Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9: Una chica rara

Dedicado a mi amiga @BlakeAdel .Tu bondad y lealtad  me hacen sentir afortunada de haberte conocido. Que tus historias sigan brillando porque el mundo merece conocer tu talento.


Correr nunca ha sido lo mío pero iba tarde. Muy tarde. La sesión del club de lectura había empezado hacía quince minutos. Subí las escaleras de la facultad de Filosofía casi a tropezones, enfocada en mi objetivo: la puerta del auditorio.

La abrí de golpe y allí estaban todos sentados en círculo ya en plena conversación. Arnar levantó la vista y me sonrió; le devolví la sonrisa, dejé mi mochila al rincón más cercano y me senté junto a él y a una chica que no había visto antes.

Su camiseta con calaveras, las uñas esmaltadas de negro y la gorra bordada con el nombre "Lorna Shore" me indicaban que teníamos una nueva integrante amante del death metal. Interesante, sin dudas.

Arnar se inclinó hacia mí y me susurró:

—Pensé que no vendrías.

Un escalofrío me recorrió la espalda.

«¡Dios! Este chico sabe cómo hacerme sentir cosas».

Noté que Maya me lanzaba una mirada asesina y fue en ese momento cuando el angelito rebelde de Brida se frotó las manos. Sonreí, me acerqué aún más a Arnar y, sólo para molestar, le respondí en el mismo tono:

—Me retrasé, perdón.

Él sonrió de lado, como siempre.

—Tenemos a una aspirante a nueva integrante —interrumpió Maya rompiendo nuestra burbuja de miradas cómplices—. ¿Te puedes presentar? —le dijo a la chica de la gorra.

—Hola, me llamo Lethe. Estudio Arte —respondió con voz tranquila.

—¿Lethe? ¿Como la ninfa del olvido? —intervino Aaron, quién, con su afición a la mitología y su pasión por la novela histórica, sabía todos los nombres de las deidades y seres del cosmos.

—Sí, como la ninfa —respondió Lethe sonriendo con más confianza.

Maya, sin perder tiempo, le explicó la dinámica de las frases, como habían hecho conmigo la primera vez que llegué al club.

—No te preocupes, Arnar no es satanás como dicen por ahí —le dije para tranquilizarla mientras le pasaba mi frase.

—Gracias, pero no me preocupa eso. Lo que me da miedo es que no sé si les gustará lo que escribo.

—¿Qué género escribes?

—Drama.

—A mí me gustará —respondí sin dudar. Su sonrisa se ensanchó como si le hubiese quitado un peso de encima.

Lethe se quedó revisando las frases, concentrada en buscar la inspiración para su microrrelato.

Le dimos algunos minutos y mientras tanto surgió una conversación cuando yo compartía mi impresión sobre los primeros capítulos de la novela de Silvestre. Estábamos allí ella, Aaron, Arnar y yo, comentando la habilidad casi sobrenatural de Silvestre para narrar descuartizamientos y crímenes de un asesino en serie.

—Silvestre tiene un talento innato para crear suspenso —dije recordando las persecuciones que me habían puesto la piel de gallina.

—Y Mia Campbell es una protagonista brutal —añadió Aaron casi con devoción—. Está muy bien construida.

Asentí, completamente de acuerdo. Mia no solo enfrentaba una sociedad machista con valentía, sino que además era una detective aguerrida, brillante y perseverante.

—Es que Norwich es una obra maestra —comentó Arnar, admirado.

—Claro, mi novia es una escritora grandiosa —agregó Aaron con una sonrisa de orgullo.

—Brida, Norwich es sólo el comienzo. Es parte de mi trilogía "Mentes Inestables" —dijo Silvestre algo avergonzada.

—¡¿Qué?! ¡Pásame las otras partes! —exclamé emocionada.

Chicago está completa pero Alemania... bueno, esa aún no la he terminado ni a la mitad.

—Lo que tengas, lo devoraré —le respondí con entusiasmo.

Ella sonrió un poco sorprendida y me miró haciendo un gesto de "gracias" con los labios, como si le costara procesar tanta emoción de golpe.

Lethe terminó su microrrelato y se lo entregó a Arnar. Con una expresión intencionalmente demoníaca, él se alejó hacia un rincón para leerlo.

Ella comenzó a guardar sus cosas pero, al tomar su libreta de dibujos, varias hojas cayeron al suelo. Me acerqué para ayudarla y, al recogerlas, noté un dibujo de dos niños: uno con ojos grises y otro con ojos verdes esmeralda.

—¡Qué bellos! ¿Los dibujaste tú? —le pregunté.

—Sí, son los protagonistas de dos de mis novelas —respondió con una sonrisa tímida.

—¿En serio? ¡Wow, qué talentosa eres!

—Gracias.

—Ojalá nos toque juntas en el próximo intercambio. Me encantaría conocer más sobre tus niños.

—Joel y Alan —dijo ella casi en un susurro.

—¿Cómo?

—Así se llaman.

—Ah, ¡bellos nombres también!

De pronto, Arnar apareció sigilosamente detrás de nosotras interrumpiendo la conversación.

—¿Interrumpo? —preguntó con un rostro tan serio que era cómico

—¿Te dejo para que le des el veredicto? —le dije levantando una ceja.

—No es necesario, peque —respondió. Luego se dirigió a Lethe—. Estás dentro. Muy buena narrativa, te felicito.

Lethe sonrió emocionada y dio las gracias. Yo la invité a tomar asiento en nuestro habitual círculo, donde ahora formaba parte del grupo.

Al finalizar la sesión, me quedé charlando un rato con Silvestre sobre su trilogía. Luego me despedí de Gretta; que se fue con una prisa casi cómica, como si tuviera una urgencia imprevista de wc; de Lethe, la chica nueva, y de Arnar, que ya se dirigía a la sala de ensayos de música.

Apagamos las luces del auditorio y, mientras salía junto a Silvestre y Aaron, noté a Freddy sentado en el suelo del pasillo.

—¿Qué onda, Fred? —le preguntó Aaron con curiosidad

—¡Hola! —saludó Freddy un tanto tímido.

—¿Cómo estás? —le pregunté ofreciéndole la mano para ayudarlo a levantarse.

Intentó esbozar una sonrisa y aceptó el gesto poniéndose de pie con cuidado.

—Estoy mejor. Tengo dos costillas rotas... Tenías razón —dijo bajando la mirada.

—Freddy, ese malnacido de Rino no debió meterse contigo —le dijo Silvestre y comenzó a revisarlo con toques bruscos que lo hicieron ruborizarse.

—Estoy bien, Silv —respondió tratando de esquivar sus manos.

—¿Terminó el ensayo de los góticos? —preguntó Aaron.

—No aún, solo vine a... hablar con Brida —dijo con una timidez artística única.

—Oook... —dijo Silvestre mientras tomaba la mano de Aaron y se lo llevaba.

Antes de irse, me miró y me guiñó un ojo dejándome a solas con Freddy.

—¿Pasó algo? —pregunté.

—Sólo quería darte las gracias —me dijo mirando al suelo.


—Nada que agradecer —le respondí extendiéndole la mano—. Considérame tu amiga ahora.

Él levantó la mirada con esa expresión de extrañeza.


—Eres algo... rara —me dijo estrechando mi mano.

—Creo que lo tomaré como un cumplido —le dije sonriendo.

—Disculpa, no soy muy bueno en esto de hablar con extraños. Solo quería agradecerte.

—Ya no soy una extraña. Y si quieres agradecerme, me puedes hacer un favor.

—¿Favor? —preguntó Freddy sorprendido

—¿Me dejarías leer lo que escribes?

—¿Qué?

—Lo que oíste.

—No creo que te guste la ciencia ficción.

—Me acabas de llamar "rara", obvio que me gusta la ciencia ficción.

Freddy sonrió genuinamente. Puntos para Brida y su intento de ser simpática.

—Está bien, te lo pasaré.

—¡Genial!

—¿Tienes tiempo ahora? —preguntó, con una ligera sonrisa—. Debo ir a la sala de ensayo con la banda pero después podemos ver lo de los escritos.

—Sí, claro.

Freddy sonrió de nuevo y me hizo una seña para que lo siguiera.

—Freddy, ¿por qué no estás en el club? —pregunté mientras caminábamos juntos.

—Es en el mismo horario del ensayo de la banda.

—Claro, tiene lógica. ¿Qué estudias?

—Letras.

—¡Wow! Ahora sí que tengo más ganas de leer esos escritos.

Freddy rio por primera vez desde que lo había visto ensangrentado por culpa del matón.

Llegamos a la sala de ensayo y justo al abrir la puerta, la escena que nos encontramos me hizo desear estar en cualquier otro lugar. Arnar besaba a Alexa como si no hubiese mañana y ella, como si hubiera estado esperando espectadores, nos lanzó una rápida mirada de satisfacción antes de volver a hundirse en el beso.

Mis manos se cerraron en puños mientras intentaba, sin mucho éxito, inhibir todo lo que la escena me provocaba

«Malditas emociones... cerrado en un cajón, cerrado en un cajón... y la llave bien hundida en el mar».

A mi lado, Freddy me observaba de reojo. Noté que seguía atento cada uno de mis gestos. Traté de parecer indiferente pero su mirada fija me hizo sentir como si todo mi malestar estuviera al descubierto.

Solté una tos suave, lo justo para interrumpir a los tortolitos. Arnar y Alexa se separaron de golpe. Él se giró hacia nosotros, mientras se rascaba la nuca como si nada hubiera pasado.

—Oh, hola, Brida... Freddy —dijo con una sonrisa nerviosa.

—Sí... hola —respondí cruzándome de brazos mientras clavaba la mirada en él.

Arnar desvió la mirada un segundo, luego volvió a mirarme con esa sonrisita de medio lado que conocía demasiado bien. Eso sólo me enfureció más.

—Freddy, creo que acabo de recordar que tengo algo que hacer. ¿Qué te parece si vemos lo de los escritos la próxima semana? —dije intentando sonar casual.

—¿Estás bien? —me preguntó él, claramente preocupado.

Intenté devolverle una sonrisa que seguramente quedó más torcida de lo que pretendía.

—Claro, claro... todo bien. Nos vemos

Salí de la sala antes de que pudiera insistir. Apenas había dado unos pasos cuando escuché la voz de Arnar llamándome..

—Brida, oye... lo siento... no fue...

Me giré y forcé mi mejor sonrisa falsa para interrumpirlo.

—Tranquilo, Arnar. Ya sabes... todo bien, en un cajón y la llave bien perdida en el mar.

Antes de que pudiera darme la vuelta para huir, él se acercó y, sin decir nada, me envolvió en uno de esos abrazos que tenían el poder de hacerme olvidar hasta mi propio nombre. Su calor, su perfume y la forma en que me rodeaba derrumbaron mis defensas.

—Perdóname —susurró cerca de mi oído.

Mi mente comenzó a girar como hamster en rueda y mi corazón entró en un caos total.

«Cerrado en un cajón, cerrado en un cajón... ¡maldita sea!, este abrazo no ayuda».

Tragué en seco y traté de recuperar la compostura.

—De verdad, no pasa nada —murmuré mientras me apartaba "lentamente" intentando una sonrisa que sabía que no engañaba a nadie.

Lo único que quería era imaginarme siendo perseguida por una estampida de búfalos y escapar de allí a toda prisa.

Dije adiós con una mano levantada y huí dejando atrás a Arnar y sus malditos abrazos. Al fin y al cabo, como todos saben, el primer paso para superar algo es fingir que no te importa lo más mínimo.

El problema era que no estaba lista para admitir que Arnar me importaba demasiado.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro