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14 | 𝗻𝗼𝗿𝗯𝗲𝗿𝘁 ❜

CHAPTER FOURTEEN,
( norberto )

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EL DÍA DEL PARTIDO DE QUIDDITCH, Elizabeth tuvo que contener las ganas de ir a los vestidores para desearle suerte a Harry. Junto a Ron y Hermione tomó asiento cerca de Neville, que no entendía por qué estaban preocupados o por qué llevaban sus varitas al partido.

A Elizabeth se le ocurrió la idea de usar el Maleficio de las Piernas Unidas en Snape sí daba alguna señal de querer lastimar a Harry.

—No te olvides, es locomotor mortis —murmuró Hermione a Ron.

—Ya lo sé —respondió enfadado—. No me des más lata.

Segundos después los equipos salieron y notaron que Dumbledore estaba ahí.

—Nunca vi a Snape con esa cara de malo —rieron Ron y Elizabeth al mismo tiempo.

Alguien había golpeado a Ron en la cabeza. Era Malfoy.

—Oh, perdón, Weasley, no te había visto.

Malfoy sonrió burlonamente a Crabbe y Goyle.

—¿Quieres apostar, Elizabeth?

—Acaso este rubio mal teñido me acaba de llamar por mi nombre? —dijo la chica a Ron, rodando los ojos— Edwards para ti, Malfoy.

—En fin, cuanto crees que dure tú en esa escoba esta vez.

—Mas de lo que tu durarías cagandote del miedo, Malfoy.

—¿Sabéis por qué creo que eligen a la gente para la casa de Gryffindor? —dijo Malfoy en voz alta unos minutos más tarde—. Es gente a la que le tienen lástima. Como Potter; que no tiene padres, los Weasley, que no tienen dinero. Longbottom, que no tienes cerebro y Elizabeth con falta de una madre que la enseñara a ser educada.

—Malfoy, realmente quieres que te quite esa horrible sonrisa de chiguagua, ¿verdad? —escupió Elliott, molesto. Aunque ya no se hablara tanto con Elizabeth no significaba que no la defendería.

Ron que echaba humo se encaró con Malfoy, porque ningún idiota se podía meter con su mejor amiga, excepto el.

—Yo valgo por doce como tú, Malfoy —tartamudeó Neville que estaba rojo del enojo.

Malfoy, Crabbe y Goyle estallaron en carcajadas.

—Así se habla, Neville.

—Longbottom, si tu cerebro fuera de oro serías más pobre que Weasley, y con eso te digo todo.

—Porque mejor no cierras esa enorme bocotá que tienes porque realmente me tienes cansado. Jamás en tu vida vuelvas a meterte con mi mejor amiga, ni la menciones porque te irá muy mal.

—O que, no es como si un pobretón como tú pudiera hacer algo.

Ron estalló, tirándose encima de Malfoy.

Elizabeth está completamente perpleja, cubriéndose la boca, trataba de alejarlos, pero todo fue peor cuando Neville se encaró con Crabbe y Goyle. Y Ron y Elliott se turnaban para golpear a Malfoy.

Para el momento que Elizabeth pudo separarlos, el partido ya había acabado con Harry agitando la snitch.









—Harry, ¿dónde estabas? —preguntó Hermione con voz aguda.

—¡Ganamos! ¡Ganamos! ¡Ganamos! —gritaba Ron al tiempo que daba palmadas a Harry en la espalda—. ¡Y yo le puse un ojo negro a Malfoy, porque se metió con Elizabeth y Neville trató de vencer a Crabbe y Goyle él solo! Todavía está inconsciente, pero la señora Pomfrey dice que se pondrá bien. Todos te están esperando en la sala común, vamos a celebrar una fiesta, Fred y George robaron unos pasteles y otras cosas de la cocina...

—Ahora eso no importa —dijo Harry sin aliento—. Vamos a buscar una habitación vacía, ya verán cuando oigan esto...

Se aseguraron de que Peeves no estuviera dentro antes de cerrar la puerta, y entonces él les contó lo que había visto y oído.

—¡Así que teníamos razón! Es la Piedra Filosofal y Snape trata de obligar a Quirrell a que lo ayude a conseguir la piedra filosofal —repitió Elizabeth entendiendo lo que Harry les había dicho.

—¿Quieres decir que la Piedra estará segura mientras Quirrell se oponga a Snape? —preguntó alarmada Hermione.

—En ese caso no durará mucho....

—Mejor me voy a dormir, esto es demasiado para mi —se quejo Elizabeth subiendo hacia la habitación.









Quirrell se fue poniendo cada vez más delgado y pálido, pero no parecía que su voluntad hubiera cedido.

Cuando pasaban por el tercer piso, siempre trataban de oír gruñidos de Fluffy.

Hermione hizo horarios para repasar y subrayar con diferentes colores sus apuntes. A Harry y a Ron no les habría importado eso, pero los fastidiaba todo el tiempo para que hicieran lo mismo, Elizabeth solo estudiaba con ella para apoyarla.

Desde pequeña, Elizabeth siempre fue buena para memorizar cosas, así que estaba más que segura que le iba a ir bien en los exámenes.

—Hermione, faltan siglos para los exámenes...!

—Diez semanas —replicó Hermione—. Eso no son siglos, es un segundo para Nicolás Flamel.

—Pero nosotros no tenemos seiscientos años —le recordó Ron. Harry y Elizabeth compartieron miradas rodando los ojos—. De todos modos, ¿Para qué repasas si ya lo sabes todo?

—¿Te has dado cuenta de que tenemos que pasar estos exámenes para entrar en segundo año? Son muy importantes...

Los profesores pensaban lo mismo que Hermione. Harry, Elizabeth y Ron pasaban la mayor parte de su tiempo libre en la biblioteca con ella, tratando de hacer todo el trabajo suplementario.

—Nunca podré acordarme de esto —estalló Ron una tarde, arrojando la pluma y mirando por la ventana, era un buen día soleado.

Elizabeth descansaba mientras su cabeza estaba rescostada en su libro.

—¡Hagrid! ¿Qué estás haciendo en la biblioteca?

Hagrid escondio algo detrás de la espalda.

—Estaba mirando —dijo nervioso—. ¿Y vosotros qué hacen? No están buscando todavía a Nicolás Flamel, ¿no?

—Oh, lo encontramos hace siglos —dijo Ron con aire grandilocuente—. Y también sabemos lo que custodia el perro, es la Piedra Fi...

—¡¡Shhh!! —Hagrid miró alrededor para ver si alguien los escuchaba—. No pueden ir por ahí diciéndolo a gritos.

—En realidad, hay unas pocas cosas que queremos preguntarte —dijo Harry— sobre qué cosas más custodian la Piedra, además de Fluffy...

—¡SHHHH! —dijo Hagrid otra vez—. Miren, vengan a verme más tarde, no les prometo que les vaya a decir algo.

—Te vemos más tarde, entonces —dijo Harry.

Hagrid se escabulló.

—¿Qué escondía detrás de la espalda? —dijo Hermione con aire pensativo.

—¿Creéis que tiene que ver con la piedra?

—Voy a ver en qué sección estaba —dijo Ron llevándose a Elizabeth con él, ya que no permitiría que ella se quedara con Harry.

Ambos regresaron un minuto más tarde, con muchos libros en los brazos, luego los desparramaron sobre la mesa.

—¡Dragones! ¡Buscaba cosas sobre dragones! Miren estos libros...

—Hagrid siempre quiso tener un dragón, me lo dijo el día que lo conocí —dijo Harry.

—Pero va contra nuestras leyes —dijo Ron—. Criar dragones fue prohibido por la Convención de Magos de 1709, todos lo saben. Era difícil que los muggles no nos detectarán si teníamos dragones en nuestros jardines. De todos modos, no se puede domesticar un dragón, es peligroso. Tendríais que ver las quemaduras que Charlie se hizo con esos dragones salvajes de Rumania.

—Pero no hay dragones salvajes en Inglaterra, ¿verdad? —preguntaron Harry y Elizabeth al unísono.

—Por supuesto que hay —respondió Ron—. Verdes en Gales y negros en Escocia. Al ministro de Magia le ha costado trabajo silenciar ese asunto, te lo aseguro. Los nuestros tienen que hacerles encantamientos a los muggles que los han visto para que los olviden.

—Entonces ¿en qué está metido Hagrid? —dijo Hermione.









Dentro de la cabaña el calor era sofocante, por la chimenea. Hagrid les preparó el té y les ofreció bocadillos de comadreja, que ellos no aceptaron.

—Entonces ¿Querían preguntarme algo?

—Sí —dijo Harry—. Nos preguntamos si podrías decirnos si hay algo más que custodie a la Piedra Filosofal, además de Fluffy.

Hagrid lo miró con aire adusto.

—Por supuesto que no puedo —dijo—. Esa piedra está aquí por un buen motivo. Casi la roban de Gringotts...Aunque eso ya lo saben, ¿no? Me gustaría saber cómo averiguaron lo de Fluffy.

—Por favor, Hagrid, sé que tú sabes todo, sabes todo lo que sucede por aquí. Ya que Dumbledore confía demasiado en ti, eres como su mano derecha...Oh, que sería de Dumbledore sin ti. —dijo Elizabeth con una voz sensible y delicada.

Con esas últimas palabras, el pecho de Hagrid se ensanchó. Harry, Hermione y Ron miraron a Elizabeth con orgullo.

—Bueno, yo les presté a Fluffy... luego algunos de los profesores hicieron encantamientos; como Sprout, Flitwick, McGonagall, Quirrell, Dumbledore y Snape.

—¿Snape?

—Ajá... No seguirán con eso todavía, ¿no? Miren, Snape ayudó a proteger la Piedra, no quiere robarla.

—Tu eres el único que sabe cómo pasar ante Fluffy, ¿no, Hagrid? — preguntó Harry con ansiedad—. Y no se lo dirás a nadie, ¿no es cierto? ¿Ni siquiera a un profesor?

—Ni un alma lo sabe, salvo Dumbledore y yo —dijo Hagrid con orgullo.

—Bueno, eso es algo —murmuró Harry a los demás—. Hagrid, ¿podríamos abrir una ventana? Me estoy asando.

—Si, Hagrid, por favor. Comenzaré a vaporizarme. —lloriqueaba Elizabeth atándose el cabello en una coleta.

—Lo lamento, pero no puedo —respondió el gigante.

—Hagrid... ¿Qué es eso? —preguntó Elizabeth, apuntando a la chimenea.

Hagrid se tocaba la barba, nervioso.

—¿Dónde lo has conseguido, Hagrid? —preguntó Ron, observando el huevo.

—Lo gané en un bar —explicó Hagrid.

—Pero ¿qué vas a hacer cuando salga del cascarón? —preguntó Hermione.

—Bueno, estuve leyendo un poco —dijo Hagrid, sacando un gran libro de debajo de su almohada y cometo a contarles sobre los cuidados que debía tener con él—, El que tengo es un ridgeback noruego.

—Hagrid, tú vives en una casa de madera —dijo Elizabeth sonando obvia.

Pero Hagrid no la escucho. Canturreaba alegremente mientras alimentaba el fuego.

Así que ya tenían algo más de qué preocuparse: lo que podía sucederle a Hagrid si alguien descubre que ocultaba un dragón ilegal en su cabaña.

—Me pregunto cómo será tener una vida tranquila —suspiro Ron.









Durante un desayuno, Hedwig entregó a Harry otra nota de Hagrid. Sólo decía: «Está a punto de salir».

Ron y Elizabeth querían faltar a la clase de Herbología e ir directamente a la cabaña, pero Hermione no quería ni oír hablar de eso.

—Hermione, ¿cuántas veces en nuestra vida veremos a un dragón saliendo de su huevo?

—Tenemos clases, nos vamos a meter en líos y no vamos a poder hacer nada cuando alguien descubra lo que Hagrid está haciendo...

—¡SHH! —susurró Harry.

Malfoy estaba cerca de ellos y se había quedado inmóvil para escucharlos.

Entonces, Elizabeth se acercó a él, pero como Malfoy estaba desprevenido le tomó por sorpresa cuando Elizabeth lo jalo de la oreja para que se largase a otro lugar.

—¡Suéltame sangre sucia!

—¡Sucios tus calzones, Malfoy! —respondio Elizabeth retandolo con la mirada. 









—Ya casi está fuera —dijo Hagrid cuando entraron.

El huevo estaba sobre la mesa. Algo en el interior se movía y un raro ruido salía de allí.

De un segundo para el otro el huevo se abrió.

Elizabeth, que suponía que el dragón iba a ser tierno, terminó siendo todo lo contrario.

—¿No es precioso? —murmuró Hagrid. Pero el dragón le dio un mordisco en los dedos con sus colmillos— Lo llamaré Norberto.

—Ha perdido el juicio —murmuró Ron a Harry.

—Hagrid —dijo Hermione—. ¿Cuánto tardan en crecer los ridgebacks noruegos?

Hagrid iba a contestarle, cuando de golpe su rostro palideció. Se puso de pie de un salto y corrió hacia la ventana.

—¿Qué sucede?

—Alguien estaba mirando por una rendija de la cortina... Era un chico... Va corriendo hacia el colegio.

Harry fue hasta la puerta y miró. Incluso a distancia, era inconfundible: Malfoy había visto el dragón.

—Hagrid —dijo Harry en voz muy alta—, espera unas semanas y Norberto será tan grande como tu casa. Malfoy se lo contará a Dumbledore en cualquier momento.

—Si, Hagrid. ¡Debes dejarlo ir!


𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔 ✧
┆ ✐; ❝holiii, regrese despues de tanto tiempo. Lamento mucho no haber publicado, pero ahora ya todo esta resuelto con mis notas y logre enfocarme lo suficiente en mis estudios. 

Estoy trabajando en una nueva historia: como les gustaria esta historia, ideas?

Estaba pensando en hacer un Love Triangle, pero aun no me decido con que personajes(otra historia de harry potter)❞


┆ ✐Recuerda; ❝ Espero que les guste y apoyen esta saga, por favor no sean lectores fantasmas, voten y comenten. ¡♡♡♡!❞
╰───────────────✧

Con cariño,

𝗺𝗮𝗿𝘆 ❤️!

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