Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1.10 | Traición



     Maurice se desplazó por Knothole Village a toda velocidad. Ignoró a los habitantes que trataban de cuestionar sobre el éxito de la misión. Ahora solo tenía un único pensamiento espolando su cabeza.

     Subió al taller de un salto, empujó la puerta y empuñó la mano. Sally, Rotor y Cyrus se voltearon a verlo con alivio, después de la revelación del león, Maurice no había atendido ninguna llamada.

     El erizo caminó encolerizado hasta quien solía ser su mejor amigo, en cuanto se encontró lo suficientemente cerca, le propició un puñetazo en la quijada que lo hizo retroceder y tropezar con los muebles. Rotor y Sally rápidamente se posicionaron, la ardilla atendió a Cyrus con preocupación al ver su labio sangrando, mientras que Rotor se interpuso en el rumbo de Maurice.

—¡¿Cómo pudiste hacer eso?! —Clamó.

—Robotnik liberaría a mi padre si lo hacía —respondió tratando de levantarse.

—¡¿Y le tomaste la palabra?! ¡¿En qué estabas pensando?!

—¡Era mi única opción! Cuando tú tuviste la oportunidad de ayudarme a rescatarlo preferiste dejar que se lo llevaran. ¡Después de que te dimos refugio! —replicó alzando la voz.

—Si me hubiera arriesgado, Lionel, tú y yo ya estaríamos robotizados —arguyó—. ¿Tienes la mínima idea de a cuántos pusiste en peligro por tu idiotez? ¡Cómo pudiste ser tan egoísta como para anteponer la vida de tu padre a la de decenas de mobians?

—¡Volviste por Chuck! ¡Tú hiciste lo mismo! Elegiste salvarlo a él antes que a todos ellos.

     Maurice enmudeció, apretó sus puños y salió de la choza consumido por la furia. Cuando él se marchó, Cyrus se dio cuenta de su error. Charles no venía acompañándolo, él realmente había optado por rescatar a los mobians.

     Incluso bajo la presión de la robotización irreversible, el erizo había tomado la decisión correcta. El factor familiar que había nublado el juicio de Cyrus, había sido algo anodino para el erizo.

—Sacrificó a Chuck para salvar más vidas —pausó—... Lo dejé solo.

—¿Por qué lo forzaste a tener que decidir entre las vidas de más de cincuenta inocentes y la de su tío? —Cyrus agachó la mirada.

—Chuck no tenía porqué terminar así, no era parte del plan. La treta era para Maurice, no para él.

—¿Y qué hubiera pasado si al que capturaban era a él? —terció Rotor—. Habrías dejado a la resistencia sin la única pieza que nos da la oportunidad de hacerle frente a Robotnik.

     Cyrus frunció los labios, desvió la vista con impotencia y abandonó el recinto. Comprendía lo que había hecho, no necesitaba oír los sermones de Sally y Rotor.

[...]

     El ocaso tiñó de colores el cielo, la brisa fresca arremetió contra la cabellera de Amy. Sus púas se despeinaron, sin embargo, ella hizo caso omiso y continuó observando a las hormigas trasladarse en línea recta sobre la acera que daba la entrada a su hogar temporal.

     Su estancia en el refugio se resumía en mantenerse detrás de las cuatro paredes que limitaban su morada y, en ocasiones, explorar por al menos ⅛ del atrio. Amy no comprendía por qué su padre era tan sobreprotector.

     En un entorno tan monótono, lo más interesante a su punto de vista era prestarle atención a los insectos.

—Ya me cansé de ver hormigas —quejó a su padre.

—¿Descubriste algo? —Indagó Richard.

—Que me matarán de aburrimiento.

—Pues te sorprenderá saber que esas pequeñeces están cargadas de secretos.

     Richard y Rob yacían sentados en el bordillo de la acera, utilizándola como mesa para un juego de cartas. Ambos disputaban una partida de conquián, llevada a cabo con cuarenta naipes propios de la baraja española.

