Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝑉𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑢𝑛𝑜

Es Charlie quien tiene la fuerzas para moverse de la cama, no ella. Le saca ropa, le ayuda a ponérsela y coge algunas de la cosas de Dawn que mete rápidamente en la maleta. Ya han perdido diez minutos y es lo que hace salir a Dawn de la cama, se limpia las lágrimas y empieza a guardar más cosas en la maleta.

—¿Quieres que recoja también la cosas del baño? —Charlie lo entiende, o al menos parece que lo entiende porque cuando Dawn asiente al chico le falta tiempo para ir a por las cosas—. ¿La toalla es tuya?

—Sí —contesta mientras que termina de recoger el escritorio.

La maleta tiene tanto espacio que no necesitan ordenar nada, pueden meter todo de cualquier forma y Dawn agradece no haber sacado las bolas de nieve de ella porque si no se hubieran roto.

—¿Tienes todo? —pregunta el chico y Dawn asiente.

—Queda esperar a que llegue la hora.

—No, tenemos que ir a por mis cosas, coge la maleta.

Al principio no lo entiende, pero Charlie empuja la maleta hacia Dawn y luego va hacia la cama a coger el tenedor que venía con la carta. Quedan menos de diez minutos para que salte el traslador y Dawn entiende las intenciones de Charlie cuando la coge de la mano, coge la maleta y el tenedor y los hace desaparecer hasta su casa.

Va a ir con ella.

—¿Puedes ir corriendo a buscar a Irina? —le pregunta mientras trepa hasta la zona de su cama.

—No tienes que venir conmigo.

—No estás en condiciones de irte sola, ve a buscar a Irina.

Una mochila cae al suelo, justo delante de Dawn y luego empieza a caer algo de ropa. Charlie no tiene cuidado, solo lo lanza sin parar y parece que se preocupará luego de ordenarlo todo en la mochila, así que Dawn sale de la casa directa hacia la de Irina. Aunque no sabe qué tiene que decir o hacer porque en lo único que puede pensar es que se dio cuenta de que a su tío le pasaba algo y no consiguió averiguar que fue. Ahora ya es demasiado tarde.

También es demasiado tarde para Irina porque, cuando abre la puerta, está totalmente dormida y Dawn ya ha convocado un reloj con el que ve que quedan tan solo dos minutos. Así que tira de ella y la chica grita un poco porque esta descalza y el suelo está ligeramente húmedo y se está manchado los pies de barro.

—¿Pero por qué me llevas a la casa de Charlie?

—Quiere hablar contigo —contesta Dawn y vuelve a mirar el reloj. Menos de setenta y cinco segundos para que se active el traslador—. Tengo que volver a Inglaterra.

—¿Y todo lo que tenemos que hacer? Dawn, no puedes volver ahora a Inglaterra —responde Irina y Dawn se para para mirarla.

—Ya saben que le ha pasado a mi tío —dice e Irina parece que se da cuenta cuando la mira a los ojos. Debe de tenerlos fatal por como, automáticamente, su expresión cambia.

—Oh, Dawn, lo siento, no...

—No importa, vamos, queda menos de un minuto y Charlie quería hablar contigo.

Cuando llegan a la casa de Charlie el chico ya está terminando de recoger toda la mochila y el tenedor está sobre la maleta de Dawn. El chico estira la mano y ella no tarda en ir hasta su lado y entre los dos cogen el tenedor.

—Me tengo que ir unos días, si queréis algo urgente me avisáis —ni siquiera pide permiso, solo informa e Irina asiente—. Avisa en el otro lado.

—Sí, lo sé, les diré algo mañana, y si te ponen pegas les diré que dejas el trabajo —responde la chica y Charlie suspira.

—No les digas eso.

—Pues deja ese trabajo y vente aquí a tiempo completo.

—¿Lo podemos discutir en otro momento?

—Cuando vuelvas —advierte la chica y Charlie asiente.

—Gracias, Irina.

—No hay de que, británico.

En realidad no la oyen decir británico porque el traslador se activa antes, pero Dawn tiene claro que es lo que iba a decir su amiga. No sabe cómo ha llegado hasta todo este punto, en el que vuelve con Charlie a su casa, de la mano, pero sabe que le gusta. También que a nadie le sorprende porque cuando aparecen en el salón de la casa Lewis su madre sonríe a pesar de la lágrimas y la abuela Margaret se pone en pie para ir a abrazar a Charlie incluso antes que a ella.

—Se te ha echado de menos, chico —oye perfectamente a su abuela y niega, pero no puede evitar sonreír un poco mientras va de camino a abrazar a su madre.

La tía Adalynn llega un poco más tarde que ellos y también sonríe cuando ve a Charlie allí. Está mucho más entera que Christine, siente que es la mayor y que es quien tiene que pensar en todo lo que está pasando, pero al final acaba llorando como su hermana cuando se sienta en el sofá.

Charlie sabe que debería sentirse un extraño, pero no lo hace. Conoce a esa familia, ha sido parte de ella y conoce la casa porque ha sido su segundo hogar. Espera a que Dawn le diga que se acerque a él y, mientras tanto, aprovecha para hablar con Margaret y ayudar a Manny en la cocina. Es tarde, pero todos necesitan algo que les aporte algo de confort al menos. Sobre todo porque Paul no parece estar por ningún lado y Charlie sabe que Dawn se está comiendo la cabeza por ello, lo ve en sus ojos cuando le da la taza de té y se sienta con ella en el sofá.

