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𝟬𝟬𝟴 the curious case of snuffles

CAPÍTULO OCHO: EL CURIOSO CASO DE SNUFFLES.

      El resto de las vacaciones de Navidad pasaron volando y, antes que Harry lo supiera, Enero había acabado y ya estaban en Febrero. Con la segunda tarea del Tornamento de los Tres Magos acercándose rápidamente, él estaba ahogándose en una horrible sensación que se hundía en el fondo de su estómago y, a pesar del hecho que ahora sabía cuál sería el desafío, gracias a una pista que le había dado Cedric, él no estaba ni cerca de descubrir cómo por Merlín iba a hacer para respirar bajo el agua durante una hora completa.

      El día anterior a la prueba, sus nervios estaban al máximo y él solo jugaba con los huevos revueltos sobre su plato durante el desayuno cuando una lechuza marrón llevó con una carta dirigida a él. Abriendo el pergamino, leyó la carta más corta que Sirius le había escrito:

Envía la fecha de tu próxima visita a Hogsmade a través de ésta lechuza.

      Edelyn, que estaba sentada delante de él y al lado de Ron, levantó su mirada de su muffin de arándanos y le preguntó —. ¿Qué es eso?

      Harry se endureció y vaciló —. Oh – uh – nada—, ante lo que Edelyn respondió alzando su ceja con curiosidad. Pero antes que pudiera seguir cuestionando, sintió que alguien tocó su hombro y se giró para ver a Cedric, luciendo bastante nervioso.

      —Oye, Lynnie. ¿Puedo hablarte por un segundo?

      —Sí, por supuesto, Ced—, asintió ella con una sonrisa y se deslizó de su asiento, caminando junto con Cedric hasta la mesa de Hufflepuff.

      Una vez que ella estuvo fuera del campo de audición, Hermione se acercó y susurró —. La próxima semana no, la otra. Toma mi pluma y envía eso de vuelta.

      Harry asintió, escribió la fecha en la parte trasera de la carta que permanecía atada a la pata de la lechuza, y observó al animal volver a salir volando.

      — ¿Para qué quiere saber cuándo será la próxima visita a Hogsmade?—, inquirió Ron.

      —No lo sé—, respondió Harry distraídamente mientras miraba hacia donde Edelyn estaba hablando con Cedric.

      —Tener que evitar a Lyn de esta forma es ridículo—, bufó Hermione —. Casi nos atrapó dos veces hablando en el fuego, y esa es la segunda carta que te llega con ella estando cerca. Ella no es estúpida. Va a descifrar que estamos ocultando algo de ella pronto.

      —Sí, ¿pero qué podemos hacer?—, dijo Ron, mordiendo un pedazo de bacon —. Él no quiere que ella lo sepa.

      Más tarde esa misma noche, Harry se encontró a sí mismo sintiéndose desesperanzado mientras estaba sentado en la biblioteca con Ron y Hermione, pasando página tras página, hechizo tras hechizo, buscando algo que fuera a ayudarlo con la próxima tarea.

      —No creo que podamos hacerlo—, espetó Ron —. No hay nada. Nada. Lo más cercano fue esa cosa que seca el lodo, pero no es lo suficientemente poderoso para secar el lago.

      —Debe haber algo—, instó Hermione, alterada —. Nunca tendrían un reto que no puede ser hecho.

      —Bueno, lo han hecho—, respondió Ron —. Mira, Harry, solo ve al lago mañana, ¿sí? Mete tu cabeza, grítale a las sirenas que te devuelvan lo que sea que te hayan quitado, y ve si te lo dan. Es lo mejor que puedes hacer, amigo.

      — ¡Hay una forma de hacerlo!—, exclamó Hermione —. ¡Debe haberlo!

      —Bueno, la hay.

      Los tres se giraron para ver a Edelyn caminar en su dirección, rascándose los ojos y conteniendo un bostezo.

      —Ced me contó en el desayuno cuál era la tarea. No la había descifrado tampoco. Sonaba realmente nervioso. Cómo sea, lo ayudé con una idea. No estoy segura de si funcionará, ya que es un hechizo muy complicado. Lo está practicando ahora en el baño de los prefectos—, explicó ella mientras se sentaba sobre la mesa.

      —Bueno, ¡escúpelo! ¿Qué está haciendo?

      Edelyn rodó los ojos —. Ron, Harry no puede hacer lo mismo que Ced. Será sospechoso. Deberemos pensar en otra cosa.

      — ¿Quieres decir que ayudarás?—, preguntó Harry, algo sorprendido.

      Edelyn frunció el ceño —. Por supuesto que ayudaré. Solo me sorprende que nunca hayas preguntado.

      —Oh, bueno, creí que estabas, ya sabes... um, digo, él es tu hermano, así que creí...

      Edelyn lo golpeó en el brazo.

      — ¿Realmente crees que me importa quien gane este estúpido tornamento? Solo quiero que los dos salgan vivos de esta cosa. Así que, ¿tenemos alguna idea?

      Hermione cerró su libro con un poco más de la fuerza necesario —. No—, bufó —. ¡No podemos encontrar ningún hechizo que funcione!

      Edelyn alzó una ceja y dijo —. Tal vez hay que buscar algo que no sea un hechizo.

      Los otros tres la miraron, confundidos.

      — ¿A qué te refieres?—, inquirió Harry.

      —Bueno, no usaste un hechizo en la primera tarea realmente, ¿cierto? Quiero decir, conjuraste tu Saeta de Fuego, pero lo que realmente hiciste fue volar. Así que, tal vez, debemos buscar algo que no sea un hechizo, sino otra forma de que tú puedas respirar bajo el agua.

      — ¿Pero qué, en los pantalones de Merlín, sería eso?—, cuestionó Ron.

      Ella se encogió de hombros —. No lo sé... ¿tal vez una poción o una plata que te transforme en un pez o algo?

      —Yo sugiero un pez dorado—, intervino Fred Weasley.

      Los cuatro levantaron sus cabezas para ver a los gemelos emergen de entre los pasillos.

      — ¿Qué hacen ustedes dos aquí?—, preguntó Ron a sus hermanos.

      —Buscando a Lynster y Hermione. McGonagall quiere hablar con ustedes—, informó George.

      Las dos chicas se levantaron y Edelyn apretó los hombros de Harry en un gesto alentador —. Solo piensa fuera de la caja, Harry. Nos vemos en la Sala Común.

      —C-claro—, respondió Harry, claramente nervioso.

      Mientras Edelyn caminaba con los gemelos y Hermione hacia la oficina de. McGonagall, ella palmó su barbilla reflexivamente antes que un brillo de travesura cruzara sus ojos —. ¿Saben, chicos? Eso sería una genial idea para su futura tienda.

      — ¿Qué cosa?—, inquirió George.

      —Bueno, ¿qué tal si crean un dulce o algo que te pueda convertir en un pez dorado? Eso sería entretenido.

      Fred y George rieron, y Hermione le envió a Edelyn una mirada reprochante —. No les des ideas.

      —Oh, Hermione, no eres divertida—, acusó George.

      Una vez que llegaron a la oficina de la profesora McGonagall, los gemelos Weasley se despidieron, dejando a Hermione y Edelyn para que entraran.

      — ¿Hola?

      — ¿Profesora McGonagall? Usted quería ver--.

      Entonces, todo se volvió negro.


──────────────


      Lo próximo que ella supo, Edelyn estaba en la helada agua del Lago Negro. Ella pestañeó un par de veces, intentando comprender su alrededor. Sobre ella se encontraba la plataforma en el que el público estaba de pie, gritando y aplaudiendo. Ella sintió un tirón de su brazo y miro alrededor para encontrarse con una niña pequeña que tenía aproximadamente ocho años aferrándose a ella. Edelyn creyó que ella lucía increíblemente parecida a Fleur Delacour, especialmente con su cabello rubio platinado.

      Entonces, sus ojos se abrieron al notar que había alrededor de veinte sirenas a su alrededor y su respiración se quedó atrapada en su pecho.

      — ¡Lyn, Lyn!

      Edelyn volvió a pestañear y, entonces, notó la imagen borrosa de Harry apareciendo.

      —Vamos—, animó él, sus dientes temblando —. No creo que ella nade muy bien.

      Juntos, llevaron a la niña pequeña por el agua hacia el banco dónde estaban los jueces observándolos y las sirenas los siguieron. Una vez que llegaron a la plataforma, Fleur Delacour se acercó corriendo a ellos mientras Edelyn ayudaba a la niña, que seguía aferrada a su brazo, a salir del agua.

      — ¡Gabrielle! ¡Gabrielle! Oh, ¡Gabrielle!—, Fleur se lanzó sobre su hermana menor y la abrazó —. Oh, ¡Gabrielle! Creí... creí...

      —Percy, sal de encima—, siseó Edelyn cuando Percy Weasley, quién estaba cumpliendo el puesto de Crouch como juez, la tomó por el brazo un poco brusco y la levantó, su rostro luciendo bastante pálido.

      — ¡LYNNIE!

      Las manos de Percy fueron reemplazadas por las de Cedric, y Edelyn estaba comenzando a marearse un poco con todos los rostros y voces de las personas que la rodeaban.

      —Oh, ¡debes estar helada!—, exclamó Cedric, envolviéndola en una toalla y abrazándola con fuerza. Y de hecho lo estaba; su piel se había tornado púrpura, todo su cuerpo temblaba y sus dientes chasqueaban violentamente mientras ella hundía su nariz en su pecho.

      —H-hola, Ch-Cho—, balbuceó ella mientras Cedric la hacía sentarse, sus brazos aún rodeando su cuerpo para darle calor.

      —Hola, Edelyn—, saludó Cho.

      — ¿Q-q-qué su-sucedió? ¿P-por qué e-estás m-mojada también?

      —Yo era... um... bueno, yo era el rehén de Cedric—, explicó ella con una sonrisa deslumbrante.

      Edelyn frunció el ceño —. P-pero en-entonces, ¿p-por qué estabas e-en el a-agua?

      Cedric sonrió pero, antes que cualquiera de ellos pudieran explicarle, la voz de Ludo Bagman se alzó y Edelyn se ahogó, mirando con sus ojos abiertos a Harry que estaba sentado al lado de una Hermione que temblaba cuando Bagman anunció que ella, ella, había sido su rehén.

      —La tercer y última prueba será en el atardecer, el veinticuatro de junio—, concluyó Bagman —. Los Campeones serán notificados de lo que vendrá precisamente un mes antes.

      Y entonces, terminó. La segunda prueba había terminado.

      Madam Pomfrey comenzó a llevar a los Campeones y sus rehenes de vuelta al castillo y, después de asegurarse que Cedric estaba bien por la décimo segunda vez, Edelyn se dirigió hacia la Sala Común de Gryffindor. Después de ingresar y hacer dos pasos en su interior, ella saltó ya que dos figuras se lanzaron sobre ella.

      — ¡LYNSTER!

      —Estábamos preocupados, ¿sabes?—, exclamó George.

      —Cuando no te vimos en las gradas, creímos que eras el rehén de Diggory, pero cuando Chang apareció con él... bueno... creímos que tú podrías estar--, comenzó George, sus cejas alzándose.

     Edelyn golpeó a ambos en el brazo —. Oh, cierren la boca—, siseó, pero no pudo contener la pequeña sonrisa que jugaba en sus labios.

      —Este tornamento es una locura—, llegó la voz de Ron mientras él se acercaba a ella, su rostro ligeramente más pálido de lo  usual —. Completa locura. Ahora, vamos—, él tomó su mano y tiró de ella para alejarla de los gemelos y llevarla con a dónde Harry y Hermione estaban sentados.

      — ¡Lyn! ¿Fue tu idea? ¿El encantamiento de cabeza de burbuja?—, cuestionó Hermione.

      Edelyn asintió mientras se sentaba al lado de Ron.

      — ¡Qué ingeniosa! ¿Cómo no se me ocurrió?—, exclamó, hablando más para sí misma.

      — ¿Cómo se te ocurrió usar las algas?—, preguntó Edelyn a Harry.

      —Oh, bueno. Fue Dobby, en realidad.

      — ¿Dobby? ¿Dobby, el elfo doméstico?

      —Sí...—, murmuró Harry, pasando sus manos por su cabello —. Es una larga historia...

      — ¡Y ahora estás empatado con Diggory en el primer lugar!—, exclamó Ron, luciendo extremadamente orgulloso.

      —Solo porque fui lo suficientemente estúpido para creer que tú realmente te ahogarías...—, murmuró Harry.

      Edelyn negó —. No, ¡fue brillante! Ced no podía dejar de hablar de eso. Está bastante celoso de tu... ¿cómo lo llamó Bagman? ¿"Fibra moral"?—, lo molestó.

      Ron y Hermione estallaron en carcajadas y Harry brilló en un tono escarlata, una sonrisa soñadora jugaba en sus labios mientras Edelyn reía y lo codeaba jugando.


──────────────


      El segundo sábado de marzo, Harry, Ron y Hermione se dirigían a Hogsmade, habiendo recibido una carta un par de días previos por parte de Sirius que decía: estén al final de la calle de Hogsmade (pasando Dervish y Banges) a las dos de la tarde en el sábado. Traigan tan comida como puedan.

      Con la comida en su mochila – ellos lograron guardar docenas de patas de pollo, un gran pedazo de pan, y un litro de jugo de calabaza de la mesa del almuerzo –, ellos se dirigían a encontrarse con él cuando escucharon una voz llamarlos por detrás.

      — ¡Harry! ¡Hermione! ¡Ron! ¡Espérenme!

      Los tres se detuvieron y palidecieron, luciendo como si acabaran de ver un Boggart.

      — ¡Lyn! Creí que ibas a – um – pasar el día con Cedric—, dijo Harry mientras Edelyn se paraba a su lado.

      Ella se encogió de hombros en respuesta —. Él me abandonó por Cho. Pensé en venir a estar con ustedes en su lugar—, pero cuando sus tres amigos intercambiaron una mirada incómoda entre ellos, ella sintió su estómago retorcerse y murmuró —. A menos que... ¿ustedes no quieran?

      — ¿Qué? ¡No!—, respondió Harry rápidamente —. No es eso... es solo que nosotros... uh... vamos a encontrarnos con alguien.

      — ¿Con quién?—, cuestionó Edelyn.

      Los ojos de Harry se desviaron hacia Hermione en búsqueda de ayuda mientras intentaba formular una mentira, y ella contestó —. V-Viktor.

      Edelyn alzó una ceja —. ¿Todos van a ir a encontrarse con Krum?

      —Bueno, sí, digo, um, Harry y Ron quieren... um... autógrafos.

      —Oh. Bueno, ¿puedo unirme?

      —No—, dijeron los tres al unísono.

      Edelyn pestañeó, tomada por sorpresa —. Oh. Um... está bien, entonces...

      Viendo el dolor en sus ojos, Hermione agregó —. Es solo que él... te tiene miedo. Ya sabes, por tu – um – padre y todo eso.

      El rostro de Edelyn inmediatamente cayó en un ceño fruncido. Con sus dientes apretados, ella gruñó —. Brillante. Bueno, espero que la pasen bien—, girando sobre sus pies, ella se marchó, apretando sus manos en puños y murmurando —. Maldito asesino de masas... volviendo mi vida un infierno... ¿por qué nadie me deja cambiarme mi maldito apellido? No lo quiero... urgh.

      Tan pronto como ella estuvo lo suficientemente lejos para que no los escucharan, Harry le envió una mirada de enojo y Hermione y soltó —. ¡¿Qué diablos fue eso?!

      — ¿Qué –? ¿Qué esperabas que dijera?—, respondió Hermione a la defensiva.

      —Oh, no lo sé—, respondió Harry, alzando sus brazos al aire con frustración —. ¿Cualquier cosa que no involucrara a Sirius? Ella ya lo odia lo suficiente.

      —Oh – bueno – yo--, Hermione balbuceó, la culpa inundando su interior.

      Sintiendo la tensión en el aire, Ron intervino —. Son casi las dos. Deberíamos – er – probablemente ir.

      —C–cierto—, asintió Hermione —. Vamos, entonces. Encontremos a Sirius y luego podemos buscar a Lyn, ¿sí?—, insistió, una expresión de culpa sobre su rostro a la que Harry contestó con un suspiro.

      —Bien—, gruñó él antes de comenzar a liderar el camino hacia el borde del pueblo.


──────────────


      Caminando las calles de Hogsmade a solas, Edelyn contempló si debería ir en busca de Cedric o no. No queriendo interrumpir su cita con Cho, sin embargo, decidió ir a Honeydukes en su lugar y comprar una copa de chocolate antes de dirigirse a una banca a un lado de la calle principal y sentarse con su copia de segunda mano de una de las obras más notables de Oscar Wilde.

      Tirando de las mangas de su sweater del equipo de Quidditch BallyCastle Bats ya que, aunque era un hermoso día con el cielo despejado, el viento seguía siendo frío. Ella comenzó a leer el libro por la que debía ser la quinta vez desde que lo recibió el año anterior por una lechuza anónima.

      Con el chocolate caliente calentando su interior y la luz del sol besando su piel, una sonrisa serena agraciaba sus labios mientras encontraba paz en la tranquilidad que la rodeaba.

      Una tranquilidad que, desafortunadamente, tuvo una vida corta.

      —Mira eso, ¿Potty abandonó a su noviecita?

      Edelyn gimió internamente y levantó su cabeza para ver a Draco Malfoy parado frente a ella junto con su grupo de Slytherins. Cerrando su libro, ella entrecerró sus ojos y escupió —. Déjame sola.

      Pero Draco no lo hizo. En su lugar, él le quitó el libro a Edelyn y lo examinó antes de burlarse —. Dime, Black, Potty probablemente pueda conseguir a cualquier chica que quiera ahora con la gloria del tornamento, ¿así que por qué te eligió a ti?

      Edelyn se levantó y gruñó —. Vete, Malfoy.

      Pansy Parkinson sonrió maliciosamente —. Tal vez siente pena por ella. Digo, ¿quién no?

      Todos se rieron y Edelyn sintió la ira hervir en su interior. Estirándose, ella intentó tomar de vuelta su libro, pero Draco rápidamente lo alejó de su alcance.

      —Este es un libro de Muggles, Black—, ladró él —. En serio, ¿puedes ser más traidora a la sangre?

      — ¿Sabes qué, Malfoy?—, escupió ella —. Prefiero ser una traidora a la sangre a un Slytherin arrogante, que cree que se merece el mundo como tú. Ahora, ¡devuélvemelo!

      Ella dio un paso hacia delante, pero retrocedió cunado Vincent Crabbe y Gregory Goyle hicieron sonar sus nudillos y se pararon frente a Draco en protección.

      Mientras tanto, en la sección cruzada entre Dervish y Banges, Harry, Ron y Hermione giraron la esquina e inmediatamente se detuvieron cuando sus ojos cayeron en la conmoción frente a ellos. Sirius, que estaba en su forma de animago, sintió su pecho tensarse ante la visión de su hija, y al ver a Draco Malfoy, que era la imagen idéntica de su padre, gruñó y mostró sus dientes.

      — ¿Qué me llamaste?—, habló Draco fríamente.

      Edelyn lo observó y mentalmente maldijo que su varita estuviera guardada en su mochila —. Dije—, repitió ella entre dientes —. Que eres un arrogante, que--.

      Pero ella se interrumpió, su respiración picó en su pecho mientras sentía el repentino dolor en su mejilla derecha. Sus dedos instintivamente se alzaron y sintió un hilo de sangre antes que sus ojos azules se dirigieran a Pansy que tenía su varita alzada.

      —No le hables a mi Drakey así—, siseó la chica.

      Edelyn apretó sus manos en puños y miró amenazantemente a Pansy, un brillo verde cruzando sus ojos azules mientras completo odio cruzaba sus venas. Nadie lo notó, no obstante, porque de repente, un gruñido bajo y feroz fue escuchado, y todos se giraron para ver a un gran perro negro gruñéndoles, con su cabello erizado.

      Los labios de Edelyn se separaron y su respiración se atrapó en su garganta mientras el miedo rápidamente reemplazaba su enojo.

      El perro ladró y envió al grupo de Slytherins un sonoro ladrido antes de avanzar y abrir su mandíbula en su dirección. Draco chilló y arrojó el libro de Edelyn, Pansy soltó un grito agudo, Crabbe y Goyle tragaron al percatarse que sus puños no servirían de nada en esta situación.

      No fue necesaria la persuasión para que ellos salieran corriendo.

      Jadeando cuando el perro volvió a dar otro ladrido violento, Edelyn retrocedió y tropezó con sus propios pies, aterrizando en la fría calle de piedra con un sonido sin gracia. Su corazón acelerado y su estómago doblado, ella se endureció cuando el perro se giró hacia ella y palideció visiblemente.

      Al ver el miedo en los ojos de su hija, Sirius instantáneamente se relajó, sus gestos amenazantes desapareciendo mientras tomaba unos pasos hacia atrás, permitiendo que ella volviera a respirar y volviera a la normalidad.

      — ¡Lyn!—, exclamó Ron, corriendo hasta ella y arrodillándose a su lado —. ¿Estás bien?—, inquirió mientras rodeaba su cintura con un brazo y la ayudaba a levantarse.

      Incluso aún mirando los ojos grises del perro que lucían tan familiares, ella pestañeó un par de veces, saliendo de su ensueño cuando tuvo una sensación agijante en su rostro.

      — ¡Harry!—, exclamó ella, siseando en dolor mientras el chico utilizando su manga para limpiar la sangre que había sido derramada por el corte profundo sobre su mejilla.

      Sirius se encogió ante su sonido.

      —Lo siento—, se disculpó él rápidamente.

      — ¡No puedo creerlo!—, chilló Hermione —. Esa – esa--.

      — ¿Perra?—, ofreció Ron.

      Hermione estaba tan enojada que ni siquiera le dio a Ron una mirada de reproche por su elección de palabras y, en su lugar, comenzó a buscar en su bolso una curita.

       —Toma—, mencionó, finalmente encontrando dos y pasándoselos a Harry.

      Ignorando las miradas de confusión por parte de Ron y Edelyn, quienes nunca habían visto una curita antes, él rápidamente le quitó las tiras de plástico y gentilmente la colocó sobre la piel de la chica.

      —Gr-gracias—, murmuró Edelyn.

      —Eso bastará hasta que te llevemos con Madam Pomfrey—, aseguró Hermione, aún luciendo afectada.

      La mirada de Edelyn entonces se desvió hacia el perro negro. Ahora estaba sentado sobre sus patas traseras mientras la observaba, su cola moviéndose ligeramente detrás de él mientras torcía su cabeza hacia un lado, casi curioso. El perro aterrador de antes se había dio y Edelyn no pudo evitar estudiar aquellos ojos grises. Un par de ojos grises que lucían tan tan familiares.

      Harry toció, aclarando su garganta y contestó incómodo —. Es – um – un perro callejero.

      — ¿Qué estaban ustedes tres haciendo con--?—, cuestionó ella, pero se detuvo porque Harry se adelantó a su pregunta.

       —Vimos al perro y decidimos darle un poco de comida. Él... bueno, él – uh – lucía hambriento.

       Edelyn asistió y observó al perro negto lentamente levantarse. Con vacilación en cada paso, trotando hasta detenerse frente a Edelyn, sorprendiéndola al hundir su hocico en su mano.

      Una sonrisa entonces decoró sus labios y ella se agachó a su lado, estirándose para acariciar al perro mientras decía —. Supongo que debo agradecértelo—, una carcajada entonces escapó de sus labios y el perro dio un ladrido juguetón y lamió su mejilla izquierda, acariciándola con su hocico.

      Luciendo algo nerviosa, Hermione miró alrededor y dijo —. Probablemente deberíamos comenzar a volver.

      —Sí, es cierto—, asintió Harry, también preocupado porque Sirius fuera a hacer algo estúpido como transformarse su forma humana ahora que estaba viendo a su hija. Aunque la calle estaba vacía excepto por ellos, seguía sin ser seguro.

      —Bueno—, contestó Edelyn, dándole al perro una última caricia sobre la cabeza antes de caminar hasta donde Draco había lanzado su libro y recogerlo del suelo, quitándole la tierra de encima antes de guardarlo en su mochila. El perro soltó otro ladrido cuando notó la portada, y fue con un movimiento animado de su cola que salió corriendo, dejando a Harry, Ron y Hermione exhalando aliviados.

      —Lindo perro—, remarcó Edelyn mientras solo observaba al perro desaparecer doblando la esquina.

      Los otros tres compartieron una sonrisa.

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