08 | 𝘁𝗿𝗼𝗹𝗹 ❜
━ CHAPTER EIGHT,
( trol )
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CUANDO SE RECONCILIARON, Harry le había explicado todo lo que había pasado, también sobre un perro con tres cabezas y que Filch casi los había atrapado.
Ese día Harry le había dado un beso. Un beso en la mejilla. Tanto Harry y Ron estaban felices de que Elizabeth no estuviera enojada con ellos.
Elizabeth estaba sentada disfrutando tranquilamente del desayuno junto a sus amigos; el pelirrojo y el azabache. Ya no seguía molesta con ellos.
Mientras las lechuzas volaron por el Gran Comedor, como era de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en un paquete largo y delgado, que llevaban 6 lechuzas blancas.
Elizabeth, Ron y Harry estaban tan interesados como los demás en ver lo que había dentro y los tres se sorprendieron bastante cuando las lechuzas bajaron y dejaron el paquete frente a Harry.
Una lechuza le dejó una carta a Harry:
NO ABRAS EL PAQUETE EN LA MESA
Contiene tu nueva Nimbus 2.000, pero no quiero que todos sepan que te han comprado una escoba, porque también querrán una. Oliver Wood te esperará esta noche en el campo de quidditch a las siete, para tu primera sesión de entrenamiento.
Profesora McGonagall
—¡Una Nimbus 2.000! —gimió Ron con envidia—. Yo nunca he tocado ninguna.
Los tres salieron del Gran Comedor directo a los dormitorios, encontrándose con Malfoy quien era seguido por Crabbe y Goyle. Le quitó el paquete de las manos a Harry.
—Es una escoba —dijo, devolviéndole bruscamente, con una mezcla de celos y rencor en su cara—. Esta vez lo has hecho,Potter. Los de primer año no tienen permiso para tener una.
Ron no pudo resistirse.
—No es ninguna escoba vieja —dijo—. Es una Nimbus 2.000.¿Cuál dijiste que tenías en casa, Malfoy una Comet 260? —Sonrió con aire burlón—. Las Comet parecen veloces, pero no tienen nada que hacer con las Nimbus.
—¿Qué sabes tú, Weasley, si no puedes comprar ni la mitad del palo? —replicó Malfoy—. Supongo que tú y tus hermanos tenéis que ir reuniendo la escoba ramita a ramita.
Antes de que Ron pudiera contestarle, el profesor Flitwick apareció detrás de Malfoy
—No os estaréis peleando, ¿verdad, chicos? —preguntó con voz chillona.
—A Potter le han enviado una escoba, profesor —dijo rápidamente Malfoy.
—Sí, sí, está muy bien —dijo el profesor Flitwick, mirando radiante a Harry—. La profesora McGonagall me habló de las circunstancias especiales, Potter. ¿Y qué modelo es?
—La Nimbus 2.000, profesor —dijo Elizabeth, sin poder contener más la risa por la cara de Malfoy.
—Y realmente es gracias a Malfoy que la tengo.
—Buen trabajo, Draco. Choca esos cinco —Draco disgustado chocó su palma con la de Elizabeth— Al menos sirves para algo.
Cuando llegaron al dormitorio de los chicos se encontraron con Elliott, que intentaba terminar una tarea. Harry dejó la Nimbus sobre su cama.
Aunque Elizabeth no tenía ni idea sobre el quidditch o las escobas, tenía que admitir que era increíble.
—Bueno, Potter, empieza a barrer que sin duda esta habitación está hecha un asco. —dijo Elliott, asombrado mirando la escoba.
—Sabes que es para el Quidditch, ¿no? —le preguntó Ron a Elliott.
—Si, lo sé. Pero era una broma, Weasley. ¿Acaso no tienes sentido del humor?
—Si, si lo tengo. Pero tu chiste fue tan malo que no me causó ni una pizca de gracia!
—Oh, vamos. Sé que por dentro estas muriendo de risa.
—Jamás.
Sin duda Ron y Elliott no se llevaban bien.
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Esa mañana se despertaron con el delicioso aroma de la calabaza asada flotando por los pasillos. El profesor Flitwick anunció en su clase de Encantamientos que pensaba que ya estaban listos para empezar a hacer volar objetos, algo que todos se morían por hacer desde que vieron cómo hacía volar el sapo de Neville. El profesor Flitwick dividió a la clase por parejas para que practicarán.
La pareja de Harry era Seamus Finnigan. Elizabeth con Elliott, y bueno Ron con Hermione. Era difícil decir quién estaba más enfadado de los dos.
—Y ahora no se olviden del movimiento de muñeca que hemos estado practicando —dijo con voz aguda el profesor, subido a sus libros, como de costumbre—. Agitar y golpear, recordad, agitar y golpear. Y pronunciar las palabras mágicas correctamente es muy importante.
Elizabeth y Elliott compartieron miradas y sonrieron despreocupados, realmente pensaron que sería fácil. Agitaron y golpearon, pero la pluma que debía volar hasta el techo no se movía del pupitre.
Seamus se puso tan impaciente que la pinchó con su varita y le prendió fuego. Harry tuvo que apagarlo con su sombrero.
Ron, en la mesa de al lado, no estaba teniendo mucha suerte.
—¡Wingardium Leviosa! —gritó, agitando sus largos brazos como un molino.
—Lo estás diciendo mal. —Elizabeth oyó que Hermione lo reñía—. Es Win-gar-dium Levi-o-sa, pronuncia más claro y más largo.
—Dilo tú, entonces, si eres tan inteligente —dijo Ron con rabia.
Hermione se arremangó las mangas de la túnica, agitó la varita y dijo: «Wingardium Leviosa.» La pluma se elevó del pupitre y llegó hasta más de un metro por encima de sus cabezas.
—¡Oh, bien hecho! —gritó el profesor Flitwick, aplaudiendo—. ¡Mirad, la señorita Granger lo ha conseguido!
La clase comienza a aplaudir, Ron se encogió de hombros molesto. Elizabeth le sonrió orgullosa.
—Sigamos intentando —Elliott no era una persona que se rendía rápido, sin despegar la vista de Hermione, trato de copiar el mismo movimiento de la varita.
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La clase había terminado. Elizabeth caminaba al lado de Hermione, mientras Ron, Harry, Elliott hablaban por un lado.
—Es LeViOsA, no LeViOsAr. Honestamente, es una pesadilla. ¡No es de extrañar que no tenga amigos por ser una sabelotodo!
—Es suficiente, Ron...no es para tanto —dijo Elliott, tranquilo.— Acaso te dolió tanto que ella te haya humillado en clase, porque sinceramente ella es mucho mejor que tu.
—¡NO!
Hermione sollozo al lado de Elizabeth y pasó chocando contra Ron. Pudieron ver su cara y se sorprendieron al ver qué estaba llorando.
—¿Y qué? —dijo Ron, aunque parecía un poco incómodo—. Ya debe de haberse dado cuenta de que no tiene amigos.
Elizabeth estaba furiosa, esta vez Ron se había pasado de la raya. Con el libro que tenía en la mano, lo pego en la parte trasera de la cabeza.
Ron se encogió de hombros, apartando la mirada de Elizabeth.
Y de pronto Elizabeth comenzó a gritar.
—Por supuesto que te oyó idiota, tonto... ¿cómo te atreves a decir eso, que mosca te pico? ¡TE FALTA UN TORNILLO! Y para tu información, YO SOY SU MEJOR AMIGA —Elizabeth se dio la vuelta dispuesta a perseguir a Hermione.
—Parecía tan tranquila y calmada. Al parecer fue una publicidad engañosa ¿saben dónde la podemos devolver?—dijo Dean divertido pasando con Seamus y Neville.
Una vez que Elizabeth llegó al baño de chicas, pudo escuchar los chillidos y sollozos de Hermione. Trato de calmarla, mientras se apoyaba en la puerta del cubículo.
—Vete de una vez, Ron tiene razón. Soy una sabelotodo...
—Exacto —concordó Elizabeth y Hermione sollozó nuevamente—. Eres una sabelotodo y Ron un tonto con cerebro en forma de una nuez...
—¡Es un tonto! —chilló desde adentro Hermione.
—Tu lo has dicho. No llores más, Hermione. Una vez cuando era chiquita estaba llorando y Henry me dijo que si seguía llorando, mis ojos se iban a torcer y mi voz sonaría como la de un pato. Y que toda mi cara se llenaria de arrugas. —con el temor que Elizabeth tenía que le pasara eso, decidió ya no llorar jamás.
—Probablemente eso sea mentira.
—Puede que sí o puede que no. Pero Henry siempre tiene razón.
Hermione rió mientras salía lentamente del cubículo, Elizabeth sonrió y la abrazo.
—Me tienes a mí —susurró Elizabeth—. Soy tu mejor amiga.
Hermione la apretó durante el abrazo.
—¿Qué es ese olor? —preguntó Elizabeth, tapándose la nariz— Deberían limpiar estos baños...
Hermione negó y le dijo a Elizabeth que disimuladamente se diera la vuelta. Había un trol de tres metros parado enfrente a ellas. Las dos ahogaron un grito. Rápidamente entraron al cubículo y escucharon que los lavamanos estaban siendo destruidos.
Escucharon como la puerta se abría, miraron debajo de la puerta y vieron a Ron y Harry.
—¡Distráelo! —gritó Harry desesperado y tirando de un grifo,lo arrojó con toda su fuerza contra la pared.
El troll se balanceó, parpadeando con aire estúpido, para ver quién había hecho aquel ruido. Sus ojitos malignos detectaron a Harry, vaciló y luego se abalanzó sobre él, levantando su bastón.
—¡Eh, cerebro de guisante! —gritó Ron desde el otro extremo tirándole una cañería de metal. El ser deforme no pareció notar que la cañería lo golpeaba en la espalda, pero sí oyó el aullido y se detuvo otra vez, volviendo su horrible hocico hacia Ron y dando tiempo a Harry para correr.
—¡Vamos, corran, corran! —Harry gritó a Hermione y Elizabeth, tratando de empujarlos hacia la puerta, pero Hermine no se movía, Elizabeth desesperada le jalaba de la mano de Hermione.
Los gritos y los golpes parecían haber enloquecido al trol.
Harry Habia hecho algo muy valiente y muy estúpido: corrió, dando un gran saltoy se colgó, por detrás, del cuello de aquel monstruo. La feroz criatura no se daba cuenta de que Harry colgaba de su espalda, pero hasta un ser así podía sentirlo si uno le clava un palito de madera en la nariz, pues la varita de Harry todavía estaba en su mano cuando saltó y se había introducido directamente en uno de los orificios nasales del trol.
Chillando de dolor; el trol se agitó y sacudió su bastón, con Harry colgado de su cuello y luchando por su vida. En cualquier momento el monstruo lo destrozaría o le daría un golpe terrible con el bastón.
Ron empuñó su propia varita, sin saber qué iba a hacer; y se oyó gritar el primer hechizo que se le ocurrió:
—¡Wingardium leviosa!
El bastón salió volando de las manos del trol, se elevó, muy arriba, y luego dio la vuelta y se dejó caer con fuerza sobre la cabeza de su dueño. El trol se balanceó y cayó boca abajo con un ruido que hizo temblar la habitación.
Harry se puso de pie, le faltaba el aire.
—No lo creo —dijo Harry—. Supongo que está desmayado...¡Elizabeth!
Harry de un momento para el otro se había tirado hacia su mejor amiga, envolviendola en un fuerte abrazo. Ron y Hermione se miraron mutuamente, sin saber qué decir o hacer.
—¿Acoso quieres que te abrace? —preguntó Ron, haciendo cara tonta.
—Ni te atrevas.
—¿Estás bien? ¿estás bien? No te pasó nada malo ¿ningún rasguño? —Harry hablaba muy rápido, con sus manos en las mejillas de Elizabeth— Debes estar hambrienta. ¡Te desmayaras si no comes!
—Harry, estoy bien —respondió Elizabeth, se sentía un poco conmovida de que realmente fuera tan importante para él.
Un súbito portazo y fuertes pisadas hicieron que los tres se sobresaltaron. La profesora McGonagall entraba apresuradamente en la habitación, seguida por Snape y Quirrell. Quirrell dirigió una mirada al monstruo, se le escapó un gemido y se dejó caer en un inodoro, apretando el pecho.
Snape se inclinó sobre el trol. La profesora McGonagall los miraba tan enojada. Tenía los labios blancos.
—¿En qué estabais pensando, por todos los cielos? —dijo la profesora McGonagall con una furia helada. Todos se miraron, Ron todavía tenía la varita levantada—. Tenéis suerte de que no os haya matado. ¿Por qué no estabais en los dormitorios?
Snape dirigió a Harry una mirada aguda e inquisidora.
Entonces, una vocecita surgió de las sombras.
—Por favor, profesora McGonagall...Estaban buscándome a mí.
—¡Señorita Granger!
—Vine a buscar al trol porque yo... pensé que podía vencerlo, porque, ya sabe, había leído mucho sobre el tema.
Ron dejó caer su varita. ¿Hermione Granger diciendo una mentira a su profesora?
—Si ellos no me hubieran encontrado, ahora estaría muerta. Harry le clavó su varita en la nariz y Ron lo hizo golpearse con su propio bastón. Y Elizabeth me ayudó a ponerme en un lugar seguro para que no nos pase nada malo. No tuvieron tiempo de ir a buscar ayuda. Estaba a punto de matarme cuando ellos llegaron.
—Bueno... en ese caso... —dijo la profesora McGonagall, contemplando a los tres niños—. Señorita Granger, eres una tonta. ¿Cómo creías que ibas a derrotar a un trol gigante tú sola?
Todos estaban mudos. Hermione jamás rompía las reglas.
—Señorita Granger, por esto Gryffindor perderá cinco puntos —dijo la profesora McGonagall—. Mejor que vuelvas a la torre Gryffindor. Los alumnos están terminando la fiesta en sus casas.
Hermione se marchó. La profesora McGonagall se volvió hacia Harry y Ron.
—Bueno, sigo pensando que habéis tenido suerte, pero no muchos de primer año podrían derrumbar esta montaña. Habéis ganado cinco puntos cada uno.
—Tendríamos que haber obtenido más de diez puntos —se quejó Ron cuando salieron del lugar.
—Diez, querrás decir, una vez que se descuenten los de Hermione.
—Se ha portado muy bien al sacarnos de este lío —admitió Ron—. Claro que nosotros la hemos salvado.
—No habría necesitado que la salváramos si no hubiéramos encerrado a esa cosa con ellas —le recordó Harry.
—Debes disculparte con ella, o te dejo de hablar por el resto de mi vida. —le aviso Elizabeth a Ron.
—¿Disculparme? ¿Qué hice?
—Las palabras que le dijiste fueron hirientes, sabes..
—Bien, me disculpare. Pero solamente si me acuerdo. ¡BIEN! Lo haré porque no quiero otro golpe con tu libro.
La sala común estaba llena de gente y ruidos. Todos comían lo que les habían subido. Hermione estaba sola, esperándolos. Sin mirarse, todos dijeron: «Gracias» y Ron se disculpó, luego corrieron a buscar platos.
Hermione Granger se convirtió en su amiga.
Hay algunas cosas que no se pueden compartir sin terminar unidos, y derrumbar un trol de tres metros y medio es una de esas cosas.
╭ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔 ✧
┆ ✐; ❝¿Esta muy largo el capítulo?...bueno pues no puedo creer que Edén y la piedra filosofal ya va a llegar a 200 votos con 400 lecturas! Enserio estro muy feliz, porque realmente he estado dando lo mejor de mi escribiendo este libro. ¡Enserio, Gracias por el apoyo! El primero en comentar un su animal favorito le dado un beso! Nah, mentira. A todos les voy a dar un beso ❞
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┆ ✐Recuerda; ❝ Espero que les guste y apoyen esta saga, por favor no sean lectores fantasmas, voten y comenten. ¡♡♡♡!❞
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Con cariño,
Mary ❤️!
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