𝟬𝟭𝟬 toffee-eclairs
CAPÍTULO DIEZ: TOFFEE-ECLAIRS.
— ¡RONALD! - ¡UCK! - ¡¿Qué?! - Voy a... ¡VOY A CASTRARTE!
Harry observó el humo escapar de las orejas de Edelyn, sus ojos azules brillando con llamas verdes. Se apuró para colocarse entre ella y Ron, quién ahora estaba gimiendo en el suelo después de ser empujado y pateado en sus partes nobles —. ¡Tomó una Poción de Amor!—, dijo rápidamente.
Edelyn pestañeó, entonces volvió a mirar a Ron —. ¿Qué?
—Comió un par de chocolates de caldero que Romilda Vane me dio antes de Navidad—, explicó Harry —. Seguro tenían Poción de Amor, y - bueno...—, se rascó la nuca —... eres la primer chica a la que vio.
—Una chica muy linda—, suspiró Ron.
Los ojos de Edelyn se entrecerraron —. Si no fuera su cumpleaños— gruñó, pasando su manga agresivamente contra sus labios —, le faltaría un órgano.
Harry rió y removió con cautela la varita del agarre apretado de Edelyn.
Quince minutos después, estaban en la oficina de Slughorn. Harry luchaba contra Ron para mantenerlo lejos de Edelyn.
—Oh, ¡¡¡por favor!!!—, lloriqueó Ron, luchando contra el agarre de Harry —. ¿Solo un beso más?—, hizo un puchero y batió sus pestañas.
La mueca de Edelyn se tornó asesina.
—Bebe esto, chico, y ella te dará un beso—, intervino Slughorn, pasándole a Ron un goblet con un líquido cristalino.
Ron chilló. Rápidamente lo tragó, la poción cayendo por su barbilla. Se giró a Edelyn y, por un momento, sonrió con anticipación. Pero entonces, lentamente, su sonrisa flaqueó y despareció. Fue reemplazada por expresión de completo horror.
—Lyn - tú - yo...—, Ron la observó, tragó con dificultad, entonces se desmoronó en el sofá más cercano.
Harry soltó la respiración que había estado conteniendo —. Gracias, profesor.
— ¡No lo menciones, chico! No lo menciones. Un poco de vigor, eso es lo que necesita—, rió Slughorn y se acercó a una bandeja de metal que sostenía botellas de distintas formas y colores —. Se suponía que le daría esto a Dumbledore por Navidad, pero... ah, bueno, no puede extrañar lo que nunca tuvo. ¿Por qué no lo abrimos hoy y celebramos el cumpleaños del señor Weasley? Y, por su apariencia, señorita Black, también le vendría bien.
Harry rió, lo que se convirtió en una carcajada ahogada cuando recibió la mirada de Edelyn.
Slughorn sirvió un vaso para cada uno y alzó el suyo al aire —. Brindemos por un muy feliz cumpleaños, Ron--.
Pero Ron, que no había estado escuchando, ya había lanzado el líquido dentro de su boca y lo tragó.
Edelyn inmediatamente sintió que algo estaba mal. El vaso se rompió y ella se alzó en cuanto Ron colapsó al suelo. Su cuerpo tembló y había espuma en el borde de sus labios.
La sala del hospital estuvo ajetreada esa tarde.
—... y entonces le empujé el bezoar por la garganta y su respiración se calmó un poco—, murmuró Harry —. Slughorn corrió por ayuda, McGonagall y Pomfrey aparecieron, y ellas lo trajeron aquí.
—Estará bien—, dijo Hermione, su voz mucho más calma que lo usual —. Tendrá que quedarse por una semana y tomar la esencia, pero estará bien.
Edelyn tembló en su asiento, un tick incesante en su pierna derecha. Fred, que fácilmente había viajado a Hogwarts desde Hogsmeade junto con George después de escuchar las noticias, se giró hacía ella y pasó un brazo por sobre sus hombros.
—Aún puedes castrarlo si quieres, ¿sabes?—, susurró a su oído —. Digo... está en la posición perfecta, ¿no? Solo tienes que—, movió sus dedos como si fueran un par de tijeras.
Ella rió ligeramente y posó su cabeza contra su pecho.
— ¡Qué suerte que pensaste en un bezoar!—, remarcó George, y Ginny asintió en acuerdo cuando las puertas de repente se abrieron.
— ¿Dónde está? ¿Dónde está mi Won-Won?—, demandó Lavender Brown al marchar hacia la cama en la que yacía Ron. Su mirada cayó sobre Hermione —. ¿Qué hace ella aquí?—, siseó.
Fred alzó una ceja y miró a Edelyn.
Edelyn alzó su barbilla y rodó los ojos.
Hermione se endureció —. Podría preguntarte lo mismo—, dijo rápidamente, sus hombros echados hacia atrás.
Lavender inflo la nariz —. ¡Soy su novia!
—Bueno, yo soy su... amiga.
Lavender esnifo —. No me hagas reír. No hablaron en semanas. Supongo que quieres volver a ser su amiga ahora que es interesante.
— ¡Fue envenenado, estúpida insensible!—, Hermione siseó —. Y por cierto, siempre me pareció interesante.
El rostro de Lavender se contorsionó. Antes que pudiera escupir su respuesta, Ron se quejó —. ¡Ja!—, exclamó ella y, envigorada, se colocó al lado de Ron, casi empuja si a Ginny de su lugar —. ¿Ves? Siente mi presencia. Estoy aquí, Won-Won. Estoy aquí.
Ron gimió —. Her - mi - o - nee...—, murmuró entre sueños —. Her - mi - o - nee...
El rostro de Hermione brilló escarlata. Se estiró y envolvió la mano de él con las de ella.
Lavender vibró con ira. Lágrimas caían de sus ojos y les disparó a todos una mirada letal antes de girarse sobre sus talones y salir del lugar. Podían escuchar un agudo llanto reverberar por el pasillo.
—Ah, amor joven...—, musitaron Fred y George.
— ¿Quién hubiera dicho que estarías rompiendo corazones, Ronniekins?—, dijo Edelyn —. ¡Y con tanto tacto!
Los Weasleys rieron y Edelyn sonrió hacia Hermione. Colocó sus manos sobre su pecho antes de hablar —. ¡Her - mi - o - nee!
—Oh - oh, cállate—, gruñó Hermione y las puertas volvieron a abrirse, anunciando la llegada del señor y la señora Weasley.
— ¡Solo seis visitantes a la vez!—, anunció madam Pomfrey.
—Yo me voy—, dijo Edelyn. Se colocó de pie y apretó el hombro de Ron antes de alejarse.
—Yo - erm - también.
Fred le disparó una mirada extraña a Harry y lo observó irse junto con Edelyn.
George ocupó el asiento en el que antes estaba Edelyn y palmeó a Fred en la espalda.
Fuera, en el pasillo, Harry y Edelyn se dirigieron a las escaleras en silencio.
—Lyn, ¿estás...? Erm... ¿Bien?
—Estoy bien.
—Estás temblando.
Edelyn bajó la mirada y vio el tick culpable en su muslo derecho. Frunció el ceño —. Son solo nervios. Por un momento, en la oficina de Slughorn, creí... creí que Ron iba a...
—Sí, yo también.
Ella se encontró con los dudosos ojos de Harry y sonrió ligeramente —. Ahoras has salvado a dos Weasleys, Potter.
Harry rió y pasó una mano por su cabello. Vaciló en su lugar, entonces soltó —. ¿Puedomostrartealgo?
— ¿Huh?
Harry limpió sus manos sudorosas en sus pantalones —. Hay algo que quiero mostrarte. Si... ¿si quieres ir afuera conmigo?
—Oh...—, Edelyn tiró de sus mangas. Por un momento, consideró negar, pero en su lugar, tragó con dificultad y asintió —. Claro.
El aire de la noche era frío, y los labios de Edelyn pronto se tornaron en un oscuro tono púrpura. Sus dientes temblaban y tenía escalofríos en la nuca —. Harry, este es el Sauce Boxeador—, dijo y se agachó cuando una rama se deslizó en dirección a su cabeza.
Harry alzó su varita y levitó una rama hacia la base del árbol. Hizo un nudo e inmediatamente se quedó quieto —. Vamos a ir adentro.
— ¿Estás loco?
Harry extendió una mano —. Confía en mí.
La última vez que confíe en ti, papá murió. Edelyn pensó amargamente. Dudó y, con todos sus instintos diciéndole que regresara al refugio del castillo, tomó su mano y lo siguió hacia el tronco del árbol.
— ¿Es aquí donde Remus...?—, peguntó ella cuando alcanzaron la puerta trampa.
—Sí. También es donde conocí a Sirius—, dijo Harry, bajando un set de escaleras —. O al menos... la vez que recuerdo.
Las viejas tablas de madera chillaron debajo de sus pies. Edelyn podría jurar que escuchó la risa de un fastasma hacer eco en las paredes.
—Aquí—, dijo Harry y la llevó a una habitación pequeña en el segundo piso - la habitación en la que la verdad sobre los Merodeadores había sido revelada hace lo que se sentía muchos años atrás.
Pasando por la puerta, la mano de Edelyn cayó del agarre de Harry.
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Toffee-Eclairs — estaban desparramados en el suelo como si fueran pétalos de rosa en un catorce de febrero, formando un patrón a través del piso de madera rajuñado y entre los muebles comidos por las polillas. Con su varita alzada, Harry susurró —. Incendio—, y la docena de velas con aroma a frutilla iluminaron la habitación con suaves llamas de luz naranja. De las paredes colgaban verdes plantas que parecían brillar y, a medida que los ojos de Edelyn se deslizaban por ellas, se percató que formaban la frase: dos sílabas, seis letras, un acento - una palabra tan simple que ella ya había escuchado muchas veces antes, pero nunca le habían llegado en la forma que lo hacía ahora.
<< Perdón. >>
Edelyn acarició las plantas y la voz de la profesora Sprout sonó en sus orejas —. Vinea Era Arida—, había llamado a la planta que brilla. La escena era cómicamente sacarina.
Harry sintió el aire volverse extremadamente caliente mientras su mano se enredaba en su desordenado cabello azabache, su muñeca accidentalmente golpeando sus gafas y dejándolas torcidas por sobre su nariz.
— ¿Hiciste todo esto?
—S-sí. Yo... erm - lo tenía todo planeado desde que volvimos del receso.
Edelyn frunció el ceño —. Eso fue dos meses atrás...
Harry dio una carcajada ahogada —. Sí, yo - lo sé... quería mostrártelo antes, pero supongo que yo solo - um - no tuve la - er...
Su voz se desvaneció. Ella cambió el peso entre sus pies, mientras él intentaba calmar sus nervios —. Yo - realmente lo siento, Lyn. Dije cosas horribles -crueles-, y ojalá pudiera volver el tiempo atrás para no decirlas, pero no puedo, y me siento... me siento como la mierda por eso. Fui un completo estúpido y, joder, Hermione... bueno, ella tenía razón, ¿no? Estaba celoso, y los celos hacen a la gente decir cosas malas. Cosas tontas. Lo... lo lamento, Lyn. Estoy tan--.
—Ya has dicho esto antes, Harry.
—Lo sé—, gimió él, tomando un paso más cerca de ella —. Dijiste que querías espacio, y sé que es... es egoísta de mi parte no dartelo, pero... pero...—, tomó una respiración temblorosa y, con el corazón en su manga, finalmente expresó los pensamientos y sentimientos que habían hecho que un amarga entumecimiento cruzara por sus venas por los últimos dos meses con tres simples palabras:
—Lyn, te extraño.
Edelyn tiró de sus mangas. Mientras estudiaba las motas esmeraldas en los ojos de Harry, entendió que la ira que tenía en su contra iba mucho más allá de las palabras que le había dedicado esa tarde de invierno - era un resentimiento que había estado cocinándose desde antes que ella lo supiera - tal vez antes de que pudiera recordarlo.
Como lava, erupcionó de las heridas que aterraban sus noches; la injusticia de todos llegó como una ola, cubriéndola y amenazando con arrastrarla debajo del mar de completo odio. Cho - él la había besado, salido con ella; Cedric - él había sido el último en verlo, a su hermano, antes de que fuera asesinado a sangre fría; Sirius - él tuvo un año completo con él, con su padre, mientras ella había vivido en la ignorancia.
Enojo, rabia, las ganas de querer lastimarlo como él la había lastimado a ella.
Lyn, te extraño, él había dicho. Te extraño.
Y entonces, como una flama extinguida, toda la antipatía que había construido en su interior se desvaneció, y todo lo que quedó fue la sensación de una extraña calidez - ese sentimiento que siempre había sentido cuando estaba con él pero había sabido cómo expresarlo. Con su propio corazón ahora en su manga, fue con pasos dudosos que acordó la distancia entre ellos hasta que sus brazos se encontraron alrededor de él y su rostro se enterró en el hueco de su cuello.
—También te extraño.
— ¿Tengo permitido comerlos, o arruinaría la obra de arte?—, se burló y Harry rió. Se unió a ella en el suelo y le quitó el envoltorio a un toffee-eclair para ella.
—Entonces... erm... linda cli-clima, ¿eh?—, balbuceó él, incómodo, mientras jugaba con el envoltorio entre sus dedos —. Buenas condiciones para nuestro partido la semana entrante.
Edelyn lo ignoró por completo y examinó la habitación —. ¿Fred te ayudó con esto?
— ¿Cómo--?
—Es el tipo de cosas cursis que él haría—, dijo ella, encogiéndose de hombros.
—A él se le ocurrió—, admitió Harry.
Edelyn emitió un sonido de afirmación y echó su cabeza hacia atrás.
—Supongo que no fue exactamente uno de los mejores cumpleaños de Ron, ¿eh?
—Tampoco diría que es el peor—, razonó ella —. No olvides que Hermione le agarró la mano y todo eso.
—Sí, bueno, esos dos estarían juntos hace años si solo hubieran admitido sus obvios sentimientos por el otro.
—Mmmm—, murmuró ella suavemente, su mirada aterrizando sobre sus zapatillas —. Supongo—, agregó, sus dedos tirando de sus mangas —. Pero tal vez... tal vez solo es obvio para otras personas.
— ¿Qué quieres decir?
—Tal vez no lo admitieron porque no están seguros de si el otro también gusta de ellos—, suplió Edelyn —. Digo... hablamos de Ron. Puede ser un completo idiota, y Hermione está muy lejos de ser un libro abierto.
Pasando una mano por su cabello, Harry preguntó, reflexivamente —. De todas formas, ¿cómo le muestras a alguien que te gusta?
Ella lo miró.
Él la observó.
—No sé—, respiró ella.
Y antes que cualquiera de ellos registrara lo que estaba pasando, se encontraron gravitando lentamente hacia el otro. Acercándose cada vez más y más hasta que estuvieron a milímetros de separación, sus miradas conectadas, sosteniendo todos los sentimientos que las palabras no podían expresar.
Con el corazón golpeando contra su pecho y una mente borrosa con pensamientos rápidos, Edelyn alzó su mano derecha hasta los anteojos de Harry y los acomodó para que estuvieran derecho por sobre su nariz. Entonces, movió su palma para que descansara sobre su mejilla cálida.
El toque llevó una ola de escalofríos por la espalda de Harry y, con los nervios haciendo temblar su garganta, él cerró los ojos a medida que ella también lo hizo, y se acercó hasta que...
sus labios finalmente se encontraron con los de ella.
El beso fue suave y gentil, y aún así se sentía como que electricidad pasaba por cada nervio. Los labios se moldeaban a los otros delicadamente antes de que se separaran y volvieran a encontrar como el mar y la arena - se separaban y volvían a encontrarse en una danza lenta que era reconfrotante y aterrador. El dedo de ella acariciaba la mejilla de él, y los dedos de él se enredaban en el cabello de ella.
Por un par de segundos de felicidad, el mundo se derritió a su alrededor, solo para rápidamente volver en cuanto se separaron.
—Perdón—, dijo Harry, su mano aún hundida en sus rulos azabaches.
—Ya te disculpaste.
—No, no por eso - digo, por eso, pero también por... por no haber hecho esto antes—, explicó él —. No haberte besado antes—, aclaró.
Ella sonrió suavemente, sus mejillas brillando en un suave tono rosado, y las palabras —. Yo también lo lamento—, cayeron de sus labios antes de acercarse y volver a besarlo una vez más.
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