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𝑇𝑟𝑒𝑠

El Congreso Internacional de Magos de 1994 tiene varios puntos importantes. Uno de ellos es la Copa Internacional de Quidditch, cuya final se realizará justo un mes después de que comience el Congreso. Tienen cuatro semanas exactas para llegar a distintos acuerdos entre todos los delegados para los dos próximos años.

Otro de los puntos importantes es que Dawn cambia de Aprendiz Lewis a Delegada Lewis. Solo es hasta que el Delegado McAffee salga del hospital, pero tienen que anunciarlo en el Congreso y Dawn lleva semanas queriendo vomitar por ello.

Por eso se ha levantado un poco antes, a pesar de que acaba de llegar de Nueva York, y se ha acercado a San Mungo, en un intento de que el Delegado McAffee le diga cómo tiene que llevar ese congreso.

—No dejes que te coman, expón tus ideas —le dice, antes de que le entre un ataque de tos—. Vota siempre teniendo en cuenta los mejores beneficios para nosotros.

—¿Tengo que votar? —Dawn está tentada de salir corriendo al baño, pero el ataque de risa y luego de tos del Delegado McAffee la frenan—. ¿Quiere que llame a algún medimago?

—Estoy bien Dawn, solo es una neumonía, se me pasará pronto —dice el anciano y la chica asiente, no muy convencida—. Podrás hacer esto, te he preparado bien.

—Pero...

—¡Pero nada, chiquilla! Y ahora vete, no querrás llegar tarde a Berlín.

Dawn intenta protestar, pero el Delegado hace un intento de sentarse en la cama y ella recoge rápidamente su bolso y su maleta y sale casi corriendo del hospital. Sí que está a punto de llegar tarde, por suerte ahora cuenta con un poder especial, puede solicitar todos los trasladores que necesite, los tiene aprobados por el Delegado McAffee. No lo pierde, pero está a punto de hacerlo y respira, aliviada, cuando ve que ha llegado a tiempo y las puertas no están todavía cerradas y muchos de los delegados y aprendices están en corrillos, hablando. Así que Dawn deja su maleta y su bolso en la silla de la Delegación de Gran Bretaña y suspira, aliviada.

—Aprendiz Lewis, es un placer verte, como siempre, ¿qué tal se encuentra el Delegado McAffee?

Damiano Santoro tiene siete años más que Dawn y es uno de los pocos amigos que la chica había conseguido, junto con a Bree Martin. Italia, Canadá y Gran Bretaña, los tres intentan juntarse cuando coinciden en algún lado y Dawn no puede estarles más agradecida porque la han ayudado más de una vez. El incidente de Francia es uno que no le gusta recordar, por mucho que a Damiano y a Bree les haga mucha gracia.

—Dice que es una neumonía, aunque no termino de fiarme del todo de su palabra, ya sabes como es el Delegado McAffee —responde la chica y sonríe a su amigo.

No es raro que los Delegados acaben juntos. Son los únicos que pueden llegar a comprender la vida tan ajetreada que llevan y disfrutarla. Lo que no suele ser normal es que den muestras de cariño en público, por eso todo el mundo se queda mirando a Damiano y a Bree cuando se saludan con un beso.

—Pensaba que no llegaba, menos mal que la Delegada Koskinen ha sujetado la puerta, ¿cómo están mis Delegados favoritos?

Bree se deja caer en la silla junto a Dawn, que le sonríe, nerviosa. La Delegada canadiense no tarda en darle un apretón suave en la mano y le susurra que todo va a ir bien. Y parece que su novio está de acuerdo porque le sonríe de nuevo antes de volver al otro lado de la mesa.

—Todos os han mirado —susurra Dawn a Bree y ella se ríe.

—Ya va siendo hora de que se acostumbren.

No todo el mundo está de acuerdo, claro, siempre hay alguien que intenta prohibir que los Delegados tengan relaciones sentimentales por cualquier excusa, pero es algo que nunca sale adelante. Dawn no sabe como algunos de los Delegados pueden llegar a tener familias cuando viajan tanto o más que ella. Si que es verdad que algunos de ellos pasan mucho más tiempo en sus países de lo que ella pasa, pero es como ha sido siempre en la Delegación de Gran Bretaña. O al menos es lo que dice siempre el Delegado McAffee.

—Veo que ya estamos todos —anuncia Albus Dumbledore, el Jefe Supremo y todas las cabezas comienzan a girarse para mirarle—. Podemos dar comienzo a este nuevo Congreso Internacional.

Los títulos de la Confederación Internacional de Magos son demasiado pomposos en opinión de Dawn. Aunque no va a negar que a Albus Dumbledore le queda de maravilla un título tan vacío de palabras como es ese. Solo sirve para organizar estas reuniones en las que, si no participas, se pueden hacer bastante largas y aburridas.

—En este congreso vamos a cambiar un poco el orden de las cosas debido a acontecimientos recientes que impiden que uno de nuestros Delegados con mayor antigüedad está hospitalizado —los murmullos llenan la sala, al igual que los ruidos de las sillas según se va sentando la gente—. Aprendiz Lewis, me gustaría que le mandase al Delegado McAffee todos nuestros deseos para una pronta recuperación.

Dawn asiente, incapaz de decir nada y Bree le da un pequeño pellizco disimulado en la rodilla con el que Dawn da un pequeño vote. A su lado, el Delegado de Rumanía se ríe y Dawn siente que se pone roja.

—Comencemos pues, con el Congreso de la Confederación Internacional de Magos de 1994.

Todos alzan las varitas para que comience la reunión y comienza por lo que más temía Dawn, su nombramiento. De hecho es la primera en ser mencionada y, cuando se levanta de su silla, le tiemblas las piernas y el ruido que hacen sus tacones según avanza hasta el Jefe Supremo es irregular y no la tranquiliza lo más mínimo.

—Aprendiz Lewis, debido a los problemas de salud del Delegado McAffee, tengo el poder de nombrarla Delegada Lewis —dice Dumbledore y mira a la sala—. Si algún Delegado se opone a este nombramiento puede levantar su varita.

Teme ese momento, pero ninguna varita se levanta y Dawn no puede evitar suspirar, aliviada, lo que causa la risa de Bree desde su sitio.

—Supongo que no haría falta decirlo, pero ¿podrían levantar sus varitas todos los que estén a favor?

Se levantan casi todas. Dawn se esperaba que el Delegado Yasser se opusiera en la votación, pero no lo ha hecho solo se ha abstenido, lo cual es una grata mejora. Está formando un aprendiz que ocupará su puesto en en Congreso de 1996 si no hay que organizar uno de urgencia antes porque haya intentado, de nuevo, sobornar a alguien.

—Es todo un honor nombrarla Delegada —dice entonces Dumbledore y Dawn no puede dejar de sonreír cuando la varita la toca la cabeza.

Se esperaba una luz o sentir algún hechizo tranquilizador, pero no pasa nada de eso. Solo una ronda de aplausos en los que Bree es más entusiasta que todos los demás y Damiano se ríe desde el otro lado de la mesa y levanta la varita por ella.

Esta vez Dawn vuelve a su sitio con un ritmo adecuado en sus tacones que la hacen sonreír de oreja a oreja. El Congreso solo va a mejor a partir de ahí a pesar de que dura tres semanas enteras y que han creado un Torneo de los Tres Magos bastante mortal para alumnos de diecisiete años.

Dawn se alegra de que ninguno de los hermanos de Charlie tengan la posibilidad de participar en él, la verdad, no le gustaría saber qué se han enfrentado a una muerte casi segura frente a uno de los dragones de la reserva de animales rumana a pesar de su voto negativo a usar dragones o cualquier criatura de la misma categoría. No es su único voto negativo, claro, tampoco le gusta que se tengan que meter una hora entera en el Lago Negro o que tengan que recorrer un laberinto lleno de criaturas que pueden matarlos, pero han rechazado su idea de una gymkana muggle donde puedan participar todos los alumnos, independientemente de su edad.  Se llega a plantear que todos los Delegados han olvidado lo que es tener diecisiete años y que no tienen los conocimientos suficientes como para salir de todas las pruebas ilesos si no las conocen de antemano.

Al menos saca algo bueno del Congreso ya que la Copa de Quidditch se celebra en Inglatera, algo que entra en los terrenos de la Delegación Británica y ella tiene que estar allí como anfitriona. Será acompañada del Delegado de Bulgaria y, cuando salen del Congreso, descubren que también del Delegado de Irlanda. Podrá ver el partido en la tribuna principal e incluso cuenta con una invitación extra para llevar a alguien con ella. Por lo visto en los eventos de ese estilo suelen darse invitaciones para la pareja del Delegado, algo que McAffee nunca había mencionado.

—Que envidia me das... el mundial —comenta Bree antes de darle un sorbo a su cerveza en uno de los bares muggles más populares de Berlín. Se siente bien poder volver a estar fuera de esa sala y lejos del resto de Delegados.

—Si quieres venirte, tengo la otra entrada libre —responde Dawn, pero ella niega.

—Estados Unidos, de nuevo. Creo que debería comprarme ya un piso en Nueva York, paso casi más tiempo allí que en Ottawa —se queja Bree y su novio le pasa un brazo por detrás de los hombros.

—Siempre te puedes venir conmigo a Milán —dice Damiano, apretándola un poco contra él y Bree le sonríe.

—¿Qué escándalo montarían si supieran que me he mudado contigo a Milán?

Lo dice de broma y se nota por como los dos se ríen. Dawn se empieza a dar cuenta de lo poco que sabe de la posibilidad de una vida personal de un Delegado y, por primera vez en meses, vuelve a pensar en Charlie y en la posibilidad de que ahora estuviera a su lado, bebiendo cerveza alemana y comiendo codillo mientras la abraza.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

—¿Tengo que trabajar contigo? —se le escapa a Dawn cuando su tío le cuenta todo sobre la Copa de Quidditch.

Lleva una semana en Inglaterra, quedan solo dos para la final y, por lo visto, está habiendo problemas con los búlgaros porque están empezando ya a llegar para tener buenos sitios en el campamento y la están empezando a liar. Que su tío se ocupe de ello, no le apetece tener que estar discutiendo todo el día con gente.

—Dawn —le advierte su tío, pero ella se levanta de la silla, cruzándose de brazos.

—Delegada Lewis, señor Crouch —le responde a su tío, levantando la cabeza, y este suspira.

—No seas así, Dawn, por favor, no quiero escándalos en la oficina.

—Escándalo el que voy a montar, de una forma muy diplomática, como no me mandes hacer otra cosa —le dice y Barty suspira.

—¿Qué es lo que quieres hacer?

—¡Cualquier otra cosa! Vengo del Congreso, tío, no me creo que lo más importante que me puedas dar sea discutir con los búlgaros cuando seguro que todavía faltan muchísimas cosas más que preparar y que las puedo preparar mejor que nadie. ¡Seguro que todavía no habéis organizado los trasladores! ¡O el campamento! Y también se os habrá olvidado, me apuesto lo que quieras, a que los delegados tenemos que tener un hueco en la tribuna principal y ya estáis repartiendo mal las entradas.

Está pensando que no sabe hacer nada. Eso es propio de su tío, la verdad, se piensa que sigue siendo una niña de once años que no sabe hacer nada. Pero ya tiene veintiún años y su tío va a tener que empezar a verlo. Ya no es su pequeña sobrina, no, ha crecido.

—He aceptado encargarme de la Copa de Quidditch porque me dejaba estar un tiempo en Inglaterra y estar con mis padres y la tía Adalynn, no me hagas rechazarlo y dejárselo todo al Delegado McAffee, esta semana le dan el alta y no te gustaría discutir con él —le advierte y Barty suspira.

—¡Eres como tu tía, está bien! —se levanta de la silla y se va directo a la puerta—. ¡Weatherby! ¿Dónde está ese muchacho cuando se le necesita?

Dawn espera pacientemente a que su tío vuelva a sentarse en la silla y luego la puerta se cierra, así que Dawn se gira para ver quien ha entrado y presentarse. Pero quién está allí es Percy y Dawn no puede evitar sonreír.

—¡Percy, cuánto tiempo! —Dawn se levanta de la silla, avanzando hasta el chico y le da un abrazo—. No te recordaba tan alto, por Morgana, ni con tacones puedo alcanzarte.

—Delegada Lewis —murmura el chico y se acerca hasta Barty, que los mira.

—¿Os conocéis? —pregunta y Dawn asiente.

—Es uno de los hermanos pequeños de Charlie —dice la chica antes de volver a sentarse.

—Ah, tu novio.

—Rompimos, tío, ya lo sabes —Dawn se mueve, incómoda en su silla, pero su tío no lo nota.

Empieza a hablar con Percy de las tareas que le tiene que pasar a Dawn y luego les echa a todos de su oficina, diciendo que tiene demasiado trabajo que hacer. Dawn no puede evitar poner los ojos en blanco y luego le recuerda a su tío que ese fin de semana hay comida en su casa por su vuelta.

—Sí, sí, tu madre ya me ha dejado claro que tengo que acudir y que te tengo que llevar un regalo por tu vuelta a Inglaterra, ahora vete a trabajar, vamos, no quiero despedirte por bajo rendimiento.

Dawn pone los ojos en blanco, pero se va del despacho de su tío y acompaña a Percy hasta su pequeño escritorio, donde el chico empieza a sacar papeles de todos los cajones y los va amontonando en la mesa.

—¿Y cómo es que has acabado trabajando con mi tío, Percy? —le pregunta, intentando crear un poco de conversación y Percy deja de mover los papeles para mirarla fijamente.

—El señor Crouch es un jefe excelente, Delegada Lewis, me está dando grandes oportunidades.

—Te llama Weatherby —dice Dawn, señalando lo obvio y Percy empieza a ponerse rojo.

—Tiene muchas cosas en la cabeza.

—Sí es lo que quieres creer adelante, no voy a ser quien te lo impida. ¿Eso es todo lo que tengo que hacer? —Dawn señala a los papeles y Percy niega y vuelve a sacar más hasta que, por fin, los empuja hacia ella—. ¿Para cuándo tienen que estar?

—Cuanto antes mejor —dice el chico y Dawn asiente.

—Los verás pronto, Percy, ha sido un placer verte de nuevo.

—Lo mismo digo, Dawn.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Dawn quiere ser imparcial en el mundial de Quidditch, pero la verdad es que va con Irlanda. Son su país vecino y, la verdad, le gusta Lynch, el buscador de Irlanda. Tiene una debilidad por los buscadores, no lo puede evitar.

También tiene problemas con los búlgaros, con los que tiene que hablar antes del partido porque su tío no aparece por ningún lado —seguramente esté peleando con más búlgaros en alguna otra parte del campamento— y piden doscientos asientos más y Ludo Bagman les ha dado un barril de doscientos kilos de aceitunas. Tiene que hablar seriamente con él porque está dejando a Gran Bretaña en mal lugar.

Como ha tenido que solucionar ese problema, ahora llega tarde a la tribuna principal. Lo único bueno de eso es que puede subir sin empujones todo los pisos ya que todo el mundo está en sus sitios. Lo único es que no ha sido muy inteligente porque va subiendo las escaleras con unos tacones que, definitivamente no deberían estar permitidos para subir escaleras.

El Delegado Kolev está con una pequeña niña al lado que Dawn supone que es su hija, que grita emocionada al ver cómo los jugadores de Bulgaria salen al campo, mientras el Delegado Callaghan aplaude suavemente al equipo rival.

—¡Disculpad! —les dice nada más llegar, pasando rápidamente delante de todos los que están en la tribuna principal—. Ha habido una ligera confusión en la zona búlgara, Delegado Kolev, pero no sé preocupe, pueden quedarse las aceitunas y ya tienen los doscientos asientos extra.

—Gracias, Delegada Lewis —dice Kolev y Dawn asiente—. ¿Viene sola?

—Oh no, para nada, mi tío debería estar ya por aquí, en su sitio —dice ella, sonriendo, pero cuando se gira a ver el sitio que debería tener su tío solo ve a Winky, temblando en su silla—. Y mis padres no querían separarse, les gusta ver estas cosas juntos así que están un par de tribunas más abajo, debería poder verles desde aquí.

—¿Y usted, Delegado Callaghan? ¿Viene solo?

Parece que el búlgaro muestra interés por los demás Delegados, pero en realidad lo que hace es convencer a la pequeña de que ser como su padre es muy mala idea porque puedes acabar solo y ni siquiera tu familia podrá acompañarte, algo que le dice a la niña en búlgaro, pensando que ninguno de los dos lo va a entender. Dawn no puede evitar agacharse hasta la altura de la pequeña y le sonríe.

—No tienes por qué acabar sola, si te gusta esto seguro que puedes hacerlo funcionar como tu padre —le susurra en su idioma y la niña sonríe y asiente.

Es una suerte que empiece el partido porque el Delegado Kolev no la oye y Dawn puede fingir que no ha pasado nada, a pesar de que la niña empieza a hablar con ella y, cuando Irlanda gana, la pequeña la abraza al ver que Dawn se emociona por la victoria. Entiende al padre, sus padres deben de estar maldiciendo el momento en el que le hablaron de ese puesto, de la posibilidad de viajar, de los idiomas. Claro que no quiere que su pequeña hija se vaya tanto tiempo de casa.

Con el partido terminado los primeros en subir son los búlgaros para estrechar la mano con el Ministro de Magia Fudge, el Ministro de Magia Búlgaro y luego los tres Delegados y también a la pequeña niña, con la cual parece que los jugadores se vuelven bastante más amables a pesar de que acaban de perder la copa de Quidditch.

Una copa que aparece, brillando como nunca y por fin, el equipo de Quidditch de Irlanda sube a la tribuna principal. Dawn no puede evitar sonreír al ver que han ganado y entonces se gira para ver como suben los distintos jugadores. Les aplaude, les estrecha la mano y los felicita según van pasando a su lado porque ellos lo hacen distinto ya que acaban en Fudge para levantar luego la copa.

Ludo Bagman se quita el encantamiento amplificador de su voz y Dawn ve que es el momento de enfrentarse a él por lo que ha hecho en el campamento búlgaro y las aceitunas.

No se esperaba ver a Fred y George subidos en sus butacas, extendiendo la mano hacia él.

Dawn recorre lentamente la tribuna con los ojos. Arthur está gritando por encima de todas las voces para llamar a sus hijos. Bill habla con Percy, los dos bastante animados. Ron ha crecido tanto que Dawn solo sabe que es él porque va con sus hermanos y Ginny ya parece una adolescente y los rasgos infantiles han dejado su cara por completo. No reconoce al chico y a la chica con los que hablan, pero sí que le queda alguien por ver.

Charlie se pone al lado de Ginny, dirigiendola sin que ella se de cuenta hacia las escaleras para bajar. Les da la suficiente conversación a los cuatro como para que empiecen a bajar detrás de Arthur, entonces Charlie levanta la mirada y a Dawn se le acelera el corazón.

No parece sorprendido de verla, pero está serio. Completamente serio y Dawn no puede evitar observarle. Ha cambiado en ese año y medio. Ahora está mucho más bronceado y las pecas de su cara han aumentado exponencialmente. Los brazos son aún más musculosos de lo que Dawn recordaba y no puede evitar recordar la facilidad con la que la cogía en brazos y como lo haría ahora. Lo último que ve es una quemadura en el brazo izquierdo cuando empiezan a andar para bajar por las escaleras y Dawn tropieza en el primer escalón.

—Cuidado, Delegada Lewis —el Delegado Callaghan es quien la consigue sujetar antes de que se caiga escaleras abajo.

—Gracias —murmura Dawn y levanta la vista de nuevo para buscar a Charlie.

Le ve de nuevo, con la mandíbula apretada y mucho más cerca de lo que estaba tan solo unos momentos atrás. Pero tiene que apartar la mirada cuando nota como le mueven el brazo para que se agarre y ve que el Delegado Callaghan le está ofreciendo su brazo para que baje las escaleras con algo más de seguridad.

—Acaba de estrenar el puesto de Delegada, no querrá tener que pararlo unas semanas por una mala caída.

—Gracias, Delegado.

—Puede llamarme Aidan, Delegada —responde, sonriendo y Dawn también lo hace.

—Dawn —le dice ella y Aidan asiente.

Empieza a hablar del partido y Dawn le escucha, pero vuelve a apartar la mirada para buscar a Charlie. No puede evitar hacerlo, no se esperaba que fuera a estar allí y mucho menos en la tribuna principal. No sabía que iba a ser tan duro volver a verle, que iba a extrañar tanto que no estuviera a su lado ese día. Podría ser él con quien bajara las escaleras, podría haber visto el partido con él. Podría volver con Charlie a la carpa que tiene asignada cerca del estadio.

Pero no vuelve con él. Vuelve sola, a pesar de que Aidan la acompaña y parece que quiere que le invite a entrar, pero Dawn no lo hace. Se queda en la puerta de su carpa y se quita los tacones, suspirando al hacerlo y a Aidan se le escapa una risa.

—¿Cansada de ellos?

—Ganar quince centímetros en altura tiene sus desventajas —bromea ella.

No le duelen los pies cuando usa tacones, solo lleva de un lado a otro dando vueltas desde las cuatro de la mañana así que está agotada porque ya es más de medianoche.

—¿Seguirás en Inglaterra un tiempo más o te espera alguna emocionante aventura de Delegada en algún otro país? —pregunta Aidan y se le nota las ganas que tiene de que Dawn le invite a pasar.

Pero no lo hace, no le va a invitar, no le conoce de nada.

—De momento Inglaterra, pero no descarto visitar Hogwarts, Durmstrang y Beauxbatons por el Torneo de los Tres Magos. Estaría bien saber qué piensan hacer los directores con los alumnos que se van a presentar —dice Dawn y Aidan asiente.

—Cuenta conmigo para ir a Hogwarts, también es nuestro colegio —responde él y Dawn asiente, intentando contener un bostezo—. También te dejo dormir, pareces cansada.

—No te haces una idea, no podía imaginarme que coordinar un mundial iba a ser tan cansado y solo he estado dos semanas con él —responde Dawn.

Le resulta raro aceptar el beso en la mejilla de Aidan, teniendo en cuenta que esa noche es la primera en la que han hablado más. Tampoco sabe mucho de él, así que se hace una nota mental de preguntar a Damiano por él ya que los dos consiguieron el puesto de Delegado el mismo año.

—Te escribiré con los detalles sobre Hogwarts —le dice Dawn cuando por fin se aleja y Aidan sonríe.

—Podemos reunirnos la semana que viene para discutirlos —responde antes de irse.

Dawn cierra rápidamente las puertas de la carpa, no dejando ni un momento para poder pensar en las palabras que ha dicho Aidan. Pero no puede evitar hacerlo y piensa que suenan como una cita. De trabajo, sí, pero una cita. Ella no está lista para citas, mucho menos para volver a tener pareja cuando el corazón se le ha disparado por ver a Charlie a tanta distancia.

No quiere imaginarse qué le pasaría si le viera de cerca, si pudiera hablar con él.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Vaya parece que Dawn ha visto a Charlie después de tanto tiempo, que cosas, ¿verdad? Jejejejeje

Aunque más importante lo siento, pero Bree y Damiano mis niños???? Los quiero mucho y también sale por fin Aidan y hola que tal estás eh? Esta historia va a tener bastantes OC porque es un tema que en los libros ni siquiera se menciona, así que nada, si os perdéis con ellos no dudéis en decirmelo y os digo quien es quién, yo también me tengo que apuntar los nombres de todos porque también se me van JAJAJAJAJA (os juro que me olvide de que Damiano se llamaba Damiano o sea que me pasa)

Y YA ESTAMOS EN LAS ACTUALIZACIONES SEMANALES no me lo creo que haya llegado por fin, lo echaba tantísimo de menos es que no puedo, os veo el martes que viene y todos los martes restantes para subir más Efecto Coriolis (o Efecto Clítoris, como queráis llamarlo JAJAJAJA)

Mil gracias por leer ❤️

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