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𝐶𝑖𝑛𝑐𝑜

—Entonces, me estás diciendo que aprendiste sireno en el Lago Negro porque una selkie aparecía cuando estabas en el muelle —le dice Aidan, riéndose y Daw asiente.

—Era como si me estuviera esperando —bromea Dawn y le da un trago a su copa de vino blanco.

Habían ido a un restaurante muggle que Aidan conocía, por lo visto, muy bien. No tardó en descubrir que era de su tío, un squib más que acostumbrado a que su sobrino llevara magos y brujas al restaurante y le dejase siempre un reservado para no molestar a los muggles. Por eso podían hablar de selkies como si nada en mitad de un restaurante.

—Eres increíble, Dawn —dice Aidan y ella siente que se pone roja—. Yo soy nulo para los idiomas, tengo que recurrir siempre a hechizos traductores.

—Solo tengo mis prioridades claras, nada más —responde Dawn y vuelve a beber—. Casi fue más fácil aprender sireno que el resto de idiomas, al menos ese tenía con quien practicarlo. Creo que ese es uno de los fallos de nuestra educación mágica, sé que existen los hechizos traductores, pero...

—Nada de trabajo, Dawn, estás de descanso —dice Aidan, cortándola—. Esto es una comida entre amigos.

—Sí, perdona, a veces me dejo llevar y...

—Ningún problema —vuelve a interrumpirla y, sinceramente, Dawn lo odia. Pero aun así sonríe y vuelve a beber—. ¿Entonces te dedicaste a aprender idiomas mientras estabas en Hogwarts?

—Sí y no, también estudiaba y salía con Charlie, nunca me lo ha dicho, pero creo que fue él quien convenció a la selkie de que fuera al muelle —dice como si nada y Aidan la mira, con una sonrisa de medio lado.

—Así que... Charlie —dice y se echa hacia atrás en la silla, sonriendo—. Ya sabía que tenía que haber alguien, es imposible que alguien como tú no tenga pareja.

—Oh, no, no, Charlie es mi ex-novio —dice, poniéndose roja. ¿Cómo ha podido sacarle?—. Rompimos. Bueno, rompí con él.

—¿Y eso?

—Este trabajo, no era justo para él —dice, y carraspea. Tiene que recuperarse—. Bueno, pero fue hace unos años, no tiene importancia y tampoco tengo tiempo para relaciones.

—Te entiendo tanto —responde Aidan y Dawn le mira con curiosidad—. Mi novia también rompió conmigo por lo mismo, no nos veíamos.

—Sí, justo por eso.

—No lo entendí, claro, ¿acaso no podíamos con todo? —sigue contando Aidan y Dawn asiente.

—Es justo lo que decía Charlie —murmura Dawn, incómoda.

—Niamh decía justo lo mismo que tú entonces—Aidan le da un sorbo a su cerveza y luego suspira—. No sé cómo fue tu ruptura, pero la mía fue traumática.

—Me fui del país —dice Dawn y Aidan se empieza a reír.

—Eso sí que es una buena ruptura —bromea.

—Fue traumática, pero creo que en otro sentido. ¿La sigues queriendo?

Es refrescante oír a alguien más que la entiende. Aidan habla de que, cuando rompieron, tuvo una racha de quedarse en Irlanda por lo que siempre estaba en el Ministerio. Y Niamh también trabajaba allí por lo que se cruzaban todos los días. Dawn agradecía que Charlie no trabajara en el Ministerio porque si tuviera que verle cada vez que volvía a Inglaterra estaría llorando todo el día.

—¿Y cómo lo has superado? —pregunta Dawn suavemente y Aidan se encoge de hombros.

—El tiempo, supongo, ya han pasado cinco años, los dos hemos pasado página.

Ella no lo ha superado. Y la idea de que Charlie lo haya superado la hace querer volver a su casa y esconderse en la cama y no volver a salir.

—¿Cómo hacías para no correr hasta ella y volver a besarla? Como fuiste capaz de no pedirla que volviera contigo porque habías sido idiota y lo habías roto todo por... por una tontería —lo susurra, teniendo miedo de la respuesta y Aidan suspira.

—No le has superado todavía, ¿eh? —Dawn se pone roja, pero se atreve a negar—. Lo intenté al principio, pero ella no quería tener nada conmigo y luego estaba su mejor amigo... tampoco me dejaba acercarme así que, al final, lo dejé de intentar, supongo que me dejó por él.

Dawn asiente y suspira. Bebe vino y busca la excusa perfecta para cambiar la conversación a otra cosa. Llega en forma de comida. Dawn arruga la nariz ante la cantidad de queso que tiene el plato de Aidan.

—¿Tanto te gusta el queso? —es un buen cambio de tema, rápido y sutil. Al menos espera que lo sea.

—¿No te gusta?

—No mucho, la verdad —por no decirle que lo odia y que solo el olor le está queriendo hacer vomitar.

—Eso es porque no has probado el plato de mi tío, ven.

El único chico que le ha dado algo de comer ha sido Charlie. No sabe ni qué es el plato de Aidan, pero definitivamente no quiere probarlo y mucho menos así.

—Son tostadas de queso, te prometo que te van a encantar.

—De verdad, no hace falta —le dice, intentando ver como escapa de esa, pero es imposible. Duda mucho de que esa masa de queso a la que ha llamado tostadas pueda llegar a gustarle lo más mínimo.

Quiere hacer algo estúpido como tirarse la copa de vino encima para no probarlo, o quizá tirársela a él por no estar escuchándola. Así que, se acuerda de los dragones y Aidan le ha dicho que no hable de trabajo, pero... Bueno, él tampoco la está escuchando.

—¿Te apetece venir a Rumanía? —suelta Dawn y el tenedor —. Sé que me has dicho que no hable de trabajo, pero... tengo que irme en unas semanas, por todo eso de que tengo que aprender cosas de dragones antes de la primera prueba y... ¿me gustaría que me acompañaras?

Sirve para que deje de insistir en que le de el queso. Y a ella también le va a venir bien todo eso que ha dicho para librarse del queso. Tiene que superar a Charlie. Eso es lo que tiene que hacer, superarle y dejar atrás todo eso. No puede funcionar, no van a funcionar porque siempre tendrán los dos demasiados compromisos como para que funcione. Pero otro Delegado... Con otro Delegado puede funcionar, lo ha visto entre Bree y Damiano. No tiene por qué ser Aidan, claro, pero puede probar con él, al menos, de momento.

—Estaré encantado de acompañarte, Dawn.

Aidan estira el brazo por encima de la mesa y coge la mano de Dawn. Ella le sonríe y no aparta la mano.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

A sus padres no les gusta la idea de que se vaya a Rumanía para ver dragones. Da igual las veces que Dawn dice que no sabe siquiera si la van a dejar aprender algo y que, en el caso de que lo hagan, tampoco piensa aprender cómo acercarse a un dragón para volar en él o algo así. Eso es algo que, definitivamente, haría Charlie, no ella.

Quizá por eso sus padres tampoco están convencidos de que vaya, porque no les gusta Aidan. Se le ha podido escapar que no iba sola, en un intento de que le dijeran que sí, que era buena idea, pero lo que había pasado era todo lo contrario. Empezando por su tía Adalynn. Y de ella no se lo podía esperar.

—Cielo, ¿no crees que no es el adecuado para ti? —le vuelve a preguntar su tía cuando Dawn está haciendo la maleta de nuevo.

—No estoy intentando nada, tía, solo le he pedido que me acompañe —responde Dawn, doblando el pijama y dejándolo en la maleta—. Él también tiene que cuidar de Hogwarts y sus alumnos, no soy solo yo.

—Sí, pero...

—¿Pero qué, tía? —la ponen de los nervios, por eso contesta borde y su tía suspira.

—Cielo, creo que todavía no le has superado.

Mueve la barbilla, apuntando a la maleta de Dawn, donde siguen todas las bolas de nieve. La colección ha ido en aumento porque ha decidido que, aunque repita país, buscará una nueva. Y se las lleva todas, tiene espacio en la maleta, no hace falta que las deje en casa en una estantería donde solo cojan polvo y no las pueda observar.

—Me gusta coleccionarlas, ¿qué tiene de malo? —finge que no pasa nada.

Finge que está bien, que no es por Charlie. Sonríe a su tía y entonces se acerca a una de ellas, la segunda que compró en Canadá y le cuenta como le gusta mucho esa bola de nieve porque fue a buscarla con Bree y la eligió ella. Luego saca la de Italia y le enseña a su tía que, en realidad, Damiano la ha encantado para que las tres figuritas que hay dentro sean ellos.

—Me recuerdan a mis amigos, tía, solo es eso.

—¿Y te tienes que llevar todas?

—Eso es tu culpa, por regalarme una maleta en la que puedo meter todo lo que quiera —bromea Dawn, y para demostrarlo, mete la almohada en la maleta, a lo que su tía ríe—. ¿Ves? Ahora también me sentiré como en casa.

—Solo es... que estoy preocupada por ti, cielo. Ese Aidan...

—No lo conoces, tía, además, no es que fuera a salir con él.

—Conozco que tiene unos cuantos años más que tú y algunos rumores —responde ella y se acomoda un poco mejor en la cama, dando unas palmadas a su lado para que su sobrina se siente—. Solo estoy preocupada por ti, nada más.

—¿Preocupada por qué? —Dawn se sienta al lado de su tía, que suspira.

—Todos lo estamos, cielo, desde que rompiste con Charlie... —la coge de las manos, pero Dawn se suelta rápidamente y se levanta.

—No sé qué tiene que ver Charlie en todo esto.

Vuelve a moverse por la habitación, recogiendo más ropa. Busca también ropa cómoda, no solo la que utiliza como Delegada, pero en su armario quedan pocas cosas con las que pueda vestirse para ir a ver dragones y cosas así. Todo su armario son túnicas de gala, vestidos elegantes, trajes de chaqueta y pantalón y faldas de tubo. Camisas y blusas y pantalones de pinza que le sientan como un guante y la hacen parecer mucho mayor. Su colección de zapatos de aguja seguro que es envidiada por más de una muggle, pero seguro que envidian aún más la habilidad de Dawn de poder hacer todo en ellos.

Dejó toda la ropa normal en una caja que subió a la buhardilla porque no quería recordar a la Dawn que llevaba esa ropa.

—Desde que rompiste con él no dejas de trabajar. No viniste a casa por Navidad en esas fechas —dice Adalynn y Dawn ni siquiera se gira para mirarla.

—Estaba trabajando, tía.

—Ni por tu cumpleaños.

—También estaba trabajando.

—¿No lo ves? Solo trabajas, cielo, eso no es saludable, tienes que descansar también. Estás demasiado delgada y tienes unas ojeras... y casi no te vemos ni hablamos contigo cuando te vas.

Dawn se gira para mirar a su tía, que se ha levantado también de la cama y la mira. Su tía parece estar a punto de llorar.

—Te prometo que después de todo esto me voy a tomar unas vacaciones. Y que os llamaré cuando me vaya.

Dawn se acerca a su tía, a abrazarla y parece que la promesa de unas vacaciones la anima lo suficiente. Sobre todo porque Dawn ha dicho que a lo mejor puede conseguir que le den permiso para llevarla con ella a Italia. Damiano no tendrá ningún problema, además por lo que sabe Dawn tiene varios tíos por todo el país que le pueden dejar una casa. Seguro que sí le propone que vayan los tres y a su tía le gusta la idea. Tanto Bree como Damiano seguro que les gusta muchísimo la tía Adalynn.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Aidan ha viajado primero hasta Inglaterra para coger con Dawn el traslador. Así, los dos llegarán juntos al Ministerio de Magia rumano, donde el Delegado Neagu les recibirá y hablarán con él sobre lo que quieren hacer. Supuestamente él no tiene ningún problema, si no que tienen que convencer al dueño del santuario de dragones para que les deje estar allí y ver a los dragones y a sus cuidadores. No puede salir nada mal, la verdad, Dawn piensa cumplir todo lo que digan en el santuario de dragones y Aidan está de apoyo le ha dicho, por eso de que tiene más experiencia.

Pero está jodidamente nerviosa.

Casi no ha podido desayunar y sus padres, de nuevo, han insistido en acompañarla al Ministerio para cuando se vaya, con la excusa de que no saben cuando va a volver su pequeña niña. Dawn sabe perfectamente que es porque los dos quieren amenazar a Aidan, ha dado igual las veces en las que ella ha repetido que solo son compañeros de trabajo y que no busca nada, a sus padres les ha dado igual.

—Llámanos por la red flu esta noche, ¿sí? —le dice su madre y Dawn suspira.

—Mamá, ya soy mayorcita, ¿no crees?

—Siempre vas a ser mi niña.

