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Capítulo 20

—Victoria por favor no me mates, no seas una asesina, sé que en el fondo eres una buena persona y créeme tu vas a encontrar un hombre que te ame, te respete y lo seas todo para él —le dije entre lágrimas, pues Victoria ahora sí tiene toda la intención de matarme ya que hace unos minutos me había disparado y afortunadamente pues falló, sino yo ya estaría muerta.

Victoria se me acercó y mirándome con mucha furia me dijo.

—Tienes razón no soy una asesina, pero si te pienso matar a ti, porque me quitaste mi oportunidad de ser feliz.

—Victoria, sé cómo te debes estar sintiendo, pero...

—No, tú no sabes cómo me siento ni como me sentí cuando Edward me dijo que no se casaba conmigo, porque te seguía amando maldita bastarda.

—Victoria de verdad lamento todo lo que pasó, pero ya te dije que lo de Edward y yo comenzó desde hace muchos años es más nosotros íbamos a ser papás y...

—Ya cállate maldita perra —me dijo Victoria con bastante histeria, ella se me acercó agarrando con mucha fuerza su revolver y yo simplemente tragué fuerte —creo que llegó la hora de darle un luto a Edward.

—Te amo Edward —dije en susurro y cerré fuertemente los ojos, cuando Victoria me apunto, abrieron la puerta con mucha fuerza, ella se volteó y encontró a un oficial de la policía mirándola fijamente y tenían su revolver apuntandola.

...

He llamado muchas veces a la estación de policía para que me den información respecto al rescate de Amelia, pero nadie me dice nada.

—A mí no me han dicho nada y he estado llamando varias veces, ¿ya te dijeron algo sobre Amelia? —me pregunto mi mamá entrando a mi habitación.

—Nada mamá, no me han sabido dar información y yo me estoy muriendo de la angustia, tengo miedo de que Victoria al verse descubierta mate a Amelia —le dije a mi mamá mientras me sentaba en mi cama, mi mamá se sentó a mi lado.

—No pienses eso hijo, créeme que todo va a estar bien, Arturo no va a permitir que Victoria le haga algo a Amelia.

—Mamá créeme que si Amelia se muere, yo me muero con ella, si estos días han sido eternos, no me imagino mi vida sin Amelia.

—Hijo no te preocupes por eso, Amelia estará contigo en unos cuantos días.

El teléfono de mi casa comenzó a sonar y corrí a contestar.

Llamada Telefónica

Yo: Bueno, ¿quién es?

Desconocido: Edward, te he llamado a tu celular y a mi tía, pero ninguno de los dos me contestó.

Yo: David es que ambos hemos estado teniendo el celular ocupado, ¿qué pasó?, te siento muy agitado.

David: Sé que en estos momentos estás muy alterado por lo que está pasando con Amelia, pero es que voy camino al hospital, Samanta ya comenzó con los dolores de parto.

Yo: ¿Qué?, ya voy para allá, dime para que hospital vas, no podría dejarte solo en estos momentos.

David: Voy para el hospital central, nos vemos allá.

Fin de llamada telefónica

—¿Hospital? —pregunto mi mamá bastante asustada.

—Vamos al hospital central, David va a ser papá.

—Ay no me digas eso, pues tenemos que estar con David y con Samanta —me dijo mi mamá mientras buscaba su bolso, yo me quedé en la sala esperándola.

Mi hermano va a ser papá, por un lado me alegra mucho la noticia, pero por el otro lado Amelia no podrá estar con Samanta en su mejor momento ya que hoy es el nacimiento del nuevo integrante de la familia.

—Hijo vamos, pedí un taxi y nos está esperando abajo —ambos salimos de la casa rumbo al hospital.

...

—Señor no puede ir más rápido mi esposa está a punto de tener a mi bebé.

—Lo entiendo señor, pero es que hay mucho trancón —me contestó el conductor.

—David no aguanto más —me decía Samanta mientras me tomaba fuerte de la mano y pude ver que está sudando.

—Mi amor ya vamos en camino, aguanta por favor, respira, inhala y exhala amor—le dije mientras con un pañuelo le limpiaba el sudor de su frente —señor, por favor apure.

—Señor estamos cerca —me dijo el taxista.

—Mi amor por favor aguanta ya estamos llegando.

—Los dolores son muy fuertes amor además estoy muy asustada de que no alcancemos a llegar y le pase algo a mi bebé —me decía Sammy.

—Ya mi amor calma, ya estamos a unas cuantas cuadras del hospital.

...

Apenas llegamos al hospital busque rápidamente un doctor para que atendieran a mi esposa, y cuando se la llevaron en una camilla, yo iba a entrar con ella.

—Lo siento no puede entrar —me dijo una enfermera.

—Pero es mi esposa y además es mi bebé el que va a nacer —le dije con insistencia a la enfermera, pero ella se negó.

—Señor por ahora espere en la sala de espera —con bastante mal genio me acerque a la sala de espera.

Me senté, miré la hora y se me hicieron eternos los minutos, y después de unos cinco minutos llegó mi suegro con su esposa, y ella estaba haciendo una vídeo llamada con las gemelas, ya que ellas no podían estar en el parto por cuestión de sus estudios en el extranjero, después llegó Emma con Ricardo, Olivia venía en camino con Taylor, pero nada que llegaba mi primo o mi tía y mis papás llegan hasta pasado mañana.

—¿Cómo está mi hija? —me preguntó Nicolás mientras me pasaba un café.

—Bastante asustada y no me dejaron entrar con ella —le dije a mi suegro.

—Es normal que esté asustada, tener un hijo no es fácil, Sammy ahora te necesita —me dijo Emma, mientras se sentaba a mi lado.

—Es que yo quiero estar con mi esposa y con mi bebé, pero no me quieren dejar entrar —me levanté y comencé a caminar de un lado a otro.

—Cálmate David, con desesperarte no vas a ganar nada —me dijo Ricardo.

—Es cierto David, además Samanta te necesita calmado y sereno —añadió Matilde, yo solo me dediqué a mirarlos y suspirar.

—Y en que habitación están los nuevos papás, yo quiero conocer a ese bebé —dijo Olivia mientras llegaba con globos y su esposo traía varias cajas en las manos.

—Olivia mi bebé no ha nacido todavía —le dije y ella suspiró.

—Y tú porque no estás adentro no me digas que dejaste a la bella rubia sola —me dijo Olivia con bastante cara de asombro.

Le iba a responder a Olivia, pero vi entrar a mi primo acompañado de mi tía

—Mi hermano —me dijo mientras me daba un abrazo y yo lo abracé fuerte —¿cómo estás?

—Edward, no me han dejado entrar y estoy que me muero de los nervios —le di un abrazo también a mi tía.

Mire nuevamente el reloj y solo había pasado media hora desde que llegué con Samanta, me iba a sentar nuevamente, pero salió la misma enfermera.

—El papá puede entrar, ya que la señora está apunto de entrar en trabajo de parto.

Sonreí de oreja a oreja, me despedí de todos los presentes que estaban en la sala de espera, y entre junto con la enfermera, iré a acompañar a mi esposa para darle ánimos y además quiero ser el primero que le vea la cara a mi bebé.

...

—Baje el revólver señorita y queda detenida por tener secuestrada a la señorita Amelia Smith Brown —le dijo el oficial.

—Pues me tiene que matar aquí mismo, pero ustedes no se la llevan —le dijo Victoria al oficial.

—Victoria por favor, ya no tienes escapatoria, déjame libre y entregate.

—Primero te mato desgraciada —Victoria disparo y un oficial se le fue encima y gracias a Dios la bala echo para otro lado, el oficial le puso unos esposas a Victoria, ella me miraba con bastante desprecio y enojo.

Arturo entro junto con otros oficiales y al verme corrió a desatar mis manos y mis piernas.

—Jefe ya tenemos a Victoria, además a sus cómplices los tenemos en la patrulla.

—Lleven a esta mujer a una patrulla y por ahora soltaré a Amelia, ¿estás bien? —me preguntó Arturo, yo asentí y al verme libre me puse a llorar.

—Arturo pensé que iba a salir de acá muerta.

—Nosotros no íbamos a permitir que te pasará nada, es más vamos a llevarte dónde tu mamá y para que puedas ver a Edward, el pobre está que se muere por verte.

—Yo también necesito verlo y también a mi mamá, estos días acá han sido eternos.

—Primero debes ir conmigo a la estación debes dar tu declaración además cambiarte algo de ropa ya que todavía tienes el vestido de novia.

—Victoria nunca me lo quiso quitar, decía que me quería matar con el vestido puesto.

—Pero ya está pesadilla se acabó, vamos ven te ayudo.

Arturo, los oficiales y yo salimos de aquella casa.

...

—Y eso fue todo lo que pasó, hasta hoy que quede libre gracias a ustedes —le dije a la persona que me estaba tomando la declaración.

Gracias a Arturo ya me había podido cambiar de ropa, y limpiarme un poquito el maquillaje que tenía corrido.

—Ahorita si podré irme para mi casa, necesito darme un baño, descansar y olvidarme de toda esta pesadilla.

—Pues ahorita no podré llevarte a tu casa ya que Eduardo me escribió avisándome que tu amiga Samanta entro en trabajo de parto.

—¡Ah!, mi mejor amiga, mi hermana va a ser mamá, Arturo llévame al hospital, necesito estar con ellos ya mismo —sonreí con muchísima felicidad.

—Si claro vamos, además allá debe estar tu mamá, Edward, la familia de ustedes y todos hicieron todo por encontrarte.

Y salimos de la comisaría para estar con mi hermana y su esposo en el nacimiento de mi sobrino.

...

Estos dolores son sumamente impresionantes, de verdad que traer un bebé al mundo es mucho trabajo, no entiendo cómo hay mujeres que tienen tantos bebés.

—Mi amor aquí estoy contigo —me decía mi esposo mientras me apretaba la mano y me daba mucho ánimo.

—Señora puje que ya el bebé está saliendo, ya le puedo ver la cabeza, señora puje.

Hice lo que el doctor me pidió y después de varios minutos más sentí un llanto, mi bebé había llegado al mundo.

—Señores les cuento que ustedes son padres de un hermoso bebé.

Lloré apenas escuché al doctor y me entregaron a mi hijo, apenas lo recibí fue imposible no llorar más.

—Mira nuestro bebé David, está hermoso y sano —sobando su carita le dije —bienvenido al mundo mi amor, aquí está tu mamá la que está dispuesta a darlo todo por ti.

—Y yo lo daré todo por ustedes dos —me dijo David mientras me daba un beso en mi frente y tomo a nuestro hijo en sus brazos —hijo nadie podrá hacerte daño mientras yo viva.

La enfermera se acercó y nos dijo.

—Me llevaré al bebé para pesarlo y ponerle su ropita, cuándo estén en la habitación yo misma les llevaré a su bebé, y a propósito felicidades por este hermoso bebé.

Entregamos a nuestro bebé y la enferma salió con él.

—Señor vamos a llevar a su esposa a una habitación, mientras tanto usted puede estar en la sala de espera.

David me dio un beso y salió a la sala de espera, yo solo podía darle gracias a Dios por mi familia.

...

Arturo y yo llegamos al hospital, yo solo podía correr por todo el lugar para poder llegar a estar con Samanta, cuando llegamos a la sala de espera, estaban todas las personas que quiero.

—Mamá —mi mamá al escucharme corrió hacia dónde mí, ella solo podía llorar, y yo llore con ella.

—Ay hija por amor de Dios, estás bien, créeme que han sido los peores días de mi vida —me decía mientras me daba besos y me abrazaba —Arturo te voy a estar eternamente agradecida por haberme traído sana y a salvo a mi hija, a mi tesoro.

—No es nada Emma, créeme que lo hice por el cariño que le tengo desde hace muchos años a esta creatura, y además es mi trabajo.

—Yo sabía que nada malo te podía pasar—me dijo Ricardo mientras me daba un abrazo.

Olivia también vino a abrazarme y ella también estaba llorando mucho.

—Doy gracias a Dios que apareciste mi amor —me dijo mi suegra mientras me abrazaba.

—Los días fueron eternos Luisa, creí que no salía viva de allá.

—Pero gracias a Dios no te paso nada, y mi hijo estuvo todos estos días pegado al techo, estaba que te buscaba por sus propios medios, pensé que iba a perder a mi hijo.

—Y a propósito ¿dónde está?, muero por verlo.

—Mi hijo está en...

—¿Amelia?

Me volteé y lo encontré con unos cafés en sus manos.

—Edward.

Ambos corrimos y eso ocurrió como en cámara lenta, me lancé a sus brazos.

—Mi amor, te amo, que bueno que ya puedas estar conmigo, sentí que me moría lentamente sin ti, te amo y te amo —me decía mientras me daba besos.

—Edward yo también te amo, te amo inmensamente, ahora que estoy libre solo me quiero casar contigo.

Ambos nos besamos como si no hubiera un mañana, parecía que pasaron años sin vernos.

La puerta se abrió y David salió.

—Familia estoy sumamente feliz ya que...

David me miró y sonrió mucho más.

—Amelia —él corrió a abrazarme y yo lo abrace mucho más fuerte.

—David, me alegra también mucho verte, pero cuéntame ¿cómo está Sammy y su bebé?

Él sonrió y volvió a hablar.

—Lo que les iba a contar es que Samanta y yo somos unos orgullosos padres de un niño muy hermoso.

Todos comenzamos a aplaudir, Nicolás comenzó a llorar pues ya es un feliz abuelo.

—¿Puedo ver a Sammy? —le pregunté a David y él asintió.

—Vamos yo te llevo a su habitación, Edward ven con nosotros.

Los tres comenzamos a caminar hacia la habitación.

—Mi amor, tienes una visita —le dijo David mientras entraba a la habitación y nosotros entramos después.

—Sammy, mi hermana —le dije mientras caminaba hacia ella.

—Amelia tú eres el mejor regalo que pude tener hoy que tuve a mi bebé, te quiero tanto Amelia.

—Y yo a ti Sammy, la verdad no sabes lo feliz que estoy de estar aquí contigo.

—Amelia, Edward les presento a mi hijo, Noah Wlson Jones.

...

Hermosas peronistas,

Muchas gracias por leerme ❤️

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