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𝟬𝟬𝟱 one-sixty

CAPÍTULO CINCO: CIENTO SESENTA.

      Edelyn estaba temblando mientras dejaba la oficina de Umbridge en la noche del viernes. Las palabras "no debe decir mentiras" ahora estaban permanentemente selladas en su piel, apareciendo rojas con una cicatriz abierta en el dorso de su mano. Entrecerró los ojos y arrugó la cara en una mueca.

      —Ella es un horrible y asqueroso sapo viejo—, murmuró bajo su respiración. Sus zapatillas daban suaves golpes contra la piedra mientras subía las escaleras hacia la torre de Gryffindor.

      Harry rió a su lado y gruñó —. Creo que eso es un insulto a los sapos.

      Al alcanzar el séptimo piso, Edelyn se giró a Harry y colocó una mano sobre su brazo, dirigiéndolo a un corredor ahora desierto. Él torció su cabeza en cuestionamiento hacia ella, pero ella simplemente alzó su varita y susurró —. Muffliato.

      — ¿Qué fue eso?—, inquirió él, sus cejas alzadas con curiosidad.

      Edelyn tiró de las mangas de su uniforme y derivó su mirada a un lado mientras explicaba —. Un hechizo que C-Ced me enseñó—, tragó con dificultad antes de continuar —. Lo encontró en un libro viejo de Pociones el año pasado. Llena las orejas de quién sea que se acerque con un sonido ensordecedor. Así, podemos hablar sin que nadie nos escuche. Pero no importa—, lo miró, su ceño fruncido en preocupación —. Tu cicatriz dolió, ¿no? Cuando Umbridge tocó tu mano.

      Harry la observó, tomado por sorpresa —. ¿Cómo lo supiste?

      Ella se encogió de hombros —. Siempre te encoges cuando duele.

      La boca de Harry formó una "o" —. Bueno... sí, dolió.

      — ¿Crees que significa algo? Me refiero a que... la última vez que te dolió... bueno, significaba que Ya-Sabes-Quién estaba cerca, ¿no? Y en primer año, cuando Quirrell te tocó...

      Su voz se desvaneció y los ojos de Harry se abrieron, un escalofrío bajó por su espalda —. Tú no... tú no crees que Umbridge podría estar bajo su control, ¿no?

      Edelyn frunció el ceño, pensando —. Bueno, ahora que él tiene su cuerpo de vuelta, realmente no necesita poseer a nadie, ¿no? Pero tal vez... no lo sé... ¿tal vez Umbridge es una Mortífaga?—, suspiró —. No estoy segura... pero creo que deberías decirle a alguien que tu cicatriz dolió.

      Harry resopló —. Si te refieres a Dumbledore--.

      Edelyn, que sabía demasiado sobre la nueva animosidad de Harry hacia su director, negó y sugirió, vacilante —. No... estaba pensando... tal vez – um – podríamos escribirle una carta a Sirius—, pestañeó en sorpresa, y agregó —. O alguien más... ya sabes... alguien que lo entienda. Que tal vez pueda aconsejarte...—, volvió a negar —. Olvídalo... es una idea estúpid--.

      —No—, negó Harry —. Creo que es una idea genial.

      Ella lo miró y le dedicó una pequeña sonrisa que él le devolvió antes de agacharse y meter sus manos en su mochila, sacando un pedazo de pergamino, una botella de tinta, y una pluma. Sentándose con las piernas cruzadas sobre el suelo de piedra, tambaleó sus dedos contra su pierna en reflexión antes de escribir.

Querido Snuffles,

Esperamos que estés bien. La primer semana de vuelta aquí ha sido terrible. Estamos realmente agradecidos porque sea viernes. Tenemos una nueva profesora de Defensa de las Artes Oscuras, la profesora Umbridge. Te escribimos porque aquella cosa por la que te escribí el verano anterior volvió a pasar anoche cuando teníamos detención con ella.

Por favor, responde pronto.

Te deseamos lo mejor,
Harry & Edelyn.

      —Entonces, ¿qué crees?—, preguntó él mientras Edelyn escaneaba la carta.

      —Bueno... no tengo idea de qué estás diciendo, así que creo que Moody lo aprobaría. ¿Lo enviamos mañana en la mañana?

      Harry asintió y guardó todo de vuelta en su mochila. Sus ánimos se alzaron considerablemente ante el prospecto de escuchar una respuesta por parte de Sirius.

      —Um... ¿Lyn?—, mencionó mientras se dirigían al retrato de la Dama Gorda —. ¿Estás...?—, pasó sus dedos por entre su cabello —. ¿Estás bien?

      Ella se detuvo y sus instintivamente rodearon la Snitch dorada que colgaba de su cuello. Sin embargo, sus labios estaban fruncidos en una pequeña sonrisa cuando se giró y lo miró.

      —Ciento sesenta.

      Harry la observó —. ¿Huh?

      — ¿No recuerdas lo que Wood solía decir?

      Harry buscó en su cerebro una respuesta. Oliver Wood solía decir muchas cosas cuando era el capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor —. Uhm...

      Ella sacudió su cabeza, una expresión entretenida en su rostro —. Ciento sesenta, Harry. Mientras que te mantengas con una delantera de ciento sesenta puntos, no importa qué equipo atrape la Snitch. Tu equipo ganará igualmente—, rió y agregó —. El Buscador no es el único jugador importante.

      —Um... bueno... ¿pero qué tiene eso que ver con...?

      Ella se encogió de hombros y tiró de las mangas de su ropa.

      —Es la zona segura, ¿no? Si tienes una ventaja de ciento sesenta puntos, sabes que, no importa qué pase, no perderás. Es un lugar cómodo...

      Un sonrojo cubrió sus mejillas.

      —Supongo que lo que estoy intentando decir es que... que estoy en un espacio seguro ahora. Estoy... bueno, estoy bien por ahora. Hasta la siguiente jugada, es decir. Ya sea un gol anotado o una anotación salvada, no lo sé, pero en el presente estoy bien. ¿Eso...? ¿Tiene sentido?

      Los ojos esmeralda se encontraron con los azules. El primero contenía una mezcla de curiosidad y admiración, mientras que la última estaba cubierta por nuevos descubrimientos de fuerza, defensa, y determinación.

      —S-sí—, balbuceó Harry, asintiendo —. Lo entiendo. Ciento sesenta significa que estás bien—, entonces, como una segunda idea, soltó una pequeña carcajada y agregó —. Y que no necesitas un buscador.

      Ella también rió —. No te sientes mal por no ser necesario, ¿cierto?—, lo molestó, golpeando su costado.

      —Un poco—, respondió él con un puchero burlón.

      Ella rodó los ojos —. Chicos—, mencionó y, para su propia sorpresa, comenzó a alejarse.

      Harry pestañeó.

      —Espera, ¿qué? ¿Qué se supone que significa eso?—, reclamó, corriendo para alcanzarla.

      —Que a ustedes siempre les gusta sentirse necesitados—, explicó ella —. Y es un poco tonto, en realidad. Me refiero a que las chicas no estamos buscando a un caballero en armadura dorada para salvarnos, ¿sabes? No todas las chicas deben ser damiselas en peligro.

      Harry se quedó en silencio mientras alcanzaban el retrato, digiriendo las palabras, pero su atención rápidamente fue captada cuando el retrato se abrió y un rugido alto les dio la bienvenida.

      Antes de que ella pudiera pestañear, Edelyn sintió un par de brazos envolverse a su alrededor y algo frío cubrió su uniforme.

      — ¡Lo hice! ¡Estoy adentro! ¡Soy Guardián!—, gritó Ron mientras la abrazaba con fuerza. Su rostro brillaba, y sostenía un cáliz lleno de cerveza de mantequilla.

      Los ojos de la chica se abrieron y una sonrisa resplandeciente agració sus labios mientras Harry exclamaba —. ¡Eso es brillante, Ron!

      —Toma, ten un poco de cerveza de mantequilla—, ofreció Ron, tomando dos botellas cercanas y pasándoselas a cada uno —. No puedo creerlo – ¿a dónde se fue Hermione?

      —Está por allí—, Fred, que también estaba tomando una cerveza, señaló a una silla cercana al fuego en donde Hermione se estaba quedando dormida. Entonces, pasando un brazo por sobre los hombros de Edelyn, habló —. ¿Cómo estaba la vieja bruja?

      —Vieja y molesta—, respondió ella, abriendo la botella de cerveza de mantequilla y tomando un largo trago mientras que su mano izquierda latía por el dolor.

      —Woah, Lynster. Deberías ir más lento—, habló George —. No necesitamos que nuestra pequeña se emborrache.

      Él se estiró para apretar sus mejillas, pero ella se alejó, intencionalmente acercándose más al lado de Fred —. Oh, cálmate—, habló Edelyn —. Solo es cerveza de mantequilla, y ni siquiera soy mucho más joven que ustedes dos. Cumpliré quince en dos meses.

      —Ah, quince—, repitió George con una sonrisa reminiscente —. Tuve mi primer beso a los quince... una edad bastante importante, ¿no, Freddie?

      Fred dejó caer su brazo de alrededor de Edelyn y soltó un pequeño sonido en señal de estar de acuerdo mientras tomaba otro trago de cerveza.

      —Lyn—, llamó Ron desde el otro lado de la habitación, señalando a la chica desde dónde él, Hermione, y Harry se encontraban ahora.

      —Discúlpenme, caballeros—, musitó Edelyn —. Me espera una conversación de una hora, detalle a detalle, sobre cada gol que nuestro querido Ronniekins salvó durante sus pruebas.

      George rió —. No te duermas.

      —No prometo nada—, sonrió Edelyn, tomando otro trago de cerveza de mantequilla y dándole un ligero empujón a Fred antes de ir con sus amigos.

      —Bueno, vamos, Freddie—, animó George, sacando a Fred de su pequeño trance —. Los Nosebleed Nougats no van a probarse solos.

      —C-cierto—, asintió Fred y, con su mirada colocada sobre sus pies, sacudió su cabeza ligeramente.


──────────────


      Edelyn bostezó y apoyó su cabeza sobre el hombro de Ron. Ya era medianoche una noche de domingo, y el cuarteto se encontraba solo en la Sala Común de Gryffindor, terminando la tarea que se habían negado a hacer el día anterior – bueno, mejor dicho, Hermione estaba tejiendo sombreros para los elfos domésticos mientras Harry, Ron, y Edelyn terminaban la tarea que Hermione les había advertido que no dejaran para último minuto.

      Volviendo a bostezar, se hundió más profundamente en el sofá. Ya se había olvidado de la presencia de su libro de pociones sobre sus piernas, y estaba observando las llamas del fuego inconscientemente. Sin embargo, al notar que algo se movió en la base humeante, ella alzó la cabeza y pestañeó. Se frotó los ojos, perpleja. No puede ser, pensó.

      Deslizándose en el sofá, ella se arrodilló frente al hogar, observando tan consumida a la fogata que sus ojos dolían. Harry, que había alzado su mirada del ensayo que estaba escribiendo, frunció el ceño en su dirección —. ¿Lyn? ¿Qué estás haciendo?—, preguntó.

      —Creí que vi – ¡AHH!

      Ella saltó y cayó hacia atrás. Harry, Ron y Hermione se le unieron en el suelo.

      — ¡Sirius!—, exclamó Harry mientras Edelyn tomaba un par de respiraciones para calmar su acelerado corazón.

      —Lamento eso—, se disculpó Sirius a Edelyn, las esquinas de sus labios estaban curvadas hacia arriba mientras intentaba contener su carcajada —. No quise asustarte. Estaba empezando a creer que ustedes se irían a la cama antes de que todos se hubieran ido. He estado chequeando cada hora.

      — ¿Has estado apareciendo en el fuego cada hora?—, inquirió Harry, medio riendo.

      —Solo un par de segundos para chequear si la costa estaba segura.

      —Pero Sirius—, mencionó Hermione con el ceño fruncido —. Es muy arriesgado.

      —Suenas como Molly. Esta fue la única forma en que podía responder la carta de Harry y Edelyn sin tener que inventar algún código – y los códigos pueden descifrarse.

      Ante la mención de la carta, Ron y Hermione se giraron para ver a sus amigos.

      — ¡No contaron que le escribieron a Sirius!—, siseó Hermione acusatoriamente.

      Edelyn alzó una ceja —. Y ustedes no me contaron el año pasado.

      Eso cayó a Ron y Hermione inmediatamente.

      Una sonrisa triunfante jugó en sus labios mientras se giraba para enfrentar a Sirius. Y un ligero rubor decoró sus mejillas al verlo sonriéndole.

      —Bueno, será mejor que hagamos esto rápido. Solo en caso de que nos interrumpan. Tu cicatriz--.

      — ¿Qué sobre-?—, comenzaron Ron y Hermione.

      —Lo explicaremos después—, interrumpió Harry —. Sigue Sirius.

      —Bueno, sé que no puede ser divertido cuando duele. Pero no creemos que sea algo de lo que preocuparse. Te dio picazón todo el año anterior, ¿no?

      —Sí—, asintió Harry —. Dumbledore dijo que sucede cuando Voldemort tiene un sentimiento poderoso. Así que tal vez él solo estaba, no lo sé, enojado o algo la noche que tuve detención.

      —Bueno, ahora que ha vuelto va a doler más seguido.

      —Entonces, ¿crees que Umbridge tocando a Harry no tuvo nada que ver?—, cuestionó Edelyn.

      —Lo dudo. La conozco por su reputación, y estoy seguro que no es una Mortífaga.

      —Es lo suficientemente mala para serlo—, agregó Harry oscuramente.

      Ron, Hermione, y Edelyn asintieron, estando de acuerdo.

      —Sí, pero el mundo no está dividido en gente bueno y Mortífagos—, mencionó Sirius. Su sonrisa infantil contrastaba con la sabiduría de sus palabras —. Entonces, ¿cómo son las clases de Umbridge?

      Simultáneamente, gimieron. Ron gruñó —. No nos deja usar magia en lo absoluto.

      —Todo lo que hacemos es leer un libro estúpido—, agregó Hermione.

      —Ah, tiene sentido—, musitó Sirius —. Nuestros informantes dentro del Ministerio dijeron que Fudge no los quiere entrenados en combate.

      — ¿Entrenados en combate?—, repitió Harry, perplejo —. ¿Qué cree que estamos haciendo? ¿Formando alguna clase de ejército mágico?

      Edelyn alzó una ceja, reflexionando —. Pero eso es exactamente lo que piensa... ¿no?—, mencionó —. Quiero decir, Dumbledore formando un ejército para vencer al Ministerio de Magia.

      Sirius no pudo evitar sonreír ante el ingenio de su hija —. Sip.

      —Entonces, ¿no nos dejan aprender Defensa contra las Artes Oscuras porque Fudge teme que usaremos los hechizos contra el Ministerio?—, cuestionó Hermione, furiosa.

      —Sip. Fudge cree que Dumbledore no parará hasta tener el poder. Se está volviendo cada vez más paranoico. Es cuestión de tiempo para que arresten a Dumbledore por algún cargo inventado.

      —Él es tan – ¡tan patético!—, exclamó Edelyn. Su ceño profundamente fruncido en una mezcla de frustración e indignación.

      Sirius observó a su hija, y agregó —. ¿Cuándo visitan Hogsmeade? Estaba pensando, ya que nadie me descubrió en la estación, ¿por qué no--?

      Pero Harry y Hermione alzaron la voz repentinamente —. ¡NO!—, negaron juntos, causando que Edelyn y Ron saltaran en sorpresa.

      — ¡Es demasiado peligroso!—, siseó Hermione, con ansiedad.

      —Malfoy mencionó algo en el tren que nos hizo creer que sabía que eras tú—, explicó Harry —. Y su padre estaba en la plataforma. Sirius – conoces a Lucius Malfoy – así que no vengas aquí. Hagas lo que hagas. Si Malfoy vuelve a reconocerte--.

      —Bien, bien, comprendí el punto—, mencionó Sirius, luciendo extremadamente descontento —. Solo fue una idea, creí que les gustaría juntarnos.

      —N-nos gustaría.

      Sirius pestañeó y miró a su hija.

      Edelyn le envió una sonrisa débil. Un rubor rosado regresó a sus mejillas —. Pero—, continuó, tirando las mangas de su jumper —. Ya te has – um – perdido catorce años de mi vida, y yo... uhm... bueno, no me gustaría que sigas perdiendo más tiempo al volver a estar encerrado en Azkaban.

      Su corazón se alzó ante sus palabras y su rostro brilló —. Bueno, está bien—, asintió él —. ¿Por qué les escribo para decirles cuándo nos volvemos a ver aquí, entonces?

      Todos ellos asintieron y Sirius le guiñó un ojo a Edelyn antes de desaparecer con un pequeño pop.


──────────────


      El Cuarteto Dorado nunca creyó que podría disgustarles tanto una persona más de lo que lo hacía Draco Malfoy y su grupo de Slytherins. Pero Dolores Umbridge probó que estaban equivocados. Ahora ejerciendo su puesto de Alta Inquisidora, tenía el poder de inspeccionar a los profesores y crear tantos secretos educacionales como quisiera que la escuela debería obedecer. Umbridge parecía decidida en volver un infierno las vidas de los estudiantes de Hogwarts. No se rendiría por nada.

      —Es una mujer horrible. Horrible—, murmuró Hermione una noche al comienzo de Octubre —. ¿Sabes? Debemos hacer algo sobre ella.

      —Sugeriría envenenarla—, opinó Ron oscuramente, consiguiendo que Edelyn riera.

      —No. Me refiero a algo sobre lo mala maestra que es, y cómo no vamos a aprender a defendernos.

      — ¿Pero qué podemos hacer respecto a eso?—, preguntó Ron con un bostezo —. Demasiado tarde, ¿no? Ya tiene el trabajo, está aquí para quedarse. Fudge se asegurará de eso.

      —Bueno, he estado pensando... tal vez llegó el momento que nosotros deberíamos solo – solo hacerlo por nosotros mismos.

      — ¿Hacer qué?—, inquirió Harry.

      —Aprender Defensa Contra las Artes Oscuras.

      —Sí, claro—, gruñó Ron —. ¿Quieres hacer trabajo extra?

      — ¡Pero esto es más importante que la tarea!—, exclamó Hermione.

      Harry y Ron la observaron.

      —Oh, ¡dejen de mirarme así! Se trata sobre prepararnos, como dijo Harry en la primera clase con Umbridge, para lo que nos espera allí afuera. Se trata de asegurarnos que realmente podemos defendernos. Y ya pasamos la etapa en que podemos aprender de solo libros. No. Necesitamos alguien que pueda enseñarnos a hacer los hechizos, que nos corrija si los estamos haciendo mal.

      — ¿Quién?—, cuestionó Harry.

      — ¿No es obvio? Hablo de ti, Harry—, espetó Hermione —. Eres el mejor de la clase en DCAO, ¡y mira lo que haz hecho!

      — ¿A qué te refieres?

      Ron rodó los ojos y se concentró con burla —. Pensemos... en nuestro primer año, salvaste la piedra de Tú-Sabes-Quién.

      — ¡Pero eso fue suerte! ¡No habilidad-!

      —Segundo año—, continuó Ron —, mataste al basilisco y destruiste a Riddle.

      —Sí, pero si Fawkes no hubiera aparecido, yo--.

      —Tercer año, peleaste contra alrededor de cien dementores al mismo tiempo--.

      — ¡Sabes que eso fue trampa! Si el gira-tiempos no hubiera--.

      —El año pasado, volviste a pelear contra Ya-Sabes-Quién--.

      Harry estaba comenzando a sentirse extremadamente agitado. Alzándose repentinamente a sus pies, accidentalmente golpeó la botella de tinta. Edelyn se encogió cuando él alzó su voz —. ¡Escúchenme! No superé todo eso porque soy brillante en Defensa. Lo logré porque – porque la ayuda llegó en el momento adecuado, o porque adiviné – pero todo fue improvisado, no tenía idea de lo que hacía.

      >> ¡No saben cómo se siente! ¿Creen que es memorizar un par de hechizos y arrojarlos como en clases? Todo el tiempo, lo único que sabes es que lo único entre tú y tu muerte es tu propio – tu propio cerebro o valentía o lo que sea – ¡como si pudieras pensar correctamente cuando estás a punto de ser asesinado en cualquier segundo! ¡O torturado, o ver a tus amigos morir! – ¡Nunca nos enseñaron eso en clases! Cómo lidiar con cosas como esas – y ustedes dos están ahí sentados actuando como si fuera tan inteligente por estar aquí de pie, vivo, ¡como si Diggory hubiera sido estúpido! ¡Como si él hubiera cometido un error!

      Edelyn tragó con dificultad.

      —No nos referíamos a eso, amigo—, explicó Ron, luciendo perplejo —. No nos estábamos burlando de... no lo hacíamos – entendiste mal--.

      Ron miró a Hermione, desesperado.

      — ¿No lo ves, Harry?—, mencionó ella —. Es exactamente por eso que te necesitamos. Necesitamos saber cómo se siente enfrentarlo... enfrentarse a V-Voldemort.

      Era la primera vez que Hermione usaba el nombre de Tú-Sabes-Quién, y ella palideció ligeramente.

      Harry no pudo pensar en qué decir. Ya se sentía apenado por su monólogo. Pero, por alguna razón, seguía enojado y agitado. Por lo que no dijo nada, y simplemente volvió a hundirse en su asiento.

      —Bueno, me voy a la cama—, anunció Hermione, un poco recia.

      Ron murmuró —. Yo también.

      Una vez que los dos se fueron, Edelyn apuntó con su varita la tinta derramada y susurró —. Evanesco.

      Había permanecido tan callada durante la conversación, que Harry casi se había olvidado de su presencia. Incluso a pesar que ella estaba sentada justo a su lado en el sofá.

      —Oh. Uh, gracias—, balbuceó.

      Edelyn posó una mano vacilante sobre el nombre de Harry y habló con gentileza —. No se trata sobre lo que hiciste, Harry, sino de lo que has visto. Sobre la luz que puedes compartir con otros para estar preparados. Una segunda guerra mágica ha comenzado, y al ritmo que vamos, vamos a ir a la batalla sin saber cómo defendernos.

      Sus palabras atravesaron la noble de ira inexplicable que nublaban su mente.

      —Vamos—, animó, dándole un apretón a su hombro —. Ya es tarde, y tenemos a Binns y Snape en la mañana.

      Harry asintió, y los dos juntaron sus cosas en silencio. Una vez que alcanzaron las escaleras que los llevarían a sus respectivos dormitorios, Edelyn se giró y preguntó con suavidad —. Tú – ¿vas a estar bien?

      Harry la miró y, para su sorpresa, todo su enojo se disipó al observar aquellos ojos azules. Una pequeña sonrisa agració sus labios y soltó un suave suspiró.

      —Ciento sesenta.

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