𝟬𝟭𝟮 sweet dessert
CAPÍTULO DOCE: POSTRE DULCE.
—Oh, mierda...
El muslo derecho de Edelyn estaba temblando tan violentamente que el jugo de calabeza se vertió por los bordes del vaso y cayeron en sus mangas.
Hermione rodó los ojos —. Por amor a Dios...—, apuntó su ropa con su varita y movió la muñeca —. Es solo un partido de Quidditch.
— ¿Solo un partido de Quidditch?—, murmuró Ron con la boca llena de tocino —. ¡Es el último partido de la temporada, Mione! ¡Y tenemos la oportunidad de llevarnos la Copa!
—Si ganamos por trecientos puntos—, agregó Edelyn, observando con el rostro pálido a su muffin de avena.
—Lo que haremos—, espetó Harry firmemente —. Estamos mejor que lo que estuvimos en todo el año y tú—, miró a Edelyn —, Demelza, y Katie han llevado sus jugadas casi a la perfección.
Edelyn sonrió ligeramente y presionó sus pulgares debajo de los ojos de Harry, examinándolos de cerca —. ¿Oliver? ¿Estás ahí adentro?
Harry rió. Bajó la mano para tocar su cintura, pero la alejó cuando Dale Creevey apareció de la nada, con una remera roja y un adorno dorado.
— ¡Hola, Edelyn!—, sonrió —. ¡Solo quería desearte suerte! Y—, metió la mano en su bolsillo y sacó una moneda de plata —, darte esto. Es mi sickle de la suerte.
—Por Merlín - wow, gracias, Dale—, Edelyn deslizó sus piernas por sobre la banca y vaciló antes de ofrecerle un abrazo incómodo.
Dale se ruborizó, sonriendo con timidez antes de volver saltando a la mesa de Hufflepuff.
Ron lo observó —. Diablos... creo que le gustas a ese chico Creevey.
Edelyn rodó los ojos —. No seas tonto. Es de segundo.
—Recuerdo que te gustaba Oliver Wood en segundo.
Edelyn brilló, rosada —. ¡Hermione!
Ron hizo una mueca, entonces estalló en carcajadas —. ¿Te gustaba Wood?
—Era - solo era un crush inocente - oh, ¡no molestes, Ronald!—, le arrojó un tenedor a su nariz.
—Hmm... suena a que alguien tiene un tipo, y son los Capitanes de Quidditch...—, murmuró Harry bajo su respiración, demasiado bajo como que Ron o Hermione lo escucharan sobre el barullo del Comedor.
Edelyn le disparó una mirada, pero las esquinas de sus labios se curvaron al golpear sus rodillas con las de ella. Él le sonrió, casi presumido, y entonces su confianza se desvaneció por completo cuando marcharon al patio. Parecía que toda la escuela estaba allí para observar el partido, y las gradas explotaron en boos y vivas.
Después de dos horas, el equipo de Gryffindor estaba adelante por ciento-sesenta puntos.
Edelyn estaba cubierta de sudor. Se apoyó sobre su escoba y se deslizó entre las gradas, siguiendo a Demelza. Giró y apenas logró esquivar una Bludger cuando un repentino sonido vino de las gradas.
Alzó los brazos y giró. Si respiración estaba atrapada en su pecho.
Harry ya había notado la Snitch dorada, y Cho Chang estaba justo detrás de él. El resto de los jugadores flotaron, como si hubieran presionado pausa.
Y entonces, Ginny Weasley gritó desde el lugar del comentador —. ¡ATRAPÓ LA SNITCH! MERLIN'S - ¡HARRY atrapó la Snitch!—, la gente estalló en gritos —. Eso es cuatrocientos-cincuenta puntos sobre ciento-cuarenta. Maldita sea... ganamos la Copa... ¡GRYFFINDOR GANÓ LA COPA!
Un rugido de celebración explotó desde las gradas de mar rojo y dorado. Edelyn casi se cayó de su escoba cuando Ron se arrojó sobre él, abrazándola en medio del aire —. ¡GANAMOS!—, chilló —. ¡LO HICIMOS! ¡LYN, LO HICIMOS!
Mientras tanto, Demelza, Katie, Jimmy, y Ritchie bajaron al suelo, arrojando sus escobas a un lado y tomando a Harry, que seguía sosteniendo la Snitch en su mano, para un abrazo grupal, cantando —. ¡Potter atrapó la Snitch! ¡La Snitch! ¡Potter atrapó la Snitch!
Ron corrió y aceptó la Copa plateada de Quidditch de madam Hooch. Celebró e instántamente la alzó al aire con el resto del equipo.
Harry brillaba de la fecilidad, y entonces su mirada aterrizó sobre Edelyn. Ella tropezó mientras se bajaba de su escoba y se acercaba —. ¡Ganamos, Cap! ¡Ganamos!
Ella arrojó sus brazos alrededor de él y las manos de Harry fácilmente encontraron su cintura, atrapándola y girándola en el aire. Ella rió cuando sus pies volvieron a encontrarse con el suelo y, sin pensar o planear o preocuparse porque toda la escuela estaba mirando, presionó sus labios contra los de él.
Los ojos de Harry se abrieron antes de volver a cerrarse. La acercó a él y le devolvió el beso, sin importarle que estuvieran cubiertos en tierra y sudor.
Un color se levantó hasta sus mejillas cuando se separaron.
—Supongo que sí me gustan los Capitanes...
Harry rió, sus dedos entrelazándose con los de ella.
El lugar estaba más calmado ahora. Varias personas silbaron, y hubo un estallido de risitas.
—Creo que Vane va a matarme...
Harry notó a Romilda, gruñendo al lado de Ginny y Dean, quienes estaban atrapados en su propio beso apasionado.
—Creo que tú puedes con ella.
Edelyn rió —. Y tú puedes con los Weasleys.
Con eso, sus ojos encontraron a Ron, quién lucía como si hubiera sido golpeado por un bate sobre la cabeza. Después de lo que se sintió como una eternidad, Hermione le golpeó el brazo y él finalmente se encogió de hombros.
—Espera a que los gemelos lo descubran—, murmuró y, sin saberlo, le causó a Edelyn un gran dolor de culpa.
──────────────
Harry Potter estaba saliendo con Edelyn Black - aquella era la noticia que corría por los pasillos de Hogwarts. Su relación parecía interesar a una gran cantidad de personas - principalmente a las chicas, pero Edelyn podría jurar que escuchó a Dumbledore y McGonagall susurrando sobre ellos mientras caminaban por el pasillo. Sin embargo, por primera vez, Harry y Edelyn estaban felices con los rumores.
En un día especialmente cálido de junio, los dos le dieron su nueva piel bronceada un descanso del sol al sentarse en la biblioteca, terminando un ensayo para Transfiguración (o al menos, intentando.)
—Harry, concéntrate—, regañó Edelyn mientras él repetidamente pateaba su pierna por debajo de la mesa, intentando captar su atención.
—Pero tú eres mucho más interesante que las ventajas y desventajas del epoximising—, lloriqueó.
Levantando la mirada de su ensayo por la mitad, ella intentó fruncir el ceño, pero fue debilitada por los ojos de cachorro de Harry. Ella bufó y bajó la pluma. Harry lo tomó como una invitación a tomar su mano, mientras colocaba un rulo rebelde detrás de su oreja.
— ¿Qué diría Hermione?—, presionó ella, sus ojos bajando a la pila de libros sin abrir y al pergamino de Harry que solo tenía escrito su nombre.
—Bueno, ella no está trabajando ahora tampoco. Está ocupada con Ron, haciendo quién sabe qué—, replicó.
Edelyn arrugó la nariz —. A veces son muy...
— ¿Asquerosos?
Ella rió —. Iba a decir íntimos, pero asqueoros también funciona.
— ¿Y no crees que tú mirándome todo el tiempo no es asqueroso también?
Edelyn alzó una ceja —. No te miro, Potter.
—Oh, sí. Lo haces, Black.
—Creo que es completamente lo contrario.
Una tos incómoda sonó. Levantaron las miradas para ver a Jimmy Peakes, con un pergamino en mano —. Es de Dumbledore—, djio, y le envió a Edelyn una ceja alzada antes de irse.
— ¡Gracias, Jimmy!—, agradeció Harry antes de abrir el pergamino y escanearlo —. Quiere que vaya a su oficina tan rápido como pueda—, susurró a Edelyn.
—No crees que... encontró un Horcrux, ¿no?
—Será mejor que vaya y lo descubra, ¿no?—, dijo Harry, colocándose de pie.
— ¿Quieres que te acompañe?—, inquirió ella.
Harry le dio una sonrisa de la que James Potter hubiera estado orgulloso —. ¿Ves, Black! No puedes tener suficiente de mí—, la molestó.
Edelyn rodó los ojos con diversión, y fácilmente guardó sus pertenencias en su mochila. Cuando doblaron en la esquina del pasillo del séptimo piso, escucharon un grito y un sonoro CRASH.
— ¿Cómo - te - atreves-? ¡Aaaargh!
Intercambiando una mirada rápida, ambos alzaron sus varitas y corrieron hacia la conmoción. Encontraron a la profesora Trelawney en el suelo, varias botellas de jerez a su alrededor.
— ¡Profesora!—, exclamó Edelyn mientras ella y Harry corrían hacia ela para ayudarla a levantarse —. ¿Qué pasó, profesora?
— ¡Deberías preguntarlo!—, dijo ella, alterada —. Estaba caminando, acercándome a ciertos portentos oscuros que encontré...—, sin embargo, Harry y Edelyn no comprendieron el resto de sus palabras porque notaron dónde estaban parados.
—Profesora, ¿estaba intentando entrar a la Sala de Menesteres?—, cuestionó Harry abruptamente.
Trelawney lució sorprendida —. Yo - bueno - no sabía que los estudiantes conocían sobre--.
—No todos... pero eso no importa, ¿qué sucedió? Gritó.
—Sonó como si estuviera herida—, agregó Edelyn.
—Bueno, deseaba depositar ciertos - um - ítems personales en la Sala, pero ya había alguien adentro. Gritando.
— ¿Gritando?
—De felicidad—, asintió Trelawney —. Como si estuviera celebrando.
— ¿Hombre o mujer?
Una hora después, Edelyn caminaba por el pasillo cerca de la entrada de la Sala de Menesteres —. Necesito encontrar a Draco Malfoy...—, murmuró —. Necesito encontrar a Draco Malfoy. Necesito encontrar—, la pared permaneció sólida y ella posó sus manos sobre ella.
— ¡Vamos, Lyn!—, gruñó, frustrada —. Piensa, piensa, piensa...
Volviendo a caminar de un lado al otro, se iluminó un destello. Ella cerró los ojos —. Necesito hablar con Draco Malfoy sobre su misión para asesinar a Albus Dumbledore... necesito hablar con Draco Malfoy sobre su misión para asesinar a Albus Dumbledore... necesito hablar con Draco Malfoy sobre su misión para asesinar a Albus Dumbledore.
Cuando volvió a abrir los ojos, exhaló en triunfo —. ¡Sí!—, guardando su varita en su cintura, entró.
La habitación lucía diferente a como lo había hecho la primera vez que ella estuvo allí. En lugar de un enorme lugar abierto, estaba repleto desde el suelo hasta el techo con varios objetos. Avanzando con cautela, finalmente alcanzó lo que parecía ser el centro y se detuvo cuando vio a Malfoy parado con nerviosismo frente a un gran gabinete. Dio un traspaso, y su codo golpeó contra algo.
Ojos grises y pálidos se alzaron en su dirección —. ¿Qué estás haciendo aquí?
Edelyn tensó y destensó sus puños antes de enderezarse y encuadrar sus hombros —. Intento detenerte de hacer algo estúpido.
Malfoy esnifó y se lanzó hacia delante, arrinconando su cuerpo contra una mesa —. ¿De qué hablas?
— ¿El collar? ¿La aguamiel? Sabía que eras tú—, su rostro palideció visiblemente —. Lo he sabido desde noviembre, Malfoy—, continuó —. Y no tienes que hacer esto. No es demasiado tarde para volver atrás. No tienes que--.
El repentino sonido de un reloj cucú sonó.
Los ojos de Malfoy se encendieron. Sus dedos aún alrededor de la muñeca de Edelyn, él la acercó a su cuerpo y siseó —. No es seguro aquí. Debes irte. ¡Ahora!—, cuando Edelyn no se movió, sacudió la cabeza con imapciencia —. ¡Están viniendo! Saben quién es tu madre, Black. Saben lo que le hiciste a Bellatrix el año pasado. ¡Sal de aquí!
La respiración de Edelyn se atascó en su pecho —. Mortífagos—, exhaló, comprendiendo —. Idiota, estás trayendo Mortífa--.
Fue interrumpida por el sonido de un click, y su mirada aterrizó en el gabinete. En un movimiento hábil, Malfoy la empujó detrás de una pila de basura.
—Bien hecho, Draco—, sonrió Bellatrix Lestrange —. Ahora, divirtamonos un poco, ¿sí?
──────────────
[ advertencia: violencia ]
Edelyn corrió por los pasillos, arrojando hechizos de un lado al otro mientras se acercaba a la Torre de Astronomía a donde había visto ir a Malfoy. En un hazaña milagrosa, llegó solo con un par de cortes y moretones, y abrió la puerta.
Su estómago cayó ante la visión de su Director siendo apuntado por una varita.
— ¿Qué estás haciendo aquí?—, siseó Malfoy, sus ojos desviándose a Edelyn mientras mantenía su varita apuntada hacia Dumbledore.
Edelyn bajó su varita y dio un paso adelante con cuidado —. Escucha, Malfoy, baja la varita. No eres un asesino.
— ¿Cómo sabes?—, dijo inmediatamente —. No sabes de qué soy capaz. ¡No sabes lo que hice!
—Sí - sí, lo sé—, respondió Edelyn —. Casi mataste a Katie y a mi mejor amigo. Has estado intentando matar al profesor Dumbledore todo el año. Pero, honestamente, tus intentos de matarlo fueron débiles. No querías realmente hacerlo.
— ¡Sí, que quiero!—, replicó él vehementemente.
—No—, insistió —. Malf - Draco, te lo imploro, no tienes que hacerlo.
— ¡Sí que tengo!—, le dijo, su cuerpo temblando —. ¡Tengo que! ¡Tengo que hacerlo! ¡Me matará! ¡Matará a toda mi familia!
—La Ordén puede protegerte—, le aseguró suavemente —. La Ordén puede ocultarte a ti y a tus padres.
Malfoy esnifó —. ¿Como escondieron a tu padre?
Edelyn se endureció. Su expresión decayó. Y entonces, pasos retumbaron escaleras arriba. Tomó su varita, pero fue tomada por alguien más.
—Excelente, Draco—, lascivó Amycus con una sonrisa viciosa.
—Sí, excelente—, asintió Bellatrix, jugando con su varita entre sus manos —. No solo tienes al viejo Dumby, pero también tienes a la sucia traidora a la sangre.
—Mmm... ¿no somos lindas, señorita?—, arrastró las palabras, un pequeño sollozo amenazó con escapar de los labios de Edelyn tan pronto como el dedo como una garra pasó por su mandíbula.
Dumbledore frunció el ceño —. Estoy un poco sorprendido, Draco, que hayas traído a Fenrir Greyback, de todas las personas, a una escuela donde viven tus amigos.
—No lo traje. No sabía que él iba a venir--.
—No querría perderme un viaje a Hogwarts—, comentó el hombre lobo —. No cuando hay gargantas para ser mordidas y sangre para ser probada—, hundió su nariz en el cuello de Edelyn, causando que un escalofrío corriera por su espalda, y se contentó con su esencia —. Deliciosa... deliciosa...
—Ahora, Draco, rápido—, urgió Amycus.
No obstante, Malfoy estaba temblando tanto que apenas podía apuntarlo.
—Hazlo, o hazte a un lado para que uno de nosotrs lo hagamos—, comenzó Alecto, pero las puertas de la Torre de Astronomía volvieron a abrirse.
—Tenemos un problema, Severus—, dijo Amycus —. El chico no parece poder--.
Fue interrumpido por la súplica de un hombre que resonaba con desesperación.
—Severus... Serevus... por favor.
Snape observó a Dumbledore, frío y sin sentimientos.
— ¡Avada Kedravra!
El tiempo se detuvo.
El tiempo se aceleró.
Edelyn no podía pensar bien. Manchas de verde nublaron su visión mientras Fenrir Greyback la arrastraba por el suelo hacia las puertas.
— ¡SUÉL-TA-ME!—, gritó ella, pateando y luchando. Con toda la fuerza que podía conjurar, lanzó un golpe a sus partes nobles. Greyback gritó y Edelyn escapó de su agarre. Ella tropezó hacia atrás, y rogó que los poderes Beaumanoir se alzaran.
— ¡Stupefy!
Ningún hechizo llegó.
Greyback aulló. Torció la cabeza, entonces se abalanzó.
Edelyn aterrizó sobre su espalda con un pesado thud, el peso del hombre lobo amenazaba con aplastar su espalda.
—El Señor Oscuro te quiere viva...—, siseó Greyback, y lo próximo que Edelyn registró fue sus manos sobre su piernas y un sonoro snap cuando sus huesos se rompieron. Un aullido de dolor escapó de sus labios, y el hombre lobo solo rió antes de decir en voz baja —... pero no puedo resistirme. Serás deliciosa.
— ¡No! ¡No, sal de encima!
—Serás un buen postre después de ese Weasley.
— ¡Bastardo!—, gritó Edelyn y sus ojos azules brillaron verdes.
Sus dientes con sed de sangre se enterraron en la piel de su cuello.
Un grito silencioso fue emitido por su garganta en carne viva cuando su arteria carótida se rompió, y Edelyn sintió que estaba en llamas. Toda su existencia quemaba mientras gruesas piscinas cálidas de escarlata deslizaban de su piel. La lengua de Greyback lamió su sangre, y el cuerpo de Edelyn comenzó a temblar violentamente, su corazón y pulmones doliendo con desesperación.
Un sonoro grito de repente sonó en sus oíods, y Edelyn registró un flash de luz azul antes que Greyback fuera lanzado en el aire como si fuera sido golpeado por una fuerte corriente de aire.
— ¡MONSTRUO!—. acusó una voz familiar, y Edelyn escuchó vagamente los hechizos siendo lanzados por Greyback.
Buscando por aire, sus ojos se alzaron a la noche estrellada y aterrizó en las estrellas más brillantes. Se preguntó si él podía verla ahora, descansando patéticamente sobre el suelo en una piscina de su propia sangre: indefensa y herida. Se suponía que era una bruja fuerte, los poderes de los Beaumanoirs en su interior, pero allí estaba, completamente indefensa mientras la sangre vertía de ella y la vida comenzaban a irse. No sentía ni una gota de magia en sus venas; solo se sentía débil e impotente.
Justo cuando sus ojos estaban a punto de cerrarse, un rostro se colocó osbre ella, oscureciendo su visión del cielo.
—Vas a estar bien, Lyn—, habló suavemente Remus Lupin, acercándose y colocando un brazo detrás de su espalda y otro detrás de sus rodillas —. Solo aguanta—, animó, alzándola del suelo y encogiéndose cuando un lloriqueo escapó de los labios de la chica.
—Quédate conmigo—, urgió mientras la llevaba de vuelta al castillo —. Quédate conmigo, Lyn.
Pero ella no podía quedarse. Sus párpados comenzaron a caer y el dolor se desvaneció en un entumecimiento. Una pesadez cálida cayo sobre ella, y lo último que escuchó fueron los látidos del corazón de Remus antes de que fuera absorbida por un abismo de nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro