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Capítulo 2

Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲

Me sonó la alarma y yo solté un gruñido pues estaba durmiendo muy cómodamente, me levanté y me di un estirón, luego me metí al baño fue una ducha corta pues la verdad estoy corto de tiempo y lo sé porque ya escuché el grito de mi mamá, me puse una ropa cómoda ya que voy a estar metido en un avión como diez horas, en un maletín empaque mi celular, mi billetera y mis audífonos.

Estaba dispuesto a tender mi cama, pero David entro a mi habitación.

—Dice mi tía que, si no sales ya, no alcanzas a desayunar.

—Si ya voy, pero primero voy a tender la cama.

—Yo te la tiendo, pero ve a desayunar van a ser muchas horas de vuelo y recuerda que la comida en los aviones es peor que la de un hospital.

Asentí e iba a salir, pero él hizo un comentario que me hizo mirarlo.

—Con que amigo de la pelirroja.

Solté una risa y salí de mi habitación, al llegar al comedor mi mamá ya estaba desayunando.

—Buenos días mamá —le di un beso en la frente

—Buenos días mi cielo, ¿ya estás listo? —me preguntó mientras se llevaba un trozo de papaya a la boca.

—Si mamá ya estoy completamente listo —le respondí mientras me sentaba al frente de ella, comencé a comer y luego llegó David también a desayunar.

—Bueno ya es hora de irnos —nos dijo mi mamá mientras miraba su reloj.

—Listo, iré por mi maleta —dije mientras me levantaba y de una vez aproveché para lavarme las manos y los dientes.

—Aún te puedes arrepentir —al escuchar esto me di la vuelta y me encontré con David recostado en la puerta.

—Estoy más que seguro —le dije y él asintió, me ayudó con una de mis maletas ya que llevo tres, puede que sean muchas, pero es que yo me voy por un largo tiempo, mi mamá ya tenía su bolso y sus maletas, así que los tres salimos del apartamento, mientras mi mamá le ponía seguro, yo me acerqué a David.

—¿No te vas a despedir de Amelia? —al escuchar su nombre, dirigí mi vista hacia el apartamento de ella y suspiré.

—No, no lo haré —dije.

—¿Qué no harás? —me preguntó mi mamá, yo solo la miré y me alejé de ellos, pero si alcancé a escuchar a David.

—No quiere despedirse de Amelia.

Cómo estaba caminando antes de ellos, pedí el ascensor.

—Yo al igual que David pienso que deberías darle la cara a Amelia y decirle que te vas.

Suspiré y luego hablé.

—Mamá por favor, entre Amelia y yo ya no hay nada, lo nuestro se acabó y espero que ambos lo entiendan —al decir esto tanto mi mamá cómo David hicieron cremallera en su boca y yo lo agradezco bastante.

El taxi ya nos estaba esperando así que metimos las maletas en la bodega y nos subimos, mi mamá le dio las indicaciones y él arrancó.

....

Al llegar al aeropuerto mi mamá se encargó de hacer el check-in, mientras tanto David y yo hacíamos en la sala de espera.

—Muchos saludos a mi tío, si te ves con mis papás les dicen que en menos de tres meses les hago la visita.

—¿Te le vas a escapar a Samanta? —le pregunté.

Él soltó una risa.

—Claro que no, antes voy a ir a presentarla.

—Vaya, vaya las cosas van como muy serias.

—Claro que sí, porque a diferencia de ti yo sí sé lo que quiero —al escucharlo yo rodeé los ojos.

—Tú y tus indirectas —él soltó una carcajada.

—No son indirectas, yo estoy diciendo la verdad.

Le iba a responder, pero en ese momento me cubrieron los ojos.

—Adivina ¿quién soy? —su voz no sé me hizo muy conocida, pero su loción como olvidarla.

—¿Cómo estás Victoria? —le pregunté, ella me descubrió los ojos y luego se me puso al frente.

—Muy bien y tú, ¿cómo estás? —me preguntó muy sonriente, definitivamente esta niña sonríe mucho.

Sentimos un carraspeo un poco incómodo y ese era David, Victoria lo noto así que le sonrió.

—Hola David, ¿tú también viajas? —él negó.

—Yo solo vine a despedir a mi tía y a Edward —ella asintió.

—Pues yo estoy esperando a mi papá para hacer el abordaje.

—Al igual que yo, aunque espero es a mi mamá —dirigí mi mirada y mi mamá ya venía hacia nosotros, pero venía acompañado de un hombre —ahí viene mi mamá —les dije y ellos miraron.

—Y ahí viene mi papá —señaló al hombre que viene con mi mamá, o sea que son conocidos por lo que veo.

—Entonces Miguel cómo te venía contado las empresas van muy avanzadas en ingresos y...

—¿Se conocen? —preguntamos Victoria y yo al mismo tiempo.

—No hijo, apenas acabé de conocer a Miguel, pero adivina él va a trabajar en la empresa de tu padre.

—Oh qué bien, pues mucho gusto mi nombre es Edward —le estire mi mano y él la tomo.

—Miguel Hall y veo que ya conoces a mi hija —me dijo mientras le sonreía a Victoria.

—¿Ella es tu hija? —le pregunto mi madre y él asintió —pero si se ve una belleza, mucho gusto querida mi nombre es Luisa —mi mamá la saludo de abrazo ya que ella es demasiado cariñosa, Victoria le sonrió.

—Yo soy Victoria, pero puedes decirme Vicky.

—Como nadie me presenta, pues mucho gusto David Wilson —al escucharlo todos nos reímos, Miguel y él se saludaron de mano.

Señores pasajeros del vuelo ART0407 con destino a la ciudad de Londres por favor abordar la sala 7.

—Ese es nuestro vuelo —dijo mi madre, yo abracé a David por última vez, mi mamá y él se dieron también un abrazo.

—Cuídate mucho y te recomendamos mucho el apartamento —le dijo mi mamá.

—Claro que sí tía les cuidare mucho el apartamento y ustedes también por allá cuídense mucho.

Miguel y Victoria se despidieron de David y se alejaron un poco de nosotros para comenzar a hacer la fila de abordaje.

—Feliz viaje —nos dijo David, los tres nos dimos un abrazo, luego comenzamos a hacer la fila de abordaje, David se quedó en la sala de espera, pero luego de unos minutos se fue.

—Deberías sentarte conmigo y así hacemos el viaje más ameno —me dijo Victoria, yo ni alcancé a responder pues mi madre lo hizo por mí.

—Claro que sí querida, hazte con Edward, así yo converso con tu padre.

Victoria nuevamente sonrió, abordamos el avión y efectivamente ella se hizo a mi lado, suspiré porque fue inevitable no pensar en Amelia y a pesar de negarlo yo siento un amor demasiado profundo por ella y lo tengo clavado en mi ser, pero por el bien de los dos lo mejor es estar separados, ella podrá hacer su vida con alguien más al igual que yo, aunque mi vida le pertenezca a Amelia por completo.

—¿Estás bien? —me preguntó Victoria.

—Supongo que sí —le dije y ella me tomo de la mano.

—Vas a ver que en Londres vamos a ser muy felices.

—¿Ya me incluyes en tus planes?

—Claro que sí, no ves que eres el único amigo que conozco.

—Es cierto, aunque te voy a presentar unos amigos que tengo —le dije.

—Pero igual tú y yo podremos salir de compras, ir al spa, ir al cine o a bailar.

—Lo de las compras y el spa paso, no es mi ambiente.

Victoria soltó una carcajada.

—Vas a ver qué sí me vas a acompañar —me dijo finalmente y me guiñó un ojo, yo solo sonreí —bueno me iré a dormir, tengo mucho sueño porque anoche no es que me acostara muy temprano.

—Descansa —le dije mientras miraba por la ventana, el avión estaba dando y dando sus vueltas para despegar, al hacerlo me dije para mí mismo.

—Adiós Amelia.

....

Luego de despedirlos en el aeropuerto, me subí en el primer taxi que vi, le di las indicaciones y él arrancó.

Revise mi celular y tenía un mensaje de Samanta.

Amor: Buenos días amor, estaré dónde Amelia todo el día ya que no se siente muy bien de ánimos, si quieres en la noche podemos salir.

Yo se lo respondí inmediatamente.

Yo: Buenos días preciosa, me gustaría ir a la casa de Amelia ya que no tengo nada más que hacer.

Ella me respondió rápidamente.

Amor: Está bien amor, nos vemos en la casa de Amelia.

No sé cómo decirle a Amelia y mucho menos ni sé cómo vaya a tomar la noticia de que Edward se fue para Londres y que no piensa volver en un tiempo, pienso que él debió quedarse y luchar por el amor que yo sé que le tiene a Amelia, pero él a veces no actúa con el corazón sino con la razón.

Yo le tengo mucho cariño a Amelia y ella es una gran persona, no merece todo lo que está pasando ni mucho menos se merece ser hermana de la reencarnación de Satanás.

—Joven ya llegamos —me dijo el taxista.

—¿Cuánto le debo? —le pregunté, el viaje se me hizo demasiado rápido y eso que el aeropuerto está al otro lado de la ciudad.

—Son seis dólares —los saqué mi cartera y se los pase

—Quédese con el cambio —me baje y él arrancó, entre al edificio, pedí el ascensor y subí hacia el apartamento de Edward en definitiva voy a vivir aquí y el que mis padres me compraron lo pondré en arriendo así sería una plática extra para mí, mientras caminaba hacía el apartamento pude ver perfectamente a mi novia y a Amelia tocando la puerta.

—Chicas ¿qué hacen aquí? —les pregunté, Samanta me dio un beso en forma de saludo.

—Buscamos a Edward —me dijo Amelia, al verla a los ojos pude ver perfectamente que ella había estado llorando por varias horas ya que los tenía demasiado apagados y sin ilusiones, sin mencionarles las tremendas ojeras que tiene, definitivamente ella ya no es la Amelia que conocí hace un año, su rostro refleja una inmensa tristeza.

—Pero no abren y eso que llevamos varios minutos tocando —añadió Sammy.

—Chicas nadie les va a abrir —les dije y ellas me miraron confundidas.

—Pero está muy temprano como para que no haya nadie —hablo Samanta.

—Lo que pasa es que ni mi tía ni Edward están.

—¿Dónde están? —me preguntó Amelia, yo tomé bastante aire y luego lo solté.

—Los acabé de dejar en el aeropuerto, se fueron para Londres.

Al decirles esto, las dos se quedaron estáticas sobre todo Amelia hasta creería yo que dejó de respirar por un momento.

—¿Edward se fue para Londres? —me preguntó con su voz entrecortada.

—Si Amelia —al confirmarle lo que le dije, sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas —pero todo tiene una explicación y...

—Tranquilo David, ahórrate esas explicaciones —me dijo finalmente Amelia y comenzó a caminar hacia su casa.

—Amor voy a ir con ella, porque creo que ahora me necesita bastante.

—Dale amor, yo en ratico voy —ella asintió y salió detrás de Amelia, yo abrí la puerta y entre, quiero descansar un poco porque entre la discoteca y lo que me costó contentar a Samanta ahí se me fue la noche.

....

«Edward se fue para Londres», lo repetía y repetía mil veces en mi cabeza, entonces de verdad lo nuestro se acabó, ahora sí ya no hay marcha atrás, llegué a mi habitación y me acosté.

—Mía ¿estás bien? —me preguntó Sammy mientras me acariciaba la cabeza.

—No, no lo estoy —le dije con un nudo en la garganta.

—¿Quieres hablar sobre eso?

—Lo que quiero es estar un ratito sola —le dije mientras le daba mi mejor sonrisa, aunque evidentemente fue más una mueca.

—Claro que sí, mientras tanto haré un rico desayuno para las dos.

Ella salió de mi habitación y yo me solté a llorar.

¿Por qué a mí?

....

Hermosas personitas,

Gracias por leer mi novela, las quiero muchísimo, son las mejores.

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