—Es como una pesadilla —murmura la chica y Charlie suspira. Ni siquiera sabe qué decir, así que solo la abraza.

Dawn acaba quedándose dormida y solo despierta cuando Charlie la lleva en brazos hasta su habitación. Aprovecha para cambiarse al pijama y le dice al chico que haga lo mismo, pero él solo se quita la ropa.

—He olvidado el pijama —aclara y la chica no puede evitar reírse, para luego sentirse culpable—. A tu tío le dolería más que dejaras de trabajar antes de que siguieras riendo.

—Lo peor es que lo sé —responde ella y da unos golpes en la cama para que Charlie entre.

A pesar de que le acaban de decir que su tío ha muerto duerme mejor que nunca.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

La primera vez que El Profeta llega lo hace anunciando la muerte de Warrington en el Torneo y Dawn siente ganas de vomitar porque si hubiera insistido un poco más en suavizar las pruebas no hubiera pasado nada, no habría muerto un chico inocente que no tenía culpa de nada. Pero no, lo había dejado estar y no había ayudado a resolver el enigma de porqué Harry Potter estaba en el Torneo.

Todo da vueltas y lo único estable es la mano de Charlie y los abrazos de Nymph. Que Bree se haya empeñado en volver a Inglaterra, atrasando todo el trabajo que tiene que hacer es algo que tampoco la alegra y mucho menos cuando se ha traído a Irina desde Rumanía y luego han pasado a por Damiano. Agradece tener allí a sus amigos, de verdad, pero no quiere hablar, no quiere tener que entender nada de lo que está pasando porque nada tiene sentido.

La segunda vez que llega El Profeta lo hace con la cara de su primo en la primera página y un titular que no los deja en buen lugar. El negocio de tía Adalynn empieza a recibir cancelaciones, a su madre le mandan una carta recomendándola vacaciones hasta al menos julio y a su padre le mandan a buscar al primo Barty. Cualquiera pensaría que es una mala idea siendo familiares, pero eso no parece que le importe mucho al Ministerio de Magia, que ha vuelto a contratar a Alastor Moody como auror a pesar de que se ha pasado el último año encerrado en un baúl.

Ni siquiera entiende que es eso de que ha pasado un año en un baúl, pero Ian sí que parece saber de qué va la cosa porque el director Dumbledore le ha contado todo y también le ha dejado bastante claras algunas cosas. La primera que Dawn solo puede dejar de trabajar en la Delegación hasta que sea el funeral de su tío. La segunda es que Quien-No-Debe-Ser-Nombrado ha vuelto y que el primo Barty había ayudado en que volviera.

Dawn no se atreve a pensar en la segunda parte, por lo que solo se centra en la primera, tiene que volver cuanto antes a la Delegación porque tiene que trabajar. Dumbledore es el Jefe Supremo de la Confederación, si él considera que tiene que seguir trabajando que así sea, es su jefe, está por encima de Ian y si Ian no se ha quejado tiene que ser por algo.

Así que Dawn sabe que va a volver al trabajo en cuanto sea el funeral, cueste lo que cueste, aunque no se centre y tenga que trabajar de más va a estar allí, no le importa lo que piensen, tiene que trabajar porque es la única forma en la que todo sirva de algo. Tiene que esforzarse más porque no lo ha hecho lo suficiente, tiene que conseguir la reputación que tanto quiere para poder conseguir los cambios que se necesitan. Y lo primero que va a conseguir es la estúpida firma de Aidan para que Irina pueda impartir dragonologia.

Lo único es que, cuando llega el funeral, lo hace tan rápido y es tan corto que Dawn ni siquiera recuerda nada. No hay cuerpo que enterrar, no lo han encontrado porque solo Barty sabe donde enterró a su padre y no es que se lo vaya a decir en estos momentos estando en búsqueda y captura.

Ahora todo tiene mucho más sentido, cada vez que fue a ver al profesor Moody estaba viendo a su primo y por eso siempre la ha llamado Dawn. ¿Qué pensará de ella al saber que trabaja para el Ministerio? ¿Estará orgulloso? No, no quiere saberlo, no le importa lo que piense su primo. Una vez le tuvo como figura a seguir, pero no lo va a hacer más, no le importa lo que haga o deje de hacer. Pero la pregunta sigue ahí, la última que le hizo y la que consiguió que saliera del despacho corriendo para refugiarse en el de su padre. Quería saber si estaba del lado de su tío o del suyo. Y Dawn siempre estará de parte de su tío, no tiene ningún tipo de duda y le ofende que Barty pensase que podría estar de su lado.

—¿En qué piensas? —Charlie es el único que se ha quedado con ella después del funeral. Volverán al día siguiente a Rumanía, lo ha dicho Ian y Dawn ha aceptado a pesar de que Charlie no lo veía bien.

—En las veces que he visto a mi primo y no le he reconocido.

Están en la habitación de la chica, es el único lugar donde pueden estar más tranquilos, nadie se atrevería a llamar estando los dos allí dentro, prefieren no arriesgarse. Así que pueden tumbarse en la cama, Dawn puede esconderse en el hueco del cuello de Charlie y no tiene que pensar en nada más.

