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SU PRIMER BESO

Cecilia Ortiz

C.S. Lewis

Los reyes de Narnia se encontraban reunidos en el gran salón junto con el príncipe Rabadash y varios sus consejeros. El motivo de la visita de la jerarquía de Tashban era cortejar a la reina Susan para conveniencia de ambos países, pero los cuatro Pevensie se opusieron rotundamente objetando que existían otras maneras de crear alianzas entre las naciones.

-Entonces entre Tashban y Narnia se formará una guerra- dijo el príncipe al ver la negación de los reyes. -Enviaré la declaración de guerra lo antes posible.

Los Pevensie no dijeron nada, pero compartieron una mirada de preocupación mientras que el príncipe y sus consejeros salían del gran salón.

- ¡Príncipe Rabadash! – lo llamó mientras corría hacia él. - ¡Alteza!

El hombre detuvo su andar y miró hacia atrás.

-Reina Tn, es un gusto escuchar su voz de nuevo.

Tn y el príncipe habían coincidido en varios eventos y en ocasiones compartían conversaciones muy amenas. La reina le sonrió.

- ¿Podríamos hablar un momento? Por favor... - el corazón de Tn latía muy fuerte y sus manos se sentían sudorosas por los nervios.

Él la observó por varios segundos y le regaló una sonrisa.

-Claro que si majestad.

-En la biblioteca tendremos privacidad- dijo ella y caminaron hacia la habitación que la reina había mencionado.

(...)

Los consejeros de Tashban esperaban impacientes en las afueras de Cair Paravel, pudieron observar como el príncipe se despedía de la reina depositando un pequeño beso en el dorso de su mano.

Al estar todos dentro del carruaje comenzaron a cuestionar al muchacho.

- ¿Eso quiere decir que no habrá guerra? -uno de los consejeros habló después de que el príncipe les contara sobre su conversación con la joven.

-Eso quiere decir que Tashban tendrá una nueva reina- dijo con una sonrisa triunfante.

(...)

Tn miraba como aquel carruaje se alejaba a velocidad media y cuando este desapareció de su vista se giró hacia uno de los guardias que custodiaban la entrada.

-Busca al rey Peter y dile que lo espero en la biblioteca.

Aquel fauno asintió y se adentró para buscar al sumo monarca.

(...)

- ¡¿Estás loca?! – gritó el rubio y la joven rodó los ojos con fastidio.

-Grita más fuerte que no te escucharon en muestro mundo Pet- dijo con sarcasmo y el rubio la fulminó con la mirada.

- ¿Por qué haces esto? -cuestionó y se acercó a ella.

-Lo hago por Narnia; es mi deber como reina y lo sabes.

-Pero no creo que sea la solución, no dejé que cortejaran a Susan, tampoco dejaré que lo hagan contigo.

-Hay una gran diferencia Peter; y es que yo le pedí a Rabadash que sellara la alianza conmigo- el sumo monarca la miró sin poder creerlo. -No soy tan hermosa como Susan, pero el peso de la jerarquía es la misma.

Peter bufó ante las palabras de su mejor amiga.

-Eres hermosa Tn.

Ella le sonrió enternecida.

-Ya no quiero más guerras Peter ¿podrías por favor confiar en mis decisiones? -el rey rodó los ojos y bajó la mirada.

-A Edmund le va a dar un infarto- murmuró, pero la reina lo había escuchado perfectamente.

- ¿Por qué le va a dar un infarto? -Peter se puso nervioso. Sabía perfectamente que su hermano estaba enamorado de Tn, pero Edmund aún no admitía lo que sentía y se molestaba cada vez que él sacaba el tema a flote.

-Digo... a Edmund, Lucy y Susan les dará un infarto cuando les compartas tu decisión- trató de sonar convincente y aunque la reina no le creyó no dijo nada y asintió.

-Entonces ¿si me apoyas? -preguntó ella con una sonrisa. -Es por el bien de Narnia Pet.

El rubio soltó un suspiró y asintió.

(...)

Sus dedos se entrelazaban y jugaban entre ellos por los nervios. Su respiración se entrecortaba y su corazón latía con fuerza. Se encontraba frente a las puertas que daban hacia el gran salón de Cair Paravel, aquel salón sería testigo de el nacimiento de la alianza entre Narnia y Tashban.

Hacía dos semanas atrás que Peter trataba de convencerla de que no se casara con el príncipe, pero ella se negaba a dar marcha atrás. Desde el día que había conversado con Rabadash en la biblioteca se había obligado a si misma a olvidar de una vez por todas al rey Edmund.

Ella estaba profundamente enamorada de Edmund, su corazón se llenaba de alegría cada vez que él le dedicaba una sonrisa o una mirada. Y es que desde su llegada a Narnia comenzó a sentir cosas por el rey, él se portaba de una forma diferente con ella, era caballeroso y atento, siempre la cuidaba y la escuchaba. Compartían mucho tiempo juntos y el rey tenía varios gestos que indicaban que él sentía lo mismo por ella.

De la noche a la mañana y sin dar explicación alguna, Edmund comenzó a distanciarse, cada vez que ella lo invitaba a pasar el tiempo juntos se excusaba de todas las maneras posibles y le decía: "prometo que la próxima vez no te fallaré", después de muchos rechazos ella dejó de insistir. Apenas cruzaba palabras y sonrisas con el azabache.

Un día se levantó decidida a confesarle sus sentimientos a Edmund, tomó valor y caminó hacia los jardines traseros. Al tener memorizada la rutina del rey sabía que lo encontraría allí.

Su sonrisa se desvaneció y sus pies se detuvieron al ver como el rey Edmund coqueteaba con una chica, que a sus ojos era mil veces mejor que ella en todos los sentidos. Comenzando con que ella tenía la completa atención del rey Edmund.

Sin hacer ruido retrocedió y con lágrimas en el rostro corrió a su habitación.

Pasaban los meses y se podría decir que Edmund tenía un nuevo interés amoroso cada quince días, a ella le ardía en el alma saber que nunca más tendría la atención de Edmund sobre ella como aquellas mujeres.

Cuando el príncipe Rabadash llegó a Cair Paravel guardó silencio, pero luego de meditarlo por varios segundos se dio cuenta de que aquel muchacho era su escape. Por eso cuando los Pevensie no le prestaban atención, salió del salón para alcanzar al príncipe.

Ahora, esperaba el sonar de las trompetas para entrar al salón y unir a dos naciones en una alianza de paz, unir su vida a la del príncipe Rabadash.

-Te vez muy bella- una voz la sacó de sus pensamientos y al mirar hacia atrás se encontró con el dueño de sus pensamientos.

-Gracias Edmund- dijo en voz y le sonrió tímida. Hacía tanto tiempo que no intercambiaban palabras. Sus nervios aumentaron al ver que el rey invadía su espacio personal.

-Podríamos haber ganado la guerra ¿sabes? Tenemos mucha ventaja sobre Tashban...

-Era la única forma...- lo interrumpió. Edmund frunció el ceño y ella soltó un suspiro, ya no tenía nada que perder ¿cierto? -Era la única forma de alejarme y de olvidarme de ti.

El semblante del rey cambió por completo.

- ¿Qué quieres decir? -preguntó nervioso. Ella se atrevió a mirarlo a los ojos.

-Estoy enamorada de ti Edmund y se que mi amor no es correspondido, así que estar lejos de ti me hará sentir menos miserable. Es por eso por lo que voy a casarme Ed, la alianza con Tashban para que haya paz es sólo una excusa.

La desesperación comenzaba a adueñarse del rey.

- ¿Por qué no me lo dijiste antes? -sus ojos comenzaron a cristalizarse. La tomó de los brazos y la acercó más a él.

-Lo intenté, pero tu atención estaba puesta en otras mujeres.

Lo que ella decía le caía como agua fría, pero era la verdad. Había estado con tantas mujeres para poder ignorar a su corazón, para ocultar sus sentimientos. Él la amaba y se había dado cuenta demasiado tarde.

Ambos se miraban en silencio.

-No lo hagas- suplicó. -Déjalo y ven conmigo.

Ella rompió el contacto visual y negó.

Ya era demasiado tarde.

El corazón de Edmund se encogió al darse cuenta de que la iba a perder para siempre y todo era su culpa. Si tan solo le hubiera hecho caso a Peter.

-Hasta pronto Edmund- dijo ella para luego tomar valor y acortar la distancia para unir sus labios. Él acunó su rostro entre sus manos mientras que las manos de ella reposaban en el pecho del joven.

Las trompetas se hicieron escuchar y ella se separó de forma lenta. Sin mirarlo a los ojos caminó hacia las puertas que se abrían y entró para tomar el camino que había elegido.

Varias lágrimas rodaron por las mejillas del rey. Una mano se posó en su hombro dándole ánimos, miró a su derecha y se encontró con su hermana mayor, ella había visto y escuchado todo.

Mientras ambos hermanos miraban como Peter entrelazaba la mano de Tn con la del príncipe Rabadash el rey habló.

-La perdí Susan; la perdí para siempre. 

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