●d o C e●
Capítulo 12;
Dedicado a: Majo-Pastalata
Tiempo de confesarme; nunca antes he tenido una cita.
Pero si alguien pregunta, y especialmente si Eleanor Calder pregunta, he tenido un centenar de citas. Miles. He tenido tantas citas que hago a The Bachelor parecer un idiota despistado.
[The Bachelor es un reality que gira alrededor de un joven atractivo que es cortejado por 25 mujeres. Este soltero (traducción de bachelor), empieza con un conjunto de "citas en grupo", según las cuales el soltero eliminará gradualmente a las concursantes hasta que sólo queden unas pocas de ellas.]
El problema es, por supuesto, que eso no es verdad. Nunca he llevado a una sola chica en una cita. Los tipos de chicas que atraigo no están tan interesadas en ser mimadas y alimentadas, ellas sólo quieren ir directamente a follar, y yo nunca he tenido el corazón para decepcionarlas. Así que las citas son raras. Nuevas. Estoy sentado aquí en la mesa treinta minutos antes (¿Treinta minutos? Jesús, amigo), ya que estaba tan malditamente nervioso que he olvidado mirar el reloj antes de salir de mi apartamento. Me he duchado, vestido y he ido pensando que era tarde, pensando que Eleanor estaría sentada aquí sola, hartándose de mí y se iría.
Suspiro y entierro mi cabeza en mis brazos sobre el mantel de lujo. Soy un desastre.
Es sólo una jodida lección. Es una cita falsa. Pero aun así, nunca he ido lento con nadie. Y nadie jamás ha ido lento conmigo. Y seguro como el infierno se nota. El camarero me ha preguntado dos veces si me sentía bien, y he mentido a través de mis dientes diciendo que estoy bien, pero no lo estoy. Mi piel está toda blanca y mis manos están húmedas. Pero no puedo dejar que se note. Eleanor depende de mí para que le enseñe bien. Así que haré lo que siempre he hecho, lo que siempre me hace ir adelante en la vida; fingirlo hasta conseguirlo.
Estoy tan nervioso que ni siquiera noto cuando le doy un codazo a mi tenedor y cae de la mesa, hasta que el camarero me da uno nuevo.
—Lo siento por eso. —Me río.
—¿Está esperando a alguien? —El camarero sonríe con complicidad. Tiene que tener unos cincuenta años, con pelo canoso y la postura digna—. Parece nervioso.
—Sí, estoy... —Me detengo de decir "nervioso como el infierno". Decirlo en voz alta hace que sea más cierto. Tengo que fingir que no es cierto, y rápido—. Esperando a una amiga.
—Debe ser una amiga muy encantadora.
Me río.
—No sabe la mitad de ello, amigo. Está fuera de mi liga.
El camarero mira mi pierna nerviosa sacudiéndose, y sonríe.
—Tengo algo que podría ayudar, señor. Un momento.
Vuelve con una bebida, y la deja sobre la mesa.
—Es nuestro especial de primera cita —explica—. Calmará sus nervios y hará la conversación mucho más fácil, lo prometo.
—Uh, no es una cita, en realidad, es... uh... —Me rindo de explicar y sonrío—. Gracias, hombre. Le debo una.
—Sólo una propina estaría bien, señor.
Me río de nuevo.
—Nadie en mi vida me ha llamado nunca señor.
—Usted no viene a los restaurantes a menudo entonces, ¿supongo?
La voz del hombre es tranquila y suave. Es como el buen padre, apoyador que nunca he tenido.
—No a los elegantes como este. En realidad no son de mi estilo. Soy más de comida basura que de caviar, si entiende a lo que me refiero.
—Usted parece como en casa aquí, señor.
—Ha. La adulación te llevará a cualquier parte. —Me burlo, y tomo un trago. Es agradable y cálido, y pasa bien. Lentamente, puedo sentir que mis músculos se relajan—. Oye, esto es muy bueno. Gracias.
El camarero sonríe y se va a atender otra mesa, y espero solo. No me doy cuenta cuando termino la bebida, o cuando mi pierna deja de sacudirse, o incluso cuánto tiempo pasa, pero por supuesto noto cuándo entra Eleanor. Al lado de todas las ricas ancianas con vestidos de etiquetas y caquis, ella brilla como un faro juvenil, con su cabello oscuro en una coleta, su flequillo bien arreglado y sus mejillas sonrosadas. No lleva vestido, sino una simple blusa roja y una falda de encaje que le queda adorable, y de verdad diferente de lo que se pone normalmente. Parece incómoda con ella, haciendo una mueca con torpeza mientras la anfitriona la lleva a mi mesa.
—Hola. —Me pongo de pie al instante.
—Hola —murmura. A diferencia de lo habitual, no se encuentra con mi mirada. Mira a todas partes, excepto en mí. Al suelo, al techo, su cartera. Me tomo un segundo para asimilar la vista de una chica completamente diferente a la normal dura reina del hielo.
—¿Podemos sentarnos? Mis zapatos están intentando matarme —pregunta.
—Claro. —Me levanto para sacar la silla para ella. Finalmente me lanza una mirada, con una sonrisa en sus labios.
—Tan cortés.
—Sólo estoy haciéndolo porque es lo que Niall haría —me quejo, pero se ríe, el sonido es como diminutas campanas de cristal, y me congelo.
—¿Qué? —exige, su risa se desvanece.
—Esa es la primera vez —me siento y pongo la servilleta en mi regazo como mama me enseñó—, que te he oído reír honestamente.
—Y será la última —murmura, sonrojándose.
—Te ves muy bien, por cierto. Realmente adorable.
Su rubor se profundiza.
—No seas condescendiente conmigo.
—Lección tres. —Suspiro—. Cuando tíos te hacen cumplidos, no están siendo condescendientes contigo. Simplemente lo dicen en serio. Niall te hará montones de cumplidos, ¿de acuerdo? Porque él es agradable. Así que tómalos con gusto. Di gracias en lugar de ponerte a la defensiva, si quieres gustarle.
Eleanor hace una mueca. El camarero se acerca y ella pide salmón y un Shirley Temple. (cóctel no alcohólico)
—¿Shirley Temple? —Contengo una carcajada. Hace todo lo posible para parecer totalmente ofendida.
—¿Hay algo de malo en eso?
—No, es sólo que —le disparo una mirada al camarero—, es una bebida terriblemente linda. Pensaba que pedirías algo maduro, como té helado.
—Tendré un té helado, entonces —espeta.
—No, oye, está bien. Pide lo que quieres.
—Pero Niall va a pensar que soy inmadura si pido eso.
—Quizás. Tal vez él piense que es "peculiar", o lo que sea.
El camarero mira entre nosotros. Eleanor se decide por el Shirley Temple, y yo pido una pizza margarita. Cuando se va, ella me mira frunciendo el ceño.
—Entonces, ¿debo aceptar los cumplidos? ¿Esa es la lección?
—Parte de ella, sí. Vamos a practicar. Te voy a hacer un montón de cumplidos, y los aceptarás con gracia. O inténtalo, por lo menos.
Mordisquea el pan y espera, con los ojos muy abiertos, como un conejo petrificado por los faros de un coche.
—Eres guapa. —Empiezo poco a poco. Ella se estremece.
—No lo soy.
—Ah, ah, vamos ahora. Con gracia.
—Pero realmente no creo que...
No tiene que terminar la frase para que yo sepa lo que va a decir. No cree que sea guapa. A pesar de su bravuconería y actuar dura, su autoestima no es la mejor. Algunas personas en su vida deben de haber puesto eso en su cabeza, probablemente durante sus años de adolescencia.
Eleanor tritura el pan con nerviosismo, ni siquiera lo come. Chilla cuando rasguña su propia mano, estiro la mano rápidamente y la agarro.
—Oye. Oye, mírame, Princesa. Cálmate, ¿de acuerdo? Lo entiendo. Es difícil amarte a ti misma. Lo sé. Pero no puedes amar a otra persona sin amarte a ti misma primero. No puedes estar allí al cien por cien para otra persona a menos que te gustes a ti misma. Es injusto para la persona que amas.
Eleanor levanta la vista, sus ojos se traban con los míos.
—No quieres ser injusta con Niall, ¿no? —preguntó en voz baja. Niega con la cabeza, con fuerza.
—No. Por supuesto que no. Quiero ser la mejor novia posible para él. Haré cualquier cosa para hacerle feliz.
No hay nada más que pura honestidad y devoción en su tono. Una estática enferma y celosa corriente recorre mi columna de arriba abajo, y lucho contra el impulso de apretar su mano. Alejo la mía, de vuelta a donde pertenece, muy lejos de ella antes de que haga algo estúpido.
—Estás olvidando el objetivo. Tienes que ser feliz primero. Entonces, si es un tipo medio decente, te verá feliz y será feliz, también. Así es como funciona. Obtienes ser feliz por la felicidad de los demás.
—Para alguien que nunca ha estado en una relación seria, pareces tener un montón de ideas acerca de ellas. —Levanta una ceja.
Tomo un sorbo de agua para facilitar el repentino nudo en mi garganta y desecho sus palabras casualmente.
—Simplemente, ya sabes. Veo un montón. Veo qué funciona y qué no.
Eleanor no parece creerme. Pone su servilleta encima de la mesa y se levanta.
—Voy al baño.
—Al final del pasillo, hacia la izquierda —dice nuestro camarero, de repente reapareciendo en nuestra mesa con bebidas.
—Muchas gracias. —Eleanor le sonríe en agradecimiento, y se va.
—Oh dios. —Nuestro camarero chasquea la lengua cuando ella se ha ido—. Es tan hermosa, y terriblemente elegante. Usted es un hombre muy afortunado, señor.
El nudo en mi garganta se mueve a mi corazón, apretando hacia abajo con fuerza. Fuerzo una sonrisa.
—No estamos juntos. Es sólo una amiga.
El camarero asiente con simpatía.
—Lo entiendo, entonces, en ese caso espero que encuentre a un caballero digno de ella.
Bebo el resto de mi agua y dejo el vaso en la mesa con un poco demasiada fuerza. El camarero no dice nada, llena mi vaso y me deja por unos minutos mientras Eleanor vuelve. Se ve mejor, reanimada.
—Así que —da sorbos a su Shirley Temple, sonriendo con dulzura, y luego me frunce el ceño— vamos a intentarlo otra vez.
—¿Los cumplidos?
—Sí. Una vez más, con tu permiso.
Se abraza a sí misma, agarrando su bebida y centrándose en mis ojos con la precisión de un rayo láser. Casi consigue ponerme nervioso. Esta debe de ser la concentración con la que consigue todos esos sobresalientes de locos, y estoy consiguiendo la mayor parte de ella. Su determinación es casi... linda.
—Eres guapa. —lo digo rápido—. Realmente guapa.
No se mueve, parpadea una vez pero conteniéndose fuertemente. Así que decido darle un poco más. Me reclino y pongo mi mejor sonrisa arrogante, esa que hace que las bragas salgan volando.
—Te miro y pienso: "Mierda, ¿qué chico no mataría por tener a ese lindo pajarito en su cama?"
Sus labios se tuercen, pero se mantiene indiferente. Me río entre dientes y vierto todo, dejando que todo lo que he pensado de ella se derrame por mi cuidadosa y profesional presa.
—Odio ser el que te lo diga, Princesa, pero eres tan adorable. Sé que no te gusta esa palabra, quieres algo como "elegante" o algo. En realidad también eres eso. Eres un montón de cosas buenas. Estoy seguro de que mucha gente te felicita por tu inteligencia, así que no voy a hacer eso. Ambos sabemos que eres inteligente. Pero estoy seguro como la mierda que no sabes lo caliente que eres, así que déjame decírtelo directamente; tienes el rostro más sexy que he visto.
Gime, el rubor apenas aparece en sus mejillas. Prácticamente puedo ver su lucha contra la necesidad de decir "No lo soy, idiota" con todo el ácido que tiene. Pero sigo hablando:
—Me gusta mirarlo. Tu rostro. Es extremadamente bonito. Largas pestañas, linda nariz, labios suaves, esa mirada dulce como el pecado. A veces pienso en besarla realmente fuerte.
Su rubor ilumina sus mejillas como un atardecer de cerezos, pero de repente sus ojos están muy abiertos y tranquilos. Me congelo, un lento horror me paraliza cuando me doy cuenta de cómo debe de haber sonado lo que dije... Ha sonado real.
Pero como el maldito experto que soy, no permito que lo vea. Retrocedo rápidamente como una comadreja.
—Eso parece como el tipo de sandeces cursi y sentimental que Niall diría, ¿no? —Me río—. Le gustan esas repugnantes líneas de las películas románticas. Friki.
Cualquier hechizo que mantuviese a Eleanor secuestrada, se rompe con mi risa, y frunce el ceño, su rubor retrocede.
—S-sí. Probablemente diría algo tan apasionado y adorable como eso.
Nuestra comida llega justo a tiempo para salvarme del repentino nudo de malestar que siento subiendo por mi garganta otra vez. Apasionado. Adorable. No se refería a mí, así que se siente un poco amargo, pero aun así me hace sentir tambaleante y caliente por dentro. Feliz en el interior. Soy algo más que sólo "caliente", como las chicas me llaman normalmente.
Por un segundo, soy apasionado y adorable. Me ha llamado eso. Por un segundo soy una persona real, en lugar de un eterno compañero de follada, para ser usado una vez y tirado como un pañuelo de papel que ha cumplido con su objetivo.
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