Su madre empieza a llenarla la cara de besos y Dawn no puede evitar reírse porque la está haciendo costillas. Abraza fuerte a su madre y luego lo hace con su padre, que le ha estrechado la mano tan fuerte a Aidan que Dawn está convencida de que le ha podido partir un hueso.

—Llama esta noche, no hagas de rabiar a tu madre —le dice al oído y Dawn se ríe.

—Tú también quieres que hable contigo.

—Si conseguimos hablar contigo algo más cada vez que te vas de viaje por supuesto.

Quizá también se siente nerviosa por eso, porque se vuelve a ir y esta vez no tiene la misma libertad de las otras veces porque les ha prometido que estará más en contacto con ellos. También puede tener que ver que viaja con Aidan en lugar de con el Delgado McAffee y tiene que repetirse mil veces que está también bien viajar con Aidan. Son compañeros de trabajo y persiguen el mismo objetivo.

—Os llamaré esta noche, pero no os acostumbréis —les dice, intentando que suene de broma, pero también es verdad.

No quiere que se acostumbren a ello porque no sabe si va a ser capaz de mantenerse al día. Y no quiere decepcionarles.

—Ten cuidado, cariño, cuidado si acaricias a algún dragón.

Dawn sonríe a su madre ante la ocurrencia. La única forma en la que Dawn se acercaría a un dragón tanto como para acariciarlo sería si tuviera a Charlie al lado. En la reserva de animales de Gran Bretaña no había dragones, así que nunca había podido acercarse a uno con él. Y, ahora, lo haría sin él.

Vuelve a sentir que quiere vomitar, y definitivamente no es por el tirón del traslador que los deja en el Ministerio de Magia rumano, es por la idea de ir a visitar el santuario de dragones de Rumanía sin Charlie.

—Creo que esto no es una buena idea —murmura, pero es demasiado tarde, nadie la oye.

Aidan ya se ha adelantado y está saludando al Delegado Neagu como si fuera él quien ha solicitado la reunión y no Dawn. Ha ignorado a la chica que estaba un paso adelantada al Delegado, que ahora mira a Aidan como si le odiara ya de por vida. Así que Dawn coge aire y empuja su maleta. Ella también le odiaría si la hubiera ignorado cuando estaba a punto de hablar.

¿Eres la Jefa del Santuario de dragones? —le pregunta a la chica en rumano y ella parece dudar en qué responder, pero finalmente niega.

Mi padre es el jefe, pero nuestra colacuerno húngaro estaba un poco agresivo esta mañana, así que... —dice, encogiéndose de hombros—. Bueno, está recuperándose, ha acabado un poco tostado.

Espero que se recupere pronto —dice Dawn, intentando no entrar en pánico y extiende la mano—. Soy Dawn Lewis.

Irina Ridgebit—responde la chica, cogiendo la mano de Dawn—. Eres tú la que quería hablar con mi padre, ¿no?

—Eso es.

—Si no le dices a tu novio que se calle no entráis ninguno de los dos al Santuario —responde y luego sonríe.

—Ridgebit —dice el Delegado, con un tono de advertencia y la chica se gira para mirarle.

Es el Santuario de mi familia, nosotros decidimos quien entra —le dice, con un tono bastante serio y Dawn da un paso adelante.

—Delegado Neagu, es un placer verle de nuevo —dice Dawn, sonriendo amablemente y estira su mano para estrecharla. Cambia al inglés, intentando ser lo más neutral que puede—. Entiendo la preocupación de la señorita Ridgebit, no es para menos.

—Delegada Lewis, siempre tan encantadora —responde el Delegado y Dawn vuelve a sonreírle.

—No querríamos molestar, sobre todo ahora que el Jefe del Santuario se encuentra herido, si es mucha molestia podríamos volver en otra ocasión —dice Dawn, pero Aidan carraspea.

—No hemos hecho el viaje para nada, no podemos volver sin saber que todo va a ser seguro —responde Aidan, con un tono que a Dawn no le gusta nada.

—¿Podemos ir a hablar a su despacho, Delegado Neagu? —dice Dawn y cuando este asiente y empieza a andar, hablando con Ridgebit, Dawn se pone rápidamente al lado de Aidan—. ¿Qué estás haciendo, Aidan?

—Te estoy ayudando, no quieren dejarte entrar —intenta defenderse él.

Dawn quiere gritarle. Eso es lo que más quiere ahora mismo, gritarle hasta quedarse sin voz porque, si no quieren dejarla entrar, es porque ha ignorado a Ridgebit cuando ha llegado. Porque ha cogido y le ha estado hablando al Delegado Neagu como si todo fuera idea suya cuando él lo único que ha hecho es apropiarse la idea.

En su lugar, le sonríe.

—Me encargo de que me deje pasar, ¿vale? Gracias por intentar ayudar, Aidan.

No puede enfrentarse a él. Aquí y ahora no. Si tuviera a Bree al lado podría hacerlo, o si tuviera a Damiano o si tuviera a su tía. Pero ahora mismo no puede hacerlo porque no sabe si alguien más la va a apoyar. Por Morgana, lo haría incluso si Charlie estuviera a su lado, de su mano, porque él sabría si está bien que le grite por meterse o no en su trabajo. Charlie le daría un apretón en la mano, con eso le diría que todo está bien y Dawn podría gritarle como tiene ganas de hacer desde hace semanas.

Aunque, viendo como le mira Ridgebit, quizá puede gritarle y la chica estaría apoyándola en cuestión de segundos. Quizá eso es lo que le da el pase al Santuario. Seguro que ella sabe un montón de cosas sobre los dragones y puede enseñarla.

—Agradezco mucho que los dos nos hayan dado la bienvenida, Jefa Ridgebit, Delegado Neagu —dice Dawn en cuanto entran al despacho y parece que a la chica le gusta que la llamen jefa—. Ya saben que el resto de Delegados están preocupados por el Torneo de los Tres Magos.

—Nuestros dragones serán seguros —dice la chica y Dawn asiente.

—Y estoy segura de que tenéis los mejores dragonologistas de toda Europa y, creo que me atrevería a decir, del mundo entero.

Hacer la pelota es sencillo, así que es fácil que Ridgebit se sienta alargada. Dawn sonríe, viendo que está funcionando.

—Pero el resto de Delegados necesitan pruebas de que los alumnos de los Colegios Mágicos de Europa no van a pasar ningún peligro, por eso estoy aquí, para aprender y explicárselo.

—Lo que la Delegada Lewis quiere decir es que...

—Hemos entendido a Dawn, gracias —Ridgebit le corta y el Delegado Neagu suspira.

Irina, por favor, hemos hablado de esto, te lo he dicho antes de que llegaran —le dice en rumano y Aidan frunce el ceño.

—Es de mala educación hablar en otro idioma delante de alguien que no lo entiende, Delegado Neagu —dice Aidan, fríamente y Dawn suspira.

Al final no hay nada bien y las ganas de vomitar eran la señal que le enviaba el universo para decirle que se librara de Aidan porque iba a fastidiarlo todo.

Lo que es de mala educación es venir aquí creyendo que eres el rey del mundo cuando solo eres un inútil más —le responde Ridgebit y Dawn tiene que clavarse las uñas en la mano para no empezqe a reírse.

—Te ha dicho que deberías haber intentado hablar un poco del idioma antes de venir —dice Dawn y Aidan frunce el ceño.

—Esto es un asunto de la Confederación Internacional de Magos, donde el idioma que hablamos todos es el inglés.

—Delegado Callaghan, por favor —dice el Delegado Neagu y Dawn suspira. Claro que todo tiene que salir mal.

—¡Están ignorando a la Delegada Lewis! —grita, de la nada y Ridgebit levanta una ceja.

¿Está participando en la conversación o está en un mundo paralelo? Chica, menudo novio te has echado.

No es mi novio —contesta rápidamente Dawn y Ridgebit sonríe.

No sabes de la que te libras entonces, menudo horror.

—¡Ya está, se acabó! ¡Esto es una falta de respeto a la Confederación de Magos! —Aidan se levanta de la silla y va hacia la puerta, como si le hubiera poseído algo—. Dawn, vamos, alguien tiene que informar de lo que está sucediendo aquí.

—Delegada Lewis, recuérdelo, Delegado Callaghan —le responde fríamente el Delegado Neagu y Ridgebit sonríe desde su esquina—. Si es tan amable de cerrar antes de salir para que podamos continuar la reunión.

Aidan parece que está a punto de explotar. Dawn nunca habría llegado a pesar que podría ponerse así. Ridgebit le saca la lengua antes de que Aidan cierre la puerta y Dawn no sabe donde meterse.

Lo siento muchísimo, de verdad, no pensaba que iba a pasar esto —dice rápidamente y el Delegado Neagu asiente y sonríe amablemente.

—Creo que el Delegado Callaghan le debe unas cuantas explicaciones, Delegada Lewis. No sé si se las llegará a dar o no, pero no crea mucho de lo que le diga.

Dawn no sabe que contestar, pero importa poco porque el Delegado Neagu cambia de tema al del Santuario de Dragones y Ridgebit —Irina, insiste en que la llame Irina— dice que solo podrá entrar Dawn. Irá con ella y que le enseñará todo lo que pueda. Pero que si ve a Aidan le lanzará a los dragones.

—Quizá te puedo enseñar cómo acercarte a un dragón, tocar sus escamas es algo alucinante —dice Irina cuando salen del despacho del Delegado Neagu y Dawn se queda blanca, a lo que la chica ríe—. No te preocupes, no te van a comer, no les dejaré.

—No necesito acariciar un dragón, solo aprender sobre ellos lo suficiente como para saber que no se van a comer a alguien de diecisiete años que intenta robarles un huevo —responde Dawn e Irina se queda mirándola fijamente.

—¿Quién ha decidido estas pruebas?

—Los Delegados de la Confederación Internacional —responde Dawn en piloto automático.

—Sois tontos.

—Yo propuse una gymkana muggle.

—¿Y qué te dijeron?

—Que donde estaba el riesgo.

Irina empieza a reírse a carcajadas y le da unas palmadas a Dawn en la espalda que casi la tiran al suelo. Desde luego la chica tiene fuerza y también es bastante amigable porque no tarda en meterse con los tacones de Dawn antes de que vayan al Santuario.

—Eso se te va a quedar enganchado en el barro, te dejaré unas botas.

—Son mágicos, no se quedan enganchados en nada.

—De acuerdo, señorita elegante —se burla antes de cogerla del brazo.

Se desaparecen juntas. La maleta de Dawn se ha quedado en el despacho del Delegado porque la mandará a un hotel mágico donde se va a hospedar durante esa noche. Si todo va bien volverá a Inglaterra al día siguiente, pedirá un permiso especial al Wizengamot y podrá volver esa misma noche al Santuario, donde se quedará unas dos semanas e Irina le contará todo sobre los dragones.

—¿Seguro que no quieres unas botas? —repite cuando están en la puerta del santuario y Dawn avanza unos pasos hasta el charco de barro más cercano.

—¿Ves? Están perfectos —dice, levantando luego el pie sin ningún tipo de problema.

—¿También te los has encantado para que no se manchen nunca?

—Para algo tengo la magia, ¿no crees?

Dawn sonríe mientras Irina niega y murmura algo que Dawn no llega a entender. Probablemente la esté llamando consentida o algo así, tampoco es que le importe.

¡Papá! ¿Qué estás haciendo? —grita entonces Irina y echa a correr hasta un señor que va apoyado en un chico.

Dawn no sabría decir si tostado es la palabra que mejor define al Jefe Ridgebit porque está cubierto de una especie de pomada de color verde lima que mancha al chico en el que está apoyado y que Dawn no distingue lo suficientemente bien. Irina no deja de gritar a su padre en rumano mientras que este la deja hablar, sin que los gritos de su hija le alteren y se aleja del chico que le estaba sirviendo de apoyo para abrazar a su hija.

—¿Dónde está la británica? —pregunta cuando se aleja e Irina la señala.

—¡Dawn!

Se acerca al grupo, con la sonrisa ya lista para intentar causar la mejor impresión al jefe Ridgebit y a su acompañante. Primero se centra en él, le alaba por su labor y la de su padre y también alaba a su hija. Luego se gira, lista para presentarse ante el chico con su mejor sonrisa.

— Encantada de conocerte, soy Dawn Lewis, Delegada de Gran Bretaña en la Confederación Internacional de Magos, he venido para aprender un poco de vuestro oficio.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Oh, vaya, Dawn se ha ido ya a Rumanía y parece ser que Aidan tiene... algo. E Irina, mi niña, por fin es que por fin te presento ay

¿Quién será la persona misteriosa a la que Dawn se presenta? ¿Alguien conocido o alguien nuevo? La semana que viene se sabrá y ese capítulo tiene alguna cosilla je

Mil gracias por leer ❤️

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