1.18.2 | Ataque crítico
Sally.
—Robot modelo Dinamac, capaz de alterar su estructura y equipado con un láser espectral de treinta kilowatts —informó NICOLE.
—¿Eso qué quiere decir? —Cuestionó Geoffrey alterado.
—Que tenemos que correr o, literalmente, nos hará pedazos.
Él tomó a Bunnie en brazos, ambos comenzamos a huir rodeando la explanada mientras los impactos del láser quedaban marcados con una mancha negra en las paredes.
—Estamos muy descubiertos, necesitamos algo con qué protegernos —comunicó.
El Dinamac apuntó hacia nosotros, pese a que hasta ahora habíamos evitado cada uno de sus ataques. Su capacidad de anticipación había sido mayor a la nuestra.
El interior de su cañón se iluminó, cargando su ataque. Tensé mi cuerpo, en espera de una muerte segura. No obstante, el robot fue invadido por una ráfaga azul.
Maurice lo había arremetido con un spin dash desde la espalda. En consecuencia, Dinamac terminó en el suelo.
—¿Están bien? —Cuestionó acercándose.
—Bunnie está inconsciente, tenemos que sacarla de aquí —enunció Geoffrey.
—¿Quién es el amigote?
—Nicole lo escaneó, es un robot modelo Dinamac.
Maurice se giró a verme desganado, colocó su palma derecha en su rostro y tiró de él con frustración.
—¿Sabes lo pesado que se pone Rotor cuando tiene fundamentos para decir "te lo dije"?
—No es el momento —regañé.
—Rotor me dio esto —se despojó de su mochila y metió la mano en ella—, es un chip de pulso electromagnético codificado —extrajo el artilugio, me lo entregó—. Aún no sé cómo pude aprenderme el nombre.
Geoffrey analizó la situación, prestando especial atención en su enemigo, quien ahora se ceñía amenazante.
—¡Detrás de su cabeza! —Señaló.
El Dinamac presentaba una abertura horizontal en la parte trasera de su cabeza. Sally rápidamente giró el dispositivo, ésta contaba con un puerto tan similar que era fácilmente deducible que ambos encajarían.
—Tenemos que conectarle esto —comunicó la fémina.
—Me encargo.
Los tres se separaron, dándole varios objetivos al Dinamac, el robot no podría marcar a todos al mismo tiempo, les permitiría multiplicar sus posibilidades de triunfo.
Maurice se aproximó veloz hasta él, uno de los fallos más notables en el Dinamac era su lentitud al fijar blancos y atacar con su potente cañón. Sin embargo, la rapidez con la que contrarrestaba la ira enemiga era la suficiente para parar al erizo de un solo manotazo.
El cuerpo del cobalto rebotó contra el suelo, frenándose al impactar en una de las paredes. Manchándose con la cubierta de hollín del muro.
—¿Por qué tienes que ser tan impulsivo siempre? —Protestó llegando a socorrerlo.
Maurice se aferró al brazo de Sally, ésta le ayudó a levantarse y avanzar. Quedarse quietos con el Dinamac acechando aún funcional resultaría en una tragedia.
Geoffrey se posicionó junto a ellos, dejó a Bunnie bajo su custodia y le arrebató el dispositivo al erizo. Corrió hacia el robótico, levantó su muñeca y disparó un par de flechas explosivas en los pies de la máquina. Su táctica consistía en hacerlo caer e insertar el chip en cuanto lo tuviese en el suelo.
Una nube de humo remolineante se levantó, el joven soldado saltó dentro de ella. Para su sorpresa, el Dinamac no solo seguía de pie, sino que seguía presentando un aspecto incólume.
Geoffrey regresó al lado de los Freedom Fighters con un único golpe proporcionado por el Dinamac. Maurice lo frenó antes de que se estrellara contra el muro.
—Definitivamente correr hacia él no es la mejor estrategia —entonó Maurice, con un dejo de burla.
