Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

●u No●

Capítulo 1

Por séptima vez en el día, el profesor Pentefres me llama.

—¿Eleanor? Parece como que sabes la respuesta.

Todos los ojos del aula 204 de Historia Europea caen en mí, expectantes y aburridos, esperando a que les dé una respuesta brillante como siempre hago, porqué soy Eleanor calder y la única cosa en el mundo en que soy buena es respondiéndoles a los profesores. Soy mala en la mayoría de las otras cosas que se supone que los estudiantes son buenos, como en vestirme de rosa, emborracharme y salir con chicos. Pero en el aula, no soy nada menos que perfecta. Y modesta.

Aclaro mi garganta y ajusto mi suéter.

—Kublai Kan, profesor. Sus rutas comerciales establecieron la posibilidad del contacto directo entre Europa y el Lejano Oriente por primera vez en la historia.

Pentefres me sonríe, ajustando sus diminutos lentes en su redondo rostro.

—Muy bien, Eleanor. Vamos a sacarte un doctorado a este ritmo. Ahora, si van a la página 54 del texto...

Mi amiga Alana, con su cabello largo y rubio, recogido en una cola de caballo con el flequillo cubriéndole el lado derecho de su cara, me da un codazo mientras me siento.

—Él se excita contigo.

—Eso es de muy mal gusto y también inapropiado —bromeo.

—Ustedes dos harán una pareja encantadora. —Sonrió—. Apuesto a que él es tu tipo.

—¿Y cuál, dime por favor, es mi tipo? —Suspiro.

—Los estudiosos, vírgenes obsesionados con las notas.

No me molesto en argumentar el último pedazo. Fui la última virgen en la graduación de la escuela, junto con el chico con granos adicto a World of Warcraft y ciertamente la última virgen aquí, en la Universidad de Manchester, la escuela número uno en fiestas en el sur de la prefectura de Manchester, ubicada en Inglaterra.

—No estoy obsesionada con las notas. —Inhalo.

Alana mira fijamente mi portátil, donde hay una hoja de cálculo de Excel abierta, detallando mi horario para la semana. Apunta con su dedo un cuadro, miércoles por la mañana: Estudiar. Apunta otro: Viernes por la noche: Estudiar. Sábado por la tarde: Estudiar. Mueve su dedo sobre toda la pantalla, indicando la gran mayoría de los cuadros que están repletos con las cosas para estudiar. Le doy una patada por debajo de la mesa y amortigua su risa con la manga. Su teléfono suena por millonésima vez esta mañana con un mensaje. Lo saca y escribe rápidamente.

—Psst —me silba. La ignoro y me concentro en las diapositivas de Pentefres con interés—. Oh, vamos, no puedes estar molesta realmente. ¡Solo estoy diciendo la verdad! No hay nada de malo en ser una nerd. Todavía te quiero.

Pongo los ojos en blanco, pero es verdad. Ha sido mi amiga desde sexto grado. Nos hemos visto en nuestros peores momentos.

—Tú eres la única que lo hace.

La sonrisa de Alana se ensancha mientras se inclina.

—Vamos a arreglar eso.

—¿Cómo? En caso de que lo hayas olvidado, todos los chicos me odian.

—Ugh, Eleanor, por última vez, los chicos no te odian, tú solo eres... —Me mira por encima, a mi suéter y falda a cuadros. Ajusto mis delgadas gafas y tiro mi coleta negro azulado sobre mis hombros.

—Una perra —ofrezco.

—... un poco impaciente —corrige Alana. 

—Bueno, discúlpame por ser impaciente, pero prefiero no perder mi tiempo con idiotas que sólo pueden decir las palabras "tetas" y "yolo"

[You Only Live Once (Solo se vive una vez)]

—Vamos, Ele. Amelia me ha invitado a una barbacoa en Theta Delta Pi la semana que viene y sabes lo maravillosos que es su edificio, no has salido de tu habitación excepto para comer e ir a clase durante semanas lo cual está bien, pero estoy empezando a preocuparme por ti y realmente no quiero ir sola y, por favor, por favor, por favor...

—Perrie, ¿quieres compartir algo con la clase? —El profesor Pentefres levanta una ceja.

Ella se ruboriza y baja la voz con un carraspeo.

—No, lo siento.

Cuando Pentefres se vuelve a la pantalla de proyección, Alana  inmediatamente se inclina hacia mí y comienza su canto/susurro.

