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𝟬𝟬𝟯 liquorice wands and ferrets

CAPÍTULO TRES: VARITAS DE REGALIZ Y HURONES.

      —Estoy preocupado por Lyn...

      —Lo sé, yo también. Ya llevamos en el tren al menos una hora, y tampoco la vimos en la plataforma...

      —Ustedes se preocupan demasiado—, dijo Ron. Él miró por la ventana el campo que atravesaban y bostezó —. Estoy seguro que ella está bien.

      Hermione frunció el ceño —. ¡Es tu mejor amiga, Ron!—, golpeó su rodilla con el Profeta enrollado —. ¿Cómo puedes no preocuparte por ella después de lo que pasó en la Copa Mundial de Quidditch? No escuchamos nada de ella desde entonces – ¡ninguna carta, ni nada!

      —Tienes razón, Hermione. Lyn es mi mejor amiga, y es por eso que no estoy preocupado—, Ron hizo una mueca mientras Crookshanks lo observaba —. Es más fuerte de lo que ustedes dos creen.

      Hermione suspiró, su boca arrugándose en disgusto —. La forma en que Barty Crouch la trató solo porque es la hija de Sirius... estuvo tan – tan mal.

      —Sí, bueno, él no sabe que Sirius es inocente, ¿no? Sigue creyendo que Sirius es un asesino loco.

      —Sí, igual que Lyn—, murmuró Harry.

      — ¿Saben qué no entiendo?

      — ¿Hay algo que no entiendes?—, remarcó Ron —. Eso es nuevo.

      Hermione le disparó una mirada malhumorada —. Es por qué—, continuó —. Sirius no quiere que ella sepa que él es inocente. Me refiero a que, es su hija y estuvieron separados por tanto tiempo. ¿Por qué no querría estar con ella?

      —Sí, yo también he estado pensando sobre eso—, comentó Harry —. Y no es como si no le importara. Siempre me pregunta por ella cuando me manda cartas.

      Hermione suspiró nuevamente —. Odio ocultarle algo tan grande.

      — ¿Y qué si...? Ya saben, ¿le decimos?—, sugirió Ron.

      Los tres se sentaron en silencio por un momento, reflexionando sobre la idea.

      No podía lastimar a nadie, ¿cierto? Conjuró Harry.

      Sería bueno para Sirius. Pensó Hermione. Y para Lyn también. Merece saberlo...

      Me preguntó qué habrá de cenar. Reflexionó Ron.

      Todos saltaron en sorpresa cuando la puerta del comportamiento repentinamente —. ¡Por fin!—, exclamó Edelyn, arrojando sus brazos al aire dramáticamente antes de derrumbarse al lado de Ron —. Finalmente me libré de él.

      — ¡Lyn!—, exclamó Hermione.

      — ¿Qué pasa con ustedes? Parece como si hubieran visto un Boggart...

      —Nosotros – solo estamos felices de verte.

      —Aw... ¿el pequeño Ronniekins me extrañó?—, Edelyn sonrió y se acercó, besando la mejilla de Ron – a lo que él inmediatamente se limpió.

      — ¡Ugh!—, se quejó Ron —. ¡Lyn!

      —¿De quién escapaste?—, cuestionó Harry.

      —Cedric—, se quejó —. No me ha dejado fuera de su vista en todo el verano después de la Copa Mundial. Creo que se siente culpable porque nos separamos esa noche. Amos estaba muy molesto... pero intenté explicarle que no fue la culpa de Ced.

      —Entonces, ¿cómo estás – umm... lidiando con lo que pasó?—, preguntó Hermione, vacilante.

      Edelyn se encogió de hombros —. Bueno, no puedo culpar mucho a Crouch por lo que hizo, ¿cierto? Tiene razón... soy una Black, y soy—, sus uñas se enterraron en el asiento —. Soy su hija. Joder, lo odio—, escupió —. Si alguna vez veo a ese hombre—, pero Edelyn se interrumpió cuando vio a amigos intercambiar una mirada extraña.

      —Lyn, nunca lo conociste. No puedes decir que lo odias—, razonó Hermione.

      La expresión de Edelyn se endureció —. Él es la razón por la que mi mamá está muerta, Hermione. Eso es razón suficiente para odiarlo—, observó a Ron y Hermione girarse a Harry. Los ojos de él se abrieron con una irada que claramente decía "dejen el tema." Edelyn frunció el ceño —. ¿Qué pasa?—, preguntó —. ¿Por qué se están mirando así?

      —Nosotros... nosotros solo...—, Ron comenzó, pero antes que pudiera terminar, la puerta del comportamiento volvió a abrirse y la mujer del carrito habló.

      — ¿Algún dulce, cariños?

      —Oh, sí—, respondió Ron emocionado, agradecido por la interrupción, ya que no tenía idea de qué habría dicho de lo contrario. Sacó un par de monedas de bronce de su bolsillo —. Quiero un postre de calabaza y una varita de regaliz—, entonces, contando las monedas en su mano, agregó —. Mejor solo el postre de calabaza.

      — ¿Y algo para ustedes, chicos?

      Harry y Hermione negaron. Edelyn metió sus manos en sus bolsillos —. Dos varitas de regaliz, por favor.

      —Dame, yo lo hago—, ofreció Harry. Tomó las monedas de las manos de Edelyn y Ron, se levantó y le pagó a la mujer del carrito. Mientras ella le pasaba los dulces, una chica muy linda con brillante cabello oscuro y una nariz cubierta de pecas pasó caminando.

      —Oh. Hola, Harry—, saludó Cho dulcemente.

      —Ho-hola, Cho—, balbuceó Harry.

      Ella le sonrió, sus mejillas ligeramente ruborizadas. Entonces, miró de reojo dentro del compartimento. Divisando a Edelyn, agitó su mano hacia ella.

      —Hola. ¿Tuviste un buen verano?

      —Brillante—, respondió Edelyn, y un destello travieso brilló en sus ojos azules —. Fuimos a Tutshill a visitar a los abuelos de Ced. Mientras estábamos allí, vimos a Brevis Birch.

      Los ojos de Cho se abrieron —. ¿Te refieres a el Brevis Birch? ¿El capitán de los Tornados?

      —Ese mismo—, asintió Edelyn, brillando —. Dejó que nos tomáramos una foto con él. ¡También la firmó! Ced probablemente la tiene en su bolsillo. Deberías buscarlo y pedirle que te la muestre.

      Ante la sugerencia, las mejillas de Cho brillaron en un tono rojo y una sonrisa tonta jugó en sus labios —. Sí, puede que haga eso—, dijo y, con una despedida, se alejó, dejando a Edelyn complacida consigo misma. Tal vez, después de dos años persiguiendo a la chica, Cedric finalmente tendría su oportunidad. Bueno, si dejaba de solo observarla y hacía algo al respecto, por supuesto.

      Cuando Harry cerró la puerta del compartimiento detrás de él, Ron abrió la boca y escupió sobre cómo los Chuddley Cannons eran mucho mejores que los Tornados – un monólogo que instantáneamente se calentó cuando Edelyn comenzó a defender el equipo de Quidditch favorito de Cho Chang.

      Hermione rodó los ojos —. ¡Deportes!—, bufó bajo su respiración.

      Harry observó las orejas brillantes de Ron y la mirada de Edelyn tornarse cada vez más y más aguda hasta que él tomó el postre de calabaza y lo metió en la boca de Ron.

      Edelyn pestañeó, entonces sonrió —. Gracias, Harry—, palmeó la mejilla hinflada de Ron y se echó hacia atrás sobre su asiento —. Entonces, ¿cómo estuvieron sus veranos?

      —Bastante bien—, respondió Harry, pasándole la varita de regaliz —. La Madriguera vence a Privet Drive en cualquier ocasión.

      — ¿Cómo está el viejo Percy? ¿Sigue teniendo una varita metida en el trasero?

      Harry rió y Hermione frunció el ceño, con una mirada de reproche —. Percy solo es ambicioso.

      Edelyn soltó una carcajada —. Lo conozco desde pequeña, 'Mione. Siempre fue ambicioso, pero no tan aburrido. Solía ser divertido—, entonces, viendo que Ron había tragado su postre de calabaza, le pasó una varita de regaliz.

      — ¿Qué? No, es tuyo—, protestó él.

      —Tómalo, Ronniekins, antes que te lo meta en la boca a la fuerza.

      Él le sonrió, y entonces lo tomó felizmente.


──────────────


      — ¡Weasley!

      Edelyn apretó los hombros de Ron la noche siguiente mientras ella y Hermione los sorprendían a él y a Harry después de una clase de Aritmancia. Ellos soltaron un pequeño grito de sorpresa – o tal vez chillaron – algo que no fue nada bonito.

      — ¿Por los pantalones de Merlín...—, respiró Ron, girándose para mirar a las dos chicas, su mano sobre su pecho —, por qué fue eso?

      — ¿Por qué no vas y le preguntas a Merlín?—, sugirió Edelyn, una sonrisa tirando de sus labios.

      Harry rió. Hermione, mientras tanto, hundió su rostro en un libro sobre los elfos domésticos y sus derechos (o, precisamente, o su falta de), y ni siquiera pestañeó cuando Ron se lanzó sobre Edelyn y atacó los costados de su cintura. Edelyn rió y se alejó, accidentalmente golpeando a Harry.

      —Entonces, ¿cómo estuvo Aritmancia?—, inquirió Harry, ignorando el cosquilleo en su estómago mientras descendían las escaleras hacia el Comedor.

      —Numérico—, replicó Edelyn —. Aunque el profesor Vector no nos asignó ninguna tarea. ¿Cómo estuvo Trelawney?

      Ron gruñó —. La miserable vieja bruja nos va a hacer hacer un análisis detallado sobre cómo nos afectaran los malditos planetas por todo un mes—, contó amargamente.

      —Oh, bueno. Cuéntanos, Ronniekins—, animó Edelyn —. ¿Urano estará a tu favor?

      Ron la empujó por el hombro, su mueca perdiendo convicción al soltar una carcajada. Harry y Edelyn rieron, pero sus risas se desvanecieron cuando Hermione lloriqueó de repente —. ¡No puedo creer esto! Ni siquiera tienen vacaciones... trabajan sin paga, ¡y ni siquiera tienen vacaciones!

      Ron rodó los ojos mientras su estómago rugía por el hambre —. Cálmate, Hermione. Así son las cosas.

      El rostro de Hermione se revolvió. Abrió la boca para regañarlo, pero fue interrumpida cuando una sonora voz les llegó por detrás.

      — ¡Weasley! ¡Oye, Weasley!

      El cuarteto dorado se giró y se encontró con Draco Malfoy, Vincent Crabbe y Gregory Goyle. Los tres lucían bastante complacidos con algo.

      — ¿Qué?—, dijo Ron bruscamente.

      —Tu papá está en el periódico, Weasley—, se burló Draco, mostrando una copia del Profeta y hablando bien en alto para que todos los presentes en el pasillo le escucharan —. ¡Escucha esto! Recientemente bajo el fuego por su pobre control en la Copa Mundial de Quidditch, el Ministerio fue llevado a la vergüenza ayer por las costumbres de Arnold Weasley de la Oficina Contra el Uso Incorrecto de los Artefactos Muggles. ¡Ni siquiera escribieron bien su nombre, Weasley! Es casi como si fuera un Don Nadie, ¿no?—, dándole la vuelta al periódico, Malfoy lo alzó y agregó —. ¡Y hay una foto, Weasley! Una foto de tus padres fuera de su casa – si puedes llamar a eso casa. Tu madre podría perder un poco de peso, ¿no?

      Las orejas de Ron quemaron. Tembló con furia, y Edelyn rápidamente lo tomó por el brazo para contenerlo —. Vete, Malfoy—, escupió ella.

      —Oh, cierto. Tú te quedas con ellos a veces, ¿no, Black?—, siseó Malfoy —. Cada vez que los Diggories se cansan del sucio perro sin dueño que fueron obligados a tomar.

      Edelyn se endureció, su interior se retorció en un nudo terrible. Su agarre sobre Ron se volvió nulo —. ¡Cállate!—, rugió él. Sin embargo, Malfoy no había terminado.

      —Entonces, dime—, continuó él con maldad —. ¿Su madre es realmente tan gorda? ¿O es solo la foto?

      Edelyn de repente se lanzó hacia delante cuando Ron se lanzó contra Malfoy —. Ron, basta—, pidió ella, tirando de él, las plantas de sus pies aferrándose al suelo de piedra debajo. Hermione arrojó su libro y lo tomó por el otro brazo.

      — ¿Viste a tu madre, Malfoy?—, intervino Harry —. Esa expresión que tiene, ¿como si tuviera tierra debajo de la nariz? ¿Siempre lució así, o es porque tú estabas con ella?

      Un ligero rosa brilló bajo la pálida complexión de Draco —. No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.

      —Mantén la boca cerrada, entonces—, advirtió Harry. Se giró para mirar a sus amigos —. Vámonos--.

      ¡BANG!

      Varias personas gritaron, y Harry sintió algo caliente acariciar el costado de su rostro. Antes de que pudiera sacar su varita, un segundo BANG fue escuchado, y un rugido hizo eco en el pasillo.

      — ¡OH, NO! ¡NO LO HARÁS, NIÑO!

      El nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, el profesor Alastor Moody, bajó la escalera de mármol con su varita alzada en dirección a un hurón blanco. Estaba temblando sobre el suelo, exactamente dónde Draco Malfoy se había encontrado de pie.

      —Odio las personas que atacan cuando sus oponentes le dan la espalda—, murmuró Moody. Con movimientos de su varita, el hurón comenzó a rebotar en el aire —. Es cobarde, hediondo... ¡no vuelvas a hacer es--!—, su ojo mágica giró y cayó sobre Edelyn. Sus movimientos cesaron y hubo un suave sonido cuando el hurón aterrizó en el suelo. Con un ¡snap! y un brillo blanco, Malfoy reapareció en su forma humana.

      —Espero que hayas aprendido la lección, niño—, gruñó Moody, su ojo mágico aún fijo sobre Edelyn mientras el otro observaba a Draco.

      —S-sí, profesor—, respondió el Slytherin con recelo al colocarse de pie.

      —Entonces, sal de mi vista.

      Malfoy no necesitó que se lo repitieran, y mientras el ojo normal de Moody escaneaba a las personas alrededor, los estudiantes recibieron el mensaje y comenzaron a dispersarse.

      —Tú—, gruñó él, ambos ojos ahora sobre Edelyn —. Eres la hija de Black, ¿no?

      Edelyn retrocedió, nerviosa por la manera en que el profesor la miraba. Su mirada era tan intensa que parecía como si estuviera buscando algo en el fondo de sus ojos —. S-sí—, contestó.

      —Hmm—, murmuró Moody, y con eso, se fue, dejando a Edelyn confundida.

      Durante la cena, Edelyn se sentó al lado de Ron y vagamente escuchó la conversación de Harry y Hermione al otro lado de la mesa de Gryffindor. Su mente se encontraba en otro lugar mientras jugaba con los guisantes en su plato. Dio un salto de sorpresa cuando sintió una mano sobre su hombro. Giró su cabeza para ver a Cedric deslizarse en el lugar libre a su lado.

      —Hola—, saludó, no notando, tal vez ignorando, las miradas de admiración que eran enviadas en su dirección por las chicas presentes en la mesa, que contrastaban con las de disgusto por parte de los gemelos Weasley.

      —Oh. Hola, Ced. ¿Qué trae al poderoso tejón a los leones durmientes?

      Cedric rió ligeramente —. Escuché lo que pasó con Malfoy.

      La sonrisa de Edelyn cayó y desvió la mirada de vuelta a su plato, donde la comida permanecía sin ser tocada.

      —Lo que dijo no es cierto, Lynnie. Lo sabes, ¿cierto?—, dijo, empujándola de costado —. No podríamos cansarnos de ti incluso aunque lo intentáramos. Eres parte de la familia, punto.

      —Lo se, pero... ¿pero es cierto?—, sus ojos se levantaron para encontrar los de él —. ¿Amos y Juliet fueron obligados a tomarme?

      —Yo... no estoy seguro de cómo pasó—, respondió Cedric —. Pero, sé que mamá se enamoró de ti el momento en que papá te trajo a casa.

      Edelyn rodó los ojos —. No puedes saber eso, Ced. Solo tenías cuatro años entonces.

      —Sí, y puedo recordar vívidamente cómo instantáneamente comenzaste a robarte todos mis juguetes, jovencita—, dijo él, cruzándose de brazos en falsa irritación —. Y cómo mamá siempre te daría más atención antes de ir a dormir... cómo papá te daba la última galleta del frasco... cómo siempre tenías burbujas extras en la bañera...

      —Está bien – ¡está bien! Lo entiendo—, susurró Edelyn, ruborizándose mientras Ron reía. Sonriendo, ella empujó ligeramente el hombro de Cedric —. Gracias, Ced.

      Cedric sonrió y la despeinó.

      —Ahora, come tus guisantes.

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