1.3 | Primer avistamiento
Rotor se hallaba descansando después de haber tenido un partido contra el equipo de la escuela más cercana. Pese a encontrarse satisfecho con el resultado, prefería no festejar por mero agotamiento.
La morsa salió de las duchas para posteriormente colocarse sus vestimentas y salir de la zona de casilleros.
El erizo azul y el león de ojos azabaches se posaban sobre las bancas de madera ubicadas en la entrada de los vestidores conversando animadamente.
El sitio era ambientado con la radio que el entrenador había dejado conectada al contacto de luz. En ella sonaba uno de los hits más populares del año, "Who let the dogs out" de Baha Men.
—Who let the dogs out —cantó desde los vestidores.
—Woof! Woof! Woof! Woof! Woof!—respondieron divertidos.
El trío rió carismáticos y se dispuso a irse. Rotor pasó su mirada por lo bajo, encontrándose con la nueva adquisición del erizo.
—¿Zapatos nuevos? Si no mal recuerdo, ahora estás a un solo par de la bancarrota —bromeó Walrus.
—Sinceramente, no creo que necesite otro par —musitó Cyrus—. Venga, Maurice. Enséñale —animó.
El nombrado avizoró su alrededor, no había nadie más. El erizo miró el campo cubierto de césped, justo donde se había llevado a cabo el partido. Se giró para verlos de manera sonriente y emprendió carrera por todo lo largo de la cancha.
Minúsculas partículas de césped salían volando por los aires, el frío viento chocaba contra las azules púas de Maurice. Sonrió para sus adentros, la velocidad que tanto pánico le había provocado por todos aquellos años, resultaba ser de las sensaciones más placenteras que había experimentado.
Sus ágiles pies dieron retorno, su figura había sido transformada en un destello azul. Frenó estando a poco menos de un metro de sus amigos. Rotor permanecía estático y con un parpadeo constante.
—¿Tadaa? —exclamó impaciente de la reacción de la morsa—. Perdón si te asusté, yo no-.
—¡Qué dices? Es increíble ¡¿por qué nunca te habías echado a correr?!
—Es como tener a Flash de amigo —bromeó el león.
—A juzgar por su estatura, yo diría que tira más a Speedy Gonzáles —Walrus se mofó. Maurice rodó los ojos con diversión—. ¿Por qué no entras al equipo? Nos serviría tener a alguien tan rápido.
—Nah, paso. Ya tengo suficiente con el club de música.
—Puedes inscribirte en ambos —sugirió Rotor.
—Lo mismo digo.
—No me inscribiré a música, los instrumentos se me dan fatal —descartó burlándose de su propia desgracia.
—No hablo de música. Quizá le puedas hacer compañía a Cyrus.
—No soy tan nerd como para ir a un club de informática. Además, me la pasaría jugando Space Cadet antes que escuchar al profesor.
—Bueno, tal vez informática no. ¿Pero qué tal robótica? —Rotor no respondió.
—Solo es introducción a la robótica, no es nada a profundidad.
—Por algo se empieza —terció Cyrus.
—Se te da bien y es algo que te gusta ¿por qué no lo intentas? —aportó Maurice.
—Soy hijo de uno de los miembros más fuertes de una tribu, él accedió a que estuviera en el equipo de americano para que me desarrollara tal como lo hizo él. ¿Qué dirán todos si entró a un club de robótica?
—¿Qué dirán cuando vean al más buleado de la escuela al frente de todo un recital? —imitó.
—¿Sí irás? —Cuestionó Cyrus.
—Voy al recital si tú aceptas inscribirse a robótica —condicionó.
Rotor permaneció en silencio, torció los labios inseguro. Su padre era un hombre estricto, tenía una ferviente necesidad por hacer que su hijo siguiera sus pasos y, con suerte, lo superara.
Su actitud conservadora lo llevaba a imponer sus tradiciones sobre la morsa, la prioridad era su progreso físico, no el mental.
—¿Tienes idea del problema en el que me puedes meter con mi familia?
—Eleva la apuesta entonces —sugirió confiado.
—Mis lazos familiares por tu humillación. Te quiero en papeles principales, no me importa el instrumento —contraatacó.
—Hice la apuesta para ayudarte a crecer como persona, no para exhibirme.
