medición del biplano, éste levantó su mano izquierda en forma de puño, con el pulgar hacia arriba—. Estará bien.
Knuckles ahogó una risa, dio la vuelta, comenzando a avanzar por el estrecho borde. Ambos buscaron pegar su torso a la pared exterior de la aeronave.
Caminaron hasta notar una abertura circular con una rejilla al frente, de él emanaba una temperatura calurosa y el aire era succionado, era parte del sistema de ventilación, algo que Knuckles tradujo como una manera de ingresar.
Sin cuestionarle a Sonic su postura ante el plan recién ideado por él, el equidna atravesó la rejilla con su puño y tiró de ella, arrancándola con facilidad y permitiendo que las corrientes de aire la llevaran por las nubes.
—Si cae en alguna zona verde, contaminas, si cae sobre alguien, lo matas... Esperemos termine en una azotea —enunció el erizo, mirando el trozo de metal alejarse.
—Yo me preocuparía más cuando tiremos toda la nave —bromeó, entrando al tubo.
Sonic esperó unos segundos a que el equidna tomara ventaja y se alejara un poco, desconocía hacia donde los llevarían los ductos, pero si algo tenía claro, es que mientras más distancia hubiera entre su cara y su trasero, sería mejor.
En cuanto lo notó lo suficientemente lejos, entró en cuadrupedia. El metal crujía en cada movimiento y las paredes eran calientes, definitivamente se habría divertido más entrando por la puerta grande, pero no conocía la situación ni el lugar, estaría en desventaja.
Permaneció en silencio durante unos minutos con ese pensamiento en su cabeza, había cambiado mucho desde todo lo ocurrido en el Reino Acorn hace algunos años, seguía arriesgándose, pero ya no era tan impulsivo como antaño, Sonic había aprendido a medir las consecuencias de sus acciones en solitario, pero debía de admitir que le causaba un poco de desconcierto trabajar con Knuckles, jamás se había acostumbrado a actuar en equipo.
—Eggman está obsesionado con todo el asunto de las esmeraldas —las palabras brotaron de su boca, buscando romper el hielo—, ¿realmente son tan importantes?
—Sí.
El erizo bufó, comunicarse con él a veces era más complejo que una charla común, el rojizo había estado en Angel Island por mucho tiempo, es decir, alejado de los conceptos y normas sociales a los que Sonic y Tails pertenecían.
—Mi error, te di una pregunta cerrada. Me refería a ¿por qué son importantes? Cuéntame de ellas.
—Las esmeraldas son casi tan antiguas como nuestro mundo, mi clan las ha protegido por siglos, una sola de ellas podría dar la energía suficiente como para alimentar una ciudad.
Llegaron al final del ducto, Knuckles bajó con torpeza, cayendo de bruces y recibiendo parte del impacto con sus codos. El erizo formó una sonrisa burlona en sus labios y calculó la distancia con el suelo, se sujetó del borde superior del ducto y descendió de un salto, amortiguando la caída con sus rodillas flexionadas.
—Usualmente soy yo el que se cae de cara, gracias por avisar esta vez —bromeó. Paseó su vista por la habitación, era ruidosa, llena de pistones, cables y tubos—. Creo que estamos en los motores, sóbate y vámonos de aquí, es demasiado caluroso para mi gusto.
Knuckles frunció el seño, se irguió y sacudió su cuerpo. Aceleró para alcanzar al erizo, una vez a su lado, ambos recorrieron los andenes, escuchando el sonido de sus pisadas sobre el metal.
—Volviendo a lo de las esmeraldas... ¿Por qué tú tienes una gigante y Eggman se llevó una pequeña? ¿Solo hay dos?
—La grande es la Esmeralda Madre, las otras siete son las Esmeraldas del Caos —Sonic emitió un chiflodo.
—Tienen nombre de banda grunge.
—No sé qué es eso.
—Emos enojados.
—Ah.
—Pero entonces, si una Esmeralda del Caos por sí sola puede contener tanta energía, ¿existe la posibilidad de que Eggman la esté ocupando como la batería de alguno de sus juguetes?
—Sí, pero no sé qué tan preocupados deberíamos de estar. La única información respecto a ellas, la tengo yo, no hay forma de que haya aprendido a usarla.
—¿Y tú por qué cuidas esas cosas?
—Es mi deber.
—Ajá, pero ¿por qué?
—Mi padre me heredó la responsabilidad, mi clan juró protegerlas y yo soy el guardián en curso.
—Y ahora que no estás ¿quién cuida la isla y la esmeralda gigante?
—Nadie, por eso debo regresar.
—Pff ¿Nadie te puede cubrir mientras tanto?
—Todo mi clan se perdió, cayeron en combate. Soy el único que queda.
—Uff —suspiró desviando su mirada del camino, sorprendido por la fría declaración de su compañero—. Lo siento mucho, ¿quieres hablar de eso?
—No.
—¿Y te puedo ayudar en algo?
—Callándote, tu voz de puberto es muy chillona.
—Tampoco es que tú seas un subwoofer, eh.
—Sueno más grave que tú, para mí eso es suficiente —arrugó la frente tras haber dejado escapar un gallo en la última sílaba. Una sonora carcajada brotó de la garganta del erizo.
La puerta frente a ellos se cerró repentinamente, a sus espaldas, ambos escucharon un par de cortinillas metálicas abrirse. Sonic se giró en dirección al sonido, observando su próximo combate, uno que a decir verdad, no esperaba tenerlo tan pronto.
—Es que tú y tu risita escandalosa —culpó Knuckles apretando los puños.
Al recorrer la fortaleza de Eggman habían dado por hecho que todo lo que los rodeaba no era más que la infraestructura, un paisaje plomizo con pistones y válvulas. Grande fue la sorpresa de ambos al presenciar cómo un lente rojo, propio de una cámara, emergía de lo que en un principio aparentaba ser un simple pilar¹.
El objetivo podía moverse de lado a lado, seguía los movimientos del duo cuál si fuera un ojo. Ocho esferas descendieron de manera escalonada, rodeando el pilar, giraron con frenesí y, sin pensarlo demasiado, el equidna saltó hacia la estructura, propiciándole un golpe y causando una abolladura.
Al momento de haberse dado el contacto, una de las esferas descendió de las alturas de manera violenta, rompiéndose en pedazos que, por la velocidad, fungieron como proyectiles.
El erizo esquivó al instante, arqueó su espalda y alejó su rostro del peligro. Pero para Knuckles la situación se complicó, siempre se había sentido demasiado pesado para ejecutar movimientos rápidos, lo que culminó en unos cuántos cortes producto de la fricción del filo de las piezas con su piel. Había tentado a la suerte, si volvía a ocurrir, alguna porción terminaría encajada en su cuerpo.
Sonic se acercó veloz, asestando otro impacto, pero ninguna esfera cayó, no había causado el mismo daño que el equidna.
—Eres muy débil —comunicó burlón.
—Y tú muy lento —respondió a la defensiva.
El par dejó correr un par de segundos en silencio, posteriormente intercambiaron miradas al mismo tiempo, de una manera muy básica y primitiva, habían ideado un plan.
—Tú golpéalo —indicó el erizo.
—Solo si tú esquivas —confirmó juguetón.
El equidna corría fricando el suelo con toda la planta del pie, resultando en una ristra de pisadas pesadas. Curvó la espalda y atrasó su brazo derecho, saltó impulsado y, aprovechando el momentum, golpeó al badnik. De las 7 esferas restantes, 2 descendieron repentinamente, detonándose y dejando salir decenas de fragmentos.
El erizo asió a Knuckles antes de que éste volviera al suelo, cayó flexionando sus rodillas. Trasladando al rojizo en brazos, buscó espacios entre las múltiples trayectorias de los venablos metálicos y se arrojó a ellos valiéndose de sus reflejos y velocidad, corriendo sobre sus puntas.
Descansó sus bíceps y antebrazos, soltando su carga. El equidna yacía tan sano y salvo como el peliazul, los ojos de ambos se explayaron, formaron una sonrisa al analizar rápidamente sus resultados.