—Sonic, eres el más rápido. Necesitamos una distracción —ordenó la castaña.
—Solo apresúrense, no quiero llegar a Knothole en una bolsa de sobras.
El erizo comenzó a correr al rededor de la explanada, aumentando su velocidad en cada vuelta. Procuraba no acercarse a la zona en la que el resto permanecía, se limitaba a concentrar los ataques del robot en el resto del terreno.
—Geoffrey, apunta, busca el mejor ángulo para derribarlo —demandó, Sally asió el dispositivo en su mano derecha.
Maurice hacia constantes quiebres, modificaba su velocidad en intervalos aleatorios. Confundiendo a la anticipación del robot con factores impredecibles como el incremento de su rapidez y la desaceleración.
Sally se acercó al Dinamac, saltó y se colgó de la espalda del robot. La escaló con dificultad, pero consiguió llegar hasta la cima.
—¡Ahora Geoffrey! —Indicó ingresando el chip en el puerto detrás de la fría cabeza metálica.
La princesa bajó de un brinco, Maurice la tomó en brazos para alejarlos corriendo. El líder del Servicio Secreto necesitaba hacer un tiro limpio, la presencia de los dos en medio lo entorpecería.
Geoffrey disparó una flecha más con la ballesta de su muñeca. El robot Dinamac pareció paralizarse debido al pulso electromagnético del chip, el proyectil del zorrillo consiguió atravesar la coraza de metal que lo cubría, la explosión recorrió todo su sistema hasta hacerlo consumirse en llamas.
Antes de que pudieran festejar, la puerta de metal que regía la zona se cerró con un sonoro traqueo.
—Nos está intentando dejar aquí encerrados —advirtió la ardilla.
El zorrillo lanzó su última flecha explosiva. El proyectil se detonó, logrando únicamente desintegrarse al impactar la puerta. Mas ésta no presentó ningún rasguño.
—No está intentando, nos dejó encerrados —quejó Geoffrey.
—Aún hay soldados dentro de la fábrica, vendrán por nosotros —comentó esperanzado.
—El positivismo no nos va a ayudar mucho ahora. Ellos no saben que estamos aquí y no tenemos comunicación con Cyrus o Rotor —negó el militar.
El erizo de pelaje garzo se aproximó a la puerta. Golpeó el metal con sus nudillos, percatándose que la vibración del sonido era demasiado corta, rápidamente lo entendió como que el grosor de la puerta sería un factor preocupante.
—No creo que esto sea un sistema de defensa de Eggman —enunció Maurice girándose.
—¿Y para qué nos querría aquí abajo? —Indagó Geoffrey.
—Para no tener que lidiar con nosotros arriba —resolvió al instante—. Era una trampa, está planeando algo más.
—No sé cómo, pero debemos de salir de aquí ya —secundó Sally—. Si tu teoría es cierta, su ataque no solo tendrá pérdidas de refugiados y militares. Nosotros moriremos aquí, el fuego del Dinamac está consumiendo nuestro oxígeno.
—El espacio es grande, tendremos el suficiente oxígeno para al menos dos horas —tranquilizó Geoffrey.
—Hay otro problema —el par se giró hacia Maurice—, coloqué los explosivos, detonarán en cuarenta minutos.
—Así que si las paredes soportan la explosión, igualmente quedaremos sepultados entre los escombros, incluso si conseguimos salir. Fantástico —festejó con sarcasmo el de orbes azules.
[...]
Rotor y Cyrus iban de lado a lado. Desplazando su mirada entre los monitores. Necesitaban planificar las mejores rutas para evitar a los enemigos y salir con rapidez.
La morsa solía dirigir su atención al radio, esperando oír la voz de alguno de sus amigos. Llevaban mucho tiempo en la segunda planta mientras que el resto de soldados comenzaban a retirarse.
—Deja de preocuparte tanto —pidió Cyrus al percatarse de la actitud de su compañero—. Me ha costado entenderlo, pero Maurice puede cuidarse, solo necesita que alguien lo frene de vez en cuando, y de eso se encarga Sally. Además, tienen a Bunnie y Geoffrey apoyándolos, estarán bien.
—Cyrus, Rotor —llamó uno de los soldados mercianos por el radio—. Hay una fuga de gas.
—¿Una fuga? —Cuestionó incrédulo. Cyrus observó el monitor, las manchas de calor con las que identificaba a los soldados se habían detenido en un pasillo.
—Nos encontramos con un robot, creo que dañamos una tubería al enfrentarlo, dice CH4 ¿deberíamos preocuparnos?
Ambos técnicos se miraron entre sí con un semblante alarmado.
—Es metano —anunció Cyrus por el radio—, no es peligroso en pequeñas cantidades, intenten no inhalarlo, salgan de ahí cuanto antes.
—¿Aún piensas que no debemos de preocuparnos por los otros? Ahora no solo no sabemos si se encuentran bien allá abajo, cuando suban el metano ya se habrá expandido. O peor aún, si no salen a tiempo el metano potenciará la explosión.
Fuera de la gran carpa en la que trabajaban, el estruendo de los militares se hacía presente. Cyrus abrió las cortinas para investigar, sus ojos se toparon con decenas de soldados tomando sus armas de los pertrechos para luego salir corriendo y subir a los vehículos.
—¿Qué ocurre? —Cuestionó a uno de los soldados que pasaban cerca.
—Las tropas de Robotnik se acercan —respondió tajante.
El león juntó ambos trozos de tela, se volteó hacia Rotor, quien permanecía estático por la noticia.
—Creo que Maurice y los otros dejaron de ser prioridad.
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Rob.
—¡Qué buena puntería tienes! —Felicité—. Te lo dije, solo es cuestión de práctica.
La punta de la flecha había logrado penetrar en el aluminio de la lata de refresco. Amy volteó a verme con una ancha sonrisa. Descansó apuntando al cielo con la ballesta.
—¡No, no! —Clamé nervioso—. Cuando estés en descanso, siempre apunta hacia abajo... Por el bien de todos —ella rio—. Suficiente por hoy —tomé el arma.
—Sigo sin creer que le estés enseñando a tirar con ballesta —pronunció Mari-An detrás de mí.
—Solo intento que sepa defenderse, sabes el tipo de situación con la que lidiamos —arguyé.
—Pues por lo visto tiene un excelente tino, me sorprende que cargue la ballesta sin problemas, es algo pesada.
Bajé la mirada en dirección a mi prima, ella me miró enaltecida. Con una sonrisa en mi rostro, posé mi mano sobre el hombro de Amy y la recargué contra mi dorso con cariño.
—Te sorprendería lo fuerte que es esta niña.
Antes de que Mari-An pudiera responder, un ensordecedor vocerío de mobians nos interrumpió. Alisté mi arco y caminé en dirección del ruido, Amy y yo estábamos practicando en terreno alto, simplemente tuve que acercarme al borde.
Oteé el sitio, por lo menos una docena de refugiados corrían despavoridos de pelotones de robots. Saqué una de mis flechas de la aljaba, tensé la cuerda, apunté y dejé escapar la flecha, rasgando el viento hasta llegar al blanco. Repetí el proceso con la mayoría de los enemigos. Los mobians consiguieron abrirse paso hasta nosotros.
—Gracias —entonó con la respiración agitada—. Robotnik y sus tropas atacaron nuestro refugio —explicó—, conseguimos huir, pero el resto continúa en batalla.
Intercambié miradas con Mari-An, sin dudarlo, sujetó a Amy de la mano.
—Me quedaré aquí, les conseguiré tiempo.
—Avisaré a los demás, te traeré tantas flechas como pueda —comenzó a trotar en dirección al campamento.
—Las necesitaré.
—Y que ni se te ocurra ir solo —advirtió desde la lejanía.
Rob permaneció quieto con la mirada conmovida, Amy se marchó corriendo de la mano de Mari-An. Era tan solo una niña, libre de todo pecado y actitud cándida, ella no tenía que verse involucrada en esta situación
El erizo volteó en dirección al refugio noroeste, debía de mantenerse alerta a cualquier otra amenaza, su misión era proteger a la pequeña. Sin embargo, alguien debía de ir a ayudar al resto.
—¿Dónde está ese chiquillo cuando se necesita? —Entonó frustrado.
[...]
Maurice.
Desgañité nuevamente, pedí ayuda gritando enfrente de la puerta. Golpeé el acero con el borde externo de mis puños, pero nadie respondió.
—Nada de esto funciona —quejó Geoffrey.
—¡¿Y a ti se te ocurre algo?! —Respondí a la defensiva— No haces nada más que quejarte.
—Me quejo porque tus ideas son malas, no tienes temple de líder, sigo sin entender cómo es que no te han matado.
—Sigo vivo porque no soy tan inútil como para depender de un par de flechitas.
Geoffrey se acercó a mí con notorio enfado. Enserié el semblante, no pensaba apartarme.
—Tranquilos los dos —intervino Sally—. Mientras ustedes peleaban innecesariamente, Nicole pudo calcular una opción.
St. John se cruzó de brazos, yo posicioné mis manos en la cintura, relajé mis hombros y esperé la sugerencia de NICOLE, una verdadera sugerencia.
—Si no hay una salida, tendremos que hacer una —Sally enunció la premisa.
—¿Y cómo? El metal de la puerta es muy grueso —inquirió el zorrillo.
—Entonces hagámosle un hueco a la pared —solucionó sonriente—. A diferencia de las perimetrales, ésta —se ubicó a un lado de la puerta— no es una pared de carga —golpeó con sus nudillos, sonó hueco.
—Podría funcionar, pero Bunnie aún no despierta —secundé.
—No lo hará Bunnie, lo harás tú.
—¿Disculpa?
—Necesitarás generar tres mil trescientos Newtons para conseguir derribarla —indicó NICOLE—, deberás correr a cuatrocientos treinta y nueve kilómetros por hora.
—No quiero ser aguafiestas pero —intervino Geoffrey— ¿qué pasaría en el hipotético caso de que no lo lograra?
—Mis huesos se harían puré contra la pared —respondí cruzando mis brazos.
—Y también nos dejarías sin oxígeno —compartió Sally—. Tienes que ir lo más rápido que puedas, solo tendrás unos cuantos segundos.
Me posicioné en una de las esquinas del sitio, respiré profundo, había conseguido correr mucho más que eso, sin embargo, el lugar no era tan grande como quisiera, sumándole el hecho de que tendré que correr en círculos y el escaso tiempo, esto puede ser realmente difícil. Cerré los ojos tras una profunda exhalación, necesitaba concentrarme en mi velocidad.
—¿Sonic? —Llamó Sally.
—No está en mis planes morirme aquí —entoné decidido. Abrí mis ojos y arranqué.
Mis pies se perseguían el uno al otro, cada giro disminuía mi velocidad. Debía de alcanzar cuánta más pudiera, estar completamente seguro de que funcionaría, llevarme a mi límite.
No pude salvar a mi madre de las llamas de aquel incendio por no ser lo suficientemente rápido, si no me hubiera detenido nunca, ella no estaría bajo tierra.
No pude salvar a Chuck en el asalto a la fábrica de Eggman por no ser lo suficientemente rápido, si hubiera sido más veloz, podría haber sacado de ahí a él y a Bunnie
Incluso, si hubiera sido más rápido, el proceso de robotización de Bunnie no abría iniciado cuando yo interviniera. Habría conseguido librarla de convertirse en mártir.
