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18 Él, el auténtico HDP

Presente

Cavanagh (Rebecca)

—¿Qué quieres? —le mandó una foto a Mel de Pietro y la ubicación del lugar por las dudas que se le ocurra hacer algo— borracho y seguramente drogado, muy linda la manera de recibir a tu hija.


—¿Viniste o estoy alucinando?

—Vine Pietro, ahora dime que quieres. Tengo cosas que hacer.

—Me enteré que tu, tus madres —con  indignación voltee el rostro— van a casarse. Me pregunto si me aceptarían de vuelta.

—Lo sea que te hayas metido te exterminó las últimas dos neuronas vivas ¿Para esto me llamaste? Mantente alejado de nosotras, para eso te fuiste y tuviste tus hijos varones que tanto querías.

—Ella me dejó y me quitó a mis hijos... —dio un trago a su bebida— supongo que el karma me dió de lleno. También me enteré que eres gay, no tendrás hijos.

—¿Y qué? ¿También querías ser un abuelo ausente? Ya hay métodos para tener hijos sin tener que estar con un hombre.

—Saliste a ellas, les hizo muy mal que yo me fuera de casa, pero ya estoy de vuelta...

—Para mis amigos, conocidos y personas cercanas, estás muerto y sino quieres que haga realidad esa fantasía, mantente alejado. Aparte tienes una orden de alejamiento. No querrás ver lo que tu sangre Lombardi corriendo por mis venas es capaz de hacer.

Me marcho de ahí. Llego a mi auto y no me di cuenta de que temblaba hasta que intente poner la llave para encenderlo y no pude. Comienzo a llorar, porque aunque me haya hecho la valiente la verdad es que aún ese hombre me da algo de miedo, pone mi sensores hiper alerta, nos hizo demasiado daño cuando vivía con mamá y conmigo. No sé porqué vine, quizás para saber que quiere con nosotras y ahora sé, que nada bueno.

Pasado

—Era tener relaciones. Parece que fuiste a la guerra ¿Tantas ganas se traían? Esa April si que es toda una salvaje.

—Ya Eva —me tapé con el pañuelo—. No sabía que el sexo con una mujer podría ser...

—¿Tan rico? Por eso soy muy lesbiana. Bueno si necesitas puedo recomendarte algunos métodos y canales de YouTube para que aprendas un par de cosas...

—En realidad hay algo que no sé si es... —ella me mira y se calla para que continúe— es que desde hace más de una semana que estuvimos juntas y... —aparta la vista avergonzada— tengo ganas todo el tiempo, es que te juro que verla hasta cocinando tostadas me dan ganas de nalguearla y darle contra todos los muebles de la cocina.

—Eva comienza a reír— Es normal sentir atracción por tu pareja, luego de que Theia y yo estuvimos juntas la primera vez —su vista se pierde en un recuerdo— parecíamos conejos, en cada tiempo que teníamos juntas bueno —me guiña un ojo— tú sabés.

—Es que me preocupa que yo le parezca una ninfómana.

—¿Y ella? Digo ¿Le molesta o incómoda que le estés encima como perrito en celo?

—Mmm no, no que yo sepa o que me lo haya dicho ¿Crees que le molesta? Ay Dios y si se siente obligada a... tengo que hablar con ella.

Tomo mis cosas, dejo el dinero de mi café y salgo a buscar a April al auditorio, al llegar la encuentro terminando la clase de piano, espere que todos sus alumnos salieran y luego ingresé al salón.

La pelinegra luce un hermoso suéter que le había regalado hacia unos días y la hacen lucir aún mas joven, en los pensamientos lujuriosos le saco el suéter y la hago mía en el mismo piano con el que acaba de dar la clase.

—Hola amor, que lindo verte —me saluda con un beso— pero vine en mi auto ¿Pasó algo?

—Emmm quería hacerte una pregunta...

Me acerco a ella acariciando sus brazos, cuando alguien la llamo y me aparto rápidamente. Ella hace un gesto de desagrado y confusión.

—Profesora Basinger, perdón no sabía que estaba ocupada con la madre de un alumno.

—Es la madre de mis hijas profesor Sloan, ella es mi pareja —me toma de la mano y me presenta ante el hombre con pinta de hippie, de piel oscura y lleno rastas—. Amor él es Omar Sloan, Omar ella es Alina.

—Un gusto, April habla mucho de ti y tiene razón eres mucho más hermosa en persona.

—Omar —se aclara ella la garganta— ¿Qué necesitabas?

—O sí, hay una reunión en 20min con el director te necesitamos ahí.

—Iba de salida Omar...

—Amor ve, hablamos en casa.

—¿Segura? Parecía importante, por eso has venido hasta aquí.

—Solo quería verte, pero te espero allá —la beso—. Te amo, nos vemos en casa —estiro la mano y saludé al hombre— un gusto Omar.

Esperarla llegar se hizo tortuoso. Desde nuestra primera vez, casi que no la he dejado en paz, tengo una necesidad voraz por tocarla y estar adentro de ella, casi que todo el tiempo. Pensé en las veces que Pietro me había obligado a estar con él, y me sentí asqueada de mi misma, entonces comencé a llorar y cuando ella entro a la casa antes de que llegaran las chicas de la escuela, me vio en este estado deplorable.

—Perdón amor, perdoname —se sienta a mi lado.

—Amor no entiendo, que te pasa ¿Puedes por favor decirme? ¿Qué pasó? ¿Qué debo perdonarte?

—Es que... —intento hablar— siento que te acoso y te obligo a tener relaciones. Es que a mi me encanta estar contigo, y cada vez que te veo quiero hacerte el amor todo el tiempo, pero no sé si tu quieres, yo asumo que si, pero..

Ella se coloca encima de mí y me besa, primero con suavidad, y luego cuando mi llanto se calma, me sujeto fuerte del cabello y me beso con algo de salvajismo, solo me dejó separarme de ella para que ambas tomáramos aire.

—Alina a mí me encanta sentir que me deseas, y amo que quieras darme como el dedo chiquito del pie, contra cada mueble de la casa. No me obligas a tener relaciones, si me sintiera obligada, soy lo suficientemente adulta para ponerle un freno. Pensé que yo tenía un problema, porque... —ríe desviando la mirada y traga con dificultad— puede que muchas veces busco provocarte. Y creo que me estoy volviendo algo ninfómana.

—¿Entonces no sientes que te acoso? O...

—No, y no vuelvas a pensar algo así. Lo único que me molestó hoy, es que te apartaras bruscamente cuando entró mi compañero al aula.

—Es que —desvie la mirada a la ventana, ruborizandome— quería sacarte el suéter y... —carraspeo un poco la garganta— desnudarte para hacerte sexo oral en el piano.

—¿Y yo soy la pervertida? —ríe— falta —miró su reloj— hora y media para que lleguen las chicas ¿Qué dices sí? —levanao un ceja y sonríe de medio lado, se para y me extiende la mano— pero yo quiero bajar primero.

Subimos las escaleras con grandes zancadas y tuvimos una larga sesión de amor antes de que llegaran ellas.

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