Para Knuckles, era la primera vez que trabajaba en equipo, siempre se había preocupado por su estoicismo y defender a los habitantes de Ángel Island, jamás había concebido la idea de ser ayudado.
—Dos menos, quedan cinco —pregonó chocando sus nudillos, una ligera nube de polvo salió de sus guantes.
—Por Chaos Knux, lava esas cosas —pidió divertido, observando a su compañero encaminarse nuevamente hacia el robot.
Repitieron el proceso hasta haber averiado el badnik de Eggman, encontrándose más cómodos con cada impacto propiciado al metálico. Sonic se hallaba contento con el manejo de la situación, en su momento trabajó mano a mano con Cyrus, Rotor, Sally y Chuck pero nunca se había sentido cómodo con la idea de verlos situados a su lado en combate, con Knuckles no era necesario hablarlo, se complementaban el uno al otro con bastante intuición.
Sonic pateó la basura platinada que quedó esparcida por el suelo, rememorando su pelea y lo eficiente que había resultado el colaborar con Knuckles. El rojizo, por otro lado, se encontraba golpeando la puerta sellada hasta tumbarla. El erizo emitió un chiflido de admiración al verla caída. Del otro lado, no había más que muros grises y pasillos industrializados.
—¿Solo eso? Creí que habría más.
—Ya sabe que estamos aquí, nos estará preparando algún regalito —sospechó sacudiendo sus manos del polvo.
—No parece ser muy fuerte.
—¿Quién? ¿Eggman? —Knuckles asintió con un sonido gutural— No —pausó—... No, ya no. Antes era más difícil batallar con él, siempre estaba un paso por delante... Ahora solo parece atacar por atacar.
—Y si empeoró tanto, ¿por qué aún no lo has atrapado?
El erizo no contestó la pregunta, en su lugar, continuó su camino escuchando sus pisadas resonar en la estructura metálica.
En una habitación lejana, el rostro del hombre se iluminaba detrás de los monitores de su computadora, Eggman apretó los puños y tensó su cuerpo enfadado mientras en las pantallas se desplegaba la imagen de sus cámaras de seguridad.
Aquellas palabras habían tocado una fibra sensible, eran totalmente ciertas. Se estaba perdiendo a sí mismo, cada día dejaba más y más atrás su pasado, ya ni siquiera era capaz de recordar su primera pelea con el erizo.
Algo estaba ocurriendo, pero de una manera tan lenta y gradual que no era consciente de cuándo comenzó a tener lagunas mentales, simplemente un día fueron tan grandes que no pudo ignorarlas.
Posicionó sus lentes sobre el puente de su nariz, se lamentó iracundo al percatarse que tendría que corregir la graduación una vez más, su vista se deterioraba. Observó la esmeralda en el interior de su máquina, era momento de probarla con sus invitados.
En las entrañas de la fortaleza de Eggman, ambos mobianos avanzaban por una banda eléctrica, Sonic pasó sus brazos por detrás de su cabeza intentando convencese a sí mismo de que la situación estaba bajo control. La breve cuestión del equidna había sido lo bastante intrusiva para alojarse en su mente y repetirla cuál eco en un túnel.
El erizo ya había estado frente a Eggman, con la suficiente ventaja como para capturarlo. Pero la situación lo había rebasado con creces.
Aún no sabía qué haría si volviera a estar en las mismas circunstancias. Tenía un odio demasiado profundo, sentía la necesidad de vengar a todos aquellos que padecieron en el Reino Acorn, entre ellos su familia.
Jamás se había considerado una mala persona como para causar dolencia en otros, pero pensar en Robotnik lo colocaba en un escenario hipotético donde sus reglas internas no eran del todo respetadas.
El Reino Acorn maquillaría parte de la historia, pero aquellas víctimas querrían justicia. Sonic sabía que, incluso si reaccionaba de una manera violenta, sería celebrado, después de todo Eggman era el malo...
¿No?
—Si un día tú... Te toparas con alguien que te hizo mucho daño a ti y a personas importantes en tu vida, ¿tomarías venganza? —Lanzó su interrogante al aire.
—No —respondió con inmediatez.
