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El espécimen Dan

El cielo estaba azul... eso era buena señal.

Al menos lo era para los humanos sobrevivientes del virus Recesión 1 (R1), que había eliminado al 60 % de la población mundial, volviendo el planeta un lugar casi inhabitable, con cuerpos muertos levantándose en busca de carne y sangre, hasta la creación del circuito del Edén.

Pero solo pocos podían vivir en la matriz. El resto de la población... simples humanos como se les decía... estaban destinado a vivir en las colmenas. Recintos externos donde esos simples humanos intentaban llevar una vida normal después del caos.

Muchos años después era tan normal que el mundo como se conocía en el pasado parecía un cuento de hadas.

***

La brisa de la tarde sopló suave sacudiendo el cabello castaño sobre su cabeza. Kim Dan, un humano nacido en una de las colmenas muchas veces se quedaba mirando el cielo... verificando que este aún fuera azul. De repente una pelota golpeó su pierna y lo hizo salir de su nebulosa.

-Profesor, profesor, está en las nubes de nuevo- un niño de unos 13 años se acercó corriendo hacia él con una sonrisa y detrás de él dos más.

-Tengan cuidado- les dijo con una expresión amable y se inclinó para agarrar la pelota y lanzársela a ellos.

Si, él era un profesor. No es que hubiera muchos trabajos en las colmenas, sobre todo las más alejadas del núcleo del Edén. A pesar de eso era un trabajo tranquilo que le daba de comer lo necesario y no morir de hambre. Además, pensar en un futuro era algo que no era una costumbre, después de todo el virus R1 seguía latente, había muchos zombis, si, como esos de las películas de terror que ya nadie recordaba.

Cualquiera podía ser el último día.

Pero él, intentaba vivir su vida lo mejor que podía... se lo había prometido a su abuela. Su rostro se ensombreció cuando la recordó junto con los últimos eventos relacionado con ella. Sacudió la cabeza y se golpeó las mejillas. No debía pensar en eso. Ya habían pasado cinco años desde aquello.

***

Terminada su jornada despidió a los pocos niños que quedaban en el terreno, la reproducción humana cada día estaba más en decadencia y aun cuando se trabajaba en ese hecho no había resultados relevantes. Recogió sus cosas y caminó en dirección a su casa en uno de los recintos estandarizados de la colmena. Una pequeña habitación en un largo pasillo con las condiciones mínimas para vivir.

No es que la colmena tuviera las mejores condiciones del mundo, y menos cuando se vivía en la zona central. Aún recordaba cuando vivía con su abuela en una casa de madera, pero amplia, ventilada y donde había tenido los mejores recuerdos... hasta ese día donde el cielo se había puesto rojo.

Rojo carmín... rojo como la sangre... el rojo que anunciaba que los zombis habían invadido la estancia y estaban cerca.

El mismo rojo que había visto por la ventana al despertar en plena madrugada tras gritos y fuertes sonidos, el mismo rojo que había salpicado su rostro al ver el cuerpo de su abuela caer en el suelo al ser mordida cuando intentó alejar al zombi que lo había atacado por la espalda. El mismo rojo que había visto en los ojos de su abuela cuando esta se levantó y lo atacó.

AAAAAAHHHHHH

Como todas las noches Dan se sentó en la cama jadeando y con el cuerpo bañado en sudor. Otra vez esa pesadilla. La misma que venía atacándolo desde había vivido esa tragedia.

Se cubrió el rostro con sus manos encontrando que sus mejillas estaban húmedas. La habitación se sentía aún más fría que otras noches y él temblaba. Ah, odiaba todo eso, odiaba tener que recordar cómo había tenido que huir dejando a su abuela detrás sabiendo que ella ya no era la amable persona sino un infestado más.

El sonido de disparo que había dado fin al sufrimiento de ella haciendo que su cuerpo se desmoronara en el suelo tras llegar las fuerzas Black aún era audible en sus oídos, resonando como si hubiera sido ayer.

Tragó en sollozo. Los eventos eran tan vívidos en su cabeza que no los podía olvidar, pero por encima de ellos siempre aparecía los recuerdos de él entrelazando dedos con su abuela haciéndole prometer que haría cada día de su vida mejor.

Pero era tan difícil.

Agotado y sabiendo que ya no dormiría más en ese día Dan se levantó y fue al baño. El pequeño espejo que solo dejaba ver hasta la mitad de su torso reflejó su imagen algo cansada después de apenas dormir, con sus ojos rojos e hinchados. Sin embargo, lo que más llamaba la atención era la marca de mordida con la piel mucho más colorada en su hombro derecho que contrastaba con su palidez.

Un recuerdo de la mordida dada por su propia abuela. Y aun cuando pensó que su vida terminaría igual que ella, para su sorpresa aún estaba allí, con todos sus sentidos y siendo un humano normal.

Dan se había preguntado por mucho tiempo porque no había cambiado. Por qué no había sido infestado, mas no había respuestas por ningún lado. Solo se había limitado a esconder la cicatriz para evitar problemas y seguir su vida normal.

O eso era lo que creía.

No se esperó que después del primer receso de la mañana... el cielo de tiñera de rojo... había zombis en la colmena.

***

-Y bien, este es el resultado que hemos obtenido después del estudio de las últimas muestras de sangre que estaban archivadas de la colmena.

En la enorme pantalla de la sala se proyectó una ficha identificativa con los datos de una persona.

-Se encuentra en una de las colmenas de los límites. Tiene 30 años. Su nombre es Kim Dan. La muestra de su sangre fue la única que no reaccionó al virus R1- dijo el científico al lado de la pantalla- El cuerpo de investigación hemos llegado a la conclusión que podemos crear un suero para hacer inmune a las demás personas a partir de su sangre. Necesitamos traerlo al Edén para ser resguardado y utilizado para salvar la humanidad.

El resto de las personas de la sala se quedaron en silencio, en parte porque por fin, en años, habían encontrado una solución para poder combatir el virus y mantenerlo a raya.

-Es interesante ¿verdad?- un joven de cabello rubio platinado dijo en voz baja con una sonrisa en sus labios mirando de reojo al compañero sentado a su lado que no había dicho nada y aunque podía parecer desinteresado en el asunto, como en todo a su alrededor... su mirada estaba fija en la foto- ¿Qué? ¿te gusta? Es lindo, verdad, es una lástima que será una rata de laboratorio- Choi Heesung expresó alzando los hombros.

-Cállate- soltó el hombre de cabello negro soltando un leve suspiro, sabiendo que sí, los investigadores lo querían, pero quienes tendrían que ir a ese lugar serían ellos.

En eso la puerta fuer abierta de golpe y un hombre entró con el rostro pálido.

-¿Cómo te atreves a interrumpir esta conferencia?- uno de los directivos le soltó para ser interrumpido.

-La colmena 98 fue invadida por zombis, está en estado crítico. Incluso el sistema de protección se activó dejando entrar... pero no dejado salir a nadie.

La tensión se olió en la sala hasta que el científico se exaltó.

-La colmena 98- casi gritó- Demonios allí es donde se encuentra Kim Dan- su mirada recayó en los dos hombres vestidos completamente de negro, sobre todo en el que también compartía ese color en sus ojos – No podemos por nada del mundo dejar que el espécimen más importante del momento se pierda. Prepare su equipo de la tropa Black para la salida inmediata en el rescate de Kim Dan, Capitán Joo Jaekyung.

El hombre mencionado apretó los dientes y chasqueó la lengua.

-Carajo.

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