Hiciera lo que hiciera, siempre debería de ser más rápido.
Sally observó anonadada la estela azul del erizo, ésta parecía hacerse más larga cada vez, era lo más rápido que lo había visto moverse.
—Está consumiendo mucho oxígeno —murmuró preocupada.
Geoffrey no respondió, asió la mano de la ardilla, ella apretó el agarre. Un estruendoso silbido espoleó sus oídos, ambos cubrieron sus orejas con fuerza. No obstante, el edificio se vio sacudido por el fortísimo estampido sónico generado por Maurice al romper la barrera del sonido por primera vez en su vida.
El erizo corrió hasta el muro, encogió su cuerpo, destruyendo la estructura al colisionar con ella.
Sally observó el hueco en el muro, volteó a mirar a Geoffrey ambos parecían aturdidos, padeciendo acúfenos a causa de la explosión. Bunnie yacía en el piso angustiada, el ruido la había despertado.
El par ayudó a Rabbot a incorporarse, salieron con lentitud de la habitación. Encontrándose con Maurice en el suelo del pasillo mientras respiraba agitado intentando reponerse.
—¿Estás bien? —indagó Sally.
—Eso creo —enunció levantándose.
—¿Es normal que tus suelas humeen? —Cuestionó Bunnie.
—Lo anormal es que las siga teniendo.
—Hay que salir de aquí —recordó Geoffrey, comenzando a caminar en dirección al elevador.
Maurice.
Los cuatro entramos en él. Las puertas se cerraron, todos permanecimos en silencio, tal vez porque aún seguíamos aturdidos o quizás por la sordera colectiva que todos padecíamos temporalmente.
Me recargué en una de las esquinas del ascensor, estaba vahído. Mi mente divagó en lo que acababa de ocurrir, la sensación era altamente difícil de describir, fue como si todo mi cuerpo se comprimiera hasta atravesar una delgada pared caliente.
Mientras el pequeño habitáculo subía, Sally escrutaba atenta su radio, esperando a reestablecer conexión con Cyrus y Rotor.
—Hola —llamó repetidas veces.
—¡Sally! —Respondió el león aliviado— ¡¿Dónde están?!
—Estamos subiendo a la primer planta.
—Aguanten la respiración, hay una fuga de metano en todo el primer piso. Sonic puede sacarlos de ahí rápidamente.
—¿Por qué siempre me tienes que comprometer a este tipo de cosas? —Interrumpí.
—Tienen que salir de ahí cuanto antes, uno de los refugios está siendo atacado, el ejército de Robotnik está avanzando.
—Voy a golpear muy fuerte a ese tipo —extendí mis manos—. Agárrense.
[...]
Amy.
—¿Qué está sucediendo? —Pregunté.
Los soldados corrían de lado a lado, tomando armas largas y movilizándose en vehículos. Todos habían entrado en pánico en cuanto Mari-An había llegado a dar la noticia. No esperaba que pudiera provocar semejante trajín.
—No es nada, pequeña —entonó maternal—. Vuelve aquí.
Me aparté de la puerta de la tienda de campaña y caminé hacia el interior hasta quedar frente a Vanilla.
—Señora Vanilla, ¿en verdad Robotnik es tan peligroso? Todos los soldados están empezando a irse ¿están huyendo?
—No, ellos irán a ayudar a Rob y Mari-An. Si Robotnik tiene un ejército, ellos también deberán formar uno. Pero tranquila, aquí estamos a salvo —me abrazó.
No presenté queja alguna, disfrutaba mucho del trato de la señora Vanilla, incluso antes de ser madre, ya se comportaba como tal. Siempre que lo pienso acabo en la misma conclusión, aquel ser dentro de su vientre tendría un gran ejemplo a seguir.
Una estentórea explosión nos hizo separarnos con un pequeño sobresalto. Ella se acercó a la salida de la tienda, formó una mueca de angustia y extendió su mano hacia mí.
—Ven, tenemos que irnos de aquí —indicó, así la pequeña ballesta.
Tomó mi mano y salimos de la carpa, mi vista fue empapada de caos y destrucción. Una alta nube de tierra y polvo se dispersó por el aire, los oídos me zumbaban, todo apuntaba a que un misil había impactado cerca.
Cerré los ojos con fuerza, corría siendo guiada por Vanilla, pero después de escuchar los alaridos dantescos de soldados y refugiados, no quería seguir viendo. Sin embargo, mi acompañante no estaba en la mejor posición, estaba embarazada. Robotnik había demostrado ser más que peligroso, alguien tendría que defenderla.
Explayé mis párpados, tanto suelo como firmamento se habían vuelto zonas bélicas. Las flotas de aviones de la milicia sobrevolaban el cielo, intentando hacerle frente al ataque aéreo de Ivo.
Otro impacto se dio más adelante, Vanilla cambió nuestra ruta, corrí de su mano. Mi canal auditivo se saturó por los incesantes disparos, escruté a nuestro al rededor, robots invadían la zona, dando lugar a fuertes peleas con los militares.
Vanilla frenó. Frente a nosotras se ciñó un swatbot, tensé la cuerda de la ballesta con las manos temblorosas, cargué el arma y apunté. Disparé con miedo, la punta de la flecha consiguió atravesar la armadura, aunque no dio un resultado beneficioso.
El swatbot se arrancó el proyectil de la carcasa. Volví a tensar la cuerda, pero el proceso de preparar la ballesta requería más tiempo del que a él le tomaba apuntarnos. Vanilla se posicionó frente a mí esperando recibir el disparo, me congelé atemorizada.
De repente, una estela azul se estrelló contra el metálico. Dejándolo tirado en el suelo con un gran hueco en el tórax. Nuestro rescatista nos observó preocupado, lejos de ser un arma, era un ser vivo. El, llamado por los refugiados, demonio azul; la piedrita en el zapato de Robotnik.
—Bunnie —llamó—, está embarazada, llévalas lejos, las cubriré —informó valeroso.
Una coneja con extremidades robóticas se ubicó a nuestro lado.
—Son muchos robots, ¿seguro que quieres hacerlo solo?
—Tranquila, me tienen más miedo a mí que yo a ellos —presumió estirando los cuádriceps—. Evacua la zona —ella asintió con la cabeza—. Sally, Geoffrey busquen a Cyrus y Rotor, deberán tener un plan.
—¿Cómo lo sabes?
—Eso espero.
Cada uno emprendió carrera en diferentes caminos. El erizo se dirigió a las tropas robóticas, moviéndose con suma agilidad, arremetiendo contra ellos desde el aire. Era impresionante verlo en acción, acababa con los enemigos de un solo golpe.
Vanilla y yo seguimos a Bunnie. Era difícil moverse sobre la terracería, las estruendosas detonaciones seguían ensordeciendo a las masas. Las tres nos vimos en la obligación de tener que guiar escrupulosamente a los mobianos que encontrábamos en el camino, las fuertes explosiones les provocaban aturdimiento y angustia.
La híbrida coneja nos llevó hasta una zona cubierta por los árboles, apreté la mano de Vanilla, el suelo era pedregoso e inestable, mis pies resbalaban continuamente.
—Aquí —indicó Bunnie—, bajen con cuidado.
La zona segura era en realidad terreno relativamente escondido, contaba con pequeñas depresiones en el suelo que permitía usarlo cual trinchera.
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Maurice.
Corrí brioso por el campo, arremetiendo contra cada robot que encontrara en el camino. Ciertamente, con algo de práctica, eran fáciles de derrotar; ejecutaba ataques teledirigidos casi por instinto, con los meses había conseguido tener un grato control de mis habilidades.
—¡Sonic! —Clamó a mis espaldas.
Frené, Geoffrey desplegó múltiples contingentes de tropas militares, quienes rápidamente adoptaron una formación horizontal cubriéndose por las barricadas y abriendo fuego contra las máquinas.
—¿De dónde sacaste a todos ellos? —Interrogué incrédulo.
—Son los pelotones del refugio norte, tuvieron que huir después de poder evacuar a la mayoría del campamento. Son muchos robians y están muy cerca, se mueven rápido.
—¿Tienes alguna estrategia en mente?
—Cyrus y Rotor tienen algo planeado, búscalos con los refugiados, nosotros nos encargaremos de los robots. No tardes, los soldados tienen órdenes de abrir fuego contra los robotizados —avisó.
Enserié las facciones del rostro y aceleré con dirección a la zona susodicha. Las plantas de mis pies dejaban surcos en la tierra, levantando polvo y provocando que una estela azul me persiguiera.
Me moví con agilidad entre la maleza, dando giros y recorriendo trayectos innecesarios en caso de que intentaran seguirme.
Finalmente, hice fricción con mis talones, diseminando las rocas que componían el suelo.
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Amy.
Más mobianos comenzaron a llegar, Vanilla me sujetó de la mano para evitar perderme de vista.
Tosí intentando arrancar las partículas de polvo de mi garganta, agité mi mano para apartar la humareda, observé a mi primo Rob buscándome entre las masas repletas de histeria colectiva.
—¡Rob! —Desgañité agitando las manos.
Él avizoró confundido, Mari-An fue quien me notó. Apuntó en mi dirección, Rob se abrió paso entre la multitud.
—¿Las dos están bien? —Cuestionó abrazándome con preocupación.
—Supimos que los bombardearon —compartió Mari-An.
—Estamos bien —respondí. Rob me bajó de sus brazos y se giró hacia Vanilla con una débil sonrisa ladina.
—Gracias.
El sonido de las piedrecillas siendo dispersadas por el suelo llamó mi atención. Me asomé por encima de la zanja, mi vista fue acaparada por un par de zapatillas rojas con una franja blanca de por medio.
El erizo azulado permaneció con la espalda recta, escrutó la escena desde arriba de la trinchera. Su semblante de frunció con ultranza, empuñó las manos y torció los labios.
Me parecía un ser fascinante, no solo por su tan particular velocidad, sino por el carácter heroico que había logrado acuñar a su corta edad. Me inspiraba a ser mejor, me daba esperanzas.
—¡Sonic! —Gritaron desde detrás.
Él oteó el terreno hasta ubicar su objetivo, se desplazó hacia allí, pasando por mi lado sin siquiera notarme.
Maurice.
—Los robians se acercan —informé— ¿Qué es lo que tienen?
—En Knothole pudimos desactivar a uno de ellos sin hacerle daño crítico, Rotor y yo creamos estos —me proporcionó tres dispositivos—, con un poco de suerte podremos recrear un pulso electromagnético tan potente que se encargué de ellos.
—¿Suerte? —Enfatizó Sally.
—El ataque también nos tomó por sorpresa, puede que haya un fallo en alguno de los dispositivos por la prisa —farfulló Cyrus—. Que no funcione es una posibilidad.
—O lo más preocupante —agregó Rotor—, que funcione tan bien que no haya como revertirlo.
Rotor y Cyrus se voltearon hacia mí con una mueca de intranquilidad, era mi turno de decidir. Si no lo intentábamos, tendríamos pérdidas, pero a su vez, si lo intentamos podríamos tenerlas en robotizados.
Sin embargo, aún existiría la posibilidad de salvar a ambos. Cosa que sería totalmente fantasiosa si nos quedamos de brazos cruzados mientras la milicia llena sus cuerpos de plomo.
—Entonces corramos el riesgo —decidí.
Escrito: 23/06/2020.
Publicado: 24 tempranito/01/2021.
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