—¿Y ya? ¿Tan rápido?
—No necesito pensarlo mucho, sólo sé que no.
—¿Y por qué?
—La venganza es interna, lo de afuera no la sacia.
Observaron el fin de la banda transportadora, Sonic bajó de un salto, coincidía con Knuckles hasta cierto punto, la diferencia era que el equidna conseguía canalizarlo de una manera espiritual que pronto trasladaba a lo emocional. El cobalto aún no hallaba un escape sano a ese intenso sentimiento vengativo.
Robotnik había herido física y emocionalmente a toda una nación, sin importarle qué tan inocentes eran. No había modo de perdonar el que le hubiese arrebatado su familia y su infancia.
Pero aquella última charla con el Doctor había despertado una inquietud en el erizo, lo notó dubitativo y perdido en su mente. A día de hoy, no sabía si lo que había presenciado había sido real o solo un truco para escaparse de él.
—Eres demasiado espiritual —comentó el erizo con una ligera risa.
—¿Tú no?
—Aún no lo sé —respondió encogiéndose de hombros.
El equidna frenó abruptamente al observar la enormidad que se ceñía frente a él. La fortaleza de Eggman se expandía a lo largo y ancho en lo que parecía ser un andén gigante que actuaba como puerto de salida. Knuckles caminó fascinado por un amplio puente blanquecino, se acercó al borde y permaneció quieto mirando el cableado, el metal y los sistemas mecánicos que componían la escena, Sonic se posicionó a su lado con una sonrisa engreída.
—¿Primera vez en una base de Eggy?
—Sí —respondió tajante. Incapaz de entender la retórica de la pregunta. Sonic sacudió la cabeza de lado a lado, tendría que adaptar su sentido del humor a él.
Fuertes tronidos sonorizaron el sitio, el eco era tan fuerte que se manifestaba con agresivas vibraciones en el pecho de los mobians. El suelo tembló y tanto Sonic como Knuckles se mantuvieron de pie oteando desde el puente.
Una desmesurada figura robótica se desplegó frente a ellos, caminaba a paso lento, presumiendo su forma ovalada compuesta por un torso rojizo y una cabeza gris con dos grandes ojos azabaches cristalizados². La máquina se acercó al puente, posicionó sus manos de tres dedos en el bordo, Sonic y Knuckles retrocedieron.
—No soy muy fan de las visitas sorpresas —pronunció desde dentro de la maquinaria, con una actitud bromista y una voz electrónica.
El erizo arrugó la frente, empuñó sus manos y dio dos pasos precoces hacia el robot. Knuckles colocó su brazo por delante del cobalto, bloqueándole el paso.
—Planeemos qué hacer —pidió, frenando el repentino enojo de Sonic.
El erizo dirigió su vista hacia Knuckles, quién mantenía un gesto con un dejo de preocupación. El rojizo tenía razón, un combate con ambos en el mismo equipo era una gran ventaja, no aprovecharlo sería tonto. Las manos del robot intentaron aplastar al par, Sonic empujó al equidna con brusquedad, apartándolo de la zona para inmediatamente alejarse él, valiéndose de su velocidad.
—¿Cuál quieres tú? ¿Izquierda o derecha? —Cuestionó Sonic, refiriéndose a las extremidades del robot, finalmente respondiendo fuera de su ensimismamiento.
—Yo me quedo con la derecha —replicó virando en dirección a la susodicha.
—¡Debiste ponerle todos los dedos, porque manos le van a faltar! —Bufoneó gritando hacia Eggman.
—¿Para qué? —Inquirió Knuckles.
—Olvídalo, Knux.
Sonic esquivó cada uno de los manotazos que la figura robótica daba. En cuanto reconoció un patrón, se arrojó en contra de cada uno de los dedos con un homing attack.
Knuckles se mantuvo quieto, al cabo de unos segundos, observó la gigante mano descender sobre él con violencia. El equidna levantó sus manos y, con firmeza y brusquedad, frenó el golpe, empujando la extremidad hacia arriba. Asió uno de los dedos y jaló con fuerza hacia los lados hasta sacarlo de su articulación metálica.
—Si lo piensas bien, le diste un high five —bromeó el cobalto.
—¿Qué es eso? —Interrogó agitado.
—Lo primero que haremos saliendo de aquí, será decirle a Tails que te instale una televisión con señal satelital o algo —comentó frustrado.
Ambos repitieron el proceso hasta haber concluido sus tareas: despojar al robot de sus extremidades. Por un minuto, el sujeto de aleación pareció apagarse. Su torso se encorvó y su rostro plomizo apuntó al suelo. Sonic sonrió engreído con Knuckles a su lado.
La boca del metálico se abrió con un molesto chirrido que lastimaba los oídos. Su interior contaba con un estrecho túnel que, al final, mostraba un brillo de color verdoso, uno que Knuckles reconoció al instante.
—Es la esmeralda —informó.
La gema tiñó las paredes con su resplandor, ambos mobians centraron su vista en ella, Knuckles dejó escapar un repentino jadeo de preocupación al notar la formación de un orbe blanco en el interior del túnel.
—¡Está cargando un tiro! —avisó sin apartar la mirada.
—¿No decías que no aprendería a usarla? —Reclamó observando el orbe acrecentar su tamaño.
—La única vez que hablé con éste, me estafó. No lo conozco, ¿por qué me creíste?
Knuckles.
Una luz cegadora provino de la boca de la máquina del Doctor. Sentí un fuerte tirón antes de cualquier impacto, el humo se disipó, permitiendo ubicarme nuevamente.
Ahora permanecía al lado de Sonic, frente a nosotros, el puente se hallaba separado con un corte limpio, cuyos bordes presumían un rojo vivo.
—Si eso nos da, nos morimos —comenté poniéndome de pie y flexionando mis rodillas.
—Tú tan observador como siempre, Knux.
—A veces te detesto.
Los materiales que componían el puente se desprendían con cautela, produciendo un estruendo al impactar con el lejano fondo de la fosa. Las mandíbulas del robot chirriaron al moverse para conseguir cerrar la boca.
—¡Ahí! —exclamó Sonic, señalando hacia la boca de la maquinaria— ¿Viste el mecanismo que sostiene su mentón?
—Si lo dañamos, suelta la esmeralda —repliqué sonriéndole con confianza—. Deberías de pensar más seguido, das buenas ideas.
—A veces te detesto el doble.
La mandíbula bajó nuevamente, produciendo un fragor insoportable. Sujeté las muñecas del erizo y giré sobre mi propio eje, en cuanto conseguí el suficiente momentum, lo solté en dirección al robótico cuál lanzamiento de bala. Sonic contrajo su cuerpo hasta conseguir rotar con velocidad y ser vestido por una estela azulada.
El impacto dañó algunos de los soportes del lado izquierdo del cromado, causando que su mentón descendiera más de un lado que de otro. Sonic cayó al suelo con un drop dash, llegó hasta mí antes de que el haz de energía fuera disparado.
Me tomó del antebrazo y se desplazó por lo largo del puente, inmediatamente aquel rayo caótico salió de las fauces plomizas del gigante. No fue un golpe contundente, en su lugar, el láser siguió nuestra trayectoria, intentando alcanzarnos.
—Te toca.
Columpió su cuerpo para poder lanzarme con fuerza hacia el techo, clavé mis puños en él, observé cómo se desmoronaba la plataforma sobre la que Sonic corría a medida que el rayo se desplazaba. Me posicioné en dirección a Eggman y planeé hasta el costado derecho del robot, concentré toda mi fuerza en aquel golpe, finalmente, la esmeralda se soltó.
Seguí la gema, cayendo al abismo junto con ella, la así entre mis manos y observé el fondo repleto de vigas expuestas y trozos de metal acabados en punta. Antes de llegar más abajo, fui frenado por los pies del erizo, quién se hallaba colgado de manos. Nos columpió hasta llegar arriba del puente.
—¿Y tuviste el descaro de decirme "planeemos qué hacer"? Casi te matas —bufoneó.
Observamos al robot caer pieza a pieza, el puente temblaba y se hundía. El doctor abandonó su creación, sobrevolándola con su Eggmobile, finalmente, el pesado torso del gigante cayó al fondo, causando que toda la nave se inclinara con brusquedad, una angustiante luz roja envolvió el entorno.
Los ojos de Sonic siguieron a Eggman, se lanzó contra su transporte, provocando que el hombre cayera sobre el suelo enrejillado del puente.
Anonadado, vislumbré a Sonic, parado a unos metros del humano, su espalda se encontraba recta, sus brazos apuntaban al suelo y sus manos se hallaban empuñadas. Con frialdad y lentitud, posó las yemas de sus dedos en el piso, comenzando a cargar un spindash.
El Doctor no va a aguantar eso, su cuerpo es más frágil y ya está malherido. Sonic no está buscando neutralizar a un enemigo, quiere lastimar.
Corrí hasta él y le propicié un golpe, arrojándolo contra la baranda rota.
—¿Qué crees que haces? —Enfrentó, mirándome desde el suelo.
—Nos vamos —ordené ubicándome frente a él.
Eggman se levantó con dificultad y raspones sangrantes, la respiración de Sonic era agitada, no estaba cansado, era euforia. Obligado, impacté su espalda de una patada, impidiendo que se incorporará.
—La nave se está cayendo, o salimos los dos de aquí y dejamos que Eggman arregle esto, o salimos los tres y esta cosa se estrella en la ciudad.
El de bigote tupido subió a su aerosdeslizador y, mediante uno de los túneles transparentes que atravesaba toda la nave, se alejó de nosotros. Sonic arrugó el entrecejo con fuerza.
—No voy a dejar que lo sigas —comuniqué, el erizo se giró hacia mí—. Vámonos ya.
A regañadientes y refunfuñando, se puso de pie y se colocó a mi lado, corrimos por la estructura, cayendo constantemente a causa de las turbulencias y giros bruscos de la nave. Sonic paró al notar un hoyo en el interior de la nave, uno de los escombros había atravesado. No fue necesaria comunicación alguna, ambos comprendimos el mensaje.
Nos desplazamos sobre los escombros y frenamos en el orificio que daba directo a la nada, lo único visible era un fondo blanco compuesto por nubes, estábamos cayendo. Pero un distinguible sonido imperó en los alrededores.
Con el tiempo, se había hecho fácil reconocer el motor del Tornado.
Empujé al erizo y salté tras él, descendimos unos metros hasta que, con la destreza de un veterano, Tails pilotó en nuestra dirección, posicionándose debajo. Los dos caímos en sus alas.
—¿Qué hicieron allá adentro?
Me sujeté del bordo de las alas, los tres permanecimos expectantes siguiendo el declive de la fortaleza de Eggman. Las luces de la ciudad cada vez parecían más cercanas.
Solté un sonoro suspiro de alivio al notar cómo el radomo de la nave se estabilizaba hasta quedar sobre el eje horizontal. Apreté mi agarre al sentir el biplano sacudirse, consecuencia de volar tan cerca del Doctor. Miré a Tails, quién apretaba el timón con vigor.
—Las turbulencias son muy fuertes, voy a bajar —avisó el zorro, intentando descender antes de perder el control.
Viré mi vista hacia Sonic, había recargado su cabeza en el metal del ala, yacía acostado y, al igual que yo, sujetado de los bordos. A pesar de los bruscos movimientos del avión, ambos teníamos plena confianza en Tails y sus habilidades, lo suficiente para estar tranquilos. Pero la mirada del erizo se hallaba posada sobre el metal, observando cada remache, soldadura y raspón en la pintura.
—¿Qué fue eso? —Pregunté mirándolo. Sonic no movió músculo alguno.
—No volverá a pasar —respondió con lentitud.
Tails no comentó al respecto, planeó por varios minutos hasta encontrar una autopista que, debido a la hora y la zona, no era tan transitada. Los pocos autos que recorrían el asfalto, disminuyeron su velocidad al notar al Tornado volando tan cerca del suelo, muchos pararon para ver el espectáculo.
Las llantas del tren de aterrizaje rebotaron un par de veces, aterrizamos. El zorro y yo bajamos al suelo firme, Sonic eligió quedarse sentado sobre la punta del ala.
El erizo cerró sus ojos, colocó sus manos sobre sus muslos y comenzó a respirar profundamente, dio un par de bostezos, más por una necesidad urgente de tomar aire que por aburrimiento o sueño.
—¿Estás bien? —Cuestioné.
—Perfectamente, Knux.
Me quedé en silencio, pensativo en lo que acababa de presenciar allá arriba. Si yo no hubiese ido con él, ¿qué habría hecho? ¿Realmente hubiera dañado de una manera tan importante a Eggman? Son enemigos, lo puedo llegar a entender...
Pero Sonic no es agresivo. Tiene un buen sentido de la justicia, ¿por qué descarrearse así en un momento tan crucial?
—Bueno —finalmente, habló, retomando su entonación habitual—... Ya tienes tu esmeralda, ¿te irás? —inquirió bajando del biplano.
—Tengo deberes en Angel Island —el zorro se acercó a nosotros.
Contados fueron los automóviles que comenzaron a circular en el carril más lejano al avión, la mayoría había elegido quedarse quietos, causando tráfico. Algunos conductores abandonaron sus vehículos para acercarse a la escena.
Los reportajes decían: tres civiles luchan contra temibles máquinas. Para muchos, hoy podían ponerles un rostro, un cuerpo y una voz a aquellos personajes de los periódicos y noticias.
—Lo tuyo es trabajar en solitario, ¿no? —Cuestionó el erizo, con un dejo de carisma.
—Lo que tú haces aquí no está mal, es... admirable —confesó el equidna, mirando algunos mobians acercarse a ellos—. Pero no es mi estilo, soy un guardián, no un héroe.
—Allí arriba tienes que ayudar a quiénes habitan tu isla, yo no lo veo tan lejano —argumentó con una sonrisa—. Pese a que seas un gruñón que no entiende las preguntas retóricas, ha sido una buena experiencia formar equipo contigo —posó su mano sobre el hombro del rojizo y le proporcionó un par de palmadas— Espero que la próxima vez que vayamos a visitarte, no nos arrojes a otra trampa, que no se te haga costumbre —extendió su mano.
—No lo sé, algunos hábitos nunca se olvidan —la estrechó en un apretón de manos.
—¿Al menos me dejarás darte un aventón? —Terció el zorro detrás de ellos.
—¿Qué clase de persona sería diciéndole "no" a un escuincle como tú? —Excusó apretando los hombros del chico con su brazo derecho.
Sonic levantó la vista, percatándose de los mobianos conglomerándose alrededor de ellos, formando un semicírculo.
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Amy observó los automóviles, todos recorriendo las calles a alta velocidad, la peculiaridad de éstos era la leyenda en la parte trasera del vehículo:
Prensa.
—¡Mira! —Señaló en su dirección, Vanilla suspiró— ¡Te dije que eran ellos!
—¿Puede seguir a los coches de prensa, por favor? —Pidió al taxista, un tanto apenada.
Apenas haber salido de casa, Amy notó el caos que una extraña nave gigantesca estaba causando. Los habitantes de Station Square temían a consecuencia de lo rápido que el objeto se acercaba a tierra. Aún sin estar tan cerca de Speed Highway, el que creían sería el lugar de la colisión, Vanilla prontamente había tomado un taxi para alejarlas lo máximo posible.
Pero para su mala fortuna, a Amy parecían agradarle las emociones fuertes.
El tráfico frenó al taxista y los vehículos de prensa, la eriza sacó la cabeza por la ventana, vislumbrando la multitud de más adelante. Fotógrafos y reporteros salieron de sus vehículos para comenzar a correr hacia las masas. Entró al auto nuevamente, observó a Vanilla, con una sonrisa repleta de euforia.
La señora Vanilla apretó los labios, no muy convencida de la idea impulsiva de su pequeña. <<Una buena madre no dejaría que su hija se fuera sola entre la multitud>> pensó...
Y precisamente por eso, irían juntas.
—Aquí nos bajamos —Informó al taxista, entregándole un billete.
Vanilla no reprimía la intensidad de Amy, seguía desarrollándose, necesitaba conocer su mundo. Le colocaba los límites que fueran necesarios, era estricta en cuanto a buenos hábitos de higiene y cuidado propio, era una madre primeriza, pero se esforzaba por ser la mejor.
Conoció a Amy en las peores circunstancias, ya había sufrido mucho, dependía de ella como madre ayudarle a crecer y reforzar la creencia de que tuvo una buena crianza llena de amor, aun si eso provocaba que se vieran involucradas en este tipo de aventuras.
Ambas bajaron del automóvil, corrieron en dirección al tumulto de gente, una vez lo bastante cerca como para no perderla de vista, Vanilla permitió que Amy tomara la delantera, después de todo, era más rápida que ella.
Sus piernas se movían frenéticamente, balanceando sus brazos para ganar más velocidad. Finalmente, lo vio en el fondo de la avenida, Sonic había dado media vuelta, comenzando a caminar hacia las alas de El Tornado.
—¡Hey!
Se abrió pasó entre la masa, mirones, fans y fotoperiodistas, el vocerio de todas esas personas dificultaría que la escuchara... O al menos eso creyó.
—¡Blue blur! —Desgañitó al estar más cerca de él.
El erizo frenó de golpe, confundido, se giró hacia su público. Intentando localizar de dónde provenía la voz.
Inmediatamente, Amy cayó frente a él, se había tropezado entre tanta gente. En la mente de la eriza, ese sería un momento en el que ella se avergonzaría y él amablemente acudiría en su ayuda con un tacto suave y una sonrisa en el rostro.
Pronto se daría cuenta que Sonic era más un cabrón en formación que un príncipe azul.
Los mobians se separaron oteando a la eriza, permitiendo que Amy pudiera mirarlo de frente desde el suelo.
—Agradezco el gesto pero no suelo limpiar los zapatos con la lengua —bromeó.
La risa del chico fue breve, solía ser bufón y egocéntrico, pero no necesariamente una mala persona. Sonic extendió su mano hacia ella para auxiliarla, Amy la asió con fuerza y se reincorporó usándola como apoyo.
—¿Estás bien?
—¡Hola! —Saludó enérgica, aún sosteniendo su mano e ignorando rotundamente su pregunta.
—¿Fuiste tú quien me gritó? —Ella asintió con la cabeza repetidas veces—. Hace mucho que no me llaman así, ¿quién eres?
—Amy Rose, soy una gran admiradora —se presentó, empezando a mover rápidamente sus manos de arriba hacia abajo, haciendo de aquel apretón de manos, el más longevo e intrusivo que había experimentado el erizo.
—Eh —balbuceó algo confuso por lo incómoda que se había tornado la situación—. Entonces... Amy —llamó, haciendo que a su oyente le brillaran los ojos— ¿ya puedes soltar mi mano? —Cuestionó dirigiendo su mirada a su agarre.
Amy pronto se dio cuenta de que los nervios la habían traicionado y su presentación había sido equivalente a los fans que se desmayaban en conciertos.
—Ah, sí, lo siento —lo soltó. El erizo le sonrió amigablemente.
—Gracias —dio la vuelta, subió al avión y la miró desde las alas—. ¡Gusto en conocerte!
—¡No, espera! —Insistió sin éxito alguno.
—¡Leven anclas, muchachos! —Pidió divertido.
El biplano avanzó por la avenida, el gentío comenzó a dispersarse dejándoles moverse hasta toparse con una calle lo suficientemente despejada para ganar velocidad y elevarse en el aire.
—Aún tengo tanto por decir —expresó en voz baja mirándolos alejarse el cielo.
Escrito: 29/12/2024.
Publicado: 30/12/2024.
1. El capítulo hace alusión a "Red Eye", el jefe del primer acto de Death Egg Zone en Sonic 3 & Knuckles.
2. El capítulo hace alusión a "Kyodai Eggman Robo", el jefe del segundo acto de Death Egg Zone en Sonic 3 & Knuckles.
Hoy quería darles un capítulo más largo de lo normal. Les tqmmm, besos en el enese, felices fiestas:) <3
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