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𝑇𝑟𝑒𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑢𝑛𝑜

Al volver a Londres sabe que va a pasarse todo el tiempo que le queda encerrada en Grimmauld Place revisando el caso de Sirius Black punto por punto. Es lo mejor que sabe hacer, obsesionarse con el trabajo, y sabe lo suficiente sobre leyes mágicas como para probar la inocencia de Black. O lo que todo el mundo dice que es inocencia. Sí que no logra comprender cómo acabó en Azkaban sin un juicio, aunque hubiera sido posterior a su ingreso en la prisión.

Estaba claro que algo olía mal en todo ese asunto, pero probarlo supondría admitir que su tío se había equivocado al mandar a Black a Azkaban y la reputación de los Crouch ya empezaba a estar por los suelos desde que el tío Barty había muerto. Lo que menos quería Dawn era ser salpicada por todo lo que iba a destapar, pero ya se lo había dicho a Bree, quizá la forma en la que podían ganar en la votación de la Confederación era si Kowalski se confiaba en que todo iba bien. Y si ella tenía que perder su puesto como Delegada... bueno, que así fuera.

Si lo pensaba objetivamente todos los problemas habían empezado una vez aceptó el que pensaba que era el puesto de sus sueños. Había dejado de ver a su familia, se había vuelto adicta al trabajo —más de lo que ya era— y había perdido a Charlie. Y le había recuperado para perderle de nuevo, una y otra vez, todo porque seguía poniendo ese estúpido puesto por delante de él en lugar de valorar lo que ya tenía.

No necesitaba demostrarle a nadie de qué era capaz, ella misma lo sabía, no tenía que matarse a trabajar solo por un reconocimiento que llegaba por parte de sus amigos y algunos Delegados con los que tenía relación. Al resto de la Confederación Internacional de Magos le daba igual si Dawn trabajaba una hora a la semana o setenta, mientras que el trabajo estuviera hecho les era irrelevante.

Y ella siempre había elegido la ruta de la extenuación, la que le dejaba sin tiempo para disfrutar de lo que tenía, la que estaba destinada a que lo perdiera todo y se quedara completamente sola. Si iba a tener ese destino se aseguraría de arruinar al Ministerio de Magia en el camino y dejaría a Black libre. Dejará. Sabe que va a hacerlo.

Pero lo primero es averiguar qué fue lo que pasó la noche de Halloween de 1981 y cómo escapó de Azkaban. Tiene que entender cuántas leyes ha roto y cómo va a ignorarlas para que Black vuelva a ser una persona libre. Quizá pueden quitarle los cargos de asesinato de los muggles, pero lo de escaparse de Azkaban...

No sabe por qué se adelanta a los hechos si no sabe nada, solo que Black le pidió que buscara a su primo para encontrar a Pettigrew porque eso sería lo que le salvaría, que estuviera vivo. Pero Dawn no piensa volver a acercarse a Barty nunca más, por mucho que sea la solución rápida.

No puede entrar a Grimmauld Place porque, supone, que no es parte de la Orden del Fénix, así que le toca llamar al timbre. Espera cinco minutos y vuelve a llamar, pero nadie responde así que lo vuelve a intentar y, por fin, el elfo doméstico de Black aparece.

—Hola, ¿está el señor Black? —le pregunta y el elfo gruñe, pero la deja pasar a una casa llena de los gritos de la señora Black.

—El traidor está en la habitación del bicho, pero no tardará en salir porque la ama está gritando.

El elfo desaparece, sonriendo como si fuera lo mejor del mundo que el cuadro grite y Dawn le apunta con la varita para cerrar las cortinas, pensando que así al menos bajará el ruido, pero en cambio consigue el silencio y, cuando mira a las escaleras, ve la cabeza de Black.

—Señor Black, le estaba buscando —le dice, pero no parece encantado de verla ya que vuelve a desaparecer y si estaba intentando ser amable ya no sabe si va a serlo.

Sube las escaleras sin preocuparse por el ruido y, en uno de los pisos, Harry saca la cabeza por una de las puertas, asustándola.

—Hola, Dawn —el chico hace como si nada, pero ella tiene la mano en el pecho e intenta calmarse—. Charlie no está, siguen en San Mungo.

Ignora las ganas de ir hasta San Mungo, de ir con Charlie. Tiene que hacer esto, no puede seguir arrastrándole para luego destrozarle solo porque ella sea así.

—Busco a Black.

—Está la habitación de Buckbeak —si parece sorprendido ante sus palabras Harry no lo muestra, pero sí que le intenta cerrar la puerta de la habitación en la cara. ¿Qué le pasa a todo el mundo en esa casa?

—¿Me llevas? —intenta sonar amable, cercana, aunque le parezca completamente imposible.

Que suspire no lo suele considerar una buena señal, pero al menos Harry sale de la habitación y la lleva hasta la puerta donde se supone que está Sirius Black. Prueba a llamar y, cuando se quiere dar cuenta, vuelve a estar sola en la casa.

—¿Señor Black? —quiere esa formalidad si va a actuar como su abogada—. ¿Podemos hablar?

Sigue sin haber respuesta, así que Dawn se decide a abrir la puerta. Sabía que había algo allí, el elfo lo había llamado bicho y Harry había mencionado un nombre, pero no se esperaba un hipogrifo en la habitación. Es perfectamente consciente de que tiene que hacer con los hipogrifos, Charlie trabajó con algunos cuando estuvo en Inglaterra, pero en ese momento todas las enseñanzas de su ex-novio desaparecen y solo se le ocurre cerrar la puerta de un portazo.

Oye el ruido en la habitación y luego la puerta vuelve a abrirse, pero por fin tiene a Sirius Black delante, mucho más malhumorado y lleno de plumas de hipogrifo.

—¿Qué quieres?

—Demostrar tu inocencia.

No va a irse por las ramas, necesita que le cuente todo lo que pueda, así que ha ido al grano y parece que eso funciona porque Black se ríe y empieza a andar hacia las escaleras.

—Ya iba siendo hora, Lewis, estoy harto de estar encerrado.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Cuando vuelve a Hogwarts lo hace con un gran montón de libros sobre las leyes mágicas y una cantidad absurda de notas sobre Sirius Black y todo lo que vivió. Hay cosas que no ha apuntado, como que es un animago ilegal y así fue como consiguió escapar de Azkaban porque está intentando limpiar su nombre, no cambiar sus delitos. Debería estar registrado y todo eso, pero ya podrá hacerlo cuando todo quede resuelto.

Es perfectamente consciente de que está haciendo una locura al intentar rescatar un caso de hace catorce años, pero prevé que se va a quedar sin trabajo pronto, así que prefiere tener algo que hacer antes que estar con las manos vacías. Supone que si pierde su puesto como Delegada también perderá su puesto como profesora de Hogwarts, así que también se está planteando sabotear directamente todas esas clases para que todo ocurra con mayor rapidez.

No quiere seguir recorriendo los pasillos del castillo para encontrarse a Charlie. Dawn sabe que se está autocompadeciendose porque es egoísta. Lo sabe perfectamente, se ha estado dando cuenta de sus comportamientos desde hace años y todo lo que ha hecho siempre ha sido egoísta, y más desde que volvió a ver a Charlie. No ha tenido en cuenta sus sentimientos ni una sola vez, duda que alguna vez lo haya hecho si es sincera consigo misma porque incluso la ruptura fue porque ella no quiso seguir a distancia.

Ginny aparece de vez en cuando por su despacho y le va contando los avances con Arthur, que sigue en coma, pero al menos parece que sus heridas van cicatrizando. Se siente mal por no preguntarle a Charlie, pero sabe que hace bien al no acercarse más a él para no hacerle daño.