—Por favor, por favor, por favor, por favor...

—¡Esta bien! ¡Dios! —siseo—. Tienes la tenacidad del Demonio de Tasmania.

Alana en silencio lanza el puño al aire en señal de victoria. La campana suena, mete sus libros en su bolso y me da un golpecito en la nariz.

—Te veo esta noche.

Sale por la puerta antes de que pueda parpadear. Hemos sido amigas desde hace casi una década y no ha cambiado ni un poco de su permanente popularidad y acelerado ser. Por otra parte, yo soy todo lo contrario. Aún aburrida y concentrada en los estudios como siempre. Pero en una casa con una madre que solo me miraba si traía buenas calificaciones, era algo con lo que había crecido. Los estudios eran mi vida. Donde otras chicas encontraban diversión en la moda y amigos, yo la encontraba en números y hechos. Así es como he sido siempre. No me ha dado muchos amigos. Perrie es la única excepción, es un milagro que aún esté pegada a mí trasero cuando vinimos a Manchester. Podría salir con tantas otras chicas que hablan de cosas que en realidad a ella le gustan, que no son aburridas. Medio espero que me deje plantada a cierto punto de este año. Suspiro y lleno mi bolso.

—¿Eleanor? ¿Puedo hablar contigo un momento? —La voz del profesor Pentefres suena. Levanto la mirada.

—Si, por supuesto. Un segundo.

El aula está casi vacía para el momento en que llego a su escritorio. Pentefres mira hacia arriba y me sonríe.

—Sabes, Eleanor, estoy bastante impresionado con tus conocimientos de la sub-sección transcontinental ¿De casualidad leíste el comienzo del libro?

La familiar oleada de orgullo por haber sido elogiada brota.

—Sí, señor. Tengo el hábito de leer todos mis libros de principio a fin cuando los recibo. —Busco en mi bolso y saco mi libro de texto para enseñárselo. Miles de notitas de colores marcan las páginas—. También anoto una referencia rápida durante el estudio.

Su boca cae abierta un poco. La cierra con rapidez y sonríe. —Siempre había pensado que los índices de los libros eran demasiado torpes. Este método de notitas es una solución elegante. —

El aula está vacía ahora, pero incluso sin nadie aquí viéndome ser elogiada, mi pecho se hincha. Mis notitas no son aburridas para él o neuróticas o de tontos. Son excepcionales.

Pentefres se levanta y camina hacia mí, colocando una mano alrededor de mi hombro.

—No seas tonta. He visto cientos de chicos llegar e irse de mi clase cada semestre y ninguno de ellos tienen la dedicación y talento que tú tienes, Eleanor. Eres realmente una chica extraordinaria.

Debería estar feliz por su cumplido, pero por alguna razón una progresiva frialdad comienza en mi estómago y se abre camino hasta mis pulmones. No puedo respirar bien y su mano en mi hombro se aprieta.

—G...Gracias, señor.

—Y siempre tan educada —continúa.

Su mano cae de mi hombro y se desliza por mi columna, descansando justo en la falda sobre mi trasero. Un pensamiento enfermizo brota y trato alejarme, pero su otro brazo está sosteniendo mi muñeca ahora.

Sus ojos brillan detrás de sus lentes, de pronto serio, sin ningún indicio de una sonrisa y el terror gélido empieza a apoderarse de mí cuando de repente las puertas se abren y un chico entra.

—¡Señor Pentefres! —llama alegremente. Pentefres deja caer su mano rápidamente y me alejo, saliendo lo más rápido que puedo sin correr, pero el chico interruptor me detiene, poniendo su cuerpo delgado entre la puerta y yo.

—Oye, espera, espera —dice. Levanto la mirada, viendo a mi salvador involuntario por primera vez.

Al instante me arrepiento, porque de pie delante de mí está el playboy siempre- sórdido Louis Tomlinson. Cabello castaño enredado, corto por los lados y barba de algunas semanas, astutos ojos color zafiro y gruesas cejas afiladas. Todo en él es musculoso; extremidades delgadas y dedos largos. Tiene varios tatuajes por todo su cuerpo entre ellos en ambos brazos y manos también algunos en el cuello supongo que tiene más ocultas por la ropa. Su sonrisa es un poco demasiado torcida, como si su amplia boca estuviera permanentemente inclinada. Sus pantalones son rectos, negros azabache y deshilachados en las rodillas con demasiadas caídas. Huele como a whisky, canela y metal caliente.

—Hola, princesa, ¿estás bien? —Pregunta Louis—. Estás un poco pálida.

—Y-yo... estoy bien —me fuerzo a decir—. Tengo que irme.

Los ojos zafiros de Louis revolotean para mirar a Pentefres.

—¡Oye, señor! No estaba siendo muy toquetón con las damas otra vez, ¿cierto?

Pentefres se estira a su máxima altura, aun siendo cien centímetros más pequeño que Louis.

—No sé de qué está hablando. Eleanor y yo estábamos conversando sobre sus calificaciones. No es como si usted supiera algo sobre notas, pandillero.

Louis hace un sonido de "tsk-tsk" y camina hacia Pentefres. Observo con asombro cómo Pentefres rápidamente pierde toda su bravuconería y se contrae, retrocediendo contra la pared para alejarse del chico que se acerca en cuero y vaqueros.

—¡No me toques! —Vocifera Pentefres—. Llamaré a seguridad.

—Aw, vamos viejo. Ambos sabemos que no lo harás. Además, seguridad me ama, ¿sabes? Quiero decir, tienen que amarme, ya que me ven tanto. Puede que no sea el palo más inteligente del grupo, puede que no consiga sus preciosas "A"s o lo que sea, pero sé lo que las personas aman, ¿bien? Seguridad me ama. Tú amas a las chicas. Específicamente, a tus propias malditas estudiantes, que confían en ti para que les enseñes y les guíes. Oh, hombre, eso solo te pone como ninguna otra cosa, ¿no es así? Chicas dulces e inocentes como esa. —Louis mira hacia mí, luego hacia Pentefres—¡Mírala! Ella no sabe nada sobre las enfermas fantasías de mierda que tienes detrás de esos brillantes ojos, porque nunca ha tenido un desgraciado como tú al control de sus calificaciones.

—Por favor, p-por favor —tartamudea Pentefres—. No lo haré de nuevo. Te juro que...

—¡Lo juraste la última vez! —Louis levanta su voz con un rugido cortés—. ¡Y la última vez antes de eso! Demonios, es casi como si no estuvieras jurándome nada, ¡señor! Tal vez tendré que decirle a alguien importante sobre toda ésta mierda que estás causando.

Pentefres comienza a sudar. Estoy inmovilizada, incrédula. Louis ha logrado reducir a un hombre que le dobla la edad a un insignificante en menos de treinta segundos. Pero Pentefres de repente se relaja, su rostro serio de nuevo.

—Nadie va a creerle a un drogadicto rechazado como tú —gruñe. Louis se inclina, con los ojos brillantes.

—La manera en como lo veo, es un cincuenta a cincuenta. Haz la prueba si es que te sientes con suerte, viejo de mierda.

Louis se da la vuelta y viene hacía mí y Pentefres se queda callado durante un segundo antes de decir:

—Espera, espera. ¡Detente!

Louis me mira, poniendo los ojos en blanco de una manera que dice "este hombre es una pérdida de mí tiempo" y se gira hacia él.

—¿Qué pasa, abuelito?

—Por favor, no lo digas. ¿Qué es lo que quieres?

Louis lo medita mirando al techo, luego levanta tres dedos y cuenta:

—En primer lugar, renuncias en ser un desgraciado con las chicas. Segundo, no tocas sus calificaciones. Y tercero, si alguna vez te encuentro hablando con la princesa aquí de nuevo, bueno. Solo digamos que tu trabajo será lo último que te duela de las cosas que perderás, ¿bien? Bien. Buena charla.

Louis golpea a Pentefres en la espalda con una sonrisa amable y camina hacia mí.

—Vamos. Incluso los gusanos merecen cagarse encima en paz.

Le sigo despacio porque estoy medio entumecida por el asalto de Pentefres y medio cautelosa por Louis.

Está silbando, caminando con un salto en su paso como si acabara de ganar la lotería. Puedo notar el tatuaje en la parte posterior de su cuello, una rosa con espinas sangrientas. Le había visto alrededor del campus fumando con un grupo de amigos repugnantes, su brazo siempre colgado alrededor de una bonita y delgada chica con exceso de maquille cada semana. Pero las chicas góticas no son su único tipo. A veces se pasea por el campus con voluptuosas animadoras o chicas rubias de hermandad riendo tontamente en su brazo, pero incluso ellas no duraban más que unos pocos días. Le había visto en el campus, pero había escuchado más sobre él. Él es al que acuden los estudiantes de primer año si necesitan alcohol, una identificación falsa o comprar drogas. No es que él venda drogas.

Pero conoce a todos en esta ciudad y todos le conocen a él. Louis Tomlinson ha hecho conexiones, sobornando a las personas adecuadas y destapando la mierda de cada persona importante en la universidad, desde el consejero hasta el portero. No jodes con Louis Tomlinson. A menos que seas una chica. Y aun así, jodes con cuidado.

Me estremezco. Una ligera presión permanece en mi falda donde la mano de Pentefres ha estado. ¿Cómo podría? Sabía que le gustaba, pero no de esa forma. Toda mi vida había confiado en los profesores. Eran personas con las que siempre había sido capaz de conectar, más que con mis compañeros, que me encontraban "espeluznante" o "difícil de hablar". Los maestros eran mi roca, mi único lugar seguro donde me aceptaban por lo que realmente era. Y ahora incluso eso ha sido manchado.

El rostro de Louis de repente aparece en mi vista. Sorprendida, me echo hacia atrás.

—Guau, no era mi intención asustarte. —Levanta las manos—. Solo estabas bastante callada eso es todo.

—Discúlpame si estoy callada mientras mi mundo se desmorona —digo.

—Tal mal ¿huh? —Louis me estudia—. Si un pequeño toqueteo de ese imbécil destroza tu mundo entero, debe haber sido un mundo apestoso para empezar.

Los cabellos de mi nuca se levantan cuando me enfado.

—No sabes de lo que estás hablando.

—Oh, claro que sí. —Sonríe alegremente—. Eres Eleanor Calder, ¿no es así? Promedio 9.4 o lo que sea, todos los profesores te quieren en sus programas. Eres de Londres, pero escogiste la Universidad de Manchester cuando podrías haber ido a cualquier universidad prestigiosa que querías. Eso hace que me pregunte: ¿Eres un gran pez al que le gustan los estanques pequeños? ¿O sólo estabas asustada de no ser lo suficientemente inteligente para  Londres?

Me doy la vuelta y lo ignoro. Mis verdaderas razones son mías y más oscuras de las que pueda imaginar. Nadie puede saberlo. Especialmente él. Louis corre para alcanzarme.

—Oye, oye ¿A dónde vas tan rápido?

—No voy a dignarme a responderte. Por lo tanto, nuestra conversación ha terminado.

—Vayaaa. Así que los rumores eran ciertos. Realmente hablas como un robot.

Robot. La palabra suena en mi cabeza como una nota fea, un acorde amargo de un piano que trae los recuerdos de la secundaria de nuevo, vivos y brillantes.

"—Eres tan aburrida, como un robot.

—Claro cosa, chica-robot.

—¿Por lo menos sientes algo en ese corazón de robot tuyo?

—No te molestes en hablar con ella, es como un extraño robot."

El dolor, como todas las cosas, pasa. Irguiendo mis hombros, mantengo mi cabeza firme y alta, miro a Louis directamente a los ojos.

—Gracias por ayudar con Pentefres. Pero no tengo más uso para ti.

—Ouch. Eres fría como el hielo.

—No eres el primero en decirme eso. O en llamarme robot.

Louis parece sorprendido.

—Oh. ¿Oh, ha sido algo malo? ¿No te ha gustado?

—Hablando en general, la gente no disfruta al ser comparada con una máquina sin alma.

—Sólo quería decir, ya sabes, tu voz suena como un robot. No tú. No me refería a que tú seas un robot, princesa, vamos...

No digo nada más. Él no se merece nada más. Salgo por las puertas del edificio hacia el sol acuoso. Mi furia es helada, y está enterrada muy por debajo de mi asombro ante el comportamiento de Pentefres. No puedo sentirla en absoluto. Mis pies me llevan a la biblioteca inmediatamente, el olor de libros viejos es como un bálsamo que calma mi ardiente vergüenza y confusión. Trato de estudiar mi libro de historia europea, pero solo leer el material me hace recordar el agarre de Jiraiya. Estudiar algo más es imposible, mi cerebro está muy revuelto para concentrarse.

Mi teléfono vibra en mi bolsillo y unos pocos estudiantes de último año me disparan miradas sucias. Rápidamente salgo y respondo.

—Hola, mamá.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro