● 20.2 ●
En realidad este es el capítulo veinte y el anterior es el diecinueve.
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Capítulo dedicado a: nsweetx
Entro y me acomodo en la cama, acostándome sobre el lado derecho. Después de un momento, Louis entra, mirando cada cosa como un niño avergonzado que podría gritar en cualquier momento. Se sienta en el borde del lado izquierdo.
—¿Estás segura de esto, princesa? —pregunta. Parpadeo hacia él.
—Por supuesto que sí. Eres mi maestro, ¿no?
—No hagas eso… anoche dijiste que no confiabas en mí.
—Fui injusta —digo—. Estaba enfadada.
—Pero aun así lo dijiste.
—Tiendo a decir cosas malas a veces. Lo siento. Espero que puedas perdonarme. Me has enseñado bien, y quiero aprender más de ti.
Esto le arranca una risa, una risa que arruga sus ojos.
—Siempre hablas de manera tan estirada. Es como si estuviera hablando con una persona algo vieja.
Retrocedo, sintiendo vergüenza.
—Lo siento, yo…
—Oye —dice con dulzura, finalmente acostándose—. No es algo malo. No tienes que disculparte. Es… diferente. En el buen sentido, de veras.
—Otros chicos no comparten tu punto de vista.
—Sí, bueno. Son idiotas.
—A Niall tampoco le importa ya —digo, sonriendo—. Es muy paciente conmigo en ese sentido.
—¿Sí? Eso es bueno.
Doy la vuelta sobre mi vientre, y miro a Louis. Está muy cerca, su brazo está cerca de mi cintura. Puedo ver su pecho a medida que sube y baja con su aliento.
Louis se queda inmóvil por un largo momento, luego inhala y se voltea boca abajo, también.
—La charla de almohada viene después de follar, obviamente.
—Obviamente —concuerdo.
—Es como algo al azar, podría hablar de mi infancia, o de mi trabajo. Pues bien, Niall probablemente hable de esas cosas. Eso es estándar para un típico chico blanco.
—¿De qué hablarías tú?
Louis me da una sonrisa ladeada encantadora.
—¿Contigo? Mierda, cualquier cosa divertida. Cualquier cosa que te hiciera reír. Como, tal vez mi historia del loro, o la historia de mi escalera, o la historia del viejo con setecientas batatas.
—¿Setecientas batatas? —Mis ojos se abren.
—Oh sí. Las tenía en su camioneta listas para vender en el mercado de agricultores cerca de la carretera. Él y su esposa los colocaron ahí, y entonces él se va. Vende todas sus batatas, y está muy emocionado por volver a casa y contárselo a su esposa. Cuando regresa la busca por todas partes, pero no puede encontrarla.
Frunzo el ceño. Louis se inclina, y puedo oler la loción de afeitar en él y ver los destellos zafiros en sus ojos emocionados, como el intenso mar.
—Así que llama a la policía, y presenta una denuncia por desaparición. Pasan los meses, y por fin un día ella simplemente se presenta en la puerta.
—¿Qué?
—¡Sí! Y el viejo dice: cariño, ¿dónde estabas? Y la esposa: ¡me enterraste en batatas cuando estabas cargando la camioneta! ¡Me vendiste a Doc Grayson en el mercado, idiota! Y entonces él dice: ¿Por qué no viniste a casa más temprano? Y ella dice: Tuve que esperar a que se terminara su bolsa de batatas, primero, ¡idiota!
Louis se dobla de la risa. La broma no tiene gracia y una especie de broma interna entre la gente del campo, asumo, pero su reacción es tan absurdamente divertida que empiezo a reír también.
—Así que la gente solo... ¿cuenta chistes después del sexo? —pregunto cuando se calma.
Louis se encoge de hombros.
—¿La forma en que lo hago? Por lo general no. No hay mucho tiempo para hablar. Se van bastante rápido después, o me echan y me voy.
—Eso es exactamente lo contrario de lo que he oído —le digo—. He oído que tú las hechas a ellas. En la lluvia.
Louis me mira horrorizado.
—¿Qué? ¡Eso es mentira! Nunca he echado a una chica fuera de mi cama, especialmente no en la lluvia, te lo juro. Pregúntale a Liam, o cualquiera de ellos.
Nunca haría eso.
Busco en sus ojos, y me doy cuenta de que está diciendo la verdad.
—Los rumores son despiadados —concluyo.
—Los que son acerca de ti no son muy bonitos tampoco.
—¿Ah, sí? Dímelos.
—No vale la pena repetirlos —gruñe—. Además, nadie cree realmente que sean verdaderos.
—¿Por qué?
—Porque en realidad nadie te conoce. Los rumores son verdades a medias, ¿sabes? Hechos por personas que no te conocen, te quieren herir. Nadie es buen amigo tuyo, o, mierda, ni siquiera enemigos, por lo que no pueden crear un rumor decente ni para salvar su vida.
—Alana es mi amiga —la defiendo—. Pero ella nunca crearía un rumor acerca de mí.
—¿Alana? ¿La del flequillo que cubre su ojo?
—Sí. Nos conocemos desde la escuela secundaria.
—Liam y yo nos conocemos desde el jardín infancia —asiente Louis—. Es que bueno tengas una amiga de la infancia así. Significa que no eres del todo un robot.
Frunzo el ceño, y él se retracta.
—Mierda, Princesa lo siento. He olvidado que no te gusta ese nombre.
Me quedo mirando la almohada, ahora húmeda por mi cabello mojado.
—Así era como mis compañeros de clase me llamaban —digo lentamente—. Hablas como un robot. ¿Por qué no le preguntas a la chica robot? Mete a la chica robot en nuestro grupo porque va a hacer todo el trabajo. Ella no tiene sentimientos igual que un robot. Robot Sin Corazón. Chica perra robot. —Sonrío hacia Louis—. En cierto modo tenían razón, supongo.
—¿Razón en qué? Eso es mentira. Estaban celosos de tu cerebro y aplomo. Tienes sentimientos. Tienes corazón.
—Ciertamente no he sido muy amable contigo.
Se encoge de hombros.
—Tengo un montón de chicas que son agradables conmigo.
Mi estómago se encoge extrañamente ante eso, pero no dejo de hablar.
—Has estado tratando de enseñarme, y he estado tan a la defensiva. Debe ser difícil tenerme como estudiante. Creo… que estoy asustada. Tengo miedo de no hacerlo bien en estas lecciones, y luego fracasar. Tengo miedo de perder mi oportunidad con Niall, y he estado desquitándome. Te pido disculpas.
—También tengo que pedir disculpas. —Mueve su cabello—. Por la noche anterior. No debí arrastrarte de la pista de baile así. No fue muy caballeroso de mi parte.
—¿Estás dando a entender que intentas ser caballeroso el resto del tiempo? — Sonreí.
—¡Por supuesto! Podría ser un tonto engreído, pero no soy un idiota. Odio a los idiotas.
—No fuiste un idiota. Fue agradable, ver a tus amigos en el club. —Siento que mi cara se ruboriza—. Fue agradable bailar contigo…
Giro la cabeza justo a tiempo para que él capturare mis labios con los suyos. Es un beso tímido, ligero como una pluma beso; mi primero. Mis ojos se cierran y Louis acuna mi mejilla con su áspera mano, acaricia mi mandíbula con su pulgar. Es tan suave.
—L-lección. —Su voz se estrangula mientras se llame los labios—. Eso ha sido una lección. Mierda, ni siquiera… ¡mierda!
Entierra el rostro en sus manos, su cuerpo tenso por la ira.
—¿Qué es lo que pasa, qué está mal? ¿He estado tan mal? —pregunto. Los ojos zafiros me miran por encima de sus brazos, la vergüenza pesa en ellos.
—No, no, ¡has estado genial! Mierda, uh, solo quiero decir… ese era tu primer beso. Y lo he tomado. Lo he tomado en lugar de Niall, que era lo que probablemente querías. Lo siento. Estoy tan jodidamente arrepentido… lo siento, no he pensado y lo he hecho, ¡nunca pienso antes de hacer las cosas y siempre jodo la mierda como esta!
Se sienta y golpeando su puño contra la almohada.
—No seas duro contigo mismo. —Pongo mi mano sobre su hombro—. No le doy ningún valor en particular a los primeros besos. Siempre me ha parecido más bien extraño que las chicas pongan tanto énfasis en ello. Además, sería mejor que sea experimentada cuando bese a Niall. Me gustaría mucho impresionarlo en vez de darle un mediocre primer beso.
La vergüenza se va de él como una nube oscura, poco a poco. Se endereza, su rostro de repente compuesto y serio. Todo su cuerpo se estira en la cama, sus extremidades largas y tensas como un león reclinándose. Sus tatuajes y músculos se tensan.
—Bien. Así que besos, ¿de acuerdo? Eso ha sido solo un pequeño beso, no ha sido uno amigable, porque los besos amigables son picos en la mejilla. —Rápidamente me da un pico en la mejilla para mostrarme—. Pero eso tampoco ha sido un beso cargado de energía sexual. Eso ha estado… en algún lugar del medio. El beso de una pareja, supongo que podríamos llamarlo así.
—Me he sentido muy bien. —Sonrío. Louis se sonroja luchando por mantener su fachada de todo negocios.
—Estoy muy contento. Pensaba que me odiarías por ello.
—No te puedo odiar por algo que es una lección —le digo con cuidado—. Me estás enseñando, y un ejemplo es una muy buena manera de enseñar.
—Así que, podría darte un beso de nuevo, ahora mismo, ¿y no te importaría?
—No. Mientras sea de instrucción.
La sonrisa de Louis es repentinamente retorcida y rozando lo malvado. Esta vez se inclina, mirando mis labios con su rostro flotando a centímetros del mío. Puedo contar cada pestaña clara y cada línea de su sonrisa. Su aliento es de menta y caliente. Sus labios se mueven, y trato alcanzarlos, pero él se echa hacia atrás y se ríe en voz baja.
—Ah, ah, ah, Princesa. No puedes simplemente lanzártele. Niall podría tener una mala idea y pensar que eres algo demandante.
Louis está tan cerca pero tan lejos, y me retuerzo porque estoy ansiosa por sentir esa estática al hacerlo de nuevo. Louis solo se ríe más.
—¡Ah!, eres demasiado linda cuando haces pucheros así.
La palabra linda es como una bomba en mi cabeza, deslumbrándome. ¿Linda? Nunca nadie me ha llamado así, con honestidad y sinceridad. Perra, sí. Frígida, sí. ¿Linda? Nunca. Pero Louis lo dice en serio, esta vez. Me inclino hacia delante lo más rápido que puedo, y aplasto mis labios sin experiencia contra los suyos. Mis dientes raspan su labio inferior y creo que va a retirarse, indignado, pero suelta un gemido, eso me hace ser más valiente. Le muerdo solo un poco más, y Louis gruñe y aplasta su boca con la mía, todo lleno de fuego y pasión mientras su lengua traza mis labios y luego se abre paso en el interior, frenéticamente memorizando mi boca.
—Esto… —jadea entre besos—, es un beso cargado con energía sexual.
De repente está encima de mí, todavía besándome, a horcajadas entre mis piernas. Su sombra que se cierne sobre mí solo aviva las ondas estáticas en mi piel, la anticipación de algo desconocido todavía inminente e instintivamente se construye en mi cuerpo. Esto es mucho mejor que simplemente pensar en Niall en mi propia cama. El placer es más caliente, más brillante, más real. Mis labios se sienten magullados cuando Louis finalmente pone distancia. Recorren mi cuerpo de arriba hacia abajo con sus ojos color mar. Su color de ojos es mil veces más intenso, teñido con oscuridad, y lleno de algo como anhelo. Justo cuando pienso que va a inclinarse para besarme de nuevo, entierra su cabeza en mi cuello, olisqueando. No puedo evitar la risa que se me escapa.
—Disculpe, señor Tomlinson. ¿Es esto parte de la lección, también?
—Lo siento, es que, hueles como yo. Mi champú.
—¿Y te gusta por qué eres un narcisista? —Sonrío.
—Me gusta porque —suspira Louis felizmente en mi oído—, la idea de dejar mi olor en ti…
Se ahoga con las palabras, sentándose bruscamente y rueda quitándose de encima. Se aclara la garganta mientras está de pie, su es postura rígida. El repentino cambio en él, de relajado a tenso y bien herido, es sorprendente, para nada natural. Brutalmente forzado.
—Eso es todo por hoy —dice, con una extraña voz entrecortada—. Tienes que experimentar los besos inocentes el beso de la pareja, y el beso sexual. Esa es la diferencia entre ellos. Lección pasada. Vamos a llevarte a casa.
Una espina de decepción se aloja en mi lado, pero rápidamente alejo la sensación.
Este no es momento para distracciones o sentimentalismo. Archivo bien la experiencia recién adquirida mientras Louis camina conmigo a su coche.
—¿Cuándo debo besar a Niall? —pregunto mientras salimos del estacionamiento—. ¿O debería esperar a que me bese?
—¿Qué quieres tú? —pregunta Louis—. La mayoría de las chicas quieren que los chicos las besen en primer lugar.
—No me importa quién hace qué en primer lugar, con tal de que lleguemos a besarnos.
Se ríe, el sonido claro.
—Práctica como siempre. —Me mira de reojo—. Así que, ahora te gustan los besos, ¿o algo así?
—Sí. Es muy interesante y divertido y me gustaría hacer más de lo mismo. Tan pronto como sea posible.
—Siempre puedes llamarme. Vamos a considerar las lecciones o algo extra. Crédito adicional.
Cuando nos detenemos en mi dormitorio, Louis me ayuda a salir del coche.
—Bueno, te voy a traer mis deberes en los próximos días. ¿Nos vemos entonces?
—Si. Gracias por todo. El desayuno, las lecciones…
El beso. Besos, plural. Los muchos besos maravillosos.
Se entiende sin que tenga que decirlo. Hay una extraña y tensa calma. Louis mete las manos en los bolsillos mientras sonríe torcidamente.
—No es nada… Solo hago mi trabajo como tu profesor, ¿no?
Asiento y veo que se va. No da cinco pasos más allá de un árbol distante antes de que una chica con cabello castaño corto se engancha a su brazo riendo. Él golpea su trasero, y ella simplemente se ríe más fuerte. Alguna parte de mí está enfadada, profundamente, pero eso también lo alejo.
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