—No creo que fuera fácil reconocerle, estaba interpretando un buen papel.

—Me llamó Dawn desde el principio, tendría que haberlo sabido, el verdadero Moody me llamaba Lewis como a mi padre — responde ella, pero Charlie chasquea la lengua.

—Pudo engañar hasta a Dumbledore, ¿cómo crees que ibas a descubrirle tú?

—Sé que intentas que me sienta mejor, pero no va a funcionar.

—No es que intente que te sientas mejor, Dawn, es que a no ser que tu primo quisiera que le reconocieses era imposible hacerlo —sabe que tiene razón, pero no puede evitar pensar que no es así.

—¿Y si lo intentó? Llamándome Dawn constantemente y...

No sabe si contárselo. Es solo una tontería, solo es una pregunta, pero no deja de darle vueltas, quizá si que quería que le reconociera, quizá quería que le ayudase a salir de la que se había metido.

—Nunca he entendido porqué mi primo acabó uniéndose a los mortifagos —desvía el tema y no cree que a Charlie le guste mucho por como suspira, pero lo hace igualmente —. Me da la sensación de que fue más por enfadar a mi tío que porque lo quisiera de verdad.

—¿Tú crees?

—La otra opción es que tuviera como modelo a seguir a un psicópata y acabe volviéndome como él si Quien-Tú-Sabes vuelve —intenta que suene como si estuviera de broma, pero no lo hace, suena demasiado seria y aun así Charlie se ríe.

—Sí, Dawn la mortífaga, que aprende sireno para que tengan unas leyes justas y que, seguro, que quería hacer juegos con los campeones del Torneo y no lanzarles a dragones —a él si que le sale el tono de broma y Dawn no puede evitar sonreír.

—Quise una gymkana para que todos pudieran participar —dice y Charlie ríe.

—Cuidado, Quien-Tú-Sabes, estás perdiendo una oportunidad de oro para tener a una mortifaga totalmente letal.

No puede evitar reírse porque sí que suena estúpido. Aunque Barty fuera un modelo que seguir sabe perfectamente que en eso no. No piensa seguir a Quien-No-Debe-Ser-Nombrado porque todo lo que él piensa está en contra de todo lo que piensa Dawn.

—¿Qué piensas de que haya vuelto? —Charlie prácticamente lo susurra y Dawn sale de su cuello para mirarle.

—Venga, no creerás que es verdad, ¿no? ¿Qué pruebas hay? —Charlie suspira ante las palabras de Dawn y coge la varita de la mesilla para convocar los periódicos.

Hace días que no los lee, desde que salió su primo concretamente. Ahora los periódicos de los últimos días han cambiado y muestran a Dumbledore, advirtiendo de que Quien-No-Debe-Ser-Nombrado ha vuelto. Le llaman de loco para arriba y en todos los artículos que hay siempre dicen que está mintiendo, que lo que dice es una locura. Dawn lee todos los artículos de cada uno de los periódicos y todos parecen estar de acuerdo en lo mismo, que Dumbledore se ha vuelto loco y que no deberían creer a un crío que creyó a pies juntillas lo que le decía otro loco.

En algunas partes de El Profeta siguen mencionando a su primo, pero lo hacen de pasada, como si no importase que sigue vivo y que consiguiera escapar a la vigilancia de todo el castillo para salir corriendo. ¿Cómo lo hizo? Porque en el periódico no hay ni una sola palabra de ello, como tampoco mencionan nada de que, si está vivo ahora, es porque una vez escapó de Azkaban.

—¿Crees entonces en que haya vuelto? —pregunta Dawn y Charlie suspira.

—Si Dumbledore lo dice... —aunque no parece muy convencido de que esa sea la razón por la que lo cree. Vuelve a suspirar y también conjura un montón de cartas—. Mis hermanos escribieron.

—¿Y qué tiene eso de raro?

—¿Cuándo has visto a Fred y a George escribir una carta para algo que no sea que les compre algo? —responde él y le tiende todo el montón—. La de Ron es la más interesante, parece que Hermione sabe donde buscar.

—¿Por qué dices que sabe donde tiene que buscar?

Es la primera carta que lee, la de Ron. Nunca había pensado que volvería a ver su nombre escrito por la letra de Ron preguntándole a Charlie si ella podía hacer algo para la situación de Harry. Una situación que, por lo visto, le dejaba en muy mal lugar porque había parte del colegio que pensaba que había sido él quien había acabado con la vida de Warrington. ¿Cómo podían pensar en algo así?

—Hermione cree que tú podrías hacer algo por Harry.

—No creo que pueda hacer nada por Harry ahora mismo, Charlie, no hay nada que hacer —responde la chica y cambia de carta.

—Hermione insiste en que sí, la carta es mucho más larga con todos sus argumentos expuestos.

—Charlie, Harry no ha hecho nada, de lo máximo que le pueden acusar es de que está loco y es algo que ya está haciendo El Profeta.

La de Ginny es breve, pero intensa y solo contiene las palabras "Cree a Harry, que Dawn haga algo" y por parte de los gemelos un "Creemos que Harry tiene razón, pregunta a Dawn que si sabe donde está Ludo Bagman".

—¿Por qué quieren saber dónde está Bagman? —es lo más desconcertante de la carta, sobre todo porque expresamente la mencionan a ella solo para eso.

