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2.24 | Batida incesante



    Sonic y Tails recorrían intrépidos por las crujías de Chemical Plant, una planta química ubicada en el interior de West Side Island.

      La infraestructura yacía abandonada, pese a ello, aún quedaban decenas de robots badniks por liberar en ella. Las máquinas del proceso químico seguían funcionando.

      Los dos se habían enfrentado a Eggman allí con semanas de anterioridad, sus peleas habían causado la rotura de múltiples depósitos, trayendo como consecuencia el derrame de los líquidos sobre el suelo.

     Ambos frenaron al llegar a lo que suponía ser el sitio donde Eggman trabajaba en sus prototipos.

—Pasan los años y sigo sin comprender a este sujeto —comentó Sonic, parado frente a una tubería—. Dime tú, ¿qué fin tiene esto?

      El erizo apuntó a un par de tuberías en U, colocadas enfrentadas de tal modo que los químicos en su interior se veían obligados a circular en un ciclo interminable.

—¿Por qué venimos aquí? Creí que seguiríamos con mis clases de aviación —reclamó el zorro.

—Ya te dije que te enseñaría otro día, Eggman lleva sin causar problemas más de lo habitual.

—¿Crees que vuelva a aparecerse? Ya le dimos su merecido en South Island.

      Las computadoras estaban arruinadas, no tuvieron otra opción mas que comenzar a buscar archivos tangibles. Abrieron los cajones de los archiveros, hojeando rápidamente cada documento.

—Destruirle un par de robots no es suficiente —afirmó a la defensiva—; además, si vino a West Side Island después de haberlo derrotado, no me sorprendería que vuelva a mudarse.

—Tienes un punto —accedió despegando su mirada de los folios—. ¿Qué busco exactamente?

—Intenta con algún documento que tenga Log por título, Eggman no es precisamente un tipo sutil. Desconozco si sigue llevando bitácoras, pero podríamos empezar por allí.

     Tails apartó carpeta por carpeta colocando las yemas de sus dedos sobre las pestañas de éstas. Retiraba del cajón aquellas con una clasificación que le llamase la atención y pasaba las páginas con rapidez.

—Pues no encontré bitácoras, pero sí planos de una excavadora y un mapa ¿te sirve?

—¿Mapas de qué?

—No solo hay mapas de West Side Island, también de Cocoa Island.

—Así que sí planeaba irse después de todo.

—No, parece que ya se ha ido.

—¿Eh?

—Mira los pliegues y las manchas, esto lo uso hace días —indicó entregándole el mapa.

     El erizo pasó su dedo índice sobre el papel, éste contaba con una circunferencia dibujada sobre él. La tinta se corrió, manchando la hoja unos cuantos milímetros.

—La tinta no está del todo seca, no se ha ido de West Side, nosotros somos quienes llegaron después de que él visitara Cocoa Island.

     Miles fijó su vista detrás de Sonic, no había prestado atención al fondo de la habitación. Un conjunto de letras se hallaba tapado por los monitores añejos.

     El erizo siguió con su mirada la trayectoria trazada por Tails, percatándose del mismo descubrimiento. Caminó hacia el escrito y apartó todos los objetos que le estorbaran.

     Ambos analizaron la escena, múltiples papeles con textos, dibujos y operaciones yacían encimados unos sobre otros, todos pegados a la pizarra con cinta adhesiva. Leyeron los encabezados de los recortes de notas periodísticas presentes en el muro.

Repentina sobretensión eléctrica en todo Windy Valley.

Extraño rayo ilumina el cielo de Central City.

Descubren símbolos ocultos en West Side Island.

   Tails se acercó, asió los folios entre sus dedos índice y medio. Observó de cerca las fechas, todos llevaban años de diferencia entre sí.

"Los símbolos datan de hace dos mil años" aseguró la experta en iconografía y simbología Sara Gaona —leyó el zorro—. Los lugareños afirman la existencia de piedras preciosas que han sido enterradas en la isla por sus deidades.

—No le creo el cuento que haya pasado de villano a historiador, ¿qué crees que sea?

—Podemos hacer cuántas hipótesis queramos, pero la única forma de asegurarnos es encontrándolo —insinuó con una sonrisa.

—Tenemos una dirección... Vamos a preguntarle —correspondió palpando con un dedo la zona señalada por el círculo.

[...]

Sonic.

Avizoré el entorno en busca de atisbos que delataran la presencia de Eggman. Tails se posó a mi lado mientras recorríamos los desastrados caminos de Aquatic Ruin.

Según los propios habitantes, se trataba de un sitio con un extenso pasado y una vasta historia. Su construcción se había dado hace miles de años, uno de los tantos asentamientos de las antiguas civilizaciones.

No veo rastro de Eggman —comentó con molestia.

—Tendremos que adentrarnos más.

—Pero justo eso fue lo que los lugareños nos dijeron que no hiciéramos.

—Bah ¿crees en supersticiones?

—Creo en que si nadie ha explorado las profundidades de las ruinas, a sabiendas de que hay "piedras preciosas" en ellas, será por algo.

Los restos de los edificios habían sido estructurados por ladrillos de múltiples colores, principalmente los pertenecientes a la gama cromática de tonos azules y amarillos. Las columnas de estilo jónico daban lugar a un fuerte hincapié visual.

Dirigí mi mirada hacia enfrente, los ladrillos de una de las paredes ubicada metros adelante comenzaron a separarse los unos de los otros. Desaceleré para poder prestar más atención a la escena, un badnik emergió del interior.

El robot contaba con una nariz y ambos brazos en forma de taladro, conseguía desplazarse con un mecanismo de ruedas oruga¹.

—Querías pruebas de que Eggman estuviera aquí, ¿no? Ahí está —señalé enfrente.

Acrecenté mi velocidad nuevamente, corrí hasta el metálico con el fin de poder liberar al desdichado ser aprisionado en su interior.

De pronto, las plantas de mis pies dejaron de pisar tierra firme, el camino que yacía debajo de ellas se desmoronó.

Comencé a caer, vislumbré lo que parecía ser otro piso aún más abajo. Sin embargo, éste se hallaba atestado de agua. Tails alcanzó a asir mis manos vigorosamente, de tal modo que las puntas de mis zapatillas fue lo único que pudo tocar el líquido.

El zorro nos elevó con su par de colas, aterrizó en uno de los costados del camino. Él permaneció de pie mientras que yo observaba el fondo inundado, estando tirado en el suelo, terminé asomando la cabeza en el borde. Suspiré aliviado de no haberme sumergido en ella, es realmente agobiante no poder respirar.

Un breve y grave sonido entró en mi canal auditivo, dirigí mi campo de visión hacia la fuente. Una de las columnas que hace un momento me tenían fascinado acababa de disparar una flecha, halé a Tails del brazo, quedó pecho a tierra al igual que yo.

El proyectil pasó sobre nosotros. Esperé unos cuántos segundos aún ejerciendo fuerza en el cuerpo del zorro para evitar que se levantara, él protestó intentando ponerse de pie.

Me incorporé con lentitud, observé en múltiples direcciones, los alrededores parecían tranquilos. Aparté mi mano de Tails, le permití erguirse.

Corrí hacia el badnik e impacté su cuerpo con el mío. Sacudí mis manos después de haber visto al pequeño pocky salir del armazón metálico.

Caminos que se derrumban, ruinas inundadas, trampas antiguas —enumeré—. No me sorprende que nadie venga a investigar aquí.

Inspeccioné el sitio, bufé al percatarme que la única forma de avanzar era a través del agua. Suspiré con desgano.

—Eh... Creo que-.

—Gracias Tails, ya lo noté.

A estas alturas debería de traer un tanque de oxígeno conmigo.

—Mientras no tenga que lidiar con Labyrinth Zone por segunda ocasión, todo bien —comenté con hartazgo, para posteriormente dejarme caer a las frías aguas.

Miles se arrojó al agua por igual, me calmaba el hecho de no estar solo, si las cosas se salían de control él me sacaría de ahí. Después de todo, se le daba mejor la natación que a mí.

Comencé a desplazarme por debajo del agua, la fricción de mis suelas era casi nula, lo que provocaba que mi velocidad fuera mínima.

Surcar la zona fue todo un dolor de cabeza, no pudimos evitarnos las trampas y los badniks ni siquiera en las áreas inundadas. Aborrecía la ansiedad de no poder respirar ni moverme rápido.

Con el objetivo de descansar, Tails y yo nos adentramos en la urbe de West Side Island, un poblado cobijado por las brillantes luces de los edificios. Incluso frente a las oportunidades de trabajo, el motivo detrás de la mayoría de sus visitantes era pasar la noche jugando en el popular casino de la zona.

     Tails se acercó al puesto de comida, asió los pedidos, respondió con una sonrisa y pagó la deuda. Dio media vuelta, dio un par de pasos y se sentó en el bordo de la acera. Le entregó a Sonic su porción correspondiente, éste la tomó sin apartar su vista del mapa.

     En ojos ajenos, el erizo parecía tener una personalidad poco usual. Miles se preguntaba de dónde habría nacido ese sentimiento de odio hacia Eggman, Sonic tenía una obsesión tan arraigada a él por llevar a Ivo ante la justicia, a tal grado de rozar lo enfermizo.

     Robotnik era el malo, lo comprendía. Pero la euforia del cobalto era tan interesante que lo hacía cuestionarse si ambos lo perseguían por las mismas razones.

     Sonic había batallado contra Eggman incluso desde antes que él llegara, probablemente se habría perdido de un punto de inflexión en su historia. Tails no presenció el comienzo de su rivalidad, le molestaba el desconocimiento, pero tratándose de alguien tan evasivo como su mejor amigo, comprendía que lo más conveniente era no presionarlo.

     Miles observó con atención el comportamiento de su acompañante, apretaba los labios ante cada duda sin respuesta. Posteriormente le proporcionaba un mordisco a su chillidog y repetía el proceso.

—Ya sé que es complicado que te enfermes, tu sistema inmunológico es más rápido y bla bla bla —enumeró cansino—, pero ¿ni siquiera piensas exprimir tus guantes? Todavía gotean de vez en cuando.

—Nah. Ya se secarán solos —negó con indolencia.

     Tails rodó los ojos, no insistió más, pese a ser una prenda aparentemente baladí, había notado que para él tenía un gran significado. Sonic había desarrollado una manía respecto a éstos, convivían desde hacía dos años y aún le había sido complicado llegar a observarlo sin sus guantes puestos.

     El par terminó su comida, no intercambiaron palabra alguna por un largo rato. Los de Sonic permanecieron sobre un pequeño charco de agua sobre el pavimento, se quedó vahido en el reflejo de las luces de la ciudad.

Iremos a buscarlo, ¿verdad?

—Por supuesto, pero aún no sé a dónde ir.

     Cual señal divina, los respingos de la multitud alertaron a ambos. Viraron sus ojos en dirección al vocerío, sin necesidad de intercambiar palabra, el par se dirigió hacia la algarabía.

     Se desplazaron por las calles contiguas a la vocinglería, frenaron al percatarse de un conglomerado de robots yendo hacia ellos. Sonic y Tails se posicionaron firmes en espera de un ataque, sin embargo, los metálicos continuaron su trayecto.

     La vista del erizo se notó sombría, un extraño cuerpo sobrevoló sobre él por breves instantes, causando que la luz no llegase hasta él. Sonic intentó agudizar su sentido visual, arrugó la frente y entrecerró los ojos.

     Escrutó el cielo, la silueta parecía cobrar color. Rascó su cabeza hasta darle solución a su dilema, sus ojos le aseguraban se trataba de una ardilla voladora de pelaje amarillo. Se giró hacia Tails intentando obtener un gesto que pudiera intuir como una confirmación, debía de aseverarse de no estar imaginándoselo.

—¡A un lado! —desgañitó un tercero.

     El zorro sintió un contacto efímero sobre su hombro izquierdo, colocó un pie adelante que fungiera de soporte para evitar caer por el repentino empujón. Recuperó la compostura y observó cómo el sujeto se alejaba envuelto en frenesí.

     Sonic se ubicó a su lado igual de confundido que el menor, un armadillo negro con un caparazón dorsal de color rojo.

      El dúo intercambió miradas ausentes de deducción, sin saber exactamente de qué se trataba, siguieron de cerca al grupo.

Sonic.

Corrimos tras ellos intentando ser discretos, era más que claro que los robots pertenecían a Eggman, pero desconocíamos a una de las partes involucradas. ¿Quiénes eran esos dos?

El armadillo aceleraba y proseguía a propiciarle un golpe certero a los enemigos a su alcance. Tails y yo esquivarlos los restos metálicos en el suelo, el desconocido intentaba reincorporarse en la carrera, pero mantener el ritmo después de intervenciones irregulares, era difícil.

En las alturas, la ardilla descendía atolondrado y arremetía contra los adversarios.

Logré vislumbrar una peculiaridad en la cabeza de la persecución, los robóticos llevaban consigo una cápsula fácilmente reconocible. Sonreí, los cuatro teníamos el mismo objetivo.

—Adelántate, ayúdalos con los Buzz Bombers —demandé, Tails dio un pequeño saltó y acató desde el aire.

Acrecenté mi velocidad, me sitúe a la diestra del rojizo, él soltó una mirada escudriñadora sobre mí.

—Sonic The Hedgehog —me presenté confiado.

—Mighty The Armadillo —correspondió— ¿El de amarillo que vuela viene contigo?

—Sí, ¿y el otro?

—Es Ray, mi compañero.

—Tails —señalé.

Analicé la situación, los badniks de Eggman seguían una formación en cuña, el líder vigilaba frente a él, mientras que el resto de posiciones resguardaban su retaguardia. Contras: será más difícil llegar al robot de la punta directamente, pros: descuidan sus flancos.

—La cápsula es su prioridad, tendrán problemas con cubrir los laterales —informé.

—Voy al izquierdo.

—Voy al derecho.

El sujeto aceleró por el carril siniestro, empuñó su mano y golpeó vigoroso a cada uno de los badniks, eran tan inusualmente fuerte que grandes piezas robóticas salieron disparadas por el aire hasta descender a varios metros de distancia.

—¡Cuidado, Mighty! —Pregonó Ray.

El armadillo encogió su cuerpo, cubriéndose con su propio caparazón, el ataque inminente de uno de los Buzz Bombers impactó en su cuerpo. Sorprendentemente, éste tan solo rebotó, saliendo con la misma velocidad hacia el lado contrario.

Acabó con un badnik devolviéndole, literalmente, su ataque. Hmp, no es algo que se vea todos los días.

Levanté mis comisuras mostrando una sonrisa impertérrita y viré hacia el grupo de badniks. Incrementé mi velocidad y arremetí contra su coraza metálica.

Alcé la vista, efectivamente, habían descuidado tanto sus costados que la cápsula se encontraba al descubierto. Llamé la atención de Tails con un chiflido, entendió mis intenciones con una sola mirada, nos habíamos vuelto un gran equipo.

Utilizando el impulso de mis piernas, subí a uno de los techos de las estructuras ubicadas al otro lado de la calle. Estando arriba de él, salté.

Tails sujetó mis manos y tiró de ellas hasta llevarnos en dirección a la punta de la formación. Me solté, llevé mis rodillas hasta mi pecho y cubrí mi cabeza para conseguir un giro continuo. Atravesé al robot, la cápsula cayó al suelo, siendo amortiguada por el fuerte agarre de Ray y el zorro.

Mighty y yo nos aseguramos de no dejar ningún Badnik restante, Tails manipuló la cápsula, Ray se sentó sobre el botón del ápice. Finalmente, el artefacto se explayó, pequeñas criaturas salieron de allí.

—¿De dónde salieron ustedes? —Cuestionó el armadillo.

—Venimos siguiéndole la pista a Eggman, aunque creo que ustedes ya lo conocen —respondí colocando mis brazos en mi cadera.

—¿Eggman? ¿El tipo gordo del bigote?

—Justo ese. ¿Saben cuánto tiempo lleva aquí? —Terció mi compañero.

—Quizás unas dos o tres semanas, es un dolor de cabeza. Tiene aterrorizada a toda la ciudad.

—Aún no sabemos por dónde es que se mueve, ustedes están más familiarizados con sus rutas.

—Y ustedes están más familiarizados con cómo lidiar con él —Tails y yo asentimos.

—Creo que tenemos una asociación.

—Bienvenidos a Casino Zone, socios.

Escrito: 26/11/2020.
Publicado: 19/06/2021.

Referencias:
1. La descripción es perteneciente a Grounder, un badnik presente en el nivel Aquatic Ruin Zone, del juego Sonic The Hedgehog 2.

Ola, volví <3.

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