Otro que también aparece en su despacho es Harry, con la idea de cotillear sobre el juicio de Sirius. Dawn ya le ha explicado que todavía no hay ningún juicio porque está preparando el caso, pero el chico siempre ha decidido ignorar sus palabras y recordarle que él es testigo de que Pettigrew sigue vivo, igual que lo son Ron, Hermione y Remus Lupin. Dawn prefiere callarse porque contar con la declaración de tres alumnos de Hogwarts y un hombre lobo no va a ayudar mucho en su caso, por mucho que tengan razón el Wizengamot está completamente comprado y necesita que todos los hechos que exponga puedan probarse.

—Creo que deberías hablar con Charlie.

—Quizá te puede ayudar con lo de Canuto.

Los peores días de su trabajo son, sin ningún lugar a dudas, los días en los que tanto Ginny como Harry coinciden en su despacho.

—No —responde y sigue intentando leer las redacciones que le han entregado los alumnos de segundo.

—Venga ya, no seas cabezota —dice Ginny y ella la ignora—. Por Morgana, Dawn, estás sufriendo de forma innecesaria.

—Al final Charlie va a encontrar a alguien más —añade Harry y Dawn deja la redacción para mirar al chico.

—Es la idea, Harry, que encuentre a alguien más y los dos pasemos página. No voy a seguir hablando de mi vida amorosa con los dos, así que si no me vais a contar cómo está Arthur o tenéis dudas sobre mi asignatura no os quiero ver aquí.

—Dudas tengo muchas, pero no puedes enseñarme magia práctica, así que... —Ginny se burla de las normas impuestas por el Ministerio de esa forma, por si acaso hay algún dispositivo de escucha que les quede claro su opinión al respecto.

—No la necesitas —lo repite sin ningún tipo de sentimiento, tal y como lo hace durante las clases—. ¿No queréis disfrutar de la nieve en lugar de estar aquí en mi despacho?

—Me gusta venir a ver a mi cuñada favorita —le contesta Ginny y Dawn señala la puerta—. Vale, vale, ya paro. Mi padre sigue igual, están intentando despertarle, pero no son capaces.

—Tu madre me ha dicho que le cogió la mano el otro día —de nada sirven las palabras de Harry porque Ginny niega.

—Mamá le está contando eso a todo el mundo porque está desesperada, pero dudo mucho que eso haya pasado, Bill nos habría escrito.

—Bill está demasiado ocupado en Gringotts.

—¿Debería preocuparme de que escribas tanto a mi familia? —se nota el tono de broma en Ginny y, por cómo sonríe Harry, sabe que él también lo está pillando.

—No es mi culpa si soy su favorito.

Se quedan con ella hasta que termina de evaluar las redacciones de los alumnos de segundo y no puede negar que se le ha hecho mucho más corta toda esa evaluación con su compañía que si no hubieran estado allí. Al menos ha podido terminar de corregir y no se ha distraído con la investigación de Sirius o con las nuevas cartas que Bree le ha mandado sobre la Confederación.

No tiene buena pinta, lo sabe, va a perder su trabajo en cualquier momento, es todo lo que pueden encontrar en la ley y da igual las que consulten, Dawn sabe que su puesto está completamente vendido al Ministerio de Magia y solo le queda una cosa por hacer.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

El despacho de Aidan sigue igual que la última vez que estuvo allí, cuando se lió con él en esa decisión de la que va a arrepentirse toda su vida porque ni siquiera fue tan bueno.

Al menos tenía que haber merecido la pena y no que le provocaba arcadas al recordarlo.

Ahí quizá estaba exagerando, no eran ganas de vomitar, pero sí que sentía como si tuviera un sarpullido por todo el cuerpo que no la dejaba estar tranquila en la silla.

Si tuviera que hacer un ranking con sus malas ideas en el puesto número uno estaría dejar a Charlie. En el puesto número dos sería aceptar el trabajo como Delegada y en el puesto número tres sería liarse con Aidan. Pensaba que estaría más alto, mínimo un puesto dos, pero resulta que ha tomado más decisiones horribles a lo largo de su vida.

—¿Cómo quieres hacer esto? —Aidan pregunta como si no supiera la respuesta, es tan obvia que decirla en voz alta duele.

—Tienes que estar claramente de parte del Ministerio cuando vayan a echarme y tienes que tomar el control de Hogwarts.

Esa segunda parte la ha añadido en el último momento. No va a querer seguir allí, no va a tener ningún tipo de sentido así que lo que tiene que conseguir es librarse de ese trabajo de profesora que nunca quiso y volverá a ser libre.

También habrá perdido su trabajo y su sueldo, pero como no tiene vida tiene tantos galeones ahorrados que puede permitirse un tiempo hasta que tenga que encontrar trabajo de forma urgente. Y, si no lo encuentra, dejará su piso y volverá con sus padres, no le quedará otra.

—¿Qué? —parece que Aidan no se lo espera y no le culpa, todo ha salido antes de que pudiera procesarlo, pero tiene sentido.

—Vas a tener que pasar a ser tú el profesor, no podemos dejar que sea el Ministerio quien entre al colegio, los alumnos no...

—Dawn no estás hablando en serio, cuando lo dije en casa de Bree lo decía como un plan loco que no íbamos a seguir, estaba siendo completamente sarcástico —no le agrada que le interrumpa, no cuando ya ha cogido carrerilla para todo lo que estaba diciendo.

—Estoy hablando en serio, Aidan, tenemos que proteger a esos niños, no podemos dejar que intervengan en su educación —insiste de nuevo y Aidan niega—. Es su hogar, Aidan, no podemos dejar que se lo quiten.

—Por eso tienes que estar tú, Dawn, yo no puedo hacer nada por ellos, no van a confiar en mí si te saco a mitad de curso.

—Aidan, si no coges tú el puesto por las buenas, dimitiré.

Sabe que la amenaza es en vano porque a Aidan le dan igual los alumnos de Hogwarts, igual que le da igual todo lo que no tenga que ver con su puesto en la Delegación. Y Dawn no sabe si es que está cansada o es que ya le da igual todo, pero no quiere seguir con ello.

—Si lo dejas, cuando arreglemos todo, no sé si podremos devolverte tu puesto —es una advertencia con toques de amenaza, pero Dawn se encoge de hombros.

—Supongo que es el precio a pagar, ¿no?

—¿Y qué ha pasado con tus ideas, Dawn? ¿Con querer hacer de la Delegación un sitio mejor?

—¿Y tú qué sabes de eso? —está a punto de estallar como estalló con su abuela durante las Navidades. Lo nota, el enfado, la frustración.

—¡Yo también lo intento, Dawn, aunque os penséis que no!

—¡Cualquiera lo diría si tanto estás con Kowalski!

Por mucho que sea un buen plan, que tengan que tener un infiltrado en ese grupo, Aidan podría hacer mucho más, pelear de una forma más visible contra los que quieren borrar todos esos derechos que se han ido consiguiendo.

—Algún día entenderás la importancia de todo esto, Dawn.

Que empiece a ordenar sus papeles, como si nada, solo consigue enfadarla más.

—Dimito.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Resulta que dejo a Dawn sola unos meses y me viene con estas tonterías de que dimite. Me tiene contenta la niña madre mía, le haría picadillo si os soy honesta.

Pediría perdón por no subir, pero mi estilo es más reírme y mentir diciendo que voy a subir pronto la verdad JAJAJAJA Mi intención era, eso seguro, pero... pasaron cosas la verdad, y cuando veo que tengo una idea nueva pues me coge de la cabeza y me la sacude y no me suelta de ninguna de las formas.

Venga, ahora sí, yo creo que en dos semanas (no creo que pase, estoy centrada en acabar De las cenizas de una vez) tengo otro capítulo, ¡cruzad los dedos! Mil gracias por leer <3

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