Capítulo 10
Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲
Cinco años después
Ya mañana es mi graduación y me siento muy feliz porque por fin después de altos y bajos tendré mi título de licenciada en humanidades.
También han pasado cinco años desde que Edward se fue para Londres y aun así yo decidí ir a buscarlo, lo que no sabía era que lo iba a encontrar tan a gusto con la pelirroja que se llama Victoria.
Además de eso Susan hoy sale libre del reclusorio.
Yo en estos momentos me encuentro en mi cama pensando la vida y sobre todo no dejo de pensar en Edward, porque a pesar de que ya han pasado cinco años sin él, yo lo sigo amando como el primer día.
Toc, Toc ✊🏻
El sonido de la puerta me hizo salir de mis pensamientos.
—Pasa mamá —le dije, ella abrió la puerta solo un poco dejándome ver solamente su cabeza.
—Hija ¿estás lista?
Asentí
—Entonces vamos porque el taxi ya nos está esperando —cerro la puerta y yo me levanté, tomé mi celular y un poco de dinero, los eché en mi pequeño bolso y salí de mi habitación.
Mi mamá ya me estaba esperando en la puerta, tenía en sus manos las llaves de la casa y un saco ya que estamos en época de invierno.
—Está haciendo mucho frío así que ponte esto —me dijo mamá pasándome unos guantes y un gorrito, mientras ella cerraba la puerta, yo me colocaba los accesorios para combatir el frío, miré hacia el apartamento de Edward y suspiré.
Caminamos hacia el ascensor, bajamos a la entrada principal y efectivamente había un taxi esperándonos.
—Buenos días, nos puede llevar por favor al reclusorio —le dijo mi madre mostrándole una sonrisa.
—Claro que sí, yo les recomiendo que se coloquen el cinturón porque ha caído mucha nieve en las calles así que las llantas se pueden deslizar y causar un accidente —nos advirtió el taxista, así que nosotras le hicimos caso.
Me dediqué a mirar por la ventana y efectivamente como había dicho el señor taxista la vía estaba llena de nieve.
—Menos mal me diste estos guantes, porque hace mucho frío —le dije a mi mamá y ella asintió.
—Yo también tengo demasiado frío —el taxista nos miró a través del espejo y nos dijo.
—Ya mismo les enciendo el aire para que sientan un poquito de calor.
—Muchas gracias —dijimos mi mamá y yo al mismo tiempo.
—Hija si sabes que puede que Susan no te reciba con muy buena cara.
—Puede que no me reciba con buena cara, pero al menos lo intente.
—Eres tan noble mi amor y de verdad esto que vas a hacer por Susan demuestra el corazón tan hermoso que tienes.
—No solo lo hago por mí sino por ella, sabes que ya no tiene a nadie más, su mamá está encerrada y mi papá sabrá Dios dónde está.
Mi mamá me sonrió y me acarició la cabeza.
—Te mereces grandes cosas en la vida mi amor, y ya tienes un título universitario, que a propósito apenas veamos a Susan iremos a comprar tu vestido y a reservar la cita en el spa.
—Estoy tan emocionada por la graduación mamá que siento que es mentira.
—Pues no es mentira mi amor y lo que más me emociona es que ahora podrás estar más tiempo en la casa con nosotros —al escuchar esto miré fijamente a mi mamá.
—Sobre eso me gustaría hablar contigo —respire profundo y hablé —me postulé para hacer un posgrado en Harvard y si ellos me aceptan inicio en una semana.
Mi mamá me miro con tristeza y sentí pena por ella.
—Pero esa universidad queda en Boston, no nos podremos ver tan seguido.
—Igual yo vendré en las vacaciones a pasar tiempo juntas.
—Estarás sola y en una ciudad que no conoces, no lo sé hija suena peligroso.
—Mamá no voy a estar sola, además Samanta y David también aplicaron entonces estaremos juntos los tres, es más hablé con Ricardo y él está dispuesto a comprarme un apartamento a tres cuadras de la universidad.
—¡Ricardo ya sabía que tenías planes de irte y no me dijo nada, voy a tener que hablar muy seriamente con él! —el grito de mi mamá se escuchó hasta Boston, yo la miré divertida y luego miré al taxista.
—Señor, ¿usted sigue escuchando? —él soltó una carcajada para luego decirme.
—Supongo que sí, aunque si siento como un eco al final.
Mi mamá soltó una risita y yo me reí hasta que me dolió el estómago.
