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𝟬𝟬𝟵 weatherby

CAPÍTULO NUEVE: WEATHERBY.

      La Madriguera estaba repleta por el sonido de la charla en la noche después de la cena. Los Weasleys y sus invitados estaban en la sala de estar, un ambiente pacífico entre ellos mientras Celestina Warbeck sonaba y la señora Weasley recordaba su matrimonio temprano. Los gemelos estaban sentados sobre una carpeta de hilo, jugando a las cartas con Ron y Ginny. Harry los observaba de forma ausente, mirando de reojo cada un par de segundos a Edelyn.

      —Entonces...—, Remus comenzó con un tono que la gente normalmente utilizaba cuando estaban a punto de hacer una pregunta retórica —. ¿Es mi imaginación, o hay tensión entre Harry y tú?

      Edelyn miró por sobre su hombro y atrapó una mirada verde esmeralda. Volvió su atención al fuego, su expresión dura —. Nos peleamos.

      —Si no me equivoco, su última pelea fue fea, y aún así se enmendaron. ¿Esta fue peor?—, inquirió Remus.

      Edelyn tiró de las mangas de su sweater —. Dijo cosas terribles, y utilizó la muerte de Sirius como munición.

      —Eso no suena propio de él.

      —Bueno, Potter está lleno de sorpresas, ¿no?—, gruño ella, irritada.

      Remus frunció el ceño, pensando —. ¿Sabes? Harry es muy parecido a su padre... necio y extremista. Sea lo que haya dicho, estoy seguro que nunca quiso lastimarte intencionalmente, Lyn. Si hay algo que sé de él, es que le importas.

      —Bueno, tiene una forma malísima de mostrarlo.

      —Sí, bueno, los Potters siempre fueron... ligeramente despistados cuando se trata de relacionarse con las chicas. Especialmente con las que les importa.

      — ¿Qué quieres decir?

      Remus sonrió —. James era un idiota siempre que Lily estaba cerca. El pobre tonto nunca supo cómo tratarla. Siempre hacía algo estúpido, y parecía un arrogante estúpido – estoy citando.

      — ¿Un arrogante estúpido?

      —Oh, sí—, rió —. Ella lo odiaba por completo. Todo cambió en nuestro séptimo año, claro, cuando James maduró y finalmente escuchó los consejos que les daban los demás. Pero mi punto es que, tal vez, Harry heredó el mismo problema cuando se trata de ti.

      Edelyn pestañeó y posó su barbilla sobre sus rodillas.

      Harry, mientras tanto, contemplaba seriamente comprar todas  las varitas de caramelo de Honeydukes cuando Fred lo enfrentó —. Eres un verdadero estúpido, ¿sabes?

      Los hombres de Harry cayeron —. Sí, lo sé.

      Fred lo miró con interés antes de soltar un suspiro pesado y lo palmeó en el hombre —. De acuerdo, mira, esto es lo que vas a hacer...

      La mañana siguiente, Harry despertó ante el sonido de risas. Entrecerrando los ojos tras sus anteojos, vio a Edelyn sobre la cama de Ron, con un sweater enorme amarillo con la letra "E" en el frente. Tenía algo brillante entre sus manos.

      —Ahí estás, Won-Won—, canturreó, sus ojos con lágrimas de alegría. Del cuello de Ron colgada una gruesa cadena dorada con las letras <mi amor>.

      — ¡No puede creer que usaría esto!—, protestó Ron, su rostro pálido ante el horror. Rápidamente tomó el collar y lo colocó debajo de su almohada.

      —Oh, pero Ronniekins, tiene clase—, lo molestó Edelyn.

      Ron sacudió la cabeza, incrédulo —. ¿Cómo podría Lavender creer que me gustaría algo así?—, demandó.

      Edelyn alzó una ceja —. Bueno, haz memoria...—, musitó —. ¿Alguna vez mencionaste que - ya sabes - te gustaría ir por ahí con las palabras mi amor alrededor de tu cuello?

      Ron se atragantó con su saliva. Sus orejas quemaron, escarlatas —. Nosotros no... realmente no hablamos mucho, ¿uh? Es más que nada--.

      —Besos.

      Tanto Edelyn como Ron saltaron, antes de girar sus cabezas en dirección a la cama de Harry.

      —Uh, buenos días—, saludó Ron, disparando una mirada nerviosa hacía Edelyn.

      —Sí, buenos días—, respondió Harry, incómodo.

      Edelyn volvió su atención a Ron —. Te veo abajo—, dijo y salió rápido de la habitación.

      —No te preocupes, amigo—, dijo Ron, notando la decepción en el rostro de Harry —. Te perdonará pronto.

      Poco tiempo después, todos estaban almorzando, usando los nuevos sweaters que la señora Weasley les había hecho. Los ojos de Harry estaban posados sobre la señora Weasley, quien felizmente lucía un sombrero de bruja azul que brillaba como si tuviera pequeños diamantes junto con un espectacular collar dorado.

      —Fred y George me los dieron—, explicó ella —. ¿No son hermosos?

      —Bueno, te estamos apreciando más y más, mamá—, comenzó George.

      —Ahora que estamos lavando nuestros propios calcetines—, terminó Fred.

      —Y gracias por secarlos—, susurró George a Edelyn.

      El almuerzo concurrió felizmente. Para la felicidad de Harry, Edelyn le habló por la primera vez en una semana. Aunque fue solo para pedirle que le pasara la salsa, sintió que fue algo. Pequeños pasos. Pensó para sí.

      — ¡Cuidado!—, Bill torció la muñeca y evitó que la salsa cayera de la mesa.

      Fred frotó su sien y observó las esquinas de los labios de Edelyn curvarse hacía arriba.

      Todos estaban conversando cuando la señora Weasley gritó de repente —. ¡Arthur!—, se levantó de la silla, una mano presionada contra su pecho mientras miraba a través de la ventana de la cocina —. Arthur – es Percy.

      — ¿¡Qué!?

      Inmediatamente todos miraron por la ventana y, claro como el agua, cruzando el manto nevado, con sus anteojos brillando bajo la luz del sol, estaba Percy Weasley. Acompañado por nadie más que--.

      —Arthur—, respiró la señora Weasley —. Él es-- ¡está con el Ministro!

      Veinte segundos después, la puerta trasera se giró abierta y fue cruzada por el tercer Weasley mayor junto con Rufus Scrimgeour. Un silencio doloroso se abrió paso antes que Percy hablara sin emociones —. Feliz Navidad, mamá.

      La señora Weasley lo miró. Entonces, estirando los brazos a su alrededor, exclamó —. ¡Oh, Percy!

      —Lamento la intrusión—, comenzó Scrimgeour —. Percy y yo estábamos cerca - ya saben, trabajando - y él no se pudo resistir a pasar y verlos a todos—, pero Percy no lo demostraba. Estaba de pie, con cara de póker y luciendo incómodo, mirando más allá de la cabeza de todos. El señor Weasley, Fred y George lo observaban con los rostros de piedra.

      —Por favor, pase. ¡Siéntese, Ministro!—, aceleró la señora Weasley.

      —No, no, mi querida Molly—, dijo Scrimgeour —. No quiero entrometerme, no estaría aquí en lo absoluto si Percy no hubiera querido verte.

      — ¡Oh, Perce!—, clamó la señora Weasley, acercándose para besarlo.

      —Solo podemos quedarnos cinco minutos, así que caminaré alrededor del patio mientras ustedes se ponen al tanto con Percy. Si a alguien le importaría mostrarme su encantador jardín... ah, ese joven ha terminado, ¿por qué no camina conmigo?

      Harry se levantó lentamente de su silla —. Erm... sí, seguro.

      — ¡Maravilloso! Bueno, volveremos pronto—, los ojos de Scrimgeour se encontraron con los de Percy con una intención oculta, antes de señalar a Edelyn con los ojos.

      El incómodo silencio que se alzó ante la marcha de Scrimgeour y Harry fue roto cuando Percy toció. Casi como en un intento de aclarar su garganta, antes de enfrentar a Edelyn —. Es bueno volver a verte—, dijo.

      Edelyn alzó una ceja. Que la saludara antes de siquiera mirar a su padre y hermanos era extraño, por decir lo mínimo. Sin embargo, antes que pudiera decir algo, Fred ladró con frialdad —. Escúpelo, Perce. ¿Cuál es la verdadera razón por la que estás aquí?

      La señora Weasley frunció el ceño con reproche hacía Fred, pero él simplemente continuó observando a Percy con los ojos llorosos. Mientras tanto, Percy lo ignoró por completo y dijo —. ¿Podría, por favor, hablar contigo en privado, Edelyn?

      —Sea lo que sea que tengas para decir, puedes hacerlo aquí—, habló ella con franqueza.

      —Es un tema delicado.

      —Con más razón.

      —De acuerdo—, cedió Percy —. El Ministerio de Magia está intentando hacer las paces, y les gustaría que hagas una declaración.

      — ¿Una declaración?

      —Una declaración de disculpas. Diciendo que disculpas al Ministerio de Magia por el juicio equivocado de tu padre.

      Hubo un momento de silencio ensordecedor antes que las piernas de Edelyn golpearan contra la mesa al ponerse de pie —. ¿Qué?

      —Fue una situación desafortunada--.

      — ¿Una situación desafortunada?—, escupió, disparándole a Percy una mirada que era digna de solo una Black.

      Él se encogió ligeramente, pero continuó —. Toda la evidencia lo señalaba - habían más de cincuenta testigos--.

      — ¡Él nunca tuvo siquiera un juicio justo!—, siseó Edelyn —. El Ministerio solo lo tiró allí, ¡y entonces volvieron a culparlo el año pasado por el escape de Azkaban!

      —La única conclusión lógica en ese momento era que Black estaba detrás de ello—, replicó Percy a la defensiva.

      Edelyn sacudió su cabeza, incrédula —. ¡No puedo creerte! El jodido Ministerio es la razón por la que solo tuve un año con mi padre, ¡¿y me estás diciendo que quieren que salga a decir que los disculpo?!

      Percy tragó con dificultad —. Los prisioneros pueden escribir cartas, y también pueden recibir visitas—, presionó —. No es la culpa del Ministerio que Sirius nunca te contactó.

      La cocina se congeló.

      Las facciones de Edelyn se suavizaron a medida que el dolor era reemplazado por la ira —. Aquí tienes mi declaración, Percy—, dijo fríamente y le mostró su dedo del medio antes de marchar fuera de la habitación.

      — ¡Jodido imbécil!—, gruñó Fred, alzándose de su lugar y apuntando a Percy con su varita.

      —Fred, no—, tomó los esfuerzos de George y Ron juntos para sostener a Fred. La señora Weasley miró de Percy a su esposo.

      Bill se colocó de pie con calma, una mano aún sostenida por la de Fleur, y habló —. Percy, creo que deberías irte.


──────────────


      —Es un idiota, Lyn—, espetó George un par de días después del Año Nuevo mientras Harry, Ron, Edelyn y Ginny formaban una fila frente al hogar para regresar a Hogwarts —. Sea lo que sea que Percy haya dicho...—, pausó y envió un mensaje telepático al torcer la cabeza sutilmente.

      Fred invervino —. Ni siquiera le dieron un juicio justo a Sirius antes de tirarlo dentro de Azkaban, ¿no?—, George asintió fervientemente —. Probablemente no le permitieron enviar cartas ni nada de eso.

      Edelyn, que había estado amargada desde la visita de Percy, se encogió de hombros y se acercó al señor y la señora Diggory, que consolaban a la señora Weasley.

      —Oh, vamos, querida Molly—, habló la señora Diggory mientras palmeaba a su amiga en el hombro —. No hay necesidad de hacerse mala sangre. Estarán con Dumbledore. Estarán a salvo.

      Edelyn soltó una carcajada seca.

      —Lyn--, comenzó el señor Diggory con una mirada de reproche.

      Edelyn simplemente rodó los ojos y murmuró —. Dile eso a Ced.

      La tensión cruzó el aire, y todas las miradas aterrizaron en la Black. Pero la mirada de Edelyn estaba colocada sobre sus zapatillas, sus brazos cruzados mientras se apoyaba contra la pared de la cocina, y sus cejas fruncidas en una mezcla de resentimiento e ira.

      —B-bueno—, la voz de la señora Weasley rompió el silencio que había caído sobre ellos. Viendo a sus hijos más jóvenes, atrajó a Ron y Ginny en un apretado abrazo —. Prometanme - prometanme que tendrán cuidado.

      —Por supuesto, mamá—, Ron intentó hablar claramente a pesar que sus pulmones estaban siendo aplastados —. No te preocupes por nosotros, ni por Percy. Él es un completo imbécil, no es una verdadera pérdida, ¿no?

      Mientras tanto, los Diggories intercambiaron una mirada nerviosa —. ¿Lyn...?

      El azul se alzó, Edelyn suspiró antes de alejarse de la pared, permitiendo ser capturada por sus brazos —. Perdón—, murmuró —. No quise mencionar a Ced - es solo que - Percy--, pausó y tomó una respiración —. Los extraño—, apenas logró susurrar.

      El señor Diggory presionó un beso a su frente mientras la señora Diggory habló —. Sé que sí, cariño—, acarició su cabello —. Nosotros también extrañamos a Ced, y Sirius... fue cruel el poco tiempo que pudieron pasar juntos.

      —Pero—, comenzó el señor Diggory, colocando un dedo debajo de la barbilla de Edelyn y levantando su cabeza —, no podemos perdernos en la tristeza. Ellos no querrían eso. Tienes dieciséis, Lyn, y aunque los tiempos son oscuros, deberías estar divirtiéndote. Estás en sexto año, diviértete.

      —Con tus amigos—, agregó la señora Diggory con un brillo de sabiduría en sus ojos.

      La mirada de Edelyn se deslizó hacia Harry. Se sorprendió al ver que él estaba susurrando con los gemelos.

      Antes que pudiera pensar mucho sobre ello, la voz de la señora Weasley resonó contra sus orejas y rápidamente se dirigió al hogar. Con una apurado despedida, arrojó el polvo Floo —. ¡Hogwarts!

      Mientras que la primer semana avanzó, se volvió evidente para los estudiantes de Hogwarts que el Cuarteto Dorado ya no existía. Con Ron y Hermione aún evitándose y Edelyn solo mirando a Harry durante las prácticas de Quidditch, lo que solía ser un grupo cercano de cuatro se convirtió en duos alternantes.

      Enero pronto se volvió Febrero, y Harry nunca se sintió tan miserable. Aterrorizantes pensamientos sobre Voldemort o la misión que Dumbledore le había asignado lo mantenían despierto en la noche. Siempre tomaba su espejo de dos direcciones, solo para recordar un segundo después que Edelyn probablemente había guardado esa cosa en el fondo de su baúl. Cada vez que perdía la confianza siendo Capitán, obtenía una calificación decepcionante, o simplemente no se encontraba de humor, pensaba en ella. Todo le recordaba a esos ojos azules.

      — ¡Feliz cumpleaños, Ron!—, Harry exclamó el primero de marzo, siendo despertado por Seamus y Dean cuando se fueron a desayunar haciendo demasiado ruido.

      Ron comenzó a atender la pequeña pila de regalos al pie de su cama. Harry buscó en su baúl el regalo que había envuelto semanas atrás. Después de sacar la mitad de sus contenidos, finalmente encontró la caja y se la pasó.

      Ron lo abrió rápidamente —. ¡Genial!—, dijo, probándose el nuevo par de guantes de Guardián.

      Mientras Ron continuaba abriendo sus regalos, Harry se colocó sus ropas muggle y sacudió la cabeza cuando Ron alzó la caja de calderos de chocolate y le ofreció —. ¿Quieres uno?

      Harry estaba colocando su varita en su bolsillo trasero cuando hubo un golpe en la puerta. Su estómago dio un salto ante la vista de Edelyn. Tenía un par de jeans emparchados, un enrome y viejo sweater que lucía que había sido de Cedric. Sus desornados rulos negros estaban siendo sujetados en una coleta. Harry instantáneamente captó el aroma de su shampoo de frutilla.

      —Er... ho-hola—, saludó él, sus dedos instantáneamente alzándose para peinar su cabello.

      Ella aclaró su garganta —. Hola—, asintió antes de mirar a Ron y agitar su mano —. Me preguntaba si quieren ir a desayunar juntos.

      Harry pestañeó —. Quieres decir - uh - juntos, ¿con él y yo?

      Edelyn tiró de sus mangas —. Bueno, es - um, el cumpleaños de Ron, ¿no? Pensé que podríamos - er - pasar el día juntos... por él, ¿sabes? Digo, somos sus amigos. Si no quieres, está--.

      — ¿Qué? ¡No! No. No, ¡quiero!—, Harry escupió apurado —. ¡En serio! Nos - er - encontraremos en la Sala Común en cinco minutos.

      Cuando Harry volvió a girarse para mirar a Ron, lo encontró con una sonrisa risueña.

      —Vamos, vístete—, clamó con entusiasmo.

      Después de lavarse los dientes y peinarse, salió del baño para descubrir que Ron no se había movido en lo absoluto. En su lugar, estaba apoyado contra el poste de la cama, mirando a través de la ventana la lluvia con una extraña expresión de confusión.

      — ¿Ron?

      — ¿Hmm?

      —Vamos, entonces. Vístete para el desayuno.

      —No tengo hambre. Bajaré contigo—, dijo Ron con un suave suspiro —. Pero no quiero comer.

      Harry le envió una mirada —. Te comiste la mitad de la caja de chocolates de caldero, ¿no?

      —No es eso—, soltó un suspiro mucho más pesado —. Es solo que... ¡no puedo soportarlo!

      — ¿Qué cosa?

      — ¡No puedo dejar de pensar en ella!

      Los labios de Harry se separaron. Podían ser amigos, pero si Ron empezaba a referirse a Lavender como Lav-Lav, iba a tener que hacer algo.

      — ¿Por qué eso evita que desayunes?—, cuestionó.

      Ron arrojó los brazos hacia arriba en un gesto desesperado —. Creo que no le gusto.

      Harry frunció el ceño —. Uh... diría que definitivamente le gustas. Digo, sigue besándote, ¿no?

      Ron pestañeó —. ¿De quién hablas?

      — ¿De quién hablas ?—, inquietó Harry, alarmándose.

      —Lyn, por supuesto—, Ron habló suavemente, todo su rostro iluminándose cuando su nombre se deslizó de sus labios.

      Los chicos se miraron el uno al otro en silencio hasta que Harry finalmente habló —. Esto es una broma, ¿cierto? Estás bromeando.

      Ron sacudió la cabeza —. Creo... creo que la amo—, dijo con la voz ahogada.

      —Bueno—, balbuceó Harry, acercándose a su mejor amigo y mirando sus ojos cristalinos y su complexión pálida —. Bueno, repítelo con la cara seria.

      — ¡La amo!—, respiró Ron —. Ella es... es ineligente, juega Quidditch, es divertida... y... oh, Harry, ¡está tan buena! ¿Viste su cabello? Es tan oscuro y brillante... ¿y sus ojos? Esos hermosos ojos azules... siempre brillan cuando sonríe, ¿sabes...? Y sus labios... son tan tentadores y--.

      Una parte de Harry estaba de acuerdo con cada palabra.

      — ¡Pero esto es una locura!—, exclamó —. Hablamos de Lyn. ¡La tratas como a una hermana! ¿Qué te pasa--?—, y entonces vio la caja abierta sobre la cama de Ron, y la verdad lo golpeó con la fuerza de una estampida.

      —Ah...—, aguantó la risa y sacudió la cabeza, pensando rápido —. Uh... Lyn - sí. Ella... ¡Está abajo! Sí, sí, ella está abajo—, agregó para sí mismo —. Y entonces podemos visitar a Slughorn.

      Ron asintió con pasión, y no dudó en seguir a Harry hacia la Sala Común.

      Edelyn sonrió —. ¡Feliz cumpleaños, Ronnie--!

      Harry no registró lo que pasó después hasta que fue demasiado tarde. Edelyn no registró lo que pasó hasta que fue demasiado tarde. En un movimiento salvaje, los labios de Ron chocaron contra los de ella.

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