—Apostaron con él durante los mundiales, supongo que querrán apostar más o querrán recuperar lo apostado durante el Torneo si es que hubo apuestas —responde y Dawn se encoge de hombros.

—Bueno, les puedes decir que no lo sé y que quizá Percy lo sabe.

—Como que le van a preguntar a Percy —dice Charlie, sonriendo y Dawn también lo hace.

Durante unos segundos se centran en eso, la petición inocente de los gemelos y luego ambos vuelven a estar serios.

—Supongo que si tus hermanos le creen será por algo, ¿no? —pregunta Dawn y Charlie asiente—. Entonces... ¿Quién-Tú-Sabes ha vuelto?

—Eso parece.

No puede evitar abrazarle. Recuerda lo suficiente de esa época para saber que sus padres estaban siempre asustados, que su padre siempre estaba en peligro por ser auror y no quiere volver a ella. Podría ser pequeña, pero el miedo es algo que siempre podrá recordar y por eso Dawn abraza con más fuerza a Charlie.

Hasta que una lechuza golpea su ventana y deja caer un pequeño pergamino con el sello de la Confederación Internacional de Magos.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Oye las voces en la gran sala, pero no entiende nada de lo que están susurrando. Sabe que la miran y por eso ella levanta aún más la cabeza aunque siente que le va a explotar porque casi no ha dormido. ¿Cómo iba a dormir sabiendo que se convocaba un Congreso Extraordinario? Quería volver a trabajar, pero no así, no con eso.

Era, en parte, una suerte que Ian siguiera abajo con su abuela en lugar de estar en su casa. También era una maldición, o al menos así lo vio toda la casa cuando los dos se retiraron al despacho de Paul. Pero había cosas que discutir, así lo pensaba Ian que creía que su tiempo como Delegado estaba llegando a su fin y, a partir del día siguiente, estaría ella sola.

No lo sabían del todo, pero Ian prefirió formarla en todo lo que faltaba, por si acaso. La preparación nunca venía mal y Dawn se lo agradeció, aunque tuvieran que levantarse a las seis de la mañana para poder prepararse e ir al Ministerio a por el traslador que los llevaría a Bolonia.

Había dormido apenas dos horas en los brazos de Charlie y ya le echaba de menos. Le había despertado por accidente cuando se había metido en la cama y el chico ni siquiera había estado molesto por ello, ni siquiera había dicho nada sobre que hubiera trabajado hasta tan tarde, la había besado y abrazado hasta, al menos, cuando se quedó dormida. Y cuando la alarma sonó el también se levantó, listo para ir al Ministerio con ella y despedirla. Su traslador ni siquiera salía hasta varias horas más tarde, pero no pareció importarle.

—Odio estos viajes de improvisto —Bree es la primera que habla, a pesar de que llega a la vez que Damiano y se deja caer junto a Dawn.

—Al menos ya estabas en Europa —le contesta la chica y Bree pone los ojos en blanco.

—Como que me gusta el motivo por el que estaba en Europa —dice y luego se acerca a ella, no dejando ni siquiera que Damiano la oiga—. ¿Cómo es que estaba Charlie contigo?

—Estaba conmigo en el piso de Rumanía cuando llegó la carta —responde ella y Bree empieza a reírse—. Ahora no, ¿vale? Que seguro que están escuchando.

—Pero luego me cuentas todo.

—Nos cuentas, yo también quiero saber qué estás haciendo ahora con el pelirrojo —añade Damiano y Dawn suspira.

Sus amigos no son para nada discretos, aunque al menos empiezan a hablar entre ellos y, así, todos dejan de mirarla porque les miran a ellos. Llaman la atención por estar de la mano, por susurrarse cosas al oído, por las risas y las miradas de complicidad. Lo que daría ella por estar así con Charlie, pero no es posible y tiene pinta de que no lo será durante un tiempo.

El resto de Delegados empiezan a llegar y cuando Dawn ve a Aidan se levanta rápidamente de la silla para ir a la mesa donde tienen los desayunos para poder coger un café. Es el segundo que se va a tomar durante el día, pero prefiere hacerlo ya antes de que empiece el Congreso y levantarse no esté muy bien visto, aunque haya Delegados que lo hagan igualmente como Ian. Pero Ian siempre parece estar en otro nivel distinto al de los Delegados.

Dawn va saludando poco a poco a los que conoce y con los que ha tratado, también se acerca a hablar con todos aquellos que han estado mandando cartas y todos son excesivamente comprensivos con que no les haya devuelto la carta. Dawn supone que porque se ha filtrado la noticia sobre su tío y su primo, aunque no tarda en confirmarlo por las caras de pena y Aidan.

—Lo siento mucho por lo de tu tío, Dawn —ni siquiera dice hola, solo lo suelta e intenta abrazarla, a lo que Dawn retrocede rápidamente y levanta su taza de café.

—Gracias, Delegado Callaghan —intenta esforzarse porque la vea como una igual, pero Aidan no lo hace.

—Entiendo perfectamente que no tuvieras ganas de venir, Dawn, tiene que ser muy duro perder así a tu tío.

—Buscaré un hueco la semana que viene en mi agenda, Delegado, espero que estemos libres para entonces.

—Seguro que sí, esto será rápido.