—¿Por ejemplo? —Pidió Rose.

—Pueden cargar cincuenta veces su peso, incluso consiguen vivir entre cuatro y doce años, aunque la Reina tiene una esperanza de vida más grande, casi treinta —informó—. Aunque... Bueno, la longevidad depende en gran parte de su especie.

     Richard Rose ejercía como profesor de biología a nivel bachillerato. Era un hombre iluminado, de mentalidad esclarecida y altamente letrado; pese a que su fuerte era la biología, estaba enamorado de la simbología y los idiomas. Amy agradecía la idiosincrasia de su progenitor, nada mejor para una niña curiosa que un padre sobrado de enseñanza.

—Y es por ese tipo de conversaciones que sigo preguntándome cómo pudiste conseguir esposa —intervino Rob.

—Tú hablas lengua shakespeariana —atacó.

—¿Y qué? Hay una gran diferencia entre hablar inglés antiguo y saber la esperanza de vida de una hormiga —bromeó.

—No te culpo en absoluto, Shakespeare acuñó setecientos términos ingleses aún vigentes en el lenguaje cotidiano.

—Fueron más de mil setecientos —corrigió Rob.

—Lo sé —Richard sonrió—. Querido sobrino, eres igual de nerd que tu tío.

     Mari-An soltó una carcajada por la jugarreta del padre de la pequeña. La equidna había salido con Rob el tiempo suficiente para percatarse que, bajo esa fachada de genialidad, se hallaba un erizo con tendencia a la literatura.

     Rob continuó con su juego, observó la mano armada que llevaba encima y sonrió complacido. Asió tres cartas, las volteó y las colocó boca arriba sobre el concreto.

—Nada mal, niño —felicitó Richard al escudriñar la victoria del erizo.

—Siempre haz escaleras y no triadas —aconsejó presuntuoso.

     Amy rió divertida por la actitud del par, dirigió su vista al cielo y abrió la boca asombrada. Dos estrellas fugaces en menos de un mes, acontecimientos difíciles de creer considerando la contaminación actual de Mercia.

—Papá, mira —señaló.

     Los dos erizos y la equidna levantaron su mirada, Richard frunció el ceño con confusión, mientras que Rob se incorporó alterado del suelo.

—Entren a la casa —ordenó Mari-An.

—Richard, pásame mi arco —pidió Rob, el de apellido Rose acató enseguida.

     Los tres adultos estaban conscientes de la situación, lo que en el mundo rosa de Amy era otra estrella fugaz, ellos la habían reconocido como el primer paso de la invasión de Ivo Robotnik. En la radio lo narraban de la misma manera, los ataques comenzaban con grandes flotas de robots que llegaban en aeronaves.

     Padre e hija se adentraron en la vivienda, se cubrieron con un muro, el erizo atrajo el cuerpo de la pequeña al suyo, la abrazó y posicionó su mano detrás de las púas de Amy. No le agradaba la idea de que su hija pudiera presenciar imágenes espantosas si sus suposiciones acerca de Robotnik eran verídicas.

     Transcurrieron veinte segundos en completo silencio, gran parte de los refugiados observaban el cielo con preocupación, esperando que la nave volviera a aparecer. Rob bajó su arco, comenzando a tranquilizarse.

—Creo que fue una falsa alarma.

     Casi instantáneamente, el sonido de las detonaciones provenientes del exterior del refugio, llegó a sus oídos.

¿Sigues creyéndolo? —Cuestionó sarcástica.

     Los habitantes llevaron su pecho al suelo y cubrieron su cabeza con ambas manos. Quienes dormitaban en el atrio corrieron a guarecerse en las aceras de las casas, donde al menos un delgado techo les posibilitaba más protección.

     Los músculos de Amy se tensaron con miedo, Richard aumentó la fuerza de sus brazos en un intento desesperado de transmitirle calma a su hija.

—Tranquila —dijo a la par que acariciaba sus púas.

     El erizo levantó su vista, percatándose por el reflejo de la ventana que Rob intentaba subir al techo de la casa.

—¡¿Estás loco?! Baja de allí —demandó.

—Necesito saber desde dónde llegan los contingentes para planear una ruta de escape —comentó apoyándose con sus antebrazos para lograr subir.

—¿Acaso nunca oíste que en un tiroteo debes estar pecho tierra? —enfatizó—. Estar de pie en una azotea es no me parece muy inteligente.

     Actuó con indiferencia respecto a las indicaciones de su tío. Rob se ciñó en las alturas, corrió de techo en techo, moviéndose con agilidad y audacia. Dio un respingo al notar que los robots se desplegaban en media luna, planeaban rodear el refugio.

     Rob asió una fecha, tensó la cuerda y apuntó a uno de los extremos de la formación. Su proyectil consiguió atravesar la coraza de uno de los robots, teniendo como resultado que éste diera movimientos torpes y fuera de sintonía, para posteriormente chispear y detenerse.

     El erizo continuó disparando contra el extremo izquierdo, con la ayuda de los oficiales que resguardaban a los ciudadanos, la tarea se facilitó. Consiguiendo reducir al ápice significativamente. No obstante, Rob fue detectado por uno de los robots, siendo atacado por éste.

     Reculó y bajó del techo con un salto, había hecho todo lo que pudo. Se aproximó a su familia corriendo.

—El plan es rodearnos, debemos irnos ya —ordenó—. Utilizaremos la salida oeste, hay menos amenazas allí.

     Richard, impresionado por la valentía de su sobrino, tomó el bolso donde se encontraban sus pertenencias y las de su hija. Mari-An imitó el comportamiento del hombre y el trío salió de casa.

—No te separes de Rob —le indicó su padre.

     Cinco individuos más se acercaron a ellos, por lo que habían visto, Rob parecía saber qué hacer. Richard no protestó y en su lugar, los acogió.

     A medida que avanzaban, más se les sumaban, aunque aún había quienes preferían quedarse en el refugio esperando que los uniformados los protegieran.

     Se posicionaron detrás de los muros de las casas, Rob preparó su arco y flechas. Escrutó la situación y exhaló apesadumbrado, puso a su mente en contexto, lo que se venía iba a ser una experiencia de lo más traumática.

     Asomó su cuerpo y arremetió contra el robot más cercano. Mari-An corrió hasta él para propiciarle una fuerte patada y así, acelerar el proceso. Rob asintió agradecido y trotó hacia el exterior, siendo seguido por las masas.

     Richard cargó a Amy, desplazándose a gran velocidad junto al grupo. La eriza se aferró al cuerpo de su padre, temerosa de lo que ocurría a su al rededor.

     La infante fue testiga de cómo su progenitor perdía el equilibrio y caía de bruces. Amy chocó contra el terroso suelo, pronto se levantó para acercarse a su padre.

     Las dos filas de dientes de Richard ejercían presión la una sobre la otra. Su cuerpo estaba experimentando una sensación nueva, sentía a el calor consumiendo su pierna derecha, intentó erguirse pero fracasó. A medida que los segundos pasaban, el dolor iba incrementando, su adrenalina se estaba disipando.

     Amy permanecía perpleja observando la extremidad sangrante de su padre. Una bala perdida de los oficiales había penetrado por detrás de la rodilla, perforando su arteria poplítea. El erizo envolvió la mano de la pequeña y depositó un beso en su parte dorsal.

     Rob retrocedió corriendo, sujetó el brazo de su tío e intentó ayudarlo a ponerse de pie, pero Richard se resistió, negó con la cabeza e intercambió miradas con el joven. Conocía lo suficiente de anatomía como para saber que en el mejor de los casos, perdería la pierna.

     Su sobrino lo despojó del bolso y apartó a la niña del cuerpo moribundo de Richard. Cargó a Amy y corrió para alcanzar al resto.

     Amy Rose gritaba de miedo, mientras que sus ojos solo podían mirar por encima del hombro de su primo a su padre en eterna agonía.

_____________________________

Maurice.

Arriba de la tarima de madera, cinco militares se mantenían en posición de firmes, atendiendo el discurso con la cabeza en alto. El resto, tanto uniformados como civiles, permanecíamos de pie frente al orador.

Habían convocado a una junta para discutir sobre el rumbo de la resistencia y la milicia. Sin mi tío Chuck, no había líder alguno que organizara las operaciones de los Freedom Fighters y al mismo tiempo, se encargara de confluir las de la Fuerzas Armadas.

¿Qué crees que decidan? —Inquirió Sally.

—No disolverán a los Freedom Fighters, somos necesarios para su relación con los habitantes —resolví.

—Intentarán controlar ambas partes gradualmente, sin Chuck aquí somos presa fácil —terció Rotor.

Agaché la cabeza, mi tío estaba preparado para este tipo de situaciones, nosotros no podíamos con ello. Los dedos delgados de Sally se posaron sobre mi hombro.

—No es tu culpa.

—Quizá no estaríamos en este aprieto si  hubiera intentado salvar al padre de Cyrus —movió las yemas de sus dedos con suavidad.

—Eras inexperto con los grandes grupos de robots —justificó.

—Igualmente no debí darme por vencido tan rápido.

La conferencia continuó, como era de esperarse, la solución que la milicia daba era sustituir a mi tío por el comandante Fleming, un castor añejo y fiel a las órdenes de sus superiores, incluyendo la fatídica demanda por la que el mundo recuerda a Armand D'Coolette.

El anuncio provocó que los lugareños manifestaran su inconformidad al instante. Proponer a uno de los hombres que en algún momento fue tachado de asesino había sido un movimiento arriesgado.

—Estamos abiertos a sugerencias —discursó desde la tarima.

El público enmudeció, no había nadie que cumpliera con los requisitos. ¿Dónde hallarían a alguien con habilidades de liderazgo satisfactorias y experiencia en combate?

—¿Si? —Indagó señalando desde el estrado.

Todos nos giramos en la dirección apuntada por la mano del representante militar, al fondo del lugar, Cyrus The Lion pedía la palabra con la mano en el aire.

—Propongo a Maurice The Hedgehog para ocupar el cargo —espetó.

Tosí múltiples veces al sentir mi propia saliva obstruyendo mis vías respiratorias. Lo sostengo, ahogarse con saliva es de los actos más humillantes que un ser puede vivir.

—Solicitud denegada —rechazó al momento.

Pese a la evidente negación, Cyrus insistió volviendo a levantar su brazo.

—Maurice The Hedgehog ha recibido asesoría del propio Sir Charles The Hedgehog, eran muy allegados por lo que conoce su filosofía a la perfección —argumentó—. Ha sido partícipe en todas las misiones llevadas a cabo hasta la fecha, fue la pieza clave en el rescate de sesenta y cuatro mobianos, convirtiéndolo en el rescate exitoso más grande registrado a día de hoy; además, ha mostrado un grato desempeño como líder —enumeró.

La sensación de pesadez pronto abandonó el ambiente, para mi sorpresa, más de un concurrente tenía una sonrisa en el rostro. Llevé mi vista al estrado, el oficiante enserió su semblante. Concuerdo con él, esto es una locura.

—Maurice The Hedgehog —llamó el hombre— ¿está dispuesto a liderar a la resistencia?

Separé mis labios, pero ninguna palabra salió entre ellos. Sally rozó mi hombro, me giré hacia ella, me sonrió mientras asentía con la cabeza.

—Lo haré —respondí envalentonado.

Una algazara se formó a mis espaldas, me volteé asombrado por el comportamiento de los asistentes.

—¿Alguno de ustedes les pagó o realmente me admiran? —Interrogué incrédulo.

—Los has protegido y después de la misión pasada, conseguiste reunirlos con amigos y familiares que ya daban por robotizados —Rotor enunció orgulloso—, por supuesto que te admiran.

[...]

Los espectadores habían vuelto a sus respectivos hogares, los militares a sus puestos de trabajo. La reunión había concluido y los Freedom Fighters ahora tenían un nuevo líder.

Me senté en el estrado, no era muy alto, por lo que mis pies tocaban el suelo. Apoyé mis codos en mis rodillas y recargué mi cabeza sobre mis manos.

La misión de hace unos días había sido exitosa, sesenta y cuatro mobians rescatados, habían recibido atención médica y ahora convivían con el resto. Destruir la fábrica y salvar más de cincuenta vidas, había sido una victoria... Pero no se sentía como una.

—No fuiste —pronunció Sally acercándose a mí. Enarqué una ceja—. La chica que trajiste, rubia, mitad robot ¿no te suena?

—Oh, ya —devolví mi mirada hacia enfrente—. Olvidé que iríamos a verla ¿cómo está?

—Sorprendentemente, con libre albedrío. Le hicieron un chequeo y está bien, pero aún no se acostumbra a moverse con esas prótesis de metal, Antoine y Rotor la están ayudando con terapias.

—Me alegra saber que detuve el roboticizer a tiempo.

—¿Qué tal van tus heridas? —Cuestionó sentándose a mi lado.

Despegó el esparadrapo de mi piel y levantó la gasa con cuidado. Cuando entré en el robotizador sufrí quemaduras que, con ayuda de los médicos locales, ya habían sido tratadas.

—¿Y bien? —Indagué.

—Casi sanan por completo —Volvió a adherirla a mi piel.

—Te dije que sano en poco tiempo, mi metabolismo es rápido.

—Eso explicaría por qué comes tanto —bromeó.

—¿Insinuas que estoy gordo? —Acusé.

Ambos reímos al unísono, su presencia me transmitía tranquilidad, era agradable tenerla como amiga.

Las risas cesaron hasta convertirse en palabras mudas. Desviamos la mirada el uno del otro y nos sumergimos en un silencio profundo.

—Cyrus planea dejar Knothole —soltó de repente.

No despegué mi vista del suelo, exhalé cansino y coloqué mis manos en mis rodillas.

—Mejor para nosotros.

—Ojalá eso fuera cierto.

Humedecí mis labios, meneé la cabeza de lado a lado sin dar crédito a lo que escuchaba. Me giré.

—Parece que olvidas el pequeño detalle de que nos traicionó.

—Tenían a su padre, cualquiera es vulnerable cuando se involucra a la familia.

—Pudo habernos dicho, le hubiéramos dado la vuelta al marcador. Quizá fabricar un plan donde todos saliéramos ganando.

—Lo tenían amenazado, Maurice. Se comportaba raro desde hace días y nadie se preocupó por él. No se sentía apoyado.

—¿Ahora lo defiendes? —Cuestioné enfadado.

—Solo intento entender —emplazó su mano sobre la mía—. "Nadie está exento de errar cuando no hay el tiempo suficiente para pensar con claridad" —citó.

El sermón del día y basado en mis propias palabras. Ahí aprendí que la advertencia Miranda no solo era de utilidad en el tribunal. "Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra".

—No te pido que lo perdones, tampoco que vuelvan a ser los mejores amigos, pero al menos conoce sus razones —sujetó mi mano.

Suspiré. Muy en el fondo sabía que Sal tenía razón.

—Hablaré con él —accedí.

Ella dio diminutos saltos de felicidad, apreté su mano. Sus ojos divertidos se situaron sobre mí, intercambiamos sonrisas peligrosamente cerca. No obstante, sus labios presionaron los míos, arrebatándome mi primer beso.

—Algún día serás una reina increíble —pronostiqué.

Reí nerviosamente al reaccionar el tipo de situación en la que me hallaba, me erguí al momento y estiré mi cuerpo intentando disimular la incomodidad.

—Iré a hablar con Cyrus —articulé para después salir corriendo.

[...]

     Cyrus guardaba sus cosas en el mismo macuto que había utilizado para salir de su hogar el día que perdió a su padre. Permanecía envuelto en la oscuridad, siendo iluminado únicamente por la luz externa filtrada por el portillo y las ventanas.

     Maurice caminó con lentitud hacia la puerta abierta, recargó su peso en el costado izquierdo del marco y percutió dos veces la madera con sus nudillos. Cyrus observó la sombra del erizo, entornó los ojos y se volteó hacia él.

—Ya casi termino, dame cinco minutos más —solicitó prosiguiendo con su labor.

—Venía a hablar contigo.

—Ya me quedó bastante claro que eché a perder todo —refunfuñó.

—¿Por qué me sugeriste?

—Al menos quería asegurarme que los Freedom Fighters quedaran en buenas manos —suspiró—. Después de todo el mal que he hecho, fue lo menos que pude hacer.

     Maurice contuvo la respiración por escasos dos segundos, movió sus ojos de lado a lado y exhaló. El erizo encendió la luz y caminó hasta Cyrus.

—Lo he estado pensando y —pausó—... La verdad es que yo tampoco hubiera sabido qué hacer si de mí dependiera la salvación de alguien de mi familia.

—Harías lo correcto, ya quedó demostrado —batalló para cerrar su maleta.

—¿En verdad piensas irte? ¿Qué harás allá afuera tú solo? Terminarás robotizado.

—Pues no tengo nada que perder.

     Cyrus consiguió subir la cremallera de su macuto, se lo colgó en el hombro y se dirigió a la salida. Maurice lo siguió sin aún poder comunicarse con claridad.

—Espero que algún día consiga ganarme el perdón de todos los de aquí, principalmente el tuyo —enunció a modo de despedida.

—Quédate —dejó salir finalmente.

     El león paró su andar, retrocedió un paso y giró su cabeza, observando confuso a Maurice.

—¿Cómo esperas que me quede después de lo que hice?

—Quieres redimirte ¿no? —su oyente asintió con la cabeza en silencio—. Pues compensa tu error —solucionó— no creo que puedas hacer mucho siendo un saco de tuercas. Rotor es un gran inventor, Sally tiene una mentalidad estratégica y calculadora —enumeró—, pero los Freedom Fighters aún necesitamos a un buen técnico.

     Cyrus mantuvo su cabeza gacha, reflexionó la oferta por un momento y dejó caer la maleta al suelo con brusquedad.

—Te prometo que traeré de vuelta a Chuck —extendió su mano.

—A todos los robotizados —corrigió estrechándola.

_____________________________

     Charles abrió sus párpados lentamente, su cabeza dolía y su sentido auditivo no funcionaba eficientemente, haciéndolo sentir mareado.

Es todo un dormilón, señor Charles —mofó.

     La voz de Robotnik se distorsionaba en sus oídos, parpadeó frecuentemente para tratar de enfocar la mácula uniformada a la que su sobrino solía llamar Eggman. Sonrió con debilidad, Maurice tenía razón, sí parecía un huevo.

     Aquel estúpido pensamiento despertó la ansiedad en él, ¿dónde estaba Maurice? ¿había conseguido escapar?

     Sacudió su cabeza y miró hacia enfrente. Palideció al distinguir a su colega Lionel con cadenas en ambas manos, dos robians cuidaban que no intentara escaparse.

—Sabía que Cyrus no me fallaría —enunció observando a ambos mobianos—. Tiene palabra, admiro eso en un traidor.

—¿Cyrus? —Indagó el erizo.

—Tal como yo, eres un hombre de ciencia Charles, a los de nuestro tipo no les gustan los misterios. Permíteme explicarte —Ivo caminó hacia el león—. El señor Lionel aquí presente, es el padre de Cyrus, pero eso ya lo sabías —entonó divertido—; el día que él llegó aquí traía consigo planos de diversos dispositivos, imagina mi sorpresa cuando entre los escombros de una de mis instalaciones encontré un escáner basado en los planos de Lionel.

>>Investigué un poco y reduje sospechosos. Lionel vivía en compañía de su hijo Cyrus, era evidente que él tenía una copia de los planos. Así que solo me las arreglé para interferir en una de sus frecuencias y darle un ultimátum: el arma de la resistencia por el rescate de su padre. Y finalmente, hemos aquí.

—Qué sinvergüenza tan más grande estás hecho. Chantajeaste a un niño.

—Un chantaje a la altura del coeficiente intelectual del pequeño, si te soy sincero. Me hizo sacrificar una fábrica.

—Me tienes aquí, deja que Lionel se vaya.

—Tú mismo lo dijiste Charles, soy un sinvergüenza —avisó—. Llévenlo al roboticizer —ordenó al par de robians.

—¡Déjalo ir! —Defendió el erizo.

     Los robotizados alzaron a Lionel de los brazos, pese a sus sacudidas desesperadas por liberarse, lograron internarlo en el tubo vertical del roboticizer.

     Robotnik subió cinco switches y finalmente bajó una de las palancas. La máquina exhaló una humareda, siseó y las estruendosas cacofonías causadas por proceso de robotización comenzaron.

     Charles The Hedgehog fue testigo de cómo su propio invento era usado para proliferar la maldad de un hombre cruel. Aquel aparato en el que tanto había trabajado para ocasionar el bien colectivo, hoy provocaba temor en la población.

     Nuevamente, el roboticizer dejó salir la neblina remolineante de sus circuitos. El cilindro se levantó, mostrando a un nuevo Lionel enchapado en metal. El Doctor sonrió y se recargó sobre el tablero de controles.

—¡Cuánto tiempo sin verte, Lionel! —Bufoneó—. Pueden retirarse —señaló la salida—, busquen a los robians 1 y 2, díganles que un viejo amigo quiere verlos.

     Charles cerró los ojos con fuerza, rezaba por despertar en cualquier momento. Para su mala suerte, se había quedado varado en una pesadilla de la que era imposible escapar.

—No te voy a mentir, me impresionó la brillantez de Cyrus, me pidió planos, layouts y cientos de datos solo para hacer su plan más creíble —compartió aproximándose a Chuck—... Pero lo que realmente me quitó el sueño por varias noches fuiste tú y esa estúpida máquina.

     El erizo alzó la cabeza con actitud difusa. No lograba comprender a qué se refería.

—¿Máquina?

—Vehículo, robot, lo que sea esa cosa. He conseguido fotografiarlo, pero sólo consigo un manchón azul —expresó frustrado—. Los archivos del gobierno señalan que durante once años solo has trabajado en el roboticizer, por lo que supongo que esta cosa la hiciste clandestinamente. No te preocupes, guardaré el secreto, solo necesito saber ¿qué es y cómo hiciste que se moviera tan rápido?

—No tengo idea de qué me hablas.

     Robotnik suspiró derrotado. Las puertas corredizas se deslizaron, el corazón de Charles se disparó al reconocer el rostro de Jules entrando a la habitación.

—Con el tiempo hablarás.

—Preferiría morir.

—Muerto no me sirves, Chuck —lamentó sobreactuando—. ¿Chuck? ¿Lo dije bien? —El nombrado frunció las cejas— Tu hermano es mi bot más eficiente, me pregunto si será de familia.

Escrito: 02/02/2020.
Publicado: 14/11/2020.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro