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17 Primer encuentro

Presente

Becca va por la mitad de su carrera en maestría de música, va a verlas cuando puede y siempre ignorando a April, eso le parte el alma a Alina, sobre todo al ver el dolor en su prometida. Becca ahora les ha pedido que la llamen Cavanagh, ella desde hace tiempo se hace llamar por su apellido, suponen que es su manera de negar a sus padres como ellos la negaron a ella.

—¿Cuándo van a casarse?

—En dos meses —responde Mel.

—No es necesario que preguntes, no vendré.

—Eso les romperá el corazón —se encoge de hombros— ¿Qué te ha dado por eso que te llamamos por el apellido de mamá?

—Cosas mías. Estoy conociendo a alguien —sonríe— bueno llevo un tiempo saliendo con ella, me gusta de verdad.

—¿Nueva cuñada entonces? ¿Cómo se llama?

—Tal vez... se llama Ainhoa. Quizás sea la indicada para sentar cabeza.

—Todavia eres joven Be... Cavanagh, y aparte tiene que pasar la prueba y la prueba soy yo —sonríe abriendo y cerrando rápido los párpados— a ver una foto de la susodicha —le muestra varias fotos de ella— bueno.

—¿Qué?

—Mmm nada, tendría que conocerla personalmente.

—No te gusta —Becca recibw una llamada de Ainhoa— sí, si amor ya voy —corta.

—¿Porqué le mientes de dónde y con quién estás?

—Es que es un poco paranoica a veces, es algo en lo que estamos trabajando. Debo irme. No quiero tener problemas con ella.

—Cavanagh —voltea a verla— no te aferres, sino te sientes segura con ella sueltala. Tú más que yo, vivió de cerca lo de mamá y Pietro.

—Lo sé Mel —suspira— déjale mis saludos a mamá, dile que vendré a verla en cuento pueda.



Pasado

April

La cita salió mejor de lo esperado, las chicas se quedaron en casa de Eva y Theia, es lo que no sabe Lina, ya que preparé esta noche solo para nosotras dos. La tensión sexual por devorarnos en este tiempo ha sido casi asfixiante, y la razón por la que no nos habíamos explorado en lo sexual, es porque quería que nuestro primer encuentro fuera algo especial para nosotras.

Nuestras amigas me habían ayudado preparando la casa como les había pedido cuando nos vinimos a cenar.

—¿Te gustó la cena?

—Sí, estaba deliciosa. Deberíamos ir otra vez.

—Me alegro —tomo y beso su mano mientras manejo— te... te tengo que pedir algo —voltea a verme— necesito que te lo coloques —le extendí un pañuelo verde agua— te tengo una sorpresa al llegar a casa.

Ella obedece y trata de indagar en el camino queriendo saber de que se trataba, pero no logró sacarme nada. Al llegar a casa la guío y ayudo a llegar a la puerta, la hago pasar y esperar sentada, solo prometiéndome antes de que no iba a espiar entonces me dispuse a prender las velas, tomar el ramo de rosas y echar perfume en la habitación.

—Bien vamos entonces —le saci el pañuelo— yo quiero que esta noche sea especial para ambas, jamás he estado con una mujer y espero que seas la única, porque desde que te conocí y entendí que había otros sentimientos creciendo en mi interior, no quiero estar con nadie más.

Ella ve delante de ella un camino de velas y pétalos de rosas que lleva escaleras arriba a nuestra habitación. Le entrego el ramo de flores para luego besarla. Al llegar a la habitación ella admira y observa cada detalle, las sábanas nuevas blancas de la cama impoluta, una caja está en medio del colchón con varias cositas que compré, no sé si usaremos algo hoy, pero por si se da la ocasión.

La observo atentamente desde la pared, me encanta ver la perversidad en su rostro, Dios lo que amo a esta mujer.

Me acerca a ella por atrás acariciando y besando su hombro derecho, deslizo el cierre abriendo y sacándole el vestido, ella queda en ropa interior, un hermoso conjunto bordo que combina con su piel blanca pecosa y su cabello rojizo. Voltea a verme y nos besamos, ella desprende mi vestido y se deshace de el, que cae a mis pies, mi conjunto es negro como el color de mi pelo con un portaligas, ella me mira con lujuria y jamás me sentí tan deseada como en su mirada.

—Te prometo que nuestra noche será memorable amor.

Dicho esto me lleva ella hasta la cama y se coloca sobre mi a arcadas, pone la caja en el suelo y vuelve a mi cuerpo. Nos besamos, tocamos, rozamos y exploramos cada poro la una de la otra, la fricción de su pierna entre las mías me arranca varios gemidos, con cero timidez la pelirroja mete su mano en mi intimidad y luego se chupa los dedos.

—Sonríe lascivamente— ¿Puedo? —yo me pongo roja por su accionar de lamer sus dedos frente a mí, ella no tiene vergüenza— no te avergüences esto es solo el comienzo de todo lo que haremos, muchas veces más. Quiero que nos conozcamos y que aprendamos que nos gusta a cada una.

—Sí, si puedes. Has lo que quieras, yo te doy el permiso de que me hagas tuya.

Su sonrisa se torna complacida, creo que le acabo de dar luz verde a su lado más perverso, y seguro usará demasiado bien ese permiso. Se saca su brasier y veo sus firmes pechos, se acerca y se deshace del mío así como también de mis bragas.

Toma uno de mis senos con su boca, mientras una de sus manos me estimula la entre pierna, siento como nunca antes mi húmedad bajando por mis muslos, nadie jamás ha provocado esto en mí. Lo que termina de volverme loca es la manera en la que ella baja con su boca al botón de mis orgasmos. Alina tiene un lado bastante perverso detrás de esa carita y actitud inocente y no sabía que tanto, hasta esta noche.

Cuando llega mi turno, no me permito el descanso y aún con mi cuerpo extasiado, intento llevarla a ella lo más cerca posible del placer que me ha causado, me animo a usar un pequeño estimulador que vibra, y mientras mi boca explora su clítoris, comienzo a meter y sacar el estimulador.

La noche se hace larga y queda por demás claro que nos sacamos las ganas mutuamente, en mi estado de lujuria, no me di cuenta de que marque a Alina en el cuello, clavícula y hombro, pero ella tampoco se ha quedado atrás. Una vez que comenzamos tímidas, la sesión de sexo se tornó un poco más salvaje, desesperada y necesitada.

—Termino acostada agitada sobre su pecho, acariciando su brazo— Es la primera vez que la paso tan bien.

—Yo también, jamás había...  con mi ex marido ni siquiera lubricaba, tenía que usar lubricante para bueno... pensé que era un problema mío, y sí era un problema, pero era él que no me calentaba. Contigo... —rió— parezco una fuente —abrió sus piernas— me baja todo hasta los muslos.

—Metí la mano y me lleve los dedos a la boca— La verdad es que sabes rica.

—Eres una pervertida.


—Me puse roja— Tú lo hiciste primero. —avergonzada me tapo el rostro.

—¿Quieres darte una ducha conmigo? —me sacó las manos del rostro.

Y en la ducha también tuvimos otra ronda de sexo. Menos mal que no ha estado con una mujer antes, sino me sacan de aquí en silla de ruedas.

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