𝟬𝟭𝟭 cupid's kiss
CAPÍTULO ONCE: EL BESO DE CUPIDO.
Enero miserablemente se convirtió en febrero. El día de San Valentín, Edelyn estaba sola mientras recorría las repisas de la tienda de bromas de Zonko, comprando una lista de necesidades para George – para su gran desagrado, él estaba atrapado en detención con Filch debido a la última broma de los gemelos. Naturalmente, los productos también eran para Fred, pero ese Weasley en particular no parecía querer tener nada. que ver con ella estos días. Ya habían pasado semanas desde la última vez que hablaron, y Edelyn extrañaba su compañía. ¡Ese estúpido beso! pensó ella amargamente.
— ¿Todo esto?—, dijo el señor Zonko. Tenía una ceja alzada mientras Edelyn colocaba las tres docenas o así de fuegos artificiales sobre el mostrador. Cuando ella asintió en respuesta, el mago se apoyó sobre el mostrador para preguntar —. Dígame, ¿qué tienen esos gemelos Weasley entre manos exactamente?
Edelyn sonrió y presionó un dedo contra sus labios —. No puedo ir por ahí contando sus secretos, ¿no?—, susurró, misterio enlazado a su voz —. De lo contrario...—, continuó, sus ojos la bajando a uno de los productos —, podría terminar en el extremo incorrecto de una explosión.
El señor Zonko rió —. Esos chicos—, mencionó con un entretenido agitar de su cabeza mientras contaba los fuegos artificiales —. Veamos... serán dos galeones, un sickle, y diez knuts.
Edelyn hundió su mano en su monedero y le entregó al mago las monedas. Entonces, arrojó los fuegos artificiales dentro de su mochila —. Gracias, señor Zonko. Estoy segura que lo veré pronto—, se despidió antes de dirigirse a la puerta.
—Bromee bien, señorita Black. ¡Hasta la próxima!
Enfrentándose al frío aire del invierno, Edelyn se colocó la capucha de su uniforme y comenzó a marchar por la calle. Ron y Hermione la esperaban en las Tres Escobas, pero Edelyn no quería interrumpir su tiempo a solas aún – estaba segura que un par de cervezas de mantequilla aflojarían a Hermione lo suficiente para que viera más allá del humor sardónico de Ron, y le darían a Ron el suficiente coraje para ver que Hermione era una chica. Por lo tanto, manteniendo su cabeza abajo para mantener sus ojos seguros del viento vicioso, se dirigió a Scrivenshafts. Con los exámenes acercándose y la aún persistente tiranía de Umbridge sobre Hogwarts, había desarrollado el hábito de liberar su frustración con sus tareas. Lo que la llevaba a tener plumas rotas, manchas de tinta en sus ensayos, y agujeros en sus pergaminos. Sin embargo, antes que alcanzara la tienda, accidentalmente chocó con alguien.
—Oh, perdón—, Edelyn se disculpó con rapidez, tropezando un par de pasos hacia atrás mientras recuperaba su equilibrio.
—N-no, está b-bien—, balbuceó una voz familiar.
Edelyn alzó la cabeza para mirar a Neville Longbottom. Sus mejillas redondas y nariz estaban rojas por el frío.
— ¡Oh, Neville! ¡Hola!—, saludó Edelyn, colocando sus manos dentro de sus bolsillos y enviándole una sonrisa risueña. No habían hablado desde las noticias del escape de Bellatrix Lestrange de Azkaban.
—H-hola—, respondió Neville —. Edelyn – yo – er – en realidad quería – quería hablar contigo.
Edelyn torció la cabeza —. ¿En serio? ¿Sobre qué?
Neville lucía casi enfermo, observando sus zapatos —. Yo – solo q-quería decir que te creo... si dices que Sirius Black es inocente, entonces – entonces te creo.
Los ojos de Edelyn se abrieron de par en par por la sorpresa —. Oh, Neville, yo–, pero fue interrumpida por el propio chico.
—Realmente lamento haber estado – uh – evitándote. Es solo que... bueno... Bellatrix Lestrange fue... uh...
Viendo a Neville tener problemas con sus palabras, Edelyn rápidamente colocó una mano sobre su brazo en forma de confort —. Está bien, Neville. Sé quién es y sé lo que hizo. Yo – te prometo que mi padre no tiene ninguna afiliación con esa mujer horrible, y tampoco yo... excepto por el infortunio de haber nacido en la misma familia.
Neville alzó la cabeza para mirarla a los ojos y sonrió —. ¿Sabes? Lo que Umbridge dijo sobre ti, no es cierto.
Edelyn carcajeó —. ¿Qué parte? Esa mujer ha dicho muchas cosas sobre mí.
Neville frunció el ceño —. De que hay maldad en tu sangre. Eso – eso no es cierto. Tú eres – eres una de las personas más buenas que conozco.
Edelyn sintió el calor alzarse a sus mejillas, y no pudo evitar animarse —. Gracias, Neville.
Él le dedicó una sonrisa tímida y entonces, para la sorpresa de ella, la abrazó. Antes que pudiera regresarle el gesto, él ya se había alejado con su rostro brillando en un brillante tono rojo.
—Uh – yo – uh – te – uh – veré – veré luego—, tartamudeó y, con eso, salió corriendo.
Por las barbas de Merlín, ¿qué fue eso? pensó Edelyn.
Sacudiendo su cabeza y sonriendo para sí misma, continuó con su camino. No obstante, cuando alcanzó su destino, escuchó un sollozo ahogado. Alzó su cabeza para ver a Cho Chang sentada en una banca cercana, su rostro hundido entre sus manos. Con su ceño fruncido en preocupación, caminó hacia la Ravenclaw y se sentó a su lado.
Colocando una mano sobre su espalda, preguntó. —. ¿Cho? ¿Qué pasa?
La chica alzó la cabeza y miró a Edelyn con lágrimas corriendo por sus mejillas.
—E-estaba en una cita con Ha-Harry y – y él... él—, intentó explicar, pero pronto se encontró escupiendo palabras incoherentes. Con sus emociones desparramadas, Cho envió sus brazos alrededor de Edelyn y comenzó a llorar contra su hombro.
Edelyn se endureció. No estaba contenta con hablar sobre Harry con Cho, y definitivamente no era habilidosa con la charla de chicas – con la excepción de Hermione y Ginny, todos sus amigos eran chicos. Pero lo peor de todo era que Edelyn recordó a Cedric, y sobre cómo solía ruborizarse ante la mera mención de la Ravenclaw.
Ella frunció el ceño, entonces tragó con dificultad. Sus ojos bajaron momentáneamente hacia la Snitch dorada alrededor de su cuello. Edelyn se acercó y comenzó a acariciar la espalda de Cho con calma.
Diez minutos después, la ropa de Edelyn estaba empapada y Cho finalmente pareció haberse calmado lo suficiente para hablar —. Lo lamento tanto, Lyn—, soltó mientras limpiaba sus lágrimas —. Soy un desastre. Yo solo... estoy tan confundida y yo – ¡oh! ¡Debes odiarme!
Edelyn frunció el ceño —. ¿Por qué te odiaría?
— ¡Besé a tu hermano y ahora estoy besando a tu mejor amigo!
Una parte de Edelyn quería asentir, pero en su lugar dijo —. No te odio, Cho. Has pasado por mucho. Entiendo cómo debes estar sintiéndote. También lo extraño. Pero Ced no querría que pasemos nuestras vidas lamentándonos, ¡lo sabes! Habría querido que sigamos adelante. Y en respeto a su memoria, lo hice y, ahora, también deberías hacerlo tú—, tragando con dificultad, agregó —. Te gusta Harry, y él gusta de ti. Así que, ¿cuál es el problema?
Cho le dio una sonrisa débil —. Supongo que tienes razón... él-él hubiera querido que fuéramos felices—, sorbió por la nariz —. Pero dudo que a Harry le siga gustando... peleamos.
— ¿Qué sucedió?
—Bueno... fue mi culpa en realidad... puede que haya... bueno... le pregunté sobre – ya sabes – esa noche, y él no quería hablar sobre ello. Pero yo lo forcé a hacerlo y se molestó, entonces yo también me enojé y... bueno... él mencionó algo sobre tener que encontrarse con Granger y me puse celosa y...
Cho lucía como si estuviera al borde las lágrimas otra vez. Edelyn realmente no quería más mocos en su ropa.
—Mira, Cho, Harry quiere olvidar lo que pasó esa noche—, mencionó reflexivamente —. Pero, ¿puedes culparlo? Merlín, si yo habría pasado por eso, le hubiera rogado a alguien para que me hiciera un Obliviate—, Edelyn tiró de las mangas de su ropa —. Le gustas a Harry, y él quiere que gustes de él por él, no al Chico que Vivió, no a el Harry Potter que vio a Cedric morir. Quiere que salgas con él por Harry. Ya sabes, el chico con gafas que no sabe cómo usar un peine ni hablar con chicas.
Ante el último comentario, Cho no pudo evitar reír —. Gracias, Lyn—, murmuró, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja y enviándole a la chica Black una sonrisa de agradecimiento.
Edelyn se encogió de hombros como diciendo "no te preocupes" y dijo —. Ahora, ve a encontrar a Harry. Es San Valentín, y aún hay tiempo para hacer lo que sea que hagan las parejas.
Cho arrugó su nariz y ambas chicas soltaron unas suaves carcajadas.
Dándole un fuerte abrazo a Edelyn, Cho le dio las gracias una vez más antes de salir corriendo para buscar a Harry.
Sin embargo, no sabían que el chico en cuestión estaba justo en la acera del frente, oculto bajo su capa de invisibilidad. No había tenido la intención de espiar en su conversación, pero cuando escuchó su nombre no pudo evitar quedarse a escuchar.
Vaya que se percató lo que bien que ella lo entendía.
──────────────
Fred Weasley bostezó sonoramente mientras salía de la ducha. Formaba puños con sus manos para luego estirarlas, sus dedos sintiéndose terribles por haber pasado las últimas tres horas limpiando los calderos de pociones. La tarea tan molesta ciertamente no era lo que planeaba hacer en San Valentín.
Envolviendo una toalla alrededor de su torso, salió del baño del dormitorio y se dirigió a su cama donde un juego de ropa limpia lo esperaba cuando escuchó un golpe en la puerta. Frunció el ceño, perplejo porque no era exactamente costumbre que sus compañeros de cuarto tuvieran la cortesía de golpear antes de entrar – algo que había aprendido por las malas en la noche del Baile. Fred pasó una mano por su cabello antes de ir a la puerta y abrirla.
Su estómago se hundió.
—Oh, Fred – er – ho-hola—, balbuceó una Edelyn agobiada. Sus ojos bajaron hacia el frente de su cuerpo y pausó momentáneamente en los abs esculpidos antes de volver a mirarlo a los ojos —. Estaba – um – ¿G-George está aquí?
Fred pestañeó y negó.
—No, se fue a una cita después de nuestro castigo.
Edelyn asintió —. C-cierto. Meagen Anderson. Sí, lo mencionó. Supongo que lo olvidé...
Un extraño silencio cayó entre ellos y Fred de repente se sintió extremadamente consciente de que solo tenía una toalla cubriendo su cuerpo desnudo – una consciencia que era compartida con la chica opuesta a él. Mientras tales circunstancias no habrían causado ninguna incomodidad ordinariamente, ya que los dos se habían conocido el uno al otro desde que eran pequeños y no eran tímidos entre ellos, el evento ocurrido hace tantas semanas atrás había cambiado las dinámicas de su relación. Se sentía como si los tantos años de amistad cordial se habían escapado de entre sus dedos y ahora no eran nada más que dos desconocidos que se habían besado mientras estaban borrachos.
—Bueno—, habló Edelyn, deslizando su mochila por su hombro y tomando una gran bolsa de papel —. Estas son las cosas de Zonko.
Fred murmuró un simple gracias al tomar los fuegos artificiales. Los colocó temporalmente sobre la cama de Lee antes de volver a mirarla, encontrándose con sus ojos. Sin embargo, fue una mirada que Edelyn no pudo mantener, y sus ojos rápidamente se desviaron mientras tiraba de las mangas de su suéter.
—Yo – er – debería irme, entonces.
Se giró con la intención de irse pero, antes que pudiera dar más de dos pasos, Fred colocó una mano sobre su brazo y la hizo girar de vuelta para que lo mirara. La sorpresa de tal acción inesperada, acompañada por su torpeza – una cualidad que siempre la confundía porque la familia Black era todo menos torpe – la hizo tropezar con sus propios pies y chocar contra el pelirrojo, causando que ambos cayeran.
—Oh, Godric—, jadeó Edelyn. Sus mejillas se tiñeron de un brillante rojo al levantarse para mirar a Fred, cuyas orejas se habían puesto coloradas —. Perdón—, se disculpó y, al notar que la toalla ya no estaba cumpliendo con su trabajo, usó sus manos para cubrir sus ojos con tal velocidad que casi se golpeó a sí misma.
Fred golpeó la parte trasera de su cabeza contra el suelo, preguntándose si era posible morir de vergüenza.
Mientras tanto, Edelyn cerró sus ojos con fuerza detrás de las palmas de sus manos y rogó porque alguien llegara a aliviar la incomodidad que ahora flotaba en el aire. Había sido un día con tantas interacciones peculiares, desde el tartamudeo nervioso de Neville al llanto de Cho contra su hombro sobre Harry y, ahora, teniendo que ver a Fred desnudo. Aparición, contempló. Tal vez si lo pienso lo suficiente, puedo desaparecer justo ahora. Sí, apareceré en--.
— ¿L-Lyn?—, salió la voz de Fred. Edelyn dio un salto en sorpresa cuando sintió sus manos sobre ella.
— ¿S-sí?—, murmuró.
Guiando sus manos lejos de su rostro, él dijo —. Puedes abrir los ojos ahora.
Después de un momento de duda, lo hizo, y fue para ver a Fred vestido con un par de pantalones y un jumper cortesía de su madre. Su cabello estaba despeinado por haberse puesto el abrigo apurado, y sus orejas solo tenían rastros del previo rojo profundo.
—Bueno, esa fue una buena forma de romper el hielo—, comentó él con una sonrisa risueña.
Edelyn no pudo evitar soltar una pequeña carcajada —. Sí, no volvió todo más incómodo en lo absoluto—, agregó, su voz derramando sarcasmo mientras se sentaba en el suelo al lado de la cama de Lee. Apoyó su espalda contra el colchón, y llevó sus rodillas a su pecho.
Fred se sentó a su lado —. Qué día—, mencionó, cruzando sus piernas —. Realmente no esperaba pasar la mayoría de mi día de San Valentín con Filch...
Las esquinas de los labios de Edelyn temblaron hacia arriba —. ¿Qué? ¿No te dio una caja de chocolates y un bouquet de rosas?
Fred rió —. Lo hizo, pero estoy seguro que eran para Madam Prince o la señorita Norris. Y para ser realmente honesto, mi dinero está en la última.
Edelyn carcajeó y lo empujó con su hombro —. Eres terrible.
— ¿Qué?—, se defendió —. Vamos, no pretendas que no lo has pensado. Trata a ese gato mucho mejor de lo que alguna vez trató a un estudiante... o profesor, para el caso.
—Eso es porque la señorita Norris no mete pops de ácido en su té.
Fred volvió a reír —. Buen punto—, entonces, con sus dedos moviéndose sobre su muslo, agregó —. Sabemos que estaba en detención. ¿Qué fue mal en tu día?
—Nunca dije que había pasado algo malo—, respondió Edelyn, su ceño fruncido.
Fred la miró con el ceño fruncido —. Está escrito en tu cara, Lynster.
Edelyn pestañeó, observándolo, antes de desviar su mirada y posar su mentón sobre sus rodillas —. Sé que se supone que tiene que agradarme—, murmuró —. Pero no puedo.
Fred torció la cabeza —. ¿Agradarte quién?
—Cho—, respondió ella en apenas un susurro.
—Oh—, murmuró Fred.
—Sé que Ced habría querido que diga adelante... por supuesto que hubiera querido eso, pero él... realmente la amo, y ella – quiero decir, apenas pasó un año y ya está sobre Harry, y yo... no puedo evitar enojarme—, admitió con un suspiro de derrota —. Sé que se supone que debo apoyarla y todo, pero a veces no puedo evitar querer arrancarle la cabeza...
Fred colocó un brazo sobre sus hombros y le dio un pequeño abrazo —. Está bien que no te agrade, ¿sabes? No te hace una mala persona ni nada.
— ¿No lo hace? Me refiero a que, Ced estaba tan tan enamorado de ella. Él hubiera querido que la apoyara, habría querido que--.
Fred negó —. Pero que ella haya superado a Dig– Cedric no es la única razón por la que estás enojada con ella.
— ¿Qué quieres decir?
—Lyn, Cho no te cae bien porque ella está con Harry—, espetó Fred.
Edelyn balbuceó —. ¿Qué? No, eso no – eso no es – entendiste mal—, pero al ver la mirada que Fred le envió, soltó un suspiro de derrota —. Bueno, eso – aún me hace una persona terrible, ¿no? Harry es mi amigo, debería estar feliz por él...
Fred se encogió de hombros —. No creo que te vuelva una mala persona. Creo que te hace humana. Quiero decir, a mí no me agradaría quién fuera que saliera contigo.
Las palabras habían rodado de su lengua antes de que pudiera pensarlo.
Los labios de Edelyn se separaron. Su cuerpo se endureció y su estómago se tensó cuando una ola de emociones mezcladas la abrumó. Mientras tanto, Fred, percatándose de lo que había dicho, dejó caer su brazo de sus hombros e intentó tragar el nudo que se había formado en su garganta.
—Mira, Lyn—, murmuró después de un momento de silencio tenso —. Sobre esa noche...
—Está bien, Fred. Estábamos borrachas, y--.
Fred negó —. No. No estuvo bien—, insistió, sus ojos colocados sobre los de ella —. Estabas borracha y tomé ventaja de ti. No estuvo bien, en ningún sentido, y tú no deberías estar bien con ello. Deberías estar enojada conmigo. Deberías--.
Pero fue interrumpido por algo inesperado.
Interrumpido por algo que envió a sus ojos a abrirse de par en par, y su corazón saltó en su pecho.
Interrumpido por sus labios presionándose contra los suyos.
Edelyn lo estaba besando. Una mano abrazaba su mandíbula y la otra descansaba sobre su brazo. Y, ésta vez, sin la presencia del firewhiskey nublando sus mentes, ambos podían realmente registrar el beso.
Era suave y gentil, y aunque no habían fuegos artificiales explotando en sus cabezas ni electricidad cruzando sus nervios, había una comodidad pacífica en la sensación de sus labios uniéndose en una danza lenta y cariñosa. Los pequeños problemas que plagaban de forma constante sus mentes se esfumaron, y una ola de seguridad los cubrió. Una calma que prometía que todo estaría bien.
Porque en ese momento de vulnerabilidad compartida, se entendían el uno al otro perfectamente. Fred sabía por qué Edelyn lo estaba besando, y Edelyn sabía por qué Fred la estaba besando.
—Lo lamento tanto—, murmuró ella al alejarse, sus ojos cayendo al suelo, incapaz de mirarlo a los ojos —. Ojalá pudiera, Fred. En serio, me encantaría, pero--.
—Lo sé—, respondió él. Una sonrisa genuina cruzó sus labios mientras colocaba un mechón de su cabello detrás de su oreja —. Lo sé—, repitió.
— ¿Sería...? ¿Sería egoísta de mi parte si te pidiera que... que volvamos a ser como éramos antes de que todo esto pasara?—, cuestionó Edelyn. Sus dedos tiraron de sus mangas mientras volvía a mirar a Fred, el azul en sus ojos estaba teñido por un torbellino de duda e incertidumbre.
Fred sacudió su cabeza —. No, porque... porque también me gustaría eso.
Sus palabras no contenían otra cosa que sinceridad, ya que Fred Weasley sabía que sentía algo. Algo que ella nunca podría sentir por él, y estaba bien con eso. Estaba bien porque sabía que no todo siempre era mutuo. Algunas veces no todo era tan simple. Algunas veces no terminaba en un por siempre juntos.
Y eso era lo que hacía las cosas especiales. Si eran lo suficientemente fuertes, no importaba que no fuera mutuo. Porque simplemente estar con esa persona era suficiente. Escuchar su risa y verla sonreír era suficiente.
Compartir una parte de su vida, sin importar lo pequeña que fuera, era suficiente.
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