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𝟬𝟭𝟯 recklessness of a lioness

CAPÍTULO TRECE: LA IMPRUDENCIA DE UNA LEONA.



      —¡EXPELLIARMUS! —el hechizo provino de todas direcciones, y Ron y Edelyn no pudieron hacer nada más que observar con aprehensión como sus varitas salieron volando, dejándolos indefensos. El cuerpo de Edelyn tembló, sus pies plantados firmemente sobre la nieve, y sus músculos se endurecieron como si estuvieran hechos de piedra (pesados y rígidos). Se sintió como  había sentido en la boda de Bill y Fleur. Su respiración se perdió en algún lugar en su pecho, la trepidación se aferró a su estómago, y los pensamientos confusos inundaban su cabeza.

      Sus ojos se pasearon por la escena: tres brujas y dos magos los rodeaban. Era evidente en su apariencia que no eran Mortífagos. En lugar de capas pesadas y negras, tenían sudaderas con pantalones planos y botas de montaña, algunos con chaquetas de piel y otros con chaquetas de cuero. Si Edelyn no supiera, creería que eran cazadores. Las oscuras sombras de marrón, azul, rojo y verde de sus ropas los hacían perderse en el bosque. Alrededor de cada uno de sus brazos derechos, tenían atado un pedazo de tela escarlata.

      —¡Solo son niños! —una de ellos gritó.

      —Niños que están en problemas —otro mencionó con humor.

      Edelyn dio un paso más cerca a Ron inconcientemente cuando el más grande del grupo se le acercó. Tenía una presencia dominante, y el maquillaje negro que manchaba sus ojos lo volvía más intimidante.

      —Bueno, bueno, bueno, alguien ciertamente ha sido travieso —sus labios se curvaron con malicia mientras se acercaba a Edelyn. La amenaza en su voz hizo que Ron instintivamente se acercara y tomara su mano, acercándola a él y alejándola del mago—. ¿Diciendo el nombre del Señor Oscuro?

      —¿Cómo-? —Edelyn pensó en voz alta.

      Él gruñó una carcajada baja—. Es una palabra tabú, querida —se le acercó y le acarició la mejilla con el pulgar. Un escalofrío corrió por su espalda, y apretó los dientes.

      —Quítale las manos de encima.

      Edelyn sintió un tirón fuerte, y tropezó contra el pecho de Ron. Si no hubiera sabido que Ron estaba de pie a su lado, se hubiera preguntado quién había hablado ya que nunca lo había escuchado sonar tan siniestro.

      Sin embargo, fue un momento corto debido a que Ron de repente soltó un alarido aviso. Uno de los Carroñeros había clavado su varita en la parte blanda de su espalda con fuerza, haciéndolo acercarse a Edelyn—. No estás en posición para hacer demandas —ladró.

      El mago grande alzó su varita—. Tranquilo, Carson.

      Carson siseó, entonces bajó la varita de mala gana—. Perdón, Zor.

      Zor cruzó los brazos y volvió a mirar a Edelyn. Sus cejas juntas, pensando—. Luces terriblemente familiar, cariño.

      Edelyn tragó y sintió la mano de Ron sudar. Tomando una respiración temblorosa, le envió una mirada fría y escupió—. Creo que recordaría una cara como la tuya.

      Zor alzó una ceja—. Qué boca, ¿eh? —sacó un cuchillo de su bolsillo—. Tal vez te corte la lengua para darte una lección.

      El resto de los Carroñeros rieron.

      —Ahora, ¿nombres?

      —Stan Shunpike —soltó Ron, y Edelyn se encogió internamente.

      —¿Tú eres Stan Shunpike? —habló Carson.

      —Sí —insistió Ron.

      —No parece Stan —comentó uno de los Carroñeros.

      —No lo sé —una de las dos brujas habló—. Si tuviera más granos...

      —Y si estiras un poco sus orejas... —el mago a su lado sugirió—. Definitivamente lo veo.

      —No seas estúpido —escupió Carson—. ¡Tiene pelo rojo!

