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𝟬𝟬𝟳 kiss me wild

CAPÍTULO SIETE: BÉSAME SALVAJEMENTE.

      —Harry, estás siendo demasiado impaciente—, habló Edelyn en la noche del lunes mientras el cuarteto dorado estaban ocupados practicando hechizos y completando las masivas cantidades de tarea que tenían en la Sala Común de Gryffindor.

      Harry, que había estado intentando disipar el bowl de agua frente a él por la última media hora sin lograr ningún avance, soltó un gemido nervioso y murmuró —. Es fácil decirlo para ti. ¡Lograste hacer el hechizo en la primera clase! Simplemente no puedo hacerlo.

      Al lado de ellos, Hermione estaba intentando ayudar a Ron hacer el hechizo Silenciador sobre Crookshanks. Aunque tampoco estaba siendo exitoso. Después de bastante tiempo, comenzaron a hacer lo que siempre hacían: discutir.

      Edelyn observó con dolor a Harry hacer cuatro intentos fallidos más. Decidiendo que no podía seguir atestiguando su sufrimiento, cerró su libro de Transfiguración y lo colocó a un lado antes de deslizarse sobre el sofá para acercársele —. Es el movimiento de tu mano. Necesitas relajar tu muñeca un poco.

      Mientras Edelyn colocaba una mano sobre la de él y demostraba lo que quería decir, él podía olfatear el distinto aroma de su shampoo de frutilla y tuvo una sensación extraña en su estómago. Tragando nervioso y ajustando su agarre sobre su varita, ya que su mano estaba sudando como loco, toció un poco y balbuceó —. C-cierto.

      —Ahora, repite lo que acabas de hacer. Pero ésta vez, di el hechizo—, animó con una sonrisa de coraje mientras soltaba su mano.

      Él asintió y posó sus ojos sobre su objetivo —. Evanesco—, murmuró y, tan pronto como la última sílaba rodó de su lengua, el bowl de agua se vació. Su rostro se iluminó ante su éxito, y Edelyn no pudo evitar reír.

      Sacudiendo su varita, pronunció —. Aguamenti—, y el bowl volvió a llenarse con agua, provocando que Harry alzara sus cejas para mirarla —. Sabes que ese es un hechizo de sexto año, ¿cierto?—, mencionó.

      —Ced lo usó conmigo el año pasado—, informó, una sonrisa jugando en sus labios —. Tenía que vengarme, así que le robé sus apuntes y aprendí el hechizo.

      —Sí, pero sigue siendo un hechizo de sexto año—, instó Harry.

      Edelyn alzó una ceja —. Mira quién habla señor puedo-producir-un-Patronus.

      Harry le sacó la lengua y Edelyn empujó su hombro sin fuerza —. Muy maduro, Potter—, se burló, sacudiendo su cabeza de un lado al otro.

      Dos horas después, los dos se encontraron bastante solos en la Sala Común – Hermione y Ron habían discutido hasta el cansancio y se retiraron para ir a dormir. Con su pluma escribiendo el último par de oraciones para un ensayo excepcionalmente largo de Transfiguración, Edelyn estiró sus brazos y dijo, bostezando —. Estoy agotada. Esto es todo por esta noche, creo.

      Harry la miró y, entonces, volvió a mirar su pergamino en el que solo tenía escrita la fecha, su nombre, y el título del trabajo. Gimió y golpeó su cabeza contra la mesa.

      Edelyn rodó los ojos con burla ante su reacción y se sentó a su lado sobre la carpeta roja de hilo —. Vamos—, animó, dándole un pequeño empujón —. Puedes terminarlo mañana. Justo ahora, necesitas dormir.

      —Pero tenemos prácticas de Quidditch mañana—, mencionó, volviendo a levantar su cabeza y buscando sus ojos con su mirada —. Y estoy seguro que Angelina lo va a hacer largo... entonces, aún tengo que hacer mi diario de sueños para Trelawney, la práctica de hechizos para Flitwick, ese ensayo para Snape, y--.

      Pero se interrumpió cuando Edelyn se le acercó y colocó una mano contra su frente.

      — ¿Qué estás ha--?

      — ¿Harry Potter realmente está estresándose por la escuela?—, se burló con falso shock —. El Harry Potter, el chico que se enfrentó a Ya-Sabes-Quién tres veces, ¿está estresado por la tarea?

      —Oh, no molestes—, pidió él, las esquinas de su boca tornándose en una sonrisa mientras alejaba su mano.

      La chica rió y, con un brillo travieso en sus ojos, mencionó —. Entonces, oh gran chico que vivió, ¿qué tan ciego eres?—, y antes que él reaccionara, ella le quitó sus anteojos.

      — ¿Qué--? ¡Lyn!—, protestó Harry, pestañeando repetidas veces y rápidamente. El mundo a su alrededor se volvió nubloso. Giró su cabeza, intentando descifrar dónde se encontraba Edelyn, pero no lograba hacerlo--.

      — ¡BOO!

      Su respiración cosquilleó en su pecho y sintió dos manos sobre sus hombros. Entrecerrando los ojos, pudo notar la imagen borrosa de la sonrisa de la chica, sus ojos azules brillando detrás de los anteojos redondos.

      Los dos rieron.

      —Dime—, dijo ella, batiendo sus pestañas con humor —. ¿Me quedan las gafas?

      Harry rió —. Solo eres una mancha borrosa para mí, Lyn.

      —Bueno... una mancha linda, espero.

      —La mancha más linda que vi—, soltó él inconscientemente —. Ahora, devuélveme mis anteojos.


──────────────


      Los días siguientes pasaron en un borrón de largas noches y fechas de entrega acercándose. Para la noche del viernes, Edelyn estaba extremadamente exhausta, su mente era un desastre, lleno de conocimiento vacío, y sus dedos dolían de tanto sostener su pluma. Sin embargo, a pesar de su fatiga, estaba de buen humor al ingresar a la Sala de Menesteres con el resto de los miembros de la ahora establecida Armada de Dumbledore para su primera lección.

      —Bueno—, comenzó Harry, arrastrando sus manos sudorosas contra sus jeans —. He estado – uh – pensando sobre el tipo de cosas que deberíamos hacer primero, y... er...—, fue interrumpido al sentir la repentina necesidad de tragar, y un calor subió a sus mejillas cuando los veintiséis rostros delante de él continuaron observándolo. Esperaban que dijera algo brillante. Pero sus nervios lo estaban volviendo loco y su lengua parecía haber olvidado cómo formar palabras coherentes.

      No obstante, su mirada aterrizó sobre una chica en particular, quién le envió una sonrisa que le brindó coraje. Él sintió la tensión de sus músculos destensarse ligeramente y, con una respiración temblante, continuó —. Estaba pensando que lo primero que deberíamos hacer es Expelliarmus, ¿sabes? El hechizo desarmador. Sé que es bastante básico, pero fue muy útil para mí--.

      —Oh, por favor—, exclamó Zacharias Smith, rodando los ojos y cruzándose de brazos —. Algo tan fácil como Expelliarmus no va a ayudarnos contra Ya-Sabes-Quién. Y además, como dijiste, es básico. Todos obviamente ya saben cómo hacerlo.

      Edelyn alzó una ceja —. Bueno, si es tan sencillo, ¿por qué no nos das una demostración, Smith?

      Un par de personas rieron. El rostro de Zacharias enrojeció, pero no dijo nada.

      —B-bien, entonces—, retomó Harry la palabra cuando Edelyn se giró hacia él con una sonrisa triunfante —. Um... deberíamos dividirnos en parejas y practicar.

      Todos acataron la orden. Edelyn soltó un pequeño jadeo de sorpresa cuando Fred agarró su brazo repentinamente y la atrajo hacia su cuerpo. George estaba con Lee.

      —No te preocupes, Lynster—, sonrió él —. No seré duro contigo.

      Edelyn agitó su cabeza ligeramente, entretenida. Un suave hum vibró contra sus labios mientras alzaba su varita y le sonreía a Fred inocentemente.

      —Ok—, comenzó Harry, hablándole al grupo —. En la cuenta de tres, entonces. Uno, dos, tres.

      Fred abrió la boca para decir el encantamiento, pero antes que pudiera mencionar la primera sílaba, su varita salió volando de su mano y cruzó los aires. Edelyn la atrapó con facilidad, y lo molestó con una gran sonrisa en su rostro —. Así que, ¿ese fuiste tú no siendo duro conmigo, querido Freddie, o...?

      Fred la observó con admiración por un momento antes de cruzarse de brazos, una sonrisa volviendo a sus labios al mencionar —. Solo me adhiero a la caballerosidad de "las damas primero", amor.

      Edelyn soltó una carcajada y le arrojó su varita de vuelta —. Bueno, querido caballero, esta dama puede sostener su propia espada, así que dame todo lo que tienes.

      Fred sonrió.

      Mientras tanto, Harry miró alrededor y estuvo agradecido de haber sugerido que practicaran los básicos primero. Había bastantes hechizos mal hechos sucediendo. Varios no eran exitosos al desarmar a su oponente en lo absoluto, sino que apenas causaban un salto un par de pasos atrás o hacerlos temblar ante el impacto del hechizo.

      Mientras todos continuaban practicando, Fred y Edelyn comenzaron a jugar, tomando turnos para apuntar con sus varitas la espalda de Zacharias Smith. Reían más y más a medida que lo hechizaban cada vez que abría su boca para desarmar a Anthony Goldstein.

      La clase duró alrededor de media hora, y Edelyn no pudo evitar notar que, cada vez que Harry pasaba, Cho Chang se ponía completamente nerviosa. Y, en las ocasiones en que se paró a su lado para observarla, los hechizos incorrectos caían de su boca. Incluso, prendió fuego la manga de Marietta por accidente.

      —Me pusiste nerviosa, ¡estaba haciéndolo bien antes!—, exclamó Cho, colocando un mechón de cabello tras su oreja.

      —Eso estuvo bastante bien—, mintió Harry pero, al ver a Cho alzar una ceja en su dirección, agregó —. Bueno, no, estuvo mal. Pero sé que puedes hacerlo, estaba mirando desde allí...

      Cho rió, y las mejillas de Harry se ruborizaron.

      Edelyn sintió su estómago tensarse y rápidamente desvió la mirada. Una ola de emociones mezcladas la embargaron. ¿Ira? ¿Tristeza? ¿Celos? No podía comprenderlo por completo, y frunció el ceño ante su confusión. Ella era la novia de Cedric, resonó una voz en su cabeza. No han pasado ni seis meses, ¿y ya le gusta Harry? – Edelyn frunció el ceño – Pero Cedric hubiera querido que ella siga adelante, dijo otra voz. Hubiera querido que fuera feliz.

      Sacudió su cabeza – realmente no era algo en lo que quería pensar – y volvió a enfocar su atención en Fred. Él estaba riendo y, al seguir su mirada, Edelyn vio a Zacharias Smith, quién había vuelto a fallar con el hechizo y estaba murmurando un montón de maldiciones con frustración.

      Las esquinas de los labios de ella se curvaron hacia arriba, y chocó los cinco con Fred.

      Durante las siguientes semanas, las reuniones de la A.D. continuaron y, gracias a la inteligencia de Hermione y a la magia de Edelyn, cada miembro recibió un Galleon falso con un hechizo Proteus. La moneda quemaría y revelaría la fecha y hora de la siguiente reunión a través del número de serie en la parte trasera cada vez que Harry cambiara los números en su moneda.

      Las reuniones de la A.D. se volvieron algo que esperar con ansías entre el infierno que Dolores Umbridge estaba causando. No obstante, cuando el malvado sapo les prohibió a Harry, Edelyn, y a los gemelos Weasley jugar Quidditch debido a una pelea durante un partido con Malfoy después de que los Slytherins decidieran ser malos perdedores e insultarlos, la A.D. se volvió su rebelión.


──────────────


      Las fiestas no eran una novedad para los estudiantes de Hogwarts, y ciertamente no para los Gryffindors. La casa roja y dorada era notoria por organizar las festividades más salvajes. Nunca fallaban en servir la perfecta combinación de alcohol, buena música, y caos impulsado por las hormonas. Y con Umbridge habiendo llevado a los estudiantes a casi la locura con sus infinitos decretos y talento para propagar la miseria, el último día del semestre antes de las vacaciones de Navidad requerían una gran celebración. Cuando los estudiantes de casas diferentes comenzaron a ir a la Sala Común de Gryffindor, la profesora McGonagall decidió hacerse la tonta.

      Cerveza de mantequilla. Firewhiskey. Papas. Dulces. The Weird Sisters.

      —Esto es todo—, soltó Ginny, meneando sus caderas mientras tiraba de los lados de su falda de jean que Hermione creía que estaba cubriendo muy poco de sus muslos mientras que Edelyn opinaba que le quedaba genial —. Lo haré hoy—, espetó, mirándose en el espejo —. Ya fueron cuatro años. Este enamoramiento ha durado demasiado. Voy a superarlo.

      — ¿Estás segura, Gin?—, preguntó Edelyn desde su lugar sobre la cama de Ginny, enviándole a la chica una sonrisa burlona —. ¿Qué hay sobre sus ojos? Tan verdes como... ¿qué era, Hermione?

      La mencionada, que estaba peinando su cabello en dos trenzas prolijas, sonrió y ofreció —. Como un sapo en escabeche.

      — ¡Ah, sí!—, exclamó, chasqueando los dedos —. ¿Cómo podría olvidarlo? Y entonces era...—, palmeó sus dedos contra su mentón, fingiendo pensar —. Ah, cierto, su cabello. Su cabello tan oscuro como una pizarra cuando anochece...

      Ginny, cuyo rostro ahora estaba completamente rojo, frunció el ceño y le arrojó un zapato a Edelyn.

      —Oh, vamos, Gin—, rió la chica, esquivando el zapato que voló hacia su cabeza —. ¡Canta conmigo! ¡Quisiera que fuera mío, porque es glorioso, el héroe que venció al Señor Tenebroso!

      Hermione estalló en carcajadas y las esquinas de los labios de Ginny se levantaron mientras observaba a Edelyn dramáticamente alzar las manos al aire como si fuera una conductora, cantando el viejo poema con pasión.

—Te odio—, gruñó la pelirroja, cruzándose de brazos.

      —Solo me estoy burlando—, aseguró Edelyn, levantándose de la cama y dándole a Ginny un abrazo con un brazo, brindándole apoyo —. En algún lugar en la Sala Común hay una persona que va a notar lo jodidamente sexy que luces. Reunirá el coraje para hablarte, se percatará que tu belleza es solo una pequeña fracción de lo asombrosa que eres, y entonces se enamorará por completo de ti.

      — ¿Eso crees?

      —Eres feroz, independiente, energética, animada, y sabes cómo arrojar un buen hechizo. ¿Quién no estaría absolutamente enamorado de ti? Eres jodidamente brillante.

      Ginny frunció el ceño —. Bueno, alguien claramente no lo cree...

      —Harry es un estúpido—, intervino Hermione, colocándose sus sandalias. Entonces, desviando su mirada de Ginny a Edelyn, agregó —. No notaría a la chica correcta para él incluso si la tuviera en frente.

      Edelyn desvió su mirada ante la extraña sensación que le otorgó Hermione, y palmeó el hombro de Ginny —. Ve, leona.

      Y así lo hizo ya que, veinte minutos después, Edelyn y Hermione estaban sonrientes al mirar a Ginny conversar felizmente con Michael Corner. Sin embargo, su atención fue captada cuando Harry y Ron se les acercaron —. ¿Qué está haciendo Gin con él?—, gruñó, sus ojos entrecerrados con fiereza sobre el Ravenclaw de quinto año.

      Edelyn se cruzó de brazos y miró a Ron con reproche —. No te atrevas a arruinárselo, Ron. Déjala que se divierta esta noche. Puedes ser un raro sobreprotector cualquier otro día.

      —Pero--.

      —Sin peros, o voy a maldecir tu trasero.

      Ron abrió la boca, la cerró y, entonces, le quitó a Edelyn la cerveza de mantequilla de la mano para tomar un largo trago. Hermione rodó los ojos.

      Harry, que había terminado su propia botella de cerveza de mantequilla, le dio una pequeña sonrisa a Edelyn y tembló —. Yo – er – me gusta tu outfit. Luces bien.

      Edelyn frunció el ceño y miró su ropa. En lugar de usar una falda como muchas otras chicas, ya que nunca se sentía cómoda, estaba usando un top floral, metida en un par de jeans de tiro alto al que le había cosido varios parches relacionados a Quidditch. Era un look casual.

      Harry tosió para aclarar su garganta de la rana que imaginó en ella —. Te ves linda – digo, bien.

      Los ojos de Edelyn volvieron a alzarse, encontrándose con la mirada de Harry, y un ligero rubor bañó sus mejillas —. Gracias.

      Harry le sonrió y pasó sus dedos por entre su despeinado cabello azabache —. Una fiesta bastante ruidosa—, remarcó, señalando con su cabeza el centro de la Sala Común donde varios estudiantes danzaban torpemente al ritmo de la música que rugía de la radio.

      —Bueno, no Umbridge por tres semanas. Esa definitivamente es una causa para celebrar.

      Harry soltó una pequeña carcajada, y jugó con sus dedos sobre la botella de cerveza de mantequilla cuando sintió un golpe en su hombro. Girándose, su estómago se tensó al encontrarse cara a cara con Cho Chang.

      —Oh, h-hola Cho—, dijo, sus mejillas quemando mientras le sonreía.

      —Hola, Harry. Me preguntaba si te – um – ¿gustaría bailar?

      Los labios de Harry se separaron ante la sorpresa y la observó, sus ojos bien abiertos en completa incredulidad. Cho Chang, Cho Chang, le había preguntado si quería bailar con ella. Cerró su boca y tragó, nervioso, despeinando su cabello antes de balbucear —. S-sí, s-seguro.

      Edelyn tuvo una sensación desagradable, surgiendo desde su interior, al observar a Cho llevar a Harry a la pista de baile. Con sus ojos desviándose, tomó una botella de firewhiskey de una mesa cercana y tomó un largo trago, esperando deshacerse de aquel sentimiento.

      El líquido quemó al bajar por su garganta, pero la sensación repugnante seguía allí. Tomó otro trago, consiguiendo un pulgar hacia arriba, impresionado, por parte de Ron y una mirada preocupada de Hermione.

      La noche siguió y, después de otro par de tragos de firewhiskey más, Edelyn estaba comenzando la transición de atontada a borracha. Su habla se había vuelto arrastrada, y la carcajada surgió más a menudo al conversar con Ron y Hermione sobre las diferentes formas en que podrían librarse de Umbridge. Envenenarla era la opción más popular.

      Estaba a punto de pedirle a Hermione que le pasara unas papas cuando Ron chilló y la codeó con fuerza.

      — ¿Qué?

      Pero Ron no necesito responder, ya que cuando ella se giró, colocó sus ojos sobre Harry. Su pecho dolió e instintivamente tiró de sus mangas, solo para percatarse que no estaba usando nada.

      —Diablos, realmente están haciéndolo, ¿uh?—, mencionó Ron. Su boca estaba abierta al observar a su mejor amigo besando a Cho en el medio de la Sala Común. Una mirada de completa sorpresa y curiosidad.

      —Oh, deja de actuar como si nunca hubieras visto a dos personas besándose, Ron—, regañó Hermione, golpeándolo en el brazo.

      —Ow, Hermione, ¿por qué fue eso?

      — ¡No es educado mirar!

      No estando de ánimos para escucharlos discutir, Edelyn se puso de pie y caminó, o más bien tropezó, hacia la mesa más cercana. Esperaba encontrar un vaso de agua, ya que estaba comenzando a sentirse excesivamente mareada. No obstante, antes de alcanzar su destino, su torpeza de nacimiento, intensificada por el alcohol, decidió actuar.

      —Woa, Lynster—, llegó una voz familiar junto con un par de manos que la tomaron por los hombros para evitar su caída —. Alguien bebió demasiado esta noche.

      Soltó un sonido de reconocimiento inconsciente, alzando la cabeza para mirar a Fred —. Mira quién habla, señor mejillas rojas. No luces sobrio tampoco—, se burló, hundiendo un dedo en su rostro.

      Fred arqueó una ceja —. Sí. Pero yo, a diferencia de ti, pequeña Lynster, no estoy tropezando, ¿o sí?—, replicó, ayudándola a caminar hacia uno de los varios sofás que estaban contra la pared.

      —Touché, touché—, murmuró al desplomarse y, aunque no quería hacerlo, su mirada se desvió hacia la pareja que seguía besándose en el medio del lugar.

      Fred siguió su mirada y frunció el ceño —. Ah, ya veo.

      — ¿No lucen felices?—, gruñó, el alcohol en sus venas bajando sus inhibiciones —. Quiero decir, qué zor--.

      —Woa, voy a detenerte, Lyn—, advirtió Fred, colocando una mano sobre su boca —, antes de que digas algo que lamentes.

      — ¿Y por qué estás seguro de que lo lamentaré?—, habló contra la palma de su mano.

      —Porque te conozco—, asintió Fred, bajando su mano —. Y no usarías esa palabra si estuvieras sobria.

      Edelyn se cruzó de brazos y bufó, vencida. Fred tenía razón.

      —Vamos, Lyn, no dejes que t arruine la fiesta. Eres una chica maravillosa, y Harry es un idiota por no darse cuenta.

      —Solo lo dices para hacerme sentir mejor.

      Fred frunció el ceño y, antes de poder detenerse, colocó una mano sobre su mejilla y giró su cabeza ligeramente para que le mirara.

      —No—, negó —. Lyn, cualquiera con ojos puede ver que eres hermosa, y cualquiera que pase más de diez minutos contigo sabe que eres la combinación perfecta de audaz travesura, calidez, e ingenio modesto. Eres una persona increíble, y – y...

      Edelyn pestañeó cuando su voz se disipó y, de repente, se sintió extremadamente consciente de lo cerca que se encontraban. Su mano seguía sobre su mejilla, y él la estaba mirando con un brillo particular en los ojos.

      —Fred, ¿estás b--?

      Pero ella fue interrumpida. Su respiración picó en su pecho, mientras Fred inesperadamente se le acercó y presionó sus labios contra los de ella.

      Los ojos de ella se abrieron de par en par ante la sorpresa, y su cuerpo cosquilleó con sensaciones que nunca antes había experimentado. No eran desagradables, sino que terriblemente extraños, y Edelyn no sabía si les gustaba o no. No sabía si quería este beso. Sin embargo, con sus emociones alteradas y su cerebro demasiado atontado por el alcohol como para separarse, se mantuvo allí. Completamente congelada, y pestañeó rápidamente.

      Mientras tanto, Fred había cerrado los ojos y sentía la electricidad cruzar todo su cuerpo. Escalofríos recorrieron su espina y tenía piel de gallina. Sus labios se sentían suaves, y la esencia de su shampoo de frutilla aplastaba al enfermizamente dulce olor del firewhiskey que había estado azotando a su nariz hasta entonces.

      Con su mente pérdida por completo en el momento de felicidad ya que los labios de Edelyn estaba contra los suyos, lenta y gentilmente comenzó a mover sus labios. Con cada caricia, su cuerpo se acercaba más a ella, y con una mano rodeó su mejilla con suavidad, mientras que la otra rodeaba su cintura.

      Ella jadeó ante su toque.

      Y el sonido sacó a Fred del ensueño en el que había caído.

      Sus movimientos se detuvieron y una tormenta de idea inundaron su mente. Su pecho se tensó, su corazón cayó. Mierda, maldijo en su mente. ¿Qué estoy haciendo? Edelyn estaba borracha. Borracha. Y probablemente estaba vulnerable por haber acabado de ver a Harry besando a Cho. Esto estaba mal. Tan, tan mal.

      Me estoy aprovechando de ella, pensó y, con la terrible realidad colocándose sobre él, Fred sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Se separó con brusquedad, sus mejillas brillando violentamente cuando sus ojos marrones se encontraron con los azules.

      —Yo – yo—, balbuceó, alejándose de ella sobre el sofá mientras la miraba con una combinación de shock y confusión —. No debería haber – yo – yo--.

      Edelyn pestañeó. Intentaba descifrar qué había pasado. Su corazón golpeaba agresivamente contra su pecho. Con su boca seca, murmuró —. F-Fred, está bien.

      Fred negó vigorosamente y desvió la mirada al suelo —. No, no lo está—, habló —. Realmente no lo está. No puedo creer que yo – tú no estás – yo--, volvió a mirarla, y Edelyn sintió una punzada de dolor ante la expresión abatida en su rostro —. Lo lamento tanto—, soltó, su voz apenas siendo un susurro antes de levantarse y alejarse.

      —Fred, espera--, llamó Edelyn, estirándose para tomar su muñeca, pero llegó tarde y Fred se escapó.

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