—Lo tuyo dura unas cuántas canciones, lo mío durará meses —replicó, Maurice refunfuñó.
—Trato hecho.
[...]
El erizo se pasaba exhausto por los pasillos de la escuela, el director de la banda no solo había accedido a dejarlo como guitarra principal, sino que también participaría como corista.
Sin embargo, el pensamiento que ahora espoleaba su mente era qué haría para distraer a su padre. El recital se llevaría a cabo en la feria local y, como cada año, los oficiales tendrían que presentarse en pequeños rondines para evitar la alteración del orden.
Pese a que era probable que la hora del recital no coincidiera con el trabajo de su padre, no podía evitar pensar en la vergüenza que sentiría al tenerlo como espectador.
Echó un vistazo en uno de los salones, el destinado al club de robótica. Sonrió al notar a Rotor escribiendo en el pizarrón para luego ser felicitado por el docente. Para su consuelo, ofrecerse como guitarra principal y corista valdría la pena.
[...]
Las calles eran adornadas con múltiples y variadas paletas de colores. La alegría era un sentimiento transmitido en el aire, las clases se cancelaban y se les daba descanso a la mayoría de los trabajadores.
Maurice caminaba sobre el suelo terroso donde estaba establecida la feria próxima a inaugurarse. Se desplazó hasta el escenario de madera, sus compañeros ya se encontraban allí, con sus instrumentos debidamente acomodados.
—Tienes super velocidad y sigues siendo tremendamente impuntual —Cyrus fue quien le dio la bienvenida.
—¿Qué haces acá?
—Vine desde temprano para apoyarte... O reírme, lo que sea que pase —su interlocutor colocó los ojos en blanco.
Maurice conectó al amplificador la guitarra anteriormente proporcionada por su club y se dio a la tarea de comentarla a afinar, girando debidamente cada clavija.
—¿Rotor te dijo algo?
—Me parece que vendrá con sus compañeros de equipo.
—¿Vendrá el equipo de americano? —cuestionó arrepentido.
—Y la mayor parte del pueblo —informó lo absurdamente obvio.
—No sé por qué se me ocurrió aceptar esa apuesta, tengo pánico escénico.
—Es una broma ¿no? —el erizo negó con la cabeza—. ¿Habrá algún día en el que no seas tan impulsivo?
Antes de que Cyrus pudiese concluir su sermón, Maurice lo haló hacia el suelo. Quedando ambos agachados y cubiertos por una de las tablas colocadas frente a la tarima.
—¿De qué nos escondemos?
—De mi papá.
El par de infantes asomaron su mira por encima de la madera. Jules se hallaba sonriente junto a sus compañeros del trabajo. El grupo se marchó caminando para dar inicio a sus rondines, debían asegurarse que en ningún momento algo alterara el orden público.
—Genial, si su turno es desde esta hora, también estará trabajando mientras es el concierto —quejó levantándose del suelo.
[...]
Las sillas plegables se encontraban correctamente distribuidas y colocadas. Decenas de concurrentes ya habían tomado lugar en ellas. En primera fila, el grupo de americano y demás estudiantes que compartían escuela con Maurice.
Maurice.
Arriba del escenario, todos los instrumentos se mostraban ubicados cual orquesta, cuerdas enfrente, percusión atrás y vientos en medio.
—¿Listo? —cuestionó el docente.
—Sí —respondí sonriente.
No, no, no, no, no, no, ¡no! ¡¿qué le hace pensar que estoy listo?!... Probablemente el hecho de que yo le dijera que lo estoy.
La tercera llamada fue anunciada por los altavoces. Todo el grupo salió detrás del telón, organizados en una fila, primero los estudiantes encargados de percusión, posteriormente flautas, luego cuerdas y al final el vocalista y coristas.
Apenas llegar al escenario, escuché el vocerio del equipo de Rotor, les sonreí algo avergonzado y me posicioné detrás de uno de los micrófonos. Hasta el fondo, se ubicaba mi padre, observándome sorprendido, no le comenté sobre mi participación en el recital.
Salí de mi ensimismamiento, suspiré nervioso y sacudí mis manos. Contaron hasta tres y la sección de flautas comenzó con su melodía. Una a una sumándose, dando la sensación de un fade in.
—It's getting late have you seen my mates. Ma tell me when the boys get here —canturreó la voz principal.
Cuerdas se unió, la canción se aceleró hasta lograr tensarla, percusiones y yo entramos al unísono.
Inmediatamente, toda una algazara hecha por mis amigos invadió mis tímpanos. Curvé mis labios en una sonrisa ladina.
—Oh, don't give us none of your aggravation. We had it with your discipline —exclamé dejando a mi cuerpo moverse al compás de la música—. Oh, Saturday night's alright for fighting! Get a little action in.
Tras un conjunto de tres de estrofas, cuerdas se encargó de calmar el ambiente con bellos arreglos acompañados por mi guitarra mientras que los instrumentos de percusión bajaron la velocidad de los tiempos.
—Saturday, Saturday, Saturday —pronto el público se nos sumó con palmas y coros—. Saturday, Saturday, Saturday —aparté las manos de las cuerdas de mi guitarra para posarlas sobre mi cabeza y aplaudir marcando cada tiempo—. Saturday, Saturday, Saturday nights alright!
[...]
Después de haber culminado con todo el concierto, entregué la guitarra al club de música y proseguí a bajar del escenario. Otros alumnos me abordaron para felicitarme mientras me dirigía hacia Rotor y Cyrus. Agradecí con una sonrisa y me retiré.
—La idea era que te humillaras, debiste decirme que sí tocabas bien —bromeó la morsa.
Conversé junto a ellos, no obstante, sentí una mano en mi hombro, volteé para toparme con la sonrisa de mi padre.
—¿Y tú desde cuándo cantas? —interrogó bromista.
—Desde que aposté con él —señalé a Rotor.
Escruté mi entorno, no hubo burlas en comparación con mis recitales anteriores. El incidente en el mercado y mi amistad con alguien tan influyente como Rotor me hacía medianamente más aceptado, pese a que no me agradaban las razones detrás de mi ausente marginación, se sentía bien poder ser normal.
Una ráfaga de disparos se escuchó a lo lejos, todos dirigimos nuestra mirada hacia el lugar. Jules tomó su radio y pulsó uno de los botones.
—Aquí Jules, ¿qué ocurre?
—Van hacia allá, manténgase preparado —informó por el otro lado de la línea.
Mi padre flexionó sus rodillas mínimamente y colocó su mano izquierda en el mango de su pistola. Ambos escudriñamos el horizonte en espera de los causantes del disturbio.
Nuestros tímpanos retumbaron a consecuencia de los graves impactos del ancho metal sobre el suelo. A tan sólo unos metros, caminaban imponentes sujetos robóticos, eran altos y de apariencia robusta.
—¿Swatbots? —pronuncié confundido.
—No se tenía planeada una demostración de parte del Reino Acorn —disputó.
Aquel ambiente pacifista se vio roto por un inminente disparo al cielo proveniente de uno de los robots. El pánico se disipó con rapidez entre los asistentes al festival, quienes aún esperaban la inauguración de éste.
Jules desenfundó su arma. Conectó sus pupilas con las mías en una mirada desbordante de desesperación.
—Evacua a todos —ordenó yéndose a cubrir para dar inicio a una riña a base de tiroteos.
Maurice acató sus órdenes al momento, dio la vuelta y se dirigió hacia quienes huían despavoridos. Tomó posición como líder, dándose a la tarea de guiarlos hacia un lugar más seguro. Pocos eran los que dudaban de su capacidad, se había dado a conocer por su intervención en el pasado incendio.
Pese a haber logrado salvaguardar a la mayoría de asistentes, habían quiénes aún seguían sin poder salir del fuego cruzado. Entre ellos, Cyrus y Rotor.
Armado de valor, el infante volvió a la zona, incursionándose en la búsqueda de aquellos que permanecían escondidos debido al temor. Sin quererlo, debería volver a ser el héroe.
Paseó su vista por el entorno, el camino era difuso gracias a las nubes de polvo desplazándose en el aire. No obstante, vislumbró a sus amigos cubiertos en uno de los locales que fungiría como puesto de juegos, se aproximó a ellos corriendo y se barrió en el suelo para evitar sufrir percances.
Entró al sitio moviéndose en cuclillas, el par restante lo observó desde la misma altura.
—¿Están bien? —preguntó angustiado.
—¡Hay un tiroteo afuera! ¿Te parece que estamos bien? —clamó el león.
—Síganme.
Maurice adelantó su pierna derecha para incorporarse, inmediatamente uno de los Swatbots arremetió contra la entrada, haciendo recular al cobalto.
El trío dio un respingo totalmente alarmados, se refugiaron contra una de las paredes del sitio. Se miraron entre ellos, sus tórax se inflaban y descendían con rapidez, mientras que en sus cuerpos recorrían las gotas de un sudor frío.
—¡Dile a tu padre que nos quite esa cosa de encima! —chilló Rotor.
—¿Crees que si fuera tan fácil estaríamos en este lío? Las balas no les hacen nada, así que —asomó la cabeza, el robot seguía allí, luchando con ímpetu para conseguir entrar—... ¿Alguna idea?
—No es que las balas no lo frenen, sí lo perforan, solo necesitan un proyectil más grande —hipotisó Cyrus.
—¿De qué hablas?
—Las balas son impulsadas por pólvora, tú puedes fácilmente alcanzar su velocidad.
—Sigo sin entender.
—¡Por un demonio! Ve a toda velocidad contra una de esas cosas —simplificó la morsa.
—¡¿Quieren que me estrelle contra él?! ¿Sí tienen idea del riesgo que eso supone si no funciona?
El chico avizoró a su alrededor, no había otra posible salida, nada lo favorecía en absoluto. Su única opción sería tomar la de sus amigos.
—Espero tengan razón. Vámonos —demandó levantándose parcialmente.
Maurice se erguió parcialmente, tragó profundo y se descubrió de su escondite, corrió hacia su contrincante a gran velocidad, al estar lo suficientemente cerca, a consecuencia del instinto por cubrir su cabeza, se arrojó en contra del swatbot adoptando una forma ovalada.
Cyrus y Rotor observaron la escena con asombro, Maurice había logrado penetrar la carcasa del robot, dejando un agujero en ésta y en los circuitos del susodicho.
El erizo paró, observó el ahora inservible swatbot tirado en el suelo, sonrió y ladeó su cabeza.
—Vámonos de aquí.
[...]
El periódico local tenía su rostro en primera plana, era un hecho meramente fascinante para la población. Maurice había pasado de ser un marginado a ser referido como héroe en dos ocasiones.
El informe había arrojado saldo blanco a raíz de la colaboración del menor con algo a lo que la prensa llamó "Spin Dash". El resultado fue: más de un 40% de la tropa de robots había sido frenada por él.
Jules permanecía con sus brazos cruzados y un semblante de enfado. La junta con sus superiores se dio por concluida, abandonó el recinto tan pronto abrieron la puerta.
Toda una tropa de Swatbots habían sido hurtados, y por ende, arrebatados del dominio del Reino Acorn. Mismos que hace unos días habían atacado en plena inauguración.
Le parecía indignante la poca seguridad en el interior del Reino, el robo no se reportó a primera instancia y el culpable aún no era identificado.
—Jules —llamó Armand—. Debo de hablar contigo.
—Dígame, señor —respondió dando media vuelta, topando cara a cara a D'Colette.
—He estado considerando el hecho de hacer una nueva incorporación a nuestras tropas.
—Espero sea provechoso, señor.
—Lo sería, pero primero necesito el permiso de su padre —la expresión de Jules se borró repentinamente.
—No estará hablando de Maurice.
—No lo malinterprete Jules. Pero si él comienza a verse implicado en este tipo de situaciones, nos asegura un buen desarrollo. Sería lo más parecido a un super soldado. Valiente, fuerte, ágil, astuto y sobre todo, veloz; ¿imagina lo que implicaría integrarlo a un pelotón?
—Agradezco los cumplidos, señor —cesó— Pero no pienso dejar que haga de mi hijo un arma.
—Prefiero el término "cura". Usted mismo vio lo que hizo contra los Swatbots, acabó con ellos de manera más eficiente que nosotros con armas de fuego. No espero que lo acepte instantáneamente, pero quisiera que lo considere.
Escrito: 19/10/2019.
Publicado: 26/09/2020.
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