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𝟬𝟮𝟬 calm before the storm

CAPÍTULO VEINTE: CALMA ANTES DE LA TORMENTA.



      Edelyn despertó sola la mañana siguiente y, por un momento, se preguntó si los eventos de la noche anterior solo habían sido un sueño. Pero cuando bajó la vista para ver que llevaba puesto un sweater marrón con una larga "H" dorada, no pudo contener la enorme sonrisa que se formó en su rostro.

      Con su estómago rugiendo, se colocó un par de jeans y se dirigió a la cocina para desayunar. Jadeó cuando se encontró a alguien.

      —¡Oh, Harry! —sus mejillas brillaron rosados—. Perdón por eso.

      —Oh, eso - er - está bien —dijo, y Edelyn frunció el ceño al notar lo pálido que lucía. Antes que pudiera preguntarle al respecto, él rápidamente se hizo a un lado y se fue a la sala de estar.

      Confundida, ella entró a la cocina. Para su sorpresa, fue recibida por Fred y George. Ellos estaban apoyados contra la mesada, con idénticas sonrisas complacidas.

      Edelyn torció la cabeza, cuestionante—. ¿Qué hacen aquí?

      —Oh, qué linda bienvenida —dijo George, rodando los ojos—. Imagínate esto, Lynster: Freddie y yo recibimos un mensaje de Bill que estás de vuelta, ¿no? Entonces, sacrificamos nuestro sueño reparador para venir temprano a despertarte con una preciosa broma, solo para encontrarte abrazada con cierto caya rayada en el suelo. En serio, al menos vayan a la cama.

      Los ojos de Edelyn se abrieron y su rostro brilló rojo—. ¿Qué? —escupió—. No - nosotros no--.

      —Todo lo que digo —continuó George—, es que todo es divertido hasta que alguien se lastima--.

      —¡George!

      —Bueno, bueno —rió y alzó las manos en defensa. Los ojos de Edelyn volvieron a Fred, pero Fred parecía haber desarrollado un nuevo interés en su taza de café.

      —Entonces, ¿exactamente qué hicieron ustedes dos? —preguntó ella, su mirada volviendo a encontrarse con la de George.

      —No tengo la menor idea de qué hablas.

      Edelyn se cruzó de brazos ante la sonrisa inocente en el rostro de George—. Obviamente hicieron algo. Harry acaba de irse como si hubiera visto un Inferi. Escúpelo.

      —Bueno, es más qué dijimos.

      —¿Y qué dijeron?

      —Oh, ya sabes, lo normal.

      —¿Lo que significa...?

      —Lo usual —murmuró George—. Como: "si te atreves a lastimarla otra vez, tomaremos nuestros bates de Golepador y te cazaremos para destrozarte con ellos" —frunció el ceño, pensando—. Pero puede que hayamos agregado un par de palabras más al igual que específicos objetivos anatómicos que no deberían escuchar tus orejas inocentes.

      Edelyn lo miró con la boca abierta—. Ustedes - ¿amenazaron a Harry?

      —Bueno, teníamos que hacerlo, ¿no? —George dijo con un aire de despreocupación—. Ya que Ron es demasiado idiota como para hacerlo. Además, no es nada que el viejo buen Diggory no hubiera dicho.

      Edelyn pestañeó, y Fred finalmente levantó la mirada de su café, preocupado por su reacción. Pero se relajó cuando vio una pequeña sonrisa jugar en sus labios—. Son increíbles —dijo mientras sacudía la cabeza, entretenida.

      —Increíblemente geniales —corrigió George.

      —Mmm —murmuró ella, sus labios curvándose—. Sí, has sido un buen... hermano mayor, ¿no, George? ¿Cómo debería agradecértelo? —golpeando sus dedos contra sus labios en una reflexión burlona, ella sonrió—. Bueno, siempre podría devolverte el favor amenazando a Verity con una Quaffle...

      Las orejas de George se tornaron escarlatas instantáneamente y Fred rió.

      —No lo harías.

      —Sí lo haría.

      George hizo una mueca y tomó una manzana de una canasta cercana, arrojándosela a Edelyn. Ella fácilmente la atrapó—. Solo cumplo con mis deberes como hermana protectora —se mofó, dándole un mordizco a la manzana y guiñándole un ojo antes de girar la cabeza hacia Fred que le sonreía.

      —Milady posee un gran descaro —bromeó.

      —Bueno, señor Freddie, no toda dama necesita un caballero.

      —Qué bueno que Harry es una princesa en secreto, entonces.

      —¿En serio? Creí que era obvio...

      Fred rió, entonces le dio una sonrisa honesta que claramente decía "estoy feliz por ti".

──────────────

      Más tarde ese mismo día, Edelyn se encontró sentada afuera en el borde del acantilado de Shell Cotagge. Su rostro estaba fruncido por la incomodidad mientras rascaba su cadera del lado izquierdo. Aunqie la herida había curado, picaba tanto que la volvía loca.

      Sus hombros cayeron hacia delante cuando Harry colocó una mano sobre la de ella—. Lyn, vas a empeorarlo.

      —Pero pica —hizo un puchero.

      Él frunció el ceño con simpatía, entonces sus labios se levantaron en una suave sonrisa—. Tal vez necesitas una distracción.

      Edelyn alzó una ceja—. ¿Una distracción?

      —Mhm —murmuró él, entonces se acercó y colocó un mechón de cabello tras su oreja antes de acercarse y presionar sus labios contra los de ella.

      Ella sonrió y cerró los ojos, la molesta picazón olvidada, y llevó sus manos por su pecho hasta reposar las sobre sus hombros. Una sensación alegre floreció en su estómago mientras movía su boca en sintonía a la él, y su respiración fue ligeramente contenida cuando sus dedos se realizaron un poco bajo su ropa. El toque fue frío primero, entonces lentamente se calentó contra su piel y Edelyn se apoyó, no queriendo nada más que él explorara más de su cuerpo.

      Pero entonces, él se alejó y Edelyn estaba a punto de objetar (para volver a besarlo) cuando él comenzó a repartir besos por su mandíbula y bajar por su cuello.

      Una carcajada ahogada escapó de sus labios mientras se alejaba—. ¡Harry, me da cosquillas!

      Él volvió a mirarla y le envió una sonrisa inocente—. Pero te distrajo ¿no?

      Las esquinas de sus labios se curvaron—. Oh, cállate.

      Él rió mientras ella lo empujaba por el hombro, entonces dijo—. Oh, oye, olvidé devolverte esto —llevó una mano al frente de su sudadera y sacó de ella el dije de la Snitch dorada. Entonces, se quitó el collar, colocándolo alrededor de su cuello.

      —Gracias—sonrió, mirando la fotografía de ella y Cedric. No había notado lo mucho que extrañaba el collar hasta ahora, el peso dándole una sensación de seguridad.

      Harry pasó un brazo alrededor de su cintura y la besó en la mejilla antes de entrelazar sus dedos con los de ella. Y permanecieron sentados allí por un largo rato en un cómodo silencio, el mar vacío debajo de ellos. Una brisa fría y salada volaba sus cabellos y sus respiraciones se sincronizaron el rítmico ir y venir de las olas. Con las miradas absortas en el horizonte, sus rostros brillaron bajo los últimos rayos naranjas antes que el anochecer le diera la bienvenida a las estrellas.

      —¿Sabes? Creo que me gustaría vivir aquí algún día —contempló Edelyn—. Digo, cerca del agua.

      El pulgar de Harry acarició su cadera del lado derecho—. Sí, yo también. Es pacífico.

      Edelyn lo miró y alzó una ceja—. Pero creo que querías ser un Auror. No es la carrera ideal si quieres una vida pacífica.

      —Lo sé, pero con esta guerra y todo... —se encogió de hombros—. Supongo que siento que tuve suficiente acción para una vida. Una vez que todo esto termine, preferiría enseñar o algo.

      —Hmm... profesor Potter... suena bien —musitó—. ¿Y qué enseñarías?

      —Defensa Contra las Artes Oscuras parece la opción obvia.

      Edelyn jadeó y se alejó de él—. ¿Pero y Pociones? —exclamó con falsa sorpresa—. ¿Quién más va a decir —bajó la voz a un gruñido—, página bla bla bla?

      Harry rió, entonces habló con su propia personificación del profesor Snape—. Puedo enseñarles a embotellar la fama, crear gloria, incluso detener la muerte.

      —Ah, sí —Edelyn le tocó la nariz—. Profesor Potter, nuestro nueva celebridad.

      Harry rió, entonces preguntó—. ¿Y tú? También querés enseñar, ¿no?

      Ella asintió—. Sí, creo que Transfiguración. Tal vez incluso me volveré un Animagus.

      Harry la miró con curiosidad—. ¿Quieres ser un Animagus?

      —Sí, eso creo —se encogió de hombros y apartó la mirada—. Como nuestros papás, ¿sabes?

      Él le sonrió suavemente y preguntó—. ¿Qué animal?

      —Bueno, normalmente es el mismo que tu Patronus.

      Harry no pudo evitar—. No puedo imaginarte como un tejón.

      —Tal vez seré otro animal.

      —¿Cómo qué?

      Ella pensó, entonces rió para sí misma—. Una acromantula —rió más—. Digo, ¿te lo imaginas? Haría pasar a Ron por el infierno, y a cada hijo Weasley también. Sería la tía divertida a la que nunca pueden ganarle.

      La imagen de Edelyn como una madre de repente apareció en la mente de Harry, y aunque se sentía demasiado joven para estar pensando en esas cosas, se percató que si había alguien con quién querría volverse viejo y tener una familiar era ella. Cuando visualizaba su futuro, no era la cara de Voldemort la que aparecía, sino la de Edelyn. Edelyn, porque quería pasar el resto de su vida con ella, ya fuera el mes siguiente, el año, o la década, y sabía que fuera lo que fuera lo que enfrentarían, Mortífagos o Voldemort, ella estaría justo a su lado como la guerrera que era. Y mientras él la miraba seguir riendo, Harry se encontró con la repetina necesidad de besarla.

      Y lo hizo.

      Un pequeño jadeó de sorpresa escapó de los labios de ella—. ¿Por qué fue eso? —preguntó intrigada cuando él se separó.

      Harry pasó una mano por su cabello y bajó la mirada. Los nervios afloraron en su estómago cuando un nudo se formó en su garganta—. Nada, yo solo - um —tragó con dificultad—. Hay algo que quiero decirte. He querido decírtelo hace rato, en realidad, pero yo solo--.

      Se endureció visiblemente, y Edelyn fue rápida para decir—. Harry, espera —tiró de una de sus mangas y se cruzó de brazos—. Creo que sé lo que vas a decir, y no quiero que lo digas porque yo lo dije.

      —No lo digo solo porque tú lo dijiste, Lyn. Eres mi novia, y es como me siento.

      Las esquinas de sus ojos se arrugaron por el tamaño de la sonrisa que ocupó su rostro—. ¿Novia?

      Sus mejillas se tornaron rojas—. Yo- digo... sé que todavía no lo hablamos, y no tenemos que etiquetar esto ni nada, pero si quisieras - um - escucha, me gustas y - bueno, es más que eso, obviamente - er...

     Fue interrumpido de repente y le tomó un segundo darse cuenta que ella lo estaba besando. Sus ojos se abrieron con sorpresa y, antes que pudiera pestañear, mucho menos devolver el beso, ella se alejó, dejando a sus labios sintiéndose terriblemente desnudos.

      —Apestas, ¿sabes?

      Él ahogó una carcajada—. Créeme, lo sé —pasó una mano por su cabello una vez más—. ¿Entonces...?

      —Bueno, ya te amenazaron Fred y George...

      Harry tembló—. Lo que fue horrible, por cierto.

      —Claro, porque son tan intimidantes.

      —No estabas allí, Lyn. Fueron muy... precisos sobre lo que iban a hacer.

      —Te daré un bate para que te defiendas, entonces. No querría que mi novio termine hecho puré —se burló, una sonrisa se alzó al rostro de Harry.

      —Te amo, Lyn —soltó.

      Ella sonrió y lo besó en los labios—. También te amo.

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