—Mamá, pero no te enojes con Ricardo, yo le pedí que me guardará el secreto.
—Hija, aunque me duela que te vayas ese es tu sueño y tú felicidad es la mía, sabes qué cuentas con todo mi apoyo y está bien no me voy a enojar con Ricardo.
—Gracias mamá.
—Solo espero que te cuides y que sobre todo busques tu felicidad, sabes a lo que me refiero.
—Mamá ya lo hemos hablado muchas veces y sabes mi respuesta yo aún estoy muy enamorada de Edward y dudo mucho poder olvidarlo.
—Y cómo vas a saberlo si ni siquiera lo has intentado, además para mí que él sigue con la pelirroja que lo viste cuando fuiste a buscarlo a Londres.
—Por lo que he visto en sus redes sociales es evidente que sí sigue con ella, pero eso no cambia el hecho de que lo amo.
—Hija simplemente te enamoraste del hombre equivocado.
Le iba a responder a mi mamá, pero el taxista hablo primero.
—Hemos llegado —bajo un poco la cabeza para mirar el taxímetro —son seis dólares.
Mi mamá abrió su billetera y saco diez dólares para luego dárselos al taxista.
—Deje así y muchas gracias, ahí perdone mis gritos.
—Muchas gracias —mi mamá se bajó del taxi y sostenía la puerta —mucha suerte en Harvard, se nota que usted es una persona muy intelectual —le sonreí al taxista, me bajé, cerré la puerta y el taxi se fue.
Caminamos hasta la entrada principal y aún no había rastros de Susan.
—¿Será qué llegamos muy temprano? —le pregunté a mi mamá, ella miro su reloj.
—O muy tarde, ya es medio día.
Suspiré frustrada
—Esperemos otro momento a ver —me dijo mi mamá y yo asentí, no hubo necesidad de esperar, porque la puerta se abrió dejando ver a Susan con una bolsa en sus manos, inmediatamente la llamé.
—¡Susan! —ella se volteó bastante asustada y al verme su expresión de susto cambio a de asombro.
Caminé hacia Susan y ella venía en mi dirección hasta que quedamos frente a frente.
—Amelia, ¿qué haces aquí?
—Mi mamá y yo vinimos a darte la bienvenida a la libertad.
—No me esperaba verte aquí, no después de todo el daño que te hice.
—Ya todo eso quedó en el pasado, ahora lo único que importa es que tú estás libre.
—Igual no me va alcanzar la vida para pagar todos los errores que cometí contigo.
—Todos cometemos errores unos más que otros, pero los errores es lo que nos hace humanos, además todos estos años me han servido para darme cuenta que la única culpable de tu odio hacia mí es tu mamá, ella se dedicó a hacerte creer que yo me quedaría con todo y tú con nada cuando eso nunca sería así.
—Igual te pido perdón por todo, porque yo sí sabía que tú eras mi hermana y aun así no aprendí amarte, sino que quería ser como tú y terminé odiando todo lo que tú eres.
—Ya no importa lo que haya pasado ahora solo quiero recuperar el tiempo perdido y vivir como las hermanas que somos.
—Amelia ¿puedo darte un abrazo? —me pregunto Susan mirándome con sus ojos brillantes.
—Claro que sí, eres mi hermana —ambas nos abrazamos.
En ese momento no importaba nada solo estamos ella y yo.
Sentimos un carraspeo, así que nos separamos, mi mamá nos estaba mirando.
—Hola Susan, bienvenida a la libertad.
—Muchas gracias Emma, gracias porque a pesar de todo estás aquí.
—No te preocupes Susan, ya todo está en el olvido, además venimos a invitarte a comer.
Susan nos miró fijamente a las dos.
—No es necesario y además que pena con ustedes, gastando su dinero en mí —yo le tomé una de sus manos y le dije.
—No te preocupes por eso, además...
—¡Susan! —las tres nos volteamos y nos encontramos con Simón, tenía en sus manos un ramo de rosas, comenzó a caminar hacia nosotras.
—Hola Amelia, que tal Emma —lo saludamos y él se dirigió hacia Susan —son para ti, para celebrar que estás libre y ahora si podrá haber un nosotros.
—¿Nosotros? —pregunto Susan asombrada.
—Si un nosotros, no vine aquí todos los domingos a verte para que estando libre quedes sola.
—Simón no sé qué decirte.
—No me digas nada, sino que vayamos a comer, así hablamos mejor —al momento de que Simón le dijera esto, Susan nos miró y yo entendí su mirada.
—Anda ve con él, ya después nos vemos —ella asintió, me dio otro abrazo, se despidieron de nosotras y se fueron.
—Amelia déjame decirte que yo estoy muy orgullosa de ti y de ver en la mujer tan madura que te has convertido —yo le sonreí, ella siguió hablando —además que bueno que Susan no esté sola, sino que Simón está con ella.
—Todos tenemos un alma gemela, me queda más que claro que ellos dos son almas gemelas.
—Ya vas a encontrar la tuya.
—Yo ya encontré la mía mamá, porque a pesar de todo, Edward es mi alma gemela.
....
Mi alarma sonó y yo me levanté, hoy es un gran día para mí, por fin terminé mi carrera y además de eso ayer que llegamos del reclusorio me llegó la carta de admisión en Harvard así que en una semana me iré para Boston.
Mire mi armario y saqué el hermoso vestido que mi mamá compro para mí, así que me lo coloque en mi cama, me metí a darme una ducha corta porque ya vamos tarde para el spa.
—Hija, vamos que se nos hace tarde, ya Ricardo salió a reclamar el traje de la tintorería, te espero en un minuto sino me voy sin ti y tu verás cómo te arreglas.
Sentí como cerró la puerta y yo me envolví en una toalla, me coloqué lo primero que encontré, tomé mi bolso y el vestido, salí de mi habitación.
—Vamos mamá.
—Al fin, ojalá nos atiendan —mi mamá como siempre de positiva.
....
—En la universidad de Green Bay nos enorgullece hoy nombrar a tantos nuevos profesionales y que además de eso son grandes personas...
Luego de veinte personas, llegó mi turno.
—Amelia Smith Brown —me levanté de mi asiento y caminé a recibir mi título, le di la mano a todos los profesores.
Cuando llegó el turno de Samanta se le notaban los nervios, yo la aplaudí tanto que hasta me quedaron doliendo las manos, luego de nombrar a todos los graduados el evento de graduación termino.
Tenía en mi interior unas inmensas ganas de llorar, al momento de encontrarme con mi mamá, ambas nos abrazamos y lloramos.
—Me siento muy orgullosa de ti mi amor.
—Yo también estoy muy orgulloso de ti Amelia, serás una gran licenciada en humanidades.
Los abracé hasta dejarlos sin aire.
—Felicidades licenciada —me dijo Samanta dándome un abrazo.
—Felicidades diseñadora —ella soltó una risita.
—Como a mí todo mundo me ignora, yo mismo me felicito, felicidades ingeniero —nos dijo David mirándonos fijamente, ambas nos reímos y le dimos un abrazo.
Después de ese momento cada uno se fue a almorzar con su familia, para luego en la noche irnos a una fiesta de despedida en la universidad.
....
—¡Yo aún no lo puedo creer, Edward es un imbécil, apenas lo vea le voy a pegar dónde más les duele a los hombres! —Samanta caminaba de un lado a un lado, tanto así que está que hace un hueco.
—Amor cálmate por favor, porque poniéndote así no vas a cambiar nada.
—¡No me pidas que me calme!, es que no entiendes lo que va a sentir Amelia cuando se entere.
—Yo sé que se va a sentir muy mal, pero no hay nada que podamos hacer.
—Obviamente no cuentes conmigo, yo no voy a ir por allá.
—Créeme que yo tampoco quiero ir, pero es mi primo, no lo puedo dejar solo, por eso te pido que vayas conmigo.
—Y por eso no lo mato, pero no iré a su boda.
—Mejor vayamos por Amelia, recuerda que nos está esperando —ella asintió y se fue por su bolso a su habitación.
Toc, Toc ✊🏻
—Yo abro —apenas abrí la puerta, ella me sonrió —hola Amelia, ya íbamos a ir por ti.
—Hola David, es que Ricardo tenía un evento con mi mamá y como queda cerca de aquí entonces me trajeron.
—Pasa —le dije
—¿Y Sammy?
—Está en su habitación.
—Vale, entonces aquí la esperamos —asentí y suspiré.
—¿Te pasa algo David?
—La verdad si está pasando algo, pero no específicamente a mí y no te va a gustar cuando te enteres.
—¿Qué pasa David?, por favor sea lo que sea dímelo.
—Edward se casa con Victoria en tres días.
Amelia quedó en shock.
....
Muchas gracias por leerme ❤️
Los quiero mucho ✨
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