No le soporta, y mucho menos cuando le guiña un ojo y luego la besa la mano. ¿Se supone que es un gesto caballeroso? No quiere que se acerque a ella, ya debería tenerlo claro por todas las veces que le ha rechazado, pero parece que Aidan no lo entiende ni quiere entenderlo. ¿Y qué quiere decir con que será rápido? ¿Acaso sabe algo? Está claro que si por como va hasta su sitio, sonriendo con la cabeza bien alta y saludando a los Delegados más... conservadores.

Les llama conservadores porque si les llamase como lo que verdaderamente son la echarían de la Confederación y le prohibirían trabajar en cualquier país del mundo, algo que, lamentablemente, Dawn no se puede permitir.

—Delegados, por favor, tomen asiento.

La voz de Dumbledore resuena por la sala y todos empiezan a moverse. Dawn no duda en coger antes de sentarse tanto dos tazas más como café y leche para Bree y Damiano, que no se han movido para cogerlo. Los dos la sonríen cuando les acerca la taza y menos mal que tienen unos encantamientos para que se rellenen solas porque tiene pinta de que lo van a necesitar.

—Os preguntaréis porqué se ha convocado este Congreso Extraordinario —comienza a decir Dumbledore y, por un segundo, Dawn vuelve a estar en Hogwarts, justo antes de que se de la Copa de las Casas. Los murmullos de los Delegados compiten con los murmullos de los estudiantes de Hogwarts y Dumbledore espera pacientemente a que terminen—. Tengo malas noticias que daros.

Los murmullos aumentan y Dumbledore se queda callado hasta que todos vuelven a quedarse callados. Dawn no puede evitar mirar la sala, observar a todos los delegados y ve las miradas de algunos. Sonríen. Los Delegados más conservadores sonríen como si lo que fuera a pasar a continuación fuera realmente importante y Dawn desvía la mirada para volver a mirar a Dumbledore.

—Lord Voldemort ha vuelto —anuncia, como si nada y los murmullos suben de nuevo.

No todo el mundo entiende lo que significa esa frase porque, durante la anterior guerra, no llegó a afectar más que a Inglaterra e Irlanda de forma directa y al resto de países europeos de forma más indirecta. Damiano frunce el ceño y Bree se inclina hacia él, buscando su mano.

—¿Qué pasa con Lord Voldemort? —pregunta la chica y Dawn siente un escalofrío.

—No decimos su nombre, Bree —le dice y ella se encoge de hombros.

—Pero es solo un nombre, ¿no? ¿Qué puede hacerte mencionarlo?

—Capturaban a bastante gente de esa forma —es Damiano quien responde, mucho más rápido que Dawn—. Uno de mis primos mayores acabó siendo perseguido por mencionarlo.

—Nunca lo habías dicho, ¿trabajaba en Inglaterra? —Dawn lanza la pregunta y Damiano se encoge de hombros.

—Algo así, es mejor no hablar de ello —no necesita decir aquí, tanto Bree como Dawn entienden perfectamente lo que dice el chico y lo dejan estar, al menos de momento.

Dawn vuelve a mirar a todos los Delegados, intentando que no se note que quiere fijarse como están los más conservadores. Aidan está sentado con ellos, como si no pasara nada, pero está claro que hoy la sala se ha dividido, como si todos supieran que algo iba a pasar.

—Albus, eso es imposible.

Para sorpresa de Dawn, es Ian quien se pone en pie y habla. Lo hace con confianza y la gente murmura a su alrededor. Se muestran de acuerdo, asienten, como si quisieran negarlo. Dawn también quiere negarlo, pero Charlie confía en Harry, al igual que lo hacen todos sus hermanos y ella también confía en ellos.

—Nada me gustaría más que fuera imposible, Ian, pero es así. Harry lo ha confirmado.

—Potter es un crío —dice Ian y Dawn frunce el ceño. No entiende qué está pasando—. Su compañero de colegio ha muerto en el Torneo, está claro que el chico está sufriendo por verle morir en el laberinto.

—A las manos de Lord Voldemort —corrige Dumbledore y Dawn vuelve a tensarse.

—Quien-Tú-Sabes murió, Albus, hace casi catorce años, lo mató el chico —Ian insiste, pero Dumbledore niega.

—Eso es lo que creímos, pero no es así, solo perdió su cuerpo y ahora ha vuelto y ha acabado con el otro muchacho usando el Torneo de los Tres Magos como tapadera.

—Ha sido un accidente en el laberinto, Albus, no un asesinato. Nos equivocamos al elegir la prueba, está claro.

El nos equivocamos vuelve a pesar en Dawn más que nada. Lo mataron ellos, al elegir mal las pruebas del Torneo. Lo mató también ella, al no insistir más. Y es estúpido pensar que ella podría haber cambiado algo, pero lo piensa y se siente culpable porque no hizo más, a pesar de no poder hacerlo.

—Ian, Harry no miente —Dumbledore parece estar demasiado tranquilo e Ian chasquea la lengua—. Lord Voldemort vuelve a estar entre nosotros, queramos o no. Es momento de que nos unamos, Delegados, no que discutamos.

—¿No será que te sientes culpable porque se coló un mortifago en tu colegio?

En la zona de los Delegados conservadores se levanta Kowalski. Por lo que Dawn sabe está dejando Polonia en un estado bastante lamentable en cuanto a los avances que acabará afectando también a las políticas muggles en cuestión de años.

—Creo que va siendo hora de que te retires, Dumbledore.

Primero es un silencio que llega a dar incluso miedo y luego todo el ruido empieza de golpe. Hay algún insulto, hay aplausos, murmullos de confusión y miradas que dicen que el Delegado Kowalski tiene razón, pero también las hay que piensan que está loco.

—No podemos dejar que vayas diciendo esas cosas sin pruebas —dice Kowalski, pero Dumbledore niega.

—Tengo las pruebas —Dumbledore habla como si nada y Kowalski empieza a reírse.

—¡La palabra de un chico de doce años! ¡Eso no son pruebas!

Los murmullos aumentan y todos parecen estar de acuerdo. Dumbledore ni siquiera se inmuta, a pesar de que están hablando de él y de su falta de cordura. Espera pacientemente, todavía de pie mientras todo el mundo sigue hablando y Dawn mira a Ian, al otro lado de la mesa. El anciano la mira y mira a Dumbledore, para luego mirarla a ella. Cuando niega Dawn entiende perfectamente que le está diciendo que no intervenga en lo que vaya a pasar a continuación.

—Votos a favor para destituir a Dumbledore —Ian levanta la voz por encima de todo el ruido y consigue que todo el mundo quede callado.

Las varitas empiezan a levantarse, sin ninguna timidez y Ian mira a Dawn. El asentimiento es tan sutil que la chica duda, pero levanta la varita de todas formas. La mirada de Ian es de la que lo ha entendido perfectamente y el anciano levanta la varita. Es lo que necesitan los que no están seguros de si levantarla o no, a pesar de que algunos como Neagu aguantan con la varita bajada.

—Lo siento, Albus —dice Ian y él solo asiente.

—Supongo que es momento de que se abran las puertas para que pueda dejar que el Congreso continue.

Se abren en cuanto termina de decir las palabras. No hay aplausos cuando sale como pensaba Dawn que pasaría cuando Dumbledore dejase la Confederación Internacional de Magos. Ya no tienen Jefe Supremo y ha sido su propio jefe quien le ha eliminado.

—Propongo al Delegado Kowalski para el puesto de Jefe Supremo hasta que se celebre el próximo Congreso.

Aidan se pone en pie en cuanto la puerta se cierra detrás de Dumbledore y Dawn ni siquiera se sorprende de que lo haga. Lo tenían todo pensado, estaba claro, pero, por lo visto, hay otro plan en el congreso, uno del que ella no estaba informada.

—Propongo al Delegado McAffee —Bree se pone en pie, segura de sí misma y Dawn ve como Ian intenta ocultar la sonrisa que intenta salir.

—Apoyo a la Delegada Martin —Damiano también se pone en pie y entonces Aidan bufa—. ¿Algún problema, Delegado Callaghan?

—Todos sabemos por qué apoyas su proposición —el gesto que hace al llevarse la mano a la boca no deja ninguna duda de lo que está diciendo.

—Entonces yo apoyo la proposición de la Delegada Martin —la Delegada Nielsen se pone en pie y contra Noruega Aidan sí que no puede decir nada, así que se queda callado.

—Apoyo la decisión del Delegado Callaghan.

El Delegado lituano apoya la decisión de Callaghan y todo el mundo empieza a hablar. Dawn no puede evitar mirar a Bree, intentando que la explique qué está pasando, pero su amiga no la devuelve la mirada. Se aparta de la silla y va directa hacia Ian para ponerse a su derecha mientras que la delegada Nielsen se pone a la izquierda de Ian y las dos esperan, mirando al frente. Al otro lado de la sala Kowalski tiene a Aidan a un lado y al Delegado lituano al otro.

—Comenzamos la votación, verde para mi, rojo para McAffee, blanco abstenciones —dice Kowalski, cogiendo ya su varita. La empieza a subir, pero a medio camino la baja y mira a todos los Delegados—. A no ser que alguien más quiera presentar a alguien.

Nadie responde y entonces Kowalski levanta su varita, iluminándola verde. El resto de Delegados conservadores le siguen y, por un momento, Dawn teme que puedan llegar a ganar. Un Jefe Supremo conservador es lo que menos necesitan en estos momentos, necesitan a alguien que se vaya a preocupar por los demás, por eso Dawn levanta su varita y el rojo la ilumina.

No necesitan contar porque dos tercios de la luces son de color rojo, ninguna es de color blanco, nadie se abstiene y Dawn respira aliviada porque Ian es el nuevo Jefe Supremo de la Confederación Internacional de Magos.

—Creo que con esto podemos afirmar que el Delegado Ian McAffee pasa a ser el nuevo Jefe Supremo de la Confederación de Magos hasta el Congreso del año que viene.

Los aplausos llenan la sala después de las palabras del Delegado coreano mientras Ian se cambia de sitio hasta el que será el suyo de forma temporal.

—Gracias por elegirme para el próximo año —el anciano empieza su discurso, sin ni siquiera esperar a que los aplausos paren—. Espero poder contar con vuestro apoyo el próximo año, cuando presente mi candidatura de forma oficial. Durante los próximos meses trabajaré codo con codo con todos vosotros, siempre seréis escuchados. Por supuesto, dejo mi trabajo como Delegado de Gran Bretaña para poder ser neutral y la Delegada Lewis estará, a partir de ahora, a cargo. Muchas gracias.

Las puertas se abren en cuanto Ian termina de hablar, pero Dawn no se mueve porque solo puede ver como el anciano es el primero en salir, seguido de Bree y Nealson.

Ahora es la Delegada de Gran Bretaña.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

No es fácil asumir que ahora es la Delegada de Gran Bretaña y que ya no hay nadie con quien consultar las decisiones que toma.

Lo primero que nota es como el despacho que comparte con Ian se queda huérfano. Todas las cosas del anciano desaparecen de un día para otro y solo queda el escritorio, vacío. El escritorio principal, el que está frente a la puerta y es el que se supone que tiene que ocupar en menos de tres días porque el otro va a desaparecer ya que lo necesitan para otro despacho.

Dawn no se siente con ganas de recoger sus cosas de ese escritorio, así que solo se pasa por la oficina para agitar la varita y guardar todo en cajas. Al escritorio le falta tiempo para desaparecer en cuanto está vacío y el despacho parece demasiado grande. Es demasiado grande, por eso la paredes empiezan a redimensionarse hasta que tienen un tamaño con el que Dawn se siente cómoda.

El estilo no tarda en empezar a cambiar, siendo mucho acorde con su personalidad y se sorprende porque eso era algo que no sabía, pero que tiene todo el sentido del mundo porque siempre ha sentido como que el despacho pertenecía a Ian y solo a Ian. Ahora es suyo.

Solo ha ido para recoger sus cosas del escritorio y porque tiene que recoger todos los papeles que ha dejado Ian sobre como funciona el papeleo al que nunca ha tenido acceso, como los trasladores y pedir un piso. Ahora ve el contrato que tiene su piso de Rumanía y lo modifica para que dure hasta octubre, con la excusa de que estará ese mes en Rumanía para verificar que las clases de dragonología se imparten correctamente. Quizá puede ampliarlo hasta diciembre, es la primera vez en siglos que se introduce una asignatura nueva y la forma de impartirla es completamente distinta a lo normal.

Sí, hará eso, se quedará hasta diciembre, pero ya cambiará los papeles. Trabajará durante todo el año para que la asignatura se imparta en los tres colegios de Europa para dentro de dos cursos. Tiene un año para preparar todo y seguro que es capaz de hacerlo. Y una vez el Santuario esté dando las clases en los tres colegios ella podrá supervisarlo durante unos meses para comprobar que todo sigue yendo a la perfección.

Sabe que es solo una forma de no pasar tiempo en su despacho de Inglaterra, pero necesita al menos el verano fuera, con algo que sabe controlar perfectamente antes de volver a su nuevo despacho. Por eso ha vuelto a Rumanía y lo primero que ha hecho es llamar a Charlie a través de la red flu para que vaya al apartamento.

El chico ha llegado a la hora de la comida, con una bolsa llena de distintas comidas hechas por Helena según dice Charlie. Le da un beso en la mejilla y parece que ya saben donde están más cosas de las que sabe Dawn porque encuentra el mantel en el primer cajón que abre y luego sabe donde están los platos.

—Hay comida de sobra para toda la semana —dice Charlie y la chica pone los ojos en blanco—. A mi no me mires, ha sido Helena.

—¿Seguro que ha sido Helena? —le pregunta, pero el chico no responde—. ¿Qué pasa Charlie? ¿Ahora eres la madre de Irina?

Cuando no responde Dawn sabe que ha dado en el clavo. La excusa hubiera quedado bien de no ser porque casi no conoce a la madre de Irina, se hubiera creído más que hubiera cogido la comida del comedor sin que nadie lo supiera antes que Helena ha cocinado comida para toda la semana.

—Espero tener compañía para comer todos los días —añade, viendo la reacción de Charlie.

Intenta disimular la sonrísa, pero no termina de poder hacerlo. Le ha gustado la idea de que coman juntos y Dawn espera que entienda lo que le está diciendo. Se queda allí, con él.

La mesa que está junto al sofá tiene un tamaño que no es muy agradable para comer en él, pero es a la vez perfecto para que estén lo suficientemente juntos como para que sus rodillas estén tocándose mientras comen. ¿Debería preguntarle si vuelven a estar juntos o se da por hecho? ¿Quizá debería dejar algo de ropa en casa de Charlie? ¿Y si le decía que trajera algo? ¿Y si le decía que le quería?

Porque le quiere, le quiere muchísimo y están viendo que ahora funciona, que pueden funcionar perfectamente juntos, lo está viendo en estos momentos, lo ha visto cuando la ha acompañado a Inglaterra por el funeral de su tío, lo ha visto cuando la ha ayudado a preparar la maleta para ir al Congreso. Lo ha visto cuando ella ha vuelto a Rumanía en lugar de seguir en Inglaterra, como hubiera hecho antes de ser Delegada.

—No te lo he contado —lo dice de la nada y Charlie deja la ternera en el aire, sin terminar de llevarsela a la boca.

—¿El qué?

—Ian es ahora el Jefe Supremo de la Confederación Internacional de Magos —dice y espera unos segundos—. Soy Delegada, Charlie, ahora de verdad.

Espera que lo celebre, que sonría y que le diga que es genial y que se asombre como ella se asombró cuando Bree se presentó a Delegada. Pero Charlie no reacciona como espera, solo sonríe de medio lado y se pone en pie para ir de nuevo a la bolsa que ha traído y le da un periódico y un trozo de papel de periódico.

—Creo que deberías leer más El Profeta, Dawn.

Ian está en portada, con el anuncio de que deja de ser Delegado y que ahora es el nuevo Jefe Supremo hasta el próximo año. Lo peor —o lo mejor, según se mire— es que ella también sale allí, anunciando la novedad.

—También sales en Ziarul, Irina estaba esta mañana enseñandolo muy orgullosa.

Cuando la besa suavemente en la cabeza mientras ella mira ambos periódicos. Está ahí, su nombramiento, como cuando consiguió entrar a la Confederación y tuvo aquel pequeño artículo entre las páginas de El Profeta. Recuerda el otro, el que hicieron una vez consiguió el puesto de Delegada mientras Ian seguía siendolo. Ve las similitudes entre los tres artículos, la duda del reportero porque ella sigue siendo demasiado joven. Pero le dan el voto de confianza porque, desde que la nombraron, todo ha ido bien.

—Estoy orgulloso de ti —y se nota en la voz de Charlie, en como sonríe no solo con la boca, también con los ojos.

Está orgulloso de ella a pesar de todo lo que ha hecho mal con él desde que entró en la Confederación. Pero ahora ha merecido la pena, vuelve a estar con él, tiene su puesto, tiene todo lo que quiere y mucho más de lo que merece.

Cuando le abraza lo hace con fuerza, tirándole al sofá y Charlie empieza a reírse, devolviéndola el abrazo y cuando Dawn busca sus labios la besa también. Es el primer beso desde que Dawn ha vuelto a Rumanía con la idea de quedarse de una forma mucho más permanente y solo el pensar que va a poder verle todos los días hace que Dawn sonría en mitad del beso.

—¿Qué es lo que pasa? —pregunta Charlie y Dawn vuelve a besarle.

—Nada —se ríe cuando lo dice, pero los dos saben que no es del todo cierto.

Porque claro que pasa, lo ven al día siguiente, cuando comen juntos. Es Dawn quien se escapa ese día hasta el Santuario, con una de las comidas que le había preparado Charlie. Es él quien va por la noche hasta su apartamento y se queda a dormir. Deja una camiseta y luego Dawn se lleva adrede un pijama esa misma noche para dejarlo bajo la almohada cuando se levante por la mañana.

Es poco a poco, todo empieza a encajar, ellos empiezan a encajar y encuentran la manera de verse, aunque sea un poco. Junio termina y llega julio, con el calor, con horarios menos complicados, con más tiempo libre. Llegan las citas, llegan los días de no salir del apartamento de Dawn o de la cabaña de Charlie. Cine muggle o picnic junto a un dragón que solo quiere caricias en la cabeza. Paseos por Bucarest o la visita al supuesto castillo de Drácula.

Compran tantas bolas de nieve que Dawn no sabe dónde va a ponerlas todas.

—¿Tienes vacaciones? —Charlie lo pregunta mientras que ven el atardecer en el paseo marítimo de Constanza y Dawn asiente.

—Cuando las quiera coger, sí, ¿por qué?

Parece que Charlie se lo piensa, como si hubiera algo que no terminase de gustarle porqué lo va a decir. Pero suspira y deja de mirar el atardecer para mirarla a ella.

—Quería volver a Inglaterra unas semanas, con todo lo que está pasando... —es como si se disculpase por eso, pero Dawn sonríe.

—Es lo más normal, yo también debería volver, hablo con mis padres, pero debería visitarles más. A ellos, a mi tía y a mi abuela.

—Sí, también quiero ver a mis padres y mis hermanos... —pero no parece que sea eso lo que pasa, al menos no del todo y Dawn aprieta la mano de Charlie.

—¿Qué más hay?

El chico suspira y tira de ella lo justo para poder abrazarla. Primero no habla, como si de verdad no quisiera decirlo, pero acaba suspirando de nuevo y se aleja un poco, pero no demasiado. Primero mira alrededor de ambos, pero lo bueno de estar en Constanza y estar en su paseo marítimo es que están rodeados de muggles.

—Quiero que vengas conmigo a un sitio —murmura, como si no quisiera que nadie más se enterase. No, no como, es así porque se lo dice al oído, como un secreto.

—Donde quieras, Charlie.

—No tienes que aceptarlo, ni seguirlo, pero... —no parece seguro de lo que está diciendo, pero Dawn levanta la mano y se la pone en la mejilla.

—No sé que es, pero claro que voy contigo, para algo son las vacaciones, ¿no?

Charlie sonríe, pero esta vez no parece una sonrisa de verdad, al menos no una de la que esté seguro del todo y Dawn se pregunta a qué demonios ha aceptado ir.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

¿Dawn y Charlie teniendo citas y apoyándose y estando juntos? Sí, por favor, dame más les necesito así siempre.

Dumbledore siendo sustituido en la Confederación y Dawn siendo, por fin, la verdadera Delegada de Gran Bretaña es uno de mis momentos favoritos y es la escena que más me gusta de este capítulo (junto a Dawn y Charlie comprando bolas de nieve, no me escondo he empezado a hacer colección solo porque mi niña la hace)

Nos vemos la semana que viene con más Dawn y Charlie y un capítulo 22 que tiene algo que ver con la canción que lo empezó todo.

Mil gracias por estar ahí ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro