𝟬𝟬𝟵 weasel
CAPÍTULO NUEVE: COMADREJA.
—¿Dónde estamos? —Edelyn soltó la mano de Remus y miró alrededor de la calle desierta. Su cabeza ligeramente mareada por los efectos de la aparición y sus ojos entrecerrados, dos CRACKS sonoros rompieron el cielo nocturno y anunciaron la llegada de Fred y George.
—Cambiamos de lugar cada vez —Remus miró su reloj de pulsera antes de darle una pequeña sonrisa—. Nos dirigimos a la casa de un aliado de la Orden. Creo que conocerás a la familia.
—¿Los conozco?
—¡Sí, señora! —George aplaudió mientras Fred pasaba un brazo alrededor de los hombros de ella, guiándola—. Revisitarás tus recuerdos más preciados —musitó—. Podría incluso recibir un sermón por ti.
Ella juntó las cejas, pensando. No obstante, su confusión fue aliviada pronto ya que Remus golpeó la puerta de la gran casa en una esquina. Se escucharon pasos pesados antes de que un mago apareciera, de gran musculatura y grande. Con esa presencia comandante, Edelyn ya lo sabía.
—Buenas noches —saludó él.
—Oh, vamos. No actúes como si fuéramos desconocidos —instó Fred, cruzándose de brazos.
Las esquinas de los labios de George se curvaron al agregar—. Sí. Después de todas esas noches largas juntos, al menos podríamos recibir unos besos amigables en las mejillas.
Edelyn soltó una carcajada—. Ignóralos —rodó los ojos mientras Fred fruncía los labios—. Se acostumbraron a las primas de Fleur —le envió una sonrisa brillante antes de pasar el marco de la puerta y envolverlo en un abrazo, uno que fue regresado con un poco de vergüenza.
—Estás más alta —remarcó él cuando se separaron.
—Sí, y eso no te hace sonar como si tuvieras cien años —se burló ella, parándose a un lado para que los demás entraran—. ¿Y qué esperabas? Ya no tengo trece años.
Él rió—. Sí, supongo que no —pestañeó. Sus facciones infantiles habían sido reemplazadas por las de una mujer joven. La belleza pasada por herencia eran evidentes en cada centímetro de su piel. "Adorable" ya no era la palabra que la describía—. Así que, escuché que finalmente ganaron la copa.
Ella asintió—. Cuatro años de darnos a Harry y a mí largos discursos de ánimo finalmente valió de algo. Eso y amenazarnos con lagartijas —lo empujó—. Escuché que juegas en Puddlemere United, cap.
Oliver Wood sonrió con placer—. Sí, lo hacía.
—¡Usas el mismo Jersey que Joscelind Wadcock! —soltó ella con emoción—. ¡La Buscadora más increíble en la centuria! Hablando de Buscadores, ¿ya conociste a Wilda Griffiths?
—No. El equipo de reserva tiene prácticas separadas. Se suponía que me pasarían a la liga verdadera en esta temporada, pero... —frunció el ceño y, con su voz enlazada con amargura, gruñó—. Bueno, con la guerra y todo, la Copa de la Liga se canceló.
George rió—. Creo que derrotar a Voldemort es ligeramente más importante que Quidditch, Wood.
Oliver se ruborizó—. Sí - er - por supuesto —dijo rápidamente, entonces agregó en un susurro—. Pero - quiero decir - no puedes simplemente cancelar el Quidditch.
Fred no pudo evitar reír—. Realmente eres único, Wood —palmeó su espalda antes de dirigirse a la sala de estar.
—En serio —George insistió con una sonrisa.
Oliver les envió una mirada molesta antes de girarse para enfrentar a Edelyn—. Oye, erm... mira, sé que... ya sabes —rascó su nuca con timidez—. Era un buen chico. Justo y modesto. Un muy buen Buscador también.
Edelyn sonrió suavemente—. Sí, lo era —sus dedos alcanzaron el dije en forma de Snitch. Pero al no encontrar nada, mordió su labio inferior y tragó el nudo que se formó en su garganta. Por suerte, la atención fue tomada por la aparición de Lee Jordan.
Cuando los gemelos habían mencionado el viaje, Edelyn había estado agradecida ya que creía que escapar de Shell Cottage por unas horas calmaría sus nervios. De hecho, había comenzando bien, compartiendo una conversación ligera con Oliver y Lee. Pero mientras escuchaba a Lee y Fred haciendo la Potterwatch bajo sus nombres en código, río y roedor, el tembleque en su muslo derecho regresó y un torrente cayó sobre ella y la llevó a la ansiedad.
Siempre había sabido que estaban en una guerra peligrosa, pero tener tantas desapariciones terribles, torturas y muertes justo frente a ella lo hacía lucir mucho más real. La preocupación se aferró a su estómago, y podía sentir sus poderes Beaumanoir comenzar a aparecer a medida que el miedo la tragaba por completo. Esto solo la hacía más ansiosa, empeorando la pérdida de control.
Respira, Lyn. Solo respira. Agarró los brazos de la silla e intentó alejar sus poderes Beaumanoir, enterrarlos en algún lugar profundo en su interior. Pero cuando Remus comenzó su segmento regular "Amigos de Potter", no pudo soportarlo más.
La idea de Harry la hacía querer gritar. Su confesión de amor, su ruptura, su separación. Todo se juntó como un huracán en su cabeza. Podía sentir la familiar electricidad cursar sus venas y, no queriendo lastimar a nadie, se puso de pie y corrió a través de la sala de estar.
Remus paró en seco y fue a ir tras ella, pero Fred le señaló—. Déjame a mí —antes de seguirla dentro de la cocina. Para el momento en que la alcanzó, sus ojos ya brillaban verdes y su cabello volaba en el aire como si una ventisca la rodeara. Podía casi ver la magia salir de sus dedos.
—Lyn. Lyn, soy yo.
Su voz atravesó la niebla que se había vuelto su mente y, por un segundo, la expresión severa en su rostro tembló. Pero a medida que la alcanzaba con pasos cautelosos, los ojos verdes se entrecerraron y el espejo que colgaba de la puerta delantera se rompió.
Fred no retrocedió y, con un movimiento rápido, tomó su rostro entre sus palmas y obligó a que sus ojos se encontraran con los suyos.
—Lyn, escúchame —habló firmemente—. Sé que estás ahí —su expresión se suavizó al ver los músculos relajarse ligeramente—. Solo cierra los ojos para mí, Lyn. Cierra los ojos para mí.
El sonido familiar de su voz y las caricias de su pulgar contra su mejilla actuaron como un abrazo cálido. Y después de un par de palabras más, ella cerró los ojos.
Fue como caer. La fatiga la bañó y sus rodillas se doblaron, llevándola a agarrarse a los brazos de Fred—. Yo - lo siento —jadeó—. Es solo que - ha estado liberándose últimamente, y yo - no sé cómo - cómo pararlo - yo--.
Fred la sostuvo contra su pecho y pasó una mano a través de su cabello—. Shh, shh... está bien, Lyn.
Permanecieron así por un rato largo. Fred acariciando su espalda para calmarla y, una vez que el corazón y los pulmones de ella sincronizaron, Edelyn se alejó y alzó la cabeza para mirarlo.
—¿Fred?
—¿Sí?
—Necesitamos un mejor nombre de código en lugar de roedor.
Fred rió—. ¿Qué tienes en mente?
Ella se encogió de hombros—. No lo sé. Cualquier cosa, menos roedor.
—¿Qué tal... —frunció el ceño, pensando—, espada?
Edelyn ahogó una carcajada—. ¿Espada?
—¡Sí! Ya sabes, ¡rápido y mordaz! —sonrió con arrogancia y le guiñó un ojo—. Junto con otros significados.
Edelyn rió y sacudió la cabeza con diversión—. Humilde como siempre, ya veo —murmuró suavemente. Entonces, con gratitud, agregó—. Gracias, Fred. Por - por todo.
Fred sonrió y presionó un beso contra su frente—. Cuando quieras, amor.
Oliver, que había visto toda la escena frente a él desde la puerta, alzó una ceja y preguntó—. ¿Ellos están-?
George negó y suspiró—. Pero desearía que lo estén.
──────────────
El otoño alcanzó al campo y su tienda ahora estaba armada entre montones de hojas caídas. Una tristeza oscura y la sensación fría del vacío que delataba la presencia de Dementores azotaba Al bosque. Desafortunadamente, la atmósfera dentro de la tienda no era mejor.
Harry no podía recordar la vez en que ellos tres estuvieran tan distantes. Ron y Hermione peleaban sin cesar, su relación cayendo cada vez más con el pasar de los días. No obstante, eso no los paraba de tener conversaciones en susurros sin (y sobre) él. Harry había notado cómo a veces dejaban de hablar abruptamente cuando él entraba a la tienda o cuando escuchaban sus pasos. Lo hacía sentir horriblemente solo.
Y por supuesto, siempre estaba la ausencia de ella.
Sentado en la mesa, Harry jugaba con la Snitch dorada que ahora colgaba de su cuello. Con sus ojos observando al espacio en blanco, recordaba las tardes del verano en que había pasado con Edelyn bajo un árbol cerca del Lago Negro. Estaba perdido en un trance, los ecos de la risa de ella llenando sus oídos, cuando Hermione exclamó de repente a su lado—. ¡Oh, por Dios! ¡La espada de Gryffindor! ¡Fue hecha por enanos! ¡Acabo de recordarlo!
Él pestañeó—. ¿Huh?
—La tierra y el óxido no afectan a la cuchilla —continuó ella—. ¡Solo toma lo que la hace más fuerte! Harry, ¿no te das cuenta? Destruiste el diario de Tom Riddle con el colmillo del basilisco, pero también heriste al basilisco con la espada de Gryffindor. ¡Eso significa que la cuchilla está impregnada con veneno de basilisco! —cuando Harry no hizo señal de entender, ella exclamó—. ¡Puede destruir Horocruxes, Harry! Es por eso que Dumbledore te la dejó en su testamento.
Por un momento, Harry simplemente la observó. Entonces, sus labios se giraron en una sonrisa y la abrazó—. ¡Eres brillante, Hermione! ¡En serio!
—En realidad, soy lógica. Pero solo hay un problema, obviamente.
—No lo tenemos.
Tanto Harry como Hermione saltaron, sorprendidos por la repentina aparición de Ron.
—Sí, sigo aquí. Pero pueden seguir. No me dejen arruinar la diversión.
Harry frunció el ceño—. ¿Qué pasa?
—¿Qué pasa? No pasa nada. No de acuerdo a ti, de todas formas.
Pero algo claramente pasaba, y una discusión acalorada originó entre Harry y Ron. Esta alcanzó su poco cuando el último gritó—. ¿Quieres saber por qué escucho esa radio? ¡Para asegurarme que no digan el nombre de Fred, o George, o mamá... o Lyn! Te olvidaste de ella, ¿no? Ahora que estás cómodo con Hermione.
La bruja en cuestión jadeó—. Ron - ¡Ron, quítatelo! —su voz temblaba mientras apuntaba al Horocrux que colgaba de su cuello—. No dirías esto si--.
—Oh, sí que lo diría —gruñó Harry—. ¡Vete entonces! —gritó, sus manos apretadas en puños. El comentario sobre Edelyn trajo un dolor terrible a su pecho—. ¡Deja el Horocrux y vete!
Ron pasó la cadena por sobre su cabeza y lo dejó sobre una silla cercana antes de girarse a Hermione—. ¿Qué
Ron pasó la cadena por sobre su cabeza y la dejó en una silla cercana antes de girarse a Hermione—. ¿Y tú qué vas a hacer?
—¿Qué dices?
—¿Te quedas o qué?
—Yo... —Hermione lucía angustiada—. Sí - sí, voy a quedarme. Ron, dijimos que iríamos con Harry, dijimos que ayudaríamos--.
—Bueno, lo entiendo —le disparó una mirada a Harry—. Los vi juntos la otra noche.
—¡¿Qué?! ¡Ron, malinterpretaste--!
Pero Ron ya había salido de la tienda.
Mientras Hermione fue tras él, Harry se sentó, sintiéndose mareado. Después de un par de minutos, ella regresó con lágrimas corriendo por sus mejillas.
—¡Él se fu-fue! —sollozó—. ¡Desapareció!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro