1.14 | Arrojarse al azar
Dobló la carta y la introdujo en el sobre con mucha dificultad, sin duda comenzar a ser zurdo de un día a otro era un cambio muy drástico. Cerró el sobre y colocó los datos del remitente y destinatario.
Ahogó una risa, recordaba la mueca de asco que plasmaba en su rostro cada que su madre hablaba de las cartas perfumadas que Jules le mandaba, irónico que ahora fuese él quién las enviara. Pese a que no lo hacía con fines románticos, sus labios se curvaban al escribirle.
—Asegúrate de entregársela a la princesa Sally —pidió a uno de los tripulantes.
Maurice no dijo más, permaneció de pie sosteniendo su mano vendada, observó al uniformado internarse en el fuselaje y dio media vuelta en dirección al consultorio de su doctor.
[...]
Asombrada por los galimatías trazados encima del sobre, extrajo la hoja de papel y la desdobló, esperando el cliché "Querida Sally" al principio. Aunque éste jamás llegó.
En su lugar, la bienvenida de la carta era una serie de preguntas retóricas en las que el erizo le reclamaba por sus complicados mensajes.
¿Un código de Julio César? ¿Para mí? ¿En serio puedes llegar a ser tan cruel? Suma mi poco intelecto a que estoy teniendo que escribir con la mano izquierda, me lastimé la otra y ahora tengo que cargar con un cabestrillo muy incómodo.
Sé que llevas todo bajo control en Mercia, pero tenemos problemas por aquí y necesito desquitarme en un sitio sin golpear a alguien de por medio. Antoine electrocutó a un robian por accidente y ahora, literalmente, ya no enciende. El médico más capacitado que tenemos es el de la milicia, ve muy posible que él esté muerto, por más que lo intento, las cosas siempre se repiten.
Cyrus, Rotor y el doctor continúan trabajando en averiguar si el robotizado sigue con vida. Aun si su muerte no es algo seguro, estoy preocupado, ya estamos lo bastante fragmentados como para comenzar una guerra interna de nuevo. Ellos quieren mantenerlo en secreto, llego a entender porqué, pero no creo que sea la solución. Te seré sincero, tengo miedo a lo que pueda pasar. Mi cabeza está hecha un lío, Sal.
Atte: ni siquiera intentaré firmarla.
1. Porque no tengo firma.
2. Porque si no he podido hacerla con la derecha, mucho menos con la otra.
3. Pensándolo bien, las firmas son garabatos, quizá no sea tan descabellado probar con la izquierda.
Sally sonrió con las últimas líneas, la personalidad de Maurice le parecía meramente interesante. ¿Cómo pasar de un párrafo lleno de inseguridades a uno bromeando?
—Uy ¿cartas? —Pregonó con picardía.
Bunnie rápidamente cubrió su boca y tensó sus músculos, quedándose quieta ante la fija mirada de la ardilla. Aún no estaba muy segura de cuánta confianza le tendría Sally como para dejarla husmear en su vida privada.
—Perdón, princesa.
—Tranquila Bunnie, también sé tomarme las cosas con humor —sonrió.
La semirobotizada avanzó al interior de la carpa, se sentó en su sleeping bag y analizó el comportamiento de su acompañante. No necesitaba ser su amistad más cercana para percatarse de la molestia en su cara.
—¿Estás bien? —Cruzaron miradas.
—Sí —volvió su vista a la caligrafía del erizo.
—¿Segura?
Sally apuntó sus ojos a la coneja, ésta palmeó el espacio a su diestra, indicándole que se sentara a hacerle compañía y, tal vez, compartir.
La morena apretó los labios, miró por el resquicio del par de telas que fungían como puerta, nadie parecía prestar atención a lo que sucedía dentro. Tomó aire y prosiguió a ubicarse junto a Bunnie, doblando sus rodillas hacia adentro, en posición de loto.
—Es una carta de Maurice —informó seguido de un suspiro.
—¿Problemas amorosos?
—No, o más bien sí. O —bufó—... Es algo difícil de explicar —su oyente se mantuvo en silencio esperando que continuara—. Maurice es mi mejor amigo, pero ahora no estoy segura de si quiero algo más que eso con él.
—¿Geoffrey?
—¿Es tan obvio?
—No del todo, pero tampoco me pareció de lo más usual verlos hablar tan amenamente a tres días de haberse conocido.
—El problema no es a quién elija, sino las consecuencias. Sonic solo se abre conmigo, temo que cargue con todo solo si yo estropeo esto.
—Te preocupas por él, eso es lindo. Pero no debes de anteponer la felicidad de los demás a la tuya. Eres la chica más lista que conozco, confío ciegamente en que serás capaz de encontrar el modo de solucionar esto y conseguir ambos objetivos —alentó.
—Gracias Bunnie.
La luz se filtró por la, ahora abierta, puerta. Geoffrey entró buscando a Sally con la mirada, frenó al notar la presencia de Bunnie.
—¿Interrumpí?
La princesa intercambió miradas con la coneja, quien solo ladeó la cabeza señalando a St. John. La castaña sonrió, dobló la hoja y abandonó la casa de campaña sujetando del brazo al uniformado.
—Hay algo que tenemos que investigar, Rob o'the Hedge, el representante del grupo de refugiados A1 estuvo de guardia anoche. Él y Mari-An reportaron encontrarse con una figura metálica a la que reconocieron como Richard Rose —Alicia frenó al instante.
—¿Un robian? ¿Aquí?
—No pudo haberlos traído desde tu reino, se supone que intervenimos en su ataque, impedimos que se estableciera en tierras Mercianas. Tuvo que haber descargado sus pertenencias en otro sitio, no tuvimos una victoria, fue una distracción.
—No lo creo, en los archivos de las máquinas de gran tonelaje que destruimos se menciona que requieren una gran cantidad de material para ser elaboradas, dudo que haya sacrificado sus robots por seres a los que en Robotrópolis asesinó aprovechándose de la milicia.
—¿Entonces qué hacen esas cosas aquí?
—Si reconocieron al robian quiere decir que fue robotizado en el primer ataque —cesó—. Los mobians desaparecidos no están vagando en el bosque como creíamos, Robotnik se los llevó a su fábrica para robotizarlos.
—Jamás vimos actividad que involucrara alguna aeronave.
—No digo que se los haya llevado a Robotrópolis, me refiero a que Ivo debe de tener una fábrica en Mercia.
[...]
Maurice.
Permanecí de pie frente al avión logístico, había aterrizado desde hace ocho minutos. Los uniformados descargaron manualmente las cajas y rejas en las que habían entregado los suministros.
Bajaban del fuselaje apresurados, llevando múltiples empaques en sus brazos. Se limitaban a saludarme levantando la cabeza y formando una sonrisa amistosa con los labios.
Vislumbré detrás de ellos, el mismo chico que había recibido mi carta se hallaba apilando cajas en altas columnas. Me acerqué con lentitud al fuselaje, estando lo bastante cerca, carraspeé con la garganta. Él se giró en mi dirección.
—Hola, eh, ¿sabes si la princesa Sally envió alguna carta? —Indagué avergonzado.
—Hay unas cuántas cartas en los sobrebolsas de allá —señaló el interior—. Puedes pasar a buscarla si gustas —abordé el fuselaje subiendo por la rampa.
Desenredé el hilo que impedía abrirlo, levanté la tapa y hurgué el contenido de uno de los dos sobres. Leí la descripción de cada destinatario, ninguno era mi nombre. Torcí la boca y cerré el paquete.
Revisé las pocas cartas del otro sobre, misma historia. Mensajes de un soldado para, probablemente, amigos y familiares del refugio. Pero ninguno para mí.
—¿Estás seguro que mi carta llegó hasta la princesa Sally? —Cuestioné al sujeto que yacía a mi espalda.
—Completamente, yo se la entregué en persona.
—Gracias, viejo —me despedí de él con una sonrisa superficial y caminé de regreso a la villa.
[...]
Tiré de la manija de la puerta, Rotor y el médico pusieron su mirada sobre mí. Cyrus parecía estar inmerso en las letras entintadas sobre su cuaderno de notas.
—Te estábamos esperando —enunció Rotor con un dejo de molestia— ¿dónde estabas?
—Fui a recoger unas cosas —corté.
Sobre la mesa, ahora cubierto por una manta, yacía el cuerpo de un robian. Desvié mi vista de él y caminé hacia ellos, me crucé de brazos hasta que el león consiguió ordenar sus ideas.
—Tengo una idea, por ahora es solo teoría pero me basé en las bitácoras de Eggman.
—¿Le pusieron un mote? —Interrumpió el soldado.
—El Roboticizer fue creado para curar heridas, si Eggman necesita robotizar a alguien primero tendrá que lastimarlo. Las investigaciones y testimonios de mobians rescatados concuerdan en que Robotnik es el estereotipo de científico loco, pero no llega a ser sádico.
—¿Qué parte de una tortura prerobotización no te parece sádica? —Interrogué frunciendo el ceño.
—No estoy diciendo que sea lo correcto, pero las heridas que Eggman les inflige son cortes superficiales en su mayoría. Es raro toparse con los profundos. Digamos que solo hace lo necesario para alcanzar su objetivo, pero no llega a ser extremista.
—¿Y por qué el roboticizer no solo repara esos cortes en vez de cubrirles todo el cuerpo con metal? —Indagó el uniformado.
—Es una de las tantas modificaciones de Eggman —terció Rotor.
—En sus bitácoras menciona que podrá superponer el metal en sus cuerpos, pero jamás habla de hacerlo en el interior. Tampoco tendría por qué, si no hay heridas tan profundas que lleguen a dañar órganos internos ¿qué curaría el roboticizer? —Arguyó.
—Es una buena hipótesis para explicar porqué seguiría con vida, pero seguimos sin poder comprobarlo —quejó el doctor.
—Hay una forma —colocó sus manos sobre la mesa en la que descansaba el robian—. Hasta ahora sabemos que la fuente energética de los robotizados es la propia vitalidad del anfitrión. Si llegara a estar en lo cierto, lo único dañado sería la parte cibernética, no la orgánica.
—¿Qué estás tratando de decir? —Intervine.
—Que la única forma de saber si sigue con vida es arreglar la parte robótica. Tenemos que reestablecerlo como un robian.
—Suponiendo que lo pudiésemos reparar ¿qué nos asegura que no terminaríamos soltando un robotizado a mitad de Knothole Village? —Planteó la morsa.
—A no ser que tengan otra opción, solo nos queda arrojarnos al azar y esperar lo mejor.
Escrito: 06/04/2020.
Publicado: 19/12/2020.
Imaginen que lo publiqué a tiempo JAJAJAJ.
Aprovecho para de una vez desearles una feliz Navidad;). Disfruten y no olviden tomar agua ♡. Besos en el enese.
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