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𝟬𝟮𝟯 army

CAPÍTULO VEINTITRÉS: EJÉRCITO.



      Harry entrelazó sus dedos con los de Edelyn mientras caminaban por el pasadizo secreto, Ron y Hermione directamente tras ellos y Neville Longbottom liderando. La ansiedad se alzaba con cada paso que tomaban más cerca a Hogwarts, y Harry quería parar: plantar los pies sobre la tierra debajo, girarse, y volver a la seguridad de la Cabeza de Hog. El miedo se aferraba a su estómago y la aprehensión hacía a sus huesos temblar. Pero sabía que este era el momento de ser valiente, por lo que apretó su mano y continuó hacia delante.

      Una puerta fue encontrada al final del pasillo, y el Cuarteto Dorado intercambió una mirada antes de pasar después de Neville. Tan pronto como emergieron en la habitación, fueron recibidos por gritos de celebración.

      —¡Harry!

      —¡Es Potter! Es Potter y Black.

      —¡Ron! ¡Hermione!

      —Dile a Remus y los demás que Harry está de vuelta —Edelyn escuchó a Neville antes de que ella y sus amigos fueran rodeados por un grupo de veinte o más personas. Los abrazaron, palmearon sus espaldas, los despeinaron, y sacudieron sus manos.

      Después de lo que se sintió como media hora de saludos, Neville finalmente dijo—. Bueno, bueno, cálmense.

      La multitud se alejó y el Cuarteto Dorado miró alrededor. La habitación en la que estaban era grande y estaba llena de rostros familiares. Las paredes estaban cubiertas con brillantes tapices que representaban a Hufflepuff, Gryffindor y Ravenclaw. Habían bibliotecas y escobas contra las paredes.

      —¿Dónde estamos? —inquietó Edelyn.

      —¡La Sala de los Menesteres, por supuesto! —respondió Neville—. Nadie puede entrar aquí excepto por nosotros. Ahora, Harry, ¡cuéntanos qué has estado haciendo!

      Pero antes que Harry pudiera responder, la puerta del retrato volvió a abrirse y Luna y Dean salieron de él. Seamus soltó un rugido de encanto, e inmediatamente corrió para abrazar a su mejor amigo. Fueron seguidos por Lee Jordan y Cho Chang, la última corrió hacia Harry, recibiéndolo con un estrecho abrazo. Ron y Hermione miraron de reojo a Edelyn con incomodidad, pero ella era inconsciente de la interacción entre ellos ya que sus ojos estaban posados sobre las dos personas que vinieron tras ellos.

      —¡Fred, George! —su rostro se iluminó con una enorme sonrisa y corrió hasta ellos, arrojando sus brazos alrededor de los gemelos que no había visto en semanas.

      —¿Cuál es el plan, Harry? —preguntó Neville.

      Eligiendo las palabras con cuidado, Harry explicó que estaba buscando una reliquia de Ravenclaw: algo pequeño y fácil de esconder.

      —Bueno, está la diadema pérdida de Rowena Ravenclaw —sugirió Luna.

      —Sí, pero la diadema perdida —Michael Corner rodó los ojos—, está perdida, Luna. Ese es el punto.

      —¿Cuándo se perdió? —preguntó Harry.

      —Se dice que fue centurias atrás —Cho, que ahora estaba sentada en el posabrazos del sofá, proveyó—. Si quieres ver cómo se supone que es, puedo llevarte a nuestra Sala Común y mostrarte, Harry. Ravenclaw la tiene puesta en su estatua.

      Cho le envió una sonrisa dulce, pero no fue notada por Harry ya que su cicatriz comenzó a quemar. Él jadeó de dolor antes de girarse a Ron, Hermione y Edelyn—. Se está moviendo —les dijo en voz baja—. Sé que no es mucho, pero voy a ir a mirar esta estatua, para al menos saber cómo luce la diadema. Espérenme aquí y, ya saben - cuídense.

      Ellos asintieron y Harry se volvió a girar para enfrentarse a la habitación. Sus ojos se encontraron con los de Cho y ella rápidamente se puso de pie, yendo a acercarse. Su comportamiento era demasiado alegre para el gusto de Harry, y él tomó la mano de Edelyn para darle un pequeño tirón y acercarla a él—. Uh, está bien, Cho. Luna, tú puedes llevarme, ¿no?

      —Oooh, sí, me gustaría —Luna dijo felizmente, y Cho se volvió a sentar, luciendo desanimada. Su rostro formó un ceño decepcionado mientras Harry se giraba a Edelyn y presionaba un beso sobre su frente.

      —Te veo en un rato —dijo él.

      Ella le sonrió, alentándolo—. Nos vemos.

      Pero "un poco más" se sentía como "un largo tiempo". Treinta minutos después, Edelyn golpeaba la varita de Cedric contra su pierna derecha inconscientemente mientras caminaba de un lado al otro. Ron y Hermione se habían ido al baño de Myrtle, desde donde se iban a dirigir a la Cámara de los Secretos para obtener un colmillo de basilico que podría ser utilizado para destruir el Horocrux que restaba. Y Harry y Luna aún no habían vuelto.

      —Vas a crear un agujero en el suelo, Lynster.

      Edelyn levantó la cabeza para ver a Fred y George de pie frente a ella, sus brazos cruzados y sus espaldas reposando contra el tapiz azul y bronce. Ella tiró de las mangas de su remera—. No debería tomar tanto tiempo —murmuró—. La Torre de Ravenclaw no está tan lejos de aquí.

      George dejó de apoyarse y colocó las manos sobre sus hombros—. Estás sobreanalizando, Lyn. Volverá pronto.

      Justo entonces, el retrato se abrió por tercera vez esa noche y los tres giraron las cabezas para ver a un gran grupo de personas entrar, incluyendo a Kingsley Shacklebolt, Alastor Moody, Bill y Fleur, el señor y la señora Weasley, el señor y la señora Diggory, su viejo equipo de Quidditch, y Remus Lupin. Al final de todo había una chica de pelo corto y rubio, que al ver a los gemelos, saludó con entusiasmo.

      —¡Ver! —George exclamó y, después de despeinar a Edelyn, se alejó.

      Edelyn sonrió suavemente mientras observaba a George envolver a Verity en in abrazo, ligeramente levantándola del suelo y girandola en el aire.

      —La verdad que son asquerosos, ¿sabes?

      Las esquinas de los labios de Edelyn se curvaron—. No estás celoso, ¿no?

      —¿De George? —Fred hizo un ademán exagerado—. Na, es solo que él se ve raro —dijo y sonrió cuando logró sacarle una carcajada a Edelyn.

      —Son gemelos. Se ven igual —dijo ella, sacudiendo la cabeza.

      —¡No! —Fred refunfuñó con falsa ofensa—. Soy mucho más atractivo.

      Edelyn rodó los ojos, jugando—. Y tan tan modesto.

      Fred sonrió—. Sí, así es, Lynster.

      Edelyn rió—. Eres un tonto, Fred.

      —¿Un tonto adorable? —preguntó, pestañeando rápido.

      —Mmm —musitó ella, pensando. Entonces, tocó su naríz—. Nop, solo un tonto —pero la ansiedad que fue momentáneamente contenida volvió cuando escuchó a alguien preguntar: "¿Dónde está Potter? Creí que Potter estaba aquí."

      —Oye —dijo Fred, posando una mano en siu brazo mientras veía como sus hombros habían caído y sus dedos se estiraron para tomar sus mangas—. Harry estará bien.

      —Lo sé —Edelyn suspiró suavemente—. Es que solo que yo- yo- —se interrumpió a sí misma para morder su labio inferior y apartar la mirada.

      Fred frunció el ceño, entonces presionó su pulgar contra su mentón. Su labio se deslizó de sus dientes y sus ojos se alzaron para encontrarse con los de él—. También tengo miedo —dijo él.

      Ella pestañeó y tuvo una extraña tensión entre los ellos. ¿Era su imaginación o se le estaba acercando cada vez más y más? Pero justo entonces, se escuchó un CRIK cuando la puerta de la Sala de Menesteres se abrió, anunciando el regreso de Harry y Luna.

      Los dedos de Fred cayeron de la barbilla de Edelyn e instantáneamente se alejó. Sus manos encontraron sus bolsillos, y el calor subió hasta sus mejillas.

      —Harry, ¿qué está pasando? —preguntó Remus.

      —Voldemort está en camino. Están barricando la escuela. Snape escapó —dijo Harry, sus ojos volando por la habitación para encontrar a Edelyn mientras hablaba. Entonces, volviendo a mirar a Remus, alzó una ceja y preguntó—. Espera, ¿qué haces aquí? ¿Cómo supiste?

      —Le enviamos mensajes al resto de la Armada de Dumbledore —explicó Fred, encogiéndose de hombros casualmente mientras intentaba calmar la incomodado que sentía en su estómago—. Y la A.D. le informó a la Órden del Fénix, entonces todo siguió.

      —Entonces, ¿primero qué, Harry? —inquietó George, una mano alrededor de la cintura de Verity—. ¿Qué está pasando?

      —Están evacuando a los más chicos, y todos van a encontrarse en el Comedor para organizarse —respondió Harry—. Nosotros - bueno, vamos a pelear.

      Un gran rugido resonó, y los miembros de la Órden del Fénix, la Armada de Dumbledore, y muchos otros atravesaron la puerta. Varitas alzadas, dirigiéndose al Comedor del castillo. Harry, mientras tanto, se acercó a Edelyn.

      —¿Lo encontraste? —preguntó ella.

      Él negó—. No, pero creo...

      Su voz se desvaneció cuando escucharon un ruido: alguien más había pasado por el túnel, y había caído. Se levantó y miró alrededor a través de sus gafas.

      —¿Llegué tarde? ¿Ya empezó? Acabo de enterarme, yo - yo--.

      Edelyn se endureció y sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras Percy Weasley miraba a su familia, que le enviaban miradas frías.

      —Yo - ¡fui un tonto! —Percy habló en voz alta—. Fue un idiota, fue un mocoso, fui un - un--.

      —Un amante del Ministerio, traidor a la familia, idiota hambriento de poder —habló Fred, seco.

      Percy tragó con dificultad—. Sí, sí lo fui.

      —Bueno, ya lo admitiste —entonces, para la sorpresa de todos, Fred estiró la mano a Percy y la señora Weasley comenzó a llorar. Corrió y empujó a Fred a un lado para abrazar a Percy. Percy palmeó su espalda, sus ojos sobre su padre.

      —Perdón, papá —su voz se rompió.

      El señor Weasley pestañeo rápido, entonces fue a abrazar a su hijo.

      —¿Qué te hizo razonar? —inquietó George.

      —Fue hace mucho, pero tenía que descubrir la forma de escapar y no es tan fácil en el Ministerio. Están encarcelado a traidores todo el tiempo. Pude contactar a Aberforth y él me dijo hace diez minutos que Hogwarts va a pelear, así que aquí estoy.

      —Bueno, normalmente seguimos a nuestros Prefectos en este tipo de situaciones —dijo Fred con una imitación perfecta de Percy.

      Edelyn rodó y la mirada de Percy aterrizó sobre ella.

      —Lyn, lamento tanto lo que dije el año pasado. Yo--.

      —Oh, cállate, Weatherby —dijo Edelyn, rodando los ojos con diversión. Entonces, le envió una pequeña sonrisa.

      Percy sonrió.

      —Ahora —George juntó las manos—. Vamos arriba y peleemos, o todos los Mortífagos buenos ya estarán vencidos.

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