      —Podría haberlo transformado.

      —¿Y por qué lo haría?

      —Solo digo--.

      —Bueno, deja de hablar. Obviamente no es Stan, jodidos idiotas.

      —¡Oie! ¿A quién llamas idiota?

      —¡Suficiente! —retumbó la voz de Zor, y la discusión instantáneamente se detuvo. Sus ojos se volvieron a Edelyn, y ella sintió su cuerpo encogerse bajo su mirada de escrutinio—. Definitivamente te vi antes. ¿Cuál es tu nombre?

      Edelyn buscó en su cerebro y, aunque su pausa solo fue de un segundo, se sintió como una eternidad antes de finalmente responder—. Juliette.

      —¿Juliette qué?

      —Juliette... Juliette... —su corazón golpeó contra su pecho sin piedad, el pánico encontrando hogar en su garganta. Su ceño ligeramente fruncido mientras giraba los archivos en su cabeza. Seguramente, tras todos esos años viviendo con Amos, podría recordar el apellido de un oficial del Ministerio. Juliette... Juliette... ¿Juliette qué?

      —Juliette Peasegood —soltó finalmente, ligeramente demasiado rápido. Tragó con dificultad y agregó fríamente—. Mi papá- trabaja en el Ministerio.

      —Peasegood... Peasegood... —uno de los Carroñeros chasqueó los dedos—. ¿No es un Obliviador? Er... Ernie, ¿no?

      —Arnie —Edelyn corrigió—. Viene de Arnold.

      Los otros Carroñeros parecían convencidos, pero la mirada de Zor continuo sin cansancio. Sus ojos la atravesaron, y Edelyn prácticamente podía ver su mente juntando las piezas—. Mabel —su voz fue tan repentina y firme que Ron se encogió—. Toma la lista de Indeseables.

      La respiración de Edelyn comenzó a acortarse a medida que miraba a la bruja buscar en su mochila. Si él miraba la fotografía, estaba acabada. Podía sentir a Ron removerse a su lado, su mano apretando la de ella. Ella miró a  otro lado y estudió al resto de los Carroñeros. Ninguno de ellos, aparte de Zor y tal vez Carson, parecían animados. En una pelea justa, ella y Ron probablemente hubieran derrotado a cualquiera de ellos fácilmente. Pero esta no era una pelea justa. Los superaban en números, estaban indefensos, y Edelyn no podía justificar usar su magia sin varita ahora. Carson estaba demasiado cerca de Ron para su comodidad, un simple movimiento de su muñeca y Ron caería a sus pies.

      Pero Mabel ya estaba alzando un pedazo de pergamino y sonoros CLICKs comenzaron a sonar contra los oídos de Edelyn como si fuera una cuenta atrás para la detonación. Tick. Tock. Tick. Su estómago se contrajo, su muslo derecho tembló, y la ansiedad quemaba su interior, burbujeando como lava hasta que erupcionó de sus labios.

      —¡Esperen! ¡Esperen! Mentí.

      Los ojos de Zor se giraron a ella.

      —No soy- ¡no soy la hija de Peasegood! —sus pulmones estaban desesperados por aire. ¿Desde cuándo necesitaba tanto aire?—. Soy Black. Edelyn Black.

      Los Carroñeros jadearon. Excepto Zor, que sonrió.

      —¿Black? ¿Tenemos a Black? —exhaló Carson, asombrado.

      —¡Miren! ¡Miren! —Mabel había desenrrollado uno de los pósters y ahora lo apuntaba con entusiasmo—. ¡Es ella! ¡Es ella! ¡Indeseable número dos!

      —¡Es una recompensa de quinientos mil dólares! —otro chilló.

      —¡Oh, no puedo creerlo!

      —¡Vamos a ser ricos!

      —¡Rápido! ¡Llevémoslos al Ministerio!

      —No van a llevarme a ningún lado sin pelear —Edelyn acarició la espalda de Ron con su pulgar como para decir "todo va a estar.vien. Prometo que todo va a estar bien."

      Uno de los Carroñeros rió—. ¿Realmente crees que tendrás oportunidad de ganar contra todos nosotros, niña?

      —No soy una niña —ladró Edelyn al mago. Sus ojos brillaron verdes, pero volvió a disiparse en azul cuando Carson volvió a clavar su varita en Ron agresivamente, haciéndolo chillar—. Un movimiento equivocado y ti amigo muere —amenazó.

      —No, no —Zor alzó las manos en un gesto de meditación—. Calmemosmos.

      Edelyn alzó la mirada para enfrentarse a la de él—. Sabes de lo que soy capaz —a pesar del miedo que se aferraba a su garganta, su voz era firme—. Alguien va a salir lastimado, y puede prometerte que no seré yo. Pero... pero dejen que Ro- dejen que Stan se vaya y yo iré sin pelear.

      Ron instantáneamente protestó—. ¿Qué? Lyn, ¿qué estás-? ¡No! No, no puedes —pero los ojos de Edelyn brillaron y sus labios de repente se juntaron, las palabras se ahogaron en su boca.

      —¿Tenemos un trato o no?

      Zor se cruzó de brazos, pensando.

      —¡Pero el chico! ¡Podríamos conseguir dinero por-!

      —Oh, cállate, ¿sí? —Carson se giró a su compañero—. El chico no vale nada en comparación a ella.

      Edelyn se encogió ante sus palabras. Volvió a pasar su pulgar contra Ron, que estaba emitiendo sonidos ahogados mientras intentaba hablar, para protestar por el horroroso acto riesgoso. Quería gritar, maldecir a Edelyn, golpearla en la cara incluso, por ser tan estúpidamente despreocupada por sí misma. "¿Qué estás haciendo?" seguía intentando decir. "¿Qué diablos estás haciendo?"

      Pero Ron sabía exactamente qué estaba haciendo. Estaba haciendo algo que Harry haría, y la odiaba por eso. La odiaba porque sabía que él no valía la pena. Sabía que ella no estaba usando sus poderes ahí simplemente porque lo pondría a él en la línea de fuego. Pero lo que más lo molestaba era que la odiaba porque esto significaba que lo dejaría, e intentar encontrar a Harry y Hermione solo lo aterraba.

      —Lyn, por favor, no —intentó e intentó, pero nada salió.

      Los ojos de Zor se pasearon entre los dos—. Ven sin causar problemas entonces, cariño.

      Y entonces, lo siguiente que Ron supo, fue que Edelyn estaba siendo arrancada de su agarre. Y con sonoros CRACKS cruzando el aire, fue dejado a solas en el bosque.


──────────────


      La náusea la golpeó como un golpe al estómago y se dobló, alejándose de Zor y lanzándose hacia delante para vomitar a sus pies. Apretó los ojos cerrados, el miedo tomando poder de su cuerpo.

      —Levántate, niña —Zor la tomó por el brazo y la alzó, tirando de ella por la calle hacia el gran portón.

      Uno de los Carroñeros se adelantó y los sacudió—. Zor, ¿cómo-?

      Edelyn jadeó. El metal se contorsionó, y formó un rostro aterrador. Entonces habló con eco—. Anuncie su propósito.

      —Estamos aquí para entregar a Black —Zor habló triunfante, y las puertas se abrieron, permitiéndoles entrar.

      Edelyn sintió escalofríos mientras caminaban hacia la gran mansión. Su corazón latía con tanta velocidad que tropezó en su paso con ligereza. Entonces, cuando las grandes puertas se abrieron para revelar la cabeza con larga cabellera rubia y un par de pálidos ojos grises, todo el color abandonó su rostro.

      —Bella —respiró él—. Bella, ven.

      Se escucharon pasos. Entonces, Edelyn estaba enfrentándose a los ojos negros de Bellatrix Lestrange.

      —Oh, esto es demasiado bueno —sus labios se curvaron en una sonrisa malévola mientras pasaba a Lucius y a través del portón. Con la punta de su varita, levantó la barbilla de Edelyn.

      —Tengamos una conversación, ¿sí? De Black a Black.

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