21 El gatillo del cataclismo
Presente
La rubia loca de su ex finalmente la dejó en paz en cuanto la citación le llegó. Becca se enteró de que se le había muerto su abuela, pero ni siquiera quería estar cerca de ella para darle el pásame, con la locura que carga tal vez mal interpretaba sus intenciones.
Ella se mudó a los meses de todo lo ocurrido, no quería permanecer mucho tiempo en casa, y el clima era bastante tenso con ambas pelinegras cerca que no se hablaban entre ellas, y con April mirándola muchas veces con el corazón roto sin poder acercarse.
Rebecca llamó hace un tiempo pidiendo que le recomendará el lugar de la casa de té más antigua de la ciudad, ese al que me llevaste la primera vez.
—Pero ella toma café.
—Bueno esperemos que a quien sea que vaya a llevar le quite el pésimo gusto por la cafeína como tú tenías —Alina se sienta entre sus piernas en el sillón con dos tazas de té— estás muy pensativa —aparta un cabello de su rostro acariciando la mejilla y besándola— ¿algo que quieras compartir con tu esposa?
—April sonríe— Me encanta como suena, esposa, eres mi esposa —la besa tomando la mano con el anillo admirandolo— pienso en ese día que nos encontramos con el imbécil de Pietro, quizás...
—Amor —Alina la besa— hicimos lo que creíamos que era lo mejor y no me arrepiento de haberlo golpeado, yo quería matarlo.
—Jamás te había visto tan sacada
—No voy a permitir que nadie lastime a mi esposa y nuestras hijas.
Ese día fue el inicio su nuestro Ragnarok personal, el cataclismo que azotaría sus vidas, comenzó ese día, en ese restaurant, volviendo a ver a ese mal nacido.
Pasado
Llegaron al restaurant dónde él las había citado, luego de pensarlo mucho y decidir finalmente ir. El tiempo ha transcurrido y a este hombre no parece haberle afectado, ni pesado la vida, sigue siendo la misma mierda con traje, solo que con unos años más.
—¿Qué quieres?
—¿Ésas son formas de saludar a tu esposo?
—Ex esposo —responde April.
—Ante Dios y hasta que la muerte nos separe, esposos.
—Bueno ya puedes iniciar el trámite y morirte —agrega Alina.
—Como has cambiado y tú —mira a April— estás echa toda una mujer. Lo rico que sería un trío con ustedes dos —ambas hacen un gesto de asco— pero bien que las dos tienen dos hijas mías.
—De ti, no tuyas —intervine April— te recuerdo que te fuiste a Europa a casarte con otra, tener hijos y dejaste a tus hijas.
—Bueno no es muy lejos de lo que tú hiciste ¿O si? Te fuiste a Europa, dejaste a tu hija y luego volviste.
—Hijo de p... —April se levanta a pegarle y Alina la frena— tú me obligaste a dejartela en cuanto te enteraste que ella era tu hija, yo solo quería que te hicieras cargo y me ayudaras con la manutención, no que me la quitaras.
La pelirroja intenta calmar a su novia ariciandole la espalda y tomando su mano. Mira a ese hombre al otro lado de la mesa con asesinas ganas de terminar con él ahí mismo.
—¿Qué quieres Pietro? esta no es una reunión grata.
—Ver a mis hijas ¿Cómo está la mayor y la niña?
—¿Ni siquiera sabés sus nombres verdad? Siempre te importó una mierda aprendertelos. La niña no es tan niña, y la mayor bien, creciendo ambas en un hogar rodeadas de amor y de dos personas que las aman.
—¿Lesbianas? —levanta la ceja con asco y da un sorbo a su trago— ellas estarían mejor conmigo. ¿Rebecca sigue teniendo mi apellido? ¿Y qué me dices de Melissa, un ADN, confirmará que es mi hija? —Alina se enceguecio de ira— tranquila Alina. No vine aquí para quitarselas. Quiero que hables con tu primo Tony, que me perdone la deuda y estamos a mano.
—Sábes que con esa parte de la familia no me hablo hace años, aparte mi primo más que a la familia ama el dinero, le disparó a su propio padre porque le debía. ¿Qué te hace pensar que él te la dejará pasar, si jamás le caíste bien? Podría pedirle que te elimine mejor.
—Pero no lo harás, porque A: puedo aún si se me da la gana quitarles a las mocosas y B: Siempre fuiste su favorita, digo después de todo fue con él tu primera vez.
—Él me violó, maldito hijo de puta —intenta hablar entre dientes— y lo sabés.
—Mi deuda o tus hijas —ambas se levantan preparadas para irse— tienen 5 días chicas —les toca la cola, Alina voltea dándole una cachetada y él le devolvió el golpe pero April se interpone— vamos muchachos, ella me pegó primero —un grupo de hombres de meses vecinas y mozos se acercan a él para sacarlo y con ganas de golpearlo.
Luego de corroborar que Alina está bien, April se le abalanza al idiota y entre medio de quiénes lo sujetan le da un puñetazo y antes de que la sacarán de encima, le mete una solemne patada en las bolas.
—Jamás te atrevas a acercarte de nuevo a nosotras. ¡Jamás, hijo de tu puta madre!
Tomo a April de la mano y nos marchamos de ahí lo más rápido posible ¿Había sido un error ir a verlo? Tal vez, pero ahora sabemos que es lo que quiere.
Nos subimos al auto y no pudo encestar la llave en el arranque, ya que tiembla demasiado. April más calmada toma las llaves se baja del auto y Alina se pasa al lado del copiloto.
—Ese mal nacido jamás va a ponerte un dedo encima, jamás —golpea el tablero del auto— ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
—Estoy bien —la pelirroja intenta sonreír pero el labio con la pequeña lastimadura vuelve a sangrar nuevamente— intenta calmarte.
Pero todo lo contrario a eso comenzó a llorar con desespero, ella se orilla a consolarla, sin entender que pasa.
—No quiero hablar ni volver a ver a Tony, pero no quiero perder a nuestras hijas.
—Podemos usar el dinero del enganche para la casa nueva o pedir una hipoteca y pagar su deuda.
—Es que hagamos lo que hagamos él no va a detenerse, conozco a Pietro —intenta calmar su sollozo— no quiero perderlas ¡¿Porqué tengo que vivir con el temor constante de perder a mis hijas?!.
—Amor no vamos a perderlas, haremos todo lo posible para que eso no pase. Tengo un amigo que el hermano es policía, quizás pueda ayudarnos.
April la abraza hasta que logra calmarla finalmente entre sus brazos que siempre le han dado paz, ella se calma. Parece mentira que de las dos ella es la más chica, siempre tan madura.
—Aparte no quiero que tu primo este siquiera en la misma habitación contigo, después de lo que me acabo de enterar, le arrancaría las bolas sacándoselas por la garganta.
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